JUS Septiembre 2015
Editorial
Mercedes Mayol FotografĂa: Jara Aithany
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JUS Septiembre 2015
MEMENTO MORI Muerte puta, muerte cruel, muerte al pedo, muerte implacable, muerte inexorable, misteriosa muerte. Muerte súbita, muerte accidental, muerte en cumplimiento del deber.
Oliverio Girondo
La muerte se encuentra implícita en nuestra vida desde que nacemos. La finitud del ser es tan inexorable como imprevisible. Nadie sabe la hora ni el día en el que se terminarán los latidos que nos fueron predestinados; sin embargo parece que, junto a esta inexorabilidad, existe en el ser humano una rebeldía que se ve reflejada en cientos de obras de la literatura, una búsqueda del santo grial que nos haga saltar ese momento para convertirnos en seres inmortales. Pero ¿cuál sería el precio de la inmortalidad, que haríamos si pudiésemos vivir eternamente? Dorian Grey, Drácula, Frankenstein son algunos de los ejemplos de esta rebeldía, y en todos los casos la corrupción y el tedio se encuentran presentes.
Algunos aceleran el proceso y van en su busca para encontrar una paz que no logran en vida, otros huyen o la ignoran, le tememos o desafiamos con valentía en un campo de batalla o en un hospital ante una enfermedad, la tomamos como amiga o como enemiga cruel. La realidad es que existen tantas maneras de enfrentarla como seres humanos finitos hay en este mundo. Decía Séneca “La muerte es un castigo para algunos, para otros un regalo, y para muchos un favor”. En este número de Digital, los invitamos conversar sobre un aliento nos persigue vayamos:
Jus Revista a debatir, tema cuyo allí donde
Memento mori Recuerda que morirás… t
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JUS Septiembre 2015 JUS es una publicación mensual de JUS, Libreros y Editores, S.A. de C.V., especializada en asuntos de conocimiento literario. Conforma una tribuna para el pensamiento en general. Nuestro objetivo principal es generar conversaciones, por lo que el material que publicamos es representativo de múltiples sectores de opinión. La proyección de nuestra revista es hacia los lectores hispanohablantes y hacia una nueva experiencia mas allá del libro y de nuestros libros. JUS es una revista basada en una temática especialmente escogida por nuestro equipo de redacción, donde desarrollamos una visión crítica, apoyándonos en las opiniones y letras de escritores y cronistas contemporáneos. En ella encontrarás cada mes un motivo más para sumergirte no sólo en la literatura, sino en todas las artes. JUS es una revista con entrevistas, reportajes, artículos de información, opinión, análisis y testimonios sobre realidades y personalidades de actualidad.
DIRECTORIO DIRECTOR EDITORIAL Bernardo Domínguez JEFE DE REDACCIÓN Mercedes Mayol REDACCIÓN Diabolgrot Aarón Cervantes (Asistente de redacción) Nuria Bartrina (Community manager) DISEÑO Victoria Aguiar (Diseño y visuales) Mario Patronelli (Webmaster)
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SUMARIO OPINIÓN 10 ¿CUÁNTO PESA EL ALMA? Por MARÍA VICTORIA FABRE
14 ELOGIO DE LA MUERTE, DE GILGAMESH A OSCAR WILDE Por SANTIAGO DE ARENA
16 MEMENTO Por MERCEDES MAYOL
TERCER ESTANTE 20 DIETA LITERARIA Por REDACCIÓN JUS
22 FRANK ZAPPA: EL GRAN GENIO DE LA MÚSICA DEL SIGLO XX Por REDACCIÓN JUS
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REFUGIO POÉTICO 26 AQUÍ Por JORGE GARCÍA TORREGO
27 ETERNIDAD Por SUSANNA TISLER STEINER
28 ME SUCEDE A VECES Por CAES BRERAL
INTERVALO NARRATIVO 30 JUANITA Por MILENA BAFICO
32 MUERTE ANTES DE ANOCHECER Por GERARDO UGALDE
36 POEMAS EN WEIMAR Por ÓSCAR E. SCHINCA
40 LA HABITACIÓN DEL CUARTO PISO Por GABRIEL R. JUAN
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44 CUATRO PARA LA MUERTE Por PEDRO PAUNERO
50 TRAMPAS Por ALDO ROSALES VELÁZQUEZ
52 UN MOMENTO ANTES Por JOAN CARLES GUISADO
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Los textos de la presente edición pueden verse junto al resto de las colaboraciones en nuestra página web:
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www.jus.com.mx/colabora Los colaboradores seleccionados para la edición digital de la revista del mes de Septiembre de 2015 son: María Victoria Fabre Santiago de Arena Jorge García Torrego Caes Breral Susanna Tisler Milena Bafico Gerardo Ugalde Óscar E. Schinca Gabriel R. Juan Pedro Paunero Aldo Rosales Velázquez Joan Carles Guisado
¡¡¡Gracias siempre!!!
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OPINIÓN
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¿Cuánto pesa el alma?
María Victoria Fabre
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¿Cuánto pesa el alma? La película “21 gramos” trae en
admiración que Afrodita, ofendida porque una mortal
su título la referencia a un experimento de poco rigor
obtuviera tantos favores, envió a su hijo Eros para
científico pero relevante frente a una pregunta universal.
que lanzándole una flecha, la obligue a enamorarse
Trabajando con moribundos el Dr. Duncan Mac Dougall
del hombre más horrible que pudiera encontrar. Eros
realizó pesajes y encontró tras diferencias mínimas esa
no pudo cumplir la tarea ya que se enamoró de ella
cifra, como un resto que escapa, tal vez a la muerte, en
y arrojó la flecha al mar. Cuando Psique se durmió,
el instante mismo de morir.
la llevó en vuelo hasta su palacio para amarla a escondidas de su madre. Eros llegaba por las noches,
Antes que la ciencia, el mito y la filosofía realizan
impidiendo cualquier pregunta sobre su identidad. Sólo
sus indagaciones sobre el alma. El arte y la literatura
por un tiempo Psique pudo contener su curiosidad;
traen su reflejo. Las experiencias límite del hombre lo
tentada por sus envidiosas hermanas, quiso saber si
enfrentan con su finitud y la responsabilidad sobre la
su misterioso y tierno amante era bello o monstruoso.
propia vida, sobre sus actos, sobre su deseo. Muchas
En mitad de la noche encendió una lámpara para
veces estas preguntas impulsan el devenir creador del
observar al amado. Una gota de aceite hirviendo
artista.
cayó sobre la bellísima cara de Eros dormido, quien al despertarse con la más terrible decepción la abandonó.
En griego el verbo ψύχω, psycho, significa «soplar».
Triste y arrepentida Psique, le suplicó a Afrodita que
El sustantivo ψυχή, psyché, alude inicialmente al so-
le devuelva el amor de Eros, pero la diosa, rencorosa,
plo, hálito o aliento que exhala el hombre al morir.
puso como condición para recuperarlo que realice
En tanto permanece en el individuo hasta su muerte,
una serie de tareas abrumadoras para una mortal. Ya
ψυχή también significa vida. Cuenta Homero que la
que el sufrimiento de su hijo había sido devastador,
psyché sale volando de la boca del que muere como si
Afrodita perdió parte de su belleza y por ello conminó
fuera una mariposa, a las que llamaban con el mismo
a Psique para que llegue hasta el Hades, morada de
nombre. Los antiguos griegos decían cuando la psique
Perséfone, para pedirle un poco de la belleza a esa
escapa del cadáver comienza a llevar una existencia
diosa y así recuperarla. Psique, desesperada, corrió
autónoma, sobrevive en el Hades como un doble del
hasta una torre pensando que el camino más corto al
difunto.
inframundo era la muerte. Una voz la detuvo en el último momento y le indicó otra ruta que le permitiría entrar y
Para Platón el alma nos antecede, preexiste en el
regresar con vida. Le dijo además cómo sortear al perro
mundo de las ideas, afirmando un dualismo cuerpo y
Cerbero y viajar con el barquero Caronte afrontando
alma, entre lo sensible y lo ideal, abre las vías para
los peligros del camino. Psique apaciguó a Cerbero
pensar una alma inmortal y la existencia de ideas
con un pastel de cebada y pagó a Caronte un óbolo
innatas. Según Aristóteles en su Tratado del Alma (Peri
para que la llevase al Hades. Allí Perséfone aceptó el
psyché) “El alma es una forma del cuerpo viviente
pedido y le entregó parte de su belleza para que se la
y no una sustancia separada de la materia”. En sus
ofrendara a Afrodita. Psique logró su cometido y salió
preguntas se encuentra el origen de la psicología, la
del inframundo. Abrió la caja para tomar un poco de
que entrando de la mano de Wundt en el modelo de
la belleza para sí misma, con la ilusión de retener para
las ciencias experimentales, es heredera de la filoso-
siempre a Eros. Pero él ya la había perdonado, llegó
fía, condición que conviene no olvidar a riesgo de
volando hasta su cuerpo para volver a amarla. Con el
perder su dimensión más profunda.
permiso de Zeus pudieron casarse y amarse eternamente ya que el dios le concedió a Psique la inmortalidad.
Pero en el principio el mito y su referencia al encuentro entre Eros y Psique, lo relata Apuleyo en su
Quiere el mito que el alma y el amor sobrevivan. Trae la
Metamorfosis:
poesía la metáfora de aquello a lo que el hombre aspira, aquello que como acontecimiento sana y se extiende
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Psique era la menor y más hermosa de las tres
en una continuidad en lo simbólico, deseo de sortear la
hijas del rey de Anatolia. Su belleza causaba tanta
finitud.
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La tierra giró para acercarnos
La tierra giró para acercarnos, giró sobre sí misma y en nosotros, hasta juntarnos por fin en este sueño, como fue escrito en el Simposio. Pasaron noches, nieves y solsticios; pasó el tiempo en minutos y milenios. Una carreta que iba para Nínive llegó a Nebraska. Un gallo cantó lejos del mundo, en la previda a menos mil de nuestros padres. La tierra giró musicalmente llevándonos a bordo; no cesó de girar un solo instante, como si tanto amor, tanto milagro sólo fuera un adagio hace mucho ya escrito entre las partituras del Simposio.
Del poeta Eugenio Montejo, mencionado en el film “21 gramos” de Alejandro González Iñárritu. t
Bibliografía. -
“Antonio Canova: Eros y Psique” en http://analisisycomentario.blogspot.com.ar/
-
Freiria, Jorge. “La aventura del saber psicológico”.
-
Zulle, Adriana, Zerba, Diego. “Psiche del mito a la ciencia”.
-
“21 gramos”, film de Alejandro González Iñárritu.
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OPINIÓN
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Elogio
de la
muerte,
de Gilgamesh
a Oscar Wilde
Fotografía: Sergio Patric
Santiago de Arena 14
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Después de la muerte, nada.
Séneca
Ya lo afirmaba Aristóteles: “aquel que no habita dentro de los límites humanos es una bestia o un dios”; y es
existencia como un devenir constante, en el que bajo
que, frecuentemente, mucho más que las acciones que
un tono dantesco se concilian los opuestos, unificados
confirman a nuestra presencia en el mundo, consiguen
en un desfile de contrastes que definen a la unión de lo
ser aún más reveladoras aquellas circunstancias que
diverso. Recordemos que el nombre original que eligió
logran situarnos al filo de nuestros propios extremos.
el florentino para titular su monumental poema consistía únicamente en el sustantivo “comedia”, haciendo sin
Al igual que los actos lúdicos, las actividades de apren-
duda alusión a la procesión de personajes que conviven
dizaje, las relaciones políticas y la realización del
en su compleja alegoría.
lenguaje pareciera ser que la experiencia extrema que supone el confrontar a la muerte nos obliga a cobrar
Por su parte, Manrique no sólo acepta al fluir permanente
conciencia de nuestras experiencias, de la plena
de la existencia humana, sino que dota al concepto de
realización de nuestra existencia y de su inminente
mortandad de un valor de resignación poco entendido
finitud.
hasta sus días, en los que el final de la vida era visto con negación y temor, y ya desde su primera estrofa convida
A manera de un espejo en el que puede reflejarse a
a su escucha para que contemple el paso incesante del
las numerosas posibilidades de lo humano bajo rasgos
tiempo y la inminencia inexorable de la muerte, ya no
de idealización, crítica o razonamiento, la experiencia
más como guadaña segadora de la vida sino como una
literaria ha permitido vislumbrar entre las reglas de
realidad inherente a los asuntos que atañen al hombre,
su oficio a aquellos rasgos que han logrado trascender
ante la cual sólo conviene demostrar resignación.
como testigos de su larga travesía, en la que el recordatorio permanente de la muerte ha sido tema, pretexto
El alma romántica atormentada, triste y moralmente
y motivo.
enferma, considera la existencia como un mal causa de tedio. Convencidos del olvido de los dioses, los ro-
Es así que ya en La epopeya de Gilgamesh, una de las
mánticos conjuran al vacío y a su propia destrucción,
más antiguas manifestaciones literarias, la condición de
invocando la presencia de la muerte como fuente de
finitud de la existencia humana es abordada con especial
una paz liberadora, respuesta irrebatible ante una vida
dramatismo, sobre todo en el momento en el que su
indiferente en la que la imagen del hombre vale más que
protagonista, arquetipo universal del hombre en busca
su propia existencia.
de realización y sentido, cobra conciencia de su propia finitud a partir de la aceptación objetiva de la muerte
En las páginas que integran El retrato de Dorian Grey,
de su amigo y vislumbrando las características que
la pluma de Wilde plantea perspectivas que aún tie-
condicionan su propia realidad al comprender que en la
nen vigencia en un mundo en el que el hedonismo, la
medida en que existimos enfilamos el camino de nuestro
doble moral y la divinización permanente de la juventud
propio final.
funcionan como válvulas de escape que pretenden desviar la mirada de las certidumbres, sumergiendo la
De manera similar, la Odisea homérica reviste de un
existencia en laberintos donde trazos elusivos dibujan
sentido trágico a la confrontación del hombre y su con-
respuestas a dudas concretas.
ciencia de finitud al afirmar por labios de Aquiles, durante su encuentro con Ulises en el Hades, que resul-
Se equivoca quien pretende que el llamado mal del siglo
taría preferible ser un pobre entre los pobres y estar vivo,
quedó atrás y que se puede edificar un horizonte litera-
que saberse ya señor de entre los muertos.
rio de inquietudes novedosas, pues como ya lo tenían claro los antiguos no somos los mismos después de mirar
Imbuida en las postrimerías del medievo, la interpreta-
la muerte a los ojos. Tal parece que debemos dar razón
ción poética de Jorge Manrique en sus famosas Coplas
a la frase de Adorno: “Después de Auschwitz no puede
a la muerte de su padre maneja la complejidad de la
escribirse poesía”. t
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OPINIĂ“N
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Memento
Mercedes Mayol
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Todos llevamos nuestra posible perdición pegada a los talones. Rosa Montero
“Quisiera”, “Desearía”, “Casi”, son palabras muertas, reflejos que ya no están… En algún sitio de la memoria quedó una lápida grabada con el nombre del olvido. La muerte se encuentra presente no sólo en la vida, sino en los actos y pensamientos que transitamos a diario. Así, a veces revivimos recuerdos, los traemos a la vida, como Frankenstein reviviendo a su monstruo, trayéndolo de la muerte para enamorarse y luego ante la realidad, desear con toda el alma ignorar o desconocer. Pensamientos que fascinan y asustan por su rostro cubierto de realidad. Un viejo novio, una antigua amiga, alguien del pasado que creímos ver en algún sueño o en algún momento feliz. Pero somos otros con el paso del tiempo, otros que dejaron sus pieles antiguas para mostrar estas nuevas cubiertas de cicatrices, otros, incluso nosotros mismos que cada siete años morimos
Fotografía: Jara Aithany
para poder sobrevivir.
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OPINIÓN
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Vivimos, sin darnos cuenta de los seres que han pasado por nuestra vida a los cuales ni siquiera recordamos. Pensemos por un segundo en la escuela primaria, o en la secundaria, o en los trabajos que realizamos y
rostros
para
sobrevivir.
recordamos
¿Cuántos
realmente?
nombres
¿Cuántas
de
esas personas permanecen en nuestro presente? ¿Una?, ¿dos?, ¿tres? Hemos convivido con seres que estuvieron a nuestro lado como el fantasma de Canterville, que no han tenido, (o quizás seamos nosotros los que no poseemos) la capacidad de tocar, permanecer y ser un recuerdo que sobrevive en la impermanencia.
Fantasmas,
nuestras
vidas
están
Cuantas veces quisiéramos borrar de un suspiro la
habitadas por miles de fantasmas que no logramos
culpa por una mala acción, evitar las consecuencias,
ver.
asesinar ese momento, deshacernos del cadáver o encontrar un devorador de pecados, o un cuadro que
Enterramos recuerdos que nos dañaron y aún nos
absorba, como Dorian Grey, todos los actos egoístas
dañan, los enterramos profundo en la memoria,
o desenfrenados que en algún momento todo ser
en algún sarcófago cerrado a canto y arena;
humano es capaz de cometer. Quisiéramos saltar la
sin embargo, como Drácula, estos recuerdos se
muerte y permanecer en ese instante de plenitud al
levantan de vez en cuando, para beber de nuestra
que volvemos una y otra vez cuando la vida se haya
angustia, y entonces tomamos la cruz, el ajo, la
más cerca de esa frontera mortecina que a todos nos
desesperación, cualquier herramienta a la mano,
espera. Quisiéramos vivir sin conciencia y que otro u
para evitar el sufrimiento y lo volvemos a meter en su
otra cosa se haga cargo de las consecuencias.
ataúd y los enterramos vivos, no los quemamos, no los desaparecemos, pues a pesar de su oscuridad,
Las elecciones y decisiones que tomamos en la vida
por alguna razón que escapa a la cordura, aún nos
asesinan a las que quedan, a las que no elegimos.
seducen y no los logramos soltar.
Siempre, ante una encrucijada, ante un conflicto, decidimos matar o morir, por lo general prevalece el matar por ese espíritu de supervivencia que todos tenemos dentro; el Dr. Jekyll, o Mr. Hyde luchan en un mismo cuerpo por prevalecer. Baste saber que todos somos seducidos en algún momento por la oscuridad, luchamos a diario con ella, oímos el canto de las sirenas como Ulises y decidimos o no atarnos al mástil para no ceder, o el llamado de la luna y decidimos o no encadenarnos para no dañar. Toda decisión deja el cadáver de su contraparte en algún lugar de nuestro ser. Una decisión condena el camino que desechamos en la encrucijada a perecer. La muerte se encuentra mucho más cerca de lo que imaginamos o queremos aceptar. t
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AUTOR: RAFAEL LORET DE MOLA TÍTULO: EMPEÑADOS NÚM. DE PÁGINAS: 304 FORMATO: 13,5X23CM
Un texto controversial escrito desde las entrañas. Una crítica mordaz que utiliza la razón, la conciencia y que no deja de lado el enojo y hartazgo, volviéndose así la voz de la gran mayoría de mexicanos en este momento tristemente histórico de México. Un análisis profundo que pasa desde los escándalos de corrupción (Casa Blanca de La Gaviota, viajes y excesos de Peña Nieto, despilfarro de las hijas de Peña y de Angélica Rivera); por las matanzas de Tlatlaya, las desapariciones de los estudiantes de Ayotzinapa, hasta los más recientes enfrentamientos (Tanhuato, Michoacán) del narcotráfico. Loret de Mola describe el empeño prendario de México en una exposición, que nos deja claro que los caudales de dinero que manejan las grandes casas y el reducido número de familias a través de gigantescos monopolios, no serían posibles si no fuera por la ayuda de los mandatarios en turno, quienes según el autor parecen tener escasos o nulos conocimientos sobre conceptos tales como la soberanía y la democracia, pero sí un amplio bagaje en prácticas de corrupción y venta de los recursos que no les pertenecen. « Acaso este libro, sea un insumo para recordar lo que ha de venir». Biblioteca política mexicana
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DIETA LITERARIA
Llegamos una vez más a esta sección de recomendaciones literarias. Para abrir apetito comencemos con La muerte de Virgilo, de Hermann Broch. Se dice que esta obra es aún un clásico olvidado que a través de los años ha tomado el lugar que le corresponde en la literatura universal. Thomas Mann declaró, tras leer esta obra, que se trataba “del poema en prosa más importante escrito en lengua alemana”.
TERCER ESTANTE
A Virgilio, autor de esa gran obra literaria, la Eneida, le quedan dieciocho horas de vida… ¿en qué ocupa sus últimos momentos en esta tierra? Escrito a manera de monólogo, Hermann Broch recrea de manera literaria los últimos pensamientos y reflexiones de Virgilio entre los que se plantea la posibilidad de destruir su obra máxima tras haber tomado conciencia de la inutilidad por expresar en su plenitud el Verbo. Novela altamente recomendable.
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Continuamos con Memento Mori, de César Pérez Gellida. Novela negra cuya trama gira en torno de la investigación que realiza Ramiro Sancho, inspector de homicidios, sobre el asesinato de una mujer ecuatoriana. En el cuerpo de la joven se han encontrado versos que darán pistas del homicida. César Pérez nos llevará por esta historia de pesadilla a través de la descripción de los hechos vistos desde la perspectiva del asesino, influenciado por la música más actual y por las grandes obras de la literatura universal.
Gabriel Trujillo Muñoz
Para terminar las recomendaciones, proponemos la lectura de Transfiguraciones, de Gabriel Trujillo Muñoz. El confesor de un convento madrileño, dividido entre el deber y la sensualidad; la monja de la que se enamora y que tiene el poder de levitar; el misionero perdido en el desierto del norte mexicano, atormentado por hechos inexplicables que ponen a prueba su fe; el grupo de guerreros que, por el mismo desierto, persiguen al ladrón de un objeto de poder. Todos los hechos anteriores parecen veleidades de una novela de realismo mágico, pero todos desembocan en una misma conclusión insólita que deja atrás todo folklorismo: cada personaje, a su manera, se despoja completamente de la identidad que le fue impuesta durante su vida en la Tierra y, literalmente, escapa de ésta: trasciende la mera carne en lo que resulta una serie de viajes iniciáticos absolutamente personales, unas veces cercanos a las experiencias místicas que nos sugieren las diversas tradiciones implicadas en la narración pero otras ajenos a cualquier modelo previo.
César Pérez Gellida
Son pocas las novelas mexicanas que han profundizado en el espíritu pagano, indígena de Baja California, particularmente de los yumanos. A esta tarea se entregó Gabriel Trujillo Muñoz, ubicando su historia –con excepción del último capítulo– a fines del siglo XVIII, y contrastándola
Hermann Broch
con lo ocurrido en un convento en el Madrid de la época. Deseamos, queridos lectores, que las recomendaciones sean un puente de diálogo y conversación. t
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FRANK ZAPPA
el gran genio de la música del siglo XX
TERCER ESTANTE
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- El periodista y escritor Eduardo Limón presenta en Mix-Up Satélite “La verdadera historia de Frank Zappa: Memorias”
Sobre Frank Zappa se han dicho muchas cosas. Al inicio de esta autobiografía, editada y traducida por Manuel de la Fuente y Vicente Forés, el propio músico destaca su desinterés en convertirse en un tipo extravagante: “fue otra gente la que siempre me endilgó esa etiqueta”. Una de las primeras anécdotas que cuenta su autobiografía es la del momento en que un miembro de The Flock (un grupo que en aquellos tiempos grababa por 1967 en Columbia) se acercó para decirle: “Eres increíble. Cuando oí lo de que te comiste una mierda en un concierto pensé: Este tío está muy, muy pasado”. “Cuando le dije que nunca me había comido una mierda en un concierto”, dice Zappa, “me miró totalmente abatido, como si le acabara de romper el corazón”. ¿Qué es, entonces, lo que convirtió a Zappa en el excéntrico que se recuerda ahora y en el “gran genio de la música del siglo XX?
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Eduardo Limón, periodista y escritor, se refiere a él como un “genio de inteligencia bulliciosa al que nunca se le acababan las ideas”. Además de tratarse de un compositor incansable, lúcido e intransigente con el tedio, la trayectoria de Zappa fue una constante explosión creativa. Con influencias muy diversas, entre las que convivían desde la atonalidad del doo-wop, hasta Stravinsky, Stockhausen, Mingus o Bob Marley, el músico disparó más de 70 discos que grabó con el grupo The Mothers of Invention y en solitario. Tanto su obstinada desobediencia como la compleja extensión de su obra lo han convertido en una pieza insustituible de la cultura contemporánea y, desde luego, en una anomalía para las liturgias del rock reglamentario. Frank Zappa, recuerda Limón, no consumía drogas ni alcohol, sustancias “recreativas” para la alteración de la conciencia. A Zappa le bastaba su genialidad: “La gente pensaba que yo estaba colocado hasta las cejas de refrigerios químicos”, se lee en su biografía. “Había gente en la banda que quería que me fuera y los dejara en paz porque (no os riáis) yo no tomaba drogas.” En alguna ocasión, señala Limón, Frank Zappa tenía el cabello más largo de lo que se acostumbraba en la ciudad, y un hombre con una pierna de palo se acercó a preguntarle: Señor, ¿dado su corte de cabello puedo llamarle mujer? A lo que Zappa respondió: ¿dado su pierna de palo, puedo llamarle silla? “¡Ese era el tipo de inteligencia que tenía!”, comenta el periodista.
TERCER ESTANTE
“Frank Zappa no sólo era un genio de la música. Para él la vida era un ejercicio alegre de nuestra libertad administrado por la ética. Él nos hace recordar que nacemos libres; más que libres, libérrimos. Son las religiones, los traumas de nuestros padres, nuestros propios traumas los que terminan convirtiéndonos en personas que van al mismo lugar, a la misma hora.”
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AUTOR: RAFAEL BERNAL TÍTULO: SU NOMBRE ERA MUERTE NÚM. DE PÁGINAS: 192 FORMATO: 13,5X23CM
Publicada en 1947, Su nombre era Muerte no tiene ninguno de los elementos comúnmente asociados con la ciencia ficción que se hicieron populares en aquel periodo – robots, naves espaciales, planetas lejanos, etcétera – pero sí, en cambio, una especulación muy interesante sobre la posibilidad de una inteligencia no humana, paralela a las de obras que van de Hacedor de estrellas (1937) de Olaf Stapledon a Solaris (1961) de Stanisław Lem. Aunque estas novelas son muy diferentes a Su nombre era Muerte, en las tres hay la misma pregunta: ¿qué sucedería si los seres humanos realmente encontráramos otras formas de conciencia? Las posibles respuestas pasan todas por extrañamiento ante lo desconocido, el descubrimiento de límites en la inteligencia humana (que acaso no podría comprender un pensamiento totalmente ajeno al suyo) y la constatación de nuestra finitud y pequeñez: como otros autores que exploran las experiencias humanas más misteriosas y traumáticas, Bernal enfatiza nuestro desvalimiento ante lo que no alcanzamos a comprender… y también las formas en que, en semejantes circunstancias, nuestros instintos más primitivos amenazan con apoderarse de nosotros. «Su nombre era Muerte es, sin lugar a dudas, una de las mayores novelas en la historia de la literatura mexicana.» Francisco Prieto «Rafael Bernal fue un escritor lejos de los experimentos de la generación urbana de la onda que buscaba la recuperación de los nuevos aires narrativos de la ciudad, lejos de los nuevos clásicos, sin espacio en el nuevo territorio de los lectores urbanos que los sesenta estaban creando…» Paco Ignacio Taibo II
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REFUGIO
POÉTICO
Aquí Jorge García Torrego
Aquí nadie apunta a la muerte, que no contamine la lengua su silencio que no ponga sus paraguas reventados en nuestra puerta. Pero la muerte es una vena podrida que explota, una esquina el vértice de una boca con miedo. Está aquí, la muerte es nadie y centro, el eco del esqueleto del pájaro. Hay que vigilar su velocidad de ausencia que no se ponga cómoda en los despertadores, que no se encapriche con tu pelo mitológico. Algunas personas sienten que se acerca la lluvia porque le duelen los huesos. Así siento yo la muerte, escondida en la arena de los espejos, con su tambor de silencio bajo mi ropa soplando la cerilla encendida de mi lengua.
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Eternidad Susana Tisler Steiner
Mis venas se han vuelto leña seca. Mi corazón, piedra de río. Y mis entrañas, piel curtida. Ahora, sólo me puede atravesar la esencia, la destilación pura. En mi vagar, firme, decidido, sin miedos, sin temores, hacia el destino seguro, inevitable. El de nuestra huella eterna, apaciblemente dormidos, para siempre, en la inmortalidad final.
ab
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REFUGIO
POÉTICO
Me sucede a veces Caes Breral
Me sucede a veces que cuando ando sin palabras tengo miedo de mi cuerpo se agrieta duele sangra y por ahí comienza a respirar la muerte. Me sucede a veces que cuando no ando en el silencio callo como quien sólo recibe visitas olores voces y flores una vez al año en los panteones. Me sucede a veces que cuando no me encuentro los ruidos las palabras y el silencio son un recuerdo a quienes prendo una veladora y rezo amargamente.
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Emmanuel Mounier
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INTERVALO
NARRATIVO
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Juanita Milena Bafico Fotografía: flickr.com/maduixaaaa
Te llamaron Juanita porque todo te resultaba un reto
Luego, te convertiste en una mujer. Completa de vigor,
por lograr. Recuerdo tu mayor reto que fue nacer.
montabas tu caballo, segura de ti misma, pateabas sus
Saliste del vientre de tu madre con un color bermellón
entrañas con tus carnosas piernas y tus manos echas
y con un alarido agudo que estremeció a todas las
puños, en señal de aprobación. Eras admirable, tenías
almas que rodeaban tu casa. Yo estaba afuera,
los ojos tan grandes como tu madre que estremecías
fumando mucho y caminando de un lado hacia el otro.
a cualquier foráneo que te miraba. Aun así, sufriste
Todos hablaban de lo delgada que es tu madre, que
mucho desamor. Y tu fascinación por el amanecer,
la ibas a partir en dos y que sólo un milagro podría
pienso, que puede ser un llamado del corazón. Esperar
traerte sana y salva a la tierra. Pero nadie entendía
ese nuevo día que sale de aquella noche triste.
que yo oía y caminaba. En cada paso afirmaba mis miedos por no saber quién eras ni cómo ni cuándo iba
Al parecer, sabías vivir con más inteligencia que yo.
a saberlo.
Consumías los días desde la primera hora, ¡si supieras cuánto te admiraba! No oías nada de lo que no te
Hasta que me mandaron a llamar, crucé la puerta de
sirviese ni tampoco te engañaban fácilmente. Yo tan
la casa y vi toda la mesa llena de palanganas, jarros
viejo, miedoso e ingenuo y tú tan “Juanita de Arco”.
y compresas. Salpicado el piso con agua y una nube de vapor firme en el aire. Se respiraba soplos nervio-
Dime, Juanita, ¿no quieres ser santa y permanecer en
sos. Te vi, estabas colorada y tendida como en una
el firmamento? Yo tan sólo soy hombre y moriré. Pero
rama silvestre en los brazos de tu madre. Eras un frutito
me aliviará pensar que trascenderás en el correr del
rojo que te mecías por la brisa fría que pasaba por las
tiempo…
bisagras. Hoy te he visto distinta. Despediste a tu madre, se fue en ¡Tanto tiempo que no veía vida! ¿Y acaso una muerte
un cajón y se escondió en la tierra. Pero tú no te fuiste
a su vez? Ese espacio en mi alma que conseguiste
con ella. Sólo lagrimeaste un poco, quizás es la manera
revivir. Tenía toda la amargura de un cuerpo enfermo.
más amorosa que tuviste para despedirte. Después de
Que sólo se carbonizaba en las brasas y me volvía
todo, fue la primera que te escuchó llorar.
más lacra. Yo, bueno, como siempre me puse a llorar desconsoTu llanto me devolvió a la memoria el estremecer de
ladamente, no olvides que también vine a la tierra
los ruidos. Mi vida era muy silenciosa, llena de
llorando. Y ya llegó mi hora de partir. Me quiero
misterios, llena de miedo a la muerte. Pero verte me
enterrar con ella y también vivir las dos vidas vividas a
dio el motivo de haber hecho tanto esfuerzo para
su lado. Sólo espero, mi querida Juanita, que tú te vayas
sobrevivir.
sonriendo. t
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INTERVALO
NARRATIVO
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Muerte antes de anochecer Gerardo Ugalde FotografĂa: www.flickr.com/echt
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INTERVALO
NARRATIVO Ya eran las seis de la tarde y todos en la construcción se
tantos años de conocerlo sabía que su amigo tenía
encontraban listos para regresar a su casa. Los cuerpos
momentos de introspección. Preguntarle no serviría de
de los albañiles fatigados y molidos no reflejan más
nada. Cuando Luis conoció a Ramón tenía fama éste
que la punta del iceberg, por dentro estaban hechos
de ser agresivo, decían que había estado en la Penal;
mierda. Cargar ladrillos, costales, soldar vigas, prepa-
sólo estuvo seis meses y fue por dejar lesionado a una
rar mezcla, armar castillos. No era un trabajo sino
persona que tenía el dinero para pagar un abogado,
castigo corporal para aquellos hombres (hombres de
Ramón no actuó más que en defensa de sus principios
verdad, los cuales dejan todo en un edificio, carretera
morales: un día había salido en bicicleta (apenas tenía
o casa) cuya única falta fue nacer.
los dieciocho años) a dar un paseo, cuando de repente un carro lo empujó por detrás. Cayó golpeándose en
Un día más, se dijo a sí mismo Ramón, quien llevaba ya
la cabeza, una línea de sangre resbalaba por su sien
en esto de ser albañil más de veinte años. Su consuelo
y mejilla. Del automóvil apareció un muchacho de la
era llegar a su casa -que él mismo había construido-
misma edad que él reclamándole:
y darse un baño de agua caliente, casi hirviendo, cenar un caldo o lo que fuera que haya preparado
-¡Hijo de la chingada, qué no te fijas por dónde van los
su mujer, ver televisión y dormir para mañana hacer
carros! -sin darle tiempo de reaccionar Ramón le tun-
exactamente lo mismo. A veces, cuando la obra no
dió en el estómago una patada, cayó de rodillas el
estaba lejos de su barrio, le gustaba irse en su bicicleta.
hombre, en la altura exacta para recibir una serie
Era mejor que cooperar con la gasolina y tener que
de puñetazos en la cara: de espaldas, boca arriba,
soportar la estrechez de la caja de una camioneta;
totalmente ensangrentada la cara y el cuerpo. Quiso
además el viento en el rostro y el paseo eran para él
huir Ramón, cuando agarró su bicicleta notó en su
una distracción más que le ayudaban a hacer su vida
mano izquierda un dolor agudo, parecido a un piquete
sencilla más placentera. Nunca le había agarrado
de abeja: era un diente, incrustado a su nudillo, de
gusto al vicio, le parecía una estupidez irse a gastar
un jalón lo arrancó guardándoselo en el bolsillo. Esta
los pocos billetes que ganaba; estar en una cantina o
distracción ocasionó que dos hombres ajenos a la
en un vil círculo a mitad de una calle con caguama en
situación lo capturaran. Seis meses en la Penal, ni qué
la mano, a disposición de los problemas. No señor,
hacerle, únicamente aguantar como macho.
Ramón Gómez no era de esa clase de personas, era un pobre diablo sí, pero con cerebro y gusto por la vida.
Tanto la casa de Luis como la de Ramón -vivían uno
Se había casado con una mujer que había conocido
frente del otro- se encontraban a veinte minutos de la
en la fiesta de bautismo de su sobrino, en sus palabras:
obra, si se apresuraban, hasta quince minutos podrían
una vieja tetona y culona, con el cabello chino y largo,
hacer de trayecto; parecía que así pasaría, callados,
al acariciarle el pelo se me atoran los dedos, huele
sin hablarse, en fila india pedaleaban a velocidad
a flor de naranja y sonríe bonito, la invité a bailar y
media enfilándose a la noche. El sereno comenzaba
ella aceptó, tomamos tres cervezas cada quien, me
a sentirse en los huesos y pulmones, desgastados
contó que tenía dos hijas, una de diez y otra de cinco,
por la fatiga y la inhalación de cal y cemento. Ramón
yo apenas comenzaba como albañil y eso no me
entendía muchas cosas de la vida, aunque no se
importaba, tampoco tener familia, pero le fui agarrando
jactara de esto, como otros, que alardeaban para
el gusto y más a ella, que era bien “entrona” a todo,
impresionar a los más jóvenes o para marcar una raya
tanto, como para casarse conmigo.
que delimitara la amistad y el pasarse de verga. A sus casi cuarenta años tenía presente en su consciencia
-¡Vámonos Ramón, que pa’ luego es tarde! -lo alejó de
las cosas importantes de la vida: una casa donde
su ensimismamiento Luis, compañero de toda la vida.
descansar, ahorrar un poco de dinero para morir con dignidad y una conciencia limpia; no dejar cuentas
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-Arre Luisito, ya es hora de descansar -Ramón con
pendientes en este mundo. Sobre todo, lo que más le
la mochila al hombro comenzó a caminar con la
importaba era comer bien, carne y tortilla, verduras,
bicicleta, sin decidir montarla, se notaba una molestia
una Coca-Cola, pan dulce, eso era fundamental para
en su expresión, su compañero así lo notó, pero de
él. Comprar un carro o terrenos o gastarlo en cualquier
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tontería le parecía banal y efímero. Aunque también de-
los hombres con brazos y piernas, aquello semejaba
seaba dejarles algo a las muchachas, a pesar de que no
una orgía homosexual. Rápidamente Ramón se puso
fueran de su sangre, el trato con ellas después de diez
de pie. No lograba percibir contra las personas que
años le había producido en su alma amor y cariño para
había chocado, cogió sus cosas y ahí fue cuando una
las dos. Siempre las obligaba a hacer sus tareas antes
pesada carga cayó sobre su espalda. Acostado su
de salir y a la más grande la presionó para que estu-
cuerpo era el blanco de una tempestad de patadas,
diara una carrera; rondaban mozalbetes, como buitres
sus gritos no servían para buscar el ansiado auxilio,
tras carroña, deseando salir con las muchachas; en
complementaban la escena donde él y tal vez Luis -no
vez de amenazarlos, les habló sobre los hombres a sus
lo escuchaba y tampoco lo veía- eran masacrados por
niñas… No se dejen convencer por lo que les dicen, no
dos o tres hombres. A punto de morir decidió que debía
me importa que salgan con sus amigos y se diviertan,
luchar, tan siquiera para llevarse consigo al infierno
nada más no anden de güilas, les perderán el respeto y
a otro. Giró colocando el peso en su costado derecho,
capaz que hasta me las dejan preñadas sin compromiso.
protegiéndose la cabeza, cual garra de acero tomó una anónima pierna, apoyándose en ella -el sujeto a quien
-Oye Ramón ¿por qué andas tan callado, te peleaste
le pertenecía emitía gritos bestiales- obtiene de sus
con tu señora? -emparejándosele Luis, aburrido de ver la
entrañas la fuerza elemental para ponerse de pie y
espalda de su compañero.
contraatacar inclementemente. Su experiencia en la prisión (ahí recibió palizas sanguinarias) le serviría
-Me gusta pensar, cabrón, uno descubre muchas cosas
para afrontar el duelo. Peleaba contra dos hombres de
cuando se está callado, ¿a poco tú no piensas amigo?
estatura media, jóvenes, veintitantos años de edad; odio
-contestándole con una bella y franca sonrisa.
y rabia en los ojos, también notó que el más pequeño no sabía pelear, así que iría contra el otro, arremetiendo
-Pos sí, sí pienso, pero en cosas feas: que ya no alcanza
sin piedad alguna. Un grito desgarrador explotó en
el dinero, que si ya se descompuso tal cosa, que ahora el
la garganta de Ramón. Mecánicamente sus brazos
chamaco anda pisteando y en malos pasos, que no hay
salieron disparados contra la tráquea de su oponente,
chamba… pos ya ves, la pinche vida que uno se carga
fundiéndose en un solo cuerpo, ambos lo bastante
-el semblante de Luis ahora cambió, recordaba por qué
fuertes para mantenerse en pie; el aire comenzaba
le gustaba platicar, pero no de él como ahorita, sino de
a entrar con dificultad en sus pulmones, los ojos se
cualquier cosa que le hiciera más llevadera su existencia.
inyectaban a presión, poco a poco la lengua del oponente
de
Ramón
asomaba
entre
sus
dientes,
-Mira, la vida está cabrona, pero yo creo que siempre ha
temblaba, igual que una serpiente exhalando su último
sido así, a nuestro jefes les tocaba igual de culero que
aliento, convencido ya de la inminente muerte, sintién-
a nosotros, sólo que ahora somos más los mugrosos y
dose campeón soltó el cuello del rival. La agitación de
también más los ricos, el pastel es el mismo, así que las
su organismo era notoria… un choque eléctrico mató
rebanadas son más pequeñas pa’ nosotros, que te digo,
a Ramón. El pequeño, el otro rival del hombre, tomó
ya ves, la injusticia de Dios es la ley de los hombres.
vuelo, justo cuando había el albañil soltado a su amigo, e igual que un chino, ejecutó una patada en dirección
-Ah cabrón, ¿no me digas que ya te volviste cristiano?
a la sien. Fulminado por un rayo yacía en la banqueta el cuerpo. Mientras el enfrentamiento ocurría, Luis había
-Para nada, hijo, de puro pensar, pos eso pensé.
logrado huir por un milagro, temeroso como el cobarde que era, veía cómo su mejor amigo, era asesinado
Las bicicletas se deslizaban lentamente antes de virar
por una patada. No podía creer lo que sus ojos le
en la siguiente esquina, la de la cuadra donde los
mostraban. Al huir los asesinos Luis caminó en dirección
albañiles vivían, diez metros para dar vuelta, ocho,
al cuerpo. Los ojos de Ramón colgaban de las cuencas
seis, cuatro, tres, dos, uno…. ¡BAM! Tanto Luis como
del cráneo, una fuerza intempestiva, volcánica, hacía
Ramón se impactaron contra otros dos individuos quienes
erupción de la boca de Luis, bañando el cadáver con
igual que ellos, viajaban en bicicleta. El caos fue total,
vómito y jugo gástrico. t
los fierros se engancharon, trenzados los cuerpos de
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NARRATIVO
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Poemas en Weimar Óscar E. Schinca Fotografía: Terri Swallow
Los pies acalambrados seguían un paso constante. Pasó rápido la vista por las caras que esperaban a sus familiares. Fingió que no le dolió no ver caras conocidas. Arrastró la maleta hasta la casa de cambio más cercana. Todavía tenía cincuenta euros. Escuchó lo que le pareció un francés muy fluido del empleado que le entregaba los pesos –de acuerdo al tipo de cambio–. Caminó hacia el metro. Bajando las escaleras se descubre en Gallieni. Camina el largo y oscuro pasillo de la estación de autobuses al metro. Berlin Linien Bus. La cabeza ligera. El color amarillo de la línea cinco le rasgaba los ojos. Consultó la memoria. Pantitlán. Tacubaya. San Antonio. Se quedó dormido. Villers. Place de Clichy. Pantitlán inundado. Ríos de agua puerca se precipitaban entre escaleras y pies. De aquí a Porte de Saint-Ouen. El aire le soplaba el pensamiento. Se talló los ojos. Tacubaya. Orines y sudor. San Antonio. Sale de las escaleras y es medio día. Soleado. Hay que llamar otra vez a Salem. Salem apenas entiende el inglés, él apenas entiende el francés. Te veo en la cabina de teléfonos, no te muevas. La lluvia le golpeó la cara. Un kilómetro, menos, hasta su casa. Cómo extrañaba
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AUTOR: GABRIELA FONSECA TÍTULO: LOS DIABLOS DE TERESA Y OTROS RELATOS NÚM. DE PÁGINAS: 150 FORMATO: 13,5X23CM
Los diablos de Teresa, de la periodista de La Jornada, Gabriela Fonseca, son cuentos de corte fantástico que rondan también el tono nostálgico o una acidez inusual. Una chica se lamenta del olor de su primer amante, porque no le recuerda en nada al aroma de su primer amor, una joven se acuesta protegida por diablos de papel que la cuidan de sus pesadillas y una chica decide hacer un hombrecillo mediante una rara pócima. Una mujer que comparte la cama con un diablo de cartón, una libélula lujuriosa que anida en el pecho de una mujer, una adolescente que se agencia a un amante, son algunos de los personajes de Los diablos de Teresa y otros relatos: historias que juegan entre lo real y lo fantástico, que narran desde la sorpresa del presente y el desde la ácida calidez de la nostalgia. Con este libro Gabriela Fonseca confirma que la literatura fantástica tiene un sitio importante en la narrativa mexicana actual. Los diablos de Teresa y otros relatos, fueron traducidos recientemente al italiano. « Gabriela Fonseca inventa caminos para ampliar el mundo de lo real.» Felipe Garrido « Un libro suculento, inquietante y subversivo .» Montserrat Hawayek «Confieso que al leerlo, tuve la misma urgencia y desesperación que sentí al leer el monólogo de Milton en El abogado del diablo». Goodreads
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INTERVALO
NARRATIVO los Oxxos. Estaba de turno la dependienta joven, la
acercan unos jóvenes desde Brandenburger Tor. La
rubia, la guapa. Tú no te acuerdas de mí, pero yo
resaca le mueve clavos en el cerebro. Casquete corto.
te extrañé. No lo dijo, pero como si hubiera. Doce
Camisa blanca de manga breve. Boina roja. Todos
cervezas entre mi alma y la mañana. En el buró, el
altos. Todos fuertes. Todos arios. Son más de veinte.
celular conectado. Ciento veinte llamadas perdidas.
Los ve, con miedo, mientras se alejan. Otro hombre,
Las llamadas que le pidió a Elena que hiciera para
también joven, también ario, le grita algo en alemán.
que no le cancelaran la línea. Una llamada diaria
Se acerca, amenazante. Tiene un ochenta y ocho
y no se pudo tomar el tiempo para ir al aeropuerto.
tatuado en el brazo. José sabe lo que significa, por
Dos cervezas. Se extraña la cerveza mexicana.
eso el miedo. Otros gritos alemanes aproximándose
Cuatro cervezas. Dos y dos son cuatro, cuatro y dos
desde la izquierda. Los gritos se acercan. Contra
son seis. Los alemanes no dejan de gritar y reír.
uno se defiende. Contra todos los que vienen no va
No entiende el alemán, así que se dedica a beber.
a poder. El brazo del ochenta y ocho se alza en el
Saca el cuadernillo. Garabatea un poema. María.
aire, el puño se agita, tiembla. Ya los otros gritos están
Piel suave. Labios breves, pero carnosos. María
cerca. Son los de boina. Se colocan entre José y el
rubia, de un alemán suave, alemán de río. Seis
ochenta y ocho. Lo empujan. Gritos. El ochenta y ocho
cervezas. María dice tener ascendencia árabe. No
se va. Los de boina se van. José siente una palmada
se le nota. Dime un poema en español. Le avienta
en el hombro. No da las gracias. Agacha la cabeza.
un Benedetti a la cara. Chau número tres. Al fin
Un niño le jaloneó la camisa. Je n´ai pas des monnaie.
que para ella es nuevo. Empieza a oscurecer. Ocho
El niño se fue extrañado. Ya eran las tres y cuarto.
cervezas. El sonido de una cerveza rompiéndose
Elena esperaba, sentada, con un ramito de girasoles
contra el piso lo sacó del sopor. Recogió los vidrios.
en la mesa. ¿Son para mí? Sí. Ni que fuera Gauguin.
Barrió. La casa, tan sola, parecía enorme. Otro
Un beso que Elena quería largo pero José recortó.
poema, pide María en el mejor inglés de Weimar.
¿Cómo te fue? Bien, gracias. ¿Así nada más? Pues sí…
El pasto azul. Va Sabines. María, cara alzada, labios
me fue bien.
húmedos, escucha. Los ojos le brillan. Diez cervezas. Mejor dejo las otras dos para mañana, pensó.
En la cama de Elena. José le acariciaba el cuerpo
Se quedó dormido casi inmediatamente.
desnudo sólo por costumbre. Pura memoria muscular. ¿Te gustaron las enchiladas? Siempre saben mejor
Sol en cara, despierta en el sofá-cama de Salem.
en el recuerdo. María lo besa con todo el cuerpo. Lo
Breakfast? No, thanks. Can I shower? Of course.
besa en los muslos con la vagina y en el cuello con
Salem. Francés. Treinta y tantos. Homosexual. José no
la boca. Vámonos a México, María. Mejor quédate
tiene nada en contra de los homosexuales, pero pre-
aquí, José. Vamos, aunque sea, a París. Mejor dime
fiere dormir de lado, pegado a la pared y con un
otro poema. César Vallejo. María atrapa el sol con
ojo abierto, porque la cama de Salem está al lado
la piel. La única alemana con buen gusto musical. Le
del sofá-cama. El baño le reacomodó los sentidos.
destapa una cerveza, pero José tiene una sed distinta.
En el teléfono había una llamada perdida de Elena.
En el estéreo, María hace sonar Space Oddity.
Qué ganas de estar con María, pensó, mientras
José lengüetea. Salió del departamento con Elena,
le devolvía la llamada a Elena. ¿Qué tal el viaje?
fastidiado a medias. Caminan, María aferrada al
Todo bien. ¿Ya comiste tacos? No tengo ganas. Qué
brazo mexicano, hacia el centro de Weimar. José baja
voluble. ¿De qué tienes ganas? ¿La verdad?, de un
solo por Montmartre. La besa eterno. Elena le tomó
döner. ¿Y algo más realista? Pues de unas enchiladas
la mano, con ganas de no soltarlo. Dos hombres
suizas de Sanborns. Bueno, yo te las invito porque
altos, rubios, le cierran el paso. Un negro lo detiene
no pude ir por ti al aeropuerto. Está bien. ¿A qué
cerca de la Maison Rose. Un tipo les pidió la hora,
hora? ¿A las tres? ¿Es pregunta? A las tres, ¿paso
mientras sacaba algo de debajo de la sudadera.
por ti? No, te veo a las tres en el de los azulejos.
María grita, la empujan. Al mismo tiempo crece
Colgó sin esperar más respuesta. Elena era grietas en
un charco de sangre en Weimar, París y el Distrito
la memoria. Esperaba, sentado en una banca de la
Federal. No hay cuerpo. t
alameda a que dieran las tres. Bajó la cabeza. Se
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INTERVALO
NARRATIVO
La habitaci贸n del cuarto piso Gabriel R. Juan Fotograf铆a: Karen Mardahl
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Demoré la visita, Rodrigo, hasta estar seguro de que
Tenías razón. No sería yo quien cometiera una
no teníamos más tiempo. Nunca imaginé que sería
imprudencia. Justo con vos. Ojalá pudieras verme.
capaz de hacerlo. No a vos. Pero ambos sabíamos
Decidí vestirme sobrio: traje negro de lana y zapatos
que no tenía opción…
con suela de goma. No debía llamar la atención. El invierno favorecía mi trabajo, un sobretodo largo más
Anoche me acerqué hasta tu cuarto, en silencio y sin
allá de las rodillas disimulaba cualquier bulto oculto
el valor necesario. Caminé despacio por la penumbra
entre la ropa.
como si cruzara un campo minado. El cuarto piso de la Clínica Mendoza, el último, era frecuentado
Ya lo ves, no había motivo de preocupación. Además,
sólo por los familiares de los huéspedes moribundos.
antes de entrar volví a chequear que nadie me viera.
“La cuarenta y cinco está a la salida del ascensor,
Tu puerta era la número cuarenta y cinco y estaba
a su derecha, al final del pasillo”, me indicó el
identificada con un herraje plástico que simulaba ser
sereno de la planta baja. El hombre tenía acequias
un metal plateado. Y de plástico y metal era lo que
marcadas a hierro caliente en la frente. Imaginé
traía trabado bajo el cinto. Apoyé mi mano derecha
que su trabajo rutinario llevaría décadas. Era calvo
sobre el picaporte redondo y miré a ambos lados. En
y estaba excedido de peso. Era evidente que no
el corredor sólo había oscuridad. En el exterior, agua
había tenido nuestra suerte, Rodrigo. Aunque ahora
nieve. El metal estaba frío. Nadie rondaba. Por pura
podrías pensar lo contrario, a nosotros dos nunca nos
paranoia demoré unos minutos antes de entrar. Estaba
faltaron pelos en ninguna parte del cuerpo y siempre
solo con la mano derecha sobre el metal frío de la
nos preocupamos por mantenernos en forma. Hasta
manija redonda. Solo y preparado para entrar a hacer
parecía que éramos la misma persona. El guardia de
lo que debía, Rodrigo. Que estaba solo sí, preparado,
la entrada me contestó sin mirarme, apenas si apartó
no podría asegurártelo. Te confieso −¿por qué no
la vista de la televisión. Confió o, quizá, debió
hacerlo, dadas las circunstancias?− que estuve a
pensar que nada nuevo podía pasar que llamara su
punto de dar media vuelta y regresar. Quise cancelar
atención esa noche de invierno, a excepción de una
la operación. Tomaría el ascensor, apretaría el botón
jugada de lujo del enganche del Tigres. Era mejor
“PB”, bajaría, me despediría del vigilante sin mirarlo
así.
para que no viera mis ojos rojos, saldría a la calle barnizada y sentiría el agua nieve en la cara. Me di
El pasillo tenía una ventana a la calle. Miré afuera.
cuenta que la escena no sucedió al sentir el picaporte
Caía agua nieve. El empedrado nuevo de calle San
frío en mi mano derecha.
Martín brillaba como si hubiese recibido una mano de barniz. No debías preocuparte. Nadie miraba.
Escuché el murmullo de una radio. Algún pariente en
Al salir del ascensor presté atención a que el pasillo
la habitación contigua, la cuarenta y siete, velaba
estuviese libre de obstáculos. Y caminé sin hacer
por el enfermo. Algunas personas solían aferrarse
ruido. En dos tiempos: taco-planta izquierdo, taco-
a la esperanza absurda de que habría vuelta atrás,
planta derecho… Actué conforme lo exigía la buena
Rodrigo. Ya les llegaría la hora de aceptar, como lo
praxis.
hicimos nosotros, que estaban en el cuarto piso de la Clínica Mendoza.
−¿Por qué la retórica? –te pregunté−. Imaginé el cuadro en la habitación contigua, eso −La expresión es retórica pero se entiende −me dijiste
me dio ánimo para seguir adelante con el plan.
aquella vez, cuando rechazaste el caso de un cliente
No, ¿quién era yo para prolongar tu agonía? Abrí
de años que pretendía llevar adelante una querella
la puerta. Estabas solo. Ellas habían respetado tu
criminal sin prueba suficiente.
voluntad. No querías que nadie te viera en ese estado.
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INTERVALO
NARRATIVO Imaginé que te habría resultado difícil convencerlas.
−Siempre te veré joven. Eso te gustaría, ¿verdad? –
Más bien lo sabía. A mí nunca pudiste engañarme,
levanté la voz.
¿verdad? Ni despierto ni en sueños. Era como si habitase en tu interior.
No respondiste.
Te miré. Tus ojos estaban cerrados. De haber estado
Antes de terminar, antes de hacer lo vine a hacer
abiertos estarían muy lejos, como la canción de
−¿lo lograría?−, decidí contarte algo que, imaginé,
Sui Géneris. Aunque el pecho dentro de un hueco,
te agradaría. Había vuelto a la natación. Después de
Rodrigo, era el mío.
cuatro años tortuosos merced a una plica en la rodilla derecha y a sendos meñiscos internos rotos, derecho
Debería pedirte perdón. No pude venir antes. Por
e izquierdo, en ese orden, dejé de jugar al fútbol.
cobardía. Esa era una palabra que, si no estuviése-
Era de imaginar, Rodrigo, que no pasaría mis días en
mos solos, ni siquiera pensaría. No son épocas para
los sanatorios. El retorno al agua no fue difícil. Hasta
reconocer debilidades. ¡Tanto detestaba a los hospi-
me invitaron a competir en aguas abiertas. ¿Te lo
tales!, tanto o más que a los funerales o a los cemen-
esperabas? Ni yo. A la cuarta práctica logré mi ritmo
terios. A vos te pasaba lo mismo con estos dos
juvenil: ochenta largos en una hora divididos en series
últimos, ¿lo recordás?
de veinte cada catorce minutos con treinta segundos de recuperación. Sí, yo también lo celebré. ¿Que
−En un funeral o en un cementerio ya no hay más
cómo supe que te alegró la noticia? Porque la línea
nada que hacer, nada que esperar. Es la peor
roja que bordeaba el perímetro de tu cuerpo, la que
metáfora para un abogado −me dijiste una vez, no
advertí ni bien entré a la habitación cuarenta y cinco,
hace mucho.
se transformó en azul, tu color preferido.
Tenías razón.
Me había sentado. No había necesidad de apurar las cosas. En el cuarto piso no había movimientos a
Cerré la puerta a mi espalda. En el ambiente rei-
esa hora. Nadie velaba a los moribundos. Salvo en
naba el silencio y la oscuridad. Sólo escuchaba el
la habitación lindera. Escuchaba la radio, lejana, y
respirador artificial conectado a tu cuerpo y veía
al conductor del programa con voz gruesa que le pre-
una línea irregular en el monitor que replicaba en
guntaba a la entrevistada y éste le respondía cómo
el borde la cama. Eran momentos en que la maldita
debían elaborarse los distintos duelos, los ajenos y
disfrutaba el sobrevuelo. No había razón para
los propios. ¡Qué fácil era decirlo! Miré mi reloj.
esperar tanto. Lamenté no haber ido antes. Te debía
Eran las once de la noche. Tenía tiempo. El sereno
varias disculpas.
no haría su ronda hasta que no terminara el segundo tiempo del Tigres.
Me costaba verte ahí, inconsciente, inerte, tirado sobre esa sábana que en algún momento debió
Me moví y el bulto de plástico y metal, preparado con
ser azul y que ahora apenas llegaba a un celeste
cuidado especial para vos, Rodrigo, sobresalió de
desteñido. Rodrigo, te salían cables y tubos de la
mi cintura a la altura del riñón. Ahora ya sabés que
nariz y del dedo índice de la mano derecha y había
fue por precaución que no me quité el sobretodo.
tres sensores pegados al pecho. La enfermera de-
Además, sirvió para mitigar el frío de la silla plástica
bía conocerte porque los puso en línea como las tres
que estaba a igual temperatura que el picaporte de la
estrellas australes que tanto te gustaban. Te habla-
puerta. Más tarde haría una queja a la administración.
ba y sabía que no podías oírme. ¿Me habías
La clínica debería prender la calefacción también en
perdonado el retraso? ¿Cuál era el tiempo debido?
el cuarto piso, al menos para disimular.
¿Y si hubiese sido al revés? Vos también odiabas a los sitios como estos. Te hablaba en pasado, y sin retórica.
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Cambié de tema y supe que te habían visitado
Me puse de pie. Tomé el bulto de plástico y metal
durante la tarde porque, ni bien te lo pregunté, la
que sobresalía de mi cintura debajo del sobretodo y
línea perimetral resplandeció de azul, verde y violeta,
del saco de lana oscuro. Lo revisé; el casete, el único
como una aurora boreal. Te prometí que la vería
estímulo artificial que te dejaría, estaba preparado. Lo
por vos. La mujer de los duelos se calló. Al fin. Yo
encendí y lo apoyé sobre tu pecho, que ahora era mío.
la imité para esperar tu señal en silencio, Rodrigo, como te hubiese gustado. Te lo debía. Al menos eso.
Demoré la visita, Rodrigo, hasta estar seguro de que
Cabeceé. No sé cuánto tiempo estuve ausente. Las
no teníamos más tiempo. Nunca imaginé que sería
lágrimas aparecieron al ver que tu contorno azul se
capaz de hacerlo. No a vos. Pero ambos sabíamos
desteñía y se confundía con el color de la sábana.
que no tenía opción. Ninguna luz quedaba ya en tu
Era la hora.
línea divisoria. Pronto amanecería. “La vida es una paradoja”, me dijiste el día que te internaron. Tenías razón. Era necesario que te marcharas para que yo no me empiece a quedar solo. t
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INTERVALO
NARRATIVO
CUATRO PAR Pedro Paunero
Fotografía: www.flickr.com/jubilo
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RA LA MUERTE Vanidad Al hecho de que Sam Morris fuera un asesino se añadió el gravísimo pecado de que fuera vanidoso. Cuando
a
una
orden
del
alcalde
el
guardia
llegó hasta la celda que le habían asignado, le encontraron peinándose ante un pequeño espejo que tenía colgado sobre el lavabo. Sin ver al guardia, le dijo. -Creo que me estoy quedando calvo. Entonces le miró. Tomó el espejo y, en un ademán solemne, lo descolgó y se lo entregó al guardia. Abrieron las rejas. Luego, en silencio, se dirigió por el pasillo hasta la sala dónde aguardaba la Silla…
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INTERVALO
NARRATIVO
La metáfora de Ispahán Durante la cena, Federico se dirige a Neruda de manera solemne: -Me voy a Granada, porque allá trabajo… En Ispahan, Cocteau sabe del temeroso jardinero que suplica a su príncipe: -¡Sálvame! Encontré a la Muerte esta mañana. Me hizo un gesto amenazante. Esta noche, por milagro, desearía estar en Ispahán. Uno de los asistentes a la cena mira a Federico y dice: -Quédate aquí. En ningún lugar estarás más seguro que en Madrid. Cocteau indaga sobre la suerte del jardinero temeroso. Le contestan: El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde se encuentra en la plaza con la Muerte y le pregunta: -Esta mañana, ¿por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza? Federico, del otro lado de la mesa, agrega como para finalizar: -Hay visos de tormenta y me voy a mi casa, donde no me alcancen los rayos. Cocteau escucha sorprendido, a la vez, el final de la historia: -No fue un gesto de amenaza -le responde la Muerte al Príncipe- sino un gesto de sorpresa. Pues lo veía lejos de Ispahán y quería recordarle que allí tenemos una cita esta noche. Yo tengo para mí, secretamente, que Federico conoce el rostro del jardinero. Lo reconoce como el suyo y decide enfrentar a su oponente. Esta vez en persona y sin escapar. La metáfora de Ispahán no es, pues, la de aquel que acude ciego a su destino, sino la de quien marcha consciente de que el juego de ajedrez que el caballero jugaba, al abrir el Séptimo Sello, estaba perdido de antemano.
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La confusión Es sabido que el alma de los ogros y de los hombres está externada en algunas piedras raras que se pueden recoger a las orillas del mar, en Irlanda. Muy pocas veces las piedras pueden parecerse entre sí y otras pocas las personas saben cuál es su propia piedra. Ian O´Rourke era uno de esos raros hombres que sabía de su piedra. Una vez vio a un niño jugando con varias piedrecillas. Abrió los ojos como enloquecido y cayó desmayado. Algunos hombres le ayudaron. En ese momento una mujer caía fulminada al suelo. El niño había golpeado dos piedras entre sí. O´Rourke comprendió de inmediato su confusión. Regresó a casa satisfecho de no haber sido él quien muriera y se dispuso a dormir. No supo que la mujer había recobrado el conocimiento hacía varias horas y que el niño se había llevado las piedras a su casa. Una vez en el ático el niño arrojó una de las piedras al mar. En su casa O´Rourke moría por apnea durante el sueño.
Una venganza de sangre Lo conducían al matadero. A ese tocón manchado de hierro sobre la plancha de piedra para ser yugulado, cuando recordó, de súbito, su anterior encarnación como hombre. Había asaltado caminos y había yugulado, a la vez, a sus víctimas. Ahora comprendió el horror que sentía a los cuchillos afilados. Lo pusieron de lado, de mala manera, sobre el tocón, con un golpe seco. El cuello, inerme, expuesto. Sólo pensó una cosa y ésta se cumplió: mancharía la ropa y la piel del matarife con un vengativo chorro rojo y poderoso como manantial, que salpicaría la tierra y la hierba recién nacida… t
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AUTOR: ORSO ARREOLA TÍTULO: EL ÚLTIMO JUGLAR: MEMORIAS DE JUAN JOSÉ ARREOLA FORMATO 13,5X23CM
Este libro es fruto de una larga y accidentada charla entre Juan José Arreola y su hijo, Orso. Es una charla apasionada y dulce, en otras triste y amarga, pero siempre regida por la verdad. Escribir lo que un padre le cuenta a su hijo es una de las formas más antiguas de hacer literatura, de transmitir la palabra. Pero este libro, es también, las tan esperadas memorias de uno de los escritores más importantes, curiosos y talentosos de la literatura mexicana del siglo XX. “Este libro es de Orso, pero también es mío; —dice Juan José Arreola—, lo hicimos entre los dos, pero él, al escribirlo y ordenarlo le dio vida.” Leamos pues la vida de uno de los hombres más interesantes de la literatura de nuestro país en esta edición que incluye fotografías inéditas y otros documentos de Arreola. « “Consígase novia, yo le pongo la casa”, decía el rótulo de la primera casa que habitó Juan José Arreola en la Ciudad de México. Es la primera estación de un viaje largo, del que no podía haber retorno, y aquel letrero sería la divisa de un destino. » Letras libres
« “Con Arreola aprendí a escribir; jugar al ajedrez con él era importante por lo que recitaba al jugar”. Augusto Monterroso, hondureño de nacimiento aunque se considera guatemalteco, dijo que con Arreola tuvo “una amistad en momentos formativos. Nuestra comunicación era diaria, nos mostrábamos los textos, los discutíamos, vivíamos juntos esa iniciación. Recuerdo su enorme capacidad verbal, su percepción de la belleza a través de la palabra”. » Vicente Leñero
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AUTOR: ANGÉLICA SANTA OLAYA TÍTULO: BAJO LA SOMBRA DEL ENCINO NÚM. DE PÁGINAS: 150 FORMATO: 13,5X23CM
El fracaso del amor, de la pareja y de la familia son temas que en esta novela se retratan de forma realista. Una misma escena la narran los cuatro personajes principales, quienes están unidos por un secreto revestido de tragedia. ¿Estarías dispuesto a abrir la puerta a la verdad con todas sus consecuencias? Ésta es quizá la pregunta que uno de los protagonistas, debió hacerse antes de entender lo que sucedió en su vida… Una novela contundente sobre la imposibilidad de amar, en donde es posible, reflejarnos y quizá reconocernos. « Una lectura sincera y honesta que logra una visión dura del amor, la pareja, la infidelidad y el matrimonio sin caer en el cinismo. » Gabriela Fonseca, escritora, editora y corresponsal de La Jornada
« La autora revela una madurez literaria que la convierte en una transmisora de historias, una espía omnisciente de las búsquedas y monólogos humanos relatados con avasallante ingenio. » Consuelo Saenz, periodista y Socióloga
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Trampas Aldo Rosales Velázquez Fotografía: www.flickr.com/justin_case
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-¿En verdad? Sería gracioso. El hombre colocó la última trampa. Por toda la pieza había, contando las de los escalones, más de seis, quizás diez. Parecían gelatina negra: si uno colocaba allí el dedo, costaba trabajo quitarlo, y quedaba la huella. Un ratón bailarín. Gracioso. Su hija no mentía: cuando fue a la cocina lo vio sobre las patas traseras, meciéndose como si danzara. No pudo evitar sonreír. Antes que pudieran decir algo, el ratón se escurrió bajo la estufa; su cola rosada quedó asomando un momento, como un niño que juega a las escondidillas y lo hace mal. Tomó la chamarra y salió de la mano con su hija. -Fue gracioso- dijo la niña. Rumbo al mercado, una nube tomó forma de ratón gordo. Por un momento ambos recordaron cuando los tres iban al mercado. El ratón se transformó en algo rectangular, como una de las trampas o un ataúd; ambos volvieron a pensar en ella, pero no dijeron nada. No sabían desde cuándo había llegado aquel ratón, pero ahí estaba, rasguñando el silencio de la madrugada con sus pequeños pasos. Era como un mal sueño: al prender la luz, desaparecía. Tenía cierta gracia. Al volver, lo encontraron pegado a una de las trampas, como un enfermo terminal a la cama. Su pequeño ojo -negro y vivo como la noche- parpadeaba muy rápido. Ya no era cómico mirarlo: costaba creer que hacía unos minutos bailaba con gracia. Ahora daba horror. La cola se movía como si fuera otro animal. El hombre tomó un periódico y envolvió la trampa, luego la arrojó a la basura. -¿Habrá más bajo la estufa? -la niña movía los pies bajo la mesa, como péndulo sin tiempo. El hombre, que lavaba las verduras, no respondió. Cenaron en silencio. Cuando la niña se fue a dormir, el hombre se calzó las botas altas y tomó la escoba. Movió la estufa: ahí, sobre pedazos de papel y tela, había unos ratoncillos transparentes. Fue por la pala y los arrojó al bote. Subió, pero no pudo dormir: el silencio pesaba. -¿Había más? -preguntó la niña al día siguiente, mientras su padre le colocaba la mochila-. ¿Papá? -pero el hombre no pudo contestar. La mañana estaba clara, sin una sola nube en el cielo. t
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NARRATIVO
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Un momento antes Joan Carles Guisado FotografĂa: Carlos Amato
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NARRATIVO Un momento antes de que su cabeza rodase por los
Oyó esta conversación en el interior de su cabeza. No
suelos se vio enfrente de su padre. Era sólo un niño,
recordaba haberla tenido, pero tuvo que ser así… ¿O
estaba de pie junto a su hermano, delante de la única
no?
mesa de la casa. Sobre la mesa, y encima de un mantel de hule que como única decoración tenía un sinfín de
Le había llegado su hora, sabía que era el final. A
rajaduras, se encontraba un plato lleno de frijoles: su
su hermano hacía un par de meses que lo habían
madre los había preparado para su esposo. El padre,
ejecutado; eso de la malandrez es lo que tiene, ahora
sentado en la mesa, comía solo. Los dos hermanos le
vienen unos, luego llegan otros, y en el camino se van
miraban con los ojos abiertos como platos. Su padre les
quedando muchos de aquellos que pudieron salir de
obligaba a mirar mientras él comía. Miraban sin hablar,
pobres por un breve periodo. No es que le importara
sin entender. Habían aprendido a no pedir; pedirle a
morir, como tampoco le importaba matar; estaba
su padre un poco de comida les reportaba unos buenos
preparado, había enfrentado su destino, le había rezado
golpes que en más de una ocasión les habían quebrado
muchas veces a Dios y le había encomendado su vida.
algún hueso.
Estaba de rodillas, mirando el arma que lo abatiría finalmente. Había estado en multitud de peleas, en
—¡Chamacos verdad?
del
demonio!
—preguntaba
el
¿Os padre
gustaría con
comer,
una
multitud de balaceras, mil veces herido; pero ahora,
risa
sabía que estaba en el final de su vida, de su corta vida,
macabra—. ¡Pues buscad la comida por las calles,
no había cumplido aún los treinta años. Recordó todas
como perros que sois!
aquellas mujeres a las que se había beneficiado, unas por voluntad propia y otras obligadas por él; recuerdos
Después vio a su padre ya muerto. Lo mataron los
de placer carnal bajo los humos del alcohol, pero nada
dos, él y su hermano. No lo asesinaron por ellos, ya
más, de la mayoría no podía recordar sus nombres,
no le temían. Se habían convertido en unos sicarios
ninguna había significado nada importante en su vida.
chingones, mataban sin ningún tipo de piedad; la
Pudo disfrutar de los mejores carros, quién se lo iba a
crueldad era lo único que habían heredado de su
decir a él que no pudo tener zapatos hasta pasados los
padre. Lo mataron por liberar a su madre. Era muy
diez años. Había pateado todas las calles de la colonia
mensa la señora, no querían que soportara más la mala
centro del puerto de Veracruz con sus pies descalzos,
vida que ese hombre le daba.
llenos de mugre, esa mugre que le había impregnado todo su ser, hasta lo más profundo.
—Vieja, no llore, él no se lo merece, ¡era requetecabrón el teporocho!
Solamente hubo una persona, en toda su vida, que consiguió penetrar en el interior de su corazón: la
—Lloro por vosotros, era vuestro padre y lo habéis
señora Tules. A su madre la comprendía; la quería, más
matado. ¡Dios bendito! Me apena que carguéis esa
o menos, era su madre. Pero el saber que ella nunca
culpa en vuestras espaldas.
hizo nada por impedir los malos tratos de su padre le había enturbiado el cariño con una desazón pastosa,
—Madre,
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no
cargamos
nada.
La
conciencia
la
de boca seca. Nunca se lo había reprochado, pero a
perdimos en la niñez, se nos fue entre las migajas que
diferencia de la señora Tules, nunca la pudo tener en
caían de la boca de nuestro padre. No se preocupe
lugar preferente dentro de su corazón. El único amor
usted y descanse; le vamos a comprar una casita y
puro que sentía era hacia aquella señora mayor que
con los pesos que le hemos ido guardando podrá
les había dado de comer, a él y a su hermano, día tras
vivir sin necesidades. No se preocupe de nosotros,
día. Recordar a la señora Tules le hacía imaginarse a
ya nos perdimos hace tiempo. Sólo cuide a la Charo,
él mismo como si de una buena persona se tratase. La
que estudie, y si Dios quiere, que encuentre un buen
señora vivía en una cuartería cerca de la suya, también
hombre, ella aún no se perdió; sólo queremos que
era pobre, pero compartía con ellos y con muchos otros
ustedes dos estén bien, que nuestros muertos sirvan
niños, su comida, las tortillas, el arroz, los frijoles… lo
para algo.
que fuera. En un principio fue el hambre la que les
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llevaba a casa de aquella mujer; después fue el amor, la dulzura con que les trataba, la bondad que se derramaba sobre los platos de peltre donde les servía la comida, una sensación que no podía explicarse muy bien y que en ningún otro lugar la había sentido. La señora Tules hacía poco que se había muerto; él había estado en el funeral con un inmenso dolor, junto con muchos otros de aquellos niños que en su mayoría habían seguido un camino que la señora Tules no hubiera querido para ellos. Las circunstancias de su niñez se habían convertido en una niebla espesa que hacía muy difícil escoger entre los caminos de la vida. Mientras el rosario y su cabeza rebotaban por el suelo tras el certero golpe que le había dado su verdugo, vio a la señora Tules con los brazos abiertos, como diciendo: “ven hijo, ven aquí”. t
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