El deber de celebrar
L
a feria abogará por nosotros cuando llegue el día del Juicio y compensará algún que otro pecado. “Buenos del todo no son –comentan entre sí los ángeles– pero al menos tienen la feria”. Y si nos defenderá llegado el momento es porque con ella cumplimos el deber de celebrar, que agrada a Dios; y le agrada especialmente porque la feria no tiene pretextos: no se acoge a ningún patrón ni conmemora efeméride de ningún tipo, y eso la convierte en una fiesta de agradecimiento a discreción, en un brindis a la totalidad. Puede que en su origen tuviera algo que ver con el mercadeo de ganado, pero ya me dirán lo que importa eso hoy en día. ¿Qué se celebra entonces? Todo. Se celebra cuanto nos rodea, todo lo que podría no haber sido y, sin embargo, es; se celebra este mundo que hemos recibido y todo lo que en él tiene materia, sabor, color, volumen… todo lo que abulta, todo lo que, cuando le da el sol, proyecta sombra. La feria es una forma de agradecer el milagro de estar aquí, un homenaje a la Creación. ¿Estamos vivos? Sí. ¿Es feria? Sí. Pues vístete de flamenca que nos vamos.
OSUNA
No obstante, he de reconocer, con peso en la conciencia, que no soy yo el mejor feriante. De hecho, apenas la merezco. Podría justificarme con los niños: bajar con las criaturas significa inmolarse. La gente festeja y derrama la manzanilla,
mientras tu mujer y tú tiráis de los niños como bueyes desfallecidos –ganar un metro no fue más difícil en las playas de Normandía–: no te alejes, no toques eso, no te sientes ahí, no le pegues a tu hermano... Y lo que gastaras en vino o whisky –que para eso está el dinero–, hoy se va en globos de la patrulla cansina y en dar picadero a unos ponis que ya no son de carne, sino que ahora los traen directamente de un futuro posapocalíptico dominado por máquinas.
FERIA DE OSUNA • del 16 al 19 de Mayo de 2019
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