GLORIAS OSUNA 2019
Notas sobre la religiosidad en Osuna. La Virgen de la Cabeza
H
asta no hace demasiado tiempo, en la capilla situada en los pies, en el lado de la epístola, del convento de Santo Domingo, se podía contemplar en una hornacina acristalada la pequeña imagen de María con un Niño que estaba bajo la advocación de la Virgen de la Cabeza. Su presencia en aquel espacio resultaba un tanto extraña, ya que la familia Tamayo, que la había costeado y bajo cuyo patronazgo se encontraba aquel recinto instituido como capilla familiar, no promovió su culto ni favoreció señaladamente tal devoción mariana. En la actualidad, se encuentra alojada en la iglesia de San Carlos, antiguo templo jesuita, aunque, en el momento en que se redactan estas líneas, debe encontrarse todavía en la que fuera iglesia de las clarisas, en la calle La Huerta, tras procesionar en la pasada festividad de la Candelaria. Me confieso absoluto desconocedor del motivo que llevó a su elección como imagen titular de tal celebración, más aún, si se tiene en consideración que en Osuna no ha habido históricamente un particular fervor popular a la Virgen de la Cabeza, algo que está mucho más extendido en la Andalucía Oriental, donde protagoniza una de las romerías más importantes de las que tienen lugar en el Sur peninsular. Sin embargo, esto no fue siempre así y la Historia tiene a veces oscuros y desconocidos rincones. No me voy a extender demasiado sobre los orígenes giennenses de tal devoción, ya que son de sobra conocidos. Se remontan a los difíciles tiempos medievales de la conquista cristiana y siguen un modelo pautado de descubrimiento casual y casi milagroso de una imagen escondida por los fieles para preservarla del peligro que entrañaba la presencia musulmana. Tiene que ver con el intento de entroncar con el pasado preislámico y la necesidad de “cristianizar” los espacios consgrados desde antiguo. Hay múltiples ejemplos de esta forma de creación de la memoria y de resimbolización sagrada.
El culto a la Virgen de la Cabeza era ya muy notorio a comienzos de la Edad Moderna. Sirva como prueba lo que dejó escrito Miguel de Cervantes en Los trabajos de Persiles y Segismunda, en un pasaje en que mencionaba que haría “tiempo de que llegue el último domingo de Abril, en cuyo día se celebra en las entrañas de Sierra Morena, tres leguas de la ciudad de Andújar, la fiesta de Nª Sª de la Cabeza, que es una de las fiestas que en todo lo descubierto de la Tierra se celebra tal”. Prosigue afirmando que su ingenio era escaso para pintar su grandeza del “lugar, la peña, la imagen, los milagros, la infinita gente que de cerca y de lejos, el solemne día que he dicho, la hacen famosa en el mundo y célebre en España”. En los reinos hispánicos, desde la época medieval y, sobre todo, en la moderna, se extendió el culto mariano. No faltaba en cada pueblo una o varias ermitas dedicadas a la Virgen en cualquiera de sus numerosas figuraciones, a la vez que solía ser de forma mayoritaria la advocación de la iglesia parroquial principal. En Osuna, previamente al establecimiento de la Colegiata de la Asunción de la Virgen, la única parroquia era la de Santa María
Foto: Carlos Fernández Aguilar
la Mayor, luego elevada al rango colegial. En nuestro caso, a instancias del IV conde de Ureña, don Juan Téllez Girón, y especialmente por influencia de su mujer, doña María de la Cueva, se promocionó el culto a la Virgen de Consolación, que se consolidó a mediados del siglo XVII, con su nombramiento como patrona de la localidad. Sin embargo, el fervor marianista tuvo muchos más ejemplos. Uno de ellos fue el de la Virgen de la Cabeza. La primera noticia que he podido localizar en este sentido data de 1572, coincidiendo con la extensión de las conclusiones del Concilio de Trento. En esa fecha, Bartolomé de Mérida, en su testamento, pide ser enterrado en la iglesia de Santo Domingo, > 93