Foto: Pablo Gutiérrez
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“ Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses” Donativo: 3€
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Sumario Saluda del obispo de León . . . . . . . . . . . 7 Saluda del alcalde de León . . . . . . . . . . . 8 Saluda del hermano mayor. . . . . . . . . . . 9 Grupo de jóvenes papones de León . . . . . 10 Nuestra obra social . . . . . . . . . . . . . . . 11 Siempre será Semana Santa. Cardenal arzobispo emérito de Sevilla . . . . 14 Fe y Religiosidad. . . . . . . . . . . . . . . . 17 Historia y Arte. . . . . . . . . . . . . . . . . 37 In Memoriam . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57 Semana Santa . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 Lírica y Pasión. . . . . . . . . . . . . . . . . 85
Edita: Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses Coordina: Enrique Máximo Val Mayado D.L.: LE-126-2020
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ABBÁ
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Saluda
Obispo
PONER LA CALLE EN EL CORAZÓN
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a Semana Santa llega en 2021 haciendo memoria de la pasión de Cristo en unas circunstancias que impiden la manifestación de la fe por las calles de León. De este modo, pasamos de tener el corazón en la calle “a poner la calle en el corazón”. Algo que no tiene que suponer tristeza paralizante. Ante la adversidad somos capaces de responder con vida y esperanza. El COVID-19 y sus consecuencias suponen un desafío global. Es preciso, pues, llenarse de aliento para transitar el desierto de la pandemia y llegar a una tierra nueva, rica y fecunda para la humanidad, por la senda de la fraternidad universal. Tenemos la responsabilidad de avanzar hacia esa meta, celebrando en León la Semana Santa convocados y unidos por la fe que impregna las raíces de la diócesis y de cada cofradía y hermandad, buscando la autenticidad y un futuro esperanzador. Nos ayudarán las celebraciones litúrgicas, los actos piadosos y otras actividades fruto de la creatividad. Pero aún podemos ir más lejos. Se nos brinda la oportunidad de una Cuaresma y una Semana Santa —más el tiempo posterior que sea necesario— para revisar, profundizar y mejorar, al hilo de los acontecimientos, tres pilares fundamentales de las cofradías y hermandades: el espiritual, el fraterno y el caritativo. Un potencial para vivir la fe cristiana e impulsarla en esta Iglesia que peregrina en León desde hace tantos siglos. El museo diocesano y de Semana Santa ayudará a comprender la unidad entre las cofradías y la diócesis. Después del COVID-19 nada será igual; está en nuestras manos que, cuanto depende de nosotros, sea de mayor calidad humana y cristiana, construyendo juntos la Iglesia, comunidad de discípulos misioneros de Jesús. Poniendo la calle en el corazón, los papones y el resto de los diocesanos renovaremos la vivencia de la Semana Santa. Participar en los oficios litúrgicos, meditar y orar ante las imágenes, leer los textos evangélicos de la pasión, hacer de la misericordia el nombre de la limosna, junto con la fortaleza del retorno a las raíces, nos preparará para volver a poner el corazón apasionado en las calles de León. Renovados, admiraremos gozosos las imágenes alzadas por braceros hermanados y las bandas y agrupaciones musicales que elevarán al cielo sones novedosos con intensa emoción. Cristo vivo sale a nuestro encuentro, queridos papones. Abramos el corazón para que Él entre y se siente a la mesa con nosotros. Encontrarse con Él es siempre ganancia. Su entrega por nuestra salvación nos hace dignos de su infinito amor, sin ningún mérito nuestro. Todo es gracia. Somos invitados a vivir una Semana Santa única. Oremos, saboreemos el silencio, celebremos y contemplemos los misterios de nuestra fe y levantemos a quienes han sido quebrados por el dolor este año, para que, asociados a la pasión de Cristo, se liberen de la postración. Os bendigo con afecto. Seamos bendición para los otros, hermanos todos.
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Luis Ángel de las Heras Berzal, CMF Obispo de León
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Saluda
Alcalde
LA SEMANA SANTA DESFILARÁ EN NUESTROS CORAZONES
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reo que todos los papones y paponas de León recordaremos este terrible 2021 con tristeza y con dolor, desgarrados por todo lo que nos rodea en estas semanas previas al Viernes de Dolores y que hacen imposible, un año más, celebrar. Pero esa angustia, ese abatimiento, se conjugan también con orgullo. Con el orgullo de sabernos parte de una Semana Santa que resiste con fortaleza a suspensiones y cancelaciones, y que muestra, precisamente con ellas, toda la fuerza y el legado de siglos de lazos de unión con una imagen, una túnica o un emblema, que son algo más que eso, constituyen una forma de vida y un vínculo indeleble. Los hermanitos no seguirán la Ronda en la noche de Jueves Santo, la Sagrada Cena no recorrerá la Calle Ancha, el Pregón de las Siete Palabras no llegará a San Marcelo, ningún preso sea indultado bajo el Locus Apellationis, ninguna paloma anunciará la Resurrección…. Muchos hermanos y hermanas no llegarán siquiera a descolgar su túnica del armario -alejados por cierres perimetrales que no entienden de pasión, fe, respeto a un emblema ni de tradiciones familiares seculares- pero en nuestras cabezas y en nuestros corazones seguiremos oyendo clarines y cornetas, viendo, viviendo, la bendición de las Palmas, el Encuentro o la Resurrección. Viviendo desde la memoria y con esperanza una Semana Santa especial. Una Pasión interior en la que prevalecerá lo más importante, el sentimiento de hermandad, de entrega y de solidaridad. Tiempo habrá de mostrarlo en la calle y de recuperarlo, con fuerza, fe e ilusión. Las cofradías de León, la Semana Santa Leonesa, han de mirar a sus orígenes y reforzar, ahora más que nunca, los valores que la hicieron nacer, crecer y mantenerse por siglos profundamente imbricada en un León del que ya son marca y crónica ineludible. Penitenciales y asistenciales, deben seguir siendo la referencia de una ciudad, de unas hermanas y unos hermanos que precisan, ahora más que nunca, el hombro de todos para continuar adelante, para tapar el dolor por los fallecidos, la tristeza por esas calles vacías y esos tronos desnudos, el pesar por las ausencias obligadas y descubrir, como un manto blanco que sustituye al duelo, la esperanza de que -sin duda- pronto saldremos de ésta. Ahora, hermanitos y hermanitas, toca cuidarse para estar fuertes para que la Madre Dolorosa nos vea a su puerta en un Viernes de Dolores más… Cuando podamos hacerlo seguros. Pese a las suspensiones, a las cancelaciones, la Semana Santa de León no se resentirá. Está en nuestra memoria, en nuestra herencia y en nuestros corazones… y volverá a estar en nuestras calles.
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José Antonio Diez Díaz Alcalde de León y hermano
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Saluda del
Hermano Mayor
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stimados hermanos y hermanas de nuestra Sacramental y Penitencial Cofradía: Un año más nos acercamos a la Semana Santa y como siempre afloran sentimientos y sensaciones que solo aparecen en estas fechas tan importantes para un papón.
Desde estas líneas quiero transmitir ánimo y esperanza, como lo transmite nuestro cartel de este año. Ánimo, para celebrar una vez más la Semana Santa, en esta ocasión de una forma especial y única, de la que a buen seguro nos acordaremos toda la vida. Esperanza de que volveremos a la normalidad y de que poco a poco se vayan cerrando las heridas y el dolor acumulado en todos estos meses difíciles y duros. Quiero tener un recuerdo especial para todos los miembros de la Cofradía que durante estos meses han sufrido la enfermedad o la pérdida de un ser querido, pues a lo duro del momento se ha unido la soledad. Con la esperanza de que pronto saldremos de esta situación y volveremos a celebrar la Semana Santa como siempre lo hacemos, con seriedad, devoción y hermandad, os invito a que celebremos juntos esta Semana Santa de una manera nueva y única. Hagamos entre todos que esta sea una Semana Santa especial, profundicemos en su esencia, en la espiritualidad, en la fraternidad, en la caridad. Por todo, os animo a participar en los distintos actos que se están preparando cara a celebrar la Pasión de Nuestro Señor. También quiero agradecer a todos los hermanos y hermanas que han ayudado en la labor social que hemos realizado durante este complicado año y animar a toda la Cofradía a participar de esta importantísima faceta. Como representante de la Junta de Gobierno informaros de que se ha seguido trabajando en todos los proyectos iniciados y muy pronto veremos novedades que seguro ayudarán a levantar el ánimo de todos nosotros. Hoy puedo decir que tenemos que estar orgullosos de la trayectoria de nuestra cofradía, de nuestra participación en la vida isidoriana y de nuestra respuesta social. Un fraternal saludo en Jesús Sacramentado 9
Javier Fernández Llamas Hermano mayor
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Nueva
Normalidad... E
l día 13 de marzo del año 2020 perdurará siempre en el recuerdo de todos los papones y paponas de León. Ese día, al filo de las 11 de la noche, empezaron a retumbar en nuestras cabezas, como si de una intensa jaqueca se tratase, las siguientes palabras: «Ante las extraordinarias circunstancias, relacionadas con la pandemia del coronavirus, que vive nuestra sociedad y atendiendo a las indicaciones realizadas por las Autoridades Civiles, Sanitarias y Eclesiásticas, lamentamos comunicar que se suspenden todas las actividades públicas, organizadas por las Cofradías y Hermandades de la Semana Santa de León y por esta Junta Mayor, tanto durante la Cuaresma como en la próxima Semana Santa». Algo llamado coronavirus, que pocos o ninguno entendíamos y que tan lejano nos parecía unas pocas semanas antes, había aterrizado en España para quedarse, y había conseguido algo que solamente una Guerra Civil pudo conseguir: que las calles de León quedaran huérfanas de incienso y de música, de papones y manolas, de cruces y hachones, de raseos, de recogimiento, de miradas emocionadas, de abuelos, padres e hijos... En definitiva, que quedara huérfana de su mayor pasión, la Semana Santa. Nos costó asumir esa nueva normalidad, la de salir a aplaudir a las 8 de la tarde, la de las calles impregnadas de silencio y sirenas, la de las mascarillas, la de la distancia social, la de un Viernes de Dolores sin “Morenica”, la de un Domingo de Ramos sin Borriquilla, la de un Viernes Santo sin Encuentro y un Domingo de Resurrección sin Alegría y palomas blancas. Poco a poco los Jóvenes nos dimos cuenta de que la Semana Santa no solo era sacar a la calle a nuestro Cristo o a nuestra Virgen, que la Semana Santa era devoción y fe y que, aunque las circunstancias
que nos habían tocado vivir nos impidieran salir a la calle con nuestra túnica, no iban a impedir que celebráramos nuestra gran pasión. Por ello se nos ocurrió que, ya que hoy en día las RRSS son imprescindibles en la vida de cualquier joven y no tan joven, podríamos realizar actividades a través de ellas durante toda la Semana Santa, y así lo hicimos. El Trivial Cofrade llenó las tardes vacías de procesiones de un poco de Fe y esperanza para todos los Papones y Paponas que este año no podrían salir a la calle. Las RRSS se llenaron de salones impregnados de incienso, procesiones improvisadas por los pasillos, televisiones que no daban abasto a reproducir tanto video de Semana Santa ... Así fuimos pasando una Semana Santa diferente, pero con el mismo sentimiento de siempre. Esta nueva manera online de celebrar nuestra Fe a través de actividades como el mencionado Trivial, el Vía Lucis, el InterJOHC, o la misa de San Juan, nos han permitido a lo largo de toda la pandemia lo que los papones denominamos “Hacer Cofradía”, que no es más que compartir nuestra pasión y vivir la Semana Santa juntos. Ha sido un año triste en lo económico y social y sobre todo en lo sanitario, pero nos ha servido para comprobar que, pase lo que pase y por muy duro que sea, hay algo que siempre perdura y sobrevive a las adversidades: nuestra Fe y nuestro amor a Dios. Queremos acabar este pequeño artículo teniendo un sentido recuerdo por todas y cada una de las casi 70.000 personas que se ha llevado por delante este maldito virus, y en especial para todos aquellos Papones y Paponas que nos han dejado en este último año. ¡Descansen en paz hermanos!
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Javier García Grupo de jóvenes papones de León
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Nuestra
ObraSocial
(…) “¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? —El que se compadeció de él — contestó el experto en la ley. —Anda entonces y haz tú lo mismo —concluyó Jesús. “Parábola del buen samaritano” (Lc. 10, 25-37)
“UNA TAREA DE TODOS”
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n primer lugar queremos dar las gracias a todas las hermanas y hermanos de la Cofradía así como a aquellas otras personas que, durante el difícil año 2020, han demostrado una predisposición y compromiso firmes en todas las acciones llevadas a cabo dentro de nuestra obra social, tanto a nivel económico como a nivel personal, dando lo mejor de sí mismos en favor de la caridad y la solidaridad para con los más necesitados a pesar de las circunstancias de riesgo con las que estamos teniendo que convivir. Si bien el área de acción social de la Cofradía inició una nueva etapa en el mes de diciembre de 2019 con la organización del primer concierto solidario bajo el lema “Música por la Vida” a favor de la Asociación ALCLES -cuya recaudación ascendió a 2.300€ que les fueron entregados en enero de 2020-, para coadyuvar en su lucha contra la leucemia y otras enfermedades de la sangre, con el objetivo de que fuera el punto de partida desde el que impulsar nuevas iniciativas tales como recaudar fondos para ayudar a los más necesitados, recogida de alimentos, ropa, material escolar, libros, ayuda presencial en el comedor social de ASLECA, asistencia a enfermos y dependientes, así como todas aquellas actividades que contribuyan a aliviar la situación de los más desfavorecidos, sin embargo el año 2020 nos ha deparado una crisis global sanitaria, económica y social sin precedentes que nos ha obligado a postponer algunas de esas iniciativas hasta que las restricciones y la salud lo permitan. El 14 de marzo de 2020 es una fecha que perdurará en los anales de la historia y en nuestra memoria por ser el día en el que se decretó el estado de alarma que conllevó un confinamiento general de la población y una total paralización de toda actividad no esencial, con las consecuencias que ya todos conocemos.
Un virus denominado SARS-CoV2 o COVID-19 había llegado para provocar una pandemia mundial y modificar nuestra forma de vida como jamás antes habíamos conocido, al menos no la gran mayoría de nosotros, cuyos efectos a nivel económico y social estamos padeciendo en nuestro día a día y que, por desgracia, es posible que se agraven a medida que vaya transcurriendo el tiempo. Ante esta nueva situación, toda obra social cobra, si cabe, una mayor trascendencia de cara paliar, en la medida de lo posible, las nuevas y urgentes necesidades derivadas de esta crisis, obligándonos a orientar nuestras iniciativas en función de dichas necesidades y de las medidas sanitarias en vigor. El ejemplo más inmediato es el de las propias hermanas y hermanos de la Cofradía que, como consecuencia de la crisis, han visto comprometida su situación personal y económica precisando de nuestra ayuda. Desde aquí, reiterarles que la Cofradía está a su disposición para ayudarles, en la medida de sus posibilidades, en todo aquello que puedan necesitar.
En cuanto a la colaboración que, desde hace años, la Cofradía viene manteniendo con la Asociación Leonesa de Caridad (ASLECA), en el mes de abril y ante el importante incremento del número de necesitados que, como consecuencia de la pandemia, se estaba observando en su comedor, se acordó que la aportación a hacer este año 11
fuese de 900 euros, es decir el equivalente al 10% del presupuesto anual de la Cofradía. Del 02 al 06 de septiembre de 2020 la Cofradía participó en la carrera “A Santiago contra el cáncer”, donde se corrió sin parar durante 96 horas por el casco histórico de León, en la que, gracias a un donativo de 330 euros, la Cofradía pudo patrocinar a uno de los “corregrinos”, destinándose toda la recaudación a la Asociación Española contra el cáncer (AECC).
El sábado 12 de diciembre tuvo lugar la inauguración y bendición por parte de nuestro Consiliario del “Belén solidario” de la Cofradía cuya recaudación, que ascendió a unos 370 euros, fue
destinada a la adquisición de ropa y calzado deportivo para las niñas y niños acogidos en el Hogar “Nuestra Señora de Lourdes” que las Obreras de Jesús tienen en el barrio de Pinilla de nuestra
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ciudad, y que les fueron entregados el sábado 23 de enero de este año 2021. Gracias a ello, después de varios años en los que, por diversos motivos, se perdió el contacto con la Entidad Pía Obreras de Jesús, con quienes la Cofradía venía colaborando y prestando ayuda, se ha podido recuperar una de las primeras y más importantes acciones de nuestra obra social. En esta ocasión, hemos considerado oportuno dedicar a este hecho especial atención y profundizar un poco más en quiénes son las Obreras de Jesús y el trabajo tan importante que desde hace años vienen realizando.
Para ello, nadie mejor que Margarita García Rodríguez, la actual directora del Hogar “Nuestra Señora de Lourdes”, con quien hemos tenido el placer y la oportunidad de conversar, para que nos cuente en primera persona qué son las Obreras de Jesús y cómo es el día a día de su importante labor. PARA SITUARNOS DENTRO DEL CONTEXTO MARGARITA, EXPLÍCANOS A GRANDES RASGOS QUÉ SON LAS OBRERAS DE JESÚS Y A QUÉ DEDICAN SU LABOR: La Fundación de la Entidad Pía Unión Obreras de Jesús tiene su origen en la ciudad de León en el año 1927. Su fundadora, Teresa Fernández Rubio, Madre Teresa de la Divina Providencia, abre su primera Casa en el barrio de las Ventas, un barrio obrero y pobre, donde empieza su labor dedicada a la atención de las necesidades de los niños del barrio. En 1984 abre la casa de la Plaza de Santo Martino en el centro de la ciudad, que se convertirá en Casa Principal, llamada Centro Santos Inocentes, cuya finalidad es atender a los menores necesitados en colaboración con la antigua Protección de Menores. En este Hogar la Entidad tenía una parte dedicada a colegio donde las religiosas impartían clases, de esta manera recaudaban fondos para ayudar al sostenimiento de los menores de Protección. En 1952 la Madre Teresa abre la Casa del barrio de Pinilla, su deseo fue que se llamase Ntra. Sra. De Lourdes, y al frente puso a la Hermana Carmen Gómez, siendo su finalidad la misma que la de Santos Inocentes. Abrió colegio donde las religiosas impartían clases a la vez que se volcaban en atender a los niños que mandaban de la antigua Protección de Menores.
¿CUÁL FUE TU PRIMER CONTACTO CON LAS OBRERAS DE JESÚS?: En el colegio de la casa Santos Inocentes y a la edad de tres años comenzó mi contacto con las religiosas. Allí conocí a la Madre Teresa. Además de asistir al colegio participaba en las actividades que ellas programaban junto con los menores acogidos. Mis padres, por motivos de trabajo, se trasladan a vivir a la zona del Crucero, y mi escolarización continúa con la Obreras de Jesús en el colegio Ntra. Sra. De Lourdes, donde termino la Primaria hasta mi paso al Instituto para realizar Bachillerato. La Hermana Carmen fue una figura muy importante en mi formación no sólo académica, sino sobre todo religiosa. Su Amor a Jesús y a la Virgen nos lo transmitía a través de su labor de entrega y de lucha con los menores que tenía acogidos en el Hogar. A pesar de las muchas dificultades siempre decía “hay que confiar en la Divina Providencia “. ¿POR QUÉ EL NOMBRE “NUESTRA SEÑORA DE LOURDES”?: En cuanto al nombre del Hogar, ya comenté que fue deseo de la Madre Teresa que estuviese bajo la advocación de la Virgen de Lourdes, y la ilusión de la Hermana Carmen siempre fue viajar a Lourdes y adquirir una imagen para hacerle una gruta en el jardín. Aquella ilusión fue posible en 1999 gracias a la “Hospitalidad de Lourdes “de León. Viajamos a Lourdes con dos autocares con los niños de las dos Casas. Fue una experiencia inolvidable, pues fuimos como peregrinos. Trajimos la imagen de la Virgen de Lourdes al Hogar, pero quedaba hacerle la gruta, y fue un Hermano Marista de san José el que dio forma a aquella ilusión y, por fin, la Virgen de Lourdes tuvo su gruta. Más tarde y, gracias a una donación, se colocó también una imagen de Bernadette Soubirous.
Adquirí formación en Intervención Educativa en los centros de Protección a la Infancia de la Junta de Castilla y León pero, sobre todo, la formación más importante fue la que cada día iba aprendiendo de la Hermana Carmen, con el cariño y la entrega que realizaba su trabajo, su vocación en el Hogar. En 2012 y por motivos de salud de la religiosa, la Entidad delegó en mi persona la dirección del Hogar y, aunque muchas cosas a nivel funcional han ido evolucionando, el legado de la Hermana Carmen sigue muy presente en la casa Familia como a ella le gustaba, donde los niños, el tiempo que estén, se sientan acogidos, queridos, y que son importantes para nosotros. ¿QUÉ CAPACIDAD DE ACOGIDA TIENE EL HOGAR Y CÓMO ES SU DÍA A DÍA?: El Hogar tiene capacidad para ocho niños y/o niñas. El día a día de los niños pretendemos que sea como en un hogar. Garantizamos sus derechos, cubrimos necesidades físicas, psíquicas, emocionales y sociales. Tratamos las consecuen-
cias de la desprotección, procuramos su pleno desarrollo personal y favorecemos su integración familiar y social, proporcionándoles un estilo de vida lo más normalizado posible y acomodado a sus condiciones y circunstancias, manteniendo siempre que sea posible la proximidad y los contactos con su entorno de referencia.
COMO NIÑA QUE EN SU DÍA FUISTE ACOGIDA EN EL HOGAR ¿QUÉ ES LO QUE TE IMPULSÓ A TRABAJAR COMO EDUCADORA HASTA LLEGAR AHORA A SER LA RESPONSABLE DEL CENTRO?: En 1993, terminados ya mis estudios en la Universidad, acudo un día con mi madre de visita al Hogar para llevar unos detalles a los niños. El reencuentro con la Hermana Carmen fue entrañable recordando mis días de la infancia. A los pocos días me llama porque quiere que me ocupe de las horas de estudio de los niños.
A LA HORA DE CUBRIR LAS PLAZAS DE LAS QUE DISPONÉIS, ¿CUÁL ES EL PROCESO Y QUÉ REQUISITOS SE VIENEN TENIENDO EN CUENTA PARA ELLO POR LA GERENCIA DE ASUNTOS SOCIALES?: El internamiento es realizado por la Gerencia de Servicios Sociales, en concreto por el servicio de Protección a la Infancia. El primer criterio que se sigue es la urgencia de proporcionar al menor un lugar seguro. En segundo lugar ya se tiene en cuanta el perfil de niños (edades, situaciones…) que ya hay en el Hogar, y se valoran las posibilidades de que el nuevo ingreso sea positivo tanto para el niño como para el resto del grupo.
Me lo pensé unos días, y al final dije “bueno, ésto no me va a quitar de preparar otro futuro “. ¡Qué ingenua!, el Plan de Dios para mí estaba en Ntra. Sra. De Lourdes.
ANTES NOS HAS HABLADO DE LAS DIFICULTADES A LAS QUE SIEMPRE HABÉIS TENIDO QUE HACER FRENTE, QUE NO SON POCAS, PERO
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¿CON QUÉ PERSONAL CONTÁIS Y CÓMO ESTÁIS AFRONTANDO LOS NUEVOS RETOS QUE OS ESTÁ PLANTEANDO LA ACTUAL CRISIS SOCIO-SANITARIA PROVOCADA POR EL COVID-19?: En la actualidad somos cinco educadoras. Para llevar a cabo nuestra labor no son pocas las dificultades con las que nos encontramos. El Concierto con la Administración para las Entidades Religiosas siempre es “a la baja “, y nuestra Entidad, al ser cada vez más pequeña, pues las religiosas en activo cada vez son menos y los recursos también son muy limitados. Por supuesto, la situación sanitaria ha supuesto un esfuerzo añadido, tanto de personal como material.
ES INDUDABLE QUE UNA TAREA TAN ARDUA COMO LA VUESTRA, Y MÁS CON MENORES DE EDAD, CONLLEVA UNA GRAN CARGA EMOCIONAL, ¿CÓMO LOGRÁIS SOBRELLEVARLA, SOBRE TODO CUANDO UNA NIÑA O NIÑO ES ADOPTADO POR UNA FAMILIA Y ABANDONA EL HOGAR?: El trabajo de las Educadoras no sólo es profesional, sino que tiene un punto grande de vocacional. La implicación, el compromiso, la discreción, la entrega no terminan con la jornada laboral, y es muy importante para los niños. A la vista está que el año 2020, además de difícil, ha sido un año muy intenso pero gratificante a nivel de solidaridad y caridad. En términos económicos, la aportación de la Cofradía a obra social entre el concierto solidario “Música por la Vida”, ayuda al comedor social de la Asociación Leonesa de Caridad y Asociación Española contra el Cáncer ascendió a 3.530 euros, es decir un 30% del presupuesto anual de la Cofradía. Sin contar la ayuda a las propias hermanas y hermanos de la Cofradía, así como lo recaudado con el Belén Solidario puesto que esto último ya se encuadra dentro del presente año 2021. No obstante, aún falta mucho camino por recorrer y durante 2021 desde la Cofradía se va a seguir trabajando para consolidar estas actividades y, al mismo tiempo, poner en marcha aquellas iniciativas como recogida de alimentos, ropa, material escolar, libros, ayuda presencial en el comedor
No cabe duda que supone una carga emocional que nos llevamos a nuestras casas. Intentamos no perder de vista que somos una medida transitoria, los programas que desarrollamos con los menores están orientados a preparar el retorno con su propia familia siempre que sea posible, al acogimiento o la adopción por familia ajena o, en su defecto, cuando no sea posible, la preparación del menor para la vida independiente.
cierto bajo la dirección de la Hermana Carmen. DESDE TU EXPERIENCIA PERSONAL Y PROFESIONAL, ¿QUÉ MENSAJE TRASLADARÍAS A LA SOCIEDAD?: Nuestra labor es importante, pero más importante es la detección de un niño que está sufriendo, que en su entorno familiar hay problemas para que así pueda realizarse Prevención. Y, para ello, es necesaria la implicación de todos los ámbitos de la sociedad (educativo, sanitario, el vecindario…), su generosidad y valentía. Muchas gracias Margarita por tu tiempo, por abrirnos las puertas de vuestro Hogar y compartir con la Cofradía vuestro día a día. Seguiremos trabajando para ayudaros en tan ardua tarea.
¿POR QUÉ SE CERRÓ EL HOGAR “SANTOS INOCENTES” QUE, ADEMÁS, ERA DONDE LA ENTIDAD TENÍA ESTABLECIDA SU CENTRAL O CASA MADRE?: Con el paso de los años la Entidad religiosa tomó la decisión de dedicar las dos Casas, Santos Inocentes y Ntra. Sra. De Lourdes al acogimiento de menores dependientes del Servicio de Protección a la Infancia de la Gerencia de Servicios Sociales de León, pues esta era su principal finalidad y cerraron los colegios. En 2003 la Gerencia empieza a ofrecer Conciertos y la Entidad suscribe Concierto para los dos Hogares. En 2005 el Hogar Santos Inocentes finaliza Concierto, las religiosas van siendo mayores y la falta de vocaciones lleva a la Entidad a tomar esta decisión. Santos Inocentes queda como “Casa Madre “, y Ntra. Sra. De Lourdes mantiene el Consocial de ASLECA, asistencia a enfermos y dependientes etc…, que las restricciones impuestas por la crisis sanitaria han obligado a postponer pero que, en cuanto la situación y la seguridad sanitaria lo permitan, se irán poniendo poco a poco en marcha. Sin olvidarnos de la celebración de la segunda edición del concierto solidario “Música por la Vida”. Animamos a todo aquel que desee colaborar con la obra social de la Cofradía, en cualquiera de sus modalidades, ya sea dirigiéndose a nosotros a través de nuestra web o redes sociales, bien a través de la dirección e-mail que tiene habilitada la Secretaría, o bien cada sábado en horario de 19 a 20h en nuestra sede de la Real Colegiata Basílica de San Isidoro. Es en estos tiempos de mayores dificultades cuando más necesitamos una mayoritaria respuesta de solidaridad, no sólo de los propios 13
hermanos del Sacramentado, sino también de aquellos que visitan nuestra web y redes sociales, que visitan nuestra sede, o que acuden a los actos que celebra la Cofradía y quieran sentirse partícipes de nuestra obra social. Desde el área de acción social queremos nuevamente agradecer a todas y a todos aquellos que con su sacrificio, trabajo, entrega y generosidad hacen posible esta labor, animándoles a que continúen siendo parte importante de nuestra obra social y animando, al mismo tiempo, a todos aquellos que aún no se han decidido a hacerlo: contamos con todos, con los que puedan dedicar un ratito de su tiempo, con los que puedan colaborar económicamente, con los que puedan aportar ideas… Os necesitamos a todos, porque es tarea de todos. La junta de gobierno
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Siempre
SemanaSanta Sera
¿P
or qué salimos con nuestros pasos y nuestras imágenes a la calle? Porque los cristianos no podemos separar el altar del templo de la mesa de la sociedad en la que vivimos todos los días. Ofrecemos lo que tenemos, sin imponer nada a nadie, pero sería una actitud imperdonable el que no invitamos a participar en nuestra mesa a todos los que con nosotros componen la misma familia humana. ¿Y por qué tenemos que salir al encuentro de Jesucristo? ¿Por qué estar en la calle aclamando al que viene en el nombre del Señor? ¿Es que la fe y la religión no son asunto estrictamente privado? La fe, sin obras, está muerta. Porque la fe es vida. Y la vida se expresa en las acciones de cada día, en el amor a las personas, en el honor a Dios en el que se cree. Ni se puede honrar con los labios y negar con el corazón, que sería hipocresía, ni pensar en dar culto a Dios solamente en el interior del sentimiento de cada uno, sin expresar ese amor en gestos y acciones que signifiquen una incondicional fidelidad al evangelio de Jesucristo.
mente bello, pero sin ahondar en la fe, que es el único motivo que lo explica todo; la separación entre la liturgia del templo y la celebración en la calle, entre la buena noticia de Jesucristo y los quehaceres de cada día.
Hemos salido a ver a Cristo. Que nada nos lo impida. Que todos los signos e imágenes nos lo faciliten. Lo impiden: la desnaturalización de la fiesta religiosa con los pretendidos reduccionismos culturalistas y el olvido de lo religioso para convertirlo en simple fiesta de primavera; la superficialidad, que se queda en el adorno, cierta-
Podrá hacerse en espacios diferentes, sin asambleas litúrgicas con Iglesias repletas de fieles, sin representaciones externas, pero seguiremos a Cristo entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación (Rm 4, 25). Y lo que no verán los ojos lo hará patente la fidelidad del cristiano a su Señor.
La Semana Santa se convierte, para muchos cristianos, en un providente aliento de Dios que hace soplar las cenizas de olvidos y de indiferencias, para dejar al descubierto un rescoldo que conserva el fuego y el calor de una fe y de unos sentimientos religiosos quizás un tanto olvidados. Esta Semana Santa puede ser el momento de Dios para reencontrarse con lo mejor de nuestra condición de creyentes. Debido a las circunstancias, sabidas y padecidas por todos, este año no habrá estación de penitencia, ni procesiones, pero no por ello la Semana Santa puede caer en el olvido y falta de celebración, pues es memoria intemporal, vigente y actual del misterio más grande de nuestra fe cristiana.
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Carlos Amigo Vallejo Cardenal arzobispo emérito de Sevilla
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“Legione in Hispania, sancti Martini de Sancta Cruce, presbyteri et canonici regularis, Sacrarum Scripturarum viri vere periti”. Martirologio Romano, del papa Juan Pablo II (2001)
“FE Y RELIGIOSIDAD” 17
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REDESCUBRIR LA LITURGIA PARA
NO
Perder La Calle Manuel S. Flaker Labanda Delegado Episcopal para la Junta Mayor de la Semana Santa
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n estos últimos meses se ha escuchado mucho “Este año tampoco tendremos semana Santa...” esto no es así. La Semana Santa es el marco litúrgico para el gran Misterio Pascual, centro del año litúrgico y su fuente. La situación sanitaria que padecemos nos obliga a retornar a lo esencial, a redescubrir las esencias, es decir el misterio celebrado en la liturgia; sin duda es providencial a pesar de todo. Decía el sacerdote y escritor argentino de origen italiano Leonardo Castellani: “A medida que se va perdiendo el sentimiento de lo sacro, se han ido multiplicando las fiestas seudosacras sin contenido sacro; a causa de la ley biológica que dice: «a medida que disminuye lo vivo aumenta lo automático». Toda fiesta verdadera se basa en una necesidad y se cumple en la recepción de un don espiritual, el cual por el hecho de recibirse aúna y unifica todas las voluntades” Estas palabras escritas hace décadas describen muy bien la situación que se percibe en la sociedad y en muchos de nuestros cofrades. De manera que esta semana Santa y Pascua se nos invita a ir a lo esencial a la fuente donde han nacido las procesiones, que son esa puesta en escena, necesaria, que nos ayuda a contemplar el Misterio Pascual de Nuestro Señor Jesucristo. Según relata la Peregrina Egeria (año 381-384), los cristianos de la Tierra Santa vivían como una única realidad litúrgica y procesiones.
aunque contiene dones espirituales, no alcanza la potencia salvadora y vivificante de Gracia de los Sacramentos. Los sacramentales tienen que nutrirse de los Sacramentos. Estoy plenamente convencido que las procesiones si no se nutren en la vida sacramental de la Iglesia, se desacralizarán y perderán su sentido originario y genuino. Estas afirmaciones mías no quieren ni mucho menos cerrar las puertas a la creatividad y a la riqueza de expresiones populares. Reconozco que hay una necesidad Antropológica y Espiritual de participar en el misterio de Cristo y de escenificar, la Pasión, muerte, sepultura y Resurrección del Señor. En toda la Tradición de la Iglesia ha estado presente un componente “la Mímesis” es decir la imitación, las procesiones son la puesta en escena plástica y existencial de esa “Mímesis”. De hecho, la Semana Santa y su centro “El Triduo Pascual” contienen la “sacramentalidad” y la “Mímesis”. Es necesario redescubrir la liturgia, regresar a lo fundamental, a lo esencial para que cobre esplendor espiritual las procesiones y los cofrades.
A esto hay que retornar. Es verdad que, por otro lado, en el siglo IV la participación de los fieles era plena en la liturgia y en las procesiones. Mientras que la herencia que ha llegado hasta nosotros, de origen medieval, se desconecta de la participación litúrgica, porque los fieles no comprendían el misterio celebrado y ni siquiera se les daba participación plena y consciente. Por lo tanto, la piedad popular fue el ámbito donde los fieles podían expresar ese deseo de vivir el misterio. Hay que matizar que la Piedad Popular es sacramental, es decir imita el sacramento y
El Papa Francisco decía en la audiencia general de 3 febrero de este año “Necesitamos retornar a la liturgia, un cristiano sin liturgia es un cristianismo sin Cristo”. Una semana Santa sin liturgia es un cadáver. Sigue diciendo el Papa “La espiritualidad cristiana tiene sus raíces en la celebración de los Santos misterios…” “Ha habido en la historia de la Iglesia la tentación de practicar un cristianismo intimista, es decir una religiosidad que no reconocía a la liturgia su importancia espiritual”. Da pena constatar que hay cofrades que jamás han participado en el Triduo Pascual, es decir en la Eucaristía de la “Cena del Señor” el Jueves Santo, en la liturgia de la “Pasión del Señor” el Viernes Santo y ni en la Solemne Vigilia Pascual, que son las celebraciones centrales del Año litúrgico. Esta es la oportunidad para impregnarnos de la liturgia, conocer su eficacia, su belleza, su fuerza deslumbrante, ella es fuente de inspiración de la piedad popular y de la renovación constante de la vida cristiana. Veamos la situación provocada por el Covid 19 como una oportunidad para redescubrir el origen de nuestras cofradías y procesiones. Que sea un retorno a lo Sagrado, a las fuentes, al misterio. Vivamos una “Semana Santa interior” llevemos la calle a nuestras Iglesias y Capillas, para hacer “memorial” y celebrar los acontecimientos centrales de nuestra fe. La vuelta a lo espiritual y religioso, redundara en la verdad y autenticidad de las cofradías y a su testimonio de fe. Ya que los procesiones son manifestaciones públicas de la fe. “Señor sondéame y conoce mi corazón, ponme a prueba y conoce mis sentimientos mira si mi camino se desvía, y guíame por el camino eterno.” Salmo 138 Feliz Pascua de Resurrección. Cristo ha Resucitado ¡Aleluia!
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“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses”
Y LLEGÓ EL DÍA TAN ESPERADO:
La Procesion
Francisco Rodríguez Llamazares Abad-presidente del Cabildo de la Real Colegiata Basílica de san Isidoro
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a Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, amparo de los leoneses (Sacramental y Penitencial)… “tiene por finalidad la adoración al Santísimo Sacramento y la devoción a su bendita Madre en su dolor junto a la Cruz del Hijo…” (Art. 3)
azul marino sencilla, sin tablas ni adornos, y con manga ancha. El capirote tendrá un metro de alto, también de color azul marino, en cuyo babero se incorporará el emblema de la cofradía en el centro. Los pantalones, calcetines, zapatos, corbata y guantes serán de color negro, en tanto que el de la camisa, será blanco. Las hermanas utilizarán zapato bajo y pelo recogido”.
“Establecemos como titulares a Nuestro padre Jesús Sacramentado y a su madre, maría Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses”. (Art. 4) 1.-Historia El 17 de septiembre de 1993 se aprobó una comisión que se encargase de redactar los estatutos de la nueva cofradía, cuya fundación se produjo el 8 de marzo de 1994, decretada por el obispo Antonio Villaplana Molina. Procesionó por primera vez el sábado de Pasión de 1995, con la imagen de Nuestro padre Jesús de la Esperanza, obra de Melchor Gutiérrez San Martín. Tras esa primera etapa, se incorporó una imagen propiedad de la Basílica de San Isidoro, la Virgen de la Piedad y del Milagro, que se convirtió en cotitular de la cofradía. Posteriormente, el cortejo se completó con la imagen de Nuestra Señora la Virgen de la Esperanza, de Miguel Bejarano, y Nuestro Padre Jesús de la Esperanza Cautivo ante Anás, de Jaime Babio.
5.-Nombre La cofradía es una asociación integrada por un grupo de personas que se juntan bajo el mismo nombre y con objetivos específicos. En este sentido, existen diversos tipos de cofradías: las penitenciales, que son aquellas que se realizan durante la Semana Santa y que implica la práctica de penitencia.
cendido de la cruz, según se efigia en el tímpano de la puerta del perdón de San Isidoro. 4.-Descripción del hábito Según el Art. 8 de los vigentes estatutos, aprobados con fecha 25 de octubre de 2004: “El hábito de la cofradía se compone de túnica de color
2.-Sede La cofradía tiene su sede en la Real Colegiata Basílica de San Isidoro de León, templo eucarístico que goza del privilegio inmemorial de la exposición permanente de Jesús Sacramentado, para la adoración de los fieles, y donde se venera la imagen de la santísima Virgen de la Piedad y del Milagro, cotitular de la cofradía.
Las cofradías sacramentales tienen como finalidad el culto o devoción al Santísimo Sacramento. Muchas de estas cofradías suelen organizar, por lo menos una vez al año, procesiones ya sea solas, o en unión con otras cofradías. En todas ellas existen aspectos relacionados con obras de caridad y de actividades vinculadas a la advocación. 6.-La Cruz de Guía Todas las cofradías inician sus desfiles con la Cruz de Guía, la cual es llevada por un hermano vestido con la túnica de penitente al que se suele llamar crucero. Simboliza el carácter cristiano de la procesión, representando además la cruz que todo cristiano debe seguir. La Cruz de Guía siempre va flanqueada por una o dos parejas de faroles (llamados faroles de guía), que suelen ser los más grandes de todo el cortejo. 7.-Otras banderas e insignias Por el carácter “sacramental” de la cofradía, en la procesión, desfilan las banderas representativas de: La Adoración Nocturna masculina y femenina (A.N.E Y A.N.F.E) respectivamente, la bandera de Guardia y Oración ante el Santísimo Sacramento y la del Apostolado de la Oración, asociaciones íntimamente vinculadas a la Basílica isidoriana y que cumplen, según Estatutos propios, con el compromiso de adorar día y noche a Jesús Sacramentado.
3.-Emblema El emblema de la cofradía, según el Art. 7 de los actuales estatutos, está compuesto por escudo ovalado partido en dos campos: en el superior, el cordero eucarístico del tímpano de la portada principal de san Isidoro; y en el inferior, la santísima Virgen besando la mano del Hijo al ser des19
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses”
Al estar tan arraigada en la Real Colegiata de san Isidoro la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, que fomenta y promueve el apostolado de la Oración, en la procesión desfilan las promesas del Sagrado Corazón de Jesús bellamente bordadas en unos respectivos banderines y que dicen: 1. A las almas consagradas a mi corazón, les daré las gracias necesarias para su estado. 2. Daré paz a las familias. 3. Las consolaré en todas sus aficiones. 4. Seré su amparo y refugio seguro durante la vida y, principalmente, en la hora de la muerte. 5. Derramaré bendiciones abundantes sobre sus empresas. 6. Los pecadores hallarán en mi corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia. 7. Las almas tibias se harán fervorosas. 8. Las almas fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección. 9. Bendeciré las casas en las que la imagen de mi Sagrado Corazón esté expuesta y sea honrada. 10. Daré a los sacerdotes la gracia para mover los corazones empedernidos. 11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán escrito su nombre en mi corazón y jamás será borrado de él. 12. A todos los que comulguen los primeros viernes de mes continuos, el amor omnipotente de mi corazón les concederá la gracia de la perseverancia final. 8.-Insignias de las basílicas menores Uno de los elementos más singulares de cuantos forman parte del cortejo de la Cofradía Sacramental y Penitencial durante su estación de penitencia es la llamada insignia basilical. Se trata de aquella que la Santa Sede concede a los templos a los que eleva a la dignidad de basílica, y que hacen suyas las corporaciones que en ellos residen. En su conjunto está compuesta por tres elementos diferentes: el tintinábulo (del latín tintinabulum, que significa campanilla), el canopeo (del latín canopeum) -también conocido como umbraculum – y la pareja de ciriales que escoltan a este último.
umbela. Como estas insignias no son emblemas litúrgicos, son asimilados a los estandartes y son, por ello, portados por laicos, preferentemente personas vinculadas a la Basílica. Umbrela basilical. Es una umbela semi abierta. En ella se usan los colores rojo y amarillo, heredados del Senado Romano, y que fueron adoptados para la umbela como insignia del gobierno papal. Está semi abierto esperando al Pontífice, y solamente se abre del todo para recibirlo. Tintinábulo. Es un ornamento procesional que acompaña a la umbela. Su origen parece que tenía una finalidad práctica, avisar de la procesión. Es una pequeña campana de metal, de unas cuatro pulgadas de alto, montada en un campanario de sobre seis pies de largo, sobre un astil. La campana de una basílica menor no puede incorporar en su diseño ningún ornamento o inscripción, pues esto es exclusivo de las basílicas mayores. La Semana Santa del año 2021 pasará a la historia como un tiempo en el que el miedo está muy acti-
Origen. La primera referencia del uso de insignias basilicales se retrotrae a 1391, a la canonización de Santa Brígida, en la que se narra que los canónigos de San Pedro salieron a recibir al Papa con cruz, umbela y tintinábulo. Estas insignias se extendieron a los colegiales insignes de Roma, y, de éstas, a las basílicas menores. Este fue su uso ratificado en 1817 y 1836. Los decretos de 1968 y 1989 no mencionan ni umbela ni tintinábulo, por lo que se deduce, al no ser abolidos, que pueden seguir usándolos, aunque no sean ya prescritos.
vo entre nosotros; en el que la economía amenaza ruina: nuestro modo de vivir se tambalea, y el virus afecta a todos, ricos y pobres, jóvenes y ancianos. Todo esto que nos está sucediendo ha de ser una lección de “humildad” que pone en evidencia la fragilidad de la condición humana. No vale pensar o creer que “somos como dioses”, que fue la sutil y nefasta tentación en la que cayó el hombre al comienzo de su historia en esta tierra. En medio de todo lo que nos conmociona, tenemos una gran ocasión para dejar que la tremenda crisis que nos está tocando vivir provoque una búsqueda existencial y espiritual de la que salgamos más humanos y dispuestos a buscar caminos de reconciliación con nosotros mismos, con los demás, con la creación, con Dios: más abiertos a la sencillez, a la gratuidad, a la sorpresa y a la pequeña tarea de reconstruir lo esencial, donde se halla el sentido de la vida. “Salvemos la Semana Santa”, es una frase que se oye decir con mucha frecuencia en ese tiempo nuestro. Este deseo puede referirse fundamentalmente a la posibilidad de recuperarse de las enormes pérdidas económicas, especialmente en el campo del turismo y la hostelería. O también a restablecer algo tan arraigado en España como son las procesiones en su doble versión de religiosidad popular sincera o de mero turismo religioso. ¿Todo esto y solo esto se quiere decir con la repetida expresión: salvemos la Semana Santa? Salvar la Semana Santa es recuperar su verdadera dimensión espiritual, una auténtica celebración de la pasión, muerte y resurrección de Jesús que es mucho más que la asistencia a unas procesiones, olvidando el encuentro personal con el Resucitado y no dando más importancia a las celebraciones litúrgicas. Lo cual no indica que se minusvaloren los otros aspectos arriba indicados.
El portador del tintinábulo sigue a la cruz procesional y, detrás de éste, va el portador de la 20
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MANTENER
El Aliento Teodomiro Álvarez García Consiliario de la Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses
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a situación que estamos padeciendo como consecuencia de esta pandemia, ha influido en casi todos los aspectos de nuestra vida. Entre otros, nos ha privado por dos años consecutivos de compartir con otros muchos hermanos esa experiencia agridulce pero siempre gratificante de las procesiones de Semana Santa. No es consuelo el pensar que ninguna Cofradía ha tenido mejor suerte en toda España. También hay que decir que se nos han ofrecido actos especiales para que el espíritu y la llama cofrade no se apague o debilite. Mientras dure esta situación, es necesario mantener el aliento para poder seguir adelante, una vez superada la prueba. Como en la vida es muy importante para seguir creciendo, preguntar y preguntarse, se me ocurre hacerte algunas preguntas que quizás otros te han hecho antes: ¿Cuál es el motivo por el que tú solicitaste el entrar a formar parte de 21
esta Cofradía Sacramental y Penitencial?. No es ocioso, ni mucho menos, plantearte tú mismo esta cuestión de vez en cuando para renovar aquel primer fervor que te llevó a inscribirte en ella y, de paso, comprobar cómo cumples los compromisos que con generosidad aceptaste en aquellos primeros momentos, y que conoces por los Estatutos. Las razones y motivos serán muy variados: sentimentales, familiares, devocionales… con un fondo que tiene que ver con la FE, virtud que siempre deberíamos valorar y cuidar porque da un sentido nuevo y más profundo a nuestra vida. Y una fe que se desea vivir en compañía de otros cristianos-hermanos, poniéndole así alma a unas manifestaciones de piedad popular expresadas, sobre todo, aunque no únicamente, en las Procesiones de la Semana Santa. Me parece pertinente recordar algo que recoge el papa Francisco sobre la piedad popular: «una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia, y una forma de ser misioneros». (Cf. E.G.124) ¡Para pensárselo!.
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Una segunda pregunta sería por qué pujas esa imagen concreta de Cristo o de María, o por qué tienes tanta devoción a esa imagen, qué te hace llevar su fotografía en la cartera o tenerla en casa en un portarretratos, y a la que rezas en tus apuros, y, quién sabe, si no has derramado ante ella algunas lágrimas. Aquí probablemente tu corazón tenga unos motivos que la razón no acaba de comprender, y que en todo caso afecta a algo muy hondo. Tampoco está mal que te lo preguntes, porque siempre se puede purificar la devoción, que tiende a enfriarse o a irse adornando de formas que no dejan ver lo fundamental. Una tercera pregunta vendría a continuación: ¿Qué aporta a tu vida familiar y social el ser un cristiano o una cristiana que forma parte de la Cofradía?. Fácilmente se puede comprender que no se pertenece a una Cofradía solamente para procesionar un paso en Semana Santa. Eso es importante y, como muestra de ello, ahí está esa ilusión que cada año se aviva cuando comienza la Cuaresma. Pero hay muchos hermanos que no pueden llevar un paso por su salud o por la edad, y nadie se pregunta qué hacen en la Cofradía. Y es que hay otras muchas cosas que aparecen en los Estatutos y que ayudan a ser mejores hermanos-cristianos dentro de la Cofradía, “a vivir la fe, a sentirse Iglesia y a ser misioneros”. Las preguntas para el buscador siempre han de tener un sentido positivo. Uno se pregunta, busca…, para mejorar, para abrir horizontes, para crecer en conocimientos o encauzar unas inquietudes y unas ilusiones legítimas, y también para cambiar, si fuera necesario. Estas preguntas que ahora te animo a hacerte no pretenden afear conductas, sino ayudarnos a descubrir la riqueza de ser cristiano, y serlo dentro de la Cofradía con el fin de poner manos a la obra cada día, recuperando el aliento, venciendo la rutina y esa apatía e indiferencia que apolilla nuestra vida cristiana.
Mirando a las imágenes a las que profesamos tanto cariño, deberían nacer en nosotros al menos dos deseos. Uno de ellos, que será seguramente el primero, es rezarles, encomendarles nuestra necesidades y problemas. Nos lo dice Jesús: “Pedid, y se os dará; buscad, y encontraréis; llamad, y se os abrirá”. (Mt. 7, 7 ) “Si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en el cielo.” (Mt. 18, 19). Y hacerlo habitualmente, no sólo “cuando truena” en nuestra vida. Porque cada día necesitamos de la ayuda que nos viene por Cristo nuestro Maestro y Señor, y por María, que por algo Jesús nos la dio como madre en la Cruz. Orar, rezar, para pedir…, pero también dar gracias, y pedir perdón. Nunca olvidemos estas dos últimas dimensiones de la oración. Y recordar que la fe es fundamental para que la oración sea eficaz. “Todo es posible para el que tiene fe”. (Mt. 9, 23). Pero nuestra mirada a las imágenes no se puede quedar en un sentimiento estéril, ni siquiera sólo en una oración fervorosa. Hemos de ver qué nos están diciendo. Y ninguna imagen más elocuente que las de Jesús y María. Nos hablan de amor al Padre y a los hermanos, de fidelidad, de sencillez y humildad, de perdón, de paz, de donación y entrega generosa a los demás, comenzando por los más necesitados, de amor a la verdad y a la vida, de confianza en la Providencia de Dios, de la construcción de una sociedad nueva y mejor de la que ellos pusieron – ¡son!- los cimientos más sólidos. Nuestra devoción nos ha de llevar a seguir el ejemplo de su vida, que tenemos reflejada y por escrito en los Evangelios, siendo “misioneros”, llevando todos esos valores a nuestra sociedad tan necesitada de ellos. Mantengamos el aliento. La pandemia pasará y seguiremos teniendo mucha tarea por delante. El Señor y María, nuestra madre, nos ayudarán a llevarla a cabo.
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SEMANA SANTA DISTINTA, PERO
no distante Ovidio Álvarez Suárez Párroco de santa Marina y Canónigo de san Isidoro
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n año más la pandemia del COVID-19 transforma nuestras celebraciones litúrgicas y procesiones de Semana Santa, replegándonos a nuestros hogares y, de acuerdo, con las normas sanitarias a nuestros templos. Ahora han aparecido liturgias vía streaming donde los sacerdotes bendicen a sus comunidades que los siguen por este medio en tiempo real. Incluso desde la misma Iglesia nos viene la indicación que, frente a la imposibilidad de asistir a la misa comunitaria, las eucaristías transmitidas en vivo y directo son de gran ayuda para los fieles imposibilitados de ir al templo. Por ello, esta pandemia nos ha hecho capacitarnos rápidamente en cómo vivir los misterios de Semana Santa y actuar, de manera urgente pero novedosa, con lo que la misma tradición eclesial nos enseña. Esta contingencia no ha suprimido esta importante conmemoración cristiana anual, sino que nos invita a reflexionar y celebrar en otro contexto - en familia - a la espera de volver a encontrarnos. Y respetando las normas sanitarias también podemos acudir a nuestros templos para celebrar los oficios propios de estos días Santos, y aquellos actos que cada Cofradía programa. Por cierto, esta Semana Mayor para el cristianismo marcará un antes y un después en nuestra cultura como también en la experiencia religiosa. De una experiencia comunitaria y pública pasamos a una confinada en nuestros hogares y mediada ahora por transmisiones digitales. Y unas celebraciones litúrgicas con un número limitado de asistencia. Esto se convierte en un hito del quehacer pastoral como también en los modos de ser Iglesia. Cierto es que la distancia con la comunidad y la imposibilidad de participar de los bellos gestos y oraciones presentes en los sacramentos y festividades religiosas provocan cierta nostalgia. No obstante, una esperanza nos anima: permanecer en nuestras casas nos revela otra dimensión de nuestra fe: “la familia como Iglesia Doméstica”. El año pasado circuló en estos días un “meme” en las redes sociales con un dibujo de Cristo resucitado sa-
liendo de la tumba y uno de los guardias que lo cuida le dice: “por favor volver adentro, tiene que respetar la cuarentena”. En resumidas cuentas, este es el anuncio de Pascua que recibimos en la fe para estos días: Cristo vivo y resucitado se queda unos días más en la tumba enseñándonos que, al quedarnos en nuestros hogares, compartiremos con Él de todas formas la alegría pascual al enseñarnos ser responsables en el cuidado. El cuidado de nosotros mismos pero, sobre todo, el cuidado de los demás. Y esto nos urge que el cuidado lo asumamos todos juntos. Como humanidad y, en palabras de san Ignacio, urge mirar los deseos de nuestro corazón, lo que nos motiva a soñar, emprender, elegir. Cuidar nuestra salud y vida corporal respetando todas las normas que las autoridades políticas y sanitarias nos ofrecen. Cuidar nuestra vida espiritual. Cuidar los deseos de nuestro corazón implica en primer lugar que esto nos ayuda a no perder el rumbo, a afianzarnos en la Roca, a ser Luz y testimonio de encuentro con Jesús para muchos otros que buscan un sentido a sus vidas. Cuidar las relaciones con los otros. Cuidar los vínculos, empezando por las relaciones con la pareja, la familia, el vecindario, la comunidad. Cuidar la niñez, acompañar a jóvenes y ancianos, aprender de ellos, caminar con ellos, cuidar el presente emocional, físico, social y espiritual de ellos, que implica el futuro de nuestro mundo. Cuidar nuestro testimonio de Iglesia en salida. Sentirnos Iglesia que experimenta la alegría del Evangelio y, por ello, es inclusiva, respetuosa y diversa. Una comunidad Iglesia que cuida a los otros, especialmente a los más vulnerables. 24
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Contracorriente José Luis Olivares Canónigo Emérito del Cabildo de san Isidoro
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antas veces se ha dicho: "se hace camino al andar". Son palabras que de alguna forma vienen a estabilizar nuestros pasos y las buenas intenciones que todos tenemos. Pero, ¿es suficiente que todos tengamos buenas intenciones y que con ellas nos dispongamos a hacer camino?, Si vemos bien y estamos convencidos de hacia dónde nos dirigimos, todo puede resultar menos malo. Pero, si cuando te dispones a hacer camino, compruebas que, junto a ti, mejor dicho, a tu lado, van los que han entendido que la dirección contraria es la más lógica y aparentemente la más fácil de seguir, ¿a que conclusión puedes llegar? ¿Merecerá la pena luchar y convencerte de que, actuando con una gran personalidad, no podemos ceder ante quienes, de una forma muy fácil y frágil, ven muy asequible el camino y muy sencilla la meta? La lección de vida que nos va dando, cuando nos empeñamos en ello, es que no podemos perder el ánimo cuando nos disponemos a caminar, porque hay algo mejor, hay
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alguien que hace camino con nosotros y lo convierte en "un camino de favor". Hemos de tener en cuenta, desde el medio que tenemos a nuestro alcance, y me estoy refiriendo al espacio lleno de favor de nuestra Cofradía Sacramental y Penitencial, que no podemos llegar a dudar de que cuando el camino se hace a "contracorriente", Calvario lo llamaría Él, eso mimo y Él con nosotros, convierte lo difícil en algo al alcance de nuestra voluntad y contando con su presencia, todo se suaviza. Viendo así las cosas y contando con quien lo hacemos, ¿hemos de tener miedo por los que junto a nosotros caminan a contracorriente? No nos dejemos contagiar de sus razones. No conducen a una meta que merezca la pena. Cofrade…, ¡adelante!, que tienes razones más que suficientes para decir que SI. Mira siempre de frente. Y eso lo vamos a hacer subiendo, aunque los del a CONTRACORRIENTE solo piensen en bajar. ¡Ánimo! "Estaré con vosotros".
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VIVIR Y CELEBRAR LA SEMANA SANTA EN TIEMPOS DE
Pandemia Pascual Díez Escanciano Canónigo Emérito del Cabildo de san Isidoro
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l centro y sentido último de la celebración cristiana de la Semana Santa es hacer memoria de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo
La dura experiencia de la Pandemia que está viviendo nuestra sociedad afecta directamente a las celebraciones religiosas de nuestra Semana Santa. Esta dolorosa situación produce un hondo vacío para la vivencia de la piedad popular al verse privada de las tradicionales procesiones que llenaban las calles y plazas de nuestra ciudad. La supresión de estas manifestaciones religiosas lleva también consigo el empobrecimiento de una cultura secular repleta de muchos y ricos valores humanos, religiosos y culturales. Baste citar la riqueza que encierra una Catequesis
viviente impartida con el lenguaje elocuente y significativo de bellas imágenes que transmiten la bondad y el sentido de los acontecimientos que representan; la calidad de bellísimos grupos escultóricos; la nobleza solemne de los tronos; el silencio orante de la multitud que contempla con mirada limpia los pasos, que reza, llora y aplaude; es digno de reconocer el testimonio de los braceros por su sacrificio callado y a veces dolorido; la exultante alegría que despiertan las bandas musicales; sin olvidar la entrega y esfuerzo ejemplar de las Cofradías, Cofrades y Braceros que velan celosamente por el orden y armonía de los desfiles procesionales. Todas estas manifestaciones de la piedad popular, que recuerdan los acontecimientos vividos por Jesús en los últimos días de su vida terrena,
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despiertan la memoria y avivan el fervor agradecido del pueblo creyente, y hasta suscitan interrogantes en muchos bautizados a través de los desfiles procesionales de la Semana Grande. Este año de pandemia son muchas las restricciones que impiden la puesta en escena de ese inmenso caudal religioso y cultural. Sin embargo, más allá de los recortes que nos imponen las circunstancias actuales, la Semana Santa encierra una vida perdurable y un poder invencible, sencillamente porque la Semana Santa no es iniciativa de los hombres, ni creación de la sabiduría humana, ni producto de una tradición cultural, sino que es una Iniciativa divina, el Proyecto de Salvación instituido por Dios que alcanza su momento culminante en
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las celebraciones sacramentales. Celebraciones instituidas por Jesús en los momentos supremos de su vida, que perpetúan y actualizan las mismas palabras y gestos del Señor Jesús, y que ha confiado solemnemente a sus discípulos para que sean repetidas hasta el final de los tiempos: “Haced esto en memoria mía”. Mandato de Jesús que cumple con fidelidad la Comunidad cristiana.
en la tarde en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía.
Quiero afirmar, sin embargo, que a pesar de las restricciones que impone la pandemia y el dolor y sufrimiento de una sociedad malherida por tan mortal enfermedad, los creyentes podemos vivir y celebrar con toda la riqueza salvadora de la Semana Santa en los acontecimientos centrales de la vida cristiana que constituyen el corazón de la Semana Santa o Triduo Pascual.
Jesús dirige su mirada a los discípulos y a todos los que a lo largo de los siglos le reconocerán como Maestro, y añade: “Amaos como Yo os he amado” Este será el distintivo de los hijos de Dios: por el amor os reconocerán como discípulos míos. Los hombres de hoy ¿reconocerán a los cristianos por nuestro amor a todos?
JUEVES SANTO. LA CENA DEL SEÑOR. “Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer” (Lc 22, 14) Tarde de amor. Asistimos a uno de los momentos más intensos del amor de Jesús a favor de la humanidad. Él mismo lo declara con entrañables palabras: “Sabiendo que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo los amó hasta el extremo” Tarde de entrega. Jesús, para mantener vivo el fuego que arde en su corazón, decide perpetuar su presencia entre nosotros en la Eucaristía: Banquete de amor, Mesa de hermandad, manantial de vida divina. Las palabras del apóstol san Pablo nos descubren con claridad y belleza los sentimientos de su corazón: “El Señor Jesús,
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto, cada vez que lo bebáis, en memoria mía”
VIERNES SANTO: ¡OH CRUZ, TE ADORAMOS! “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen” Nuestra mirada queda clavada el Viernes Santo en la Cruz de Cristo, suprema expresión del amor de Dios a los hombres y signo de victoria sobre el poder del mal en el mundo y en corazón humano. Miramos con los ojos del corazón y contemplamos el Rostro del crucificado. En esta Cruz están clavados nuestros pecados: de esta Cruz brotan las aguas que purifican los corazones, manan ríos de misericordia y de perdón, nacen manantiales que apagan los odios y llenan de vida y de paz las palabras de los hombres, las actitudes de los hombres, las obras de los hombres. Por eso “hay cantos de victoria en las tiendas de los justos”, que cantan y rezan: ¡Oh Cruz, tú nos salvarás!
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Al celebrar este día la Pasión y Muerte de Cristo, con mirada de fe descubrimos que es una Cruz Gloriosa: el Signo de Victoria sobre el mal del mundo, Señal de Perdón para el pecado del hombre. Los cristianos exaltamos y adoramos la Cruz no como instrumento de suplicio. Los creyentes celebramos y adoramos la Cruz como la suprema expresión del amor de Dios, llevado hasta el extremo en la muerte de Jesús. Al adorar la Cruz de Cristo nuestra mirada se extiende a tantas mujeres y hombres y niños torturados y marginados de la historia, y nos urge a ser solidarios con tantos hermanos que viven enfermedad, violencia, exclusión, abandono, pobreza, agonía y muerte en la más dura soledad. Por eso ante la Cruz elevamos nuestra plegaria suplicante a favor de todos los hombres, para que los frutos que nacen de la Cruz de Cristo lleguen a todos los hombres. Y escuchamos las SIETE palabras pronunciadas por Cristo desde el trono de la Cruz que abren horizontes de Victoria, de Vida y Libertad para la humanidad. SÁBADO SANTO: MARÍA JUNTO A LA CRUZ “Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu Madre” (Jon. 19, 26) Sábado Santo, día del gran silencio: la Iglesia contemplando la soledad y sufrimientos de la Virgen María espera en oración vigilante y esperanzada. Los creyentes escuchamos con religioso silencio, la tercera palabra de Cristo moribundo en la Cruz:
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses”
• Otro signo: la Palabra, con la que esta Noche proclamamos las maravillas realizadas por Dios en la historia de los hombres y en nuestra vida personal. Por su Palabra, el Resucitado se hace presente en medio de la Comunidad y entra en comunión con cada uno de nosotros. • El tercer Gran signo de esta Vigilia somos nosotros: “los bautizados”. Incorporados a Cristo por el Bautismo nos despojamos de los harapos del mal y nos revestimos de sus sentimientos. Así lo afirmamos al renovar las promesas de nuestro Bautismo: somos criaturas nuevas, “signos vivos” de Jesús muerto y resucitado en medio de la comunidad y en el mundo. • El Signo supremo es el mismo Jesús Resucitado que se hace presente de forma privilegiada en la Eucaristía “partiendo el Pan”, “compartiendo la Copa”, signos de su Cuerpo entregado y de su Sangre derramada: “Banquete sagrado en el que se celebra el Memorial de la Pascua de Jesús” “Junto a la cruz de Jesús estaba su madre, la hermana de su madre María la de Cleofás y María Magdalena. Jesús al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo.
VIGILIA PASCUAL: ¡ RESUCITÓ! Y ESTÁ CON NOSOTROS “Alégrese nuestra madre la Iglesia, revestida de brillante claridad”
Luego dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa”. Esta es la “Hora” en la que María vive con indecible intensidad la profecía de Simeón: “una espada de dolor traspasará tu corazón”.
Con estas palabras abre el Pregón pascual la celebración más Solemne de todas la Vigilias para anunciar la Resurrección de Jesús, que es nuestra Pascua.
Esta es la “hora” en la que Jesús nos confía al cuidado de su Madre cuando le dice: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” Y este hijo somos cada uno de nosotros. Esta es la “hora” en la que María acepta la misión de recibir ser Madre de todos los renacidos como hijos de Dios por la muerte y resurrección de su Hijo.
• Cuatro son los signos de esta Solemne Vigilia con que los bautizados celebramos y participamos de la Pascua de Jesús: El Cirio Pascual: Es el Gran Signo de Cristo resucitado y glorioso. En la luz del Cirio Pascual, signo de la vida nueva y gloriosa, ganada por la muerte y resurrección de Cristo renovamos nuestro Bautismo.
Desde aquel instante María “con amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y se hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada”. María, que vivió con Jesús el misterio de la Pascua, acompaña ahora a la comunidad cristiana. Así lo canta y lo vive la Iglesia en cada Eucaristía: “En comunión con la Virgen María, la Madre de Dios celebramos el memorial de la Pascua de Jesús”. Ojalá al revivir en silencio este acontecimiento dejemos que los ojos misericordiosos de nuestra Madre nos miren siempre con cariño, y clamemos con plena confianza: “Muéstranos a Jesús vivo y glorioso, que herencia es”. 28
Atentos a estas señales, somos invitados a celebrar y vivir la Semana Santa en toda su riqueza, aunque estemos en Pandemia. El Sábado de Pasión quitará el precinto y se abrirán las puertas del Cielo para ver a Jesucristo y a la Virgen Santa María recorriendo solemnemente las calles y plazas de nuestra ciudad leonesa durante ocho días. La Semana de Pasión la llevamos en lo más profundo de nuestras almas, así nos la transmitieron gozosamente nuestros padres y nuestros abuelos, movidos por la fe y el amor a Cristo y a su bendita Madre. Ese amor a Dios y a nuestra Madre de la Piedad quiero compartir especialmente con todos los actores que, con esfuerzo generoso, habéis recogido la antorcha encendida y, año tras año, fortalecéis la llama con piadosa dedicación.
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Que es la verdad ( Jn. 18,38)
Telmo Díez Villarroel Presidente de la Comisión de control del Instituto para la Sustentación del Clero
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acer una pregunta es fácil; no así contestarla. Se pregunta para conocer lo que se ignora, lo que se desconoce. Se pregunta porque se quiere saber.
El deseo de saber es legítimo; en ocasiones sano y a veces morboso. El deseo de saber es el apetito de la inteligencia, como el deseo de comer es el apetito del estómago. Uno y otro no satisfechos producen a la larga la pérdida de vitalidad y más a la larga, la muerte. Satisfacer ambos apetitos es vitalizar la mente y el cuerpo. Mi apetito intelectual me acucia a buscar las verdades y, en último término, la Verdad. Y, como todas las verdades se sustentan en la Verdad, es lógico y natural que yo, que esto escribo, empiece por preguntar y preguntarme: ¿Qué o quién es la Verdad? La teología cristiana y la revelación me responden que Dios es la Verdad. La Verdad con mayúscula, como su nombre personal. Y que toda otra verdad nace de esta y en ella se sustenta y adquiere consistencia y validez. Estoy de acuerdo. Pero ahora me pregunto: ¿Quién es Dios? ¿Qué método o camino tengo que seguir para llegar a Él y en Él a la Verdad? Aquí me encuentro con mi primera pregunta, origen de mi principal ignorancia. ¿Es posible al hombre llegar al conocimiento de Dios, de la Verdad? ¿Me sirven las vías inductivas y deductivas de que me sirvo para conocer las verdades? ¿Estas mismas, conocidas, desembocan en el conocimiento de la Verdad-Dios? Dios es un nombre propio, propio y exclusivo. Una persona que en su exclusividad no puede tener otra igual. Recibo la primera respuesta que de alguna manera engloba todos los interrogantes hasta aquí formulados, y que son muchos. La respuesta me viene de la Revelación. Dios mismo ha dicho quién es y cómo es, pero a Dios nadie lo ha visto ni lo verá jamás mientras mantengamos esta vida temporal y peregrinemos por este valle de lágrimas. Un hombre de hace miles de años, por nombre Moisés, hablaba con Dios cara a cara, a decir de la revelación, y, en nombre del pueblo que capitaneaba, le preguntó: ¿Tú,
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quién eres? Y esta fue su respuesta: «Yo soy el que soy» Y añadió: «Esto dirás a tu gente, a tu pueblo: «Yo soy» me envía a vosotros». Ya tenemos una respuesta. Dios es «YO SOY». Me atreveré a dar mi interpretación personal a una respuesta de Dios a primera vista un tanto evasiva y desconcertante. Yo soy es primera persona del singular del verbo sustantivo Ser. Si Dios se identifica con esta primera persona y, como ya he dicho, Dios es uno solo, sin otro que lo iguale o lo desplace, se queda en el SOY que no tiene otro tiempo ni pasado ni futuro; es decir, Dios es eterno. Así entendidas las cosas, Dios es el Absoluto, el Yo sustancial y eterno, el que está fuera de todo cómputo y, en consecuencia, el que no envejece porque en Él nada es antes ni después. Dios es un «ahora» inmanente y eterno. Las fuentes de conocimiento para el hombre son sus propios sentidos corporales: lo que ve, lo que oye, lo que toca, lo que gusta y lo que huele. Para el conocimiento de Dios solo sirve al hombre el oído. Dios es invisible, no se le puede tocar ni gustar ni oler.
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y el padre somos uno». Y casi a renglón seguido, en el capítulo 12, pone de nuevo en boca de Jesús: «El que me ve a mí, ve al Padre». Jesús se proclama así imagen viviente del Padre invisible. Esto no me cuesta mucho entenderlo y, por supuesto, creerlo. El camino, pues, queda despejado. Del conocimiento de Jesús pasamos al conocimiento del Padre, y de ahí, al amor; y del amor, a la visión, como en un espejo en el tiempo, y cara a cara en la eternidad.
En el sagrado libro Éxodo, cap.33. 18 y ss. Leo: «Moisés dijo al Señor: “déjame ver tu gloria”. El señor le respondió: “mi rostro no puedes verlo. Nadie puede verme y quedar con vida”». Esto dijo Dios a Moisés. San Juan por su parte nos dice en el primer capítulo de su evangelio con expresión enfática: «A Dios nadie lo ha visto jamás». Está claro: donde no llegan los sentidos corporales allí empieza el campo de la fe, la que nos viene, esta sí, por el oído. La fe se hace así fuerte y camino para llegar al conocimiento de Dios, no a la visión: esto queda para más allá de nuestra vida temporal. El que «a Dios nadie lo ha visto jamás» no niega su existencia, más bien la afirma en su unicidad y aseidad. Y aquí entra la fe no como remedio de nuestra incapacidad para ver a Dios sino como subsidio de la propia incapacidad para abrirnos el paso a otro camino de conocimiento llevados de la mano de la revelación y de Jesucristo que en el texto arriba indicado «nos lo ha dado a conocer». Él, Jesucristo, es el camino seguro para llegar al conocimiento de Dios. San Lucas en el capítulo 10 de su evangelio afirma: «Nadie sabe quién es el Hijo sino el Padre, ni quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Y para que todo quede bien claro y despeje todo sentimiento de duda, San Juan en el capítulo 10 de su evangelio nos dice, poniendo las palabras en la boca de Jesús: «Yo
Habrá que añadir aquí a todo esto que Dios se hizo corporalmente visible al hombre en la persona de su Hijo, Dios con Él y como Él, encarnado y humanado en las purísimas entrañas de una jovencita virgen, tan virgen, que, por un privilegio singular, fue preservada de pecado original para que la carne y la sangre que iba a dar al niño Dios no mancillaran la divinidad purísima y santísima que le era consustancial. Todo esto sucede al margen de todas las leyes naturales bajo las cuales se rige y gobierna toda vida sobre el planeta Tierra; y nos introduce en un orden nuevo y sobrenatural regido y gobernado por la omnipotencia y omnipresencia de un Ser en el que todo tiene origen y al que todo está sometido. Este Ser se autodefine como «Yo soy», según hemos visto. De nuevo la fe se impone aquí al hombre, al buscador de la Verdad, al tener que admitir que este Ser lo es en sí mismo, sin procedencia de otro, sin principio ni fin, eterna vida sin etapas vitales, sin pasado ni futuro, sino presencia inmanente. Toda vida orgánica y material viene de otra, y esta de otra, en una cadena sucesiva que se remonta a las edades sin tiempos. La Vida, que es Dios, Vida y Verdad sustancial, es Vida y Verdad al margen de toda contingencia de tiempo y lugar, de presente y de futuro, de antes y después. Después de todo esto vuelvo sobre la pregunta que me hice al principio y que me ha traído hasta aquí en su seguimiento: ¿Qué o quién es la verdad? Esta misma pregunta se la hizo Pilato a Jesús a punto de dar sentencia de condenación a muerte contra Él. La pregunta quedó sin respuesta. ¿Cómo iba a comprender Pilato que la verdad era la propia persona que tenía ante él, en la que no encontró delito alguno, a pesar de lo cual lo entrega al pueblo para que lo lleve a la Cruz?
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Por Que Bendecir Luis García Gutiérrez Canónigo archivero y director del Museo de san Isidoro Delegado Diocesano de Liturgia
«Bendecid…; bendecid, sí, no maldigáis» Rom 12, 14 una circularidad, pues Dios, que es la fuente de toda bendición, bendice al hombre y éste a su vez bendice (alaba) a Dios. En este sentido podemos traer a la memoria la fórmula de bendición de la mesa que resume de forma concisa y exacta esta reflexión en sólo dos palabras latinas: «Benedictus benedicat» (que el Bendito [nos] bendiga). Ahora bien, partiendo de estas no poco importantes consideraciones bíblico-teológicas, hay que considerar igualmente que las bendiciones forman parte del complejo entramado litúrgico de la Iglesia. Son verdaderas celebraciones litúrgicas, cuya ritualidad está regulada en orden a su correcta celebración: el ministro competente, el libro litúrgico para su celebración (el Bendicional), la eucología y la Palabra de Dios que ha de ser proclamada, etc. Estas particularidades litúrgicas ofrecen una rica reflexión sobre el significado, valor y alcance de las bendiciones, como veremos más adelante. INTRODUCCIÓN «¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel!». Éstas son las primeras palabras del hermoso cántico que el evangelista san Lucas (1, 68-79) pone en labios de Zacarías, el Padre de san Juan Bautista, y que la Iglesia recita cada mañana en la oración litúrgica de las Laudes. Dios es el objeto de la bendición de los hombres, que reconocemos las abundantes intervenciones maravillosas a favor de cada uno: en este caso la bendición es sinónima de alabanza. A su vez, estas acciones divinas son también bendiciones. Así, por ejemplo, el Señor promete a Abrán una tierra y una descendencia, y lo hace en forma de bendición que se extenderá a todos los pueblos: «Haré de ti una gran nación, te bendeciré, haré famoso tu nombre y serás una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan, y en ti serán benditas todas las familias de la tierra» (Gén 12, 2-3). Con estos dos significativos ejemplos se explicita que la bendición en la Sagrada Escritura es una realidad compleja y profunda, y que tiene una doble dirección: ascendente y descendente. De esta forma se delinea
LOS SACRAMENTALES Además, es conveniente encuadrar las bendiciones en el conjunto de los sacramentales, muchos de ellos, quizá, desconocidos o, en algunos casos, mal interpretados. Las bendiciones ocupan su lugar propio entre el resto de los sacramentales: la dedicación de Iglesias y altares, la profesión religiosa, los exorcismos, la consagración de vírgenes o las exequias. Todos ellos constituyen el grupo de los sacramentales de la Iglesia, por ella instituidos y destinados a santificar las realidades de los hombres, como si de una extensión de los sacramentos se tratara. Merece la pena que los cristianos adquiramos un mayor conocimiento sobre ellos y sepamos valorarlos convenientemente. El Concilio Vaticano II ofrece esta descripción de los sacramentales: «La santa madre Iglesia instituyó los sacramentales. Estos son signos sagrados creados según el modelo de los sacramentos, por medio de los cuales se expresan efectos, sobre todo de carácter espiritual, obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los 32
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sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida» (Constitución Sacrosanctum Concilium, nº 60). De esta manera tan sintética se recogen magistralmente las principales características de los sacramentales, los cuales se entienden mejor cuando son puestos en relación con los sacramentos: • los sacramentales son «creados» por la Iglesia, mientras que los sacramentos son instituidos por Cristo mismo. • por esta razón, el número de los primeros puede variar; en cambio, el septenario sacramental no está sometido a cambio: «son siete los sacramentos, ni más ni menos» (Dz 1601). • El efecto de los primeros se produce por la intercesión de los creyentes y es de tipo espiritual, dependen de la fe o de la santidad del ministro o del sujeto (en lenguaje clásico diríamos: «ex opere operantis»); en cambio, los sacramentos actúan «ex opere operato»; es decir, producen su efecto objetivamente por propia e íntima eficacia. • Los siete sacramentos «corresponden a todas las etapas y todos los momentos importantes de la vida del cristiano: dan nacimiento y crecimiento, curación y misión a la vida de fe de los cristianos» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1210); por su parte, los sacramentales, como girando en las órbitas de los sacramentos y tomando la fuerza de ellos por medio de una «sacramentalidad difusa», llegan a las realidades más cotidianas de los hombres para santificarlas y llenarlas de la óptica de la fe y la vida de la Iglesia. Todo lo dicho referido a los sacramentales puede aplicarse, y en ocasiones de manera eminente, a las bendiciones. Además, claro está, tienen sus particularidades específicas que describiremos seguidamente. BREVE HISTORIA DE LAS BENDICIONES Las bendiciones no han estado exentas de la evolución de la reflexión teológica de la Iglesia y de los avatares históricos en lo que a la acción sacramental y litúrgica se refiere. En los primeros siglos cristianos el sentido de la bendición es una alabanza y glorificación a Dios y él, a su 33
vez, llena de su bendición a la persona o la cosa para una acción buena o para un uso justo o salvador. Estaban vinculadas directamente con la gran bendición por excelencia que es la Eucaristía: baste citar, por ejemplo, la bendición de la leche, la miel y el agua para la celebración bautismal que tenía lugar durante la noche de la Pascua en el contexto de la celebración eucarística; en otros casos, las bendiciones tenían lugar después de la plegaria eucarística. Las cosas que se bendecían estaban relacionadas fundamentalmente con los alimentos pues se entendía que todos los bienes de la creación estaban también afectados por la redención de Jesucristo y que, en su uso, por los creyentes participan también o colaboran en la gracia y la bondad de la creación. Finalmente hay que hacer notar que la bendición no implicaba una «separación» o «sacralización» de la persona u objeto bendecido sino un signo de la protección y del amor de Dios hacia los hombres. Durante la Edad Media se produjo un desarrollo grandísimo en lo que se refiere a las bendiciones, pero, al mismo tiempo, se cayó en un progresivo olvido de su sentido más primitivo. Su multiplicación fue inmensa: todo debía ser bendecido para liberar a los hombres, animales y cosas del influjo del pecado o para cambiar su naturaleza corrompida. Ello es fruto de la muy pobre y negativa concepción sobre el hombre y sobre la creación que subyacía en la reflexión teológica, trasladada así a la piedad de los fieles. El concepto de alabanza y acción de gracias a Dios está totalmente ausente; se olvidan las referencias bíblicas en las plegarias de bendición y aparece con fuerza la petición de mediación de los santos, que tanta devoción tuvieron en la Edad Media. Este empobrecimiento fue exigiendo progresivamente una renovación y purificación de los ritos para bendecir, cosa que fue realizándose a lo largo de los siglos y que llegó a su culminación con la publicación del actual Bendicional en el año 1984, actuándose así la reforma litúrgica auspiciada por el Concilio Vaticano II. VISIÓN ACTUAL DE LAS BENDICIONES Las Orientaciones Generales del libro litúrgico para las bendiciones, el Bendicional, ofrecen una preciosa síntesis de la visión actual de este sacramental en la vida
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de la Iglesia. Allí se destacan los siguientes principios: 1. Dios, que es bendito, es la fuente de toda bendición. Además, con la encarnación del Hijo de Dios, que asume la condición humana en sí, todas las realidades de las personas son bendecidas; al mismo tiempo, los hombres también bendicen a Dios. Se subraya así la doble direccionalidad de la bendición, que ya hemos valorado siguiendo la tradición bíblica: «Cuando es Dios quien bendice, ya sea por sí mismo, ya sea por otros, se promete siempre la ayuda del Señor, se anuncia su gracia, se proclama su fidelidad a la alianza. Cuando son los hombres los que bendicen, lo alaban proclamando su bondad y su misericordia» (nº 6). 2. En consonancia con el punto anterior, las orientaciones establecen en el magnífico número siete, una interesante jerarquía de las bendiciones: Dios, los hombres, las cosas. Dice así: «Las bendiciones miran primaria y principalmente a Dios, cuya grandeza y bondad ensalzan; pero, en cuanto que comunican los beneficios de Dios, miran también a los hombres, a los que Dios rige y protege con su providencia; pero también se dirigen a las cosas creadas, con cuya abundancia y variedad Dios bendice al hombre». En efecto, la organización del Bendicional sigue esta distribución, dando prioridad a las bendiciones que se refieren directamente a las personas por encima de los lugares y las cosas. Más aún, incluso en las bendiciones de los animales, lugares y cosas, se tiene presente y mira ante todo a las personas que los usarán. Baste citar como ejemplo la plegaria de bendición de un vehículo: «Dios todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, que, en tu gran sabiduría, encomendaste al hombre hacer cosas grandes y bellas, te pedimos por los que usen este vehículo: que recorran su camino con precaución y seguridad, eviten todo imprudencia peligrosa para los otros, y, tanto si viajan por placer o por necesidad, experimenten siempre la compañía de Cristo». 3. En la Eucaristía la Iglesia recibe toda bendición de Dios y, desde el Misterio Pascual celebrado, la misma Iglesia se convierte en sacramento universal de salvación y por ello en una bendición para el mundo. Como se ve, este principio recoge la práctica más antigua en la que la Eucaristía era el «lugar natural» de las bendiciones; en la actualidad no tanto en cuanto su celebración ritual (que ciertamente es posible en casi todas) sino más bien en cuanto a su fuente, por ser este sacramento central en la vida de la Iglesia.
4. Las bendiciones se apoyan en la Palabra de Dios, se celebran en la fe y prolongan la vida nueva que se inicia y perfecciona con los sacramentos (nº 10). Al relacionar las bendiciones con la fe, la palabra de Dios y los sacramentos, el Bendicional inserta el acontecimiento de las bendiciones en el conjunto y contexto más amplio de la vida cristiana y no al margen de ella. Esto tiene unas consecuencias pastorales muy importantes: habría que preguntarse por la utilidad, provecho y conveniencia de las bendiciones que se solicitan por tradición familiar o social o, mucho peor, por superstición. En este último sentido, el número 19 advierte del peligro de la superstición y ofrece el remedio para ella: «Es muy importante que el pueblo de Dios sea instruido acerca del verdadero significado de los ritos y preces que emplea la Iglesia en las
bendiciones, para que en la celebración sagrada no se introduzca ningún elemento de tipo supersticioso o devana credulidad que pueda lesionar la pureza de la fe». Así mismo, el número 27, recogiendo el espíritu de la reforma litúrgica que impide la existencia de rito alguno sin palabra de Dios proclamada, expresa la prohibición de separar los signos de las bendiciones (generalmente la señal de la cruz) de la palabra de Dios o de las plegarias correspondientes. En efecto, en todo rito, la palabra y los gestos se necesitan y se explican e interpretan mutuamente, y esto es más necesario aun en las bendiciones en orden a evitar la superstición: «Aunque los signos empleados en las bendiciones, y principalmente el signo de la cruz, expresan una cierta evangelización y comunicación de la fe, para hacer más activa la participación y 34
evitar el peligro de superstición, normalmente no está permitido dar la bendición de cosas y lugares con el solo signo externo, sin ningún acompañamiento de la palabra de Dios o de alguna plegaria». 5. Es importante considerar el efecto que producen las bendiciones. Ya hemos afirmado anteriormente que las bendiciones producen su efecto por la intercesión de los creyentes; por lo tanto, este efecto depende de la fe o de la santidad del ministro o del sujeto. Entonces el objeto de este sacramental es el conducir la realidad del hombre (en todos sus momentos y en todas sus expresiones) a Dios y a su salvación en Cristo, a través de la alabanza y en orden a la santificación de todo el hombre y de toda cosa creada: «la Iglesia trata de que la celebración de la bendición redunde verdaderamente en alabanza y glorificación de Dios y se ordena el provecho espiritual de su pueblo… las fórmulas de bendición tienden como objetivo principal a glorificar a Dios por sus dones, impetrar sus beneficios y alejar del mundo el poder del maligno» (nº 11). Así pues, las bendiciones no pueden presentarse como un intento casi mágico de una transformación de las personas o cosas bendecidas en orden a elevarlas por encima de la no bendecida. Por el contrario, la bendición exige al hombre vivir santamente: «El hombre, en cuyo favor Dios lo quiso y lo hizo todo bien, es el receptáculo de su sabiduría y por eso, con los ritos de la bendición, el hombre trata de manifestar que utiliza de tal manera las cosas creadas que, con su uso, busca Dios, ama a Dios y le sirve con fidelidad como único ser supremo» (nº 12). Es muy significativa la bendición de una imagen de nuestro Señor Jesucristo que, después de recorrer algunos episodios de la vida terrena de Cristo, pide: «Que tus hijos, al venerar esta imagen de Cristo, tengan los sentimientos propios de Cristo Jesús y, ya que son imagen del hombre terreno, sean un día también imagen del hombre celestial. Que tu Hijo sea para ellos, Padre, el camino por el que vayan hacia ti; la verdad que ilumine sus corazones, la vida de que se alimenten y vivan; que él sea para ellos la luz que disipe las tinieblas del camino, la piedra en la que descansen al fatigarse, la puerta por la que sean admitidos en la nueva Jerusalén». Sería necesario e interesante ahora un estudio más pormenorizado del contenido completo del Bendicional, sin embargo, excede nuestro espacio y propósito. Concluyo deseando para todos los cristianos el mensaje que el Catecismo de la Iglesia Católica nos deja en un perdido número cuando aborda el tema de los sacramentales: «Todo bautizado es llamado a ser una bendición y a bendecir» (nº 1669).
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Hablar a Dios Luis Miguel Álvarez Domínguez Presidente del Consejo Diocesano de la Adoración Nocturna de León
«Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre que ve en lo secreto, te lo recompensará.» (Mt. 6,6) El hombre es un ser sociable que se desarrolla, en gran parte, gracias al contacto y la relación que establece con los demás y con su entorno. En este tiempo nuevo, tiempo de cambios, tiempo de confinamientos, de restricciones y limitaciones hemos tenido que normalizar muchas cosas que antes eran extraordinarias. Para poder paliar esa necesidad de contacto y proximidad todos nos hemos lanzado a las videollamadas, a las redes sociales, … Con estas nuevas tecnologías podemos mermar nuestra necesidad de contacto social. Pero hay otra necesidad del hombre, interior y más arraigada, es esa necesidad de trascender, es la necesidad de Dios. En estos momentos cada vez apartamos más a Dios de nuestro mundo. La gran mayoría sólo se acuerdan de Él en momentos difíciles. No se siente esa necesidad de Dios porque se ha guardado en lo más profundo o porque no queremos mirar en nuestro interior no sea que nos disguste lo que veamos. Pero esto no significa que no tengamos necesidad de Dios. Hemos de despertar ese deseo de encontrar a Dios y para ello tenemos la oración. Porque la oración es «un lugar santo en el que Dios acoge al hombre para hablarle al corazón y estrecharle con su amor tierno y fuerte a la vez» (Henri Caffarel). ORAR Muchos son los que han intentado explicar qué es la oración. La oración no es un simple medio de conseguir algo, más bien es un “hecho” importante en la vida del cristiano. Una parte importante del testimonio cristiano es rezar o, mejor expresado por Miguel Estradé: «La oración crea un clima de atención a Dios, a su Palabra, que va reduciendo nuestro egoísmo y nos hace más aptos para la atención a los demás. La oración nos enseña los caminos de la comunión con Dios y nos dispone para la comunión con los
hombres. El diálogo con Dios, que se desarrolla en lo más íntimo de nuestro corazón, nos dispone para el auténtico diálogo con los demás».
La mejor escuela de oración es la práctica, quitar el miedo y arrancar. Todos somos capaces de orar porque Dios está cerca de nosotros, nos conoce y nos espera. No hacen falta grandes discursos, basta con hablarle sencillamente, «las palabras en la oración contemplativa no son discursos, sino ramillas que alimentan el fuego del amor» (CIC 2717).
Pila bautismal – Basílica de San Isidoro
Pero tampoco pensemos en la oración como algo extraordinario, no hace falta salirse del mundo; basta con dialogar con Dios desde nuestro mundo ordinario, desde nuestra vida sencilla. Teresa de Jesús escribe: «No es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama». Es importante saber que, a través de la oración, el cristiano es capaz de experimentar personalmente esa presencia de Dios. Encontrar a Dios es el objetivo de la verdadera oración. Cada uno debemos buscar/recordar los momentos en los que hemos sido conscientes de esa presencia: arrodillados en silencio, con la música de Taizé, recitando los salmos, … o bien hay que probar algo nuevo. CÓMO HACERLO No hay una forma mejor que otra. La Iglesia identifica varios modos de orar tradicionales por los que podemos empezar para sentirnos cómodos. La oración vocal que se expresa como el hablar con un amigo. La meditación nos pide detenernos en el tiempo, buscar el recogimiento, el silencio y la reflexión. La contemplación busca orar desde lo ordinario, observando la creación en nuestro paseo diario. 35
Pero no debemos olvidar dos aspectos. Hay que conocerle bien, ser testigos, ser mensajeros del mensaje de Cristo, porque conocer a Dios suscita el amor a Dios: «como en el amor el conocimiento juega un papel esencial en nuestras relaciones con Dios, y singularmente en la oración. Hay que conocer para amar y conocer mejor para amar mejor» (H. Caffarel). Y tampoco debemos dejar de lado que la oración no deja de ser un don que hay que pedir. Para H. Caffarel «la oración no es un asunto de especialistas. Todos los cristianos deben vivir este anhelo, esta relación con Dios, a lo largo de su vida. Aunque no somos capaces por nosotros mismos. La práctica de la oración es un trabajo de Dios, un don de Dios. Pero también es una obra del hombre. El hombre debe cooperar con perseverancia. Es una ciencia que por lo tanto tiene leyes y técnicas. Es un arte, como la pintura, como tocar el piano. Y como en todas las artes, no podemos contentarnos con solo aprender la teoría, debemos aprender haciendo».
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Custodia Basílica de San Isidoro
Algunos consejos nos pueden venir bien. • Para rezar “hay que querer rezar”, es importante la voluntad, al igual que es importante estar atentos a Dios, dirigir a Él nuestros pensamientos. A veces, a pesar de nuestra buena voluntad, la oración no es como la esperamos, pero si es sincera, con nuestras facultades puestas hacia Él, será verdadera oración. • Es mejor fijarse un tiempo, es como una cita con Dios, Él me espera y yo salgo a su encuentro. Hay que ser disciplinado, buscar un tiempo fijo, un momento de calma. Decía Manuel Iceta «es importante el principio porque es difícil pasar de repente del juego, del estudio, del trabajo a la oración. Suelo decir que para orar hay que saber empezar. Dejar de lado lo demás y decirle al Dios presente: ¡Aquí está tu Juan!». • Busca un lugar adecuado que te permita estar tranquilo. No tiene que ser una iglesia; tu habitación u otro lugar de la casa también son perfectos. Puedes prepararlo con una vela, un icono, un crucifijo, … • Para comenzar puede ser mejor una organización o rito concretos, una manera fija de orar. Esto nos facilita las cosas y nos ayuda a “coger ritmo”. Las oraciones ya hechas, las rituales, nos ayudan a que, más tarde, podamos hacer una oración vocal expresada con nuestras propias palabras. Apóyate en la lectura de la Palabra: léela, reflexiona lo leído y piensa en qué te dice hoy a ti. • El cuerpo también forma parte de nuestra oración. Arrodíllate, junta las manos, cierra los ojos, o ábrelos al cielo, … Puedes orar con un baile, con los movimientos de los brazos… • Usa el silencio para poder escuchar a Dios que nos habla. Abre el corazón para que pueda moldearlo a su imagen.
• Dios nos mira y piensa en nosotros, se siente responsable de nosotros, cuéntale tus problemas. Pídele por ti o por tu familia, por los amigos o por los desconocidos. Ora por otros y entra en esa comunión de personas que junto a ti oran también. • Ora solo y ora en grupo, comparte tu oración, súmate a la oración parroquial. ADORAR Escribe Luis de Trelles, «si todas las acciones del hombre se rigen por el amor, ¿Qué será la adoración a Dios? Fácilmente adivinamos que es un acto de amor por excelencia». Adorar a Dios es alabarlo, exaltarle y reconocerle con respeto y sumisión. Adorar es postrarse y entregarse a Dios, dejarse irradiar por su presencia. Estamos abiertos a extender la oración en la adoración. La adoración es una actitud que compromete más a la persona, exige aunar nuestro corazón para sentir con Él. La adoración eucarística, ante la custodia, expresa la creencia en la presencia permanente de Cristo con nosotros. Adorar es disfrutar del regalo que supone la presencia real de Jesús en el Santísimo Sacramento, es acercarse a Él, conversar personalmente con Él, mirándonos los dos a los ojos. Si esa adoración es durante la noche, diría Luis de Trelles «¿a quién se le ocurre que haya de dejar el hombre su descanso para un asunto ligero o superficial? En proporción del sacrificio, es preciso que se produzca la utilidad práctica y que sea agradable a Dios y útil al prójimo». El que experimenta esa oración convertida en adoración, el que conversa con Él personalmente durante el silencio de la noche, en el interior de la Basílica, ante la luz que irradia esa custodia, no puede, a poco que ponga de su parte, más que sentir esa presencia de Dios. 36
"Así como en la pluma y en la tinta el alto con el bajo estilo existe, en folio o mármol, rica o vil se viste la forma, según quien la talla o pinta". Miguel Ángel
“HISTORIA Y ARTE” 37
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses”
Persuadir CON UN EJÉRCITO DE ÁNGELES
Beatriz Blasco Esquivias Catedrática de Historia del Arte, Universidad Complutense de Madrid Fig. 1. Autoría desconocida, Vida de Santa Rosa de Lima, h. 1675. Óleo sobre lienzo. Procedente de la capilla de Santa Rosa en Lima (Perú). Mercado del arte, Galería Peyton Wright (Santa Fe, Estados Unidos de América).
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n la conquista espiritual de América, las técnicas artísticas y la iconografía desempeñaron un papel primordial en manos de franciscanos y jesuitas para cristianizar a los nativos, fundiéndose en las representaciones religiosas la tradición artística occidental y la manera indígena de concebir la realidad y plasmarla en una imagen. Tras las primeras importaciones de artistas y obras europeos, durante el Barroco se consolidó en el inmenso virreinato del Perú un arte propio y distintivo, realizado por maestros indígenas o mestizos, que sintetizó las influencias europeas de Italia, España y Flandes con las raíces autóctonas precolombinas y originó un proceso de mestizaje cultural a gran escala cuyo principal exponente fue la escuela cusqueña de pintura1. Desde Cusco (gloriosa capital del imperio inca refundada por Pizarro en 1534) su influencia irradió al área andina, impulsada por la creciente actividad de pintores criollos, por la producción masiva de los talleres locales y por el auge comercial de la pintura religiosa, alcanzando su apogeo desde la segunda mitad del siglo XVII y en el XVIII. Cada vez más alejada del arte europeo, esta nueva pintura plasmó costumbres locales, retrató a caciques indios y representó cuadros genealógicos y heráldicos, aunque predominó la pintura religiosa. Man-
1 Este texto forma parte del libro de B. Blasco Esquivias, Introducción al arte Barroco. El gran teatro del mundo, Madrid, Cátedra, 2015, pp. 138-141.
teniendo los criterios de la iglesia militante, proliferaron entonces en América las imágenes piadosas y adoctrinadoras de Cristo (en diferentes etapas o misterios de su vida), de los santos del Nuevo Mundo (Rosa de Lima o Martín de Porres) y de María bajo muy diversas advocaciones, admitiéndose por parte de la Iglesia elementos sincréticos de dudosa ortodoxia con el fin de adaptar escenas y figuras a las circunstancias específicas del lugar y facilitar así su aceptación y su función catequizadora (fig. 1). Por esto resultó asimismo imprescindible -e inevitable- relajar en las nuevas escenas el uso de la perspectiva lineal y de otros convencionalismos europeos destinados a fingir el espacio tridimensional y a conferir naturalismo a la pintura; se prefirieron, en cambio, estereotipos humanos y perspectivas sencillas y arbitrarias y se incorporaron además elementos de la flora y la fauna locales, modelos simbólicos de las culturas autóctonas y figuras ingenuas y candorosas, a veces con rasgos nativos, cuyas ropas y aureolas se realzaban mediante la aplicación de oro sobre la pintura, según la refinada técnica cusqueña del «estofado» o «brocateado». El apogeo artístico y la superación del inicial furor iconoclasta hicieron posible la invención iconográfica y la recuperación de ciertas imágenes prohibidas en Europa desde el concilio de Trento (1545-1563). Respecto a estas últimas, se rescató la representación de la Trinidad trifacial o de rostro triple (vultus trifrons), que se había considerado herética en el concilio y 38
sería condenada por varios papas en los siglos XVII y XVIII, pese a lo cual siguió aceptándose en América por las ventajas didácticas que ofrecía para inculcar a los indios este precepto fundamental (fig. 2). En Perú y Bolivia, así como en México, tuvo más desarrollo desde mediados de 1600 el modelo de Trinidad antropomorfa e isomorfa, gracias a su capacidad pedagógica para expresar el dogma cristiano de la Trinidad o equivalencia entre las distintas personas que existen simultáneamente en la naturaleza única de Dios: formada por tres figuras sedentes de la misma edad, con vestidos similares, coronadas y sosteniendo el cetro en sus manos, esta fórmula evitaba además a los indígenas animistas la equívoca presencia de la paloma. La popular representación originó muchas variantes, según la invención del artista y la importancia que dieron las órdenes religiosas al culto trinitario, y a menudo se relacionó con la figura emblemática de la Virgen, que asumió un papel fundamental en la sociedad virreinal (fig. 3). En América del Sur (Cusco, Quito, La Paz y Potosí) predominó la versión conjunta de la coronación de la Inmaculada y la Trinidad isomorfa, aunque la movilidad artística impide fijar fronteras en el desarrollo de esta singular iconografía, que también tuvo difusión en Nueva España (México). Mayor repercusión y éxito tuvieron en el Altiplano las imágenes referidas al culto de los ángeles, que adquirió una extraordinaria popularidad desde 1660 y cuyos principales centros de difusión fueron Cusco y La Paz. La devoción, que
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses”
Fig. 2. Autoría desconocida, Trinidad trifacial, h. 1750-1770. Óleo sobre lienzo. Lima (Perú), Museo de Arte.
había venido desde España, se convirtió en una de las expresiones más genuinas del sincretismo espiritual e iconográfico, así como en una de las manifestaciones más originales de la piedad barroca, cuya difusión se llevó a cabo mediante series completas de ángeles militares y de ángeles o jerarquías celestiales, en su mayoría anónimas. Estos seres fascinantes -por lo general llenos de gracia, elegancia y originalidad- sintetizan, por un lado, la tradición cristina surgida en el Génesis y enriquecida luego con aportes muy diversos (libros apócrifos, religiones astrales del cercano oriente o neoplatonismo) y, por otro, la representación (o suplantación) simbólica de los espíritus elementales que adoraban los incas y constituían una especie de cohorte celestial, garante del orden cósmico, del movimiento de los astros y de sus relaciones con los humanos. La analogía entre los ángeles y los fenómenos celestes propiciaba el triunfo de la fe cristina sobre la idolatría astral, lo que ayuda a explicar su protección por parte de la Iglesia y su asombroso éxito entre la población indígena. De entre todas las representaciones angélicas, los arcángeles arcabuceros -lujosamente vestidos y armados de un arcabuz- constituyen uno de los hallazgos iconográficos más importantes y representativos de la escuela cusqueña, con una extraordinaria difusión en la zona andina (fig. 4). Por orden de Dios, los ángeles arcabuceros controlaban el rayo y el trueno, que habían sido adorados por los incas antes de su conversión, y evocaban también la milicia protectora del imperio español, empuñando sus armas en
Fig. 3. Autoría desconocida, La Coronación de la Virgen con la Trinidad isomorfa, siglo XVIII. Óleo sobre lienzo. Mercado del arte, Galería Peyton Wright (Santa Fe, Estados Unidos de América).
Fig. 5. Miguel de Santiago (1620-1706), Inmaculada Concepción con Eucaristía (y con Trinidad isomorfa). Óleo sobre lienzo. Quito (Ecuador), Museo Fray Pedro Gocial.
actitudes elegantes y explícitas que reproducían las maniobras descritas por algunos tratados flamencos de arcabucería para explicar el manejo de las armas de fuego2. 2 R. López Guzmán, Perú indígena y virreinal, Madrid, SEACEX, 2005.
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Fig. 4. José López de los Ríos (atribuido), Aspiel Aspetus Dei, h. 1660-1680. Óleo sobre lienzo. Bolivia, colección particular.
En el área de influencia de la Audiencia de Quito -actual Ecuador y sur de Colombia- se puede individuar también (no sin polémica por parte de algunos expertos) la escuela quiteña, caracterizada asimismo por la transculturización o «americanización» del arte europeo, gracias al papel de la Iglesia y de las cofradías españolas e indígenas en el mecenazgo y producción de imágenes persuasivas y conmovedoras para estimular la devoción y adoctrinar a los nativos3. Quito destaca por la cantidad y calidad de artistas y artesanos indígenas que aprendieron pintura e imaginería en la escuela franciscana de San Andrés, fundada en 1552, y vivieron en el Barroco su edad de oro. Sin el preciosismo, ingenuidad y autonomía de la pintura cusqueña, la de Quito incorporó también figuras con rasgos, atuendos y símbolos indígenas, así como paisajes andinos, vegetación, animales, personajes y costumbres locales, pero combinados con formas y modelos de origen europeo. Su principal artista fue el mestizo Miguel de Santiago (1633-1706), que, además de pintar en sus escenas paisaje, flora, fauna y mobiliario quiteños, fue el principal intérprete de la devoción local a la Inmaculada Concepción, con iconografías tan singulares como La Virgen alada del Apocalipsis o la Inmaculada Concepción (con Trinidad isomorfa) del convento de San Francisco (fig. 5). 3 J. Gutiérrez Haces, J. Brown, Pintura de los reinos: identidades compartidas: territorios del mundo hispánico, siglos XVI-XVIII, México, Fomento Cultural Banamex, 2008.
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses”
María Jesús García Armesto Historiadora Orientalista
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esde la más remota antigüedad, los seres humanos se han esforzado en que sus relaciones con los mundos –y sus habitantes- no físicos, le fueran lo más beneficiosas posibles, bien en una línea propiciatoria, para ayudarle, bien en una línea protectora, para evitar los ataques de las fuerzas oscuras, o para poder salir de ellos sin gran menoscabo. Para ello vamos a hacer una breve descripción de tres variantes utilizadas para la protección de las personas, de sus animales y de sus bienes: los conjuros, los escapularios y las cédulas benditas.
CONJUROS, ESCAPULARIOS Y CÉDULAS BENDITAS Oración de Nuestra Señora Santa Marta para la Defensa del Cuerpo “¡Oh! Santa Marta bendita muy querida y digna de Dios eres, que hasta en el monte Tabor entraste y con la Gran Serpiente te encontraste, con el cinto de la Madre de Dios la ligaste y la ataste Así ligando el corazón de todos mis enemigos que vinieran contra mí en el nombre del Padre Eterno y la Santísima Trinidad” (3 Credos).
CONJUROS Un conjuro es una fórmula con la que se pretende realizar diversos actos mágicos: elaborar un hechizo, invocar una divinidad o una fuerza sobrenatural para pedir su intervención, o exorcizar y ahuyentar el mal.
Oración para el dolor de muelas “Estaba Santa Verónica sentada en una piedra, pasó la Virgen y le dijo ¿qué tiene fulano de tal? Un fuerte dolor de muelas y no lo puede resistir. El hábito resistente y el cordón que te di para que no rabies de ninguna muela ni de ningún diente. Amén. Jesús” (Tres Ave Marías y tres Padre Nuestros). Oración para enfermedades diversas “Cuando Jesucristo vino al Mundo no había descompostura, ni manco, ni cojo ¡Qué mueran las descomposturas! y ¡Viva María!”. (Tres Credos, si no está muy afectado, si está muy afectado nueve Credos). Conjuro para múltiples propósitos En cualquier lugar donde los caminos se crucen, haga un círculo en el suelo, pronúnciese la Clavícula de Salomón y el nombre del Ángel al que se quiera llamar.
Los conjuros se forman mediante una serie de frases o palabras mágicas, siendo supuestamente más poderosos si se realizan en hebreo, en latín o en griego. El conjuro más conocido popularmente seria la palabra Abrakadabra. También son populares las rimas y versos como conjuros.
Usted debe situarse en el centro del círculo. Le aconsejo hacer este trabajo el día de Viernes Santo a las doce de la noche. Le insinúo la idea de llamar a Adonai. Tal Ángel puede hacerse visible y tangible a sus sentidos. No tema, hable tranquilamente con el invocado y exprese sus necesidades
La mayor parte de antiguos conjuros mágicos fueron destruidos en muchas culturas tras el éxito de las grandes religiones monoteístas: Judaísmo, Cristianismo e Islam, que suelen asociar las actividades mágicas con las fuerzas demoníacas.
Clavícula de Salomón “Per Adonai Elohim, Adonai Jehová, Adonai Sabaot, Metratón, on agla, Adonai Mathom…veni, veni, veni”. Con esta Clavícula se debe invocar a los Ángeles.
Alguno de los ejemplos más relevantes de antiguos conjuros conservados se encuentran en el Libro de los Muertos del Antiguo Egipto y describen los rituales mágicos que acompañaban los procesos de embalsamamiento, enterramiento y desplazamiento del difunto por el Reino de las Sombras. Hay todo tipo de conjuros, desde el popular e infantil: “Sana, sana, colita de rana…” hasta fórmulas más elaboradas como las siguientes: 40
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Este conjuro fue muy utilizado en la Edad Media y está basado en la tradición de que Salomón, en su Sabiduría, creó fórmulas para que los espíritus, tanto angélicos como demoníacos, le obedecieran. Igualmente, existían múltiples conjuros para protegerse de los fenómenos meteorológicos y de las plagas del campo. El más famoso fue “Libro de conjuros de Ximenez contra todas Tempestades”.
aprobados e indulgenciados por la Iglesia. Pretenden recordar, a quienes los llevan, los deberes e ideales de la orden correspondiente. Promesas vinculadas al Escapulario de la Virgen del Carmen En algunos casos, el uso del escapulario se acompaña de promesas como la protección de la condena eterna o algunos otros privilegios. Esas promesas se dan en un cuadro de revelaciones personales a miembros de la orden a partir de visiones. El más difundido de entre todos los escapularios es el de la Virgen del Carmen, que cuenta con el llamado privilegio sabatino: existe la tradición de que la Virgen, a los que mueran con el Santo Escapulario y expíen en el Purgatorio sus culpas, con su intercesión hará que alcancen la Patria Celestial lo antes posible, o, a más tardar, el sábado siguiente a su muerte. Está autorizado el uso de una medalla en lugar del escapulario del Carmen, con tal de que por un lado lleve la imagen del Sagrado Corazón de Jesús y por el otro una de la Santísima Virgen: La imposición debe realizarse con Escapulario de tela. A pesar de ello, el mismo San Pío X, al conceder esta dispensa, recomendó el uso del Escapulario de tela. Este es más simbólico, por ser una expresión abreviada del hábito del Carmen.
LAS CÉDULAS BENDITAS O NÓMINAS Como sagrada es la palabra de Dios, los Santos Evangelios se empleaban para preservar, especialmente a los niños, de la acción dañina de las brujas. Estos evangelios o nóminas eran hojitas de papel impreso que contenían capítulos de las Sagradas Escrituras y se introducían en unas bolsitas de seda u otras telas bordadas y ornamentadas, muchas veces, con motivos florales o religiosos que se colgaban en las cunas de los niños, o se les cosían a la ropa. Estas cédulas benditas o nóminas llevaban un minucioso trabajo de confección propio de las pacientes manos de las monjas de algunos conventos, como es el caso de La Anunciada de Villafranca. En los pueblos de la parte Sur del Bierzo y Norte de la Cabrera a estas cédulas benditas se las conoce como “rescritos”. Así, en lugares como La Baña, las curanderas recomendaban con una fe ciega a sus pacientes: “Llévalo puesto en el pecho y asina se vai lla malura, y on ñon lle puede entrare outra. Véndenlos las monjas d’Arlanga, y yia cousa santa. Tien dentro un santo vangelio pa responsaire (exorcizar) el mal. Póngalo y verai cumo lle cura”. En el mundo rural fueron muy populares, especialmente entre los agricultores, las “nóminas” que protegían de toda clase de males enviados por brujas o demonios.
ESCAPULARIOS Por escapulario se puede entender dos piezas asociadas a la religión católica: una pieza de la vestimenta monacal o una pieza de devoción. El escapulario monacal es una pieza de tela parte del hábito de algunas congregaciones religiosas católicas, masculinas y femeninas (carmelitas, trinitarios, mercedarios, dominicos, etc). Consiste en una tira con una abertura por donde se mete la cabeza y que cuelga sobre el pecho y la espalda, pendiente de los hombros (en latín, scapula). El escapulario devocional se deriva del escapulario monacal, pero es mucho más pequeño: son dos piezas de género unidas por dos largas bandas o cordones. Los más conocidos son el de la Virgen del Carmen (marrón), de la Virgen de la Merced (blanco), de la Pasión (rojo), de la Inmaculada Concepción (azul), de la Trinidad (blanco) y de la Virgen Dolorosa (negro). Son dieciocho escapularios, los
El “detente” o pequeño escapulario del Sagrado Corazón Un caso especial lo constituye el “detente” que es un pequeño emblema que se lleva sobre el pecho, con la imagen del Sagrado Corazón. El “detente” es signo del amor al Sagrado Corazón de Jesús y de la confianza en su protección contra las asechanzas del maligno. Le decimos “detente”, en nombre de Jesús, al demonio y a toda maldad. También ha sido muy utilizado en los conflictos bélicos porque se aseguraba que detenía o desviaba las balas. El Papa Pío IX le concedió en el año 1872, una indulgencia de 100 días a todos los fieles que usaran alrededor de sus cuellos este emblema piadoso y rezaran una vez al día un Padre Nuestro. 41
Según Alfonso Turienzo Martínez: ”En muchos pueblos leoneses (…) Se recuerdan remedios contra el mal de ojo, siendo el más corriente el de proteger a los niños con una cédula bendita de tela o escapulario que se decoraba con escamas de pescado haciendo un dibujo en forma de flor; dentro de éstas figuraban unos salmos en latín que se imprimían en una imprenta de Astorga.” Se trata, según las monjas cistercienses, de un sacramental que se ha vendido en sus conventos desde “siempre”. Es difícil saber qué periodo abarca ese siempre, pero las más ancia-
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nas hablan de que cuando entraron en la vida religiosa, las más ancianas a su vez, recordaban su existencia de toda la vida: sin duda desde el siglo XIX y seguramente desde el XVIII, incluso antes, se usaban estas “nóminas”. Su presencia está documentada en Astorga ya en 1553, pues las constituciones sinodales de ese obispado ordenaban que se solicitase información sobre el uso de estas cédulas o nóminas: “(...) Y si sabeys de algunos que tengan libros de conjuros supersticiones o que estén prohibidos o reprobados en derecho por la Yglesia; o que traygan algunas nóminas al cuello o en otra parte: las presenteys para que sean vistas y examinadas si son buenas o catholicas o no”. Una de las “nóminas” que más se usaban es una hoja, tamaño cuartilla, impresa por una cara y escrita en latín. Está encabezada por la cruz de San Benito, símbolo que está considerado uno de los más poderosos elementos de lucha contra el demonio y sus manifestaciones y que se usa en toda la cristiandad desde, al menos, el siglo XVI. Aunque en este caso preside la “nómina”, sin duda para reforzar su poder, suele llevarse también en medallas con la imagen del santo en una cara y la cruz en la otra.
Alrededor de la cruz lleva unas iniciales que en la “nómina” se han desarrollado para que la comprensión sea perfecta y que son una advertencia al demonio para que no tiente a quien la lleva. Retírate Satanás - Nunca me aconsejes cosas vanas - Son maldades lo que ofreces -Bebe tú
mismo esos venenos - La Santa Cruz sea Luz para mí - El dragón no sea guía para mí. Continúa con una invocación a los nombres y cualidades de Dios, de ahí su nombre y, por su poder, ordena tanto al demonio como a cualquier otra fuerza a él asociada, especialmente a las brujas, que se alejen de cualquier persona, lugar, animal u objeto que figure en el renglón en blanco que la hoja lleva al efecto. “Cristo vence, Cristo reina, Cristo te defienda de todo mal del Maldito; y a vosotros, demonios, excomulgados en virtud de estos santos nombres de Dios: Mesías, Emmanuel, Socer, Sabaóth, Ágios , Ischirós , Athánatos , Adonai, Jehová y el Tetragrámaton, os constreñimos , y os separamos de esta criatura ----------------- y de todo lugar y casa donde estuvieren estos nombres y signos de Dios; y os ordenamos y obligamos, a que ni por peste ni por maleficio alguno cualquiera que sea le causéis daño ni en el alma ni en el cuerpo. Id, id, id, malditos al lago de fuego, o a los lugares asignados por Dios para vosotros. Os lo ordena Dios Padre, os lo ordena Dios Hijo, os lo ordena Dios Espíritu Santo, os lo ordena la Santísima Trinidad, un solo Dios. Amén.” El uso se extendía como protección tanto a los espacios como a las personas, a los animales y a las herramientas de trabajo. En las casas solían ponerse en los lugares de entrada: puertas, -escudos de las cerraduras de las puertas en forma de cruz contra las brujas insectos- ventanas y, chimeneas, por donde tradicionalmente entraban las brujas. En las cuadras, o las tenadas eran imprescindibles y pocos eran los que se atrevían a dejar al ganado, de quien dependía su economía, sin esta protección. En los medios de trabajo como los carros o en los últimos años coches y autobuses se usaban también para evitar los accidentes. En las camas de las personas enfermas y en las cunas de los niños era frecuente poner una hoja bajo los colchones para que la enfermedad, que provenía de brujas o demonios, no los afectase o los abandonara. Hemos recogido algunos testimonios que mostramos como prueba del variadísimo uso que se hacía de las nóminas y de la popularidad y fe que se tenía en su poder, aunque pocos reconocen abiertamente haberlas usado. Contaba un hombre anciano, pero con una excelente salud, que su abuelo vio que era un niño muy enclenque y desde que le puso una “lomina” en la cuna creció fuerte y sano. 42
Una vez se volcó un carro y pilló debajo a un hortelano que estaba seguro le habían echado mal de ojo porque le habían sucedido varios accidentes con las mulas. Pusieron una “lomina” en el carro y otra en la collera de las mulas y nunca más sucedió ningún percance. Una de las pérdidas más graves que podía sufrir una familia era la muerte del cerdo. La comida de gran parte del año dependía del engorde de este animal y de su aprovechamiento. A veces el animal enfermaba y entonces se cogían unos pelos y se llevaban, a un experto, que podía decir si el mal era producido por brujas, en cuyo caso una “lomina” arreglaba el problema. Para la protección de la casa eran indispensables y tan arraigada estaba la costumbre que incluso las personas que se iban a vivir a Madrid se llevaban “lominas” y cada año pedían se las enviaran para proteger su nueva casa. De hecho, comentaba el impresor que sabía cuándo alguien había fallecido porque dejaba de pedírselas. Un último ejemplo, de uso más moderno, lo proporcionó Daniel Onrubia a quien solicitaban “lominas” cuando se estrenaban autobuses de línea. Incluso las páginas de internet pueden protegerse por el poder de esta medalla, con la siguiente oración: “Te conjuramos, espíritu del mal, para que no te acerques a estas páginas, ni a sus autores, ni a sus familias; y que te alejes de esta medalla de San Benito bajo cuya protección y amparo han sido colocadas; en el nombre de Dios Padre Omnipotente, que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos se contiene. Asimismo, que desaparezcan y se alejen de esta medalla toda la fuerza del adversario, todo el poder del Diablo, todos los ataques e ilusiones de Satanás, a fin de que todos los que la usaren gocen de la salud de alma y cuerpo. Amén.” Qué así sea, porque hoy en día, el “malware -virus informáticos y gusanos troyanos-” es peor que el más maligno de los demonios.
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Un
ajuar para una
Boda
LAS ESTOLAS DE LA REINA LEONOR CONSERVADAS EN SAN ISIDORO María Encarnación Martín López Universidad de León
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n la Real Colegiata de San Isidoro de León se conservan dos estolas bordadas con hilos de oro seda, azul carmesí, con figuras de castillos y cruces. En ellas figuran sendas inscripciones en las que se consigna el nombre de Leonor de Castilla, esposa de Alfonso VIII, y la fecha de su ejecución, los años 1197 11981. Tejida la estola y bordada con sedas de colores, se adorna con castillos heráldicos, cruces y letrero y mide aproximadamente 0,90 x 0,065 ms. 2 La bibliografía sobre las estolas es abundante pero decepcionantemente repetitiva. Todos los autores se limitan a reeditar el texto epigráfico y a constatar la fecha y autoría de las telas atribuidas a Leonor Plantagenet, reina de Castilla.
Foto: Museo de san Isidoro (León)
FECIT SUB ERA MCCXXXV ANNOS; ALIENOR REGINA CASTELLE FILIA ENRICI REGIS ANGLIE ME FECIT SUB ERA MCCXXXVI ANNOS. El contexto de la inscripción es evidente. Se trata de una labor textil procedente del entorno cercano de la reina Leonor, en Castilla, posiblemente Burgos, donde el comercio de tejidos estaría al servicio de la corte. Políticamente tienen un valor que más adelante destacaremos. Son un objeto de donación que, desde un reino –Castilla- y un rey -Alfonso VIII- será destinado a otro reino -León- y su monarca -Alfonso IX- en un momento de crisis política entre ambos territorios3.
Las dos estolas están confeccionadas sobre un lienzo, posiblemente de lino, decoradas con la alternancia de las imágenes de la cruz y el castillo. Las inscripciones son las siguientes: ALIENOR REGINA CASTELLE FILIA ENRICI REGIS ANGLIE ME 43
LOS INTERROGANTES
Son varios los interrogantes que esta pieza nos inspira. Por un lado, el autor material de las estolas, por otro el destinatario o beneficiario de ella, y una tercera cuestión, su uso o función litúrgica o ceremonial. La tipología de la inscripción es difícil de determinar, puede ser una roboratio o una suscriptio4 donde se identifica a la reina Leonor como promotora, o bien como autora (bordadora), de la obra textil. La autoría de las piezas sería una de las primeras cuestiones a tratar. Tradicionalmente se ha atribuido a la reina la labor textil de sus propias manos,
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explicable dentro de la actividad del opus anglicarum, en que mujeres nobles se dedicaban a estas labores. El verbo de acción fecit sería el elemento base para este argumento. Solo que el término fecit resulta ambiguo traduciéndose como “hizo” y como “mandó hacer”. De manera que la cuestión es, ¿hizo con sus propias manos la reina las estolas?, o, por el contrario, ¿únicamente la reina Leonor mandaría realizar estas piezas? Esta segunda acción es la que defiendo como más verosímil en el caso que nos ocupa. Otra cuestión abierta es el destinatario de la obra textil. Habitualmente se identifica con el monasterio de San Isidoro. Pero, en principio, no fue así. Se trata, en realidad, de un obsequio nupcial con motivo de los esponsales de su hija Berenguela con el rey de León Alfonso IX. Este planteamiento se basa fundamentalmente en la decoración de las piezas. En efecto, otra particularidad de estas piezas textiles es la decoración. La presencia heráldica en las estolas es una decisión expresa de la reina, cruces y castillos en color oro combinados con castillos de azul o de gules5. La decoración a base de castillos constituye una novedad como “señal” representativa. En efecto, el empleo del castillo constituye una innovación iconográfica en el soporte sigilar. Menéndez Pidal sitúa su inclusión hacia 1175 y Armando Represa concreta la fecha de 1178, precisando su prelación en los sellos antes que en las monedas. La fortaleza es una construcción de tres torres, más alta la principal, horadadas por ventanas, puerta de medio punto y remate almenado. Los dineros y óbolos de vellón reproducen una iconografía similar -castillo, rey, cruz- al soporte sigilar al atender al mismo cometido propagandístico6. Es evidente que estas piezas textiles son testigos mudos del notable cambio experimentado en el reino de Castilla a finales del siglo XII. Entre las transformaciones políticas y sociales está la creación de una imagen nueva de la monarquía castellana a través de la emblemática. A diferencia del emblema leonés, el emblema del castillo se creará de un modo deliberado y súbito para el rey de Castilla, que será su titular y portador, no adscribiéndose entonces de forma inmediata y directa al territorio o sus habitantes, lo cual sería totalmente anacrónico en el siglo XII7, en palabras de J. M. de Francisco. Castilla quería afirmar su propia identidad y obviar cualquier resto de la histórica superioridad leonesa, eligiendo para representarlo una imagen que aludiera al nombre del reino. Por ello, sigue siendo inexplicable esta ofrenda a una iglesia vinculada a la monarquía leonesa donde aún está gobernando el rey leones y San Isidoro sigue siendo su “capilla real”.
LA AUTORA O DONANTE: Leonor de Plantagenet, hija de Enrique II de Inglaterra y Leonor de Aquitania.
La generosidad destaca como virtud inherente a la condición de reyes y nobles, y es por ello que el
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obsequio de regalos ha sido lugar común de los ambientes cortesanos a lo largo de la historia8. Es esta virtud propia de todo rey como ejemplo de valores de la sociedad. El tejido es actitud de munificencia, pero también como objeto con intencionalidad social y política, como un atributo de prestigio9. El empleo del arte del tejido como refuerzo del poder y la influencia de la aristocracia puso de moda el obsequio de piezas textiles a vasallos. La merced regia de productos textiles era especialmente valorada al simbolizar en cierto grado un vínculo especial de confianza entre el donante y el beneficiario. No se conserva ningún vestigio ni noticia de la existencia de un documento de donación de las estolas al monasterio de San Isidoro. El hecho de su localización en este cenobio durante siglos ha dado por sentado, como es lógico por otra parte, que el destinatario de las vestiduras litúrgicas era el monasterio isidoriano10. Todo ello nos conduce a la siguiente cuestión que planteamos.
ESTOLAS, VESTIDURA LITÚRGICA O VESTIDURA DE CORONACIÓN
La estola es una insignia litúrgica que, en los documentos hasta el siglo XII, se llama orarium y representa el paño con que Cristo seca los pies a los apóstoles. Como ornamento sacro se convierte en una banda de tela en cuyo centro lleva bordadas unas cruces. En el siglo XIII se generaliza el nombre de estola y su uso es obligatorio
dentro y fuera del servicio litúrgico. En el siglo XIII presenta forma de banda larga hasta los pies tal como lo ordenan los sínodos. En las cantigas en la 52 se muestra una estola cruzada sobre el pecho del oficiante y cayendo en vertical hasta la parte baja. Con bordados en rojos y azules y al final de la estola una cruz en aspa. Pero la estola también puede ser una prenda regia, ya que por influencia de las vestiduras litúrgicas los reyes se revestían de elementos similares, capa, estola etc. Se nos plantea nuevamente la pregunta: ¿Podrían ser las estolas isidorianas vestimentas para una ceremonia de coronación? Todo apunta a este hecho: la ostentación heráldica de un reino emergente sobre el reino de León solo se explicaría de esta manera. No podemos imaginar que un abad isidoriano luciera el emblema castellano. Los años de confección parecen confirmar su destino a un ceremonial regio. En efecto, la primera de las estolas fue realizada en el año 1197. Ese año tuvo lugar el matrimonio de Alfonso IX con Berenguela, hija de Leonor Plantagenet y Alfonso VIII. La segunda estola está data en 1198. El acontecimiento de ese año es la firma de la carta de arras de Alfonso IX a su mujer Berenguela, por la que la dota con 30 castillos y un pequeño ejército. El documento es suscrito por los dos monarcas con sus correspondientes firmas. Pudo existir una celebración en torno a este negocio jurídico, o quizá no, lo cierto es que
las estolas estarían de alguna manera presentes en estos sucesos. ¿Cómo llegaron las estolas a San Isidoro? Es sencillo. Los reyes de León tenían su palacio real en el recinto isidoriano, cuya iglesia estaba considerada, a los efectos, como capilla regia desde Fernando I. La corte, muy ligada a la iglesia y monasterio isidorianos, tuvo a su lado un recinto de carácter palaciego que, según los últimos estudios, se levantaba anejo al recinto eclesiástico, estructurado en distintas edificaciones que se asentaban desde la puerta Cauriense hasta la iglesia-panteón isidorianos. La reina Berenguela, segunda mujer de Alfonso IX, mandó construir un palacio real a tono con la fábrica isidoriana y con otras obras en la ciudad como lo atestigua el cronista Lucas de Tuy. Tras la ruptura matrimonial entre Alfonso IX y Berenguela en 1205, las estolas quedarían en el tesoro isidoriano en guarda y custodia, o como una donación regia al cenobio. En este contexto político es comprensible la existencia de la suscripción de la reina y la decoración heráldica reivindicativa de la corona de Castilla. En un contexto litúrgico, como vestimenta eclesiástica del abad o de un obispo, no tendría tanto sentido. Este es mi planteamiento, pero no por ello queda cerrado el tema, que siempre es susceptible de nuevas visiones y aportaciones históricas.
NOTAS FINALES 1 GOMEZ MORENO, Catálogo monumental de la provincia de León, p. 211. 2 Cf. Catálogo histórico y bibliográfico de la Exposición Internacional de Barcelona, 1929-1930., tomo I, 1931, Madrid, p. 130. 3 En efecto, las estolas se ejecutan entre 1197 y 1198, años en que se fragua un pacto de paz entre León y Castilla a través del matrimonio de la hija de Alfonso VIII con el rey de León Alfonso IX. Los enfrentamientos entre ambos monarcas venían de atrás y se había recrudecido en 1195, en la batalla de Alarcos contra los musulmanes, cuando Alfonso VIII se vio abandonado por los ejércitos aliados de Navarra y León. Tras el fracaso, Alfonso IX junto con el rey navarro Sancho invaden Tierra de Campos y Soria, respectivamente, ante la débil posición del castellano. El enfrentamiento entre cristianos provocó la inquietud del pontífice cuyo único objetivo era hacer frente común contra el Islam. La única solución para la pacificación y consolidación de los reinos fue los pactos matrimoniales que permitieran unir intereses. Cf. J. GONZALEZ, Alfonso IX, Madrid 1944, I, p. 91. 4 Llamamos suscriptio a la inscripción cuyo texto deja constancia del artífice de una pieza u obra. Suele entrar en conflicto de identificación cuando solo aparece el verbo notificativo “fecit”. En estos casos no es posible confirmar su tipología claramente, pues las roborationes utilizan el mismo verbo para dar noticia del comitente de una obra. Cf. MARTIN LOPEZ- GARCIA LOBO, “La epigrafía medieval en España. Por una tipología de las inscripciones”, en VIII Jornadas científicas sobre documentación de la Hispania altomedieval (Ss. VI-X), Madrid 2009, p. 193. 5 La heráldica aplicada en los tejidos isidorianos es una de las primeras manifestaciones del emblema castellano. Otras piezas cercanas ostentan heráldica, esta vez de
León, me refiero a un bordado procedente del monasterio de Santa María de Carbajal en la ciudad y hoy en el Instituto de Valencia de Don Juan, en Madrid, corresponde a un fragmento de estola decorado con rectángulos donde se bordan, alternativamente, un león rampante y un escudo cortado de gules y azul y cargado de un carbunclo liso amarillo. Así mismo hallamos el escudo de León en la Caja de Corporales conservado en San Isidoro de León. Cf. Carmen MUÑOZ PARRAGA, “La heráldica de la Corona de Castilla en los personajes de la pasión”, en Imágenes y promotores en el arte medieval, miscelánea en homenaje a Joaquín Yarza Luaces, 2001, p. 543. Estas piezas han sido estudiadas por Faustino MENENDEZ PIDAL, “Un bordado heráldico leonés. El carbunclo en los escudos españoles”, en Leones y Castillos, p. 47-66; Cristina PARTEARROYO, “Caja de corporales con el tema de la Crucifixión”, en Maravillas de la España Medieval, p. 344. 6 Sobre la iconografía Alfonsí, vid. Olga PEREZ MONZON, “Iconografía y poder real en Castilla: las imágenes de Alfonso VIII”, en Anuario del departamento de Historia y Teoría del Arte, vol. 14, 2002, pp. 19-41. Sobre la creación del emblema castellano contamos con un estudio sugerente, actualizado y completo en J.M. DE FRANCISCO, “La emblemática castellana bajo el reinado de Alfonso VIII: signos reales, monedas y sellos”, en Anuario de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, XVII, 2014, 215-249. 7 J.M. de Francisco, “La emblemática castellana bajo el reinado de Alfonso VIII: signos reales, monedas y sellos”, en Anuario de la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, XVII, 2014, 215-249. 8 El tema de los obsequios es estudiado en el siglo XV por Sila OREJA ANDRES, “El obsequio de tejidos como gesto de munificencia en el tardomedievo castellano: testimonios
literarios”, en Anales de Historia del Arte, 24, 2014, 389-400. 9 “Reserva de capital y motor de la actividad económica, reserva de obsequios y de ornamentación, y arma, no carente de filo, de la diplomacia, la tapicería era, además –junto con la orfebrería– un medio para afirmar el rango o la riqueza y, por consiguiente, para hacer tangible el poderío de los príncipes”, Francois Salet, La tapisserie française du Moyen Âge à nos jours: catalogue (Musée d’Art Moderne), París, 1946. 14 citado por OREJA, el obsequio de tejidos, 390. 10 El hecho de carecer de noticias documentales no es extraño toda vez que la documentación sobre Leonor Plantagenet, como reina de Castilla, cuenta con escasos documentos conservados. Uno de ello, la carta de arras es estudiado por J.M. CERDA, “Matrimonio y patrimonio. Las arras de Leonor Plantagenet, reina consorte de Castilla”, en Anuario de Estudios Medievales, 46/1 2016, 63-96, donde estudia el pacto matrimonial y la gestación del patrimonio y autoridad política de la reina. Un estudio útil para nuestro análisis. El segundo documento donde ella es protagonista es la donación que hizo la reina para el mantenimiento de un altar en la catedral de Toledo en 1179. El documento se conserva en el archivo catedralicio resultando de gran interés por conservar el sello de cera de la reina. Por otro lado, la carta de arras se conserva en Archivo Corona de Aragon, (pergaminos Alfonso II, carpeta 43 n1 92). La razón de que la carta se halle en Aragón es porque fue la cancillería aragonesa la expedidora del documento puesto que su rey había sido el mediador entre Alfonso VIII y los Plantagenet. Sobre este documento el mismo autor realiza un estudio monográfico, junto a Félix Martínez Llorente,” Un documento inédito y desconocido de la cancillería de la reina Leonor Plantagenet”, en En la España Medieval, 42, 2019, pp. 59-91.
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses”
A PROPÓSITO DE NUESTRA PANDEMIA: ALGUNOS INDICIOS SOBRE LA PESTE ANTONINA EN EL
Leon Romano Jorge Sánchez-Lafuente Pérez Universidad de León
L
as pestes antiguas ofrecen algunas similitudes con la actual: pavorosa mortalidad a gran escala, daños psicológicos, ignorancia inicial sobre sus causas, huida al campo… y también afines consecuencias demográficas, económicas y sociales globales. Puede que al hombre contemporáneo le separe de las sociedades antiguas, ante todo y básicamente, las medidas profilácticas de que gozamos y verosímilmente también el hecho de que las autoridades antiguas no trataron de maquillar o disimular semejante cuadro social. Todo lo que atañe a la peste antoniniana sigue hoy en discusión: su virulencia, su extensión en el tiempo, sus consecuencias. Hay sin embargo consenso en la datación inicial que tiene lugar hacia el bienio 164/165 y que, al parecer, llega a Roma en el año 167. También hay consenso sobre la magnitud de la virulencia que se estimó en la época con pérdidas humanas como no se habían conocido hasta la fecha. Esta epidemia dejaba muy por detrás otras como el paludismo que constituía hasta le fecha un factor importante y continuo de morbilidad en la sociedad romana y que, por cierto, debió conocerse bien en el campamento de Legio VII Gemina. El origen de la epidemia, cuentan las fuentes, que se produjo durante las operaciones militares llevaba a cabo en Oriente por Lucio Vero. Cuenta la Historia Augusta que
Figura 1: Fuste de columna reaprovechada: A los Dioses Manes. Heraclida puso este monumento a su piadosísima hija Abinnesia que murió a los once años y para sí misma. Museo de León.
La epidemia sin duda afectó a la Legio VII hace dos mil años. Parece que fueron las legiones, junto a otros colectivos como los comerciantes y navegantes en general, los principales difusores, pero por si cupiese dudas sobre su extensión, hay indicios de su propagación por Occidente: Gran Bretaña, Marruecos, incluso un testimonio aislado en Brigantium (cerca de La Coruña). La Historia Augusta describe cómo ante la crisis Marco Aurelio repuso las vacantes en el ejército:
“en Babilonia, en el templo de Apolo, un soldado abrió por casualidad una arqueta de la que se escapó un vaho pestilente que invadió la nación de los partos y de allí el mundo entero”. Sea cual fuere su origen, pero seguridad desde Oriente, hacia el 167 alcanza Roma donde se encontraba Galeno, el médico de Marco Aurelio, que la describe con escasa precisión. Se ha calculado que en el momento más álgido, la ciudad eterna sufriría hasta cincuenta mil muertes diarias, cifras que parecen exageradas. Más convincente sería la estimación de dos mil bajas diarias para la peste del 189-190, ya bajo Commodo, presumiblemente distinta a la anterior, por cuanto ahora se infectaban tanto animales como humanos. Se ha postulado que esta última pandemia sería una variante afín a la futura peste bubónica.
“Como la epidemia todavía causaba estragos… instruyó a los esclavos par la milicia como se había hecho en la guerra púnica… también armó a los gladiadores… e hizo soldados de los bandoleros de Dalmacia y Troade… armó a los diogmitas (milicias urbanas) y compró los servicios mercenarios de tropas auxiliares germanas… 46
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses”
Figura 2: Placa de mármol. A los Dioses Manes. Lucca puso este monumento a su piadosísimo esposo Patroclo que murió más o menos a la edad de…Museo de León.
Esta es la situación general de las legiones, no hay documentos ni referencias escritas directas sobre la epidemia en nuestro primitivo enclave campamental, el mutismo sobre los acontecimientos concretos es absoluto. Sin embargo, contamos con algunas huellas de lo que debió suponer una auténtica catástrofe humanitaria. La concentración y cierto hacinamiento de las unidades militares en barracones debió ser la mecha en la que prendería, con facilidad, la llegada de lo que se ha estimado como una epidemia de viruela. Cuando en 2010 se extrajeron cerca de cincuenta inscripciones en la Muralla de León, los arqueólogos se encontraron con una veintena de placas funerarias, la mayoría reaprovechadas. Puede afirmarse que buena parte de ellas carecía de la dignidad y consideración usual que la civilización romana prestaba a los difuntos de cualquier extracción social. Se trataba, sobre todo, de placas de diversos tipos de mármol que habían sido utilizadas con anterioridad para la cubrición de paredes de edificios de prestigio y que, posteriormente, habían sido desechadas.
reutilización de desechos de construcción para distintos fines, incluidos los funerarios, pero no semejante concentración de materiales miserables, precariedad no atribuible al soporte en sí, que son mármoles, sino por su corte y aspecto; estos efímeros materiales apuntan a la necesidad de dar una solución rápida y colectiva ante una crisis humanitaria y, por otra parte, al hecho presumible de que esos difuntos procedían de la cannaba u otra población cercana. La mayoría de soportes son simples placas pero también hay otros materiales constructivos: así se consignó sobre un peldaño o jamba de mármol el nombre de Laturus; sobre una basa de columna, se escrituró el nombre de madre e hija: Heraclida y Abinnesia. Pero la mayoría de los textos fueron labrados sobre placas procedentes de revestimiento de paredes. Algunas dedicatorias han llegado solo cuando la conservación lo permitía: Eutica a su piadosísimo esposo Eutanus; Victorina a su piadosísimo hermano Onesimus; Lucca a su piadosísimo esposo Patroclus; Tittus a su esposa Secura. En otros casos, por contar solo con fragmentos, únicamente podemos referir sus nombres: Cularus, Lasciva, Quartille, Galena, etc.
El número de placas que hemos señalado habría sido mayor de haberse extraído todo el conjunto, pero muchas permanecieron embutidas en la muralla por causa del final de la obra. Que se encontraban agrupadas y formaban un conjunto que delata, entre otros indicios, el zócalo de lodo que revestía a la mayoría de ellas hasta media altura, fruto de una eventual inundación de su emplazamiento. Se conoce en Hispania la
Frecuentemente, en estas placas se escrituraban de forma muy incorrecta tanto los nombres como formas verbales, etc. También el texto muestra dudas sobre la edad de los difuntos: plus minus, circa, suptus supra... Recuerdo cómo, durante el estudio, fueron celebradas enormemente estas incorrecciones por parte de unos filólogos. El conjunto de textos venían a describir no otra cosa que el principio del arranque 47
de las lenguas romances, el principio del futuro castellano. En el caso de la placa de Semperonia (Sempronia), dedicada por sus hijos, prácticamente todas las palabras se escrituraron erróneamente. Todavía hoy no pocos epigrafistas, en un ejercicio de hipercorrección, se precipitan a enmendar estas joyas de la lengua, con el fin de “elevar el nivel de estos pobres latines” tratando de homologarlos y acercarlos al prístino uso de la lengua de los mejores clásicos… Por último, llama la atención una placa de un niño de un año y cinco meses que muestra el problema de las defunciones prematuras, tan comunes en la sociedad romana. Se trata de un pupus, de nombre incompleto, acaso Reburrius. En todo el noroeste hispano no hay posiblemente documentación epigráfica de un menor de defunción tan prematura; este vacío documental se debe a que no era costumbre erigir monumenta funeraria hasta la entrada en la adolescencia. También resulta curioso que el reverso de esta placa conserve las iniciales del lapidario: Bae (bius) que coincide con la abreviatura de una conocida firma de exportadores de mármol de Luna (futuro mármol de Carrara). La contemplación del conjunto de estas placas debía de suponer un espectáculo lamentable. Posiblemente fueron recogidas en varios
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columbarios, en la periferia del campamento, junto a una de las vías de salida. Lógicamente se ignora la cantidad de personas a las que tuvieron que ofrecer semejante solución. Únicamente hay que anotar cómo el estudio de estas piezas hace pensar enseguida en una catástrofe humanitaria que las autoridades se vieron obligadas a acometer, empujadas por la urgencia. Muy posiblemente este sea el indicio más notorio de la peste a la que nos referimos, pero de momento no puede señalarse con seguridad si pertenecen a la misma peste antonina o a una de sus réplicas posteriores. Se ha considerado que la peste bajo Commodo no es una continuidad de la primera, sobre todo porque afectó tanto a animales como a personas, además de lo dicho, las réplicas de una o de otra continuaron hasta 250 d. C.
También la datación del texto nos conduce a la misma época de la pandemia, a finales del siglo II. No deja de resultar extraño que, en ese altar, el epíteto de Augusta a Salus se llegara a borrar de la inscripción en ese momento. Hay que recordar que la pietas hacia Salus, asociada al emperador, se encontraba promovida casi como un culto estatal, especialmente durante los antoninos hasta el final del siglo III. La popularidad de Salus se respalda y fomenta desde las cecas imperiales, como el dupondio del Museo de León que reproducimos aquí.
Figura 4: Reverso de Dupondio con la efigie de Salus Au[gusta] junto a altar y serpiente que simboliza a Esculapio. Emisión bajo Antonino Pío. Museo de León nº inv. 3320. Foto: Museo de León.
Otro testimonio contemporáneo de la peste corresponde a una interesante inscripción de finales del siglo II o principios del III que se conserva la Colegiata de San Isidoro de León. En ella, dos miembros de la familia Cassia, procedente de la Galia transpadana, erigen un ara (hoy mutilada), dedicada a dos parejas de dioses, por una parte a Aesculapio y Salus y por otra a Serapis e Isis. Los dioses de la primera pareja figuran asociados en este tipo de dedicatorias, que también conocemos agrupados en reversos monetarios del momento. Curiosamente la pietas hacia la primera pareja viene teñida de las necesidades genéricas de la curación de enfermedades y de la salud. Al mismo tiempo, la primera pareja es complementaria con la segunda: Serapis, confundido en esta época frecuentemente con Osiris, es un dios del Más Allá que, unido a Isis, requiere de cultos mistéricos en los que el catecúmeno precisa de ritos iniciáticos que, entre otros aspectos, implicaba la aceptación de una muerte anticipada (no física) para transitar por diversas escalas iniciáticas que finalizaban con una gracia particular de la diosa. Por su parte, Serapis es dios de ultratumba, pero también sanador y asociado a oráculos, sueños y visiones. Serapis junto a Isis forman parte de cultos mistéricos que, mediante expiaciones, ayudan a alcanzar una nueva vida. Este conjunto de dioses son, en primer lugar, protectores y preservadores de la vida, aunque los dos últimos tienen un carácter más escatológico. Se diría que sobre estos oferentes de la inscripción pesa una vivida experiencia personal sobre la secuencia de alguno de los ciclos de peste: la han vivido o quizás la están viviendo, no puede ser de otra forma por la fecha de la inscripción. Así pues, no era gratuito por su parte agradecer su supervivencia y rogar su favor para su futuro incierto. Por último, apareció recientemente en León la inscripción de un evocatus ofrecida a varios dioses, entre ellos aparece en primer lugar Salus Augusta.
Estas pobres huellas constituyen lo poco que podemos referir de forma tan aislada como indirecta. La suma de estos testimonios solo forman pinceladas ambientales que aluden de forma lateral a los acontecimientos. Nunca contaremos con los tabularia (archivos) para evaluar la catástrofe, pero sí podemos tratar de interrogar a los pocos restos que el tiempo ha consentido hacer llegar hasta nosotros.
Figura 3: Ara dedicada, A Esculapio, Salus, Serapis e Isis. Lucius Cassio Paulus Augustanius Alpinus Belicius Sollers y M. Cassius Agripa Sanctus Paulinus Augustanius Alpinus… (el texto mutilado, debía proseguir eventualmente con sus carreras o cargos). Museo Colegiata de San Isidoro, León.
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San
Isidoro COMO ISIDORO, PERSONAJE HISTÓRICO
Santiago Castellanos García Universidad de León
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stedes, los leoneses, son muy afortunados. Y lo somos también quienes, no siendo de aquí, vivimos en esta ciudad tan maravillosa. Tener la posibilidad de pasear por la calle Ancha, el entorno de la Catedral, las callejuelas de Santa Marina y el Barrio Romántico, por citar algunos rincones especiales, es un privilegio. Deben disfrutarlo. O debemos, si me permiten que me incluya como una suerte de “pseudo-leonés” aunque mis orígenes estén en La Rioja y en Álava y ejerza constantemente de riojano y logroñés. En ese paseo, al fondo, encuentran la majestuosidad y, al tiempo, la sencillez perfecta del conjunto de la Real Colegiata Basílica de San Isidoro. Y allí dentro, según la tradición, se encuentran las reliquias de Isidoro de Sevilla. Agradezco a la Junta de Gobierno de la Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses la invitación para escribir unas líneas sobre el personaje en sí, como episcopus y como figura política y cultural apasionante de la Hispania del reino visigodo de Toledo. Seré breve y en modo alguno exhaustivo. Cabría, en primer lugar, un mínimo contexto histórico. ¿En qué Hispania vivió Isidoro? Ya no era la Hispania romana, aquella Península Ibérica en la que los romanos habían puesto pie en el siglo III a. C. y sobre la que, tras no pocas guerras, habían impuesto su dominio. Primero la República, y lueSan Isidoro, por Murillo
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go el Imperio, controlaron Hispania hasta el siglo V d. C. Para entonces, distintos pueblos bárbaros -como los romanos llamaban, por influencia griega, a estos conglomerados de pueblos venidos de más allá del limes, de la frontera- se instalaron aquí. Suevos, vándalos y alanos habían entrado en Hispania en 409. El Imperio pactó con otros grupos, los godos, para que les hicieran frente. Todo esto dio lugar a un entramado de batallas (por cierto, una de ellas supuso una victoria importante de los godos sobre los suevos junto al río Órbigo) que les ahorraré aquí. En aquellos días, Hispania se dividía en varias provincias. Una de ellas era Gallaecia, en la que estaba englobada la mayor parte de esta zona leonesa. El Imperio había ido perdiendo el control de buena parte de Europa: Britania, actual Gran Bretaña, ya desde inicios del siglo, y lo mismo sucedió con la mayor parte de la Galia. Y en Hispania la situación no era muy distinta. Avanzado el siglo V, solo retenía el control de algunas ciudades de la Tarraconense. Aquí, en el Noroeste, se había asentado el reino de los suevos. Para cuando el Imperio romano de Occidente terminó, por simplificarlo mucho, en 476, la mayor parte de Hispania estaba en manos de poderes locales. En ese contexto, décadas después, se fue asentando el reino de los godos. Habían cristalizado sus dominios en la Galia meridional, pero terminaron consolidando su reino en Hispania. Iba a perdurar hasta principios del siglo VIII. La familia de Isidoro procedía de la Cartaginense, una de las provincias que existían en Hispania en los últimos siglos. Sabemos que la familia se marchó de allí y se ubicó en Híspalis, actual Sevilla. Se ha discutido sobre los motivos. Una de las hipótesis más probables es que la ocupación imperial romana en el Sudeste de Hispania, en la zona de la Cartaginense donde la familia vivía, fuera acaso la causa principal de su marcha. Pueden ustedes preguntarse “¿Pero no había terminado ya el dominio romano sobre Hispania?”. Los romanos a los que me refiero ahora son los del Imperio romano de Oriente, más tarde conocido como Bizantino, con capital en Constantinopla, ciudad fundada en el siglo IV por el emperador Constantino sobre la antigua Bizancio. Hoy en día, Estambul. A mediados del siglo VI, el emperador de ese Imperio romano de Oriente que había sobrevivido al Occidental y que lo haría hasta el siglo XV, se llamaba Justiniano. Y Justiniano embarcó a sus generales en una suerte de “reconquista” (con comillas gigantescas) del Occidente que había sido romano, como hemos dicho, hasta el siglo
V. En ese contexto, esos imperiales ocuparon las costas levantinas y del Sudeste de Hispania aprovechando una guerra entre godos. Fue seguramente en esa época cuando la familia de Isidoro se fue a la actual Sevilla.
concilio III de Toledo, en el que se produjo la conversión definitiva del reino godo al catolicismo. Para cuando Leandro murió, al filo del cambio de siglo, Isidoro asumía la cátedra episcopal en Híspalis sucediendo a su hermano.
Sus hermanos (Leandro, Fulgencio, Florentina) y él van a integrarse en la estructura eclesiástica. Para entonces, hacía tiempo que la variante católica del cristianismo era la religión imperante en la sociedad hispanorromana. Los godos se iban a convertir del cristianismo arriano al católico en la época de Recaredo (Concilio III de Toledo, 589). El hermano mayor, Leandro, había sido una figura
La obra escrita de Isidoro es, de lejos, la más importante no solo de Hispania, sino del conjunto europeo de su época. Obispo hispalense desde aproximadamente 600/602 (no es segura la fecha del óbito de Leandro), hasta la suya propia, en este caso con certeza, en 636, tocó varios palos. Desde el conjunto “enciclopédico” del saber (sus Etymologiae), hasta el terreno del combate a las herejías con varios textos sobre la fe católica y las herejías, o tratados que entran en la geografía y la astronomía (De natura rerum), la poesía (Versus), las cartas a personajes conocidos del reino, la biografía (De uiris illustribus), los tratados teológico-políticos de índole doctrinal y moralizante (Sententiae), la regla monástica, o la Historia (sus historias de los suevos, vándalos y, sobre todo, de los godos, también su crónica), entre otros muchos trabajos. La mayor parte de estas obras fueron redactadas en varias versiones o ediciones, y fueron copiadas con fruición tanto en su propia época como en la Europa medieval posterior.
Manuscrito posterior de las Etimologías
clave en el movimiento político de Hermenegildo, hijo del rey Leovigildo, que había supuesto una guerra civil. Hermenegildo había abrazado el catolicismo, logrando apoyos de la aristocracia hispanorromana y de parte de la jerarquía eclesiástica católica, proceso en el que Leandro tuvo un papel nuclear. Recaredo, el otro hijo del rey, permaneció leal a su padre y le sucedió en 586. En esos tiempos clave, Leandro había sido clave de bóveda en los apoyos a Hermenegildo e iba a ser, ya con Recaredo, el líder del trascendental
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Isidoro, como su hermano Leandro, tuvo una enorme influencia política. Sin entrar en otros detalles, cabe anotar aquí a modo de muestra que tuvo un papel esencial en el concilio IV de Toledo (633). Allí se intentó regular la sucesión de los reyes visigodos. No había un principio sucesorio estable, y el concilio diseñó un sistema electivo que, todo hay que decirlo, no se cumplió en la práctica con la frecuencia que Isidoro y sus compañeros hubieran deseado. Del mismo modo, sus tratados, tanto los propiamente teológicos como los históricos, proyectan una suerte de teología política, en la que se asocia constantemente la figura del rey (godo) al papel de los obispos como adalides del cristianismo. Una base política sobre la que se iba a construir parte de la ideología política de las realezas posteriores. Sea cierta o no la tradición que indica que en la Real Colegiata Basílica se encuentran sus restos, el paseo que enriquece la vista nos conduce, por tanto, no solamente al edificio medieval que hoy disfrutamos, sino a un pasado que hunde sus raíces, al menos desde el punto de vista de la tradición, nada menos que en la Hispania visigoda. Disfruten de ese paseo y de los ecos de la Historia que nos evoca.
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C
omo bien sabemos, los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas son llamados sinópticos; es decir: evangelios que podemos ver juntos. Una «sinopsis» es un libro que los presenta en tres columnas, por describirla de algún modo, y que permite captar las semejanzas y las peculiaridades de cada uno. Aunque las sinopsis modernas añaden una cuarta columna para Juan, se advierte enseguida que el cuarto evangelio es diferente. En el plano cronológico, la vida pública, marcada por tres Pascuas (2,13; 6,4; 11,55) se extiende más de dos años, mientras que, para los Sinópticos, Jesús sólo sube una vez a Jerusalén. Juan tiende a limitarse a un pequeño número de acontecimientos y a subrayar su significado con la ayuda de discursos y debates. Por eso, en el cuarto evangelio sólo encontramos siete milagros (más uno añadido posteriormente, en el capítulo 21)
el
BREVE REFLEXIÓN SOBRE
Evangelio de
San Juan
Juan Lanero Diácono. Catedrático de Filología
PRINCIPALES SECCIONES
a. PRIMERA PARTE (Jn 1-12)
El evangelio comienza con el Prólogo (Jn 1), un himno grandioso a Cristo: “Al principio ya existía la Palabra (Logos)”. Esta Palabra preexistente, que preside la creación, es vida y luz; se hace carne. A quienes la reciben, les da poder de ser hijos de Dios. Es él, el Hijo único, el que puede revelar al Padre invisible. Las palabras claves de este prólogo: vida, luz, gloria, Hijo, revelación, recorren todo el evangelio. De Caná a Caná (Jn 2-4). Del primer signo (el vino de las bodas) al segundo (la curación del hijo del funcionario real), encontramos tres casos de personas que llegan a la fe: el fariseo Nicodemo (3), la mujer samaritana y el funcionario real, sin duda un pagano (4). En Juan, la palabra signo sustituye a la palabra milagro de los Sinópticos. Hace entrar en esa dimensión simbólica, tan querida para Juan, que se basa en hechos materiales, pero que los supera y les da su plena realidad, de orden espiritual. Las tensiones entre Jesús y sus adversarios desencadenan escándalos, discursos (Jn 5-6) y controversias (Jn 7-10). Así se produce la división entre los que creen y los que no creen en Jesús: los “Judíos”, que no quieren reconocerlo como el enviado de Dios. Jesús realiza las obras de su Padre y los creyentes son invitados, no a cumplir las obras de la Ley, sino a creer en él. Jesús va hacia su Padre (Jn 11-12). Esta sección anuncia la pasión y resurrección de Jesús, especialmente a través de la resurrección de Lázaro. (Recordemos que nuestros hermanos separados de las iglesias ortodoxas, inician las celebraciones de la Semana Santa con la memoria de aquel acontecimiento). Cuando la multitud lo acoge, durante su entrada en Jerusalén (12,1219), la cuestión decisiva es, más que nunca, creer en él (12,37-50).
Diego Velázquez. San Juan Evangelista en la isla de Patmos
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b. SEGUNDA PARTE (JN 13-20)
Si la primera parte estaba dominada por los signos y las obras, ésta la ocupa la gran obra de Jesús: su muerte gloriosa en la cruz. Antes, la última cena y el lavatorio de los pies (13) -seguidos de un largo discurso de despedida (14-17-)-, siguen revelando la identidad del Maestro y la actitud de fe. Jesús se va, pero promete enviar el Espíritu. El relato de la pasión (18-19) sigue en esencia a los de los Sinópticos, pero tiene cosas propias de mucho valor. Por ejemplo, la realeza de Jesús, muy destacada durante el proceso ante Pilato, o la presencia de la madre de Jesús y del discípulo amado al pie de la cruz (19,26-27). Cuando Jesús muere, escribe Juan: “Jesús dijo: Todo está cumplido. E inclinando la cabeza, entregó el espíritu” (19,30), lo que sugiere la transmisión del Espíritu prometido.
Al mismo tiempo, el estilo y la teología son demasiado elaborados para reposar sobre los hombros de un pescador de Galilea, Juan, hermano de Santiago, hijo de Zebedeo. Este evangelio supone, sin lugar a dudas, una serie de discípulos, y ha conocido diversos estratos de redacción. Una prueba clara, como hemos señalado, la constituye el añadido del capítulo 21 (ver el primer final en 20,30-31 y el segundo en 21,2425). Por eso gusta hablar de escuela joánica.
PARA LAS POSTERIORES GENERACIONES Al término de esta esquemática reflexión, insistamos a la vez en la originalidad de cada uno de los cuatro evangelios y en sus parecidos. Los cuatro entroncan en tradiciones respaldadas por comunidades y puestas bajo la autoridad de los que han conocido a Jesús. Los cuatro son una propuesta de buena nueva; están, pues, al servicio del Evangelio, que es anuncio de Jesucristo destinado a hacer nacer la fe y a nutrirla.
Los relatos de la resurrección (20) desarrollan dos apariciones desconocidas de los Sinópticos: la de María Magdalena y la de Tomás, que culmina con la profesión final de fe: “Señor mío y Dios mío”, a la que Jesús responde: “¿Crees porque me has visto? Dichosos los que creen sin haber visto” (20,28-29). AUTOR Y DESTINATARIOS Según Eusebio de Cesarea, Clemente de Alejandría declara que Juan, “sabedor de que lo corporal estaba ya expuesto en los evangelios, estimulado por sus discípulos e inspirado por el soplo divino del Espíritu, compuso un evangelio espiritual” (Historia eclesiástica VI, 14, 7). Pero, ¿de qué Juan se trata? Un testimonio de Papías da entender que, además del apóstol Juan, había otro Juan el Anciano (o el Presbítero), discípulo del Señor. Los criterios internos que ofrece el texto del evangelio nos invitan a constatar lo siguiente: el capítulo 21 fue añadido por creyentes que identificaban al autor del evangelio con el discípulo amado de Jesús (20,24); este discípulo es mencionado varias veces en el evangelio (13,23; 19,26; 20,2). ¿Qué podemos concluir? Sin llegar a certezas definitivas, podemos pensar que Juan, uno de los Doce, se encuentra al comienzo de la tradición oral y escrita que produjo el cuarto evangelio. En cualquier caso, debemos advertir que este evangelio no ha basado su reputación de evangelio espiritual en un desconocimiento de los datos geográficos de Palestina. Al contrario, ofrece a menudo datos más exactos que los otros evangelios: menciona, por ejemplo, las fuentes de Ainón (3,23), Sicar en Samaria (4,4) y el pozo de Jacob (4,11), la piscina de Betesda, descubierta en excavaciones no lejos del templo (5,1-2), etc. Todo esto supone el entronque en un ambiente cercano al que frecuentó Jesús.
oficiales, “la gran iglesia”. La presencia de Pedro y del discípulo amado (figura emblemática de estas iglesias) en el capítulo 20, y sobre todo en el 21, parece ser la huella de una edición del evangelio dirigida a creyentes que han llevado a cabo, en cierto momento, la fusión entre la tradición petrina y la tradición de las comunidades del discípulo amado. En su forma actual, este evangelio es fechado generalmente hacia los años 90-95.
Folio del Codex Aureus de Lorsch (fin del siglo VIII y principio del IX) en el que se representa a Juan el evangelista escribiendo el Evangelio.
En cuanto a los destinatarios, es más fácil identificarlos por sus centros de interés que por su lugar. En efecto, el evangelio de Juan es un escrito singular, cuyo vocabulario coincide relativamente poco con el de los Sinópticos. Nunca usa la palabra evangelio, y muy poco la palabra Reino, tan frecuente entre ellos. En cambio, Juan se interesa más que los otros por las personas: un fariseo llamado Nicodemo, una samaritana, Juan el Bautista, etc. Sólo él dice que los discípulos de éste último se hicieron discípulos de Cristo. Todos estos elementos, entre muchos otros, hacen pensar que este evangelio circuló en diversos grupos al margen de las iglesias más “oficiales”, especialmente de las iglesias de obediencia “petrina”, es decir, las que valoraban la figura y autoridad de Pedro, y también paulina (la figura de Juan Bautista está omitida en Pablo). Estas comunidades marginales, de tipo baptista, samaritano y otros, pudieron existir tanto en Palestina como en lugares como Éfeso. Algunas pudieron pasar a la disidencia y formar grupos de tipo “gnóstico”, mientras que otras se unieron en determinado momento a las iglesias más 52
Las fechas de la redacción definitiva nos conducen a los cristianos de la segunda y tercera generaciones, las que, a diferencia de los Doce, no conocieron a Jesús. El mensaje es claro: no están en inferioridad de condiciones con respecto a sus antepasados. Tienen todos los medios para “creer sin haber visto”. Compartiendo la eucaristía en sus comunidades, viviendo de la meditación de la enseñanza del Maestro y del Espíritu que les ha dejado, viven en comunión con su Señor. Para los nostálgicos de los orígenes, cuatro evangelios son peor que uno; pero es preferible que sean cuatro, si queremos advertir cómo el único Evangelio de Cristo ha suscitado la fe en comunidades extendidas por los cuatro puntos cardinales. El cuarto evangelio brotó de las grandes corrientes religiosas del Antiguo Testamento, de la vida del judaísmo del siglo I, pero particularmente de la tradición cristiana primitiva. Juan conocía las tradiciones de los sinópticos y conocía también el pensamiento de Pablo; igualmente se nutrió de textos litúrgicos (cf. 1,1-18). Sin embargo, hay que afirmar que la fuente principal, la que explica verdaderamente la existencia del cuarto evangelio, es la experiencia personal que el autor tuvo de la persona misma de Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios, el Maestro y el Señor (13,13; 20,31). La Semana Santa ofrece una magnífica ocasión para la lectura, o la relectura, del evangelio de Juan. No la lectura de unos acontecimientos que acaecieron hace 2000 años y que oscilan entre la realidad y la leyenda; sino como fuente de agua viva que nos tiene y sostiene en nuestro peregrinaje hacia nuestra morada de vida eterna: la patria celestial.
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Leonina Pulchra
FARO DEL CAMINANTE
Carlos Herrera Periodista y escritor
A
medio camino entre Roncesvalles y la tumba del Santo, una vez has dejado atrás los pasos silenciosos de las sendas doradas de tierra de campos, se alza, ante la fatigada mirada del peregrino, un Faro de Luz resplandeciente que todo lo llena, que se apodera de las sombras oscuras infringidas por el cansancio del camino al penitente. La Pulchra Leonina es ese perfecto enjambre de cristal que ofrece los más bellos destellos que la mano del hombre pudo recrear. Para el peregrino a Compostela se eleva en la mitad de la senda cual Faro de “La costa da morte” que en la tenebrosidad del enfurecido Océano Atlántico sirve de guía, refugio y consuelo para los marineros que ansían arribar con vida de nuevo a puerto. La ciudad de León es una gran desconocida. Es como la princesa medieval que permanece oculta tras los muros de la fortaleza y solo se muestra a los corazones puros ávidos de descubrir sus virtudes. Es como un cofre perfecto que esconde tesoros de incalculable valor, pues guarda en su interior las más delicadas joyas de la arquitectura de nuestro país. Bóvedas de cañón impecables cobijan los restos del Santo Obispo Hispalense Isidoro. Capilla Sixtina del románico, frescos inmejorablemente conservados a base de frio y mimo, última morada de Reyes, Reinas e Infantas injustamente desterrados al olvido. Cáliz del Señor insuperablemente escondido por piedras preciosas que Doña Urraca mandase engarzar a fin de alejar los ojos de los hombres del Grial divino de Dios. Gótico flamígero que hace de la Catedral de León una de las más bellas obras de ingeniería llevadas a cabo por la mano del hombre. Ábsides, gárgolas y ojivas, duplicando el cristal a la piedra, Evangelio de luz que se apodere de ella traspasando muros de cantos y tiempos. Portada trinitaria donde la Virgen Blanca con su sonrisa contenida bendice a todo aquel que a su encuentro llega.
Plateresco de Parador, hospital, cárcel, paredón donde quedaron los suspiros perdidos de épocas negras que debemos a una par olvidar al tiempo que recordar. Muros de piedra repujada y adornada testigos callados de los versos robados “Providencia de Dios” que Quevedo escribiese durante los años que lo mantuvieron preso. Tantas veces auxilio de enfermos y peregrinos que a mitad del camino francés encontraban remedio a sus penares. Muros de San Marcos que El Rey Católico regalase al pueblo de León.
León es, pues, como esa princesa medieval que aguarda en la torre más alta de su fortaleza histórica ser rescatada de las garras del olvido, restaurando así la memoria de tantos ancestros que vertieron su sangre en pos del preciado blasón que es nuestra patria. Reino postergado a los confines del recuerdo, extraviado por los unos y los otros, condenado a la indiferencia de todos. Pulcra Leonina en mitad de la senda del Camino Francés, entre el principio y el fin.
Del caminante Faro que alivia los pesares, abrigo y cobijo de quienes buscan sentido a su travesía. Rosa que se filtra disolviéndose en cristales, muros que tejieron cristal a fuego y vida, herida de luz que se derrama, espíritu que se eleva en la lontananza de nuestra eterna agonía.
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San
LA CAPILLA SEVILLANA DEL TRÁNSITO DE
Isidoro Mario Díez-Ordás Pregonero de la Semana Santa de León 2012
E
xiste un enclave casi secreto en la Ciudad de la Gracia que todo leonés isidoriano, si por tal se tiene, debería conocer, aun cuando pase inadvertido incluso para muchos sevillanos. Se trata de la minúscula capillita mudéjar anexa a la sacristía de la Iglesia parroquial de San Vicente Mártir, edificada en el siglo XIV sobre el lugar que ocupaba el coro de la primitiva basílica donde, según la tradición, San Isidoro se despidió de su pueblo pocos días antes de su muerte, que él mismo predijo. Su ubicación es ciertamente recóndita, pues no es accesible desde la iglesia, sino solamente desde su sacristía, de la que se encuentra separada por una verja y oculta por una gruesa cortina de terciopelo. El historiador don José María de Mena, en su obra “Curiosidades históricas de Sevilla”, reproduce un precioso manuscrito de finales del siglo XVIII titulado “Noticia de las Antigüedades y Grandesas dela Yglesia Parroql. del Ynclito Mr. Español Sn. Vizente deesta M.N.Y.M.L. Ciudad de Sevilla”. Su anónimo autor narra la leyenda que envuelve a esta capillita como sigue: “Habiendo nuestro Arzobispo y Patrón principal San Isidoro enfermado de una llaga mortal que acompañada de fiebre le redujo a una extrema debilidad, la cual no impidió a este gran Santo el disponerse con pública penitencia para esperar la muerte, hizo venir a su presencia a Juan e Isparcio, obispos, y pidió le llevaran procesionalmente –siempre las procesiones en Sevilla, valga el inciso- a la basílica de San Vizente, de esta Ciudad, donde le esperaban numerosas tropas de clérigos, religiosos y de todas clases de moradores. En la basílica le vistieron de un cilicio y cubrie-
Foto: José Maldonati
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ron con ceniza su cabeza y en esta disposición, levantando sus manos, imploró la Divina Misericordia, recibió la Sagrada Eucaristía, pidió perdón al clero y al pueblo, repartió a los pobres algunas cosas de poco valor de que usaba, dio a todos su bendición y, retirándolo a su antigua morada, al quarto de día de esta penitencia dio su espíritu al Criador, que fue el quarto de Abril de 636, reynando en España Chintila; diósele sepultura entre sus Santos hermanos Leandro y Florencio, de aquí fue trasladado a la Ciudad de León, reynando en Castilla y León don Fernando primero, y en Sevilla el moro Bernabet. En la sacristía de esta Yglesia se conserva, con devoción, una pequeña capilla con tradición de haver sido el sitio en donde comulgó nuestro Patrono San Isidoro.” También el M.I. Sr. D. Julio Pérez Llamazares, eterno abad-prior de San Isidoro, en las páginas 67 a 70 de su deliciosa obra “Vida y Milagros del Glorioso San Isidoro, Arzobispo de Sevilla y Patrono del Reino de León” (Imprenta Católica, León 1924), siguiendo el testimonio directo de Redempto, clérigo sevillano contemporáneo del Doctor de las Españas, narra de forma extensa su anuncio en la iglesia de San Vicente de su próximo tránsito a la casa del Padre, del que extraemos algunos pasajes curiosos: - “(...) como por su enfermedad no podía tenerse en pie, hizo que le llevaran desde su celda—esta palabra indica claramente la pobreza y austeridad religiosa en que vivía el Santo—a la Basílica de San Vicente mártir, y en el camino «le salieron al paso todos los coros de pobres, de clérigos, de todos los religiosos, de todos los habitantes de esta ciudad, y con clamores y grande llanto le recibieron, siendo tan conmovedor el espectáculo, que si alguno hubiera tenido el pecho de bronce, aún así se le hubiera derretido todo en lágrimas y lamentos».” - «Llegado a la Basílica, fue colocado en medio del coro, junto a la verja del altar mayor, y luego ordenó que los grupos de mujeres se apartaran a lo más retirado del templo, a fin de que sólo los hombres presenciaran su penitencia». jQué amor tan solícito hacia la santa virtud de la virginidad y pureza!” - “(...) se hizo besar de todos diciendo: «Si de todo corazón me perdonareis el mal que os he hecho hasta ahora, el Creador omnipotente perdonará todos vuestros pecados; de modo que el agua del sagrado Bautismo, que hoy ha de recibir el pueblo devoto, sea para vosotros remisión de los pecados, y este ósculo entre mí y vosotros sirva de testimonio de los futuros». Terminadas todas estas cosas fue devuelto a su celda, y al cuarto
día después de esta confesión o penitencia, sin haber abandonado un solo instante el cuidado Pastoral, terminó su vida en paz. Desempeñó sin la menor falta el cargo Pastoral.» Así terminó su gloriosa carrera el gran Doctor de la Iglesia española, San Isidoro de Sevilla, el día 4 de abril del año 636, habiendo hecho la penitencia el día 30 de marzo, Sábado Santo y solemnidad de la Fuente Bautismal, y llevado sobre sus hombros «la carga más bien que el honor episcopal» por espacio de 38 años, desde el año 599.” De la importancia que para el universo isidoriano tiene la parroquia de San Vicente de Sevilla es acta pétrea una lápida situada en la fachada del templo, a la derecha de su puerta sur, en la que se proclama que en el mismo “fue el feliz tránsito del Egregio Doctor y Arzobispo de Sevilla San Isidoro, año de DCXXXVI”, lo cual ha conducido a algunos autores a afirmar erróneamente que el Santo murió en esta iglesia. 55
Tras haberme divertido mucho, como diría Santa Teresa, no resisto la tentación de hacer una breve referencia a otra antigua curiosidad isidoriana, cual era la conmemoración por la Iglesia hispalense, mediante una procesión cada 22 de diciembre, del traslado de San Isidoro a León, según se lee en la antigua Regla de Coro de su Santa, Metropolitana y Patriarcal Iglesia Catedral. Esta fiesta dejó de celebrarse, al parecer, en 1575, cuando se introdujo en Sevilla el Breviario Romano. Como es sabido, San Isidoro, Patrono del Reino de León y leonés a la fuerza desde 1063, no conoció jamás en vida nuestra tierra e incluso abominó en sus escritos de las gentes que por estos rudos nortes habitaban. Pero la eternidad le jugó una mala pasada, dejando en Sevilla la nostalgia de su presencia que trasluce el Himno de Laudes de su extinta fiesta catedralicia: “¿Por qué, oh Padre, dejaste a tu amado pueblo y fuiste conducido a la excelsa Ciudad de León que, como a fiel Protector suyo, erigió en tu honor suntuoso templo?”
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Antonio Vinayo 1922-2012
ONCE DE NOVIEMBRE DE MIL NOVECIENTOS SESENTA José María Fernández Cardo Autor del libro Antonio Viñayo, abad de San Isidoro. Diccionario Biográfico, Rimpego, León, 2019. Foto: Lourdes
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iene treinta y ocho años. Hace sólo tres que dejó Oviedo para incorporarse al cabildo de la Colegiata. Se acaba de despertar, son las siete de la mañana… le asalta entonces el pensamiento de que los años, e incluso los días, se le han pasado demasiado deprisa. Es viernes, once de noviembre de mil novecientos sesenta, tiempo litúrgico ordinario, festividad de San Martín de Tours, obispo. Recorre los maitines y laudes del breviario en lengua latina y reflexiona un momento sobre el santo del día, y de repente se da cuenta de que es uno de los tres santos franceses representados en las pinturas del Panteón, junto a San Marcial de Limoges y San Gil del Languedoc. No ha escrito todavía nada sobre las pinturas románicas que cubren las bóvedas bajo las que descansan los reyes leoneses, pero, desde su llegada a la Colegiata, no ha cejado en el empeño de desentrañar su misterio. Las observa cada día, incluso cuando la luz de la mañana apenas acompaña, y mucho menos en un día como este, nublado y lluvioso. Siempre le parece que los colores adquieren en ellas tonalidades nuevas. El historiador que lleva dentro no puede dejar de pensar en las esposas francesas de Alfonso VI, en la descendencia del rey que emparentó con la nobleza francesa, en los monjes de Cluny, en tantas cosas que pudieran permitir desvelar los orígenes secretos, la procedencia de aquel artista genial del medievo que en el siglo XII iluminó la piedra como si de un manuscrito se tratara. No hay tiempo que perder. La misa es a las ocho, como todos los días desde su llegada a la Colegiata. Celebra en el altar de la Virgen, apenas una quincena de fieles madrugadores compone la asistencia. En el trayecto desde la habitación a la sacristía, al atravesar el claustro helado en el amanecer leonés de noviembre, no puede por menos de pensar en el recorrido de la feligresía que, a través de la calle del Cid (¡vaya
otra vez Alfonso VI!), pasa por delante del cuartel que despide olor a chusco caliente de la mañana, y, camino de la basílica, se topa en el medio, antes de llegar a la verja que cerca el recinto, con la fuente monumental de la que brota agua ruidosa y fría, a la que hoy han venido a sumarse las gotas de la lluvia. Le alivia pensar que, después de atravesar el portón de acceso, los fieles estarán al amparo dispensado por la atmósfera acogedora del templo. Él mismo se ha abrigado como conviene, debajo de la sotana. Llega a la sacristía, donde ya le esperan el monaguillo y el sacristán (el señor David), que ha dispuesto el manípulo, la estola y la casulla del color correspondiente a aquel día del tiempo ordinario, junto al cíngulo y al alba blanquísima de lino, que también le protegerá del frío. A las ocho en punto, de espaldas a la asistencia, se inicia la celebración, naturalmente en latín: Confiteor, Kyrie eleison, Gloria in excelsis Deo… bajo la mirada atenta de la Piedad que sostiene al hijo muerto entre los brazos. El Concilio Vaticano II apuntaba ya en el horizonte de una Iglesia que emprendía el camino de la segunda gran reforma de la historia, bajo el pontificado de Juan XXIII. Ese once de noviembre, precisamente, los periódicos locales y nacionales difundían el telegrama de felicitación enviado por el pontífice al recién elegido presidente Kennedy en los Estados Unidos, subrayando la condición de presidente católico que, a los cuarenta y cuatro años, había venido a traer un hilo de esperanza en medio de la guerra fría entre los bloques. Por un momento, a punto de terminar la misa, pensó que el adviento de aquel año de mil novecientos sesenta estaba a la puerta, tiempo de esperanza para la Iglesia y ahora también para la Historia, pero para él, que ya tenía en la cabeza el extenso programa de reformas que estaban por venir, era asimismo una época de balance, porque ese año para la Colegiata había sido ciertamente extraordinario. Bien se 59
diría, desde la perspectiva biográfica inspiradora de estas líneas, que, durante su transcurso, inició San Isidoro, la institución y el monumento, una edad luminosa y dorada de cuyos destellos fue don Antonio el artífice primero. Ese año había sido bueno desde el comienzo. Se había conseguido recuperar nada más y nada menos que la celebración de la festividad de Santo Martino el doce de enero, por obra y gracia del obispo Almarcha y de él mismo, después de cuatro siglos obscuros en que su memoria había quedado diluida y el culto suprimido. Piensa de manera insistente que fue el santo canónigo del medievo quien le trajo a la Colegiata; con él, mediante el estudio de su obra teológica, había degustado las mieles de la historia del reino leonés. Es el momento de responder Deo gratias a las palabras de despedida Ite missa est, pero en el movimiento para abandonar el altar de la Virgen, dispone todavía de un instante, antes de darse la vuelta, para mirar el ábside románico y reparar en el obscuro vitral descolorido que está detrás, y que, andando el tiempo, sería substituido por la única imagen de Santo Martino que la historia nos ha legado, como miniatura dentro del códice que contiene su obra,
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en los anaqueles de la Biblioteca isidoriana. Fue durante la Semana Santa de aquel venturoso año de mil novecientos sesenta cuando el canónigo archivero y bibliotecario Antonio Viñayo había publicado en el Diario de León, el día de Jueves Santo, uno de sus primeros artículos en la prensa leonesa, rememorando la vivencia eucarística del santo canónigo, que, ocho siglos antes, le precedió en el scriptorium de la Colegiata. La Semana Santa de aquel año gozoso para la Colegiata había caído alta, el domingo de Pascua en diecisiete de abril. Así que como marca la tradición bien establecida desde antaño, el segundo domingo posterior es el de las Cabezadas y el de la fiesta de San Isidoro, que coincide ese año con el día primero de mayo. Don Antonio, terminada la celebración de la misa, está desayunando en el refectorio de los canónigos, atendido a la sazón por las Discípulas de Jesús, y no puede dejar de pensar en aquel primero de mayo, en el que se inició la racha de tantas cosas buenas para la Colegiata: en presencia del Ministro de Educación del gobierno de la nación, las autoridades provinciales y locales y varios obispos se inaugura el Año Santo Isidoriano. Hay dos imágenes que pugnan por ocupar el centro de su pensamiento: el Pendón de Baeza (una réplica), que ondea en lo alto de la torre, y el martillo de plata con el que se abre la Puerta del Perdón para dar comienzo al año jubilar. Es el año de mil novecientos sesenta el de la celebración simultánea del XIV Centenario del nacimiento de San Isidoro y el del Milenario de la Biblia Visigótica. La tradición de la casa no se conformaba con los siglos, se instalaba en un espacio insólito, el de las conmemoraciones milenarias. A San Isidoro llegaron miles de peregrinos y en San Isidoro intervinieron conferenciantes de renombre internacional, españoles y europeos, en las sesiones académicas, entre los que estaba el padre y maestro de los filólogos e historiadores de España, don Ramón Menéndez Pidal. Da vueltas a todas esas cosas don Antonio porque, a pesar de que apenas hace un mes que ter-
minaron las celebraciones, en la primera semana de octubre, él tiene que ponerse a redactar esta mañana ya la crónica de esos acontecimientos, que será publicada al año siguiente, en mil novecientos sesenta y uno, en el primer número de la revista que la Diputación está a punto de sacar, Archivos Leoneses. Sabe que, a pesar de su interés por contarlo, el trabajo será arduo y le ocupará varias semanas, pero debe hacerlo con esmero porque esa va a ser la crónica del despertar de la Colegiata al mundo “sabio”. Y debe simultanear ese trabajo con el otro al que viene dedicando una gran parte de la jornada, la catalogación del archivo de la Colegiata, en la incertidumbre de si vivirá lo necesario para concluirlo… De momento ha tenido que dejar a un lado todas las notas que se trajo de Asturias para hacer el libro La devoción mariana en Asturias durante los cinco primeros siglos de la Reconquista, y tiene además que seguir ocupándose de la reforma del Museo que ha emprendido, los estudios y las clases de Teología… La
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mies es demasiada, pero, de natural optimista, confía en su propio entusiasmo y en la Providencia, en la consciencia de que todavía falta mucho por hacer. No está solo, cuenta con sus compañeros de cabildo y la promesa del obispo Almarcha de que pronto se incorporará como canónigo de la Colegiata su hermano Manolo. Por un momento se distrae de su trabajo, levanta los ojos de la página que está escribiendo, mira a través de la ventana los nubarrones del cielo de noviembre y piensa que con Manolo podría, los domingos de verano, ir al pueblo, a Otero, subir hasta Piedrasecha y observar de nuevo, como cuando era un niño, el caudal transparente, saltarín y musical, de agua helada y cristalina, que llaman el Manadero… Han transcurrido algo más de sesenta años desde aquel once de noviembre. El tiempo vuela. En el horizonte, el centenario de su nacimiento, en dos mil veintidós.
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62 Biblioteca y archivo de San Isidoro
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“Es Sábado. Y el sábado es de un Cautivo que, sobre hombros descalzos, camina al son de raseos y suspiros. Es sábado de rosarios de Esperanza entre las manos, de cirios en el alma que no se apagan y bambalinas y palio vencidos por el peso de unos pétalos caídos. Es sábado de abrazo inerte a una Madre que sostiene a su Hijo por última vez, como lo sostuvo la primera , de lágrimas y de un dolor... que no hay como su dolor. Es sábado. Y en León, nos vestimos de azul, de emoción y de Esperanza”. Vanesa Trascasas Sobrín
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Sacramentado 2020 PREGÓN DEL
Máximo Cayón Diéguez Cronista Oficial de la ciudad de León 11 de julio de 2020
• Hermano Mayor, Junta de Gobierno, hermanos y hermanas de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses. • Sres. Canónigos representantes del Cabildo Colegial de la Real Colegiata Basílica de San Isidoro, [D. Teodomiro Álvarez y D. José Luis Olivares], • Dignísimas Autoridades, • Señoras y señores:
Y es que aquellos hermanos fundadores descubrieron aquí la fuerza misionera que atesora el amor fraterno y, además, comprobaron que las puertas de la confraternidad se les abrían de par en par, lo que dicho sin rodeos ni veladuras pone de relieve que en esta comunidad de canónigos regulares de San Agustín, establecida en 1148 por el emperador Alfonso VII, a instancias de su hermana doña Sancha, encontraron ayuda y estímulo para dar cima a sus anhelos y aspiraciones.
Buenas tardes. Reciban ustedes mi más cordial bienvenida y mi gratitud personal por su asistencia a este acto. Mi presencia en esta tribuna obedece a una amable invitación de los responsables de la Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses, a los que expreso mi más sincero agradecimiento por hacerme depositario de su confianza, sentimiento que personalizo en el Hermano Mayor, Javier Fernández Llamas, y que hago extensivo a Enrique Máximo Val Mayado, Juez de Penas de dicha cofradía, por sus afectuosas palabras de presentación. El DRAE define el término “pregón” como la “promulgación o publicación que en voz alta se hace en los sitios públicos de una cosa que conviene que todos sepan”. En consonancia con dicha acepción, este pregón mío, cimentado en los pilares de la fe y el sentimiento, no pretende ser otra cosa que un sucinto recorrido por los cuadrantes de la evocación, un ejercicio de recuerdo, a letra descubierta, en resumen, un repaso conciso por las latitudes del fervor y la devoción, orlado de acentos familiares, justamente, cuando concluyen los actos conmemorativos del vigésimo quinto aniversario de la fundación de la cofradía organizadora de esta convocatoria.
Y así, con el apoyo plenario, la tutela y el asesoramiento del Cabildo Isidoriano, con su abad a la cabeza, a la sazón, el citado D. Antonio Viñayo, aquellos papones leoneses vieron cómo cristalizaba el noble proyecto que anegaba su ánimo de ilusión y de entusiasmo en una nueva asociación de fieles cristianos, que eso es toda cofradía, en una nueva agrupación tanto de carácter penitencial como sacramental.
real…”. Y, en otro capítulo, concreta2: “El cuerpo del más sabio de todos los españoles y pedagogo de Europa, Isidoro, es la peana del Santísimo Sacramento, perennemente expuesto, desde siglos inmemoriales, en el altar mayor de la Basílica. A su lado, Martino, el doctor de la Eucaristía, perfila sus argumentos teológicos. A los pies del templo, arropados en piedra, veinte reyes hacen la vela permanente”.
En feliz expresión de D. Antonio Viñayo1, “la ciudad de León, sede regia e imperial, tuvo como escenario la Colegiata de San Isidoro, monasterio de la nobleza, cabeza del Infantado, panteón de reyes y palacio
El grupo de piadosos leoneses que fundó la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses, titulares ambos de dicha cofradía, tal como lo recoge el artículo 4º de sus Estatutos, no pudo hallar lugar más singular y propicio donde levantar la tienda espiritual de su fe, de sus creencias y de sus convicciones, que en esta Real Colegiata Basílica de San Isidoro, tan íntimamente unida a la historia del antiguo reino de León, a esta capital del Viejo Reino, y, por ende, a su Semana Santa.
1 VIÑAYO GONZÁLEZ, Antonio: “San Isidoro y León como Urbe Regia”. El Gallo de la Torre de San Isidoro. León, 2002. Pg. 15.
2 Ibídem: “La Colegiata de San Isidoro de León”. León. 1974. Pg. 49.
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Y esa tutela es avalada cada Sábado de Pasión con hechos específicos, tales como la colaboración activa de la Coral Isidoriana y de la sección de la Adoración Nocturna de León. Y, por añadidura, con símbolos conocidos y reconocidos mediante la presencia del tintinábulo y la umbela en el cortejo procesional que organiza esta cofradía. El tintinábulo es un campanario portátil. La umbela, conopeo o umbráculo, es un pabellón, semiabierto, rojo y amarillo, que son los colores tradicionales del Romano Pontífice. Ambos protegen a los fieles, simbólicamente, de las asperezas espirituales y llaman a la escucha de la Palabra. Son un privilegio que la Santa Sede concede a las iglesias que tienen dignidad de basílica. Y San Isidoro fue elevada a la categoría de Basílica Menor el 4 de abril de 1942, tal como consta en una lápida en el transepto sur del templo. Era obispo de Roma, Pío XII. Y prelado legionense, Mons. Carmelo Ballester Nieto, quien, al año siguiente, en 1943, instauró la procesión de las Palmas en nuestra ciudad, en sus propias palabras, “para todos, pequeños y mayores, pero de una manera
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especial para las criaturinas, que comienzan a abrir los ojos al conocimiento…”. En el año 2002, a raíz de ser declarada la Semana Santa de León de “Interés Turístico Internacional”, Mons. Antonio Vilaplana Molina, entonces obispo legionense, en la revista PASIÓN, [pg. 7], publicación anual que pone en escena, desde hace más de cuatro lustros, Editorial MIC, firmaba el siguiente texto: “Sois, pues, queridos amigos papones, los oficiantes en estas ceremonias. Y os pido, os suplico que la Semana Santa se desarrolle con tal devoción que todos aquellos que nos visiten con talante de turista, retornen a sus casas con alma de peregrinos. Ya sabéis la diferencia que hay entre un turista y un peregrino, por tanto no hace falta que os recomiende un comportamiento capaz de producir esa conversión”. Fundada el 8 de marzo de 1994, siendo obispo de León, precisamente, Mons. Antonio Vilaplana Molina, cuatro puntales sustentan el espíritu de esta cofradía del Sacramentado: disciplina, silencio, penitencia y esperanza, que son una imagen fidedigna de las predichas palabras del mencionado prelado. Porque son como cuatro arbotantes que refuerzan y consolidan los fines cardinales de esta agrupación penitencial y sacramental, recogidos en el artículo 3º de su regla estatutaria, esto es, “la adoración al Santísimo Sacramento y la devoción a su bendita Madre en su dolor junto a la Cruz del Hijo, dar testimonio de la fe, religiosidad, servicio a Dios Nuestro Señor y ayuda a los hermanos, así como revitalizar la religiosidad popular y la devoción cristiana en el mundo”. La religiosidad popular es un ejercicio externo de piedad, producto de un conjunto de actos litúrgicos y extralitúrgicos, donde vivencias y experiencias, tradiciones y costumbres influyen de manera rotunda en las manifestaciones visibles de todo creyente. El Emmo. y Rvdmo. Sr. Cardenal Mons. Carlos Amigo Vallejo, arzobispo emérito de Sevilla, en el acto de clausura del “I Congreso Internacional de Hermandades y Religiosidad Popular”, celebrado en la ciudad hispalense entre el 27 y el 31 de octubre de 1999, en los puntos 9 y 10 de su “Carta de Hermandad”, dirigida a todos los asistentes, decía al respecto: “Entendemos por religiosidad popular, la expresión de la fe con las formas culturales propias de cada pueblo. La piedad popular ofrece la oportunidad de encontrar a Cristo viviente y lleva un compromiso sincero de conversión y la práctica concreta de la caridad. Atentos a la palabra de Dios, tendremos que realizar un trabajo constante de purificación, para que todas las expresiones de la religiosidad popular respondan a un sincero deseo de acercamiento a Dios”.
Manifiestamente, todo cuanto va dicho es constatable cada Sábado de Pasión, cuando los miembros de la Cofradía dúplice, dicho sea a la vieja usanza, de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses, con su túnica azul marino, sencilla, sin tablas ni adornos, con manga ancha y cíngulo de colores dorado y azul marino entrelazados, hacen suya la escenografía urbana legionense, así que, a las seis en punto de la tarde, se pone en marcha la procesión de “Jesús de la Esperanza”, una efigie tallada en poliéster por Melchor Gutiérrez San Martín en 1995, policromada, como el citado cíngulo, en tonalidades doradas y azules, que representa a Cristo a punto de resucitar, y que, hace ya unos años, movió mi ánimo para escribir este soneto: Tú eres Pan de Vida y Sacramento. Pan de vida, porque nos diste entero en el suplicio infame del madero el trigo de tu cuerpo por sustento. Sacramento, porque en aquel momento, ¡Jesús mío¡ ¡Mansísimo Cordero¡ nos entregaste el vino verdadero: tu sangre que es deleite y alimento. Esa honda herida en el costado abierta, que mana amor, Señor, que es una puerta, es el pozo de Agua Viva que afianza en mi pecho una corriente. Un torrente que me conduce a Ti, calladamente, ¡Dulcísimo Jesús de la Esperanza! Sin duda alguna, desde el 8 de abril de 1995, la tarde del Sábado de Pasión los acendrados latidos de la espiritualidad convierten el sentimiento personal en vivencia íntima. Hablo ahora de la “Petalada” a la Virgen de la Esperanza, en los dos últimos años ofrecida en acción de gracias por una hermana de la cofradía tras haber recuperado la salud. Como de todos es sabido, esta ofrenda se lleva a cabo al comienzo de la procesión, en la antigua calle de la Trinidad, actual calle del Sacramento, una vía urbana que durante unos minutos se torna remedo de la calle Pureza de Sevilla, una arteria de trazado 65
anguloso que discurre paralela al “Guadalquivir de las estrellas”, el río subrayado así por Federico García Lorca, donde la Esperanza de Triana recibe un ofrecimiento análogo, conocido allí como “La Petalá”, a los sones solemnes y sinfónicos de la marcha “Siempre la Esperanza”, compuesta, en el año 2012, por José Joaquín Espinosa de los Monteros Pérez, un virtuoso del clarinete y un magnífico compositor musical que apenas cuenta 30 años. Este acto que refiero, lo mismo que el que se lleva a término ante la capilla del Santo Cristo de la Victoria, residencia, según la tradición, de San Marcelo, patrón de la ciudad de León, y la ofrenda floral al Cristo de fuera de San Martín, en la capilla de Ánimas, sita de la calle Ramiro III, en idéntico grado, alfombran de fervor y penitencia la orografía legionense. Porque es allí, en el escenario urbano, donde destaca como un heraldo, el capirote azul marino, de un metro de largo, caído sobre la espalda, que recoge visiblemente el emblema de la Cofradía, compuesto por un óvalo partido en dos campos, que en su parte superior reproduce el Cordero Eucarístico amparado por dos ángeles, y en la inferior, una imagen del descendimiento de Cristo, tomada del tímpano pasionario de la puerta del Perdón de la real basílica isidoriana, obra de finales del siglo XI, del maestro Esteban. De igual forma allí tiene singular protagonismo el “Libro del ‘Memento” o “Libro de Difuntos”, un volumen que, a modo de registro, recoge la identidad de todos los hermanos y hermanas que ya descansan a la diestra del Padre. Cuando se habla de la cofradía del Sacramentado, como es popularmente conocida entre los leone-
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ses, debe hablarse necesariamente de Nuestra Señora de la Piedad, imagen de las postrimerías del siglo XVI o principios del XVII, que recibe culto en el ábside de la epístola del templo basilical. Eduardo Álvarez Aller3, licenciado en Historia del Arte, estima que su autor, anónimo, sigue el modelo de la imagen de Nuestra Señora del Mercado, la Antigua del Camino, basándose en la disposición del cuerpo de Cristo y en otros detalles de la talla. Como es de dominio popular, esta Piedad de San Isidoro es la Virgen del Milagro. Y tal como recoge el Códice XCIV, (94), que “contiene la historia de los cien primeros años de la Colegiata, o sea del siglo XII”, ante esta sagrada imagen, siguiendo la tradición iniciada por el mencionado Santo Martino de cantarle sus glorias todos los sábados del año, a la finalización de la Misa Capitular se lleva a cabo el rezo coral de la Salve, en el que un considerable número de miembros de la cofradía, vestidos de túnica y capelina blanca, acompaña al Cabildo Isidoriano. Se trata, como tiene referido D. Francisco Rodríguez Llamazares4, actual Abad Presidente del Cabildo Colegial de San Isidoro, de un “canto en el que participa toda la comunidad cristiana”, puntualizando que “siempre acompaña a la imagen de la Virgen un ramo de flores frescas que recuerda la necesidad de renovar y refrescar cada día el fervor filial a la Virgen”. Corría el año 1196. Dicha advocación mariana se veneraba entonces en una ermita de titularidad isidoriana, sita extramuros, en el barrio de San Esteban. La imagen lloró sangre. Santo Martino vislumbró este milagro como signo premonitorio de un enfrentamiento armado a las puertas de nuestra ciudad. Entonces, el clero y el pueblo de León “fueron descalzos” a dicha ermita y trasladaron la Sagrada Imagen hasta el templo de San Isidoro “sobre cuyo altar estuvo tres días arrojando sangre sin cesar”, como dice el P. Flórez, en el Tomo XXXV de su España Sagrada, [pg. 258], tomando la referencia del Cronicón Mundi de Lucas de Tuy. Eran tiempos del rey Alfonso IX, monarca leonés convocante de la famosa Curia Regia de 1188, celebrada en el claustro de San Isidoro, reconocida por la UNESCO el 18 de junio de 2013, con el título de “Memoria del Mundo” y que ha supuesto a la ciudad de León ser refrendada como “Cuna del Parlamentarismo”.
precitado monarca, Alfonso IX, “en remedio de su alma y de la de sus padres”5, donó este lugar a la S. I. Catedral de León. En el referido cortejo penitencial del Sábado de Pasión, la piedad mariana encuentra otro remanso de paz en “Nuestra Señora la Virgen de la Esperanza”, talla citada anteriormente, obra del imaginero sevillano Miguel Bejarano Moreno, bendecida en el trascoro de la S. I. Catedral de León el 21 de marzo de 2004. De tamaño natural, está realizada en madera de cedro policromada al óleo. Donación de una hermana de la cofradía, dado su rostro sereno, exento de dramatismo alguno, y la expresividad de su dulzura, a esta bellísima imagen, de rasgos inmaculistas, es perfectamente aplicable este “Retrato de María”, de Lope de Vega. Se trata de un soneto cargado de tintes teológicos: Poco más que mediana su estatura, como el trigo el color, rubios cabellos, vivos los ojos, y las niñas de ellos de verde y rojo con igual dulzura. Las cejas lindas, de color oscura, bien formada nariz, de labios bellos, tan hermosos que hablaba el sol por ellos por celosías de su rosa pura. La mano larga, para siempre darla saliendo a los peligros al encuentro de quien para vivir fuese a buscarla. Ésta es María, sin llegar al centro, que el alma sólo puede retratarla pintor que tuvo nueve meses dentro.
La citada batalla no llegó a celebrarse. Sin embargo, la aljama judía de Puente Castro fue destruida por Alfonso VIII, de Castilla, y Pedro II, de Aragón. El asedio comenzó el 23 de julio de dicho año y finalizó, dos días más tarde, el 25, festividad del Apóstol Santiago. Al año siguiente, el 13 de julio de 1197, el
César González Ruano6, legendario maestro de periodistas, consignó en su momento que “la memoria es el patrimonio de la vida interior”. Y en virtud de este aserto debe subrayarse que a Nuestro Padre Jesús de la Esperanza, Cautivo ante Anás, lo acompaña la Banda de cornetas y tambores del Santísimo Cristo de la Victoria, constituida el 22 de abril de 1994. Su primer director fue Carlos Javier Blanco Rodríguez, hijo de mi buen amigo Eulogio
3 ÁLVAREZ ALLER, Eduardo: “Vía Crucis de la Pasión. Guía de la Imaginería II”. León, 2009. Pg. 62. 4 RODRÍGUEZ LLAMAZARES, Francisco: “La Basílica de San Isidoro: Hogar Eucarístico”. ABBA. León, 2008, pg. 5.
5 FERNÁNDEZ CATÓN, José María: “Colección documental del archivo de la Catedral de León”. VI. (1188-1230). León. 1991. Pg. 83. 6 GONZÁLEZ RUANO, César: “Obra periodística”. [19431965]. Tomo II. Madrid. 2003. Pg. 2102.
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Blanco Fernández, primer Hermano Mayor de la cofradía del Sacramentado. Desde aquel 8 de abril de 1995, Sábado de Pasión, esta unidad musical participa ininterrumpidamente en este cortejo penitencial, motivo por el cual, en el año 2007, todos sus componentes fueron nombrados “Hermanos Honorarios de la Cofradía”. Este mismo nombramiento de “Hermanos Honorarios” ostenta desde el año 2010 el Cuerpo Nacional de Policía, que presta escolta a la mencionada Virgen del Milagro, es decir, a la Virgen de la Piedad. La referida efigie del Cautivo mide 1,78 metros. Realizada por el imaginero sevillano, Jaime Babío Núñez, también en madera de cedro real policromada al óleo, se bendijo en la Pulchra Leonina, el 19 de marzo de 2011. La talla del sumo sacerdote es del mismo autor. Está fechada un año después. En este pasaje, Cristo, maltratado, despreciado, esclavizado, es imagen de los excluidos de este mundo, paradigma de la injusticia humana, espejo de nuestra propia fragilidad. Esta bellísima décima del poeta navarro José María Zandueta Munárriz, así lo refleja: El cordel que ata tus manos es la ignominiosa cuerda, que a todas horas recuerda nuestros errores humanos. Arrodillaos, hermanos. Que el dolor de contrición abra nuestro corazón y alumbre nuestra conciencia, postrados en su presencia en demanda de perdón. Dentro de unos momentos se procederá a la presentación de la revista “ABBA”, órgano de expresión de esta cofradía sacramental y penitencial. ABBA aporta al Misterio Pascual del Verbo una visión sensible y expresiva, que tiene como horizonte litúrgico la solemnidad de la Dominica de Resurrección, que es la apoteosis gloriosa del pueblo cristiano. El anuncio del Misterio de la Fe. El pasado año 2019, a la conclusión de la Vigilia Pascual, esplendente oficio litúrgico en cuyo desarrollo el rito de la luz, la liturgia de la palabra, la renovación de los votos bautismales y la adminis-
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tración de la Eucaristía componen un admirable himno a la esperanza, la cofradía del Sacramentado, en colaboración con el Cabildo Isidoriano, llevó a término un piadoso “Vía Lucis”, “Camino de la luz”, compuesto por catorce estaciones. Poco después de la medianoche, el cortejo recorrió el exterior de la Real Colegiata Basílica de San Isidoro. Se portó a hombros “Nuestro Padre Jesús de la Esperanza”, pujado a golpe de horqueta, que es la manera más leonesa de pujar un “paso”, en medio de un elocuente silencio. Era la primera vez que una agrupación penitencial ponía en escena este emotivo ejercicio de piedad popular en la Semana Santa de León. El Vía Lucis es una práctica piadosa muy reciente. Apenas tiene treinta años de vigencia. Si en el transcurso del rezo del tradicional “Vía Crucis”, cuyo día por antonomasia son los viernes de cuaresma, se porta procesionalmente una cruz, símbolo de la Pasión de Nuestro Señor, durante el rezo del “Vía Lucis”, cuyo día por excelencia son los domingos de Pascua, se porta el cirio pascual o un icono de la resurrección de Cristo, tal como lo hizo esta cofradía del Sacramentado. La estructura de uno y otro son muy similares. La antífona que se repite antes de cada estación es la siguiente: “Te adoramos, oh Cristo resucitado, y te bendecimos. Porque con tu Pascua has dado la vida al mundo”. Rezar, pues, el “Vía Lucis” es compartir comunitariamente la desbordante alegría que representa para un cristiano la Resurrección de Cristo. Sus catorce estaciones, todas ellas gozosas, extraídas de los cuatro evangelios canónicos y de los Hechos de los Apóstoles, comprenden desde la Resurrección de Cristo hasta la Pascua de Pentecostés. La primera estación del Vía Lucis está tomada del Evangelio de Mateo (28, 6): “¡Cristo vive! ¡Ha resucitado!”. José Luis Martín Descalzo, sacerdote y poeta, en su obra “Razones para la alegría”, publicada en 1986, para la citada estación escribió, entre otros,
unos sentidos versos, que componen una bellísima plegaria que comienza de este modo: El día 1 de noviembre de 1964, festividad de Todos los Santos, en el cementerio romano de Prima Porta, el Papa san Pablo VI pronunció una reconfortante homilía, donde dijo: “No estamos acostumbrados a volver hacia atrás nuestros ojos, y preferimos dirigir la mirada a las aspiraciones e intereses del presente y el futuro. Sin embargo, como hombres y como cristianos, debemos a quienes han vivido antes que nosotros y han construido para nosotros todo lo que tenemos, un tributo de gratitud, de oración y de honor”. En consecuencia, mis palabras se tornan ahora corona de homenaje y recuerdo emocionado para todos los hermanos y hermanas de la cofradía, cuyas almas ya descansan en las praderas celestes del Reino invisible de Dios. Su ausencia constituye para todos un enorme vacío. Y una profunda tristeza. Y en mi caso, con particular incidencia en cuatro personas muy queridas y entrañables para mí: D. Antonio Viñayo, (+ 13.12.2012), Eulogio Blanco Fernández, (+ 29.12.2012), como dije antes, primer Hermano Mayor
de esta cofradía, Francisco Trascasas Rubín, (+ 07.11.2019), y, por supuesto, mi primo, a quien yo quería como a un hermano, Enrique Antonio Val Cayón, (+ 16.02.2019). Comencé con una cita de D. Antonio Viñayo, Hermano Mayor Honorario de esta cofradía del Sacramentado y Medalla de Oro de la misma concedida en 2003. Con otra cita de D. Antonio concluyo también. Es ésta: “Con los mejores deseos de que todo salga bien para gloria del Señor y prestigio de León”7, lo que expresado de otro modo equivale a decir: que todos los actos que esta cofradía del Sacramentado programe en el futuro alcancen la solemnidad acostumbrada. Éste es mi ferviente deseo. Y, a modo de coda, así lo manifiesto. Aquí hallan, pues, destino mis palabras. ¡Feliz vigésimo quinto aniversario a todos los componentes de la Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses! Y a todos ustedes, muchas gracias por su atención. 7 CAYÓN WALDALISO, Máximo: “Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno”. León. 1982. Pg. 229.
Gracias, Señor, porque al romper la piedra de tu sepulcro nos trajiste en las manos la vida verdadera, no sólo un trozo más de esto que los hombres llamamos vida, sino la inextinguible, la zarza ardiendo que no se consume, la misma vida que vive Dios.
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Los disciplinantes – Francisco de Goya
Una Pasion
Ensonada Julio Cayón Papón y columnista de La Nueva Crónica de León
L
os historiadores y expertos de la Semana Santa de León –que no son tantos como pudiera parecer, esa es la verdad- se inclinan por una fecha concreta como hipotética matriz de la Pasión urbana en la ciudad. Por otra parte, la data a que se refieren estos estudiosos y analistas es la del 28 de marzo de 1521, si bien, consultado el calendario de la época, podría tratarse del 3 de abril siguiente. Es una posibilidad. En cualquier caso lo que sí está acreditado es la existencia, en una u otra fecha, de una procesión de marcado carácter penitencial nominada como de ‘Los Disciplinantes’, cuya titulatura ya indica por sí misma cuál
era la mortificación a la que se sometían quienes participaban en aquel acto público de fe. A mayor abundamiento –escrito está y así se recoge-, la citada procesión de ’Los Disciplinantes’ “era un espejo de austeridad. Los penitentes, que llevaban una soga al cuello, sin miramiento alguno, golpeábanse con zumbeles de cuero brazos y espaldas, y en su carne florecían, como morados lirios pasionales, los estigmas que les producía tan cruento ejercicio”. Hasta aquí y con los matices correspondientes a la jornada -que los hubo por un suceso paralelo de espadas y sangre- en el epílogo estacional
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de la manifestación religiosa (“en acabándose de decir las tinieblas”) dentro de la Catedral, lo cierto es que la semilla de la Semana Santa de la capital leonesa es probable que germinara en aquella añada del siglo XVI. De esta manera, con esa línea primaria de la bárbara recordación del Vía Crucis del Nazareno -previa a su ajusticiamiento- se propicia, en sí misma, la ceremonia final del drama. El cuerpo martirizado del hijo de José y de María debe descansar en el sepulcro horadado en la roca. Jesús, vejado y torturado, había vivido momentos inhumanos según refieren los textos evangéli-
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El enclavamiento inferior resultó más doloroso. Colocados los pies del sentenciado, el verdugo rebuscó otro clavo de mayor longitud. El golpe del martillo semejó a un lamento. Sin embargo, no le tembló el pulso al que lo manejaba. Uno, dos, tres, seis golpes… quizá diez dieron paso a que la cruz fuera izándola la soldadesca que participaba en el crimen.
cos. Sin embargo, un testigo anónimo –con voz grave- podría haberlo descrito de esta manera para explicar el último capítulo del Calvario: “No fue necesario que nadie le colocara en el lugar señalado para el martirio. El que iba a ser crucificado cerró los ojos y consintió que los brazos y las piernas descansaran sobre la cruz. Aquellas hermosas manos que tanto habían dado, y aquellos peregrinos pies, cansados de recorrer los caminos, estaban a punto de abrirse en cascada.
nación, romper sus ataduras y volar en libertad ensoñada. Y, volviendo la vista, fantaseemos que en aquel minúsculo y retorcido mapa de calles y callejuelas del León medieval de la centuria undécima, donde cohabitaban casas de desdibujados tapiales con otras de rica piedra labrada, no sería difícil asegurar que el instinto secular de las indoctas y piadosas gentes se ciñera a la conmemoración funeraria de la tragedia del Calvario, superada la hora nona del viernes.
El soldado romano tentó la palma derecha de Jesús, acercó el clavo y, con un golpe seco, la taladró. Luego, cargado de odio, asestó varios martillazos más hasta que el leño también quedó herido por la asesina punta. Saltando en cuclillas sobre el torso del reo, repitió la acción en la mano izquierda. Para entonces, la sangre, fluyendo a borbotones, regaba la desagradecida tierra.
De manera que tómese como referencia, para este mágico sueño secular, la noche del Viernes Santo de la época y admitamos que la iglesia de San Martín (siglo XI), concebida en la calle de la Plegaria, junto a la Plaza Mayor –también conocida en su tiempo como Plaza del Pan-, es el punto de referencia, sobre todo, de los devotos apartados de la vida y de los desheredados por el infortunio, dichosos todos ellos por perpetuar a la vista de los demás y en libertad devota su testimonio inequívoco. Y allí, en la severa y pétrea parroquial ‘sanmartinera’, se concentran arracimados. Unidos. Declina la tarde y la oscuridad propaga sus dominios. Son gente con vestimentas tan raídas como repasadas, tan toscas como misérrimas, y tan austeras que parecen extraídas de los rancios baúles del más franciscano de los cenobios.
El enclavamiento inferior resultó más doloroso. Colocados los pies del sentenciado, el verdugo rebuscó otro clavo de mayor longitud. El golpe del martillo semejó a un lamento. Sin embargo, no le tembló el pulso al que lo manejaba. Uno, dos, tres, seis golpes… quizá diez dieron paso a que la cruz fuera izándola la soldadesca que participaba en el crimen. A Jesús, con el cuerpo vencido, se le desgarraban las carnes por momentos. Pero ni un solo quejido salió de su boca. Atrás quedaba la borriquilla y las palmas, los interrogatorios de Pilatos, los insultos en el patio del gobernador, las burlas y los salivazos de la zafia, ignorante e insolente guarnición romana. Atrás quedaba todo. Y, como estaba escrito, Jesús de Nazaret agonizaba en la cruz. Su crucifixión, para los creyentes, era el horizonte y la esperanza”. No obstante, dejando a un lado el citado siglo XVI, que coincide con la fundación de la cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad el 9 de febrero de 1578, conviene esponjar y recolocar el intelecto, abrir las puertas de la imagi-
Parpadean las primeras estrellas, y la luna, como un velo de seda sobre el firmamento, recuesta su primera palidez sobre el tejadillo de la iglesia que honra la memoria del obispo de la francesa Tours. Acude la noche y se aproxima el recuerdo de dar sepultura al Hijo del Hombre. No hay imágenes que portar. Solo cruces mínimas de asimétrica compostura confeccionadas con cuerdas, y hachas de esparto y cera, impregnadas con viejos aceites del amoroso lar doméstico para iluminar los impenetrables rostros y el camino. Y el silencio. Ese silencio que solo se escucha cuando se reza con seducida piedad. Los penitentes oran y, desordenada, se inicia la democrática procesión del Santo 69
Entierro. Arrebujados unos con otros, mezclados, oliéndose la piel y las ropas, avanzan con lentitud. La ciudad, en esos momentos, es un bálsamo para el alma de aquellos cristianos leoneses. Delante, un sacerdote revestido con ropajes talares y acompañado de tres acólitos marca el recorrido. Mirando al cielo, ensimismado, porta, cual imperecedero signo sacramental, una recia y espigada cruz, ensamblada con dos irregulares maderos que aún conservan parte de la corteza de cuando, con una afilada azuela y un machado de leña, se les arrancó de la tierra y se les privó de vida. Y detrás, epilogando la manifestación piadosa, los descalzos, los tullidos, los imposibilitados… los desfavorecidos. Pero están todos. La tenebrosidad de las calles se dulcifica con la luz de fuego. Aquellos humildes y primeros cofrades, sin hábito ni túnica, no abandonarán los rezos ni el decoro que exige la conmemoración del enterramiento de Jesús de Nazaret. Cumplido el recorrido por intramuros de la ciudad concluye –y de igual forma es verosímil aceptarlo desde un punto emocional- una de las primeras procesiones de los tiempos, ajenas al cilicio temerario. Las gentes de corazón sencillo vuelven sobre sus pasos y regresan a los húmedos y grises hogares que les cobijan. El preámbulo de la Semana Santa está escrito. Esa posible huella, esa simiente que florecería al discurrir de los siglos, quizá también fuese el fundamento de la actual Pasión leonesa, de sus procesiones y de sus inquietudes. Al fin y al cabo, el sabio, que permutó su cómoda existencia por una humilde filosofía de vida, dejó escrito “¿Y por qué no?” Tal vez por eso ¿y por qué no? León sea cuna de papones, papones a la leonesa, que bien lo son estas tierras nuestras dos veces milenarias en las que el Camino de Santiago medita su tránsito antes de proseguir la andadura hasta alcanzar Compostela. Papón… ¡Qué palabra tan hermosa!
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70 Foto: Fernando Ruiz Tomé ©Museo san Isidoro. Real Colegiata de san Isidoro
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses”
Cautivos Ante
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Manuel Jáñez Gallego Pregonero de la Semana Santa de León 2016
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autivo ante Anás, así te sacan de Santo Martino y así te devuelven a tu capilla de San Marcos, con la mejilla amoratada y las manos atadas, pero sin perder la presencia divina que nos emociona cada vez que nos perdemos en tu mirada, vidriosa y triste, con las lágrimas a punto de brotar y el dolor contenido en el escorzo de tu torso inclinado hacia adelante. Cautivo, triste y solo, pero sin perder la esperanza. Qué gran ejemplo nos has dado durante todo este tiempo y qué tarde nos hemos dado cuenta de que nada de lo que Tú haces es en vano, que siempre eres el cómo y el porqué, el ayer, el hoy y el mañana. Cautivo, como estamos nosotros ahora ante ese Anás que dictó sentencia un sábado de marzo de hace más de un año y nos condenó, sin misericordia alguna, a la soledad y al miedo. Nos ató las manos con una soga de tristeza y nos abofeteó el rostro con la saña y el dolor que dejan las ausencias y los vacíos de aquéllos que se fueron en silencio. Silencio, como el de esas calles vacías la tarde de aquel Sábado de Pasión que, como este próximo, se quedarán otra vez huérfanas de Esperanza. No sé si alguna vez llegamos a imaginar siquiera que, algún día, sentiríamos en nuestra alma cofrade el escozor lacerante de la angustia. No sé si alguna vez llegamos a imaginar siquiera que seríamos nosotros los que rendiríamos cuentas ante un Anás que nos lleva abofeteando tanto tiempo, que ya no sentimos ni los golpes. No sé si alguna vez llegamos a imaginar siquiera que te añoraríamos tanto, Señor, que por verte de nuevo sobre tu altar de hombros doloridos, sobre ese mar azul de túnicas ceñidas y capillos desmayados, seríamos capaces de hacer cualquier cosa que nos pidie-
ses. Que necesitamos verte de nuevo, libre de ese cautiverio que ha sido también el nuestro y que se nos ha hecho eterno e insoportable. Tú, que todo lo puedes, que sabes mejor que nadie cuánto amor se puede transmitir en una mecida, intercede por nosotros. Comparte con tus hijos lo más que amas por encima de todo, el desvelo de esa madre que encierra en su advocación el anhelo de un pueblo que pide a gritos unas migajas de esa hermosa palabra, Esperanza… Ya nunca te veremos igual, porque cuando todo esto pase y podamos recuperar la vida que teníamos y que, quizás, nunca valoramos lo suficiente, cuando salgamos a conquistar las aceras desnudas, a llenar la brisa de la primavera más papona de las que nunca hemos vivido con el aroma del incienso y las flores frescas, entenderemos mejor que nunca por qué se te empaña la mirada cada Sábado de Pasión, Señor. Y todo será nuevo y especial. No nos sonarán igual las marchas de La Victoria y tendrá otro furor el pábilo de los cirios y hasta la cera lagrimeará con otra cadencia más festiva. Será más inmaculada la blancura de los roquetes de los monaguillos y en el azul de las túnicas la Luna de Parasceve bordará roleos de ternura para que nadie pierda el compás de la mecida y todo sea aún más lento, más pausado, porque necesitaremos demorar tu regreso a San Marcos, no vaya a ser que Anás vuelva a 71
dejarnos otra vez cautivos y solos. Se abrirán de par en par los portones y sus goznes susurrarán una oración al oído de las piedras de un arco que se pone de puntillas para dejarle más espacio a la emoción. Hasta tu bendita Madre, que te mira cada día desde su altar frente al tuyo, se conmoverá al presentir la devoción y el amor que llevamos tanto tiempo acumulando en nuestros corazones para arrojarlos a tu paso, como una petalada de sentimiento. Ella, que allá por donde pasa va regalando esperanza, que te sigue con la mirada perdida y la pena colgando de las bambalinas de su palio, nos regalará una sonrisa tímida cuando, al mirarnos, entienda cuánto necesitábamos volver a extender mantos de devoción sobre los adoquines inertes. Así que, hasta que llegue ese soñado momento, nos encomendamos a tu divina presencia, Nuestro Padre Jesús de la Esperanza Cautivo ante Anás, para pedirte que nos enseñes a soportar las consecuencias de este cautiverio y nos bendigas desde tu altar. Y a quienes has decidido llevar contigo durante esta terrible pandemia, les recibas en tu reino de vida eterna y les dejes disfrutar de ese día en el que todo vuelva a ser como antes, como cuando ellos estaban junto a nosotros, esperando impacientes el momento de poner su túnica azul y cubrir su rostro con el capirote para, en silencio, salir contigo a buscar lo único que nunca pedimos y más necesitamos, esperanza.
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses”
Sacramentado
María Aurora García Martín Pregonera de la Semana Santa de León 2017
l asfalto ha mutado los grises por blancos, alfombrando de embriagadores aromas los peregrinos pasos de anónimos caminantes que, a hurtadillas, inspiran robadas bocanadas de azahar tras la mascarilla que les camufla.
E
Tengo tatuado en la piel el escalofrío de los sentimientos para no olvidar ni uno solo de mis recuerdos. La nostalgia se apodera, hoy más que nunca, de las letras que derrama mi lapicero, pues solo en tonos grisáceos brotan con fuerza los ecos del pasado.
Vivimos un tiempo en el que solo los recuerdos marcan los pulsos que nos mantienen hilados al calendario de la vida. Solo podemos soñar con aquello que da sentido al trabajo constante del cofrade. Solo podemos escuchar el redoble que marca el latido de nuestros corazones a través del auricular que hemos cosido a los oídos. Solo podemos sentir el repeluco al mirar la imagen una y mil veces repetida en aquel reproductor que nos acompaña a cada instante.
En esa ensoñación de olores que traspasan los blancos antifaces que hoy cubren a medias nuestro rostro, florece la memoria de una juventud añorada que vio como cobraban vida varias Cofradías de mi querido León. De lo más profundo del ser, de lo más puro de las entrañas, nació María del Dulce Nombre y a su luz, a su reflejo, otras penitenciales pidieron la venia para convertirse en refugio de corazones ávidos de penitenciar sus penas.
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“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses”
Una de esas corporaciones fue Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad Amparo de los leoneses. Su historia oficial comienza en 1993, septiembre según cuentan las crónicas, bajo la atenta mirada de D. Antonio Viñayo. Todo está bien relatado desde aquel momento, pero en mi memoria golpean hoy los recuerdos de sus vísperas postreras, los nombres que pusieron su germen, aunque no recolectasen el fruto. Viene a mi mente el pasado, como blanco sudario que envuelve los sueños y los dulcifica haciendo desaparecer los sin sabores y rescatando del olvido nombres que hoy casi nadie recuerda sin los que no habría existido futuro. Cierro los ojos para que fluyan con intensidad los sentimientos sin que las antenas de la vida puedan causar interferencias o distorsiones, aunque no hay nada más distorsionado que los recuerdos que se visten de nostalgia. Una cerveza a deshora, un toquecito en el hombro a destiempo en tardes de estudio, un dibujo, una palabra, una imagen, un capirote, una cruz, una corneta, un amigo Ricardo Somoza. Richi venía algunas tardes a romper la concentrada desconcentración que respiraban las paredes de la biblioteca de Derecho, entre las que, por aquel entonces, se fundían los cerebros de jóvenes abades. Corría el año 1992. La primavera de aquel año nos había regalado sueños bordados en hilos verdes y negros. A la sombra de La Expo, Sevilla organizó un Santo Entierro Magno que marcaría para siempre nuestros pulsos. Al alba, la Aurora nos descubrió formas de sentir hasta entonces desconocidas. ¿Por qué no sentir de esa misma manera entre callejones llenos de la historia del Viejo Reino de León? El ímpetu de Richi se equilibraba con la templanza de Javi. Javier y Chus Luque, Eugenio Morchón, Emilio Beltrán, Cesar Diaz…. Jóvenes papones con muchas ganas de tatuar su impronta, de favorecer una evolución involucionada de una semana Santa, la nuestra, que vivía por aquellos años un auténtico cataclismo. Ellos sembraron las semillas de una nueva corporación. Aun eran solo semillas. Para que la floración fuese posible hacía falta agua, abono, y sobre todo jardineros capaces de guiar sus ramas cuando el tallo comenzase a mostrar sus primeros brotes. El abono llegó en forma de mazazo emocional. La muerte nos miró por primera vez cara a cara, estremeciendo nuestras entrañas y enmudeciendo nuestras gargantas. El 14 de marzo de 1993 Richi se fue sin avisar, sin golpecito en el hombro para decir un hasta luego, dejándonos el alma he-
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cha girones. Las notas que escaparon de las cornetas en Santa Marina se convirtieron en homenaje postrero al tiempo que inocularon en nuestras venas el veneno de Triana. César entonces coge las riendas de aquel maravilloso proyecto. César Díaz Feo, el “Babayo”, es la persona más perseverante que he conocido nunca. Perfecto hacedor de sueños. Capaz de hacer magia y convertir en oro la nada. César, junto con los que persistieron, visionó una Hermandad potente y, para ello, sabía que necesitaba nuevas manos que remaran hacia el mismo rumbo. Aparece entonces la figura fundamental de Eulogio Blanco, capaz de captar el interés de D. Antonio Viñayo. De la mano de César, Javi, Chus, Genín, José o Milín llega mi padre Ricardo García Laborda, y se unen también Manuel Pérez Vega, Enrique Val Cayón o Jesús García, entre otros. A partir de aquí las semillas comienzan a dar sus frutos entre los muros de San Isidoro, pero esa historia corresponde contarla a los cronistas. A mí la nostalgia de los recuerdos, el olor de los naranjos que se mezclan con el incienso que emana de la pobre chimenea que coloco en mi ventana, dirige los trazos de mi lapicero hacia el principio del principio. Me lleva a esa juventud llena de ilusión, que sentía que tenía toda la vida por delante. Una vida, una historia tatuada a fuego en la memoria para no olvidar nunca a los que se fueron habiendo sembrado la semilla, pues el fututo no existe sin pasado. Vivimos un tiempo en el que solo los recuerdos marcan los pulsos que nos mantienen hilados al calendario de la vida.
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses”
Alejandro Borrero Moreno
Orfebre
E
EL ARTE DE LA ORFEBRERÍA COMO FORMA DE VIDA
n su taller se perciben todo tipo de sensaciones, desde el sonido constante del golpeo de los cinceles contra la plata hasta el calor de los baños donde se calienta la pez; el corte de la madera para realizar el alma de las piezas; los destellos de la plata recién pulida. El taller es el corazón y el alma que alumbran el pausado nacimiento de las obras en sus distintas fases, desde sencillos apuntes preliminares a lápiz y papel, hasta el ensamblaje final de la obra y su terminación.
que van formando, a modo de puzzle, los trabajos allí realizados. Es a raíz de ahí y tras hablar con mi tío que empiezo a cursar estudios en la escuela de Artes aplicadas y Oficios Artísticos de Sevilla, siendo mi primer contacto a nivel práctico con esta profesión. Tras dos años en la escuela, empiezo a trabajar en el taller de orfebrería maestrante como aprendiz, siendo habituales las visitas al taller de mi tío como asesoramiento y reforzamiento en mi aprendizaje.
Alejandro Borrero en su taller.
fesión desde la humildad y el respeto, el dibujo, fundamental y base para la creación de obras y cincelar acariciando el metal. Otro maestro ha sido Rafael Marín de orfebrería maestrante y, a su vez, también he aprendido de los trabajadores del propio taller, del cual aprendí no sólo a cincelar y diferentes aspectos del tratamiento de los metales, sino la parte de lampistería y montaje. Después he ido adquiriendo conocimientos de forma autodidacta haciendo trabajos de diferentes envergaduras y dificultades, experimentando con cada uno de ellos los retos que me exigían. De los últimos maestros que he tenido Javier García, lo conocí en Ciudad Real y me abrió una nueva forma y perspectiva de ver el trabajo y cómo tratar las chapas con distintas técnicas.
Detalle de pieza de ciria.
Corona Virgen del Gran Perdón de Málaga. Diseño: Eloy Téllez.
Por ello, queremos conocer con más detalle este mundo tan apasionante y los orígenes de Alejandro como orfebre: cómo es su día a día en el taller, el proceso para la concepción de cada una de las obras, su proceso de elaboración….En definitiva, adentrarnos en el arte de la orfebrería de la mano de uno de los maestros con mayor tradición familiar en este bello arte. Cuéntanos tus inicios en la orfebrería Alejandro. Mis inicios comienzan tras varias visitas al taller Orfebrería Triana de mi tío Juan Antonio Borrero, dónde empiezo a fijarme en todo lo relacionado con este oficio y en cómo se crean las piezas
Varios años después entro a trabajar en los talleres sturmio pertenecientes a los hijos de Seco Velasco, dónde experimento también la restauración en obras de patrimonio. Después de crecer en experiencia me traslado a Málaga para montar mi taller en esta ciudad y seguir mi crecimiento en esta profesión ya creando piezas propias. En esos años me incorporo para participar en un proyecto de Talleres de Empleo y casas de oficios de la Junta de Andalucía, en el que participo durante 6 años como monitor de orfebrería del taller de empleo para la Hermandad del Prendimiento de Málaga. Después de 10 años en Málaga me traslado a Sevilla y monto mi taller propio, con el que sigo en la actualidad. ¿Quiénes han sido tus maestros?: Entre mis maestros, por supuesto mi tío Juan Antonio, del cual he aprendido a amar esta pro74
Detalle de moldura para moldurón.
Todos los días sigo aprendiendo, fijándome en los grandes trabajos que ejecutan otros orfebres y no orfebres, de otras técnicas, de otras profesiones, de cómo adaptar a tu profesión tu forma de trabajar y aplicar a tu estilo. Cómo ha ido evolucionando la orfebrería desde que tú empezaste. La evolución de la orfebrería desde que yo empecé hasta hoy noto cambios claro, ya son casi 30 años desde que me inicié en la orfebrería. Cuando empecé tenía la sensación de que era todo más artesanal o será que ya me estoy volviendo viejo. Era todo más manual e implicaba más mano de obra. Hoy en día parece que se usan más las nuevas tecnologías y para eso están, como el caso de la impresión 3d.
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pondría otra ornamentación, ésto quedaría mejor con este otro detalle. Supongo que al ir aprendiendo de la realización de la propia obra, al acabar quieres plasmar lo aprendido en la misma obra. De las que más orgulloso estoy, en las que más me reflejo son la corona del Mayor Dolor de Málaga y la corona de la Virgen del gran perdón de Málaga. Son dos obras en las cuales me tuve que emplear en todos los sentidos. En aquella época, en la cual visto a día de hoy estaba empezando, tenía más ganas que profesión. Detalle corona Virgen del Carmen del Rincón de la Victoria (Málaga). Diseño: Eloy Téllez.
Descríbenos el proceso completo para la ejecución de una obra y cuál es, a tu entender, la parte clave o que tiene más importancia. ¿Suele haber muchos cambios durante su ejecución hasta el resultado final? Desde la idea original hasta el proyecto final siempre hay modificaciones, porque a medida que se van realizando las piezas y se van encajando, la obra está viva y va cambiando para acabar viendo que no es la misma que cuándo empezaste. Ocurre incluso en el diseño, antes de empezar a ejecutar la pieza con los materiales hay cambios y, para mi, la obra siempre está viva y la vas cambiando y adaptando a tus sentimientos. Lo que al principio te gustaba después no te encaja porque ves que pueden ir a mejor con otro detalle o material. Tal vez sea lo que te atrae de esta profesión o una de las que más te atraen. Estás ejecutando una pieza y ésta va transformándose contigo a la misma vez. ¿Cómo ha sido la evolución de tu obra desde tus inicios? Descríbela. Mi obra ha ido evolucionando tal vez hacia atrás. Hacia los inicios de la artesanía antigua, el buscar lo más posible que la obra esté hecha a mano, el intentar usar cuánta menos tecnología posible. Y esa lucha es de la persona, del artesano contra el material que al final se convierten en uno, dejan de luchar para crear una obra en la que dejas tu personalidad. ¿Podrías decirnos el número aproximado de obras que has realizado hasta la fecha y los lugares por las que las tienes repartidas? Realmente no sé el número de obras que habré realizado, sé que tengo algunas que me han marcado pero no tengo conciencia del número de obras que he realizado. ¿De qué obras te sientes más orgulloso y cuáles, si es que las hay, enfocarías de otra manera si tuvieras que volver a ejecutarlas? Te contesto primero la segunda parte de la pregunta. Siempre te queda el cambiar cuando terminas una obra. El decir esto lo haría de otra manera, aquí le
¿Hay alguna obra o proyecto que te haría especial ilusión realizar o que, teniéndolo diseñado, todavía no hayas podido materializarlo? Pues me haría ilusión hacer un proyecto de sagrario que es algo que aún no he hecho. He visto hacer en el taller de mi tío alguno y me atraía la mezcla de arquitectura con metales y otros materiales. La complejidad arquitectónica y las posibilidades que te ofrece en la ornamentación.
Relieve de rostro de Jesús.
¿En qué proyectos estás trabajando actualmente? Hoy en día estoy trabajando con hermandades tanto de Almería, un proyecto de varios años, respiradero, peana, faroles y demás enseres, como también con distintas hermandades en pueblos de Sevilla, Cádiz y Málaga, así como con particulares. ¿Dónde se puede contemplar tu obra? ¿Hay alguna exposición? Mi obra se puede contemplar en la calle, en Semana Santa, aunque por desgracia llevamos dos años que no salen las Hermandades por la pandemia, pero creo que es donde mejor se presta a ser vista la obra, y que la gente la vea en procesión.
Corazón de siete puñales. Diseño propio.
A día de hoy, ¿cómo ves el mundo de la orfebrería y hacia dónde crees que puede evolucionar en el futuro? La orfebrería a día de hoy creo que está en un resurgir y que hay trabajos muy, muy bellos y muy complejos, si bien es verdad que se están usando las nuevas técnicas en demasía, te ayudan bastante a eso. Creo que se están haciendo unos proyectos de gran calado que, con el paso del tiempo, tendrán un valor artístico bastante importante. Imaginamos que, como buen amante de la Semana Santa, tendrás tus hermandades y tus devociones. Háblanos un poco de ellas y de tu trayectoria cofrade. Bueno yo nací en Triana y me he criado en Triana. Es lo que he vivido. Soy devoto de la Esperanza de Triana y para mí es lo que he llevado siempre conmigo. También tengo un especial cariño y devoción con todas las hermandades que he trabajado y las llevo conmigo. 75
Pieza con diseño de rocalla para cruz de guía.
¿Qué sueños o aspiraciones te quedan por cumplir? Aspiraciones que me quedan: todas. Yo me levanto todos los días con ganas de trabajar y de que me salga algún trabajo con nuevos retos, porque cada día son nuevos retos a los que me enfrento y eso me hace sentir que no hay fin. Muchas gracias por tu tiempo Alejandro.
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses”
EL LARGO RECORRIDO DE LAS BANDAS DE CORNETAS: TREINTA AÑOS BRILLANTES EN DO-RE: (DE OCTUBRE DE 1991 A OCTUBRE DE 2021).
Miguel Ángel Morán González Doctor en Filología Hispánica y profesor de Lengua Castellana y Literatura en el IES Legio VII
A la memoria de FEDERICO FERNÁNDEZ GUTIÉRREZ, tambor insigne del Dulce Nombre de Jesús Nazareno.
Festividad del Corpus Christi. León, 1990: La banda de cornetas y tambores de la cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno subiendo por la calle Ancha. El Jefe de banda alza la corneta en señal de comienzo de marcha.
C
uando actualmente en León se escucha una banda de cornetas y tambores, sea en procesiones o en conciertos, uno tiene la sensación de que siempre ha existido tal cual las conocemos ahora. No obstante, todo es cambiante, pues el peso de la evolución trasciende al de la tradición. Aunque la Semana Santa perdura en el tiempo por una tradición de siglos, su puesta en escena, el enfoque del presente y
la influencia que recibe de otros lugares han dado lugar a que la celebración de la Pascua sea diferente. Este año de 2021 la banda de los Bomberos de Málaga cumple 110 años de vida. Es la única formación que, por cierto, ha sobrevivido a dos pandemias: la gripe española de 1918 y al actual Coronavirus. Ellos forjaron un modelo de banda que, con el paso del tiempo, terminaría por
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aclimatarse en la geografía española. Las bandas norteñas, aferradas a las bandas y toques militares, finalmente adoptaron el sonido de las formaciones del Sur. Precisamente fue la banda de cornetas y tambores de la cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno la primera en adoptar el nuevo estilo en Castilla y León. Llegado el mes de octubre de 2021 se cumplirán treinta años desde la incorporación de las cornetas en Do-Re de tono brillante. Octubre de 1991 significó el inicio de una nueva era que, indudablemente, cambió el curso de la música cofrade leonesa y, por extensión, del Norte peninsular. Anterior a esa fecha primaba la música militar en los desfiles penitenciales. Su esquema musical eran cornetas afinadas en Do-Si bemol; pero para los músicos cofrades, ajenos a conocimientos musicales, eran simplemente “cornetas”. Tampoco se hablaba de grupos de voces, pero habría que subrayar que existían dos grupos: las denominadas cornetas llaves y los bajos. Sobre los primeros se sustentaba una simple melodía reforzada a veces con un requinto. Los tambores, más numerosos que el grupo de viento, marchaban sobre el compás de cuatro por cuatro bajo el ritmo onomatopéyico del rau-tau-tarau-plau. El inicio de una marcha quedaba supeditado al aviso del corneta y a varios giros de su instrumento en mano. El Corpus Christi de junio de 1991 marcó el final de una era, siendo la marcha La Expiración, de Alberto Escámez López, con la que paradójicamente culminó esta prolongada etapa. Algunos de los presentes fundadores de la banda del Santísimo Cristo de la Victoria tomaron la iniciativa de aclimatar la nueva corneta y el esquema musical de las bandas andaluzas. Las diferencias entre estos dos tipos de cornetas son notables: Al cambiar el transpositor de la llave de Do a Re aumentamos un semitono mientras que desciende con la afinación en Si. Además se adaptó la división de los instrumentos por voces, simulando un coro polifónico. Es lo que se denomina “estilo de la Policía Armada de Sevilla”. Las marchas se comenzarían a montar a partir de este momento a cuatro voces de corneta rigiéndonos por su partitura original. Este fenómeno se incorporó a partir del año siguiente, no solo en el resto de bandas leonesas, sino también en las de Zamora, Palencia, Valladolid, Salamanca, etc. Con el cambio de las cornetas en octubre de 1991 surgieron también los primeros segundas, terceras y cuartas voces. Las antiguas marchas militares se fueron
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eliminando del repertorio, dando entrada a composiciones clásicas y modernas de corte religioso. Desaparecieron piezas arcaicas como San Pedro, Saeta, Ave María… Es importante reseñar que en León, la primera marcha en acoger el nuevo estilo fue Cristo de las Siete Palabras (1985), del gaditano Luis Alfonso Miraut Lago. Acto seguido se montó Cristo del Amor (1944), de Alberto Escámez, que sonó por vez primera en León en la Semana Santa de 1992. Concretamente, esta es una de esas marchas que llevan sonado ininterrumpidamente desde hace casi treinta años. Sin embargo, el estilo sigue evolucionando y las marchas deben adaptarse a los nuevos tiempos. Posteriormente, la banda de la Victoria incorporó otro grupo de primeras voces, denominado primera quinto o melodía. Hay que añadir que la cuarta voz de corneta terminó desapareciendo porque fue sustituida en principio por trompetas. Son muchos los cambios experimentados hasta llegar a la actualidad puesto que, en tan solo dos décadas, las trompetas serían sustituidas por fiscornos de válvulas. Con esta instrumentación la banda graba su primer trabajo discográfico. Después terminaron siendo sustituidos por cornetines ingleses, instrumento ya obsoleto que fue reemplazado nuevamente por trompetas Stomvi. Junto a esta instrumentación se incorporaron fiscornos bajos, que también con el tiempo fueron suplantados por trombones tanto de varas como de pistones y por bombardinos, por ser estos más cómodos de manejar. Finalmente, las últimas incorporaciones en cuanto a instrumentación se refiere han sido las tubas y las trompas, dotando de mayor ornamentación instrumental el antiguo estilo de la Policía Armada. En este vertiginoso ir y venir de instrumentos, la cuarta voz es sobre la que recae el mayor peso musical, aunque sin olvidar que es la voz de las cornetas la que define el estilo frente a otros. En el terreno de la percusión también ha habido notables cambios en estos treinta años. Así, el paso lento tradicional llegó a su fin en el Corpus Christi de 1991, siendo sustituido por el de la banda de la Policía Armada de Sevilla a partir de la Semana Santa de 1992. Es a partir de ese año cuando se busca un sonido más bronco, acorde al acompañamiento fúnebre que conllevan las sagradas imágenes. Por su parte, también se acoplan de manera general en los tambores las cajas chinas o palilleras, desarrollando un contrapunto entre ambos instrumentos. Tampoco se detiene la evolución en el apartado de la percusión; de hecho, las últimas incorporaciones para desfiles procesionales y conciertos han sido las campanas tubulares y los platillos. Es el caso del estreno de la marcha Aquella Virgen de la calle, de Nicolás Turienzo Robles, dedicada a la Dolorosa del Mercado con motivo de la restauración del tejado de su parroquia.
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses”
Silencio Así como del fondo de la música brota una nota que mientras vibra crece y se adelgaza hasta que en otra música enmudece, brota del fondo del silencio otro silencio, aguda torre, espada, y sube y crece y nos suspende y mientras sube caen recuerdos, esperanzas, las pequeñas mentiras y las grandes, y queremos gritar y en la garganta se desvanece el grito: desembocamos al silencio en donde los silencios enmudecen. Octavio Paz Carlos Javier Blanco Rodríguez Subdirector Banda De Cornetas y Tambores Santísimo Cristo de la Victoria
H
as llegado, ya estás aquí de nuevo, fiel a tu cita con la primavera vuelves año tras año con paso firme y ligero, pero en esta ocasión envuelta en silencio.
En esta extraña cuaresma no habrá cornetas pregoneras que anuncien que por fin has vuelto. El eco de los timbales no marcará el compás de tu regreso. Los tambores han enmudecido y su bronco sonido ha sido silenciado por la tragedia de todos aquellos que se han ido, arrastrados por esta plaga que ha recordado a los hombres la fragilidad de la que están hechos. Los pasos dormirán un año más sumidos en este extraño letargo en el que se han visto inmersos, y los tronos no dejarán su encierro para recorrer los rincones y plazas portando la imagen de Dios hecho hombre. Una Semana Santa nos espera cargada de fe y, sobre todo, de silencio. Silencio sí, pero no de un silencio penitente, sino de un silencio impuesto por la tragedia que nos envuelve y que tanto nos ha robado en tan poco tiempo.
Cartel Semana Santa 2021
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Puerta de acceso Patio de Santo Martino (Basílica de San Isidoro)
La estrechez de la Rúa no se verá envuelta de una nube de incienso y San Martín no será escenario de la devoción de un pueblo. De vuelta, frente a la pequeña capilla, teatro donde el telón de la emoción se abre y da rienda suelta a la ilusión del momento, no habrá pleitesía al Cristo de las Batallas y las emociones serán prisioneras de este insoportable silencio. Cristo, como sucede todos los años, volverá a morir en la Cruz, pero nuevamente lo hará en el más absoluto silencio. Las calles estarán vacías de papones nazarenos; la cera no se habrá encendido y no se percibirá el aroma del incienso. Detalle sede social Banda Victoria
Este año todo será distinto, y cuando llegue nuestro Sábado de Pasión no será un sábado de ilusiones, reencuentros y, por encima de todo, nervios. No habrá levitas ni gorras blancas; tampoco túnicas azules ni capirotes que pellizcan el cielo. Será un sábado extraño, vacío, marcado por el silencio y los sueños rotos, truncados por esta maldita enfermedad que tanto daño ha hecho. Llegada la hora no se abrirá el portón en la recoleta Plaza para que podamos ver de nuevo la silueta de Cristo humillado ante la mirada inquisitoria de Anás. La Marcha Real no sonará de nuevo, y la túnica blanca del Señor no se mecerá al son del peculiar paso que marcan sus braceros. Sacramento no sentirá la algarabía de los que, expectantes, esperan el paso del cortejo y la Plaza de San Isidoro se sentirá sola y vacía, invadida por este maldito silencio.
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No seremos sorprendidos en la esquina de una calle por la imagen dulce de María siguiendo los pasos de su hijo que, llevando la cruz a cuestas, camina lentamente hacia el altar de su sacrificio. La música se hará silencio, impotencia ante la desolación de la enfermedad, y sólo quedará el deseo de que pase cuanto antes esta pesadilla para que una nueva primavera venga cargada de todo aquello que nos ha sido robado, los papones inunden las calles y plazas, las imágenes venerandas impartan su catequesis de fe y la luna de Parasceve ilumine con más fuerza que nunca la trágica noche del Jueves Santo. Por delante un año de incertidumbre sí, pero de anhelo por una próxima Semana Santa libre de este silencio en la que la ilusión vuelva de nuevo. Un año de esfuerzo para que, llegado el momento en que se abra de nuevo la puerta de los sueños, la música de la Victoria brote de nuevo y acompañe a Jesús Cautivo en el caminar junto a su pueblo.
“Sacramental y Penitencial Cofradía de Nuestro Padre Jesús Sacramentado y María Santísima de la Piedad, Amparo de los leoneses”
OFRENDA FLORAL A LA COFRADÍA DE ÁNIMAS Y SANTO CRISTO DE FUERA DE SAN MARTÍN REALIZADA EL SÁBADO DE PASIÓN DE ESTE AÑO 2021
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José Manuel Rubio Sotillo Hermano mayor
N
uestra Hermandad, que nace en 1605 y se fusiona en 1975 con la Sacramental (fundada en el siglo XVI) que radicaba en el templo parroquial de San Isidoro, una de las primitivas iglesias de la ciudad de Sevilla, erigida por Don Remondo, el primer obispo de Sevilla tras la conquista de ésta por el Rey San Fernando en el siglo XIII, es una asociación pública de fieles católicos bautizados que tiene como fines: el culto a Jesús Sacramentado y a sus Sagrados Titulares, que son el Misterio de las Tres Caídas (pasaje fundamentado en el Evangelio pero que procede del Vía Crucis) y los Dolores de Nuestra Señora bajo la advocación de Loreto; la formación de sus hermanos y la práctica de la caridad.
LA HERMANDAD DE
San
Isidoro EN SEVILLA
Los hermanos de las Tres Caídas efectuamos, como el acto de culto público más importante, la Estación de Penitencia a la Santa Iglesia Catedral en la tarde del Viernes Santo, acompañando a sus Sagrados Titulares por las calles de Sevilla, revestidos con sus hábitos nazarenos negros de cola y cinturón de esparto, en silencio, mientras meditamos los misterios de la Pasión del Señor. La Hermandad, con más de cuatro siglos de historia, ha sabido adaptarse a las distintas épocas sin perder su espiritualidad, con clasicismo, que se traduce en austeridad y seriedad, con naturalidad y sin afectación. Ahora, en un mundo en que se ponen en tela de juicio los fundamentos morales y religiosos de nuestras sociedades, la Hermandad de las Tres Caídas de San Isidoro sigue fiel a los fines fundacionales reseñados, dentro de la Iglesia Católica y al servicio de la misma, ayudándola a ser la continuadora en la tierra de la misión de Cristo. Toda esta realidad actual, transmitida desde el pasado por la tradición, es la que os invito a que conozcáis, en esta sencilla reseña histórica que os envío a petición de vuestro Hermano Mayor. La actual cofradía, cuyo título completo es “Antigua e Ilustre Hermandad del Santísimo Sacramento, María Santísima de las Nieves y Ánimas Benditas del Purgatorio y Pontificia y Real Archicofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas, Nuestra Señora de Loreto y Señor San Isidoro” es, como antes comentaba, 81
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el resultado de la unión, mediante Concordia otorgada en 1975 y confirmada en 2009 con la fusión definitiva, de dos antiguas corporaciones existentes en la Parroquia de San Isidoro. La primera de ellas, conocida de antiguo como la Hermandad Sacramental de San Isidoro es, a su vez, producto de la fusión de otras dos, denominadas: Ilustres y Antiguas Cofradías Unidas del
Santísimo Sacramento, María Santísima de las Nieves y Ánimas Benditas del Purgatorio, aprobándose sus Ordenanzas por el Real y Supremo Consejo de Castilla en 26 de mayo de 1788. De un lado nos encontramos pues, en su origen primigenio y derivada de la consideración Parroquial del templo donde se erigió, la primitiva Hermandad Sacramental, cuya fundación data de 1526, por la dama toledana y Sierva de Dios
Dª. Teresa Enríquez, cuyo celo infatigable en la devoción eucarística le valió el sobrenombre de “La Loca del Sacramento” (actualmente ya en la Diócesis de Toledo se ha iniciado su proceso de beatificación). A la misma, se agregaría en razón de la coincidencia del doble carácter de muchos de sus hermanos, la Hermandad de las Ánimas Benditas, fundada en 1528. La Hermandad Sacramental goza de un exquisito patrimonio artístico tanto en objetos de culto (Custodia litúrgica, Manifestador para exponer la Custodia, Custodia de asiento o procesional, Guión, estandarte, cálices, copones, etc…) así como en obras de arte pictóricas o escultóricas, entre las que brilla con luz propia el barroquísimo retablo de su Capilla, atribuido a Jerónimo Balbás y Duque Cornejo, considerado la mejor pieza de su género de las existentes en la ciudad hispalense. De otro lado, figura la Hermandad penitencial de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas, cuyos orígenes históricos tenemos que buscarlos casi con toda certeza en el convento de San Benito de la Calzada a comienzos del siglo XVII. Corre el año de 1605 cuando un grupo de fieles sevillanos se acoge bajo las advocaciones de las Tres Humillaciones y Madre de Dios del Arco con el fin de fomentar las obras de caridad en nuestra ciudad. De aquí pasa en poco tiempo a la iglesia de San Roque donde se pone bajo el patronazgo del gremio de “los fieles montados de las casas grandes”, convirtiéndose así en una de las tantas hermandades gremiales que florecieron durante la decimoséptima centuria. Viendo la Hermandad de los Cocheros su pronto crecimiento, en 1632 asumió la necesidad de adquirir una imagen titular que correspondiera iconográficamente al título de las Tres Humillaciones. Pedro Nieto Montañés fue el encargado de llevar a cabo la hechura de la primera imagen que veneraran los Cocheros, en pasta de madera, y con la túnica pintada de púrpura, costando el trabajo 600 reales. En 1638, la Hermandad vive un nuevo traslado de templo, esta vez a la iglesia de Santiago, donde una serie de circunstancias marcarían el devenir histórico de la corporación. Con el cambio de sede de 1638, la imagen del Señor comienza a arraigar fuertemente en la devoción popular de la feligresía de Santiago. Años después, en 1668, y con el objeto de mejorar las condiciones del culto y la autonomía con respecto a la Parroquia, la Hermandad decide trasladarse a la Parroquia de San Isidoro. Se narra el curioso hecho de que el párroco de Santiago, viendo como su templo se quedaba sin tan devota imagen, la sujetó a la reja de la capilla que ocupaba mediante unas cade-
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nas, impidiendo el traslado de la misma junto con la hermandad a su nueva sede, que a la postre sería la definitiva. En el último tercio del siglo XX, bajo el pontificado del cardenal Bueno Monreal, la Hermandad consiguió le fuese devuelta la primitiva imagen, que hoy preside la Sala Capitular de la Casa de Hermandad ya oportunamente restaurada. El hecho narrado, junto al mal estado en que se encontraba la que se quedó en Santiago, provocó la decisión de la junta de gobierno de encargar la hechura de una nueva imagen de Nuestro Señor al escultor Alonso Martínez por el precio de 1550 reales, en el mismo año de 1668. Alonso Martínez muere poco después, siendo opinable que llevara a cabo su último encargo, aunque la mención en su testamento de unas cantidades que debía cobrar de la hermandad por la talla que hizo parece abonar la tesis de la conclusión total de la imagen. En 1687 se concierta con el escultor Francisco Antonio Gijón la hechura de un paso completo con el Señor caído en tierra y Simón de Cirene, aunque documentalmente solo consta como obras ejecutadas dichas andas (desaparecidas durante la invasión francesa) y la imagen de Simón Cirineo. La desaparición de las andas de Gijón afortunadamente no fue total. En el año 2009 se decide bajar una pareja de ángeles que se encontraban a gran altura en el ático del retablo de la Capilla de la Cofradía, vislumbrándose desde ese mismo instante su indiscutible calidad. El profesor Roda Peña los atribuyó de inmediato a la mano de Francisco Antonio Gijón, afirmando su procedencia del desaparecido paso ejecutado por el maestro utrerano. El traslado a la Parroquia de San Isidoro significó para la Hermandad el comienzo de una época dorada donde creció en devoción y patrimonio, obteniendo en 1717 la propiedad de la Capilla que hasta hoy ocupa. Durante todo el siglo XVIII continúa la labor de engrandecimiento de la Hermandad. Es en esta época donde pierde el carácter gremial que, hasta entonces, poseía. Curiosamente, son ahora los señores de aquellos cocheros los que se hacen con el gobierno y dirección de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de las Tres Caídas, que decide cambiar el título de su dolorosa de Madre de Dios del Arco por la advocación de origen italiano de Nuestra Señora de Loreto, basada en la tradición piadosa de que la Casa de la Virgen en Nazaret fue trasladada por ángeles a Loreto (Italia). Su fiesta litúrgica se celebra el 10 de diciembre. Posiblemente con el cambio de título viniera también el cambio de talla, que sería ejecutada en el año 1717, según consta en el Libro de caja, por los pagos hechos al “maestro que hizo la Virgen”, sin
La Hermandad, con más de cuatro siglos de historia, ha sabido adaptarse a las distintas épocas sin perder su espiritualidad que aparezca la autoría. En el año 2015 ha sido restaurada por D. Pedro Manzano. Fue sin duda el XVIII un siglo de esplendor porque es más que probable que en esa época -en la que la Estación Penitencial anual dependía exclusivamente de los recursos económicos propios- fuera la cofradía sevillana que salió consecutivamente durante más años, lo que da idea del florecimiento de la Hermandad en dicha centuria. No ocurriría lo mismo en el siguiente siglo XIX. La invasión napoleónica supone la desaparición del paso tallado por Ruiz Gijón, si bien la Hermandad consigue salvar las imágenes. Al renacimiento de la hermandad tras la Guerra de la Independencia contribuyó, de manera altamente significativa, el celo de un gran Hermano Mayor, D. Diego Tixe. En 1850 ingresaron como hermanas la reina regente María Cristina y su hija, la futura Isabel II. También fueron significados hermanos en esta época los Duques de Montpensier. Vestían los nazarenos por entonces túnica y antifaz de merino blanco con capa morada. En 1872 el hábito nazareno, del que se conservan algunos testimonios fotográficos, fue sustituido por túnica y antifaz negros con capa de raso del mismo color. Llegado el siglo XX, en 1902, la cofradía adopta el hábito nazareno actual, túnica negra de cola y antifaz del mismo color con cinturón ancho de esparto. En 1920 S.S. Benedicto XV nombra a la Santísima Virgen en su advocación de Loreto patrona de la Aviación Mundial, confirmándose en España poco después. En 1926 el vuelo trasatlántico del Plus Ultra entre Palos de la Frontera y Buenos Aires (pilotado por Ramón Franco, Pablo Rada y Julio Ruiz de Alda) fue el desencadenante de un feliz acontecimiento: la donación a la Virgen de la silueta en oro del hidroavión “Plus Ultra” por la dama argentina Dª. María Gonzalo Cabot, que desde entonces porta en su mano. Nuestra Señora de Loreto fue el punto de mira hacia donde fueron todas las muestras de agra83
decimiento por tan venturoso vuelo. Fue en ese mismo año cuando la Virgen, en su advocación de Loreto, fue nombrada patrona de la Aviación Española. Desde entonces nuestra Hermandad está profundamente vinculada con el Ejército del Aire, y éste con su Patrona, a la que ha ofrendado en numerosas ocasiones diferentes enseres de uso personal de la Santísima Virgen como reconocimiento de su patronazgo (sobre todo la espléndida Corona de salida solemnemente impuesta en febrero de 1950). Precisamente, desde finales de la década de los veinte hasta, aproximadamente, la de los cincuenta, la Hermandad realiza una renovación completa de sus pasos procesionales, tomando la Cofradía el aspecto fastuoso que hoy conocemos. El paso del Señor fue tallado y dorado por Francisco Ruiz Rodríguez “Curro el dorador” (destacado cofrade de nuestra hermandad) entre 1940 y 1941. Desde 1929 el mismo artista y cofrade intervino en el diseño del paso de Nuestra Señora de Loreto, cuyos bordados y orfebrería son de inspiración oriental y sin figuras humanas. En la década de los ochenta, nuestra hermandad ha pasado por circunstancias difíciles, motivadas por el hecho de la necesaria labor de restauración de la fábrica de la Parroquia, viéndose forzada a trasladarse, siempre junto con ésta, a un local en la calle San Isidoro, y a realizar la Función Principal de Instituto en la Iglesia de San Alberto de Sicilia (Padres Filipenses), y la Estación de Penitencia del Viernes Santo desde la iglesia de la Anunciación. Finalmente pudo regresar a su templo en diciembre de 1990, felizmente terminadas las obras pertinentes gracias al celo de su entonces Párroco y Director Espiritual D. José Luis Peinado Merchante. Desde entonces y hasta nuestros días, la Hermandad pudo retomar de nuevo el esplendor de sus cultos, con el montaje de altares efímeros, sobre todo para la Novena del Señor, recuperar los Besamanos y Traslados, así como añadir más realce a los cultos al Santísimo Sacramento, destacando el montaje del Monumento del Jueves Santo en la magnífica Capilla del Sagrario o Sacramental y la Procesión Eucarística. Este es un breve recorrido por las vicisitudes más importantes que ha sufrido nuestra corporación a lo largo de sus más de cuatro siglos de existencia. Nos une con vosotros la devoción y admiración por la insigne figura de san Isidoro. A su mediación encomiendo a ambas instituciones, para que sigan siendo eficaces instrumentos para la Iglesia en las diócesis de León y Sevilla, respectivamente. Recibid un fraternal abrazo.
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“La historia cuenta lo que sucedió; la poesía lo que debía suceder”. Aristóteles
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LA VÍA DE LA
ALABANZA
HÍMNICA
(en San Pedro de Rocas, Ergos, Ourense) Luis Artigue Escritor y poeta
Dentro de este cenobio o este abrazo de piedra tan suspendido en el vértice del tiempo como las elegías de Prudencio y a la vez investido de una austera belleza que ayuda a soportar la pureza de la forma (como los Moralia de S. Gregorio Magno) participo del consenso envolvente de la paz a la hora de laudes. Y arrodillado en la gloria como quien se humilla ante la multiplicidad de significados del gran arcón de símbolos (mientras gracias a esta espiritualidad que busca perfilarse pero no reprimirse creo escuchar remotos himnos de alabanza repletos del resplandor del alma de los monjes). Yo te alabo y bendigo, mi Señor, porque sabes que en verdad soy cada vez más parecido a esas manos desahuciadas que se agarran ya solo a lo que arde: de hecho me rebelas que no accedo a ti por vía carismática ni por inspiración de amor, sino tras el laboratorio emocional del dolor y la abrasiva desesperación. Y es que he mordido el polvo del duelo y el sinsentido vital y el mundo me pesa como a un chepudo, pero la alteridad solemne del viejo rito me está comunicado de nuevo de tu parte que cuando los jorobados nos tumbamos en la hierba para ver las estrellas en nuestra espalda hay un pedestal. Bendito seas mi Señor, que en medio del dolor enquistado conviertes la gracia de la paz en una suerte de imprevisto estético, y de desbordamiento de identidad, mientras me recuerdas que tengo el don del poema, el cual me permite soltar las cadenas y volar (pero no me recomiendas usar este don en mi favor, pues eso sería mojar la pólvora que me queda)… Bendito seas mi señor cuando en silencio hoy susurras que deseas lo mejor para toda mi familia, la cual incluye ríos y montañas y cielos infinitos. San Pedro de Rocas, Ribeira Sacra
(inédito, mayo de 2017)
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Sigue haciendo frío por nuestras calles y sigue tu angustia latiendo sola. Se prolonga el silencio de la noche haciendo mella en nuestros corazones y por mucho que busques no parece que aún nos quede en ellos rastro alguno de cierta luz que, aunque remota, pueda en esta hora servirnos de esperanza. Y al salir esta noche a recibirte parecía que aún nos traspasara toda la incertidumbre de la espera, las dudas de que al despertar el día nunca amanecieran a nuestro lado Aquel que surcó todos los caminos, aquellos que dejaron de ser nuestros para ir alejándose tras sus pasos llevados por una fe inquebrantable. Nosotros nos hemos ido extraviando y no hemos sabido abrir bien los ojos ni tampoco creer lo suficiente. No hemos, madre, sabido acompañarte ni hemos sabido ver en tu abandono el dolor que también te sobrecoge. Y hoy que parece que la luz se oculta y es la noche más negra todavía solo yendo a buscarte hasta tu casa nos ha sido posible comprenderlo. Solo tú puedes hacernos creer que mañana al amanecer veremos la losa retirada del sepulcro, que ha regresado tu hijo de la muerte y que con Él retorna la esperanza y volverán aquellos que partieron tocados de una luz inextinguible. Que es cierto que ha muerto, pero que Él vive.
Sabado Pasion
de
Enrique Santiago Viñas Duque Profesor del IES Juan del Enzina Premio “Antonio González de Lama” de poesía 2018
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Reflexionan LosSilencios Ellos reflexionan ahondando en misterios confundidos en la Santa Semana. Duelo en los labios que rezan interrogantes plegarias. Tradición, fervor, vigilias, en luto la liturgia anda. Ellos, con sus juramentos, los bullicios acallan en su discurrir lento cuando los pasos andan. Manos orantes que suplican «la caída del caballo» mientras el nudo aprieta en la garganta. Ellos sollozan lastimeros y arpegian melodías con súplicas de perdones entre inciensos y horas santas. Se destemplan los tambores, pies descalzos y ateridos, las manolas enlutadas, ancestros ayunos, tristes sones, rezos, acordes tenebrosos y fúnebres misereres dejan mudas las campanas. Ellos contemplan austeros el escenario solemne de dramáticas estampas. Sinfonía de silencios, sabor cual placer furtivo lloran los pabilos vacilantes lágrimas de cera amarga que cae sobre nosotros. La soledad bisbisea, la fe y la angustia se plasman. Estos silencios se rompen con júbilos y aleluyas en el gran día de Pascua.
Milagros Martínez Alonso Desde mi jubilación como maestra, junto sentimientos y palabras a través de la poesía De entre el bagaje de poemas, han salido a la luz dos poemarios: “Desde la atalaya de los años” y “Horas de invierno” 89
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Otono A nuestros mayores, ejemplo de vida ante la pandemia del COVID-19
Bellas hojas de otoño van cayendo a su antojo donde quieren y les place su camino no se puede interrumpir se deslizan suavemente por el aire. Colores navegando entre la brisa de esas hojas andarinas y serenas deleitan a las gentes que contemplan las maravillas de la Naturaleza. Alfombras aparecen por doquier De matices y formas diferentes regalan buen mullido a nuestros pies como bellas estrellas envolventes. Libertad van cantando en su trayecto no le dicen a nadie el recorrido escogen su lugar pausadamente y se quedan muy quietas en su sitio. Unos bancos albergan a un abuelo que contempla calladito ese prodigio desasido de su gente y resignado Respira la belleza de ese idilio. Mari Sol Soto Fernández Poeta
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Estrenando pobreza en el pesebre Tu redención empieza sin desvelo, derramando en el mundo tu consuelo ante tanta desidia impenitente. Hoy, desde esta tierra que pretende Ser de tu bien, apóstol sin recelo, Ruega porque bendigas desde el cielo A esta España que está de ti pendiente. Y es que tras de Belén, en el Calvario, Sufriste sin piedad y sin justicia La cobarde actitud de aquella gente. Dale a León Señor el don diario, De esa Fe recia y firme en valentía, Por defender tu amor siempre presente. María Dolores Otero Escritora y Poeta Fundadora de las Aulas Corales en los Colegios Leoneses Columnista en el periódico “Gente” y en la página de opinión de la digital de Castilla y León
De
Belen alCalvario 91
El Calvario (Ribera)
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I CERTAMEN DE POESÍA RELIGIOSA “SANTA HILDEGARDA”
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Contemplando
En la intimidad, Señor, te llamo, el silencio responde con tu voz, y la soledad mi guía. Al amanecer bendigo el cielo que ordena mi día, el esfuerzo renovado, la alegría de encontrarte en mi quehacer. Entre la luz y las sombras tu perdón abrazaré. A la hora del crepúsculo, cuando la tierra es hermosa y el horizonte oro limpio, cuando el campo se viste de melancolía, entono mi oración. Junto al Sagrario, Señor, he reconocido el misterio de tu herida abierta, de todo renovada Cruz, de tu presencia. Yo te ofrezco mi tarde callada, mi himno inspirado, sencillo, mi certera rendición. A la hora del ocaso, cuando el sol, fatigado, se oculta, y el campo vibra apagándose, en contemplación te invoco: ¡ilumina el misterio de mi vida!, ¡inspira mi canto con tu firme voz! Con grave voz apacigua el pensamiento, y al llegar la noche, con sus trampas, pondré en tus manos mis sueños, con afán de que me libres de lo incierto, de lo necio. Tú que eres Rey del Amor, supremo guardián de Paz, susúrrame tu consuelo, derriba todos mis miedos, da sentido a mi cantar. Carolina Prieto-Moreno Torres Primer premio del I certamen de salmos Santa Hildegarda
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Ven Padre
Ven Pronto
Señor, fuerza mía, habítame, porque soy una casa abandonada llena de telarañas y soledades. Señor de mi corazón, dueño mío, ¿No ves padre que me siento perdido? Estoy como un niño asustado en medio de la noche helada. Padre mío, amor mío, ven ya, que leal es tu abrazo protector, mejor que lanza o espada, y más puro que la nieve limpia, y más cálido tu corazón, escudo, que los delicados cantos de un mirlo al caer de la tarde. Alivia, Dios querido, mi pensamiento que en dudas opacas tiembla como espadaña en el vendaval. Sin ti, mi mente es odio, ignorancia, envidia y la vana vanidad de creerme grande ¿Cuándo llegarás flor amada? ¡Me oyes Amor de los Amores! Mi espíritu te toma de la mano y el aroma de tu presencia me empapa divinamente. Me siento como barquita que entra en el puerto dejando atrás la mar picada. TÚ acudes presto, prenda mía, y me miras… como mira una madre a su bebé. Me arrancas de los velos de la tiniebla y prendes dentro de mi pecho un farol de ternura, voluntad y valentía… y digo Amen a tu AMOR. Manuel Ferrero López del Moral Segundo Premio del I certamen de salmos Santa Hildegarda
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Nostalgia
En la lontananza de la vida recuerdo nostálgicamente aquella sed de ti. Fue a través de Sta. Teresa: su juego acuático, metáfora de amistad divina para apagar su sed, la Sed, más o menos fatigosamente. Y cuánta sed Dios mío sentiría que te buscaba y rebuscaba con ansiedad, ahínco, sin descanso.
Quisiste seducirme Señor con tus artes todas: el consuelo, ¡cuán necesitada! la gracia del arrepentimiento, ¡qué sabroso Dios mío! aún dolorida, la compañía en la oración, ¡no estoy sola! las lágrimas copiosas… ¡cuántas cosas! Regalos vívidos y vividos que mi sed aumentaban día tras día de forma que ya mi solo deseo consistía en gustarte y saciarme; saciarme y gustarte. El mundo todo Señor, ¡qué bagatela! Y yo…yo como ser enamorado tan solo tu compañía buscaba, mi único deseo, en fin, intimar contigo en intimidad honda, profunda. Y yo…recogida cuanto podía -para gustar mi tesoro, allá dentro, tan escondidovivir contemplando, contemplar viviendo… Tiempo de soledad, tiempo de silencio, tiempo de saborear tamaña dicha, de sentir a mi Señor en mí misma, como si mi pobre ser, servir pudiera de morada a tamaño huésped. Mi Señor saciando mi sed, como la de David, errante por el desierto… Paz Fernández Sánchez Tercer Premio del I certamen de salmos Santa Hildegarda
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II CERTAMEN DE POESÍA RELIGIOSA
“SANTA HILDEGARDA”
AMIGOS BENEDICTINAS DE LEÓN Temática: Religiosa. Género: Poesía Objetivo: Expresar los sentimientos y experiencias espirituales.
Para mayores de edad, residentes en España o españoles residentes en el extranjero.
Obras inéditas, en castellano, y con los datos del autor (nombre, edad, teléfono, correo electrónico, NIF).
Con una extensión máxima de doscientas palabras.
Presentación del 1 de octubre de 2020 al 30 de mayo de 2021.
Envío postal a: Plaza Santa María del Camino, 11. 24003 León O al email: monasticosteam@gmail.com
Bases completas en: https://www.monjasyvocacion.es/blog/
Primer Premio: 2 noches con media pensión (2 personas) en la hospedería monástica Pax (***) de León, diploma y publicación en la revista ABBÁ. Segundo Premio: 1 noche con media pensión (2 personas) en la hospedería monástica Pax (***) de León, diploma y publicación en la revista ABBÁ. Tercer Premio: 1 noche con desayuno (2 personas) en la hospedería Pax (***) de León, diploma y publicación en la revista ABBÁ.
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