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Claves para entender qué está pasando con mi recibo de la luz

Carlos F. Gutiérrez Martínez

Director Comercial ZULUX Murcia

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Vivimos tiempos convulsos en lo que a la factura eléctrica se refiere, con el fin de entender mejor qué está ocurriendo y por qué, intentaré abordar la cuestión desde un punto de vista objetivo, atendiendo básicamente a los datos y, desde ahí, intentaremos arrojar algo de luz sobre la situación actual.

El 25 de septiembre de 2015, todos los Estados miembros de la ONU aprobaron la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Un plan de acción a favor de las personas y el planeta, en el cual se engloban 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Estos ODS, “persiguen la igualdad entre las personas, proteger el planeta y asegurar la prosperidad como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible.”

El ODS número 7 destaca que “la cantidad de energía generada debería ser mucho mayor que los desechos y la contaminación resultantes” y propone como contraejemplo al carbón, señalando que “el carbón genera aún en torno al 40% de la electricidad mundial y casi la misma proporción de las emisiones mundiales de carbono6”. Concluye que “el carbón no es sostenible a escala mundial por su contribución al cambio climático antropógeno, ni tampoco a escala local por ser una amenaza para la salud pública y el medio ambiente.”

Si volvemos la vista a nuestro país, según el “Plan de acción para la implantación de la agenda 2030”, la estructura de producción de energía es la siguiente:

“Las energías fósiles constituyen el núcleo del sistema energético, ya que representan el 74% de la energía primaria. Las energías renovables suponen el 14% y la nuclear, el 12% restante.”

El ejecutivo explica que, “la paulatina penetración de fuentes renovables, implementaría beneficios, tanto de carácter medioambiental, en forma de reducción de emisiones, como de carácter económico …”. En febrero de 2019 el gobierno presentó un “anteproyecto de ley de cambio climático”, un “borrador de plan de energía y clima” y un “borrador de estrategia de transición justa”, basados, a grandes rasgos, en:

Electricidad: Disminuirán un 69% de las emisiones de gases de efecto invernadero de este sector.

Renovables: Para 2030 el 42% de todo el consumo final de energía sería de origen renovable. Para el sector eléctrico, el 74% de toda la electricidad producida seria de origen renovable. Carbón: Para 2030, el Gobierno asegura que no contempla que haya ninguna abierta.

Nuclear: Calendario de cierre de las cinco centrales entre 2025 y 2035. Transporte: El anteproyecto de ley establece que en 2040 ya no se puedan vender en España coches que emitan dióxido de carbono.

Todas estas acciones, como se puede observar, tienen un marco temporal de, podríamos decir, 10 años. Todas menos una: El carbón. El 1 de enero de 2019, las 26 explotaciones de Asturias, Aragón y Castilla y León que quedaban en España –de las que ya solo 12 estaban en producción– cerraron.

Como consecuencia resulta una estructura extremadamente dependiente del gas natural para cubrir nuestras necesidades energéticas más básicas.

A mi entender, y de forma muy sencilla, hemos dejado de quemar carbón, para quemar más gas y, todo ello, sin tener una alternativa adecuada. Así de sencillo. Mezclando todo y bien servido, este “cóctel perfecto” nos ha conducido a la situación actual. El gas natural sigue suponiendo casi una cuarta parte de la energía primaria que se consume en España, es una energía primaria básica para millones de familias, negocios e industrias que dependen de ella para cocinar y calentar edificios. Por tanto, el precio del gas en los mercados internacionales influye directamente en la factura eléctrica.

Para generar un megavatio de electricidad, necesitamos 2 de gas. Existe una relación directa entre el precio del gas y el precio de la energía. A 140€ el megavatio de gas, matemáticamente, ya tenemos un coste eléctrico de 280€, y exactamente, esos son los precios en los que hemos oscilado los últimos meses.

A la hora de fijar el precio de la energía, la última oferta más cara, casi siempre el gas natural y ahora la hidroeléctrica, marca el precio a pagar para todas las demás tecnologías. Es decir, pagamos toda la energía siempre al precio de la fuente más cara.

¿Por qué se dispara el coste del gas? El precio de este combustible fósil, depende de complejos factores geopolíticos. China pretende desde hace meses almacenar el máximo posible de gas natural licuado para el invierno para que no se repita lo sucedido en 2020 cuando una ola de frío acabó prácticamente con su reservorio. Rusia, enorme exportador, ha abierto el grifo asiático, mermando las exportaciones a Europa que, además, a finales de este año aumentará su dependencia energética de Rusia gracias al gaseoducto “Nord Stream 2”: un tubo de 2.460 kilómetros que nos suministrará gas desde el Ártico hasta Alemania.

El suministro de gas es diversificado en España, obtenemos el 27,5% del GNL de Rusia, aunque el gaseoducto que nos conecta con Argelia fue el principal suministrador de gas en 2019.

Esto nos sitúa en medio de conflictos geopolíticos tales como la mala relación entre Argelia y Marruecos y su ruptura de relaciones diplomáticas después de la escalada de tensión entre ambos países vecinos.

Afrontamos una crisis energética mundial, con una obscena escalada de precios del gas y preocupación por los escasos niveles de inventario destinado a cubrir el futuro incremento de la demanda para calefacción. Alemania y Austria ya están preparando a la población para afrontar un invierno con cortes de suministro, enseñando a los ciudadanos a calentarse reduciendo el consumo e incentivando el cuidar unos de otros.

Como el problema principal es que las reservas de gas actuales no son suficientes para la producción energética necesaria para invierno, no esperamos a corto plazo mejoras en el precio de la energía ya que, a mayor precio, menos consumo. El objetivo es desincentivar el consumo por lo que afrontaremos precios altos e incluso posibles cortes en el suministro como medida de “racionamiento energético”.

Por lo tanto, parece que ha habido una mala gestión de la transición energética planteada en las agendas 2020, 2030 y ahora 2050. Hemos cambiado un combustible, el carbón, por otro, el gas, del cual somos dependientes, sin tener la alternativa energética necesaria para hacerlo, es decir, no ha habido una transición energética real y hemos aumentado la dependencia energética. Como medidas paliativas, Europa está coordinando compras conjuntas de gas, aunque el verdadero problema para los estados es la incertidumbre en el abastecimiento. En España, las acciones han sido:

• Reducción del 7% en el impuesto de generación. • Reducción del IVA al 10% en contratos de menos de 10kw. • Reducción al 0’5% del impuesto eléctrico.

Sin embargo, el cambio de tarifa del mes de junio, ha sido muy superior al efecto de todas estas medidas que, además, son coyunturales: en el momento en que el precio de la energía baje un poco, no notaremos en la factura ya que desaparecerán. Ante este panorama, ¿qué podemos hacer en nuestras casas?

Parece que, esencialmente, lo mismo que a nivel macro: Aumentar la cantidad de energía que producimos mediante instalación de paneles solares u otras fuentes, pero olvidamos una medida fundamental a veces poco considerada: LA EFICIENCIA ENERGETICA

No sirve de nada seguir llenado el depósito de tu coche si no te ocupas primero de arreglar las fugas que pueda tener. Antes de aumentar la producción, con las inversiones que ello implica, debemos llevar nuestra instalación a su máxima eficiencia. Es imprescindible dejar de malgastar la energía que producimos. El aumento de la capacidad productiva sin mejorar la eficiencia implica directamente mayor desperdicio. Es imprescindible realizar acciones de eficiencia energética a nivel micro ya que es una solución real, fácil de implementar, con una inversión reducida y un efecto inmediato y directo en la factura de la luz. La compra de energía a futuros bien gestionada puede garantizar un precio muy inferior al precio de mercado. Esta opción está limitada exclusivamente a las comercializadoras y en este caso, se pueden ofrecer precios medios a 3 o 5 años referenciados a 60 o 65 €/mW y no a los aproximadamente 200€ que está actualmente, o a lo que pueda llegar en el pico de este invierno.

Paralelamente, se debe realizar una auditoria energética, detectando puntos de ineficiencia, optimizando potencias, tiempos de consumo, secuenciadores para el uso de sistemas fijos, gestión activa y seguimiento del depurado de piscinas, optimización del Stan-by etc. Una vez que nuestra instalación se encuentra en su máxima eficiencia, sí parece recomendable la inversión en instalaciones de producción de energía, sean las que sean según cada caso y circunstancia.

Como dice el dogma: “piensa global, actúa local”. Actuando en cada hogar y en cada comunidad de vecinos, tendremos efectos en los barrios y las ciudades, cambiando así el mapa de consumo de los países. Actuando local, es como cambiaremos el mundo.

Fuentes:

El País. El Economista El confidencial Estadísticas comisión europea Naciones unidas Plan de acción para la implementación de la agenda 2030 Ministerio de asuntos sociales Ministerio transición ecológica y el reto demográfico Endesa Iberdrola LA LLAVE / ACTUALIDAD / PAG. 13 /

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