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Por Francisco Javier Morales Paíno
Algunos apuntes en torno a los orígenes del monasterio de Santa María de la Caridad
*Francisco Javier Morales Paino. Centro de Estudios Mirobrigenses.
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No pretendo ser yo en este momento quién reconozca y desvele la especial significación que para todos los mirobrigenses tiene como emblema el monasterio de Santa María de la Caridad. No solo ya en el sentir religioso, sino particularmente en lo cultural, plano en el que me atrevería a posicionarlo muy cercano al escudo de las Tres Columnas, de cuyo origen ya nos ocupamos en otro momento. Un servidor aún queda rendido repetidamente en sus paseos ciclistas ante la paz que transmite la soledad de este lugar de recogimiento, hoy abandonado de toda actividad, ubicado en el trayecto de camino hacia las Serradillas que dan finalmente acceso directo a la sierra. Resulta bastante claro a día de hoy entre los investigadores que su aparición documental está atado al proceso de repoblación de la propia urbe de Ciudad Rodrigo y así, se ha venido suponiendo también de forma habitual el que sus primeros avatares históricos son resultado de la acción política del monarca leonés Fernando II. Aun así y desde hace tiempo, existen ciertas dudas acerca de cómo fue realmente el proceso tanto de su origen como de su particular ubicación hasta terminar construido en las afueras de la ciudad. Sin despejarlas todas, si podemos no obstante con datos empíricos descartar definitivamente algunas hipótesis que tradicionalmente se han venido apuntando. La tradición clásica y casi perenne tiene su origen en las fuentes históricas mirobrigenses. Entre ellas juega papel como siempre fundamental la recurrente visita a Sánchez Cabañas que no obstante ha demostrado en variadas oportunidades no ayudar en demasía a poder clarificar ciertos Detalle de una postal antigua con vista del Monasterio de la Caridad a aspectos históricos más o menos nebulosos.1 principios del siglo XX.
El origen del cenobio ha venido indisoluble hasta el presente, siempre ligado de la mano, de un personaje a día de hoy aún bastante anónimo para el pasado histórico mirobrigense. Se trata de un caballero medieval, de nombre Gonzalo, que no obstante fue ya desde el principio objeto de controversia, pues el propio Sánchez Cabañas insistió en apellidar como Gonzalo de Coria por el simple hecho de que el documento en el cual realizaba la donación al abad de San Leonardo de la “hereditate illa de la >
1. En un anterior trabajo que trataba en torno al origen histórico del escudo de Ciudad Rodrigo ya sentenciamos que pese a las enormes virtudes del trabajo de Sánchez Cabañas, algunos errores como el cometido en la transcripción de las piedras terminales que acompañaban al monumento y repetido por los historiadores posteriores que se apoyaron en dicha fuente había neutralizado durante mucho tiempo nuevas perspectivas en el análisis de dicho conjunto. Puede verse en nuestro trabajo MORALES PAINO, Francisco Javier. “Las III Columnas de Ciudad Rodrigo y sus piedras terminales. Pesquisas e informe de la Comisión Nacional de Antigüedades”, en Revista del Centro de Estudios Mirobrigenses, VI, pp. 65-83.
Detalle del interior de la iglesia de la Caridad.
Torre” en el año 11712, se efectuaba desde Coria, donde dicho caballero debía encontrarse por entonces asegurando la avanzadilla de la reconquista por la Transierra3. Dicha heredad como refiere el documento le había sido entregada por el propio monarca leonés y se encontraba ubicada en las afueras de Ciudad Rodrigo, concretamente “inter rivum de Cortes et rivum de Caldelas” y al parecer tenía la acepción a la Torre por erigirse en ella un antiguo parapeto construido a modo de vigía o defensa en aquel alto4, pocos kilómetros antes de acceder a la ciudad y que después según el propio Cabañas sería reaprovechada al construir el monasterio y que en la época que el mismo escribe aún se encontraba integrada en el propio conjunto arquitectónico.
Pero ¿quién era realmente este personaje?. Lo primero, parece bastante claro que no era ni mucho menos originario de Coria, sino que su aparición como apuntamos en el lugar era puramente circunstancial, posiblemente por integrarse entre los principales caballeros del ejército leonés que pocos años antes habían acompañado al monarca en la integración política en el reino de la Civitas Roderici. Aquí, participaría del favor del rey con la concesión de ciertas propiedades y heredades en el mismo centro y
2. MARTÍN VISO, Iñaki (ed.). Becerro del Monasterio de Nuestra Señora de la Caridad de Ciudad Rodrigo (siglos XII-XIX), Ciudad Rodrigo, 2007, p. 19. Advierte de este error el historiador al transcribir y publicar el célebre documento, pues el propio Becerro corrige a Sánchez Cabañas de donde tomaba muchos de sus datos y que había bautizado a este noble caballero como Gonzalo de Coria de donde algunos historiadores posteriores pensaron que descendía. 3. Analiza y publica dicho documento completo el trabajo ya centenario del Padre Fidel Fita sobre el origen del asentamiento de los Premonstratenses en la antigua Ciudad Rodrigo a través de lo contenido en el viejo Becerro de la Caridad, FITA, Fidel “Los Premonstratenses en Ciudad Rodrigo.
Datos inéditos”, en BRAH, Tomo 62, 1913, pp. 468-480. 4. Construcciones reveladas indirectamente por la primera documentación y que por otra parte son claramente anteriores a la repoblación política del reino de León, que como algunos templos preexistían, antes de la reaparición histórica de la ciudad y que son prueba de la existencia de unas élites con cierta autonomía y jerarquización en estas comunidades antes de reaparecer en la historia.
en los alrededores de la ciudad, pues aparte de la referida heredad de la Torre, tenemos documentado como a finales del año 1165 era poseedor de otras varias propiedades en la misma ciudad y alrededores que para esa fecha entregaba a la orden militar de los Hospitalarios que iniciaban posiblemente así su incursión directa en Ciudad Rodrigo5. Curiosamente el propio donatario declara, como en el caso anterior, que dichas posesiones habían sido cedidas a él de mano del propio monarca. La cercanía de la fecha, 1165 con la de la acción oficial del rey en la ciudad del Águeda nos pone sobre la pista de que quizás por entonces, este señor, de la nobleza formaría parte del círculo de confianza, siendo así benefactor como otros de diferentes propiedades una vez que nuestra ciudad reaparece en los documentos históricos6. Pero este caballero no era originario de estas tierras, ni siquiera cercano. Hoy sabemos que ya antes de su Detalle del monumento erigido en Ciudad Rodrigo al rey Fernando II de León. proximidad a Fernando II había formado parte del entorno más cercano a su padre, el emperador Alfonso VII, monarca que unos pocos años antes de la repoblación de Ciudad Rodrigo le había cedido a este personaje, Gonzalo Alvazil y a sus hijos, el lugar de Villafandin, actualmente un despoblado próximo a la población toledana de Villarrubia de Santiago7 . Posteriormente este mismo caballero aparece como confirmante de algunos de los documentos del rey castellano Sancho III en 1158 tras la separación de los reinos entre sus hijos a la muerte de Alfonso VII. Junto a él, en estos documentos y desde la misma ciudad de Toledo aparece otro “miles toletanus”, posiblemente padre o hermano, de nombre Pedro Alvazil, que años antes aparece en algunas revueltas nobiliares en la propia ciudad, todo bajo el reinado de Alfonso VII8. Parece claro que poco después a 1158, este noble toledano de nombre Gonzalo, de ya por entonces larga trayectoria política, se debió pasar, como ocurrió por entonces con otros muchos principales, al reino de León, a las órdenes del monarca Fernando II9, y con él, participar en los primeros contingentes que arribaron a Ciudad Rodrigo, recibiendo allí una serie de propiedades, las cuales fue cediendo a distintas instituciones religiosas por la salvación de su propia alma y sus descendientes, facilitando así su primera implantación por esta zona. >
5. AYALA MARTÍNEZ, Carlos. Libro de Privilegios de la orden de San Juan de Jerusalén en Castilla y León (siglos XII-XV), Madrid, 1995, doc. 94, p. 259. Es posible que la construcción o apropiación de la iglesia bajo la advocación de San Juan, de la propia orden, que estuvo ubicada en el entorno del actual Ayuntamiento mirobrigense tenga su origen en una de estas donaciones particulares hacia la milicia hospitalaria. 6. Sobre este personaje y su relación directa desde un primer momento con diferentes instituciones religiosas que van apareciendo en el paisaje político de Ciudad Rodrigo conviene releer el trabajo de SÁNCHEZ-ORO ROSA, Juan José. Orígenes de la Iglesia en la Diócesis de Ciudad Rodrigo.
Episcopado, Monasterio y Órdenes Militares (1161-1264), Ciudad Rodrigo, 1997, sobre todo p. 130 y pp. 163-173. 7. MARTÍN RODRÍGUEZ, José Luis. Orígenes de la orden Militar de Santiago (1170-1195), Barcelona, 1974, p. 197. Informa el historiador que pese a que el documento se fecha en la era de 1179 (año 1141), esta no es aceptable puesto que el canciller y notario que registran el documento no coinciden hasta por lo menos el año 1154. 8. Algunos testimonios y ejemplos documentales anteriores a la repoblación de Ciudad Rodrigo pueden verse en MUÑOZ Y ROMERO, Tomás (Ed).
Colección de fueros municipales y cartas pueblas de los reinos de Castilla, León, Corona de Aragón y Navarra, Madrid, 1847, pp. 377-379, donde en 1155 entre los confirmantes del documento sobre los antiguos fueros de la ciudad de Toledo aparecen entre otros grandes del reino Petrus Alvazil como alcalde veridicus iudex y Gunsalvus Alvazil. También en GARCÍA CALLES, Luisa. Doña Sancha, Hermana del Emperador, Barcelona, 1972, doc. 51, pp. 166-167 vuelve a aparecer como confirmante en la donación de un molino en la misma ciudad de Toledo para 1158. 9. Otro caso bien conocido para las mismas fechas, previas a la repoblación del reino de León de estas tierras y de cierta influencia para la posterior historia de Ciudad Rodrigo, es el caso de Fernando Rodríguez de Castro El Castellano.
La otra puntualización o aclaración respecto al origen del monasterio premostratense de Ciudad Rodrigo se refiere al posible traslado que se ha supuesto tradicionalmente desde un asentamiento religioso previo, de nombre San Leonardo, cuya ubicación estaría en la zona de Las Canteras, hacia él la heredad de la Torre que como vimos había cedido el propio Gonzalo para tal fin dejando claro en el texto su deseo de que “posse fieri in honorem Sancte Mariae viderimus ibi abbatiam faciatis”.
Vista exterior del Monasterio de San Leonardo en Alba de Tormes.
Ciudad Rodrigo se refiere al posible traslado desde un asentamiento religioso previo, de nombre San
Leonardo.
Pese a que no dudamos que existiera alguna construcción en honor al santo en la ciudad, como ya confirmó Sánchez-Oro10, no se podría en todo caso asegurar que hubiese sido levantada por propia voluntad del rey Fernando II, pudiendo en todo caso ser incluso anterior a la acción política del monarca, como otros templos mirobrigenses que sabemos preexistentes11. Con todo, la versión tradicional que bebe una vez más de Sánchez Cabañas chirría cuando conocemos nuevos datos. Según el propio documento de 1171, la cesión del noble de origen toledano de una de las heredades que le había concedido el monarca en las afueras de la ciudad, cerca de la actual pedanía de Sanjuanejo, iba dirigida a “Ordini sancti Agustini et tibi Vitali Sancti Leonardi Abbati”. Con todo, los sucesivos autores siguiendo a Cabañas intuyeron que esta cesión iba dirigida a
10. SÁNCHEZ-ORO ROSA, Juan José. Op. cit. p. 167. 11. Recordemos que una vez iniciada la construcción de la propia Catedral mirobrigense y mientras esta se techaba, se utilizó durante décadas como basílica un templo preexistente, ubicado en lo que hoy es la confluencia de los parques de La Glorieta y La Florida lo que es otra muestra de que antes de la acción del monarca leonés ya existían construcciones religiosas en la ciudad.
la iglesia ubicada en la ciudad, ya conventual, y a su abad de nombre Vital. Sin embargo, ya el propio Sánchez-Oro y más recientemente Martín Viso ponían en cuarentena dicha aseveración pues en las mismas cronologías aunque a cierta distancia de la heredad que se donaba, ya existía por aquel entonces un monasterio de la orden premostratense en Alba de Tormes bajo la advocación al mismo Santo y con la tremenda casualidad de que su abad se llamaba Vital. Un convento del que cuenta la tradición vendrían después muchos de los religiosos que se desplazarían al cenobio mirobrigense. Pues bien, este abad Don Vital, aparece citado documentalmente en múltiples ocasiones al frente del monasterio de San Leonardo en Alba de Tormes desde fechas anteriores a la de la propia acción repobladora de Ciudad Rodrigo en 1161. Su monasterio y por supuesto él en primera persona, ya habían sido objeto de diferentes donaciones desde la nobleza cercana a la monarquía de diferentes propiedades aún más lejanas, dentro del reino de León, en zonas de Galicia y que la propia institución poco después se encargaría de intercambiar con otros Estado en la actualidad de la portada exterior de la iglesia del asentamientos religiosos por otras tierras más cercanas Monasterio de la Caridad. a la localidad de Alba de Tormes12. Lo cierto es que parece claro que en 1171 este abad aún continuaba en su puesto al frente del monasterio de Alba de Tormes y debía gozar de cierta importancia en el reino leonés por ser uno de los primeros asentamientos de la orden premostratense, pareciendo claro que independientemente que en Ciudad Rodrigo hubiese existido una iglesia anterior dedicada a San Leonardo, la donación de Gonzalo Alvazil de su propiedad en los alrededores de Miróbriga para erigir un nuevo monasterio, parece hacerse, pese a no citarlo, al abad y congregación ubicada entonces en los alrededores de Alba de Tormes. El asunto se enmaraña aún más con los datos a los que hemos tenido acceso recientemente y que hasta ahora permanecían inéditos. Para el año 1176 el papa Alejandro III concede una bula de confirmación de propiedades al lejano monasterio de San Isidoro de León, donde entre otras muchas iglesias y propiedades nos aparece la cita literal a la “eclesiam sanctae Mariae de Caldellas, quae est in Civitate Roderici”13, templo que debido >
12. Un poco antes de que tuviera lugar la acción política repobladora sobre Ciudad Rodrigo aparecen donaciones privadas hacia el monasterio de
San Leonardo de Alba de Tormes y su abad Don Vital de lugares como Partovia y Esmoriz en Galicia para 1155 y 1161 que después intercambiaba por propiedades o granjas como Vezdemarván en Zamora. ROMANÍ, Miguel. El monasterio cisterciense de Santa María de Oseira (Ourense):
Estudio histórico 1137-1310, Santiago de Compostela, 1989, pp. 35-38. Se da la circunstancia de que las mismas propiedades se donaron también en distintas fechas al parecer por otros particulares cercanos a la monarquía pero a otro monasterio premonstratense, el de Santa María de Oseira, iniciándose por entonces entre los monasterios de la misma orden un pleito sobre el cual se debió llegar a un acuerdo precisamente intercambiando propiedades más cercanas a los respectivos recintos. 13. El texto de la Bula al completo lo hemos extraído de la obra de GARCÍA HONORATO Y SAN MIGUEL, Eugenio. Vida y portentosos milagros del glorioso San Isidro Arzobispo de Sevilla y Egregio doctor y maestro de las Españas, Salamanca, 1732, p. 403 y 437. En su Capítulo XXXXXII transcribe diversas bulas y privilegios concedidos al convento de San Isidoro de León. A parte de la hasta ahora desconocida Iglesia de Santa Maria de
Caldelas en Ciudad Rodrigo, se citan en la misma provincia salmantina, las de Santa María de Vega, extramuros de Salamanca y otra con idéntica advocación que existía en Ledesma. Aún estaba en manos del monasterio de León el templo mirobrigense cuando en 1178 se le concede entre otras la “ecclesiam s. Maria de Caldelas cum ómnibus hereditatibus” al monasterio salmantino de Santa María de la Vega para dirimir un conflicto en el que debieron intervenir el Papa y el propio monarca Fernando II en la ciudad del Tormes y que enfrentaba al propio monasterio contra el obispado de la ciudad y también contra los antiguos propietarios del territorio de “illa vega que est apud salmanticam civitatem fluvium Torme iuxta discurrentem” donde se había levantado el cenobio desde el año 1166.
a su advocación, si no es el mismo, debería estar obligatoriamente próximo al lugar donde se asienta La Caridad y al “rivum de Caldelas”. Podemos conjeturar además que su patronazgo bajo la iglesia de San Isidoro de León pudiese tener cierta dependencia con el ataque almohade que se había producido tan sólo dos años antes y relacionado directamente con la leyenda tradicional que nos refiere la aparición del santo Isidoro a un canónigo del propio monasterio de León para advertir al rey Fernando II del Panorámica actual del monasterio de Santa María de la Caridad. ataque musulmán a Ciudad Rodrigo. Si a esto le unimos que la tradición historiográfica ha venido suponiendo que la batalla campal tuvo lugar en el entorno donde luego se erige La Caridad, podríamos comenzar a recomponer una parte del puzzle.
Fue el propio Cabañas y el cenobio premonstratense en su Becerro, quienes fueron reconstruyendo con los pocos datos de que gozaban una historia en la que no podemos negar que existe cierto fondo de verdad, pero alterando muchos datos, para finalizar por componer una historia puramente local, aunque hoy sabemos que tanto su benefactor como la institución que recibía la heredad donde se iba a asentar posteriormente La Caridad eran foráneos. A esta composición puramente localista se le sumó otra tradición de la historia mirobrigense. Así, la composición narra como el monasterio se habría levantado en recuerdo de la heroica batalla que el monarca leonés sostuvo en sus inmediaciones contra los almohades, un claro anacronismo, pues dicha contienda tuvo lugar con posterioridad al documento de donación de Gonzalo Alvacil, ya que sucedió a finales de 1174. Podemos conjeturar de esta manera que la iglesia de Santa María de Caldelas que ya se encontraba en pie para 117614, pudiera ser la misma que cita la Bula del papa Lucio III de 1184 como Sancta Mariae de Charitate, en la órbita premonstratense y que para estas fechas ya contenía un amplio patrimonio que el propio texto pontifical se encarga de enumerar y en la que se vuelve a referir entre otras a las possessiones quas habet in Caldelis15 y otras muchas con un denominador común, y era la de encontrarse todas muy próximas al lugar de asiento del monasterio en la actualidad.
Sirva esta breve anotación, mientras esperamos nuevos datos, para profundizar en lo importante que resultan los escasos documentos históricos de los que disponemos en la actualidad para tratar de rescatar lo más acertadamente posible el verdadero discurrir de los acontecimientos, así como los personajes que los ocasionaron, y sobre los que los siglos y reescrituras han hecho tanto daño.
La Caridad eran foráneos.
14. La cesión de la iglesia al monasterio del Santo Isidoro se enmarcaría entonces en la política benefactora del propio monarca Fernando II para con este monasterio de León y vendría además “justificada” por haber tenido lugar en su propio entorno el milagro del triunfo de las armas leonesas sobre el ejército almohade. Aún así, reconocemos que faltan muchos cabos sueltos que puedan asegurar que los acontecimientos transcurrieran de este modo. 15. El antiguo arroyo o rivum de Caldelas citado en la documentación medieval mirobrigense, es sin duda el que hoy en la topografía se conoce como arroyo de San Miguel, que desemboca en el Águeda por bajo del Monasterio y donde se registran además los Baños de San Miguel de Caldillas que tuvieron gran fama en el pasado por la propiedad de sus aguas.