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Tres hechos históricos relevantes para Ensenada / Arnulfo Estrada pág. 8, 9 y
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“Señor Raúl Ramírez Funcke, Presidente Municipal, Ensenada, Baja California. Estimado señor Presidente Municipal. Atendiendo a la atenta invitación que se sirvió usted enviarme para exponer los Antecedentes Históricos de Ensenada en la Sala de Cabildo Municipal, con la presencia del ciudadano profesor David Zárate Loperena, en representación de usted y en compañía de diversas personas que tienen a su cargo y se han distinguido en las actividades cívicas y culturales de la comunidad ensenadense, me fue proporcionada la oportunidad de presentar y comentar las copias fotostáticas que se refieren al cambio de la cabecera del Partido Norte del Territorio de la Baja California, del Real del Castillo a la Ensenada de Todos Santos, es decir, al lugar donde hoy tiene asiento la ciudad portuaria de Ensenada. Esta disposición que dio lugar a la fundación misma de Ensenada, fue acordada por el Presidente de la República, General Manuel González, el (13) trece de abril de (1882) mil ochocientos ochenta y dos, y fue complementada oficialmente el día (15) quince de mayo de ese mismo año, en respuesta a la proposición que presentó el Subprefecto del Partido Norte Zeferino Castañeda, al Jefe Político y Comandante Militar del Territorio, General José María Rangel, quien la turnó al Secretario de Gobernación Carlos Díez Gutiérrez, el que a su vez, la presentó en acuerdo presidencial”.
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Una vez que el Ingeniero Walther Meade expuso algunos aspectos de las actividades políticas y económicas que prevalecían en los tiempos previos al cambio de sede de los poderes a Ensenada, se pasó a dar lectura de los documentos más importantes que avalan la propuesta del mencionado cambio.
Bicentenario de la Declaratoria de Independencia en San Vicente, por José Manuel Ruiz Un 27 de septiembre de 1821 tuvo lugar la consumación de Independencia de México. Es Agustín de Iturbide, quien once años después del Grito de Dolores, se dirigió a los pobladores de la Ciudad de México para informarles que la patria ya es independiente de la Corona Española.
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Dibujo de Antonio Meléndrez. Orden del Presidentede México.
Y, mientras tanto, ¿qué ocurría en Baja California? La península era entonces un lugar alejado de lo que sucedía en el resto del país y todas las noticias llegaban con marcado retraso. Por ese motivo, la Jura de Independencia se llevó a cabo en cuatro diferentes fechas y con varios meses de dilación con respecto a la de la Ciudad de México. La primera vez, tuvo lugar en San José del Cabo, el día 25 de febrero de 1822. Días después, el 7 de marzo se hizo lo mismo en Loreto, y se repitió en el mismo lugar el 7 de julio. En lo que respecta a la parte norte de la península, la Declaratoria de Independencia, tuvo su lectura el 16 de mayo de 1822 en el poblado de San Vicente. El entonces comandante de la frontera de la Antigua California, José Manuel Ruiz, fue quien reunió a los pobladores para dar lectura al siguiente texto:
“José Manuel Ruiz, Teniente de Caballería del Presidio de Loreto y actual Comandante de esta frontera, de la Antigua California, certifica: Que habiendo orden del señor Gobernador Político y Militar don José Arguello, el día 12 del presente mes, en la que me incluía el acta de la Soberana Junta de este Imperio, declaratoria de su Independencia, el Plan de Iguala, el Tratado de Córdoba, el decreto de la Regencia del Imperio Mexicano y Soberana Junta Provisional Gubernativa y copia del acta celebrada en el Presidio de Loreto y para dar cumplimiento y ejecución a lo dispuesto en la mañana del día 16 del corriente di orden al Sargento y Cabos que a las 10 de la mañana se formase toda la tropa que guarnece esta escolta, y que juntara todo el vecindario en el Cuerpo de Guardia donde estaba la tropa formada sobre las armas, les mandé presentar armas, les hice saber para qué fin fueron convocados y con arreglo al artículo 3º. del Decreto de la Regencia del Imperio y Soberana Junta Provisional Gubernativa, leí al frente de la tropa y vecindario el acta de la Soberana Junta de este Imperio, la declaratoria de Independencia, el Plan de Iguala, el Tratado de Córdoba y el Decreto de la Regencia del Imperio. Concluido este acto y con arreglo al Artículo 2º. del Soberano y citado Decreto, recibí el juramento debido después de bien enterados de su contenido, bajo la fórmula prevenida en el citado artículo al Sargento, Cabos, tropas y vecindario, y todos unánimes respondieron acordes, según la fórmula indicada y concluyendo con una salva, repique de campanas y mucho regocijo y al día siguiente se hizo una solemne función de iglesia con salva triple con que se dio cumplimiento a la soberana orden. San Vicente, 22 de mayo de 1822.- José Manuel Ruiz”.
kumeey@yahoo.com.mx
* Cronista oficial de Ensenada. Autor del Diccionario Kiliwa
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Postales de una ciudad que yanoexiste
POR DANIEL SALINAS BASAVE*
Alguna vez Federico Campbell me dijo que la Tijuana de su literatura es una ciudad que ya no existe, aunque con el paso de los años el escritor de Transpeninsular acabó preguntándose si acaso esa ciudad existió alguna vez o si es una fábula del subconsciente, pura y simple narrativa de ficción creada a posteriori por los recuerdos. Pienso en la urbe de fantasía inventada por Campbell, más parecida a alguna de las Ciudades invisibles de Italo Calvino que a la Tijuana de piedra, cerro y sangre cuyo caos respiramos todos los días.
Tijuana es una ciudad que se devora a sí misma y traga cualquier vestigio de su pasado. En el momento en que esto escribo, no pocos de los símbolos sobrevivientes de la Tijuana retratada por Kingo Nonaka han sido derrumbados en el último lustro. Murió el antiguo Toreo lo mismo que la Puerta México y la cárcel y la comandancia de la calle Ocho. Bajo amenaza sobrevive la Plaza Monumental Playas de Tijuana, el único recinto taurino del mundo ubicado a la orilla del mar y junto a un muro fronterizo. En contraparte, todos los días brotan en las laderas precarias viviendas de lámina y llanta de la misma forma que los baldíos son invadidos por multitudinarios fraccionamientos usureros y las esquinas barriales estrenan Oxxo cada semana.
Más allá de mentirosas nostalgias ante la irrupción de la arquitectura chatarra, intuyo que existe o exist-
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Al lado de Pancho Villa, Kingo Nonakaen la carreta. Fo tos: Kingo Nonaka/ Cortesía
ió un espíritu y una esencia irrecuperables en esa Tijuana que nunca viví y que acaso se parezca más a un Macondo o a un Comala que a ese emergente municipio con prisa por deglutir su pasado. Luego caigo en cuenta de que el alma de la ciudad de Campbell vive en cada fotografía de Nonaka.
Irremediablemente recuerdo las palabras de Federico cuando vuelvo a sentarme frente a Genaro Nonaka García y él va abriendo lentamente sus cartapacios. Decenas de fotografías en blanco y negro cubren la superficie de la mesa. El archivo Nonaka en pleno cargado en el maletín de cuero de ese señor, el único de los cinco hijos de Kingo que aún vive, quien ha cumplido ya los 87 años y camina erguido y elegante por las infestadas calles de una ciudad rabiosa donde el crimen ha sentado sus reales. Allí está frente a mí el único vestigio gráfico de una Tijuana que existió hace 90 años y que sin embargo hoy nos resulta casi prehistórica.
La paciencia de Genaro frente a mis mil y una preguntas parece ser infinita. También su capacidad de narrar la historia o el contexto de cada fotografía.
Pienso una vez más en que cada una de esas fotos puede ser el comienzo de un relato.
Me detengo en las fotografías del ámbito doméstico. Por fortuna, los hijos de Kingo posaron no pocas veces para la Graflex de su padre. En aquellos años una persona todavía podía contar con los dedos las fotografías que le habían tomado en toda su existencia. En estos tiempos un recién nacido es fotografiado unas 50 veces en sus primeros minutos de vida antes de tomar sus primeras gotas de leche materna, y al cumplir su primer mes ya aparece en varios cientos de imágenes que han sido compartidas en las redes sociales, sin embargo, hasta hace no mucho tiempo una persona solía tener una o cuando mucho dos fotos de infancia. Los niños Nonaka García tuvieron la fortuna de tener un padre fotógrafo y por ello su niñez está mucho mejor documentada gráficamente que la del promedio de los niños en la década de los años veinte o treinta.
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Al ver a los hijos de Kingo reparo en la fuerza del gen oriental. Aunque su madre es mexicana, los rasgos asiáticos se han impuesto en los cinco. Parecen niños japoneses y por la manera de sonreír y mirar, puedo concluir que su infancia fue alegre y que no les faltó el juego y la fantasía.
En la primera foto que tomo en mis manos aparece mi interlocutor, Genaro Nonaka García a la edad de cinco años. Luce un pantalón blanco, tirantes, un suéter rojo con dos rayas horizontales y una boina ladeada. Sus manos están posadas sobre lo que parece ser el manubrio de un monopatín que le ha fabricado su padre. Su sonrisa es franca, despierta. Miro la foto tomada en 1935 y después lo veo sentado frente a mí en esta mañana de 2017 con sus 87 años y al sostenerle la mirada no puedo evitar ser sacudido por el infinito e indescifrable misterio del tiempo y su relatividad. Hay algunas fotos más antiguas de los niños Nonaka tomadas años antes de que naciera su hermanito Genaro. María, Uriel, Virginia y el pequeño José recién nacido posan sentados en un sillón en el estudio fotográfico que su padre acaba de abrir en la calle Segunda. En el mismo lugar posan los niños Nonaka con su madre para una foto grupal de pasaporte fechada en 1933.
Empiezo a barajar fotos al azar, sin orden cronológico ni temático. El rompecabezas en sepia me arroja beisbolistas, corredores, chicas vestidas como diosas griegas, ritos masónicos, actos políticos y un montón de carros alegóricos.
En el antiguo campo de béisbol de Puerta Blanca aparece el equipo del Quinto Batallón de Infantería listo para enfrentar a la novena del Molino Rojo, centro nocturno propiedad del japonés So Yasuhara, gran promotor de la pelota caliente. Veo a cinco corredores sudorosos posar con una bandera de México al final de la carrera atlética del 16 de septiembre de 1930 y veo no pocos carros alegóricos desfilando por la calle Segunda.
Me detengo en una fotografía donde tres hermosas jóvenes posan con túnicas griegas sobre un carro estilo Ben-Hur formado con figuras de cisnes. El elemento kitch de estampa mitológica es que en la parte alta del carro alegórico aparece el logo tricolor y las siglas del todopoderoso Partido Nacional Revolucionario que junto al PRM, es antecedente directo del PRI.
Una elegante fotografía muestra en primer plano un piso de mármol estilo tablero de ajedrez donde posan trajeados y solemnes los integrantes de la Logia Simbólica Zaragoza del Rito Masónico Escocés, a la que Kingo Nonaka pertenece. Al centro de la foto aparece el policía y escritor Joaquín Aguilar Robles.
La Logia vuelve a aparecer posando frente a una casa de playa en Rosarito a donde han ido a celebrar el solsticio de 1937.
La Asociación Japonesa de Tijuana aparece en no pocas fotografías y por lo que las imágenes revelan, es bastante numerosa. Una foto tomada en abril de 1935 muestra a más de medio centenar de nipones celebrando el cumpleaños del emperador Hirohito. En otra, posan veinte niños de origen japonés, entre ellos los Nonaka García, hijos todos de integrantes de la asociación. También la Asociación China, mucho más numerosa, roba cámara en sus celebraciones de Año Nuevo.
“Pienso en la urbe de fantasía inventada por Campbell, más parecida a alguna de las Ciudades invisibles de Italo Calvino que a la Tijuana de piedra, cerro y sangre cuyo caos respiramos todos los días”