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• Notas sobre la religiosidad en Osuna. La Virgen de la Cabeza • 800 años de la Orden de la Merced, 55 años

Notas sobre la religiosidad en Osuna. La Virgen de la Cabeza

Hasta no hace demasiado tiempo, en la capilla situada en los pies, en el lado de la epístola, del convento de Santo Domingo, se podía contemplar en una hornacina acristalada la pequeña imagen de María con un Niño que estaba bajo la advocación de la Virgen de la Cabeza. Su presencia en aquel espacio resultaba un tanto extraña, ya que la familia Tamayo, que la había costeado y bajo cuyo patronazgo se encontraba aquel recinto instituido como capilla familiar, no promovió su culto ni favoreció señaladamente tal devoción mariana. En la actualidad, se encuentra alojada en la iglesia de San Carlos, antiguo templo jesuita, aunque, en el momento en que se redactan estas líneas, debe encontrarse todavía en la que fuera iglesia de las clarisas, en la calle La Huerta, tras procesionar en la pasada festividad de la Candelaria. Me confieso absoluto desconocedor del motivo que llevó a su elección como imagen titular de tal celebración, más aún, si se tiene en consideración que en Osuna no ha habido históricamente un particular fervor popular a la Virgen de la Cabeza, algo que está mucho más extendido en la Andalucía Oriental, donde protagoniza una de las romerías más importantes de las que tienen lugar en el Sur peninsular. Sin embargo, esto no fue siempre así y la Historia tiene a veces oscuros y desconocidos rincones.

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No me voy a extender demasiado sobre los orígenes giennenses de tal devoción, ya que son de sobra conocidos. Se remontan a los difíciles tiempos medievales de la conquista cristiana y siguen un modelo pautado de descubrimiento casual y casi milagroso de una imagen escondida por los fieles para preservarla del peligro que entrañaba la presencia musulmana. Tiene que ver con el intento de entroncar con el pasado preislámico y la necesidad de “cristianizar” los espacios consgrados desde antiguo. Hay múltiples ejemplos de esta forma de creación de la memoria y de resimbolización sagrada.

El culto a la Virgen de la Cabeza era ya muy notorio a comienzos de la Edad Moderna. Sirva como prueba lo que dejó escrito Miguel de Cervantes en Los trabajos de Persiles y Segismunda, en un pasaje en que mencionaba que haría “tiempo de que llegue el último domingo de Abril, en cuyo día se celebra en las entrañas de Sierra Morena, tres leguas de la ciudad de Andújar, la fiesta de Nª Sª de la Cabeza, que es una de las fiestas que en todo lo descubierto de la Tierra se celebra tal”. Prosigue afirmando que su ingenio era escaso para pintar su grandeza del “lugar, la peña, la imagen, los milagros, la infinita gente que de cerca y de lejos, el solemne día que he dicho, la hacen famosa en el mundo y célebre en España”.

En los reinos hispánicos, desde la época medieval y, sobre todo, en la moderna, se extendió el culto mariano. No faltaba en cada pueblo una o varias ermitas dedicadas a la Virgen en cualquiera de sus numerosas figuraciones, a la vez que solía ser de forma mayoritaria la advocación de la iglesia parroquial principal. En Osuna, previamente al establecimiento de la Colegiata de la Asunción de la Virgen, la única parroquia era la de Santa María la Mayor, luego elevada al rango colegial. En nuestro caso, a instancias del IV conde de Ureña, don Juan Téllez Girón, y especialmente por influencia de su mujer, doña María de la Cueva, se promocionó el culto a la Virgen de Consolación, que se consolidó a mediados del siglo XVII, con su nombramiento como patrona de la localidad. Sin embargo, el fervor marianista tuvo muchos más ejemplos. Uno de ellos fue el de la Virgen de la Cabeza. La primera noticia que he podido localizar en este sentido data de 1572, coincidiendo con la extensión de las conclusiones del Concilio de Trento. En esa fecha, Bartolomé de Mérida, en su testamento, pide ser enterrado en la iglesia de Santo Domingo, >

Foto: Carlos Fernández Aguilar

en la Capilla de la Virgen de la cabeza, “de cuya cofradía soy cofrade…”1. Tras esta primera referencia, de la que se concluye que el culto ya estaba establecido en Osuna, disponiendo de capilla y cofradía, la siguiente referencia data de un par de años después. En marzo de 1574, Bartolomé Hernández, a la sazón zapatero, actuando en nombre de la “cofradía y hermanos de la cofradía de Nra. Sra. de la Cabeza de esta villa…”, se concierta con Pedro de Estudiades, bordador, vecino de Loja, para darle a bordar “un pendón y estandarte para la dicha cofradía de terciopelo carmesí que ha de ir bordado en la una parte la imagen de nuestra Sra. de la Cabeza con todas las cosas que se requieran por la devoción y en la otra parte la imagen de Santo Domingo…”2. Estos elementos que el artesano lojeño debía adornar forman parte de los enseres propios de cualquier hermandad y se usan especialmente en las salidas procesionales. Probablemente, ese sería el motivo por el que recibe el encargo.

La documentación localizada no presta mayor información y se desconoce en qué entorno festivo saldría a la calle la cofradía. Lo que sí permite constatar es algo de lo que me he ido interesando en los últimos años. Vivir del arte era bastante difícil en la sociedad del Antiguo Régimen. El estandarte de esta cofradía puede ser un buen ejemplo. No se sabe cómo fue la labor de Estudiades, aunque un par de años más tarde, en mayo de 1576, Pascual Martín de Alcázar se compromete a pagar a Diego de Santiago de Asturias, bordador asimismo y vecino de Antequera, 36 reales que se debían “de la parte que le cupo por la hechura del pendón para la cofradía de nuestra Sra. de la Cabeza…”3. Un mes más tarde, y ya finalizado el trabajo –conviene recordar que el último abono se hacía tras la entrega de lo concertado-, Diego de Asturias, del que se dice es hijo del bordador Pedro de Asturias, firma la carta pago y finiquito “por la obra y hechura de un estandarte…”4 .

Poco más he podido descubrir sobre la vida de esta cofradía en la segunda mitad del siglo XVI. Tan solo, en 1592, en el testamento de Miguel Jerónimo Centeno, que era mayordomo de la cofradía de las Ánimas del Purgatorio del convento de San Francisco –había otra sita en la Colegiata-, señala entre las cantidades que se le adeudan lo que le debe el carpintero Cristóbal Ojeda “del alquiler de una mula del viaje que hizo Nra. Sra. de la Cabeza…”, aunque no precisa nada más de ese traslado5. Centeno participó en la contratación de un San Miguel para su cofradía, concertando las condiciones con el pintor portugués Vasco Pereira. Puede que la deuda haga referencia a la entrega y recogida de una imagen para la hermandad, aunque es complicado afirmar nada.

La última noticia que he conseguido localizar no se refiere a la cofradía ursaonense, si bien ilustra el ambiente devocional que había en torno a la Virgen de la Cabeza. En 1596, un vecino de la Puente o Pontón de don Gonzalo, actual Puente Genil, se acerca a Osuna para contratar a los músicos Rodrigo Pareja, Juan de Zamora, Juan de Morales y Juan de Guzmán, chirimías que residían en la villa. Se trataba de Miguel Jiménez, hermano mayor de la cofradía de la Virgen de la Cabeza de aquella localidad cordobesa, quien concierta para que “en servicio de la dicha cofradía con su música de chirimías vayan a la ermita de Nra. Sra. de la Cabeza en la fiesta e término e jurisdicción de la ciudad de Andújar este presente año como otros se suele y acostumbra hacer y que en pago de su trabajo el dicho Miguel Jiménez por la dicha cofradía les ha de dar treinta y dos ducados en dineros e de más de ello se les tiene de dar de comer a ellos y a su cabalgaduras los días e tiempo que se ocuparen…”6 .

Todo lo dicho hasta ahora muestra la extensión de una devoción hoy casi olvidada. Estas notas solo aspiran a despertar la inquietud por investigar esos rincones oscuros que aún guarda celosamente nuestra Historia.

Francisco Ledesma Gámez

1.- No soy muy partidario de incluir notas en este tipo de trabajos, Sin embargo, por si alguien tiene interés en acudir a la documentación original, citaré la procedencia de la documentación. Archivo de Protocolos y Actas Notariales de Osuna (A.P.A.N.O., en adelante). Escribano García González Dávila, 1572. Signatura 14. 29-VII-1572, fol. 272. 2.- A.P.A.N.O. Escribano Antonio García, 1574. Sig. 18. 23-III-1574, fol. 134 vto. 3.- A.P.A.N.O. Escribano Zoilo Pérez, 1575-1576. Sig. 22. 18-V-1576, fol. 224 vto. 4.- A.P.A.N.O. Escribano Antonio García, 1576. Sig. 26. 18-VI-1576, fol.358. 5.- A.P.A.N.O. Escribano: Diego Gutiérrez, 1.592. Sig. 78. 10-VIII-1592 6.- A.P.A.N.O. Escribano Marcos Gutiérrez, 1592. Sig. 92. 13-III-1592, fol. 71.

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