4 minute read

Casar de Miajadas

La Iglesia Parroquial de Santa María del Pilar

Las iglesias de los pueblos de colonización constituyen un importante campo de estudio dentro del panorama del arte español de posguerra. Fueron dotadas de los elementos necesarios para llevar a cabo el ritual litúrgico: el altar, el sagrario, los bancos para sentarse, las lámparas, las campanas, las pilas bautismales… La decoración se completó, además, con otras manifestaciones artísticas, como esculturas y vidrieras, en un ejercicio de integración. En esta época, el arte sacro se debatía entre la tradición y la modernidad; las piezas son reconocibles fácilmente por su síntesis. Fundamental fue la aportación de José Luis Fernández del Amo, director del Museo Nacional de Arte Contemporáneo y arquitecto del Instituto Nacional de Colonización, que defendió unos valores estéticos avanzados, como la introducción de la abstracción, y recomendó a las autoridades el encargo de las obras al filo de la nueva estética. Muchos de los artistas que dieron imagen a las nuevas iglesias consiguieron renovar las artes plásticas, y sus aportaciones forman parte de la vanguardia artística española de la segunda mitad del siglo XX. Diseñada por el arquitecto Jesús Ayuso Tejerizo, la Iglesia de Santa María del Pilar es un edificio que se inserta en la parte más alta de Casar de Miajadas, presidiendo el pueblo de forma centrada y siendo visible desde todo el núcleo urbano. Además, su situación permite que su fachada sea la protagonista en todo el recorrido de entrada al pueblo.

Advertisement

En los pies de la iglesia se encuentra el vestíbulo exterior que da acceso al coro, a la torre y al baptisterio. El cuerpo tiene forma rectangular y se culmina con una cabecera que se expande en sus laterales y se levanta en el centro para elevar el altar.

La iglesia la podemos dividir en tres volúmenes, el primero conforma el acceso y el coro, y se cubre con una cubierta a un agua con forjado inclinado que genera un espacio singular en la parte del coro. El segundo lo forma el cuerpo de la iglesia, éste tiene un volumen rectangular al que se le adosan un serial de vidrieras altas en sus dos laterales. El tercer volumen lo conforma la cabecera y está culminado por una cubierta a

dos aguas con forjados inclinados que conforman un volumen más alto que el del cuerpo central, del cual emerge una cristalera que da luz al altar.

De este edificio podemos destacar el juego de volúmenes entre sus tres tramos y las diferentes vidrieras que le dan luz. Hay que mencionar que la dimensión de la torre es inferior a las que nos encontramos habitualmente y es debido a la situación de la iglesia, ya que al estar en un cerro no necesita más altura para que se vea desde cualquier punto.

De los elementos artísticos que la componen, destacan las esculturas de Jesús en la Cruz y la de la Santísima Virgen, talladas ambas en madera sin policromar, sólo barnizada. Otros elementos importantes que completan la parte ornamental son los candelabros, realizados en hierro pintado de negro, los bancos para sentarse, realizados en madera maciza, con diseño sencillo y que cuentan con un respaldo alto y reposapiés, la pila bautismal y la pila de agua, el altar, el ambón, el sagrario y la campana. Con todo, seguramente sean las vidrieras del coro y de la nave, los elementos más característicos del edificio. La luz penetra suavemente por ellas y proporciona el ambiente adecuado para la oración y el recogimiento. De marcado simbolismo y abstracción figurativa, los vanos de la nave se cubren con vidrieras horizontales en las que aparecen representados sintéticamente y numerados los diez mandamientos. Sobresale por sus dimensiones, el vitral situado en el coro, en el que aparece representada la Virgen del Pilar entre elementos de composición geométrica y colores brillantes. Las vidrieras están firmadas por Ramón Casillas y fechadas en 1983.

En la iglesia de Santa María del Pilar encontramos un alto grado de serenidad y equilibrio conseguidos con muy pocos materiales. A medio camino entre la continuidad y la renovación, el edificio, al igual que el resto de templos situados en la comarca de las Vegas Altas del Guadiana, constituye un ejemplo del verdadero desarrollo de la modernidad en la arquitectura sacra extremeña de mediados del siglo XX. Un espacio de recogimiento, de devoción privada, de meditación, de penumbra y de silencio, pero también un espacio de encuentro, donde necesariamente los fieles conviven, se comunican y comparten los acontecimientos de la colectividad a la que pertenecen. •

This article is from: