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Por Miguel Ángel Largo Martín
EL CAMBIO DE ESTRATEGIA DE WELLINGTON, LA VUELTA DE CIUDAD RODRIGO AL PROTAGONISMO DE LA GUERRA
Miguel Angel Largo Martín
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Tras la toma de Ciudad Rodrigo por los aliados el 19 de enero de 1812, de la que se cumplen 210 años, inicialmente el protagonismo de la plaza y su comarca se presagiaba escaso en lo que restaba de la Guerra de la Independencia. Sin embargo hasta ese punto, el precio que había tenido que pagar Ciudad Rodrigo era muy caro, dos de los sitios más duros ocurridos hasta la fecha, más un saqueo a manos de los que eran considerados amigos.
Al finalizar la conquista de Ciudad Rodrigo la estrategia de lord Wellington consistía: primero en tomar Badajoz; en segundo término preveía desplazarse hacia Andalucía y enfrentarse al mariscal Soult para hacerle levantar el sitio de Cádiz y expulsarlo hacia el norte; como tercer punto el inglés tenía previsto ascender desde Andalucía hasta Madrid para tomar la capital; y como última etapa preveía dirigirse desde Madrid hacia la frontera francesa echando por fin a los imperiales de la península Ibérica. El primer punto de la estrategia del lord se cumplió el 6 de abril, al conquistar Badajoz. Pero dentro de sus previsiones, no estaba que el mariscal Marmont desde Salamanca llegase a Miróbriga y traspase la frontera, llegando incluso a Sabugal, poniendo en peligro con ello las plazas de Almeida y Ciudad Rodrigo. La llegada a las cercanías de la ciudad rodericense de Marmont y sus huestes no alteró mucho a los mirobrigenses ya que mientras los imperiales estaban en sus cercanías tuvieron a bien celebrar, por todo lo alto, la toma de Badajoz por las tropas aliadas de Wellington1. En un despacho del 12 de abril de Dionisio de Vives, Gobernador de Ciudad Rodrigo, al secretario de Guerra español se recoge esta esperpéntica situación: Al finalizar la conquista de Ciudad Rodrigo la estrategia de lord Wellington consistía: primero en tomar Badajoz; en segundo término preveía desplazarse hacia Andalucía y enfrentarse al mariscal Soult.
Duque de Wellington. Autor: Francisco de Goya.
“A las nueve de la mañana del diez recivi el oficio de V.E. en el que me comunica la interesante noticia de la reconquista de la plaza de Badajoz, la que inmediatamente anuncie al publico con repique general de campanas,
1. MUÑOZ, J. T., Festejos Taurinos en el siglo XVIII en Ciudad Rodrigo. Centro de Estudios Mirobrigenses. Ciudad Rodrigo 2016, p. 9.
salvas de la Artillería de la plaza, y de los cuerpos de la guarnicion que formaron en los puestos de alarma. Es imposible poder manifestar á V.E. de un modo correspondiente los trasportes de jubilo con que manifestaron su fidelidad estos vecinos que corrian por las calles gritando desalados viva España, viva la Gran Bretaña, viva el Duque de Ciudad Rodrigo. El extrepito del cañon, y el fusil, la confusa griteria, y el ruido de las campanas, llamaron la atencion del enemigo que está á la vista, y para averiguar el motivo mandaron un parlamentario que fue recibido á cañonazos según tengo mandado. En la noche de este dia introduje en los campamentos del enemigo por medio de mis escuchas una porcion de exemplares de la proclama de V.E.; y por un desertor que vino el 11 he sabido que apesar de las precauciones tomadas por los Jefes, es publico en el Exercito sitiador la rendicion de Badajoz. Hoy [día 12] se canto el tedeum con misa solemne, y por la tarde ha habido corrida de Novillos, y baile general general en el campo de Toledo, de cuia diversion han sido espectadores los enemigos, que desde sus campamentos observaban á un pueblo tan virtuoso, como constante que insultaba la ridicula empresa con que trataron de intimidarles...”2 .
Sin embargo, a Wellington la nueva llegada de los imperiales a las proximidades de Ciudad Rodrigo le trastocó su estrategia. Así se lo señalaba en un despacho el 11 de abril a su hermano Henry, embajador británico en España:
"Si Ciudad Rodrigo hubiese sido aprovisionada como yo esperaba, no habría nada que me impidiese marchar a Sevilla a la cabeza de 40.000 hombres, en el momento en que el asedio de Badajoz hubiese concluido
Si tuviera que marchar allí bajo las circunstancias existentes, la formidable posición que he adquirido con tantos sacrificios indudablemente se perdería y, con esa posición, todos los objetivos de la expedición a Andalucía”3 .
Por tanto, Wellington tuvo que guardarse en el bolsillo los planes que tenía, y rápidamente se dirigió con su ejército hacia el norte por el interior de Portugal. Con ello intentaba evitar que Marmont se pudiese hacer con Almeida o Ciudad Rodrigo, o incluso ambas, lo cual hubiese retrotraído la guerra en la península varios meses atrás, y hubiese hecho inútiles los esfuerzos aliados realizados hasta la fecha. Con su aproximación a Sabugal, los de Wellington consiguieron que Marmont comenzase a retirarse. Así el día 23 de abril, los últimos bonapartistas cruzaron a la orilla derecha del Águeda. Entre los días 13 y 19 habían caído numerosas lluvias, lo que había ocasionado la destrucción parcial del puente construido por los franceses aguas arriba de Ciudad Rodrigo. Este contratiempo hizo que las principales divisiones imperiales tuviesen que cruzar el Águeda por el puente del Villar y los vados cercanos a este paso, mientras Con la retirada de Marmont la retaguardia lo hizo por el puente móvil que habían situado a Salamanca, Wellington por encima de Ciudad Rodrigo, el cual habían conseguido los estableció el 25 de abril de Marmont repararlo in extremis4 . su cuartel general en Fuenteguinaldo. Con la retirada de Marmont a Salamanca, Wellington estableció el 25 de abril su cuartel general en Fuenteguinaldo. Al día siguiente visitó Ciudad Rodrigo, donde vio que las obras para reparar las murallas dañadas por el sitio de enero estaban más o menos como la última vez que había visitado la plaza el 5 de marzo, y eso que Marmont no había asomado por la zona hasta el 1 de abril. Según Wellington: “Es difícil saber qué hacer con esta gente [españoles]. Hoy he tratado de estimularles para que trabajen por sentimientos de vanidad y honor nacional, pero me temo que no lo conseguiré”5. Ahora la nueva estrategia del inglés era tener repartido su ejército entre Ciudad Rodrigo y Almeida, mientras éstas eran aprovisionadas. Wellington tenía pensado fijar en Miróbriga un depósito de 26.000 raciones de galletas o harina, 100.000 libras de carne en sal, y 40.000 libras de arroz para el uso del ejército británico, dicho almacén estaría al servicio de la guarnición en caso de que el lugar fuese atacado o bloqueado6. Pero el lord aún no había descartado a finales de abril dirigirse a Andalucía en breve tiempo para continuar con su estrategia,
2. Archivo Histórico Nacional. DIVERSOS-COLECCIONES, 132, N.12. Noticias sobre los festejos hechos en Ciudad Rodrigo para celebrar la toma de Badajoz y sobre las fuerzas enemigas en las inmediaciones de esta plaza. 3. GURWOOD, Coronel. The Dispatches of Field Marshal the Duke of Wellington in his Various Campaigns (Vol. IX). Murray. London, 1835. p. 54. 4. GURWOOD, Coronel. The Dispatches of Field Marshal the Duke… op. cit, p. 74. 5. LARGO, M. A. Fuenteguinaldo, Cuartel General de Lord Wellington. Despachos. Castilla Ediciones. Valladolid, 2013. p. 173. 6. LARGO, M. A. Fuenteguinaldo, Cuartel General de… op. cit, p. 177.
así se lo comentaba al general Carlos de España, al mando de las tropas españolas en la zona mirobrigense:
“Me limitaré a repetir a vuestra Excelencia, que si Ciudad Rodrigo hubiese sido aprovisionada, como esperaba cuando abandoné Castilla el pasado 6 de marzo, ahora estaría en Andalucía a la cabeza de un ejército de 40.000 hombres; y la perspectiva de llevar a cabo ese plan de ejecución en este año depende completamente del nivel de seguridad que encuentre dentro de poco tiempo en la plaza de Ciudad Rodrigo, mediante el cumplimiento de los trabajos ordenados por el Capitán General Castaños, para los que di el dinero, y por la creación, en la plaza, del depósito mencionado anteriormente”7 .
Pero a pesar de los esfuerzos de Wellington porque se reanudasen las obras en Ciudad Rodrigo, éstas no lo habían hecho el 2 de mayo. Por ello, ese mismo día el inglés envió a la plaza al enlace español Mariscal Marmont. en su ejército, el general Alava. Este pudo comprobar que la guarnición española estaba en estado de motín porque don Carlos de España no había cumplido la promesa de pagar a los oficiales de la guarnición raciones extra de provisiones. Ante este panorama, el lord señaló a su hermano Henry que diese un serio toque de atención al Gobierno español, además le indicaba que si no se adoptaban las medidas para emplazar las guarniciones adecuadas en Ciudad Rodrigo y Badajoz, destruiría ambas plazas8. Sin duda a Wellington no le temblaría la mano para inutilizar ambas plazas, recordemos lo que había hecho con el Fuerte de la Concepción en 1810. El día 7, este motín de las tropas españolas en Ciudad Rodrigo ya había sido solucionado por don Carlos de España, a espaldas de Wellington9, pero los aprovisionamientos de la plaza aún no se habían completado. En estos días de mayo de 1812, mientras los aliados tenían numerosos almacenes en los que guardaban provisiones para, mínimo, tres meses, los de Napoleón tenían falta de provisiones y no podían llevar a cabo ninguna operación hasta que la nueva cosecha estuviese lista. A pesar de ello, los aliados estaban detectando pequeños movimientos franceses para conectar el Armée de Portugal, situado en Salamanca al mando de Marmont, con el Ejército del Sur, en Andalucía a las ordenes de Soult. Para inutilizar la principal vía de comunicación entre ambos ejércitos imperiales, Wellington ordenó al general Hill destruir el puente construido por los franceses sobre el Tajo en las cercanías de Almaraz, lo cual se llevó a término el 19 de mayo.
7. LARGO, M. A. Fuenteguinaldo, Cuartel General de… op. cit, p. 177. 8. LARGO, M. A. Fuenteguinaldo, Cuartel General de… op. cit, p. 187. 9. LARGO, M. A. Fuenteguinaldo, Cuartel General de… op. cit, p. 207.
Aunque el día 24 Wellington tenía una carta del secretario de Guerra español pidiéndole encarecidamente un movimiento sobre Andalucía, el inglés ya lo había descartado. Ahora el objetivo del lord era avanzar hacia el interior de Castilla, para ir contra el ejército de Marmont antes de que la cosecha se comenzase a recoger en tierras castellanas a finales de julio. En Andalucía la cosecha estaría madura a primeros de junio, mientras en Extremadura lo estaría en la segunda semana de junio, por lo que si el inglés enfilaba rumbo a Andalucía, podría ser seguido por el Armée de Portugal, ya que los de Marmont se avituallarían con la nueva cosecha extremeña y andaluza10 .
A finales de mayo, con los depósitos de Almeida y Ciudad Rodrigo a punto de completarse, Wellington comenzó a reunir sus tropas en el Azaba, y el día 27 el lord pasó revista a la división Ligera entre El Bodón y Fuenteguinaldo11. Por fin el 12 de junio el ejército Aliado cruzó el Águeda por Ciudad Rodrigo y sus vados, habiendo varios relatos de militares ingleses al respecto. Uno de ellos es el del teniente William Grattan del regimiento 88, perteneciente a la 3.ª división británica, quien nos da numerosos detalles del estado de la plaza y de sus habitantes: A finales de mayo Wellington comenzó a reunir sus tropas en el Azaba, y el día 27 el lord pasó revista a la división Ligera entre El Bodón y Fuenteguinaldo.
“Desde Fuentes de Oñoro llegamos a Rodrigo, de la que habíamos salido sólo cinco meses antes. Se habían reparado las brechas, se habían nivelado las trincheras, y si no fuera por las diferentes lugares que habían sido asignados a muchos de nuestros compañeros caídos, que encontramos intactos, no quedaba ni rastro de aquellas obras que tanto tiempo y trabajo nos habían llevado construir.
Pero esos lugares, bien conocidos por nosotros, nos trajeron de vuelta al terreno sobre el cual habíamos estado poco tiempo antes en circunstancias tan diferentes; y el cambio que había tenido lugar durante el breve intervalo, -los miles que habían caído en los dos asedios-, y la diferencia de nuestra actitud en comparación con la que teníamos antes cuando pisábamos el lugar en el que nos encontrábamos, nos ofrecía abundante alimento para la reflexión.
Desde el período de nuestro asedio de Rodrigo hasta la toma de Badajoz, es decir, veintiséis días, perdimos, solo en mi regimiento, veinticinco oficiales y quinientos cincuenta y seis hombres; y no es de extrañar que nosotros, que estábamos vivos y sanos, deberíamos tener un sentimiento de pesar por nuestros compañeros menos afortunados, como también un sentimiento de agradecimiento por nuestra propia suerte.
Puede haber algunos que piensen que tales ideas están fuera de lugar, pero, en mi opinión, no son así. Ningún hombre verdaderamente valiente jamás miró las tumbas de sus compañeros caídos sin un sentimiento de pesar. Un hombre que cae en el fragor de la batalla es algo muy diferente, porque todos son iguales y están sujetos al mismo azar; y además, está mal llorar la muerte de un camarada mientras se desarrolla la contienda; pero una vez que la lucha terminó, entonces los sentimientos entrarán en juego, y el hombre que es incapaz de una punzada de arrepentimiento por su compañero caído es indigno del nombre de un soldado británico.
Mi ayudante, Dan, apenas había arreglado mi alojamiento, me dirigí hacia la casa en la que había dormido la noche del asalto a la ciudad. Apenas había hecho mi aparición en el portal, la anciana a la que pertenecía la casa, reconoció mi voz. Ella corrió hacia mí para recibirme y darme la bienvenida, sus hijas la acompañaron, y fue en vano que dijese que tenía un alojamiento en otro lugar de la ciudad. La excusa no me sirvió y me vi obligado, absolutamente obligado, a que me llevaran el equipaje a la casa donde hacía poco tiempo había entrado en circunstancias muy diferentes. La anciana preguntó cuánto tiempo iba a quedarme en Rodrigo. Respondí, solo por esa noche. “Lo siento”, respondió en francés, idioma que hablaba bastante bien, “pero intentaré hacer que su estancia aquí sea tan placentera como la última vez”; e inmediatamente envió una invitación a sus amigos para que se reunieran en su casa la mismo noche.
Aprovechando la confusión, debido a los arreglos que debían hacerse para la velada, salí de la casa y examiné la ciudad y las brechas. Las casas que fueron destruidas en la Gran Plaza por el incendio que había tenido lugar la noche del asalto, como también las cercanas a las brechas, estaban en el mismo estado de ruina que las habíamos dejado; pero con la excepción de esto, y algunos gaviones fuera de la gran brecha, cuya reconstrucción
10. LARGO, M. A. Fuenteguinaldo, Cuartel General de… op. cit, pp. 247-8. 11. LARGO, M. A. La estrella de Wellington comenzó a brillar en Fuenteguinaldo. Castilla Ediciones. Valladolid, 2011. p. 149.
El Juramento de las Cortes de Cádiz de 1810. Autor: Casado del Alisal.
no se había completado del todo, no pudimos encontrar nada que denotara la fatiga y el trabajo que habíamos soportado durante nuestras operaciones. Me bastó una hora para hacer mi “evocación” de eventos pasados: eran las ocho antes de que Darcy y Adair se unieran a mí, y cuando llegamos a mi alojamiento, encontramos el salón lleno por una gran y variada compañía.
Al entrar en la habitación, todas las miradas se volvieron hacia nosotros, pues la buena anfitriona había dicho mil cosas amables en mi alabanza, y la altura y el aspecto imponente de Darcy fueron en sí mismos suficientes para quedarse mirando; pero la elegancia de los modales de Adair, que había pasado la mayor parte de su vida en el continente, su perfecto conocimiento los idiomas portugués, español, italiano y francés cautivaron a todos. Y aunque era unos quince o veinte años mayor que nosotros, decididamente se llevó la palma; y en menos de una hora después de nuestra entrada, había hecho, según mis cuentas, cinco conquistas; ¡mientras que Darcy y yo podíamos presumir de dos cada uno! Nunca me sentí tan humillado, y desde ese momento decidí que si alguna vez tenía un hijo, lo haría lingüista. No es posible describir la ventaja que posee un hombre sobre otro en la sociedad por el conocimiento de idiomas…. Wellington, tras la victoria de Los Arapiles y la ocupación de Madrid, pensaba que tanto el Gobierno como las Cortes debían ser trasladados a Ciudad Rodrigo o Galicia. La razón era clara, ambas instituciones estaban en Cádiz, la cual estaba sitiada por las tropas de francesas desde febrero de 1810.
Abrió el baile Avandano de Alcantaro, un joven capitán portugués, perteneciente a la guarnición de Almeida, y la Señora Dolores de Inza, una española señora, pariente del gobernador. El baile fue el bolero, del cual había escuchado tanto, pero nunca antes había visto bailar…
El baile se continuó hasta muy tarde; pero no hubo ninguna dama resistente suficiente para intentar el bolero después del éxito de la señora Dolores en este baile tan difícil y gracioso. La compañía finalmente se retiró a sus diferentes hogares: les di afectuosas buenas noches mi anfitriona y sus hijas; y, mucho antes de que se despertaran por la mañana, yo estaba varios kilómetros en el camino que conducía a Salamanca”12 .
El ejército aliado avanzó en tres columnas hacia Salamanca en busca de Marmont. De sobra es conocido lo ocurrido en las semanas siguientes, teniendo su punto álgido en Los Arapiles, donde Marmont sufrió una severa derrota ante Wellington. Gracias a esta derrota francesa, el inglés pudo llegar a ocupar Madrid, echando al rey usurpador José I. Justamente desde la capital el 20 de agosto el lord envió un despacho al conde Bathurst, uno de los principales bastiones del partido Tory. En ese despacho destacamos el siguiente fragmento:
“No espero mucho de los esfuerzos de los españoles, a pesar de todo lo que hemos hecho por ellos. Ellos gritaban Viva, nos quieren mucho y odian a los franceses; pero ellos son, en general, los más incapaces de realizar un esfuerzo de todas las naciones que he conocido; el más vanidoso, y al mismo tiempo, el más ignorante, particularmente de los asuntos militares, y sobre todo de los asuntos militares en su propio país. Yo no puedo hacer nada hasta que llegue el general Castaños, y no se donde esta. Me temo que lo máximo que podemos esperar es enseñarles cómo evitar ser golpeados. Si podemos hacer ese objeto, espero que podamos hacer el resto. Mi opinión es que el Gobierno y las Cortes deben venir a Ciudad Rodrigo, o las fronteras de Galicia, que pienso proponerles; pero debo esperar hasta ver a Castaño”13 .
Por tanto, Wellington, tras la victoria de Los Arapiles y la ocupación de Madrid, pensaba que tanto el Gobierno como las Cortes debían ser trasladados a Ciudad Rodrigo o Galicia. La razón era clara, ambas instituciones estaban en Cádiz, la cual estaba sitiada por las tropas francesas desde febrero de 1810. Trasladando a estas instituciones, quizás el bloqueo a la ciudad gaditana terminaría. Pero casualmente, pocos días después de que Wellington expresase al conde de Bathurst su idea sobre donde debían trasladarse las instituciones españolas, se levantó el sitio francés de Cádiz, temiendo Soult quedar aislado con su ejército en Andalucía.
Principalmente el papel de Ciudad Rodrigo es importante en la Guerra de la Independencia por los sitios de 1810 y 1812. Pero no nos podemos olvidar que durante la primavera de 1812, los acontecimientos acaecidos en la plaza y sus proximidades alteraron significativamente la estrategia que tenía lord Wellington para la campaña de 1812. E incluso por estos sucesos, las famosas Cortes de la primera constitución española pudieron recalar en Ciudad Rodrigo.
12. GRATTAN, W. Adventures of the Connaught Rangers (Vol. II). Henry Colburn, Publisher. London, 1847. pp. 32-36. 13. GURWOOD, Coronel. The Dispatches of Field Marshal the Duke… op. cit, p. 371.