Miajadas Fiestas 2019

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MIAJADAS 2019 FERIA Y FIESTAS DE AGOSTO

El ultimo camino de Antonio Machado ,

Antes, en la escuela, los profesores de entonces nos ponían como ejemplo del encabalgamiento de versos, cuando el final de cada uno de ellos marca el arranque del siguiente, un sencillo poema de don Antonio Machado, un romance del “Cancionero Apócrifo”. Lo memorizas con leerlo solo un par de veces y, sin querer, se te viene a la cabeza cada vez que llegas a un pueblo que tiene una torre en la plaza. Posee esa belleza sencilla característica de muchos poemas suyos y dice así:

“La plaza tiene una torre, la torre tiene un balcón, el balcón tiene una dama, la dama una blanca flor. Ha pasado un caballero -¡quién sabe por qué pasó!-, y se ha llevado la plaza, con su torre y su balcón, con su balcón y su dama, su dama y su blanca flor.”

“Con las primeras hojas de los chopos y las últimas flores de los almendros, la primavera traía a nuestra República de la mano. La naturaleza y la historia parecen fundirse en una clara leyenda anticipada o en un romance infantil…”

familia huye de la ciudad catalana. Tiene sesenta y tres años, mucho más delgado que nunca, sin brillo en los ojos, empapado de tristeza, envejecido, encorvado, casi arrastrándose, mal vestido y casi siempre fumando.

Republicano hasta la médula, aniquilado totalmente por la guerra, horrorizado por lo que había visto, humanamente destrozado, con una salud muy mermada, herido de muerte, el 22 de enero de 1939, ante el acoso de las tropas franquistas, cuando la guerra ya había tomado Barcelona, conocedor de la brutalidad fascista con los vencidos, Antonio Machado con su

En los pocos días que vivió el exilio francés, aquel hombre bueno, totalmente acabado, ya no tenía ni ganas de hablar con nadie. Pocas semanas después de cruzar la frontera, en un viaje que quizá él mismo intuyera que sería hasta la muerte, se postraba en la cama de una modesta pensión de Colliure. “Ligero de equipaje”, a las tres y media de la tarde del miércoles, día 22 de febrero de 1939, moría Antonio Machado. Al día siguiente, en su cama lo envolvieron con una bandera republicana. Esa fue su mortaja. Ya no había camino que andar. En esa misma habitación, había otra cama ocupada por su madre, Ana Ruiz, que, agonizante, desvariaba. Para ella fueron las últimas palabras del poeta antes de perder el sentido: “Adiós, madre”. Esta moría solo tres días después que su hijo. Esa noche, Manuel, en el bolsillo del gabán

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