EL CONQUISTADOR CONQUISTADO
la incalculable influencia de grecia sobre roma
Siempre que escribimos o hablamos sobre las relaciones entre la cultura griega y la romana nos vienen a la mente los famosos versos de Horacio: «Graecia capta ferum victorem cepit et artis intulit agresti Latio», es decir, ‘La conquistada Grecia conquistó a su feroz vencedor e introdujo las artes en el indómito Lacio’ (Epístolas 2, 1, 156-157). Horacio era un poeta de la época de Augusto y participó en el amplio proyecto cultural de este emperador para agrandar la tradición romana adaptando a ella los modelos griegos. Era muy consciente de la importancia que la cultura griega había ejercido en el mundo romano, a pesar de haber perdido ya hacía tiempo la independencia política y haberse convertido en una simple provincia.
de los griegos. Así, Cicerón desarrolla una sintaxis compleja y rigurosa imitando el modelo de Demóstenes, hasta el punto de que sus discursos contra Marco Antonio son conocidos como las Filípicas, en homenaje a los famosos discursos con los que el gran orador griego denunció las pretensiones imperialistas del rey macedonio Filipo II. Del mismo modo, en sus obras filosóficas Cicerón tuvo que crear un vocabulario especializado, inexistente en latín, para poder introducir entre los romanos muchos de los conceptos abstractos de uso corriente en el riquísimo pensamiento teórico de los griegos, inventando términos como esencia o calidad (transposición del griego ousía y poiótes, respectivamente).
Muchas familias aristocráticas, después de la conquista, habían encomendado a sus hijos a maestros griegos y habían cultivado la lengua y las costumbres helenizantes. Los escipiones, por ejemplo, principalmente el nieto adoptivo de Publio Cornelio, que tanta importancia tuvo en Tarraco, favorecieron un círculo intelectual proclive a la cultura griega, hasta el punto de que la lengua griega durante mucho tiempo funcionó como lengua de cultura de la República romana.
Una generación después, el amigo de Horacio, Virgilio, que también formó parte del programa cultural augustal, coloca en el corazón de su obra más conocida e influyente, la Eneida, esta cuestión de las relaciones entre la poderosa Roma del Imperio y la Grecia famosa por el arte. Cuando el héroe troyano Eneas, fundador mítico de la raza de los romanos, baja a los infiernos y pasea por los Campos Elíseos en compañía del alma de su padre, Anquises, descubre las almas de los hombres que serán sus descendentes y que brillarán en un futuro en Roma. Anquises cierra su parlamento con unas palabras que muestran el reparto de papeles entre una Grecia (sin denominarla directamente) que deslumbra por su expresión artística y una Roma que tendrá por misión gobernar y legislar para todos los pueblos del Imperio. Virgilio canta la gloria y el carácter romano en un poema que imita los modelos griegos, combinando la grandiosidad épica de Homero con el refinamiento del poeta helenístico Apolonio de Rodas, autor de un poema épico sobre el viaje de los argonautas.
Así pues, no es una casualidad que la literatura latina empiece con una traducción de la Odisea de Homero, la que hizo el griego Livio Andrónico (siglo III a. C.), que también adaptó al latín comedias y tragedias, ni que la primera historiografía romana en prosa fuera escrita en griego por los autores de anales. A pesar de que Catón el Viejo criticó y censuró esta tendencia extranjerizante y predicó con el ejemplo escribiendo en latín varios tratados, discursos y una historia de Roma desde los orígenes hasta las guerras púnicas, no fue hasta Cicerón y César, en el siglo I a. C., que la prosa latina obtuvo el estatus de lengua culta, comparable a la griega. Y este estatus lo adquirió precisamente imitando a la lengua y la literatura
TEATRO DE HERODES ÁTICO al pie de la Acrópolis Al fondo, la ciudad de Atenas
El propio Augusto participó decisivamente en esta expansión de las costumbres helénicas en Roma, utilizando al soberano helenístico como referente del naciente Imperio que estaba construyendo. El culto al soberano, la munificencia del príncipe (evergetismo) o la preocupación por la política cultural son aspectos del helenismo importados a Roma desde ciudades como Efes, Antioquia y, sobre todo, Alejandría, la gran G R E C IA
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