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En el 75 aniversario de la Procesión de Domingo de Ramos • Aportaciones de la Procesión California de Domingo de Ramos a la escenografía
EN EL 75 ANIVERSARIO DE LA PROCESIÓN DE DOMINGO DE RAMOS
En nuestra sociedad, los cristianos, estamos viviendo momentos difíciles, Europa ha pasado de evangelizar a medio mundo a ser tierra de misión, en el que la falta de fe cristiana ha sido sustituida por la comodidad, la indiferencia y la frialdad, que a veces se convierte en franca hostilidad hacia todo lo religioso. Los que nos consideramos creyentes nos hemos adormecido olvidado que la iglesia es misionera por naturaleza, siguiendo el mandato de nuestro Señor “ Id al mundo entero y proclamad el Evangelio “ (Marcos 16,15). El papa Francisco nos indica que “El Evangelio es la Palabra que libera, transforma y hace mas bella nuestra vida” (29-302015).
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La iglesia nos invita y nos anima a redescubrir a Cristo, para ir progresivamente dando pasos hacia una nueva conversión y ser consecuentes con nuestras raíces cristianas. Debemos actualizar y potenciar los movimientos que dentro de la Iglesia mantienen encendido el espíritu evangélico y la llama de la fe, adatándolos sin perder sus esencias y los fines para los que fueron creados a la nueva realidad social. Las cofradías pasionarias son un vivo ejemplo de asociaciones religiosas estrechamente vinculadas al mundo que las rodea y que concretamente en nuestra ciudad forman parte indisoluble de su patrimonio religioso, artístico, cultural y social.
Los californios, tenemos la inmensa suerte de poseer un desfile pasionario el del Domingo de Ramos (La entrada de Nuestro Padre Jesús en Jerusalén) totalmente infantil, y que es cantera de futuros procesionistas, la mayoría de los hermanos encarnados hemos desfilado en sus distintos tercios y sentido y vivido emociones parecidas que han sido los cimientos de nuestro ser y sentir cofrade.” Escribir es recordar, pero leer también es recordar” nos decía Francois Mauriac. En nuestros comienzos como miembros activos californios, todo era nuevo, todo estaba por vivir y experimentar, recuerdo mis primeros pasos al ritmo del tambor en los ensayos con mi agrupación, la de la Stma. Virgen, que por aquel entonces los realizábamos en los jardines del Teatro Circo, siguiendo las instrucciones de los varas de tercio, que nos parecían Capitanes Generales con mando en plaza , entrañables los “descansos” que aprovechábamos para correr y jugar, bulliciosas entregas de vestuario acompañados siempre por nuestras madres que les gustaba controlar las ropas que se nos asignaban y que convenientemente planchadas y colgadas en nuestras casas formaban parte de la decoración cuaresmal, queridas y dulces chocolatadas en las mañanas del Domingo de Ramos precedidas por las misas , en las que poníamos a prueba la paciencia de los directivos de nuestras agrupaciones que a duras penas conseguían hacernos callar durante la celebración de las mismas, y por fin la gran tarde , nuestra salida en procesión, los nervios, los últimos retoques al vestuario, el paso rápido y nervioso a la iglesia, formación en la nave central, las palabras de ánimo de nuestros responsables de tercio “ ¡demostrar que sois los mejores ! “, el sonido del repique de tambores y a través de la inmensa puerta de Santa María nuestra incorporación a la procesión, saludos emocionados por parte de nuestros familiares a los que por supuesto nunca respondíamos pues se nos había aleccionado para ello ¡ vista al frente pase lo que pase !, me emociona recordar la preocupación de mi madre las tardes de lluvia en las que regresábamos de la procesión completamente mojados, y el orgullo reflejado en su cara al vernos inmóviles en formación a pesar de las inclemencias de tiempo.
La rueda de la vida da la vuelta con mucha rapidez y los años pasan sin darnos cuenta, haciendo que los mismos hechos, los mismos sentimientos los vayamos experimentando con nuestros propios hijos y nietos, haciendo de la querida y entrañable procesión de la “Burrica” una auténtica cantera de cofrades.
Las cofradías pasionarias son un ejemplo vivo y tangible de la unión, de la perfecta comunicación entre la religiosidad y la fe, el arte y la tradición, todo ello firmemente enraizado en la ciudadanía de nuestra querida Cartagena, Cuidemos con mimo este gran legado heredado de nuestros mayores para uso y disfrute de la generaciones futuras, colaborando al mismo tiempo en la tarea evangelizadora de la Iglesia, al ofrecer al pueblo de nuestra ciudad para su meditación y contemplación la vida pasión y muerte de nuestro Salvador, nuestro Señor Jesucristo.
Francisco Javier de la Cerra Martínez
Mayordomo de Culto de la Cofradía California