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La plaza de toros de Santa Cruz. Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio. Por Saturnino Rodríguez Miguel
LA PLAZA DE TOROS DE SANTA CRUZ. NI CONTIGO NI SIN TI TIENEN MIS MALES REMEDIO…
Saturnino Rodríguez Miguel Centro de Estudios Mirobrigenses
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¿Por qué cree usted que la piscina climatizada es una auténtica ruina para el Ayuntamiento? –Acorraló la periodista al político mirobrigense.
Muy sencillo –respondió el edil cargando el cuerpo hacía delante, el codo derecho clavado en la mesa y la barbilla apoyada en la mano-. Porque de las tres mil personas que se manifestaron pidiéndola, no la utiliza ninguna.
Cuando el diablo no tiene qué hacer… pues eso pasa con el personal, que cuando se aburre se dedica a pedir piscinas climatizadas, pistas de atletismo o plazas de toros con las que salir de penas y así, a mitad del siglo veinte, los rescoldos de una antigua reivindicación se avivan y vuelve la pejiguera impetrando “la construcción en nuestra ciudad de una plaza de toros (…). Solo creemos hace falta que un grupo de mirobrigenses, muy pocos, se decidan a llevar la dirección y le podemos asegurar que tendrán éxito y verían hecho realidad las aspiraciones de tantos años1” .
La Voz del 19 de febrero de 1967 dice en portada que ha sido un acierto hacer la plaza a la “antigua usanza” en Carnaval, después de vencer un sin número de dificultades debido a que “hoy los industriales de la construcción no emplean ya tanto maderamen, tanto andamiaje como antes”. Ese año, con el acicate de la televisión, hubo una “vuelta a los viejos tiempos” que fue del agrado de todos pero que temen no pueda volverse a repetir tamaño esfuerzo. Por eso se antoja como de suma urgencia la compra de una plaza metálica hecha a la medida de la plaza Mayor, algo que ya estaría amortizado si se le hubiera hecho caso a Lorenzo Pacheco cuando en su día lo propuso.
En el verano de ese mismo año2, el presidente de la Hermandad de Labradores y teniente de alcalde, Antonio Pérez Hernández en collera con el concejal Ángel de Elías Cid tocaron a rebato convocando a industriales,
Tablaos de la plaza Mayor en el Carnaval de 1966. En el armazón se utilizó hierro. Al año siguiente se volvió a hacerla íntegramente de madera. Foto: Isidro Pérez Pérez.
1. Taurino. (29 de agosto de 1954) ¿Por qué no se va a la construcción de una plaza de Toros? La Voz de Miróbriga. Semanario comarcal. Ciudad Rodrigo, nº 112, p. 3. 2. Op. Cit. nº 785, 30 de julio de 1967.
Tablaos de la Plaza Mayor, 1966.
comerciantes, labradores, ganaderos y público en general con el mismo motivo: la compra de una plaza metálica articulada. Por lo visto, y leído, “como el entusiasmo entre los ganaderos y agricultores es enorme (…) podemos asegurar que la plaza de toros de Ciudad Rodrigo es ya un hecho y que en los próximos carnavales se estrenará con un programa jamás conocido.” Hasta Alfonso Navalón en un breve titulado ¡A por la plaza! dio por hecha la compra ofreConstruir un coso de fábrica ciéndose a organizar un festival de campanillas3 . está muy bien pero lo suyo sería tener los dos; uno fijo Si hacemos caso a la prensa, en Ciudad Rodrigo no se hablaba de para todo el año y el otro otra cosa. “Agora va de verdade”4 y por eso se convoca una reunión desmontable para Carnaval. para el día 14 de octubre de 1967, a celebrar en alguno de los teatros, con el fin de dar a conocer el estado de la cuestión, aprobar el reglamento y los estatutos de la sociedad, y ver con qué apoyos se contaba. Don Félix Candela, ingeniero industrial, visitó la ciudad para ver sobre el terreno cómo había de quedar la instalación teniendo en cuenta la inclinación y la forma del recinto. Por todo esto, el presupuesto había subido un poco5. La reunión se celebró el día 16 en la Casa Sindical constituyéndose una junta directiva y dando a conocer el presupuesto de dos millones y medio de pesetas para una plaza de más de cuatro mil espectadores. La Junta quiere que “las acciones puedan ser suscritas por todo el mundo, sin discriminación social alguna, para lo cual se van a dar facilidades a las clases menos acomodadas…”6 .
3. Op. Cit. nº 787, 13 de agosto de 1967. 4. Op. Cit. nº 791, 10 de septiembre de 1967. 5. Op. Cit. nº 795, 8 de octubre de 1967. 6. Op. Cit. nº 797, 22 de octubre de 1967.
La alegría duró poco y ese mismo mes de octubre el alcalde, Miguel Sánchez-Arjona y Fernández Palacios advierte que los próximos carnavales del mes de febrero “no podrán ser organizados de no contar, previamente, con la posesión de la plaza de toros (…). No volverá a haber carnavales, encierros y desencierros” si no se tiene una, por eso, “que nadie se llame a engaño (…) si la masa mirobrigense sigue aferrada a su abulia de siempre (…) todos habremos perdido para siempre los carnavales”7 .
Pero llegó febrero y hubo carnaval, solo faltaría, y Junco del Águeda escribió sobre la plaza que nos gusta… y la que nos conviene8, (…). La que nos gusta es enhiesta y desafiante a su carga, y la enseñamos orgullosos al forastero que ve “esto” por primera vez. Esta es la plaza de Ciudad Rodrigo, tal como queremos que sea, con sus cosas raras, sus tablas absurdas y sus asientos en cuesta (…). Pero ahí está el problema de esta plaza. “La falta de materiales que la constituyan y de brazos que la levanten” y por eso es necesaria la metálica, que se levante y se desmonte en un santiamén.
Y de la plaza de toros, ¿qué?9, se pregunta Leopoldo García Medina, recordando el tejemaneje del año anterior. Medina va un paso más allá diciendo que lo de la portátil bien, pero Ciudad Rodrigo merece más. Lo suyo es una plaza de piedra en armonía con las murallas y recuerda el ambientazo de la ciudad cuando había festejo en la desaparecida plaza de madera del Hospicio. Según Leopoldo la construcción de una plaza de toros era un negocio seguro: cine al aire libre, teatros, festivales, boxeo y lucha, verbenas, bailes y hasta un Instituto Internacional de Tauromaquia.
Construir un coso de fábrica está muy bien pero lo suyo sería tener los dos; uno fijo para todo el año y el otro desmontable para carnaval10 (¿no querías caldo…?). Edmundo Huertas pone como ejemplo a Tomelloso11 , donde el pueblo soberano en pie de guerra dijo basta, y a pesar de tener una plaza de quita y pon, se embarcaron en la aventura de construir otra como Dios manda, con capacidad para 7.000 personas. No me extraña que Luciano de Paz se pregunte “¡La plaza de toros! ¿qué pasa con ella?”12 y unos meses después se le conteste con la buena nueva de que Ciudad Rodrigo, por fin, tendrá la plaza que se merece, con capacidad para cuatro mil almas, en las Huertas de Santa Cruz, en el sitio que ocupó el convento del mismo nombre. La plaza, debida a la iniciativa privada, cuenta con todos los acomodos: corrales, chiqueros, enfermería, capilla… “donde se escuchó otrora el estruendo de los cañones (…) podremos escuchar, no tardando mucho, los clarines…”13 .
7. Op. Cit. nº 798, 29 de octubre de 1967. 8. Op. Cit. nº 814, 18 de febrero de 1968. 9. Op. Cit. nº 842, 1 de septiembre de 1968. 10. Op. Cit. nº 843, 8 de septiembre de 1968. 11. Op. Cit. nº 844, 15 de septiembre de 1968. 12. Op. Cit. nº 864, 2 de febrero de 1969. 13. Op. Cit. nº 895, 7 de septiembre de 1969. Cartel de la inauguración de la plaza de toros de Santa Cruz.
Foto de la corrida inaugural.
Ciudad Rodrigo esperaba con mucha ilusión una cosa así, y los farinatos iban a responder en masa y con hidalguía. “¡Mirobrigenses! El sueño, la utopía de tantos decenios acaba de hacerse realidad. ¡Ciudad Rodrigo inaugura ya su plaza de toros!
Los mirobrigenses, con su ayuntamiento a la cabeza, no fueron capaces de hacer lo que los hermanos Sevillano hicieron, “una de las plazas más bonitas y mejor instaladas de España”. Casi nada. Se barruntaba un llenazo total en la inauguración y el éxito empresarial en el futuro porque Ciudad Rodrigo esperaba con mucha ilusión una cosa así, y los farinatos iban a responder en masa y con hidalguía. “¡Mirobrigenses! El sueño, la utopía de tantos decenios acaba de hacerse realidad. ¡Ciudad Rodrigo inaugura ya su plaza de toros!14 .
El ciclo de inauguración de la plaza se abrió con toros de Sepúlveda el día 26 de mayo de 1970 con El Viti, Curro Vázquez y José Luis Parada formando terna, y la novillada de Iruelo del 27 de mayo, jueves de Corpus para Blas Romero, El Platanito, José Galán y Pedrín Castañeda. Los promotores de la plaza fueron los hermanos Paulino y Marcos Vicente Sevillano, propietarios de la finca La Hurtada, de Villar de Argañán, encargándole el proyecto al arquitecto Miguel Ángel Leal. Se gastaron cinco millones de pesetas y, ante el rotundo fracaso de la empresa desde el primer momento, la vendieron en 1977 a Pedro Martínez, Pedrés15 .
La intención de los aficionados que habían de acudir no sólo de la ciudad, sino de la comarca, la provincia y el país vecino, quedó meridianamente clara el primer día cuando “la plaza abrió sus puertas, solemne, bonita y blanca como una novia” y registró una entrada de poco más de un tercio de sus cinco mil localidades “y acaso exageremos para algunos” dijeron los de La Voz, a pesar de que era “un cartel de lujo”16 . Al día siguiente la cosa
14. Op. Cit. nº 925, 5 de abril de 1970. 15. RODRIGUEZ MIGUEL, Saturnino. Memorias de un hombre de la dehesa: Antonio Boyero. 2016. Ed. Diputación de Salamanca. 16. Op. Cit. nº 933, 31 de mayo de 1970.
fue aún peor: “En la novillada “de feria” celebrada el día del Corpus, volvimos a sentir la decepción de la no asistencia de público a la nueva plaza de toros. La entrada fue muy escasa, vacío el sol y con un cuarto o un quinto del aforo la sombra. Ello, indudablemente, habrá ocasionado un nuevo y lamentable revés económico a la empresa …/… Lamentable, repetimos, la deserción del público mirobrigense, tanto en la corrida como en la novillada”. La charlotada programada para el tercer día del ciclo inaugural fue suspendida17 .
La hidalguía está muy bien cuando responde la cartera, y es sabido que cuentas sin dinero, descanso p’al burro. Toro, en este caso.
La plaza en la actualidad comida por la maleza. (Captura de Google Maps)
17. Op. Cit. nº 934, 7 de junio de 1970.
Al fondo, a la izquierda entre la niebla, los palcos de la plaza y la derecha la silueta dentada de la fábrica de la luz.
Lo anguloso de la fábrica de la luz, en primer plano, contrasta con la plácida redondez de la plaza de toros, escondida tras ella.