
3 minute read
No encontramos aún la metáfora del silencio / Fernando Reyes Trinid pág
24
POR FERNANDO REYES TRINID*
Advertisement
Francisco Hernández escribe Habla Scardanelli, donde se refiere a una especie de pérdida de la razón del poeta alemán. Antes, Pancho Hernández ya había escrito De cómo Robert Schumann fue vencido por los demonios. Después vino Mi vida con la perra, poemario en que declara sin ningún reparo su tendencia a la depresión: “Perra de raza indefinida, reconocible por sus ojos aceitunados y por su nombre (…) al fin peripatética / ronda consultorios psiquiátricos, / talleres literarios / y baños de cantina”.
Hay quienes juegan con Daimon, Tánatos u otras divinidades furiosas y no se queman. Hay quienes pagan en vida el meterse con estas entidades tan irreales y que, sin embargo, han destruido a las más soberbias mentes, recordando el verso de Ginsberg. Muchos aparecen en la historia de la poesía mexicana: López Velarde, Díaz Mirón, Bernardo Couto, Manuel José Othón, Antonio Plaza, Juan de Dios Peza, Manuel Acuña, por mencionar a los clásicos de la bohemia, el desamor, las cuitas, la pobreza, la soledad, el resentimiento, el olvido y el suicidio.
No es el caso del enlistado poético la antología que ahora compilo, No es noche ésta de ahogarse, verso de Sylvia Plath y con un subtítulo: Poemas para no morir (ed. Ameicah, 2022). Fue difícil recopilar estos poemas en un mar de temáticas del desamor, la pena, la decepción, la traición, la melancolía, el sinsentido, el agotamiento anímico, la vacuidad ontológica, la tristeza que mata, el martirio del enojo, el deseo de venganza. Así lo reconocieron varios de estos mismos poetas durante la búsqueda de versos que arrojaran luz en medio de la tiniebla, que rescataran la esperanza, poemas de reconciliación, para resucitar la fe, avivar la esperanza, metáforas de alivio, ablución, claridad, sosiego, paz, calma. Los que aquí regalan sus poemas se salvaron, hasta ahora, del báratro que uno mismo engendra dentro de sí, se sacudieron las amenazas de Tánatos y le dieron una cachetada cariñosa con las manos llenas de poesía, recordaron
Noencontramos aún lametáfora del silencio
que “El arte tiene una función espiritual, abre las mentes y corazones de las personas a las vastas posibilidades de la vida humana”, tal como lo dice Paul Auster. “La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono”, escribe Paz. 39 poetas desempolvaron las palabras de José Martí: “Yo te quiero,/ verso amigo/ porque cuando siento el pecho/ ya muy cargado y desecho/ parto la carga contigo”.
Con los poemas que aquí presentamos, pretendemos precisamente eso: contemplar, en una puñado de senti-
mientos, sensaciones y experiencias, toda la complejidad y esplendor del alma humana; el grito y el desespero, lo que queda fuera de nuestras manos y voluntad; los claroscu“Hay quienes jue- ros, laberintos y subibagan con Daimon, jas del vivir; la luz y las Tánatos u otras di- tinieblas de una emoción vinidades furiosas no se queman ” y que aprieta calma y el el corazón; la torbellino de amar, perder a alguien que nos suavizó o desdobló la existencia. Quisiéramos callar esas cosas, acallarlas, encallarlas, quisiéramos olvidarlas, trascenderlas. Decirlas y expresarlas es una forma; hacerlas poesía, otra. Podríamos gritarlas, lo hemos hecho. Pataleado y berreado, eternos infantes. Hoy el dolor y la vergüenza, el miedo y la culpa, el terror, el espanto, la desesperanza, la agonía anímica y la vacuidad adquieren sentido, se trasmutan en silencio, discreta o paulatinamente. Además de adjetivos como triste, oscuro, desolador, solitario, ansioso, abandonado, herido; verbos como volver, buscar, caer, morir, vivir, doler, soñar; sustantivos como infancia, sonrisa, cuerpo, lágrimas, angustia, pena, aire, viento, fuego y tierra, la palabra que más aparece en esta compilación poética es silencio. Por ello abunda aquí el oxímoron, la hipérbole, la sinestesia, el símil, la ironía, pues aún no encontramos la perfecta metáfora del silencio.
Además de poetas, quise invitar gente de cine y teatro, periodistas y cronistas, cuentistas y novelistas, músico y pintores, psicoterapeutas y psiquiatras, locos y cuerdos, trastornados y normales, intensos y moderados. Beatriz Novaro, Verónica Ortiz, Leticia Luna, Mónica Braun, Angélica Santa Olaya, Yelenia Cuervo, Enzia Verduchi, Tanya Cosío, Isolda Dosamantes, Adriana Tafoya, Natalia Toledo, Sergio Alarcón, Jorge Contreras, Arturo Alvar, Jesús Gómez Morán, Mauricio Carrera, Andrés Castuera-Micher, Fernando Rivera Calderón, Alfredo Espinoza, Ernesto Lumbreras y un talentoso cartel conforman este libro, que bien gustará a lectores de poesía como a psicoterapeutas y consultantes.
ferreyes2004@yahoo.com.mx *Docente, estudió Letras Hispánicas y Psicología