Revista Solsticio #2

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REVISTA

SOLSTICIO Sept. 2017

Numero: 02

Editorial Ocaso


Portada: David Martinez Muchas gracias a todos los que confían en este proyecto.

Revista con enfoque anarquista. Sept. 2017 • Numero: 02 • Editorial Ocaso

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Telefono: +57 304 674 8600 Email: editorial.ocaso@gmail.com Sitio Web: editorialocaso.wixsite.com/ocaso Facebook: /EditorialOcaso/ Producido por Editorial Ocaso. Esta publicación está pensada para ser digital. Si desea imprimir este número se recomienda el uso de papel reciclado/ecológico. Usted es libre de copiar, distribuir, y comunicar públicamente esta obra siempre y cuando reconozca los créditos de la obra y/o autor. No se puede utilizar esta obra para fines comerciales, así como tampoco se puede alterar la obra, transformar o generar obras a partir de esta. Las opiniones expresadas en esta revista digital no necesariamente reflejan las de aquellos que la publican, todo el material ha sido revisado y corregido, editorial ocaso no se hace responsable por “daños” provocados por dicho material.

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CONTENIDO 4

La patria.

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Reflexión anárquica.

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Reflexiones sobre el uso de la violencia.

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El conflicto de tierras.

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Al otro lado.

Maxim Astudillo

Diego Villalba

Grajo Siberiano

Violeta Fernández

Alelí Escasany

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Incitar a la acción.

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Ni fronteras, ni barreras.

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De guetos y mariposas.

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Sentir Dolor.

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León Darío Carpetano

Brayan Piña

Hernán Roldán

Yulia Pratti


LA PATRIA Maxim Astudillo

P

or siglos nos hemos acostumbrado a vitorear a nuestros encarceladores y carceleros. Rememoramos con orgullo sus sanguinarias guerras y matanzas para mantener nuestra prisión en vida, tal vez mejor conocida como patria. La defenderás por costumbre, sumisión y obligación, a esa patria querida y terrible. Despreciarás y discriminarás por ella según sean tus costumbres, te inclinaras ante sus dioses impositivos y económicos por sumisión, y tal vez, llegues a matar por obligación. Y, a fin de cuentas, ¿qué es la patria? La patria es el banquero, el empresario, el político y el militar. La patria es una iglesia feudal, una policía fuerte y una moneda para especular. Es una democracia, una dictadura o una revolución televisiva. Pareciera ser que un país se conforma de asuntos serios y penosos, de ministerios, burocracias, democracias violadas, revoluciones pactadas y socialmente consumidas. La tristeza, la resignación y el hambre son el trabajo exclusivo de un sistema aplastante y monopólico, que actúa como ablandadora de carne sobre una sociedad repleta de paradigmas absurdos, anticuados y reciclados,

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cuya única intención es mantener una doble moral hipócrita y perversa. El llamado a votar de la democracia es un “derecho obligatorio” sobre el cual se escuda el sistema dominante para disfrazar su dominio de popular e inclusivo. En época de elecciones vemos desfilar el disfraz de cambio, el traje de progresista y el vestido

«...¿Cómo tener e se nace, se vive, se entre rejas h de la social democracia. Y pobres de nosotros que giramos en un círculo sin poder salir, eligiendo entre las diferentes puertas que llevan a un mismo destino, haciendo de policías en nuestras propias cárceles. Avalamos, toleramos y mantenemos a este monstruo ¿Para recibir a cambio que cosa? Nada. Absolutamente nada es lo que nos retribuye. La patria es un dios vacío y sordo, un vampiro. La histeria social por los vaivenes económicos y militares es el regalo de estas patrias subyugadoras y despóticas a sus po-


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blaciones aterradas por el catalogo moral de la sociedad y la ley judicial. Por mi parte, para finalizar, he perdido tal vez un poco la esperanza sobre la reacción del pueblo manso por motivaciones reales y contundentes. Los movimientos más sociales y en apariencia revolucionarios se han persignado a los altares del capital y resignado a un triste papel: El de pactar con el sistema y reafirmar su respeto por las instituciones burguesas. ¿Y cómo tener esperanza cuando se nace, se vive, se sueña y se fracasa entre rejas hasta morir?

rra desde hoy, sin rechazar ninguna violencia ni destrucción moral. Toda lucha contra la cabeza del monstruoso patriotismo está justificada. Vamos a agitar el fuego que ya iniciamos hace tiempo, para quemarlo todo libremente, sin trapos de colores, sin pedazos de tierra que defender. Y es que otra no queda, contra la patria.

esperanza cuando sueña y se fracasa hasta morir?» Por eso he decidido basar mi esperanza en los pequeños destellos de un mundo diferente que asoma, en aquellas mentes inquietas que no desean esperar la rebeldía popular para atacar. Aquellos que no han respondido el llamado de obediencia del país y su ley, y han jurado combatirla hasta el fin. En quienes utilizan su alegría y tiempo en comunidad para organizar el entusiasmo y no la obediencia. He decidido basar mi esperanza en nada tal vez, pero prefiero aquella nada real y cruda que el “todo” opresivo y aplastante contra el cual me declaro en gue-

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REFLEXIÓN ANÁRQUICA Diego Villalba

«Ciencia e industria, saber y aplicación, descubrimiento y realización práctica que conduce a nuevas invenciones, trabajo cerebral y trabajo manual, idea y labor de los brazos, todo se enlaza. Cada descubrimiento, cada progreso, cada aumento de la riqueza de la humanidad, tiene su origen en el conjunto del trabajo manual y cerebral, pasado y presente. Entonces, ¿qué derecho asiste a nadie para apropiarse la menor partícula de ese inmenso todo y decir “esto es mío y no vuestro? »(Kropotkin, 1892).

Prólogo del libro “Enfoque anarquista de la realidad” Alguna vez me pregunté acerca de las instituciones, de la procedencia de los valores que reproducen las mismas y sobre su finalidad real. Luego de leer “Dios y el Estado” de Mijail Bakunin, como así también “Qué es la Propiedad” de Proudhon, “El anticristo” de Nietzsche y otras obras de intelectuales más contemporáneos, me fui creando mi propia visión del mundo. Así fue que me coloqué como objeto de estudio, analizando mi experiencia en relación a las instituciones y obtuve la reflexión de que estas no son más que cárceles legales. Si bien el ser humano es, por excelencia, el más individualista de todos los animales, es también

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el más social. Debí entonces apartarme del nihilismo, pero me volví más lúcido, identificando cuanta violencia tenía lugar a mí alrededor con un tacto que hasta entonces desconocía. ¿Cuáles y dónde nacen los valores que rigen la sociedad? ¿Qué influencia tiene la educación formal y cuál es el papel de los medios de comunicación? ¿Es posible utilizar la contracultura sin caer en la exclusión y sin ser etiquetado como un enfermo psiquiátrico por el sistema? ¿Es en realidad laico nuestro país? ¿Vivimos realmente en democracia? ¿La Inquisición continúa en manos del Estado y de la prensa? Responderé cada pregunta a continuación: Los valores que rigen esta sociedad enferma, violenta y fragmentada nacen de las relaciones de poder y han ido modificándose con el transcurrir del tiempo. La tesis del amo y del esclavo de Hegel nos explica parte de las relaciones de poder, aunque en cierta forma termina por entenderse con Adam Smith, y éste último con Marx. La idea fue siempre reproducir el sistema, perpetuando las relaciones de poder, reformándolas y utilizando a las masas para evitar una posible real Revolución, siempre bajo el supuesto darwinista de la ley del más fuerte. Las masas, han creído durante siglos


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haber conquistado derechos humanos fundamentales. Mientras tanto, quienes ostentaban el poder continuaban manteniendo el sistema del amo y del esclavo. Aún reconociendo que ellos también eran esclavos de las mismas relaciones de poder, pues necesitaban esclavos para sentirse satisfechos. Sin esclavos su vida era la muerte y aún hoy lo es. El poder, siempre organizado, a fuerza de colocar concesiones a los súbditos, descubría su capacidad de perpetuarse cediendo pequeñas libertades. Así, desde el feudalismo hasta la Revolución Francesa, y aún en la Revolución Rusa, hubo siempre una disputa, hubo siempre una constante, hubo siempre una mentira que giraba en torno a lo que en realidad mantiene a toda la sociedad en la esclavitud: la toma del poder. La sociedad actual se basa políticamente en el resultado de la Revolución Francesa, una revolución burguesa que rompió con la monarquía y con la visión autócrata del poder. La burguesía, intentando mantener el poder económico que ya poseía, buscó el poder político, lo cual logró con la ayuda de los enragés (Teóphile Leclerc y Jean Varlet por ejemplo) y de los sans-culottes, hasta el punto que denunciaron a los jacobinos de reformistas. Los sans-culottes (que fueron los antecesores del anarquismo por más que la palabra anarquía aún no fuese utilizada) eran los verdaderos

revolucionarios, olvidados, claro, por la historia oficial. Parecía que el gran paso de la humanidad estaba dado, pero lo que en realidad se había hecho no era más que una reforma de la esclavitud, algo que fue denunciado en su momento por los verdaderos revolucionarios, olvidados por la historia junto al memorable “Manifiesto de los Iguales” escrito por Sylvain Marechal en 1796. Si bien, políticamente, la Revolución Francesa (1789) implicaba un cambio, este continuaba siendo un mundo de amos y esclavos, eso sí, bajo la mentira de Libertad, Igualdad y Fraternidad. Así, nació el callejón que hoy mantiene presa a gran parte de la humanidad, la izquierda por un lado con los jacobinos, expertos lectores de lo que implicaría de ahí en adelante desatarse de tal engaño, y los girondinos, sabios que en el fondo sabían que la opresión continuaría, más allá de que en aquella Asamblea su voto fuese por mantener los privilegios de nobleza. Con los girondinos nació la derecha. Con la izquierda y la derecha, con la democracia burguesa ya firme, con una sociedad que comenzaba a ser adoctrinada y a adorar al Estado de igual modo que a Dios. Una sociedad que nacía adorando la empresa nacional y con el amor a la patria, utilizando la guerra para dividir aún más a la humanidad, junto a los valores cristianos y la Inquisición modificada gracias la educación formal impartida por el Estado. Así, nació este increíble

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sistema con igual aroma a la materia fecal. En nuestros días, continuamos en el mismo mundo de hace siglos, con más comodidades y cada vez más desinformados. Los hombres creen ser libres, votar. Elegir un amo es una sensación de libertad, pues es la oportunidad de designar al legislador que utilizará ese poder para defender las constituciones, fundamentadas sobre el respeto a la propiedad privada y el patriarcado. Así en la inmensa mayoría de los estados. ¡Vivimos en Democracia! ¡Somos libres de elegir! ¡Qué maravilla! Ése será el argumento de un alineado promedio, incapaz de encontrar motivo alguno para gobernarse a sí mismo. ¡El mundo fue siempre así! Cuánta mentira, incluso por los marxistas-leninistas, que suman millones de abanderados, con su promesa de “tomar el poder”. Un poder que terminará recayendo sobre los hombros de sus mismos militantes. Mientras tanto, generando “enemigos de papel”, la sociedad sigue siendo sometida tanto por izquierda como por derecha, sometida por Dios y por el Estado, Estado que no es más que un recurso de guerra y expansión por más diminuto que sea. El Estado es una organización política en un territorio determinado que necesita de súbditos adentro y militares afuera. Hacia adentro opresión y hacia afuera la guerra. Es un aparato legal de muerte. Es más, el capitalismo necesita del Estado, pues es quien ofrece los aparatos represivos de la

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sociedad, la guardia de la propiedad privada (policías). Son muy pocos quienes se atreven a escribir contra el orden (policía), que en realidad no es tal, pues perpetúa el desorden que supone una sociedad dividida en clases, dividida entre explotados y explotadores. En Francia, el pasado año, hubo meses de huelgas y grandes manifestaciones producto de la reforma laboral que la Asamblea terminó votando a mitad de año. ¿A quiénes perjudica tal reforma? A toda la sociedad francesa, pero el policía fue y reprimió duramente contra los manifestantes (criminalización de la protesta). ¡Y esto en uno de los países más democráticos del mundo! El señor policía no estaba haciendo más que defender los intereses de las clases dominantes, de las castas políticas, de los empresarios y de los banqueros. ¿Pero acaso el policía es empresario? ¿Es banquero? No, defiende sus intereses porque es la fuerza utilizada para que ese robo legal llamado plusvalía legitime a banqueros y empresarios a robar con permiso de la Ley. Luego, sí, puede que actúen deteniendo a un violador, a un asesino o a un ladrón de billeteras, cosas que no sucederían si viviéramos en un mundo de iguales, cosas necesarias para que funcione el capitalismo y la sociedad patriarcal. Sobre la policía y el control han surgido nuevos estudios, pero uno muy en particular sintetiza gran parte del


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objetivo de este texto de Demian Reyes:

finales del siglo XVIII, habrían de reformarse también los mecanismos de seguridad. La policía fue perdiendo el sesgo militar que poseía y se convirtió en una institución encargada de resguardar los —derechos de los ciudadanos mediante el monopolio de la violencia. La policía no puede pensarse NUNCA como una instancia de la aplicación del derecho, sino como un excedente de la aplicación de la ley, a su vez fundadora y conservadora: crea el castigo para conservar el orden. Giorgio Agamben escribe a manera de notas marginales sobre un ensayo de Walter Benjamin: “la policía, contrariamente a la opinión común que ve en ella una función meramente administrativa de ejecución del derecho, es tal vez el lugar en el que se manifiesta al desnudo con mayor claridad la proximidad, casi el intercambio constitutivo, entre violencia y derecho que caracteriza a la figura del soberano”. Es por esto que hablo sin tapujos del monopolio de la violencia por parte de los uniformados. La policía colabora así en el ordenamiento del medio urbano y en la prevención del delito, siempre bajo los esquemas cívicos y administrativos de una clase en el poder. Con el aumento poblacional en las ciudades y el estallido de los movimientos obreros en el siglo XIX, se extiende el uso del concepto “orden público”, entendido como el “estado de bienestar” necesario para la convivencia social: su mal nombrada paz. Para el filósofo francés Michel Foucault, es

Desde el nacimiento del Estado-ciudad en Occidente, la politeia ha sido un mecanismo encargado del ordenamiento jurídico y de la vida social, además de contribuir en las guerras de conquista por el territorio y las reservas de esclavos. Desprendiéndose de estos grandes ejércitos en todas las civilizaciones del mundo, la policía, a través de sus diversas transformaciones, no ha sido formada por la voluntad de los pueblos, sino por la subordinación directa de un grupo hacia otro que posee el poder político y la dictadura de la economía. Justamente para defender su propiedad privada. Así, nacería la perpetuación de la propiedad privada, dividiendo a la humanidad en dos clases: la que posee las riquezas y la que las produce. La policía ha sido un objeto de estudio insignificante e incluso turbio para la filosofía y las ciencias sociales. Pocas veces algún pensador o escritor ha vivido en carne propia la detención, la extorsión, la intimidación o el asesinato del otro y de uno mismo a manos de un policía. Es por esto que se ha preferido, a través de varias generaciones, hacer crítica de las estructuras del poder político y no de la política aplicada en las calles a través del castigo en los toletes, armas o puños de la policía moderna. Con la aparición del Estado moderno, la burguesía como clase dominante y los partidos políticos a

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la policía la que englobaría aparentemente todo, ya que algunas bases de la sociedad moderna son la disciplina y el castigo como técnicas de control, desde el cuerpo hasta la mente (lo que forma parte de sus tesis sobre la biopolítica). Prefectos y abogados en las escuelas-universidades; caciques y autoridades comunales en el campo; patrones y directivos en el trabajo; un amor dominante en las relaciones afectivas, tal como ha sido descrita la “dialéctica del amor” en Jean Paul Sartre y Jacques Derrida. Sin embargo, sería a principios del siglo XXI donde adquiriríamos una conciencia más amplia sobre el papel de la policía, gracias a la viralización de videos documentados durante brutales represiones y detenciones en manifestaciones pacíficas. La cuestión de la policía ha sido expresada también en las contra-culturas, dentro de los movimientos anti-sistema, se popularizó la consigna A.C.A.B. (all cops are bastards = todos los policías son unos bastardos), inventada en la década de los 70‘s por aficionados “ultras” de fútbol en Inglaterra. Aunque la historia oral y algunas crónicas barriales denotan que la consigna pudo haber sido creada desde 1920‘s en algunas cárceles europeas. Somos antagónicos a sus violencias no-volitivas Más allá de la inmediata abolición de la autoridad impuesta como aparato mundial de vigilancia, extorsión y represión, nuestra tarea es irrumpir la lógica ciudadanista (o rousseauniana) y sus opinologías de que es necesario

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un monopolio del poder que proteja los derechos individuales por sobre de la comunidad, lo que ellos y los gobernantes llaman “seguridad pública”. No nacimos (al menos nadie bajo su sano juicio) con la idea de crear prisiones, juzgados, burocracias y demás aparatos de dosificación del desenvolvimiento humano por encima de la libertad. Patrullas, tanques, toletes, gases lacrimógenos y pimientas, escudos, cascos, esposas, armas largas, interrogatorios, sustancias irritantes y demás son herramientas que se gestan por terceros y recaen en el parapeto hediondo de la policía. Los policías no son trabajadores, no producen algo, y si en rara vez detienen “delincuentes” o “violentos” (que para el individuo alienado es la función que han de cumplir) ya sabrán por anticipado que son producto del mismo sistema de servidumbre al cual se encuentran sometidos. “¡no es su culpa, él/ella sólo necesita un salario!”, “¡no es violencia, ellos también son pueblo!”, “¡policía, escucha, tu hijo está en la lucha!”, son algunos de los argumentos-consignas de la pasividad social para defender a los policías en tiempos de revuelta, mostrando hasta la máxima cúspide de que importa más el valor de uso-intercambio que los actos de la realidad inmediata. Es de estas premisas que la mierda no se recicla, que su violencia de mierda no recae en emplearse en una nueva dinámica histórica: SINO QUE DEBE DESTRUIRSE PARA REALIZARSE EN CONCIENCIA. Mientras


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no sean los mismos ejércitos, milicias o brigadas las que se autogestionen y defiendan su geografía en un proceso de amplia emancipación, pasarán de ser supuestos “guardianes de la paz” a destructores de ella. ¿Quién nos salvará de los americanistas que se apropian de los vagones del metro? ¡Hasta contra ellos el policía es un cero a la izquierda! Y claro que hay propuestas palpables. Durante la expansión del neo-liberalismo financiero y el “progresismo” estatal, el crimen organizado en Latinoamérica alcanzaría un modelo de dominación políticoterritorial inimaginable en pacto con la policía local. Lo que llevaría a la población rural a formar sus propias auto-defensas, como el caso de Cherán K‘eri en 2011 y en Aquila en 2013, ambos en Michoacán, bajo un nuevo precepto de la “ronda comunitaria” que es conformada voluntariamente por integrantes de su comunidad para servir heroicamente a su comunidad. No somos quiénes para caer en el absurdo, que permea con nociones éticas, de concederle el título de humano o no a un policía, a un mercenario, a un soldado. Sólo decimos que SOMOS ANTAGÓNICOS A TODO TIPO DE VIOLENCIAS NO-VOLITIVAS. A su fuerza pública contra el desorden social: nuestra autodefensa colectiva por un orden en común. Conociendo este recorrido histórico, el concepto y las experiencias palpables de violencia, le pregunto al lector: ¿es útil o no el brazo policial de los estados modernos?, ¿es funcional o es

necesario que los mismos individuos y comunidades se defiendan entre sí hasta lograr un modelo político donde tengamos una participación definitiva. (Reyes, 2016)

Entre otras cosas, mirando nuestro país, ¿hay empresarios, militares asesinos, banqueros y políticos corruptos en el Penal de Libertad? No, ese es el lugar para los plebeyos. Ellos van a hoteles que en nada se parecen a cárceles. La policía simplemente acata lo que dicen la justicia y el derecho. Y estos últimos, se rigen por los valores del capitalismo. ¿Qué sucede entonces que nada de esto se nos dice en la escuela? ¿Qué papel cumple la educación formal en todo esto? Se nos ha dicho que nuestra educación es laica, pero se nos inculcan valores que provienen de los mandamientos religiosos, concretamente de la religión monoteísta más destructora del planeta: el Cristianismo. Se nos enseña el no robarás, el no matarás e, implícitamente, se nos inculca el amarás a tu mujer como a tu propiedad privada (la mujer vista como propiedad del hombre). Y, en la práctica, el no robarás queda solo para los explotados y el no matarás aniquila cualquier intento de rebeldía que quiera sucumbir el desorden actual (que es como entienden el orden los liberales). El cristianismo, por lo tanto, aparece como negador de la libertad y como el arma ideológica por excelencia para el adoctrinamiento necesario para el correcto funcionamiento del

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capitalismo. Se nos habla de ciencia, pero nos somete la metafísica. En la fusión Dios y Liberalismo, la tierra es el infierno para la gran mayoría de la población mundial y el paraíso para una gran minoría: la burguesía. Nietzsche (1983) refiere sobre lo precedente de siguiente manera en su obra “El Anticristo”: El problema que así planteo no es: qué ha de reemplazar a la humanidad en la sucesión de los seres (el hombre es un fin), sino qué tipo humano debe ser desarrollado, potenciado, entendido como tipo superior, más digno de vivir, más dueño de porvenir. Este tipo humano superior se ha dado ya con harta frecuencia, pero como golpe de fortuna, excepción, nunca como algo pretendido. Antes al contrario, él ha sido el más temido, era casi la encarnación de lo terrible; y como producto de este temor ha sido pretendido, desarrollado y alcanzado el tipo opuesto: el animal doméstico, el hombre-rebaño, el animal enfermo “hombre”; el cristiano (...). No es posible adornar y engalanar al cristianismo; ha librado una guerra a muerte contra este tipo humano superior, ha execrado todos los instintos básicos del mismo y extraído de dichos instintos el mal, al Maligno: al hombre pletórico como al hombre típicamente reprobable, como “el réprobo”. El Cristianismo ha encarnado la defensa de todos los débiles, bajos y malogrados; ha hecho un ideal del repudio de los instintos de conservación de la

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vida pletórica; ha echado a perder la razón inherente a los hombres intelectuales más potentes, enseñando a sentir los más altos valores de la espiritualidad como pecado, extravío y tentación... (pp. 12-13).

Por su parte, el anarquista ruso Mijail Bakunin (1892) fue más allá del cristianismo y expuso:

«La tierra es el infi mayoría de la població para una gran min Todas las religiones, con sus dioses, sus semidioses y sus profetas, sus Mesías y sus santos, han sido creadas por la fantasía crédula de los hombres, no llegados aún al pleno desenvolvimiento y a la plena posesión de sus facultades intelectuales; en consecuencia de lo cual, el cielo religioso no es otra cosa que un milagro donde el hombre, exaltado por la ignorancia y la fe, vuelve a encontrar su propia imagen, pero agrandada y trastocada, es decir, divinizada. La historia de las religiones, la del nacimiento, de la grandeza y de la decadencia de los dioses que se sucedieron en la creencia humana, no es nada más que el desenvolvimiento de la inteligencia y de la conciencia colectiva de los hombres. A medida que, en su marcha his-


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tóricamente regresiva, descubrían, sea en sí mismos, sea en la naturaleza exterior, una fuerza, una cualidad o un defecto cualquiera, lo atribuían a sus dioses, después de haberlos exagerado, ampliado desmesuradamente, como lo hacen de ordinario los niños, por un acto de su fantasía religiosa. Gracias a esa modestia y a esa piadosa generosidad de los hom-

fierno para la gran ón mundial y el paraíso noría: la burguesía» bres creyentes y crédulos, el cielo se ha enriquecido con los despojos de la tierra y, por una consecuencia necesaria, cuanto más rico se volvía el cielo, más miserable se volvía la tierra. Una vez instalada la divinidad, fue proclamada naturalmente la causa, la razón, el árbitro y el dispensador absoluto de todas las cosas: el mundo no fue ya nada, la divinidad lo fue todo; y el hombre, su verdadero creador, después de haberla sacado de la nada sin darse cuenta, se arrodilló ante ella, la adoró y se proclamó su criatura y su esclavo. (p.8)

En la educación formal, también se nos impone el liberalismo y el respeto a las instituciones del mundo burgués, la de oprimidos y opresores. Todo

intento por cambiarlo es un ataque fundamentalista para el sistema. Sin embargo, ¿el liberalismo actual acaso no es fundamentalista? Lo precedente junto a la monogamia impuesta por adoctrinamiento y de ver a la mujer como propiedad privada, hoy incluso hasta el hombre propiedad de la mujer, nos hacen esclavos del concepto de familia burguesa. Hoy las parejas, como siempre, no es que solo se casen, sino que se cazan (como quién caza un animal y lo coloca en una jaula). Nuestra educación laica es una educación machista, nos enseña el amor por la patria, el respeto a los símbolos patrios, nos obligan a cantar el himno, a jurar la bandera, a seguir y respetar el modelo de la democracia burguesa. La educación formal, defendiendo el proyecto patriótico, nos adoctrina con las danzas nacionales, nos imponen las tradiciones y los valores esperables para un proyecto militar. Sí, nos obligan incluso a que defendamos la figura de un héroe. ¿Qué diferencia habría si en la escuela nos enseñaran marxismo-leninismo o el amor por la democracia burguesa? Ninguna. ¿Qué diferencia si nos enseñaran a vivir en libertad y en igualdad creando hombres libres? No sirve para el Estado, nunca pasará. Nos hablan de Artigas, aprendemos cuándo nació, cuándo falleció y festejamos cuánta fecha nos indican, nos van haciendo patriotas y chovinistas al mismo tiempo, forjando nuestra identidad. Eso sí, nunca nos hablan del federalismo de Artigas, del re-

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parto de tierras y de muchas cosas más interesantes que el viejo caudillo planteaba. Sí, fue un militar, no soy artiguista, pero al menos la parte de desalambrar podría pulirse más en la educación formal. Todos debemos ser artiguistas, pero federalismo es mala palabra cuando aparece como consigna. Todos los oligarcas son democráticos, mientras no vayamos contra el liberalismo. Democracia sí, pero burguesa, con explotados y explotadores. No se concibe la democracia de otro modo que no implique sometimiento. La figura de José Pedro Varela es otro baluarte, no sólo del sistema educativo, sino del proyecto militar llamado Uruguay. ¿Qué fue “La Educación del Pueblo” sino un proyecto militar? La obra vareliana hizo que bajo la mentira de la laicidad, la obligatoriedad y la gratuidad de la enseñanza, se unificara el adoctrinamiento en el territorio. Buscaba llegar a los lugares donde el Estado no alcanzaba su margen de incidencia, debido a la centralidad que había en Montevideo. Varela trató de ganar influencia en la frontera con Brasil porque era ahí un flagelo y una debilidad que los jóvenes supieran manejar el portugués y no el español. Varela consiguió entonces que esos niños aprendieran las normas, ya que el idioma nos les impediría desconocimiento. Ya serían Orientales. Todo lo precedente como forma de adoctrinamiento patriótico,

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luego todo ese amor a la patria se ve en la obediencia. Sobre la obediencia: Nuestro país no ha tenido la desgracia de vivir en guerra como Siria, Palestina, Libia y los países que han realizado injerencia en sus territorios, pero la guerra no es más que un acto de obediencia que tiene su raíz en el patriotismo. El soldado de los EE.UU. o de cualquier país de la OTAN, también debemos de incluir a Rusia y a Turquía, que va, según sus tres neuronas, a luchar por su patria, va a invadir y a asesinar cumpliendo una orden en nombre de su bandera. Así sucede con el conflicto entre Israel y Palestina: han asesinados casi 2.000 niños y deportados más de 55 mil palestinos por un simple acto de obediencia y de amor a la patria que no es más que el amor a Dios. Por otro lado, Israel recibe respuesta de diversas organizaciones, pero que se nutren de igual modo de un acto de obediencia y amor a la patria. ¿Cómo deberían defenderse ambos pueblos? Rompiendo con la alienación y estableciendo hermandad sin obedecer dogmas. La militarización de los estados es para cumplir una función, destruir la esencia de fraternidad entre los pueblos, entre los seres humanos, en beneficio del poder. La prensa, para fomentar aún más esa obediencia, nos dice que Rusia y EE.UU. están en Siria por la paz, tirando bombas a hospitales y a escuelas, que Libia fue salvada de un dictador


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cuando los mercenarios enviados por la ONU arrojaron más de 55 mil bombas sobre sus habitantes, también en nombre de la paz. Yemen se encuentra partido en mil pedazos por Arabia Saudita, y éste último país es premiado por la ONU por asesinar y mutilar niños. En Palestina, el Estado de Israel asesina niños para controlar la tasa de natalidad. ¡¡¡Vaya obediencia, señor militar!!! La prensa nos habla siempre de los terroristas que, ¡oh, casualidad!, viven y han vivido siempre en países donde el petróleo abunda. Al parecer al igual que las armas nucleares y los dictadores.

de Oaxaca y de la impunidad con la que el pueblo mexicano es sometido por un narcoestado. Las masas alienadas, mientras tanto, en su sillón, frente al plasma (que es fabricado gracias a brutales asesinatos en África para robarse el coltán) y bebiendo una Coca Cola (proveniente del robo a las tribus del amazonas donde expropian la caña azúcar en complicidad con el Estado brasileño), incapaces de percibir la violencia simbólica, porque hoy la TV sólo siembra ignorancia.

Sobre la Inquisición: La inquisición, aún persiste entre nosotros, pese a haber sido fundada en 1184 en el sur de Francia. Antes el hereje era perseguido, mostrado en una plaza y luego colgado. Hoy, los terroristas, los inadaptados, los herejes, los que se enfrentan a las reglas impuestas, aparecen en la TV y luego son asesinados y mostrados para que las masas aplaudan (Ej. Sadam Husein). Más allá de que sabemos que Sadam H. participó como un aliado de EE.UU. en su política internacional. El mundo hoy condena el muro de Trump con México, pero los mismos medios callan sobre el muro que Israel levantó para el pueblo de Palestina. La prensa se pone del lado de México y de su presidente, pero la misma prensa se olvida de los 43 estudiantes desaparecidos, se olvida de la masacre

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REFLEXIONES SOBRE EL USO DE LA VIOLENCIA Grajo Siberiano

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l otro día, recién levantado de la cama, accedí a través de una red social a un vídeo que me provocó una rabia y una impotencia como nunca antes había experimentado. Apenas duraba unos minutos y mostraba una serie de escenas de niñas y niños de muy poca edad con graves heridas y cubiertas de polvo y sangre. Las desgraciadas criaturas chillaban y lloraban de dolor, incapaces de comprender qué demonios estaba sucediendo, por qué el mundo que conocían se había convertido de pronto en un infierno de caos y agonía. Había incluso un pequeño, de no más de un año de vida, muerto y con el cráneo abierto. Su carita de ángel se hallaba inerte, carente de toda expresividad y, lo que resultaba todavía más abrumador, espantosamente pálida. A día de hoy, no he conseguido quitarme de la cabeza la imagen de ese pobre bebé muerto: sus ojos, entreabiertos y en blanco como los de una muñeca vieja, su diminuta nariz taponada por el polvo, sus labios laxos y ensangrentados… Esos ojos que nunca más volverán a brillar llenos de vida y amor ante el rostro de su madre, esa naricilla incapaz de respirar más aire

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y esos labios que jamás sonreirán de nuevo, ni tendrán ocasión de balbucear más primeras palabras con las que, sin lugar a dudas, iluminaba la existencia de cuantas lo rodeaban. En el texto que acompañaba al vídeo podía leerse que esas imágenes eran la consecuencia de un bombardeo de aviones estadounidenses sobre la ciudad de Al-Raqa, Siria, durante la noche del pasado 3 de agosto. Como siempre hago antes de dar cualquier noticia por cierta, me propuse contrastar ésta en Internet, en lugares de confianza al margen de los medios de manipulación de masas. Me costó algo más de lo acostumbrado, pero al final conseguí corroborar su veracidad: toda aquella muerte y sufrimiento dejadas caer sobre seres inocentes e indefensos habían sido provocadas en beneficio de los intereses imperialistas, económicos y energéticos del gobierno y la clase capitalista estadounidenses. Dicho de otra manera, la agonía de esas pequeñas no tenía más razón de ser que la de favorecer las carreras de un puñado de militares y políticas y la de engordar las cuentas bancarias de industriales, financieras e inversoras que, con toda probabilidad, en el momento


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del bombardeo se hallaban cómodamente apoltronadas en sus despachos o en sus yates de lujo, al otro lado del mundo. En fin, casualidades de la vida, por entonces llevaba casi una semana debatiendo con un par de contactos de esa misma red social sobre la legitimidad o no legitimidad de la violencia en nuestra lucha diaria contra la clase capitalista y los estados que sirven a sus intereses. Mis dos interlocutores tenían bastante clara su postura: el uso de la violencia, en cualquier contexto, es completamente inaceptable, nos rebaja al mismo nivel que policías y militares y convierte nuestros ideales de libertad en imposiciones establecidas por la fuerza. Sí, bueno, sus argumentos eran sin duda respetables y, además, ambos los respaldaban con una amplia base teórica y práctica. Uno de ellos, incluso, había participado de manera muy intensa en el movimiento 15M, que, como ya sabréis, convirtió la resistencia pasiva en una de sus principales herramientas de lucha. Al menos en Madrid, que es el caso que mejor conozco. Sin embargo, yo no estaba demasiado de acuerdo con lo que me decían y quise plantearles un par de casos prácticos en los que, a mi entender, el uso de la violencia es perfectamente legítimo. Si me lo permitís, los referiré aquí también para que podamos meditar sobre ellos. Pongamos que estalla la revolución social, esa que tanto ansiamos la mayoría de las anarquistas, y que,

logradas ciertas conquistas por la vía pacífica, como la toma de las calles, la recuperación por parte del pueblo de algunos de los principales servicios y medios de producción o la expulsión de la clase política de ministerios, parlamentos, juntas de gobierno y ayuntamientos, el estado y la clase capitalista reaccionarán con violencia. Imaginad que, dentro de esa tesitura y como ya ha sucedido tantas otras veces en revueltas y revoluciones del pasado, arrojaran a la policía y al ejército contra la población civil, bombardearan los barrios obreros o pidieran ayuda a otros estados capitalistas para recuperar el terreno perdido y volver a imponer su detestable orden preñado de injusticia, autoritarismo y desigualdad. ¿Qué haríamos entonces? ¿Sentarnos todas juntas en el suelo de las plazas y las calles y aguardar a que nos masacraran una por una? ¿De verdad vamos a ser tan ingenuas de pensar que nuestras dominadoras no serían capaces de llegar a ese extremo por temor a la condena de la opinión internacional? A día de hoy, a los medios de comunicación burgueses les basta con esgrimir el término “terrorismo” para justificar cualquier acto violento llevado a cabo por los gobiernos capitalistas contra la población. Y ahora pasemos a plantear un segundo caso, algo más cercano a nuestra realidad actual. Imaginad una de tantas manifestaciones en una ciudad cualquiera del mundo, una marcha reivindicando derechos tan básicos y

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legítimos como la vivienda, la sanidad universal o una vida digna para todas. ¿Lo tenéis? Bien. Ahora, suponed que el gobierno de turno arroja contra las manifestantes a sus cuerpos antidisturbios. Bueno, no es difícil que esto suceda. Por desgracia, es algo que lleva ocurriendo con de manera crónica en las últimas décadas. Y ahí va mi pregunta: si el pueblo está defendiendo una causa justa y el gobierno responde con violencia para defender los intereses de la clase capitalista, ¿no es legítimo acaso responder a esa violencia con el mismo grado de violencia? Si cualquier agente de policía se arroja sobre mí con la intención de partirme la cabeza con su porra sólo porque se lo han ordenado sus superiores, ¿no tendría yo perfecto derecho a plantarle cara y defenderme en lugar salir corriendo o hacerme un ovillo en el suelo y dejarme golpear hasta que el brazo se le quedara sin fuerza? Mi humilde, y seguramente discutible, opinión es un rotundo sí. Yo, como ser humano, tengo todo el derecho del mundo, ya no digo a ejercer la violencia por sistema en mi militancia, pero sí a defenderme por todos los medios que me sea posible cuando otro ser humano atente contra mi integridad física. Y esto puede aplicarse a los dos supuestos que acabo de plantear, desde luego. ¿O acaso es el estado opresor el único con legitimidad para valerse de la fuerza? Porque esto es lo que pretenden con sus leyes, fuerzas de seguridad, jueces y prisiones, desarmando

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al pueblo y condenando con todas sus fuerzas cualquier acto violento que no proceda de sus ejércitos y cuerpos policiales: ostentar el monopolio de la violencia asegurándose así de que nada amenace los privilegios de la clase dominante. En definitiva, éstas no son más que las reflexiones de uno de tantas anarquistas como hay esparcidas por el mundo. Tampoco les hagáis demasiado caso. Sólo os diré que imágenes como las de aquellas criaturas heridas y la de ese pobre bebé muerto a causa de la violencia ordenada por las clases política y capitalista estadounidenses y ejercida por las tropas bajo su control no consiguen otra cosa que reafirmarme en mi convicción.


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EL CONFLICTO DE TIERRAS Violeta Fernández

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l problema de la tierra es originario desde el principio de todo lo concerniente a la prohibición del mismo. “La tierra es para quien la trabaja”, escuchaba por ahí entre mis abuelos y ancestros. “La tierra no es de los hombres, los hombres son de la tierra”. ¿Pero qué pasa si el territorio originario donde se desarrolló toda una cultura, una tierra antes de los estados y las delimitaciones geográficas, tiende a ser invadido por extranjeros que, en son de paz, vienen a quitártelo junto con tus saberes ancestrales, tus tradiciones, culturas y todo con lo que a imponderables de la vida se refiere? Justamente casos como el genocidio en la Patagonia con la denominada “Campaña al Desierto” de 1879, durante la cual hombres con su propio saber existencial y cosmológico, autónomos y libertarios, fueron masacrados sin piedad para empezar un nuevo estado, un estado supuestamente evolucionado, un estado comprometido a la democracia de su pueblo. Un estado cimentado en la sangre de múltiples pueblos. La tierra no es más que un lugar momentáneo de supervivencia del hombre, un regalo cambiante de la naturaleza, fluctuante, contradictorio, donde

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poder vivir en paz. ¿Pero cómo podría entender estas concepciones un hombre, un ser humano de estos tiempos? ¿Sería factible dejar la ciudad e irse a vivir a un territorio donde el estado no pudiera encontrarte, ni cobrarte regalías o impuestos? Para el hombre moderno, para el hombre occidental, esto ya es casi imposible. Las necesidades de hoy los obligan justamente a vivir oprimidos ante la gran cadena majestuosa de lo que concierne a la ideología neoliberal, a lo moderno y, con lo moderno, lo absurdo en lo que a necesidades de hoy en día se refiere. Sin desvincularme más del tema, el pueblo Mapuche hoy vive su propio conflicto. Un conflicto que, como en muchos otros países de seguro sucede, es justificado. Este pueblo, que original y ancestralmente vivió en las tierras patagónicas, esta cultura gobernada por la resistencia indomable, defiende ahora su hogar ante el actual estado, el cual vendió sus tierras a una empresa extranjera que ahora las reclama para sí. Por otra parte, están los grupos de resistencia, como la Resistencia Ancestral Mapuche o el Movimiento Mapuche Autónomo, que se adjudican la potestad de ser el brazo de la revolución en defensa de la


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Nación Mapuche, guiados quizás con una cierta concepción activista y/o socialista, a lo que ellos refieren que son libertarios, propugnando la liberación de la nación Mapuche mediante la recuperación de la tierra, ejerciendo el control territorial y la autodefensa. Desvirtuemos esto: el pueblo mapuche y los movimientos revolucionarios simpatizantes con la causa son dos cosas diferentes. De todos modos, un análisis vago de este resultado conllevaría que todos los que no estén unidos a la causa simpaticen con ella al menos, siendo, de cualquier manera, la defensa de la tierra perteneciente a la población mapuche el motivo que los mueve. al otro lado se encuentran el Estado Argentino y el Estado Chileno. La mayor protesta, quizá, en estos últimos días se viene dando en Argentina, que oficializa la causa mapuche y los grupos de revolución como grupos terroristas, una amenaza para el estado, ya que el pueblo mapuche determina sus tierras como autónomas ante el estado. Éste, por su parte, considera la postura mapuche una amenaza, pero, al mismo tiempo, anuncia de cara a la opinión pública que por temas supuestamente morales y legales aún no han desterritorializado a este pueblo. ¡Vaya mentira! Miren que aún no aparece Santiago Maldonado, desaparecido el pasado 1 de agosto a manos de la Gendarmería en una de las protestas de solidaridad con la causa mapuche. Y anterior a este caso está el de Facundo Jones Huala, perteneciente a la Resistencia Ancestral Mapuche,

detenido a principios del 2017 y acusado de “terrorista” por sus acciones en defensa del territorio mapuche. Sin duda, algunos dicen que el problema ya no es de la tierra, pero los hechos demuestran lo contrario. El concepto de pertenencia de tierra se nos quedó impregnado en el subconsciente como concepto valorizado, dando lugar a pensamientos etnocentristas y nacionalistas, pretendiendo territorializar y delimitar todo aquello que pueda contabilizarse en billetes. La tierra es de todos y no es de nadie. Así que uno de los problemas que nos guían hacia una revolución sigue siendo la tierra.

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AL OTRO LADO Alelí Escasany

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ueridos Anarkos:

Iba a escribir un artículo sobre la revolución de marzo de 1848, que tuvo como protagonista a mi tatarabuelo, como uno de los 11 insurrectos que la gestaron. Pero hoy, compañeros, hace apenas unos instantes, acabo de enterarme que encontraron los restos de nuestro cumpa de lucha, Santiago Maldonado (Lechu), un chico de pocos veintitantos años que desapareció en

el enfrentamiento con la Gendarmería Argentina durante la marcha que los indios Mapuches realizaron en reclamo de territorios robados por la corporación Benetton. Será que estoy lejos de mi tierra, será que no comprendo…, ¡pero elijo alzar mi voz ahora ante semejante pérdida! Nometu ¡Santiago! ¡Trafkin con nuestro pueblo Mapuche!... Saciando una sed ancestral. ¡Santiago! ¡Acusado de awkaln, nuyawn, Lechu! Nuyawn! En lo mukür de nuestras noches gritamos un nuevo grito, clamando: ¡Cielo, agua, tierra, Santiago! Wunen..., felpa. Al otro lado ¡Santiago! ¡Amigo que intercambiaste regalos con nuestro pueblo Mapuche!... Saciando una sed ancestral. ¡Santiago! ¡Acusado de alborotar a otros, andabas perdido, Santiago! ¡Andabas perdido! En lo amargo de nuestras noches gritamos un nuevo grito, clamando: ¡Cielo, agua, tierra, Santiago! Amanece…, algún cambio está cerca.

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INCITAR A LA ACCIÓN León Darío Carpetano

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bservo con estupefacción la multitud existente de seudónimos o “nicks” (como se diría hoy en día en el “argot” de las redes sociales), de cuentas personales y perfiles que rebosan auténtico ardor revolucionario e innata rebeldía, que estallan de rabia cuando se produce una injusticia haciendo resonar el eco del “trending topic”, que apoyan firmes e inquebrantables cuando se convoca una huelga laboral o estudiantil y que generan inmensos mares de solidaridad con encausados o sancionados. Revolución, rabia, rebeldía, apoyo y solidaridad que quedan en agua de borrajas, pues la realidad de las pantallas de las computadoras o teléfonos móviles/celulares no se traduce en absoluto a las calles. Internet y las redes sociales son una verdadera arma de doble filo, ya que, además del control al que podemos ser sometidos a través de ellos, están sirviendo –o, mejor dicho, están siendo servidos- como método de aburguesamiento y autocomplacencia pasiva a través de la pantalla de un ordenador, iphone o smartphone. Y digo arma “de doble filo” porque Internet y los adelantos tecnológicos en general deberían ser utilizados y especialmente aprovechados en beneficio militante. Por supuesto que no críti-

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co la participación en redes sociales. Soy el primero que me valgo de ellas, pues me encanta intercambiar impresiones con otros camaradas de forma “automática”, aunque estén en la otra punta del planeta, o tener la posibilidad de “confeccionar” (y redactar) un periódico o revista con sofisticados sistemas de diseño, como lo estamos haciendo este puñado de camaradas entre los que tengo el honor de encontrarme (y concretamente con este segundo número entre nuestras manos o pantallas). Soy también el primero en devorar multitud de los textos que se suben a estas redes sociales y en apreciar la oportunidad de conocer la realidad y la actualidad revolucionarias y anarquistas producidas cada minuto en cualquier rincón de este agitado mundo. Pero, por contra, pienso que muchas personas se han estancado en la comodidad que encuentran en estos mundos de la red y sienten realizada su militancia viendo en ellos más un fin que un medio. ¿Cuánto darían nuestros referentes por haber contado con herramientas como las que hoy día disponemos? Aun sin ellas, entre finales de 1800 y principios de 1900, con medios puramente precarios, se sacaron adelante numerosas editoriales, libros, folletos y periódicos (podría citar abundantes,


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pero prefiero no desviar y mantener el foco del objetivo que pretendo con el presente artículo). Y el “intercambio de impresiones” al que antes aludía consistía en cartas que, vía marítima, tardaban en semanas en cruzar inmensos mares con destinos cruzados entre Italia, España, Francia, Estados Unidos o Argentina. Además, por regla general, todas estas publicaciones se redactaban, imprimían y distribuían en duras condiciones represivas y de clandestinidad, pues la mera y pacífica propagación del ideal anarquista era contundentemente perseguida por las fuerzas del estado. En definitiva, las redes sociales deberían ser el medio, pero nunca el fin. Internet es y debe ser una perfecta herramienta para la difusión y propagación de ideales, pero también para el diseño e impresión de propaganda. La confección de folletos que distribuir a pie de calle o de boletines informativos para dejar estratégicamente “olvidados” en estaciones de autobuses o centros estudiantiles es, igualmente, una perfecta herramienta para realizar acciones propias, al tiempo que se incita a la acción militante publicando y “subiendo” la respectiva crónica activista a foros o páginas.

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NI FRONTERAS, NI BARRERAS Brayan Piña

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1000 kilómetros lejos de mi hogar, a solo un paso de mis sueños realizar, viajando sin parar, descansando en cualquier lugar, con el objetivo de esta historia conquistar. Contemplar la majestad de esta patria que rompe las barreras, borra las fronteras, une las banderas de esta Suramérica huérfana. El cansancio y el agotamiento interno son intensos. Me duelen los pasos cada vez que estoy más lejos. Entiendo que llegar lejos o salir adelante es más cuestionable y, por consecuencia, grandemente diferente. Alcanzar un sueño es más que llegar a él. Lo tienes que agarrar y aferrar como si solo eso fuera importante. A veces esperamos solo las voluntades y designios del destino, dejamos que todo fluya por el río de la vida. Cuando vamos a dar con la corriente en el mar del mundo, vemos su grandeza, comprendemos nuestra pequeñez y ¿eso acaso altera el orden del mundo? Tal vez la mano que ponemos en el sí, las obras y actos son los que le dan orden y desorden a esta realidad. ¿Qué más da si el amor es de verdad? Si no es una verdad, ¿qué gracia hay en andar si no encontramos un sitio a

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donde ir? ¿Para qué ser del mundo si el mundo no está contigo? Pierdo la fe entre más vivo. Me duele cada día el camino. No porque esté lejos, porque sé que no vale de nada cambiar de lugar y de gente si no cambia uno. Me siento caminando entre abismos, aguantando la dureza de la tormenta con que llega a desolar el mundo y lo quiere dejar sumido en las tinieblas, las luces verdes que iluminan los cielos plagados de lluvia y frío. En las noches solo recuerdo el intenso sufrimiento por el que he pasado, mas encima la locura se apodera poco a poco de mi mente. A veces, los destellos entre realidad y ficción son más frecuentes. No sé si la locura es más coherente que la cordura, porque el caos y el desorden con el que se vive son realmente impresionantes, la mente en blanco cuando cierro mis ojos. Cuando empiezo a soñar te busco, te encuentro, pareces tan real en mi mente y simplemente no te dejo de amar. No puedo, no quiero y no debo, porque si dejara de hacerlo, simplemente, lo que me ata a la vida se rompería.


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DE GUETOS Y MARIPOSAS Hernán Roldán

Te adoctrinaron hasta para soñar. Te anestesiaron con dogmas silenciosos. Te asesinaron con miedos y te industrializaron el pecho. Te comieron la boca en un beso violento. Te vendieron la propaganda del amor. Te salvaron de tus propias cuentas y te privatizaron la emoción. Te inventaron dicto malicioso diccionario. Te bajaron de categoría. Te dejaron disfrazado con tus gafas y te encerraron en la pantalla. Soy una migaja de la microhistoria. Soy un personaje de la inacción. Una reconciliación en mi revolución. Soy verdugo de mi paz por sobre tu odio…

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SENTIR DOLOR Yulia Pratti

Sentir dolor en lo profundo del corazón, muerte, injusticia, delito fino, hambre, enfermedad, usurpación. Que el dolor y la indignación se conviertan en acción, por los de ayer y los de hoy. Dictadura o democracia, siempre la misma falacia. Y ahí van los zombies de celulares. Maman y alimentan al voraz capitalismo. Sin divisiones ni partidismos, los perdedores, los que luchan, los que esperan, los que se hartaron, hay que seguir y derrumbar de una vez al puto sistema que mata, enferma, atomiza y valoriza el tener sobre el ser. Dictadura o democracia, siempre la misma falacia.

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PERSONAL Editores.

Maximo Panclasta: editorial.ocaso@gmail.com Grajo Siberiano: grajo@insiberia.net

Escritores.

Maxim Astudillo Grajo Siberiano: grajo@insiberia.net. María Julia Prati: juliaprati@yahoo.com.ar Diego Villalba: diegovillalba.turismopensado@ gmail.com Violeta Fernández Alelí Escasany Hernán Roldán León Darío Carpetano Brayan Piña

Directores de arte.

Maximo Panclasta: editorial.ocaso@gmail.com

Factotúm.

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Diseño.

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Colaboradores.

Goines Manontroppo• Silvia María • Pablo Gutierrez • David Montaña

Propuestas.

Son bienvenidas todas las sugerencias y propuestas en cuanto a textos (ensayos, cuentos, poemas, críticas, reseñas, etc.) fotografías e ilustraciones. Si deseas hacer parte del equipo de colaboradores o tienes alguna duda, sugerencia, reclamo puedes enviarnos un mensaje o una muestra de tu trabajo al correo de la editorial: editorial.ocaso@gmail.com

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David Martinez

Grajo Siberiano

Ilustrador

Escritor

Maximo Panclasta

Jorge Aroca

Editor

DiseĂąador

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