LAGUNTZAK
Mendiluz Texto: Luis Sendino Fotos: Joseba Endika Ruiz Guinea Visitar un Campo Santo es una de las maneras más fáciles de realizar un estudio sociológico de una población. Damos, en el caso de Bermeo, un corto paseo y nos encontramos en uno de los lugares más entrañables, tranquilos y con una de las vistas más hermosas de la Villa. Pero todo lo que vemos no es verdad y mucho menos los cantos de los poetas que pueden ser preciosos pero no precisos. Dice Jorge Manrique en sus “Coplas a la muerte de su Padre”: “Allegados, son iguales Los que viven de sus manos Y los ricos.” No hay más que entrar al recinto para ver que unas personas descansan en lujosos panteones, mientras otras reposan los “pobreticos” en el lecho de nuestra madre tierra. Aunque la verdad ya tengo la duda de si nuestra madre, es la madre tierra o la mona Lucy. Mausoleo hay en el cementerio que hasta capilla particular tiene. Afortunadamente ya ha desaparecido aquella zona llamada “cementerio civil”, donde en extraña mezcolanza estaban suicidas, ateos y ateas, personas adúlteras y en general gente que pensaba distinto al común de sus paisanos. Pero sigamos con los poetas. ¿Quién no ha recitado alguna vez a Bécquer? Pues bien el poeta sevillano dice en su Rima LXXIII: “¡Dios mío, que solos, Se quedan los muertos!”
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