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IMAGINE Editorial Mercedes Mayol
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.21.días. El tiempo es precioso e irrecuperable como para olvidarnos de vivirlo, como para olvidarnos de cómo amar. En este pequeño lapso de vida que nos fue concedido luchamos en todo momento para conseguir cosas que luego no sabemos para qué queríamos; perdemos valiosos momentos junto a nuestros seres amados por amargarnos por la política, por la economía, por lo que hace o deja de hacer el otro, por llegar o no a fin de mes y olvidamos lo más importante: vivir. Ahora, cerremos los ojos e imaginemos que el mundo se terminará en 21 días y nosotros junto con él; sólo resta ese
tiempo, limitado y preciso. ¿Qué harás con lo que te resta de tiempo? ¿Con quién o con qué lo compartirás? ¿De qué te arrepentirás o qué festejarás? ¿Usarás ese tiempo para ser mejor persona o para liberar todas tus sombras? No importa cuántos libros se hayan escrito hasta el momento sobre el fin del mundo, no importa si has leído de cabo a rabo La guerra de los mundos, el Apocalipsis, La tierra permanece o Ensayo sobre la ceguera… ésta es tu historia, ésta es tu decisión. El cronómetro comienza a correr… 21 días…, 504 horas…, 30,240 minutos…, 1,814,400 segundos. t
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JUS Febrero 2016 JUS es una publicación mensual de JUS, Libreros y Editores, S.A. de C.V., especializada en asuntos de conocimiento literario. Conforma una tribuna para el pensamiento en general. Nuestro objetivo principal es generar conversaciones, por lo que el material que publicamos es representativo de múltiples sectores de opinión. La proyección de nuestra revista es hacia los lectores hispanohablantes y hacia una nueva experiencia mas allá del libro y de nuestros libros. JUS es una revista basada en una temática especialmente escogida por nuestro equipo de redacción, donde desarrollamos una visión crítica, apoyándonos en las opiniones y letras de escritores y cronistas contemporáneos. En ella encontrarás cada mes un motivo más para sumergirte no sólo en la literatura, sino en todas las artes. JUS es una revista con entrevistas, reportajes, artículos de información, opinión, análisis y testimonios sobre realidades y personalidades de actualidad.
DIRECTORIO DIRECTOR EDITORIAL Bernardo Domínguez JEFE DE REDACCIÓN Mercedes Mayol REDACCIÓN Diabolgrot Aarón Cervantes (Asistente de redacción) Nuria Bartrina (Community manager) DISEÑO Victoria Aguiar (Diseño y visuales) Mario Patronelli (Webmaster)
INFORMACIÓN LEGAL. JUS
REVISTA
DIGITAL,
Año
VII,
Nueva
Época
–No.
28–
Febrero
2016.
JUS REVISTA DIGITAL, es una publicación mensual editada por JUS, LIBREROS Y EDITORES, S.A. DE C.V., calle Donceles # 66, Colonia Centro, Delegación Cuauhtémoc, C.P. 06010, Tel. (55) 1203-3770, http://jus.com.mx/revista
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México - Barcelona - Buenos Aires 5
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SUMARIO OPINIÓN 10 GIRAUD, PAUL-HENRI, OCTAVIO PAZ. HACIA LA TRANSPARENCIA Por RAFAEL JIMÉNEZ CATAÑO
TERCER ESTANTE 18 DIETA LITERARIA Por REDACCIÓN JUS
INTERVALO NARRATIVO 20 LA TEA Por ROLANDO MARTIÑÁ
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22 SI EN 21 DÍAS Por JAVIER VALDEZ CÁRDENAS
24 LA CONQUISTA Por MARCOS RODRÍGUEZ LEIJA
29 FANTASMA DEL PASADO Por GIOVANNI SANDOVAL
34 EL DÍA QUE SE EXTINGAN NUESTRAS CONCIENCIAS Por CARLOS PRIEGO
38 LOS DÍAS CONTADOS Por AGUSTÍN AGUILAR TAGLE
42 DECONSTRUCCIÓN Por GABRIELA FONSECA
46 LA CASA DE ELIF Por GABRIEL JUAN
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AUTOR: JOHN LYDON TÍTULO: LA IRA ES ENERGÍA NÚM. DE PÁGINAS: 623 FORMATO: 14X21CM
Sin censura, sin pelos en la lengua y a calzón quitado: así habla John Lydon y ésta es la característica que mejor define a La ira es energía. A diferencia de lo que ocurrió con su autobiografía, aquí Lydon reflexiona sobre lo que hizo, sobre las consecuencias que tuvo y, lo que es mejor, sobre la época que le tocó vivir. Este punto de vista, más maduro y articulado, no ha perdido ni un ápice de frescura y descaro. Lydon no tiene reparos en decir lo que piensa sobre personajes como Vivienne Westwood o Malcolm McLaren, sobre Sid Vicious –un gran amigo perdido− o sobre temas como el punk, la música, la enseñanza, la creatividad o la moda. Lydon es energía en estado puro y reivindica la ira como motor para construir y seguir adelante. «Johnny Rotten quizá sea el único cantante verdaderamente terrorífico en la historia del rock and roll.» (John Harris, The Guardian)
«Brutal, llano y deliciosamente incorregible. La ira es energía es de lectura obligada para entender la génesis del punk. Lydon es siempre atractivo, entretenido y desafiante.» (Financial Times)
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Los textos de la presente edición pueden verse junto al resto de las colaboraciones en nuestra página web:
www.jus.com.mx/revista o en nuestro blog:
www.jus.com.mx/colabora Los colaboradores seleccionados para la edición digital de la revista del mes de Febrero 2016 son:
Rafael Jiménez Cataño Rolando Martiñá Javier Valdez Cárdenas Marcos Rodríguez Leija Giovanni Sandoval Carlos Priego Agustín Aguilar Tagle Gabriela Fonseca Gabriel Juan
¡¡¡Gracias siempre!!!
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Giraud, Paul-Henri, Octavio Paz.
Hacia la transparencia, El Colegio de México, México 2014, 592p. Por Rafael Jiménez Cataño 11
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Una edición que ennobleció las celebraciones del
La poesía como religión, el amor como revelación,
centenario de Octavio Paz es la versión española
el nexo entre prosa y poesía, el mito, son temas desa-
del libro de Paul-Henri Giraud Octavio Paz: Vers la
rrollados en la introducción y continuados en los prime-
transparence1. En 2005, un congreso en Portugal
ros capítulos con la noción de otredad, la soledad y
me había dado la ocasión de coincidir con el autor
la comunión como polos dialécticos del ser, la vuelta
–los dos hablábamos de Paz– y de apreciar su profe-
al eterno presente del mito en la fiesta, la experiencia
sionalidad y su sencilla disposición a escuchar a
de “la otra orilla”. La poética de Paz, ya madura en
los demás. En este volumen veo ambas cualidades
El arco y la lira (1956), está estructurada por estos ele-
aplicadas al análisis de la obra poética de Paz,
mentos, que permiten describir la experiencia poética
desplegado en un recorrido conceptual e histórico a
como revelación de la condición humana.
través de once capítulos. Las tres dimensiones de otredad: lo otro (poética), el Más que una reseña, me dispongo a compartir una
Otro (sacra), la otra (amorosa), se iluminan y alimen-
reflexión a la que me invita esta obra. Algunos dicen
tan entre sí. A lo largo de los años, la atención de
que escriben los libros que querrían leer. No me reco-
Paz pasó de un aspecto a otro, los equilibró de una
nozco en esta experiencia. Puede también suceder que,
manera o de otra. En esto Giraud es muy atento, con
ante una obra sobre un mundo que resulta familiar,
un discernimiento preciso de las ediciones. Cada vez
uno tenga la impresión de que es el libro que habría
que una palabra o un verso varían de una edición a
querido escribir. Así me siento ante la obra de Giraud.
otra, lo notifica con rigor. Procede del mismo modo
No se me malentienda: no quiero decir que se me
con las obras no poéticas, como El arco y la lira, en la
adelantó, porque nunca lo habría podido escribir yo.
que encuentra matices relevantes que distinguen a
Es algo semejante a lo que sucede cuando uno conoce
la primera edición de todas las demás.
un poco de un idioma y, al escuchar a alguien que lo habla y sentir que conoce todo ese léxico y esa sintaxis,
Los capítulos 4 a 6 van pasando por títulos que
piensa: “¡yo podría decir eso!” Y no es verdad, porque
desde 1960 están incluidos en Libertad bajo palabra
el léxico y la sintaxis sólo podrían bastar si el discurso
(1ª ed.: 1949): Bajo tu clara sombra, Puerta conde-
fuera mecánico. Faltan la intuición, los hábitos, la expe-
nada, Calamidades y milagros, ¿Águila o sol?, Semillas
riencia privada, la iniciativa, el ingenio, la persona en
para un himno, La estación violenta y otros, cerrando
definitiva.
con “Piedra de sol”, poema firmado en 1957. Giraud habla de una muerte y resurrección de la figura del
Los tres primeros capítulos continúan la labor de la
poeta, que entre otros aspectos muestra ahora el de
introducción profundizando en las nociones clave del
la fatiga sin gloria, no porque no la hubiera antes,
pensamiento de Paz. Serán llamados en causa los
sino porque se velaba como en un gesto de recato.
quince volúmenes de su obra, pero allí son pertinentes
A eso alude el título de una sección de ¿Águila o sol?,
sobre todo El arco y la lira y El laberinto de la soledad.
“Trabajos del poeta”, que originalmente se iba a titular
A partir del cuarto capítulo se estudian sistemática-
“Trabajos forzados” (cfr. p. 166). Precisamente en esos
mente los libros de poesía, por orden cronológico
textos se manifiesta una cualidad proteica del poeta
hasta donde lo permite una razonable distribución
y del lenguaje, que se compone y descompone como
por criterios temáticos. Así, es tan importante la
un lego, y el lector se sorprende de entender a pesar
transfiguración del tiempo, tema del capítulo 6, que éste
de la “inexistencia” de esos vocablos.
comienza con “Himno entre ruinas” (1948), anterior a obras contempladas en los capítulos 4 y 5.
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Presses Universitaires de France (PUF), Paris 2002. Es una excelente traducción de David Medina Portillo.
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A ese poeta, que aquí actúa como Orfeo, como
la búsqueda del presente, y el primer volumen de Obras
Proteo, como Quetzalcóatl (cfr. pp. 163ss), más ade-
Completas, que concentra la teoría literaria, recibe el
lante se le encontrarán otras cualidades. En tiempos
título de “La casa de la presencia”.
de Ladera este (1962-1968, y esto ya es cap. 8) se va a caracterizar ante todo por su capacidad de escu-
El poema “Cuarto de hotel” contenía un verso en las
char. La otredad, “¿cómo percibirla, oírla y alcanzarla
primeras ediciones de Libertad bajo palabra que des-
si no es guardando silencio y disponiéndonos a escu-
pués desapareció con la entera estrofa: “¿soy un llegar
char el mundo?” (p. 358). Más tarde, después de haber
a ser que nunca llega?”3 Esas experiencias de presen-
escrito Blanco (1966), en el clima de la prosa poética
te tienen un valor de redención, son “un instante de
de El mono gramático (1970), se negará aquello de
vida plena”4, dirá en ese tiempo en El laberinto de la
que la poesía es el arte de nombrar. No pierde su
soledad refiriéndose al amor, pero el flujo continúa y
validez lo que se había dicho en El arco y la lira
así no es plena redención, aunque nos pueda hacer
para definir la experiencia poética como una inme-
vislumbrar su posibilidad. De ahí “las paradojas del
diatez del decir: “la existencia se da como un nombrar
instante” y “el tiempo transfigurado”, títulos de los
aquello que, hasta no ser nombrado, carece propia-
capítulos 5 y 6, que cubren las obras de los años
mente de existencia”2. Es un nombrar muy poderoso,
cincuenta, posteriores a la primera edición de Libertad
y ahora parece más eficaz hacer notar que, en
bajo palabra.
efecto, es tan poderoso que propiamente es abolir el lenguaje, disolver los nombres de las cosas por encon-
El presente, el instante, no son un mero punto en un
trarlos falaces. “El poeta no es –al menos no en primer
continuo temporal. En ese punto hay vida y conciencia,
término– el que nombra las cosas sino quien revela
ahí tiene lugar lo que Paz suele llamar revelación. Ahí
que ellas no tienen nombre, aquel que les arranca
está la transparencia que da título al libro. La bús-
la máscara falaz de las palabras con las que se las
queda de la presencia es un movimiento hacia la
nombra” (p. 449).
transparencia, travesía de muchos puertos entre los cuales el Extremo Oriente. “Uno de los modelos más
La disolución de los nombres no es exclusiva de la
puros de la ‘consagración del instante’ es el haikú,
otredad poética. La otredad de lo sagrado ha obligado
tal como lo practicó Basho” (p. 217). De este y otros
siempre al hombre a negar después de haber afirmado,
metros orientales hay buenos ejemplos en Piedras
porque ninguna palabra es adecuada. La otredad amo-
sueltas (1955). Sobre una métrica minimalista (5-7-5),
rosa conoce bien la incredulidad con que los enamora-
el haikú se construye en una sucesión de momentos
dos redescubren las palabras, por lo que significan o
cualitativamente diversos. “Al elemento pasivo del pri-
por su incapacidad de significar.
mer verso sucede, invariablemente, el elemento activo del segundo, para desembocar, en el tercero, en una
Volviendo a los tiempos de Libertad bajo palabra, hay
síntesis brusca –una iluminación súbita” (p. 219): pasi-
que precisar que la poesía como crítica del lenguaje
vidad, actividad, sorpresa. Uno de los poemas más
ya está presente en la concepción misma de experien-
traducidos de la historia es un haikú de Basho, que en
cia poética, pues la condición humana que ésta revela
la traducción de Paz suena así:
es un dinamismo incesante, un continuo llegar a ser. Dentro de este fluir vertiginoso existe sin embargo el
UN VIEJO ESTANQUE:
presente: en la fiesta, en el encuentro amoroso, en la
SALTA UNA RANA ¡ZAS!
teofanía, en el poema. De ordinario requiere un esfuerzo, y por eso se hablará de la búsqueda del instante,
CHAPALATEO5.
El arco y la lira, Fondo de Cultura Económica, 6ª reimpr. de la 3ª ed. (1ª: 1956), México 1986, p. 157 = Obras completas (OC), vol. 1, La casa de la presencia, Círculo de Lectores / FCE, Barcelona / México 1991/1994, p. 165. 3 Libertad bajo palabra, FCE, México 1960, p. 148. 4 “La dialéctica de la soledad”, en: El laberinto de la soledad, FCE, 23ª reimpr. de la 2ª ed. (1959; 1ª: 1950), México 1984, p. 177 = OC, vol. 8, El peregrino en su patria: historia y política de México, 1993/1994, p. 179. 5 “Tres momentos de la literatura japonesa”, en: Las peras del olmo, Seix Barral, 2ª reimpr. de la 1ª ed. (UNAM, 1957), México 1985, p. 129 = OC, vol. 2, Excursiones/incursiones: dominio extranjero, 1991/1994, p. 343. 2
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La misma dialéctica, aunque sin la métrica original, se
La doble línea de la producción de Paz, poesía y ensa-
aprecia en el poema de Paz “Diosa azteca”:
yo, varias veces me ha recordado el cuaderno en el que Wittgenstein, durante la Primera Guerra Mundial,
LOS CUATRO PUNTOS CARDINALES REGRESAN A TU OMBLIGO. EN TU VIENTRE GOLPEA EL DÍA, ARMADO . 6
escribía el Tractatus Logico-Philosophicus en las páginas de la derecha, y su diario personal en las de la izquierda. No escasean las correspondencias, de la misma manera que en el ensayo y en las entrevistas de Paz se reconocen pasajes de su poesía, y viceversa. La nueva época de su poesía dejará sentir mucho la
Giraud hace notar que el haikú no suele mostrar
presencia de temas como el misterio del significado,
semejante tensión y hasta terror como en este poema,
la realidad de esa vida plena que se añora, la dimen-
donde un mínimo de familiaridad con el panteón azteca
sión carnal de la comunión que vislumbramos como fin
permite reconocer a los personajes, probablemente
de la soledad. Homenaje y profanaciones retoma un
con escalofrío. “En el endecasílabo con que termina el
soneto de Quevedo, “Amor constante más allá de la
poema, el acento principal realza al verbo golpea y
muerte”, muy citado sobre todo en sus versos finales,
lo hace repercutir en el conjunto del verso. El Sol remon-
donde, tras hablar del límite que la muerte pone a un
ta el cielo hasta el axis mundi del ‘día’, para lanzar sus
amor, se declara una divinización de ese amor caiga
rayos sobre el ombligo de la más terrible de las madres,
quien caiga –en primer lugar la Divinidad– y que sus
Coatlicue. Golpes del Sol ‘armado’ sobre la matriz
restos “polvo serán mas polvo enamorado”.
original, al unísono del latido de los corazones pronto sacrificados al Sol en el altar de la Tierra” (p. 224).
Observa Giraud que “esta transgresión filosóficoteológica se inscribe en una tradición literaria bien esta-
Quise detenerme en el análisis que Giraud ofrece de
blecida y esencialmente transgresora: la tradición de la
este breve poema, como muestra de lo que hace a lo
‘locura de amor’ que, desde Petrarca, encuentra en el
largo de las casi seiscientas páginas del libro. Si tres
marco estrecho y rigurosamente codificado del soneto
versos ofrecen tanto, no extrañará que a “Piedra de sol”
su forma más intensa, más hiperbólica y paradójica”
se dediquen 32 páginas. Es un poema que cierra una
(p. 311). Esta aspiración a la supervivencia del amor
época de la escritura de Paz, según declaración suya.
es tanto más desmedida y contradictoria (insensata, la
“La ‘situación’ que ‘nosotros los hombres modernos’
califica Paz) cuanto menos se espere en una real pervi-
tenemos que ‘vivir con constancia’ es la misma que pre-
vencia más allá de la muerte y en Alguien que la haga
sentan los principales ensayos de Octavio Paz de las
posible.
décadas de 1940 y 1950: la soledad y el encierro del hombre en su laberinto; la sed de una presencia,
La sintonía con Heidegger que se percibe desde El arco
la nostalgia de cierta manifestación de lo divino, la
y la lira, así como el clima del pensamiento francés
forma de lo divino original y anterior a las religiones,
que respiró Paz en los años cuarenta y luego a fines de
tal y como aparece en El arco y la lira; el deseo, tam-
los cincuenta, podrían sugerir que este tono estaba
bién, de ‘crear un nuevo sagrado’, un nuevo tipo de
robustecido por el existencialismo. No hay que olvidar
vínculo (religio) entre el hombre y el más allá del
que entre existencialismo y fenomenología hay una
hombre. Este vínculo, esta creación es, para Octavio
continuidad, y que Paz adquirió profunda familiaridad
Paz, la poesía” (pp. 296s ).
con el pensamiento de Max Scheler durante sus años
7
universitarios8, que se percibe en su comprensión de la
Libertad bajo palabra, FCE, 6ª reimpr. de la 2ª ed. (1968), México 1985, p. 141. = OC, vol. 11, Obra poética I (19351970), 1996/1997, p. 140. La edición de 1985 dice “Diosa olmeca”. 7 Los entrecomillados remiten a una respuesta de Paz, interrogado sobre la nostalgia de un Absoluto y la pérdida de certezas: “Creo que esto es algo compartido por todos nosotros, los hombres modernos. ¿Nostalgia? Sin duda, pero también la decisión de vivir con entereza nuestra situación” (“Genealogía de un libro: Libertad bajo palabra”, Vuelta, 145[1988], p. 21 = OC, vol. 14, Miscelánea II. Últimos escritos, 2000, pp. 120-121). 8 Cfr. Reflejos: réplicas, Vuelta - El Colegio Nacional, México 1996, p. 14 = OC, vol. 14, p. 73. 6
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dimensión corporal del amor, el discrimen entre amor y
Salto Blanco, poema que sinceramente me supera, para
erotismo, una visión que hacia el final de su vida dará
llegar a Pasado en claro, cuyo carácter de anamne-
lugar a La llama doble (1993), obra memorable. Pues
sis e introspección hace notar Giraud. “El hablante de
bien, en esa misma obra de 1960, transgresora, “insen-
sesenta y un años se detiene en ciertos temas clási-
sata” y desdeñosa de la esperanza, Paz traza los
camente autobiográficos: el jardín de la infancia, los
perfiles de un amor encarnado del que sólo La llama
miembros de la familia, el descubrimiento de la sexua-
doble podrá ofrecer una base discursiva:
lidad, la aventura interior y, finalmente, la relación con las palabras. De los rodeos de la memoria emergen
FUERA DE MI CUERPO EN TU CUERPO FUERA DE TU CUERPO EN OTRO CUERPO CUERPO A CUERPO CREADO POR TU CUERPO Y MI CUERPO9.
momentos de revelación seguidos de su interpretación, según el movimiento propio de ese ‘río reflexivo’ que es la poesía de Octavio Paz” (p. 499). Revelación de sí mismo, que por lo tanto es más que anamnesis o recuerdo: es anagnórisis, reconocimiento. Es autoreconocimiento porque el recuerdo versa sobre el autor mismo, sí, pero lo propio de la anagnórisis, fenómeno característico de la narrativa, es el reconoci-
Las dos caras del cuaderno de Wittgenstein se vuelven a
miento de una persona cuya identidad se ignoraba.
recordar en las obras de los años sesenta (Ladera este,
Un alto porcentaje de narraciones tienen como paso
El mono gramático) confrontadas con Conjunciones y
que desencadena la acción hacia el desenlace el
disyunciones, por ejemplo. La India, que ya había
descubrimiento de alguien, que sin embargo ya estaba
jugado un papel significativo en El arco y la lira, ahora
presente durante la historia.
toma cuerpo en la poesía de manera temática, y la reflexión de Conjunciones y disyunciones pertenece más
En el s. IV Kalidasa reelaboró una historia del
a la antropología cultural que a la teoría literaria. La
Mahabharata que se conoce como “El reconocimiento
prosa poética de El mono gramático, en cambio, sí es
de Shakúntala”. Un rey se tropieza con una joven en el
teoría literaria. Ese mono divino, Hanuman, será proto-
bosque durante una cacería y se casa con ella, sólo
tipo del artista. Imitador por mono, “puede servir
que antes ha de completar una misión. No vuelve como
de modelo al poeta moderno, al poeta que, a pesar
había prometido y Shakúntala, tras una larga espera,
suyo, debe reconocer que no es ‘señor’ del lenguaje
decide buscarlo en su palacio. Por efecto de una maldi-
sino simplemente su ‘servidor’, o incluso su sembrador”
ción el rey no la reconoce, pero una nueva interven-
(p. 439).
ción, esta vez benigna, le abre los ojos y la acepta. Esta historia da para nueve horas de representación
Giraud cita una entrevista de 1973 donde Paz afirma:
como acto de culto hinduista, en la forma del teatro-
“creo que el lenguaje es el que manda y que el poeta
danza Kuttiyatam. Reconocimientos como éste se dan
es el servidor del lenguaje”10. No creamos la palabra:
en la vida de cada uno de nosotros con respecto a
la palabra nos crea. Solemos vivir como quien tiene
nosotros mismos en el ámbito de las tres otredades. En
un lenguaje y usa de él; es el poeta quien se percata
El arco y la lira, Paz trataba este tema en el campo de
de la consistencia propia y previa de la palabra.
la inspiración, entre otros: “La voz poética, ‘la otra
Más adelante Paz formulará esto como conciencia de
voz’, es mi voz”12, y no es una banalidad descubrirlo.
ser deletreado por alguien, porque “también yo soy
Cuarenta años más tarde volvía a tratar el tema en
escritura”11. También yo, como las estrellas.
términos de llamado y respuesta: “Al descubrir nuestra vocación nos descubrimos a nosotros mismos”13.
“Lauda”, en: Salamandra, Joaquín Mortiz, 1ª reimpr. de la 5ª ed. (1ª: 1962), México 1985, p. 51 = OC, vol. 11, p. 294. La poesía es parte de Homenaje y profanaciones. 10 Solo a dos voces, OC, vol. 15, Miscelánea III: Entrevistas, 2002, p. 695. 11 “Hermandad”, en: Árbol adentro, Seix Barral, 2ª reimpr. (1ª ed.: Barcelona 1987), México 1988, p. 37 = OC, vol. 12, 2004, p. 112. 12 El arco y la lira, p. 180 = OC, vol. 1, p. 184. 13 “La espuma de las horas: Marie José Paz”, en: Al paso, Seix Barral, Barcelona 1992, p. 126 = OC, vol. 7, Los privilegios de la vista II: arte de México, 1993/1994, p. 398. 9
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Árbol adentro (1987) conjuga muchos de los focos
En el epílogo regresa un concepto que ya había teni-
temáticos anteriores. El tiempo y el instante, la búsque-
do relevancia en la introducción y había vuelto varias
da de sí mismo, la encarnación del amor, la crítica del
veces. Es la noción de “vivacidad”, que Nietzsche con-
lenguaje. Este último punto se toca en unos versos que
traponía a “vida” cuando se trataba de “vida eterna”.
sintetizan posiciones anteriores:
Era, por ejemplo, la “eterna vivacidad” de los autores antiguos, preferible en su opinión a la exigua vida de
LAS PALABRAS SON INCIERTAS Y DICEN COSAS INCIERTAS. PERO DIGAN ESTO O AQUELLO,
NOS DICEN14.
los vivos. “A final de cuentas, el singular destino de la palabra vivacidad en la obra de Octavio Paz constituye una afortunada, fecunda y vivaz infidelidad a Friedrich Nietzsche: un bello ejemplo también de esta ‘lectura deformante’ (misreading), de esta ‘interpretación fallida’ (misinterpretation), de esta ‘corrección
Después de Árbol adentro, último libro de poesía, hay
creativa’ (creative correction) que el crítico Harold
aún otros poemas, como “Respuesta y reconciliación”,
Bloom considera absolutamente necesarias para la
que es propiamente el último, fechado 20 de abril de
recepción y la asimilación de una ‘influencia poética’
1996 (Paz morirá el 19 de abril de 1998). Paz lo dejó
—ese tipo de influencia que resulta decisiva en la
como testamento filosófico, dice Giraud (cfr. p. 544). Es
formación de un poeta y en la creación de su mito
el final del último capítulo y el paso se acelera, o quizá
personal” (pp. 26-27).
sea sólo la impresión que crea el sentir que muchas cosas confluyen. “Basta conocer o, más bien, ‘ver’
La vida de la otredad, en sus diversas dimensiones, es
esta verdad escondida. Como en ‘Carta de creencia’,
como un ritual de la vivacidad. El ritual de la lectura,
la ‘reconciliación’ mencionada en el título del último
por ejemplo, donde la recíproca iluminación de los
poema de Octavio Paz se realiza ‘con el Gran todo’.
ámbitos de la otredad rompe el cerco que podría con-
Lo que Paz había llamado ‘la analogía: transparencia
finarnos a la inmanencia de un texto. Lo que así se
universal’ deviene aquí ‘música’ y hasta ‘concierto’ en
vive es real, tan real que, por mucho que se mendiguen
el que el hombre, el poeta y el lector, llegan a encontrar
“instantes de vida plena”,
finalmente su lugar —más allá del vértigo, de la caída, del retorno a la Nada o al Comienzo:
RIMA CONSIGO MISMO EL UNIVERSO, SE DESDOBLA Y ES DOS Y ES MUCHOS SIN DEJAR DE SER UNO. […]
NOS QUEMARÍA LA VIVACIDAD DE UNO DE ESOS INSTANTES SI DURASE OTRO INSTANTE16. Por eso el tiempo, la presencia, el instante, parecen quedar encomendados a una dimensión misteriosa:
Y MIENTRAS DIGO LO QUE DIGO CAEN VERTIGINOSOS, SIN DESCANSO,
MÁS ALLÁ DE NOSOTROS,
EL TIEMPO Y EL ESPACIO. CAEN EN ELLOS MISMOS.
EN LAS FRONTERAS DEL SER Y EL ESTAR,
EL HOMBRE Y LA GALAXIA REGRESAN AL SILENCIO.
UNA VIDA MÁS VIDA NOS RECLAMA17.
¿IMPORTA? SÍ —PERO NO IMPORTA: SABEMOS YA QUE ES MÚSICA EL SILENCIO Y SOMOS UN ACORDE DEL CONCIERTO” (P. 54515).
“Carta de creencia”, en: Árbol adentro, p. 166 = OC, vol. 12, p. 175. “Respuesta y reconciliación”, en: Reflejos: réplicas, pp. 43-44 = OC, vol. 12, p. 228. El “Gran todo” viene de Árbol adentro, p. 172 = OC, vol. 12, p. 180; la referencia a la analogía viene de El mono gramático, Seix Barral, 2ª ed. (1ª: 1974), Barcelona 1988, p. 137 = OC, vol. 11, p. 518. 16 “Cuento de dos jardines”, en: Ladera este, Joaquín Mortiz, 1ª reimpr. de la 4ª ed. (1ª: 1969), México 1986, p. 130 = OC, vol. 11, p. 412. 17 “Más allá del amor”, en: Libertad bajo palabra, 1985, p. 119 = OC, vol. 11, p. 121. 14 15
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DIETA LITERARIA
Por qué mata el hombre es una reflexión amplia y documentada que se vale de fuentes relacionadas con la literatura, con la ciencia, con la historia para tratar de entender los motivos por los que los humanos asesinan. ¿Es una condición genética heredada de hace siglos? ¿Es el entorno el que propicia los escenarios donde se cometen los asesinatos? ¿Todos somos capaces de matar en determinadas circunstancias? Una de las ideas principales que recorre la obra, hace foco en la interacción entre las funciones cerebrales del comportamiento y el ambiente que propicia la explosión de la violencia. Si
TERCER ESTANTE
logramos hacer consciencia de esas funciones, de esos comportamientos y de los ambientes en los que se desarrolla, es decir, si logramos comprender la génesis del porqué los individuos cometen asesinato, podríamos, tal vez, contener ese impulso y vivir dentro de otras posibilidades humanas positivas. Con esta monumental obra, la doctora Teresa Waisman culmina un trabajo de muchos años de investigación en torno de la violencia y del asesinato para buscar la raíz de estas problemáticas. No es su intención poner punto final a la discusión sobre el tema, al contrario, libros como estos son los que siguen abriendo brecha en el arduo y difícil camino hacia la comprensión de nosotros mismos y los vínculos que nos unen y los que nos separan.
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Teresa Waisman
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Herbert George Wells publicó en 1898 La guerra de los mundos, novela que por primera ocasión pone a la humanidad a merced de una invasión extraterrestre y con ello se percibe el fin de nuestro mundo. La historia es narrada en primera persona por un sobreviviente de la invasión; esta técnica narrativa ayuda a que la historia cobre fuerza ya que lo narrado, se entiende, es de primera mano. Si bien treinta años antes Julio Verne ya planteaba la posibilidad de viajes fuera de nuestro planeta (De la Tierra a la Luna y Alrededor de la Luna), H. G. Wells nos propone con su novela la posibilidad de que sean otros seres los que hagan el viaje a la Tierra, además de plantar cuestionamientos que tienen que ver más con la visión antropológica del ser humano y su comportamiento en el planeta Tierra. Tras la invasión, llega el momento de asombro ante la civilización más avanzada y surge la duda: si no fueron ellos, ¿seremos nosotros mismos quienes
Herbert George Wells
terminaremos con nuestra propia especie y con el planeta?
Cosa poco común en México es que una editorial tan grande como lo es Océano apueste por los relatos de ciencia ficción, específicamente ciencia ficción escrita en México. Para regocijo de los seguidores de este género de literatura, la editorial mencionada publicó Escenarios para el fin del mundo de Bernardo Fernández BEF. En esta antología de relatos cortos observamos la trayectoria y algunas de las temáticas que el escritor e ilustrador ha desarrollado en su carrera. Si el fin del mundo llegará algún día, qué mejor que enfrentar el tema desde la ciencia ficción para plantear esos distintos escenarios posibles. Por supuesto, no es sólo plantear lo posible, BEF también levanta la mano para arrinconar temas actuales, que están sucediendo, y hacer crítica sobre aquello que considera que debe ser mostrado y recordado.t
Bernardo Fernández
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La tea
Rolando Martiñá Fotografía: flickr.com/10636173@N02
En el oscuro y maloliente pasadizo, el hombre se agolpa con otros, siguiendo el fuego que se alza como guía. Cada vez más, se oye el rugido de las fieras, humanas y no humanas, sedientas de sangre, de diversión, de escalofrío, de catarsis… El trayecto no es muy largo, pero es como una eternidad, acompasada por el entrechocar de las cadenas y las dentaduras… Cuarenta generaciones más adelante, la misma tea, los mismos rugidos, casi el mismo lugar: la pira en Campo dei Fiori; los mismos rostros desfigurados por la crueldad y la urgencia del espectáculo. El hombre la empuña, pero ella es la protagonista que atraviesa el tiempo como si nada. Es la herramienta de los dioses, la Tea de Teo; de la supervivencia, de la pasión, de la venganza, del castigo, de la purificación por tanto pecado y tanta maldad. En ese largo viaje lleno de vicisitudes, en el que culpables e inocentes yacen juntos, entre esa masa enardecida y anónima, quiere distinguirse, quiere sobresalir, quiere ser agente y signo del destino. El pasadizo está a punto de desembocar en un horno de sol y arena. Un teatro como nunca se vio antes, se prepara para el espectáculo atroz, que nunca es suficiente… Ya puede atisbar a los leones… Y viaja cuatro mil generaciones hacia atrás, cuando la tea ya existía aunque no se supiera el nombre. Y las fieras amenazaban, como ahora, y él estaba sólo para defender a la primera familia de la historia, para lograr que sobreviviera, para lograr que todo lo demás fuera posible… La tea sigue su viaje olímpico. Y todo sobrevivió. Siempre está a punto de encender la hoguera en que arderá Giordano Bruno; siempre está a punto de apagarse, innecesaria ante el sol ardiente del Coliseo, siempre trata de convencerse de que las fieras retrocederán ante ella… Y sobreviven, sobreviven todos. El ignoto sobreviviente, el trémulo condenado y el verdugo cruel. Sobreviven. Y la tea sigue, de mano en mano. Y sobreviven. Del mejor modo en que pudieron lograrlo: conviviendo. En una Humanísima Trinidad. Dentro de cada uno. t
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Si en
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n 21 días… Javier Valdez Cárdenas Si en 21 días se acaba el mundo, volvería a la escuela primaria Sócrates para medir sus patios, patear un balón y atrapar las flores color crema, blanquizcas, amarillas apenas, mientras giran sobre su propio eje, al caer: me plantaría ahí, debajo de esos viejos brazos, de esas hojas fosilizadas, que nunca mueren, a esperar a que llegue el inmortal noviembre, y cazar las pequeñas flores, hasta hacer racimos de aromas y alfombras de pétalos. Regresaría a los escalones de la casa de mi madre, a ver cómo pasa la vida sin mí y la lluvia mojándome. Tan ufana, con mis vecinos, con quienes me juntaba en la tienda de la esquina, a tomar refresco y comer torcidos, luego del beis, del fut, de la rabia o el bote. Le reclamaría a mi madre por no haber vuelto a coger, después de que mi padre la abandonó. También que la amo. Y le cantaría esa canción de Napoleón: querría volver de nuevo/ a los brazos de mi madre/ bajo el pecho dolido/ de tanto amamantarme. También buscaría a aquella joven alta, frondosa y bella, que compartía conmigo el sánduich calientito, en los recesos de ese curso preparatorio, para el examen de la secundaria. Le diría gracias y me quedaría mirando su sonrisa de abril en enero y sus ojos de luna de octubre. Y que nunca la olvidé. Les diría a mis hijos y a mi esposa que estoy orgulloso. Que eso, todo lo vivido, incluido el alcohol y las navidades de ausencia y los gritos y llantos, es amor. Que han sido mi puerto seguro, mis asideros, el faro, la guarida, antorchas y nido frente a este terco abismo. Y me despediría de los muertos, los que duelen: les lanzaría un barquito de papel con algunos versos. Y soltaría los cadáveres instalados en mi pecho y espalda, en mis piernas y brazos, a la vera del camino, para que me dejen andar los últimos tramos y volver a cansar mis nalgas en los escalones de catedral, frente a un café, y la gente y la ciudad. Me despediría, como el caballero que no soy, de mis cafés, mis güisquis, mis rincones oscuros y solitarios, que nunca pude mantener oscuros ni a solas, en contra de mi voluntad. Les diría hasta luego a mis canciones, mis autores, mi libreta y mis fotos: un hasta luego con sabor sempiterno. Vencería mis insomnios a punta de chingazos con las teclas de esta máquina y reuniría a mis amigos, escasos, a los personajes de mis historias, que ha sido un gusto, un placer, un honor, haber compartido la mar, el naufragio, los días sin sol y los atardeceres policromos, y que ellos, a través de esas hojas paridas de tinta y sueños, sobrevivirán. t
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La conquista Marcos Rodríguez Leija Fotografía: flickr.com/Dave Mathis
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Ya no quedan ruinas de lo que un día construyeron los humanos. No hay vestigios que demuestren la existencia de aquella civilización. Soy el último habitante natural del planeta, pero este lugar ya no me pertenece. Ahora les corresponde a ellos. Lo tomaron por la fuerza con la intención de imponer su ley sobre nosotros. Vinieron del espacio y conquistaron la humanidad. A las mujeres se las llevaron lejos para hacer experimentos, para crear con ellas una raza
Ellos, los nuevos dueños del planeta, tienen nombres
inferior, seres deformes entre los que ahora tengo
raros, numerados, como si fueran una serie de arcai-
que convivir. Nuestros padres no pudieron evitar el
cas máquinas de cómputo. No tardan en venir por
rapto. Los que no murieron en la guerra contra los
mí para llevarme a la crujía de ensamble. Hoy es el
invasores sucumbieron en las fábricas, agotados por
último día del ciclo trimestral que rige el año. Me toca
tanto trabajar sin descanso, construyendo el cuerpo de
descansar 20 minutos. Después, a trabajar de nueva
nuestros verdugos y armando máquinas que vuelan
cuenta, a seguir armando piezas para artefactos que
más allá del cielo y regresan con mutantes que asegu-
vuelan y surcan el cielo, un cielo pardo donde la luz
ran ser los descendientes de mi especie.
solar un día ya no se vio.
Aquí ya nada queda. No hay casas, ni ríos, ni
El tiempo de descanso se me acaba. Lo peor de todo
árboles, ni animales. Antes de que nuestro feroz pro-
es que no podré morirme como algunos que tuvieron
greso avasallara la naturaleza, ellos la exterminaron
esa fortuna, antes de que nuestros conquistadores
por completo. Ahora no hay más que un vasto terri-
lograran reanimar los muertos, instalándoles alambres
torio desolado, de tierra agrietada y rojiza, sin calles,
y pedazos de metal cuando la piel se les caía al enve-
sin asfalto, sin perros muertos de hambre en las
jecer sus células. El día que me corté las venas y de
esquinas. Desde la celda en la que me encuentro
uno de mis brazos me arranqué la carne en un intento
recluido, observo a la distancia una llanura vacía de
de suicidio, me la reconstruyeron casi de inmediato
aquella gente lidiando contra el tráfico. Ahora soy
con una prótesis de material extraño. Cada vez que
el último de los esclavos de mi raza. Desde niño viví
veo mi extremidad, me siento menos yo. Entre más
aislado en esta misma celda en la que me encuentro.
me acerco a la vejez, más expuesto estoy a la recons-
Cuando llegué a la mayoría de edad, me forzaron a
trucción.
trabajar como a mi padre y como a los demás niños cuando crecieron.
Jamás pensé que llegaría un momento en el que anhelaría la muerte. Qué equivocados estaban aquellos que se criogenizaron y buscaban la vida eterna en nuestra sociedad. Vivir sin muerte es algo terrible. Yo, pronto seré reconstruido como muchos de los que no sobrevivieron a la esclavitud de un trabajo a marchas forzadas. Pronto seré mitad máquina y mitad humano, incapaz de morir. Seré un eterno esclavo. Tendré una sempiterna vida desquiciante, aterradora. Llegará un día en que no sabré ni lo que soy. t
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AUTOR: E. L. DOCTOROW TÍTULO: CUENTOS COMPLETOS NÚM. DE PÁGINAS: 457 FORMATO: 14X21CM
Este volumen reúne todos los relatos que Doctorow publicó en distintas antologías, obras imprescindibles para descubrir a uno de los autores que mejor supo reflejar la historia de los Estados Unidos. En su faceta como cuentista, Doctorow desarrolló un registro más íntimo, más próximo a la pequeña existencia de los personajes que a la gran historia global que imponen las culturas y los países. Nuestra edición será la primera (no existe otra en ningún país) en recoger todos los relatos de Doctorow en un solo volumen y este hecho ya la convierte en singular. La idea surgió del propio autor, que se implicó directamente en la edición. Lamentablemente, Doctorow murió mientras se corregían las pruebas de este volumen y ya no podrá recibirlo. Es un libro que valorarán especialmente los amantes de la buena literatura, pero que merecería ampliar al máximo su círculo de lectores, sobre todo porque su propuesta literaria no es en absoluto elitista. Al contrario, Doctorow se ocupa de temas y situaciones donde se reconoce el común de los mortales. «Fascinan, inquietan, seducen desde la ironía. Estos cuentos exhiben la milagrosa pericia narrativa de Doctorow.» (Los Angeles Times) «Hay pocos mundos en la ficción de lengua inglesa tan amplios, tan ricos y diversos como el de Doctorow.» (Juan Gabriel Vásquez, El País)
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Fantasma
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del pasado Giovanni Sandoval Arte: Manuel Le贸n Moreno
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INTERVALO
NARRATIVO Aquí estas de nuevo…
Emmm… ¿quieres tomar algo?… recuerdo que nos gustaba tomarnos unos vinitos
Silente y nostálgico… de vez en cuando… ¿recuerdas?… Moderado y cadavérico… Sí…, sí sé que recuerdas… Enjuto y frío… Bueno… no te oí… yo… me tomare un vinito… sé que Sé que me miras, aunque no me mires…
tengo una cajita por acá…
Sé que me oyes, aunque no me contestes…
¿Ves mi cuarto?… no es un hotel cinco estrellas como los que frecuentábamos…
¿Qué quieres? pero es tranquilo. ¿Qué buscas? Disculpa el olor… no abro mucho las ventanas… y salgo ¿En qué andas?
sólo a comprar vino,
¡¿Acaso no me puedes dejar tranquilo?!…
cigarros y pan… ¡ja! Ésa es mi dieta… vino, cigarros y pan…
Vienes aquí… al lugar que escogí para desaparecer… y no hablas…
Pero estoy tranquilo…
¡¿Quieres una disculpa?!
Tengo mi cama, una mesa, dos sillas y una radio… ¿qué más necesito?…
¡¿Quieres que me arrodille?! ¡¿Estás loco?! ¿Crees que necesito tu compañía?… Nooo, viejo amigo… ya no, te asesiné, ¿recuerdas?… Me duelen los huesos… ¡Claro que lo recuerdas maldito embustero!… Las articulaciones… Aún tienes el tajo que te hice en la garganta…, Las manos no me paran de temblar…
¿recuerdas?
A veces ni siquiera alcanzo a llegar al baño…
¡¡Claro que recuerdas!!
Tengo diabetes… ¿sabías?…
Si te desangraste hasta morir…
¡Je!… ¿cómo lo sabrías?… ni hablas, ni preguntas…
Una hora te desangraste…
Sí… diabetes… mi sangre se vuelve agua o algo así…
Sufriste como cerdo en matadero hasta que dejaste de patalear y te rendiste por fin…
Ya no se me para y ando gruñón todo el día…
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A eso vienes siempre, a recordármelo… ¡¡mira!!… soy de la vieja escuela ¿sabes? Aún recuerdo cómo usar un cortaplumas o un revolver…, lo sabes, ¿cierto?… Puedo hacerlo de nuevo, sabes que no me temblará la mano… Deja sentarme y mojarme el buche con un poco de este vinagre agrio… Yaaa… mejor ahora… este vino me ayuda a… disolver mis recuerdos… ¡Tú entiendes!… ¿Recuerdas nuestra juventud? ¡Ja! Éramos malos ¿ah?… Éramos como el «natre», teníamos dinero, mujeres y prestigio… ¡ja ja!... ¿Recuerdas?… ¿Recuerdas nuestro último trabajo?… ¡Claro que lo recuerdas!… Después de eso… te asesiné… aún lo recuerdo… ayer y anteayer y hoy… siempre lo recuerdo… como una maldición… ¡como un embrujo!… te sepulté lejos… me cercioré que murieras y que sufrieras… y luego te sepulté… sin lápida, sin cruz, sin nada… ¡¡como a un perro!!… ¡¡a ti, mi mejor amigo!!… ¡Te tenía envidia, weón!… eras bueno, eras inteligente, eras…
¿cómo
se
dice?…
moderado…
¡eso!…
«moderado»…., busqué mucho esa palabra hasta que di con ella… moderado. Nunca te emborrachaste… nunca hablaste de más… no empezabas peleas… pero no te quedabas… eras como un perro pa’ los combos… eras simpático… amable… la gente te quería… y la Charo te prefería… Sí,
la
Charito
te
adoraba,
estaba…
encantada
contigo… y a mí… nada… sólo era «el amigo» del buenmozo… Voy a mojarme el buche… hasta el fondo… Así que lo planeé todo…
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INTERVALO
NARRATIVO Después del asalto al camión de valores… nos fuimos a
Pero me di a notar… ¡¿tu cachay?!… ¡¡me asaltaron!!…
esconder a tu cabaña en el yeco…
me patearon en el piso, me sacaron la chucha, eran cuatro weones y yo borracho como romano no pude
Celebramos, bebimos… puse unas pastillas molidas en
hacer nada… me dejaron casi muerto, ¡pa’ la caga!…
tu trago… y bueno… esperé que te durmieras… Me dio sed… de nuevo… ¡je je! Y te dormiste… como un tronco… roncabas como locomotora…
Me arrastré como pude y con la ayuda de un weón en camioneta que pasaba… me llevó a la posta, donde me
¡¡Sabes que te respetaba!!…
dieron los primeros auxilios… perdón… sabes que fui militar y esas manías weonas de combate y del hablar…
En el fondo te quería… como hermano… como el
no se olvidan…
hermano que no tuve… Tenía tres costillas rotas, me rompieron el cráneo y el Por eso tuve que armarme de valor…
antebrazo derecho me lo hicieron mierda… me dejaron heridas en el estómago y el páncreas… quedé mal…
Una botella de whisky completa me tomé antes de
luego me fui a la pensión… y me acosté… y… no podía
degollarte…
levantarme…
Luego… no recuerdo mucho… pero, sí… que lloré
Días después golpearon a la puerta…, era Charito…
mucho mientras te desangrabas…
preguntaba por ti… dije que no sabía, que habías cruzado la cordillera… huyendo o arrancando de ella…
Luego te enterré… por allá… en el bosque, cerca del árbol del ahorcado… era julio, hacía frío y era de
Lloró por días, pero me ayudó a reponerme, cada día
noche… no como ahora… no, con esos fríos de hace
que pasaba mejoraba más… gracias a sus atenciones…
treinta años atrás… una mierda, no… sin estos fríos
y me fui encariñando… un poco más. Pero ella te quería
de los cambios climáticos… no, un frío de mierda
a ti… sólo estaba conmigo por estar contigo… no me
que me espabiló la borrachera… y yo como maceta
servía… yo la quería mucho y la quería conmigo…
de funeraria, casi intoxicado de borracho… y con miedo… no pude quedarme tranquilo hasta que no
No era feliz…
quedaras sepultado, bajo tres metros de tierra… muerto… y bien muerto…
Te extrañaba mucho y… sí, estaba arrepentido… y fue cuando empezaste a venir…
Luego volví como pude, tiritando de frío…, limpié el piso, eché cloro, enceré… quemé todo lo que nos
Te apareciste en la esquina borrosa del reflejo de los
relacionara… y enterré eso en el pozo negro… y ya de
espejos… en el sector más oscuro y lúgubre de la casa…
madrugada me dormí…
cuando estaba solo, en el baño o dormitorio… en mis recurrentes pesadillas… tenía la sensación que el olor de
No sé cuánto dormí, pero dormí harto…
tu perfume estaba en el ambiente…
¡¡Dos días dormí!!…
Me
empecé
a
sentir
perseguido…
observado…
acechado… Luego me fui… cerré todo, apagué todo… y me fui con la plata lejos… Y la disfruté…«bacilé» harto… Parrandeé, jaraneé y forniqué mucho… Todo lo mejor…
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Charito no aceptó mi amor y volvió a la capital…
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Quedé solo de nuevo… sin dinero… y físicamente
Eso quieres… sí, yo te asesiné… ya lo dije… y te
resentido…
enterré, dejé que te desangraras, sí… ahí está tu bendita confesión, ¿qué harás ahora?… ¿castigarme?,
Dejé el sur y volví a mi cabaña…
¿matarme?… ¡ya estoy muerto, amigo!… ¡ya estoy muerto!… morí el día que te degollé. Nunca debí
A mi bosque, a mi mar, a mi tranquilidad, a mi
matarte, pero me di cuenta tarde… lo sé…
soledad… A mi Yeco querido… ¿Qué?… ¿que si estoy llorando?… sí, a veces lo hago… Deja mojarme la garganta…..
estoy viejo… solo y triste…
Estoy… ebrio… de nuevo… parece… Y esta caja se
¿Y esa soga?…, ¿para qué?…, ¿quieres que pague por
acabó; abriré otra… ¡¡Je je!!
mis pecados?..., ¡¡ja ja ja!!... ya he pagado por años…
Y bueno….
Bien, te seguiré el juego… me tomo este vaso y…
¿Qué quieres?…
Ya… mejor… ¿en qué estábamos?…, ¡ah!… ¡Mis pecados!… sí, tengo varios, muchos, ¡je je!… Pero me
¿Tu
vida?…
mmm…
lamentablemente
no
puedo
arrepiento de uno solamente… ¡¡asesinarte!!…
devolvértela, lo hecho, hecho está… Así que tomaré la cuerda que traes… la pasaré por la Sé que fui cobarde, desleal y avaro… te asesiné a
viga, amarraré… así… Y todo terminará…
mansalva… pero es la ley de la calle ¿no?… quien a hierro mata, a hierro muere…
Tú observarás…
¡¡Pero tengo tu dinero!! Tu parte del botín, ¿eh?… ¿no
Espérame a donde estés, llegaré…
es eso lo que quieres?… a eso no vienes todas las noches… y te quedas mirándome con cara de weón y
Me subo a la silla… pero antes, pal valor… un
no dices nada…
traguito….
¿Una confesión?…
ya… amarrado firme a la viga, arriba de la silla…. a la una, a las dos y a las… t
PERIÓDICO SEMANAL
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El dĂa que se extingan nuestras conciencias Carlos Priego
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NARRATIVO
¿Cómo podría escribirte estas letras, mi gran amor, si no poseyera conciencia? No podría simplemente imaginarte en un acto amatorio, como aquella noche en que ambos fuimos uno, escapando de la realidad en la cual fuimos consientes; escapando de tu vida y yo de la mía; huyendo de los motivos por los cuales no podemos estar juntos, aunque juntos estuvimos deslizándonos en besos y caricias permanentes hasta el amanecer. Durmiendo adyacentes una noche que fue eterna, noche de risas y voces al oído, noche de besos cautivos y versos confesores, los cuales no puedo borrar aún en el presente. La conciencia me advirtió percibirte; temblorosa y
No podía concebirte como una mujer trivial, rodeada
angustiosa por volvernos a hacer el amor; tímidos
de los repetitivos acontecimientos de la rutinaria gente.
por la desnudes de las almas flagrantes, pero
Sería vulgar llenarte de utensilios y rodearte de banali-
efusivos ante la visión de quienes contemplaban
dades glamorosas, si en nuestras charlas aparece
el romance que proyectábamos en el candelabro
desbordada la loca conciencia de parrafadas inspira-
pasional multicolor. ¿Cómo no iba a caer presa de
das en la explosión abstracta de los ideales que
tu dulzura incandescente que repetía con gemidos
proyectamos. O la inconciencia de desear poseerte
estruendosos la posibilidad de desnudarte a besos?
hasta el cansancio; hasta el infarto de mi diminuto
¿Cómo poder construir de nuevo la concupiscencia
corazón humano que se coloca entre vida y muerte
del concepto amor, si en cada palabra, suspiro
tras el éxtasis de tenerte sobre de mí. Sometido ante
o
e
tu fragancia, obediente entre tus muslos y tu cabello
irreverente, capaz de arriesgar todo y dejar nada a
castaño te posiciono como la meretriz de mi sin
la imaginación?
razón, como el rosario de mis devociones carnales
mirada
proyectabas
aquella
locura
mutua
y espirituales, aunque yo juegue a filosofar y tú deambules por el naturalismo del alma. Creo que la locura de tu personalidad me ha llevado a perderme de todo, no recordar mis amores pasados, esos que diluye la conciencia, estrangulándolos de la realidad que posiblemente no existió, como todo lo que deja de existir al no pensarse nunca más. La magnificencia de tu locura desorientó mi sentido; a través del cristalino de tus ojos de botón pude ver la necesidad de no perderte. Aunque el designio circunstancial nos llevara a distancia, el imaginario de mi conciencia te mantendrá intacta, como la nota musical que jamás se olvida, o como el incandescente rojizo de tus mejillas después de una argüida batalla entre cuerpos humeantes, al compás del atardecer en una colonial habitación oculta.
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Para que mi conciencia no te olvide cuidaré de ti noche y día, te haré el amor cada que lo pidas, porque entre tus caricias me ratificas la idea de que estamos vivos; llenaré de colores tus mejillas para combinarlo con el enrojecido tono de tu sentir al escapar de la realidad junto a tus labios, ardor y
demencia
que
ambos
poseemos,
esa
divina
enajenación que nos mantiene juntos. A pesar de las circunstancias y de las posibilidades, te ofrezco mis letras y mi sentir, el desfiguro de mis reflexiones y la pasión que provocas con el solo hecho de verte sonreír. Por favor, no dejes de llevarme en tu conciencia,
Que la conciencia que posees te lleve a no olvi-
como aquellas charlas de tus labios, llenas de fulgor
darme, porque ante el olvido de tus recuerdos estaré
y el parafraseo elocuente de tus pensamientos. Te
sin vida, a pesar de que sea continuo el latir de mi
pido no abandones de mis ojos tu bella sonrisa,
corazón… t
aquella pieza de simpatía que revela su esbozo permanente. No dejes de llevarme en tu sentir, en tus imágenes, en aquellas canciones que me dedicas y me conciben recordarte cada que las pongo sobre mi oído. No olvides celarme ante la posibilidad de mi abandono; por pensar que te olvido, has olvidado que no formas parte de mi olvido. Absuelta, mi conciencia te lleva como la radiante ira de tu enojo cuando discutimos, cuando mostramos rabia por poseernos y acabar entrelazados entre gotas de sudor. Tal vez no estemos nunca juntos como aquellas parejas triviales que legitiman su pasión con hojas de papel tapiz, ante la tinta que se diluye y ante las miradas que se extinguirán, pero prometo llevarte en las ideas, en el inicial pensamiento matutino y sobre la última exhalación de mi ser. Mantendré intacto el sabor de tus labios en el ánfora de mi pasión, cuidaré lo cristalino de tu mirar ante el recuerdo de tenerte a mi costado, pidiendo que la noche fuera eterna, como eterna es la posibilidad de que desaparezcamos en la ciudad de los acueductos, cómplice de nuestras pasiones y el romance profuso de dos almas encantadas.
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Los días contados
Agustín Aguilar Tagle Fotografía: flickr.com/pimthida
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NARRATIVO ¿Qué es, pues, el tiempo? ¿Quién podrá explicar esto
veces, sin embargo, la muerte es necesaria para vivir
fácil y brevemente? ¿Quién podrá comprenderlo
un poco, para tocar el mundo: no sus signos sino el
con el pensamiento, para hablar luego de él? Y, sin
mundo, no su piel sino el mundo, no sus sombras, no
embargo, ¿qué cosa más familiar y conocida men-
sus reflejos: el mundo. Tocarlo sólo y mirarlo desde la
tamos en nuestras conversaciones que el tiempo? Y
más placentera, indolente y vegetal de las oligofrenias.
cuando hablamos de él, sabemos sin duda qué es,
Tocar el mundo sin descifrarlo, como un niño que
como sabemos o entendemos lo que es cuando lo
bebe la leche de un monumental y estupefaciente
oímos pronunciar a otro. ¿Qué es, pues, el tiempo?
seno cósmico. ¿En dónde? En la idiocia del amor,
Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero si quiero expli-
en el estupor místico de la fe y en la contemplación
cárselo al que me lo pregunta, no lo sé. Lo que sí
catatónica de la belleza. Busco la realidad a través
digo sin vacilación es que sé que si nada pasase
del desapego: develar el instante, atrapar el presente,
no habría tiempo pasado; y si nada sucediese, no
dejarlo ser, limpiarlo de señales e impedir que
habría tiempo futuro; y si nada existiese, no habría
pasado y futuro lo devoren, con la tanta hambre que
tiempo presente. Pero aquellos dos tiempos, preté-
tienen de significados. Más acá de la muerte, en el
rito y futuro, ¿cómo pueden ser, si el pretérito ya no
río de la vida, no es posible el desapego. Al igual
es él y el futuro todavía no es? Y en cuanto al pre-
que no podemos en absoluto representarnos objetos
sente, si fuese siempre presente y no pasase a ser
espaciales fuera del espacio, ni temporales fuera del
pretérito, ya no sería tiempo, sino eternidad. Si,
tiempo,
pues, el presente, para ser tiempo es necesario
alguno fuera de la posibilidad de su conexión con
que pase a ser pretérito, ¿cómo decimos que existe
otros. Puedo representarme el objeto en la trama del
éste, cuya causa o razón de ser está en dejar de
estado de cosas, pero no puedo representármelo fuera
ser, de tal modo que no podemos decir con verdad
de la posibilidad de esa trama. Lo peculiar carece
que existe el tiempo sino en cuanto tiende a no ser?
de lenguaje, afirma Harry Monchensey al llegar a
tampoco
podemos
representarnos
objeto
Wishwood. Oigo el pasado como un murmullo de
San Agustín, Confesiones / Libro XI / Capítulo 12
pueblos hechos de palabras. Oigo el pasado como una voz en el desierto: algo, como un delgado velo que deambula por ahí, en espera del recuerdo. El
Vuelvo sobre mis pasos, pero no sé qué busco
recuerdo, como el deseo, es un tranvía sin horario. De
al hacerlo. Las palabras me asaltan en parejas,
pronto, el tranvía aparece, caprichoso y destartalado,
como deseosas de explicar el viaje: confesión y
en el yermo escenario de lo que ya se fue, donde
exhibicionismo, nostalgias y curiosidades, vergüen-
sólo queda desolación, mudez, ausencia. Entonces,
za y orgullo, pasiones y repulsiones. Las palabras,
un pedazo de ayer, una ilusión, logra subir y viajar a
únicas criaturas capaces de regresar el tiempo,
este preciso instante, que ahora mismo ya no es (en su
de hundirse en él, de visitar sus orillas y sus acanti-
lugar sólo queda otro jardín de metáforas). La historia
lados, de devolverlo íntegro y en esencia, de tocar
es un espejo y también una fuente, cuyo surtidor (si
su médula. Pero son tan difíciles de atrapar, las
sopla el viento) moja un poco la vida y nos alivia de
palabras. Bien miradas, ellas —las palabras— son
esta seca angustia que es no conocer el sentido de
la causa del viaje y el viaje mismo. Y al final de la
las cosas. Escribo para observar los últimos días del
travesía, las palabras. Porque donde no hay pala-
mundo y mirarme en ellos, a sabiendas de que, luego,
bras no hay pensamiento, donde no hay palabras no
segundo a segundo, se integrarán al paisaje que brota
hay memoria, no hay más que ese delgado hilo que
constante a mis espaldas.
nunca hemos visto, que no conocemos, ese instante milimétrico que llamamos presente. Donde no hay
Soy el que me recuerda, y sé que mañana, si aún
palabras, no hay atrás ni adelante. En resumen,
estoy vivo, contemplaré con ternura y con extrañeza al
donde no hay palabras no hay dolor, porque no hay
que ahora escribe. t
mito. Donde no hay palabras no estoy yo, sólo el silencio. El silencio me niega, muero en el silencio. A
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AUTOR: PABLO RAMOS TÍTULO: LA LEY DE LA FEROCIDAD NÚM. DE PÁGINAS: 320 FORMATO: 14X21CM
El tema de la muerte del padre recorre la historia de la literatura desde Hamlet hasta La invención de la soledad de Paul Auster o Patrimonio de Philip Roth para hacernos reflexionar sobre cómo la densa y perturbadora sombra del finado decide el destino de su hijo. En La ley de la ferocidad Gabriel regresa al barrio de su pasado tras recibir la noticia de la muerte de su padre. Le espera un velorio de dos días con sus noches, el reencuentro con su familia y con sus exmujeres; y también una recaída en todo aquello que había provocado su marcha: el alcohol, la cocaína y el sexo ciego. La redención llegará a través de la escritura, que acabará por purificarlo a golpes, sin tregua y con ferocidad. «Una gran novela que revela cómo Pablo Ramos se ha hecho un escritor. Para beberla de un trago.» Patricia Somoza «Brutal, escueto y honesto como el que más, Ramos es una de las voces fundamentales de la narrativa argentina contemporánea.» Juan David Correa Ulloa
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INTERVALO
NARRATIVO
Deconstrucci贸n
Gabriela Fonseca Fotograf铆a: Travis Stevens
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NO CAIGAS EN ESA FORMA DE MELANCOLÍA Y HUYE DE LOS MUNDOS FALSOS Y PEQUEÑOS. INTENTA, SI PUEDES, LLEGAR AL MUNDO REAL.
Irene Gracia El coleccionista de almas perdidas
Qué final anticlimático con 21 días de anticipación. Qué apocalipsis de aburrimiento. Humanidad impre-
Lo único que escucho es el incesante canto desde una
sentable. No sé qué esté ocurriendo afuera. Sim-
iglesia vecina. Quizás ahí estén todos.
plemente, como cualquier fin de semana, en que nunca salgo, me aseguré de tener provisiones para encerrar-
Y eso me refrenda, por alguna razón, que siempre supe
me en este departamento que todavía no acababa de
que mi fin sería solitario. El amor es falso, la familia
pagar y que ahora ya no importa.
es un secuestro, mi pasión nunca estuvo vinculada al cariño ajeno.
Aprovecho para enviar mis mejores deseos a la hipotecaria y al banco e informarles que mi deuda y la
Eso merece una explicación de múltiples incisos. Un
del resto de la humanidad se ha cancelado. No lloren
análisis de cada elemento de mi retórica.
porque ahora el dinero vale un pepino. Así fue siempre la vida, inocentes usureros.
1)
Aunque sospecho que hubieran preferido un
varón, sé que fui una niña deseada. Prueba de ello es Debe haber gente que decidió cumplir sus sueños, o
que me precedieron numerosos abortos espontáneos, y
terminar todo antes de tiempo, pero seguramente la
el que mis padres ya habían comenzado trámites para
mayoría decidió, reunirse con sus seres amados y no
adoptar. Con esto desapareció el temor de no tener hijos
volver a separarse de ellos, perdonar todo. También
y me logré yo. Significa que mi nacimiento fue el final
debe haber un número importante de orgías, o al
de una cadena fúnebre de no nacidos y un huérfano
menos, un continuo fornicar con el ser amado o lo que
que probablemente se quedó así, huérfano.
se le parezca. Siempre fue el mejor de los pecados, el más sanador de los vicios. Y seguro que, a nivel
2)
especie ni siquiera fuimos buenos en la cama.
haber matado o dejado lisiada y sin habla. Recuerdo
A los tres años tuve un accidente que me pudo
que me miré en el espejo y lloré al verme unas hilachas Como dije, lo mío fue encerrarme en el único hogar
horrendas brotarme de la barbilla y que eran puntos de
que tuve, en el único que me sentí a salvo. Quiero
sutura. Papá siempre se sintió culpable del accidente,
evitar el tránsito.
que se debió a su impaciencia y frustración. Siempre que me veía, ya de adulta, una o dos veces al año, me
Tengo seres queridos, pero todos ellos tienen –tenían–
sobaba el principio de la papada para sentir la cicatriz.
otras prioridades. No quiero despedidas. Desconecté el teléfono y dejé descargar el celular en el momento
3)
Nadie sabe qué pasó un año después, pero
en que decidí trancar mis puertas y ventanas por si
dejé de hablar. Mutismo selectivo. Hablaba con las
las dudas. No sé para qué el aviso ¿no se trataba de
mascotas y con mis juguetes, pero ignoraba a los seres
que sufriéramos el fin, que nos arrepintiéramos, que
humanos.
prometiéramos cambiar si se nos daba más tiempo? ¿No bastaba para eso un día de anticipación, un par
4)
de horas... diez minutos?
en la escuela, donde permanecí con la boca cerrada
Mi silencio para con mis semejantes terminó
incluso cuando mis compañeros cantaban acompañados Siempre que leí, subrayé los libros con lápiz. Me gus-
del piano de una mujer gruñona. Un niño y yo peleamos
taba pensar que al ser anciana me hubiera gustado
por el crayón color carne. Él me rompió el dibujo, yo le
releerlos todos con una goma y borrar de ellos mis
mordí la mano hasta hacerlo sangrar. En el rincón del
huellas y dejarlos vírgenes para alguien más.
castigo se me oyó hablar de nuevo, pidiendo perdón.
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NARRATIVO 9)
Sobre el punto anterior, estarás de acuerdo
Me regresó el habla, pero no necesariamente
conmigo: no te vas a poner a bailar encima de un
escarmenté. En segundo de primaria tuve mi primera
hormiguero, por más que el mundo se vaya a acabar
pelea a golpes con una niña que aterraba a todo el
mañana, ¿cierto?
5)
grupo. Nos peleamos por un libro. Me lo aventó a Dos años después se pagó el precio de esa
la cara y me lastimó, por lo que me le fui encima.
10)
Rodábamos por el suelo tratando de matarnos. La
traición. Un maestro hacía rondas por los salones
maestra intentó separarnos pero no pudo. Corrió al
del colegio buscando a adolescentes lujuriosos; me
salón de junto y pidió ayuda a su colega y entre las
encontró en el laboratorio de química robándome
dos finalmente lograron separarnos. Nos fuimos a la
cosas peligrosas: ácido, cloro, bisturíes. No recuerdo
dirección cubiertas de rasguños. No pedí perdón.
haber tenido un plan claro. La policía intervino. Un hospital de niños locos también.
6)
Hablo de “mi primera pelea a golpes” porque Gran verdad que ahora no le sirve a nadie:
estoy segura de que he tenido más de éstas que el
11)
varón promedio de clase acomodada y que no se
muy pocas no se resuelven subiéndose a un avión. A
dedique a las artes marciales. A los dieciocho años
los dieciocho años gané un intercambio para estudiar
le rompí la costilla de una patada en el pecho a un
un año de preparatoria en Gran Bretaña, con ayuda
amante que insistía en hacerme cosquillas y decirme
del maestro que me encontró en el laboratorio de
que me iba a ir al infierno por “seducirlo”. A los
química. A veces la persona que no es nada tuyo, que
diecinueve años trabajaba como voluntaria en un
no siente nada por ti, a la que ni siquiera le agradas,
albergue tras el terremoto de 1985 y descubrí que
es la mejor habilitada para salvarte.
otro “voluntario” se robaba los donativos de ropa y Mi primer amor me mintió. El segundo quería
zapatos que nos hacían las fábricas. A los veinte años,
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nos emborrachamos en una casa de campo prestada.
que viviéramos juntos cuando yo apenas comenzaba
Una amiga mía estaba inconsciente en una cama y un
a estudiar la carrera. Con el tercero me comprometí
fulano de la fiesta le agarró una teta sin pedir permiso.
desde los veintiún años porque pensé que nadie más me iba a volver a querer. Además, se trataba de un
Mi última golpiza no cuenta porque fue knock-
hombre que no quería tener hijos. Yo decidí que nun-
out para mí. Me asaltó un drogadicto cuando recién
ca sería madre a los catorce. ¿Se acuerdan de que me
me había mudado a este departamento. Enfureció por-
traicionó el mundo y que nadie sabrá nunca cómo?
7)
que no tenía dinero. Se me acabó la rabia que me Ese matrimonio duró mucho pero acabó mal.
había mantenido a salvo de vergüenzas en el pasado.
13)
Se acaba el mundo pero igual yo me estaba haciendo
Veintiún años sin contar los dos de noviazgo. Veintiuno.
vieja.
Ya parece número cabalístico.
8)
Mi niñez, un aburrimiento tan largo como el
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Y fue a los veintiún años cuando vi morir a
temor a la vejez, terminó de golpe a los catorce años.
alguien. Mi novio estaba en su casa recuperándose de
El mundo me traicionó y me entregó a las manos de
una operación del brazo. Decidí darme el día libre de
un hombre sucio. No, no es lo que están pensando.
la universidad e ir a pasarlo con él. Caminaba por la
Acepté y volvería a hacerlo. Era imposible vivir con
calle, enamorada, seguramente con algún caminadito
la alternativa. Cuatro personas saben lo ocurrido.
ridículo cuando antes de dar la vuelta en una esquina
Dos están muertas. Siempre dije que hablaría de esto
escuché algo pesado azotar contra el pavimento. Sólo
cuando muriera el testigo número de tres lo cual, todo
tuve que dar dos pasos más para verlo, para que
indica, ocurrirá pronto, pero ni así puedo decirlo.
estuviera a mis pies. Un hombre se había caído de un
Quizá el asunto ni siquiera es tan fuerte como siempre
poste de electricidad. No sé si recibió una descarga
creí. No me morí por eso.
o si simplemente se había caído pero agonizaba de espaldas tirado en la calle. La vida se le escurría por los ojos entrecerrados. Jamás en mi vida sentí algo tan
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agobiante y bello. Algo que me obligó a arrodillarme junto a ese hombre que no era nada mío y tomarle la mano antes de que los curiosos se juntaran a su alrededor. Por él sé que el alma existe aunque no
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También él tiene –tenía– otras prioridades.
o transmigra, o reencarna o nada de esa mierda. Sólo
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A los treinta y tres años mi aparato reproductor
sé que existe.
empezó a pensar por sí mismo y a querer llenarse de
haya creído en nada más. No sé si el alma es divina
piel hermosa y huesecitos; de algo que años adelante Ver a alguien morir. Muchas cosas me desfi-
estaría ahí. Algo que hoy estaría aquí, quizá a punto de
guraron antes y después de eso. Pero esa sí me la hizo
mirar el final conmigo. Empecé a analizar mis opciones.
buena. Si ya era rara antes eso me acabó de joder el
Mi marido no me gustaba para padre de mi hijo, porque
interior. Empecé a escribir; a escribir de muertos, de
precisamente lo escogí por su falta de ganas y potencial
fantasmas, de niños sin alma, de almas sin cuerpo,
para la paternidad. Podía inseminarme de un donador
de almas en pena, de seres perdidos, de la humani-
o embarazarme a la manera tradicional de alguien a
dad condenada, de la ira que es un caudal que me
quien no volviera a ver, podía ser la madre de alguno
ha llevado más lejos que cualquier ambición. También
de mis amigos homosexuales que querían ser padres.
escribo del final de las cosas. De una u otra forma,
Cuando una persona quiere tener un hijo su nivel de
creo que todos lo hacemos.
esperanza y confianza llega a extremos de éxtasis, y
15)
de ese estado de gracia dependió la humanidad duY lo sé porque mientras lo veía morir, sentí
rante el último par de siglos. Por alguna razón tener
cómo su alma lo dejaba desamparado, y entonces es-
una familia nuclear y feliz nunca se me ocurrió. Al
cuché a la mía gritar.
cabo de unos meses las endorfinas se me acabaron, la
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esperanza se me cansó y volví a ser yo. El recuerdo de 17)
Hubo acercamientos con la maternidad. Por
la traición me hizo ver la realidad otra vez.
un lado, esos pequeños terrores hormonales en que todo indica que por descuido o pese a las precaucio-
21)
Mi resentimiento me impidió ser religiosa. Me
nes existe un embarazo y eso te obliga a aquilatar
negué a cualquier divinidad por rencor y enojo desde
la decisión que tomaste cuando decidiste no tener
que me topé con todo lo que estuvo mal. Sin embargo,
hijos. Nunca le dije nada al primer “papá” porque
me negué y me niego a ser el centro de mi propio
era compañero de la preparatoria y lo acababan de
universo. Navegué por la vida arropada por una serie
expulsar del colegio. El segundo “padre” fue el hombre
de supersticiones varias, rezándole a nadie, pidiendo
con quien me casé que me iba a acusar de abusiva si
deseos y eligiendo siempre lo que me dejaría más sola.
me embarazaba. El tercero fue un amante con edad
Pero tuve demasiadas ventajas, demasiada pasión y
para ser mi hijo (aún en esta cultura, no hablo de esas
demasiada belleza como para ahora considerarme una
en que las niñas se embarazan a los trece). Me lo me
víctima infeliz. Ustedes, todos los que se irán de aquí
agencié después de divorciarme.
jurando que no tienen arrepentimiento y que vivirían su vida exactamente como la vivieron, los felicito, pero
Después de un matrimonio tan largo que
a lo mejor algunos de ustedes son algo imbéciles. Yo
aunque el mundo siguiera no me iba a dar tiempo
cambiaría mil cosas de mi vida. Enmendaría cada una
de tener otra relación de tantos años tenía que sentir
de mis decisiones estúpidas, dulcificaría cada uno de mis
algo. Sentí alivio porque el puto matrimonio ya era
exabruptos, le daría la espalda a la ira, huiría a tiempo
una pesadilla. Sentí felicidad porque aunque era ine-
de todo lo que me hizo daño. Aún así agradezco cada
vitable sentir que desperdicié mi vida, estaba claro
segundo que he tenido, cada traición, cada muerte y
que también la podía haber desperdiciado toda hasta
cada alma descubierta. t
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los ochenta años. Así que hubo varios nadies, hubo un par de álguienes y al final hubo otro alguien. Alguien que sé que dondequiera que esté no le teme al fin.
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La casa
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a de Elif
Gabriel Juan
FotografĂa: Jim Hickcox
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NARRATIVO
Antes de que todo sea nada, encontraré la casa de Elif En una escena de Las metamorfosis, Ovidio narró
Llegamos y estacionó el auto junto a la acequia. Le
cómo Apolo se había burlado de Eros al verlo con un
pedí que me esperara ahí.
arco. “Dime, joven afeminado: ¿qué pretendes hacer con esa arma más propia de mis manos que de las
–No olvide la llave –me dijo el vendedor de la
tuyas?” En venganza, Eros disparó dos flechas. La que
inmobiliaria, mirándome a los ojos.
tenía punta de oro alcanzó a Apolo. La de plomo, a Dafne. Así fue que el dios que venía de dar muerte
Yo le mostré la que él me había entregado, a la vez
a Pitón en el Parnaso, quizá el más temido por los
que introduje la mano libre en el bolsillo del saco
otros dioses después de Zeus, comenzó una carrera
de pana. Sentí el hierro frío. Y pelusas de óxido
apasionada para poseer a la ninfa. Y la alcanzó, pero
acumuladas en el forro interior. En Blanco Encalada
Dafne ya se había convertido en un árbol de laurel.
el invierno cubría el pasto duro y amarillo, casi lo único que dejaba crecer el suelo de piedra, con una
¿El mito daba cuenta tan solo de la historia de un dios
cobertura gruesa de hielo. Patiné en el rellano de
arrogante y de la venganza del otro, herido en su
ingreso a la casa. Un árbol de laurel con una vid
amor propio? No lo creí entonces, frente a la escultura
joven enredada en su tronco evitó mi caída. Debí
en la Galería Borghese.
regresar. No lo hice. Entré y cerré con llave. Espié por el ventanal, el vendedor seguía en el auto de
¿Qué pensaba ahora que había encontrado la casa de
cuyo caño de escape salía humo blanco. Caminé
Elif?
hasta la biblioteca. Busqué, como en las películas de espías, algún botón o palanca que moviese el
Ayer la visité por primera vez. Le dije al vendedor de
bloque de madera y mampostería. Lo encontré debajo
la inmobiliaria que quería volver, y que la próxima vez
del último estante. Tiré con fuerza. Escuché el ruido
entraría solo. “Eso no es posible. Debo acompañarlo
instantáneo y las cadenas del engranaje. Mi corazón
y cuidar…”. “Lo único que usted debe cuidar –lo
bombeó sangre extra, un alud en mi cabeza. La puerta
interrumpí– es que yo me decida a comprar la casa.
escondida era de estilo medieval. Introduje el hierro
Por el tres por ciento de su valor tengo ese derecho”.
largo y oxidado en la cerradura. Mis manos estaban
La construcción era moderna y contrastaba con la
manchadas. La puerta conectaba a un hueco en el
antigüedad de la montaña: tres cubos yuxtapuestos, el
piso. ¿Qué esperaba encontrar en el sótano de la
living comedor, una cocina y un escritorio, y un cuarto
casa de Elif? ¿O era la de Beatriz Viterbo? La bomba
cubo superpuesto a los otros tres, el dormitorio. Todos
se sobreexigió porque recordé los dedos de uñas
tenían ventanales de piso a techo con vistas al predio
largas como garras. Otra vez pensé en volver sobre
de dos hectáreas y a la precordillera. Al fondo, el
mis pasos, en desandar el camino, pedirle disculpas al
cerro Tupungato y sus nieves de siempre.
vendedor de la inmobiliaria… cuando la escuché.
En el interior se me cayó la bufanda. Al agacharme para recogerla creí ver la mano de una mujer con dedos de uñas largas la cual, tras mi parpadeo, desapareció. En su lugar había una llave, justo debajo del último estante de la biblioteca empotrada. ¿Qué había detrás? ¿Qué mujer podía vivir detrás de esos muros? El vendedor de la inmobiliaria no lo advirtió. ¿Simuló? Recogí la bufanda y la llave. Era un hierro largo y oxidado. “Me gustaría volver mañana, con mejor luz”, le dije con voz clara para que ella me escuchara.
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–Puedes bajar, si lo deseas.
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–¿Puedo? En cuestión de horas será “mi casa” –no
Seguí. Caminé hasta que mis tobillos se doblaron
respondió–. Además, no hay escalera.
como láminas terciadas. Hubiese querido ser como un halcón en busca de su presa, tal como estaba
–Salta.
representado en el Claustro de Silos. Pero fue ella quien volvió hasta mí. Me arrodillé. Ella también, sin
Salté. El submundo estaba iluminado por un sistema
tocar el piso. ¿Me creyó indefenso? Su cabello olía a
que desconocía. No había cables ni lámparas; la
uvas. Lo tomé con fuerza.
claridad brotaba de las piedras como si estuviesen recubiertas por un manto mineral todavía ignorado
–¿Por qué escapás de mí?
por el mercantilismo. Estaba desnuda. Su piel era traslúcida. Sus ojos brillaban como los de un animal en
–Ya lo sabes.
la noche. El pelo morado era larguísimo, deduje que no se lo había cortado en siglos.
Pero yo no era halcón ni ella liebre. Me miró con tristeza. Movió la cabeza en señal negativa. Me faltó
–¿Cuánto tiempo hace que estás encerrada?
¿Qué edad tenés?
el aire. Sin quererlo la solté. Sentí el estrépito de la puerta medieval que se cerraba y alguien que daba dos vueltas de llave y el engranaje. Me senté sobre el
–No estoy encerrada. No sé lo que es la
edad.
hierro que se internaba hacia el interior de la tierra. Me vi desnudo sin laureles. Esperaría a que regresara. Deseé que lo hiciera por las entrañas de oro de la
Moví mis brazos hacia ella. Retrocedió. Trastabilló
tierra y no por la puerta medieval vestida como la
con un caño de hierro grueso que continuaba hacia
nueva compradora de la casa. Ya terminaría el tiempo
el interior del túnel, pero no cayó, flotó, parecía un
de las puntas de flechas. t
niño en agua salada. Me preguntó qué hacía. Le dije que quería rescatarla. “¿De quién?” Volví a estirar mis brazos. Ella giró y huyó como una liebre. Estaba en su territorio. Corrí tras ella. Me tropecé con algo. No, alguien me había tomado de los tobillos. Caí al piso. Alcé las manos en adoración y vi los cortes, las llagas abiertas provocadas por las cuchillas de los bordes. Giré y me pareció ver al vendedor disfrazado de linyera que se reía debajo de una barba sucia. Me incorporé. Ella corría descalza sin tocar las rocas filosas. Saltaba los caños de hierro con apertura de bailarina hasta que se internó en un recodo, en el interior de la montaña subterránea. Arriba, en el mundo que moría, debían estar las dos hectáreas del terreno y los cubos modernos de las dependencias de la casa. Y el laurel con su vid enrollada al cuello. Más allá, en la ruta de acceso, el vendedor de la inmobiliaria adentro del auto protegiéndose del frío.
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