Algunas veces, pareciera que la vida elige a ciertas personas para colocarlas en escenarios cruciales, quienes por sus talentos y virtudes, conjugados con la sagacidad de sus pensamientos, se vuelven emblemas, referentes de toda una época y de toda una nación. Aunque en otras muchas ocasiones, pareciera que son esas mismas personas las que se obstinan en dejar su peculiar visión sobre el alma, la esencia, y la complejidad de las cosas, visiones que se hacen letras y derivan en importantes obras. Finalmente, estas creaciones son el espejo del drama cotidiano de la vida, de sus orígenes y de sus formaciones políticas y sociales.
Octavio Paz parece haber sido una conjugación entre ambos fenómenos: fue elegido por la vida, pero él también se obstinó en hablar de ella.
La figura y la obra de este pensador mexicano trascienden no sólo por sus brillantes disertaciones, sino por la complejidad y hasta contradicción que guardó en su misma persona, acompañado a su vez de un ferviente contexto.