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Trazos de Luz
Quiero ser Churretero de rompe y raja. Quiero adorarte Madre con toda el alma. Y a última hora. Morir bajo tu manto, Remediaora.
No sería necesario una nueva declaración de amor, Señora. No solo la amalgama de sentimientos compartidos que hacen mella en interior del más hondo rincón del alma que bulle hirviente hacia el exterior para escribir sobre Ti. Solo es el paroxismo relatado en primera persona lo que subyace en recordada memoria que oxigenante renace en mis adentros. Solo la memoria imperecedera que perdura en el tiempo y seguirá latente por las centurias venideras te hacen valedora de las intimas emociones y tradiciones seculares de nuestra Estepa. El ramillete de esencias que guardas latente, como palpitante azucena, siendo guarda y custodia de nuestras vidas de los que te pertenecemos. Ese ramillete que cada día depositamos en el altar de nuestro corazón para que benevolente seas el Remedio de nuestros pesares. No solo en Mayo eres la veladora de nuestros anhelos, tu amor maternal nos ampara cada minuto de ese reloj inexorable del tiempo que es nuestra vida. Todo es recuerdo sensitivo que aguarda celosamente el momento de aflorar, el oído, la vista, el olfato y porque no, el tacto también. Pero la osadía humana más allá de los atrevimientos y compone un sentido que no tendría número ni lugar, el sentido del verdadero amor, ese amor que sin límites nos traduces en la más limpia devoción, en ti espera el alma mía, Divina Remediadora. Cuantos secretos a lo largo del tiempo habrás guardado en tus purísimas entrañas, cuantas miradas, cuantas lagrimas de gozo, cuantas gracias por las gracias recibidas, cuantos encuentros de tantos desencuentros, ya que tu más preciado camarín no está en los Remedios, sino en el pecho de cada Estepeño, tus andas regias en los hombros del barrio nuevo, la rampa de la subía en la oración que diariamente te dirige quien en ti confía. Eres la quintaesencia de una tarde rosada que desciende por el ocaso de Roya, rosa temprana del mejor jardín soñado con pétalos del rocío mañanero que te besa la mejilla, escogida por Dios para su obra redentora cual niño pícaro llevas en tu regazo, Bendito churreterillo que nos bendice ante tu mirada embelesada de hermosura contenida. ¿Quiso quizás ese ramillete de flores de la sierra asemejar tu arrogante hermosura? Creo que cada primavera florecen para igualar tu simpar donaire. Como cohete que quiebra la brisa tenue del mediodía se glorifica mistificada en tus tirabuzones endrinos escondiéndose entre tu toca en multitud de colores primaverales. María de los Remedios, los piropos se incrustan en tu corona como perlas marinas y brillantes zafiros. Quisiera ser nota musical de un pasodoble o una marcha que resonara siempre ante tu mirada. María de los Remedios, blancura resplandeciente de portento, sortilegio del amor más profundo. María de los Remedios, caminas despacio, sin prisa alguna que pudiese distraerme de aquel momento. Llegaste sonriente, ¡radiante de felicidad! te estaba esperando, reflejándose en tu mácula sin mancilla, una gran serenidad. Esta vez, ¡al altar de lo eterno! Desde la luz de la verdad, sin temor alguno al ser atrapados por el tiempo, así sellamos para siempre nuestra unión. María de los Remedios, madre de la divina gracia, ungida puerta del cielo, estrella de la humana singladura, luz y consuelo, bálsamo de sangrante herida, Remediadora que enjugas nuestras lagrimas de paz y consuelo, arrullo de paloma de alto vuelo, jilguero del mediodía y alondra de la noche plácida . María de los Remedios, eres camino de partida y grata sombra de llegada, suculento árbol de gracia, señorita del encanto, gentil moza estepeña que allá por mayo se pasea, primavera encendida por mil aromas de la sierra, consejera sublime que evocan los poetas, sueño ensimismado de dulzura, llanto aletargado de poderosa valentía, bendito relicario de graciosa gallardía…. María de los Remedios, de los Remedios María, santo y seña de Estepa, generosa torre altiva, moza que encumbra pesares, causa de nuestra alegría, Bendito tu nombre santo, y bendita por siempre tu impertérrita armonía, tu nombre resuena a gloria, tus labios a dulce azúcar, tu manos son espejos y rosas pálidas tus mejillas, pero tu mirada Madre…. Tú mirada la luna y el sol que por el llanete respira el agua cristalina que cantarina se estremece entre tus pupilas. María de los Remedios, mi corazón contrito, afligido cual más sutil venero de emoción susurra una oración que llega hasta tu gran amor. María de los Remedios, que en ti sigue esperando el alma mía, en la mañana, en la tarde, en la noche oscura y tu eres el mejor farol que sigue mi vida por el sendero insondable de nuestra espera. Churretera hermosa, lirio, clavel, nardo, jazmín y rosa, delirio extenuante entre versos y prosa, a tus plantas rendido cual hijo prodigo con el cuerpo entumecido, acoge mi plegaria, y las gracias por los dones recibidos y que se prodigue tu nombre por una ancha besana de las bendiciones que les otorgas a los Estepeños en masa. Por eso es bendito tu acento, y bendita tu mirada y los vivas arreciando en imponente cascada, que te aclama por siempre, bendita Remediaora de mi alma.
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