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COrEa DEl sur

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Máscaras que Hablan

Texto y Fotos: Eric Lafforgue Traducción del inglés: Ada Podolsky

Página anterior. Mujer bandari con una máscara facial tradicional llamada burka, Hormozgán, Minab, Irán.

En esta página. Mujer bandari con un burka en forma de bigote, Isla Qeshm, Salakh, Irán.

muchas mujeres bandari del sur de Irán siguen utilizando en su vida diaria el burka, una intrigante máscara facial. Este tradicional accesorio les ha dado un atractivo misterioso a lo largo de los siglos. Con paciencia, diplomacia y litros de té sudados, pude entender los secretos de estos ornamentos y su significado al visitar diferentes aldeas a lo largo del Golfo Pérsico y la isla de Qeshm.

Las llamativas y a veces coloridas máscaras las usan tanto chiitas (máscaras rectangulares rojas) como sunitas (negras o doradas con índigo y formas menos geométricas).

Ameneh vive en la aldea costera de Salakh en la isla de Qeshm, famosa por sus torres eólicas de hace siglos, los primeros aires acondicionados 100% ecológicos. A pesar de ser una zona libre en total desarrollo, aún mantiene las tradiciones, la indumentaria y los accesorios ancestrales.

Ameneh es una de las tres costureras sunitas que fabrican máscaras en la aldea. Mientras su esposo navegaba de puerto en puerto con nombres que recuerdan la historia de Sinbad (Muscat, Mukala, Mogadishu, Berbera, Zanzíbar, Lamu...), ella aprendió a coser y hacer los burkas.

La máscara de Qeshm tiene un parecido asombroso con unos bigotes, que evocan a Hernández y Fernández en los libros de Tintín. Fue diseñada hace siglos para confundir a los invasores, pues con ellas las mujeres parecían soldados del género masculino y ahuyentaban a los enemigos.

Ameneh habla sobre el proceso de elaboración de las máscaras. Debe ser realmente difícil mantenerlas en la cara. La vertical y prominente parte frontal se hace con el abatelenguas que utilizan los doctores para revisar la garganta del paciente. Se precisa de ingenio.

Si el inventario de la farmacia se acaba, un palito de paleta helada es el sustituto perfecto. Las otras estructuras rígidas de la máscara se hacen con ramas pequeñas de palmeras. Indudablemente requiere de creatividad.

La máscara es como un juego de dobleces de algodón y tela índigo. Este material se hace especialmente para los burkas en Mumbai y durante generaciones han sido importados en el Golfo. Ameneh corta una tela azul con tijeras, la golpea enérgicamente con una piedra suave para hacerla brillar, inserta los palos y cose los diferentes elementos.

Cada máscara será vendida en 5 euros, ligeramente más cara cuando son exportadas a los Emiratos Árabes Unidos, donde la demanda sigue siendo bastante alta.

Las manos de Ameneh están cubiertas de índigo. No se las lava porque dice que los pigmentos azules suavizan y protegen la piel. Estos singulares beneficios valen también para la piel de la cara.

Nunca se quita su máscara en presencia de extraños en su casa o cuando está en exteriores. «La primera vez que la usé fui obligada por mis padres. Hoy es por decisión propia. Nunca salgo sin mi máscara. Sería una vergüenza ir a la calle con la cara descubierta», dice entre risas Ameneh.

La máscara no evita que las mujeres sean parte de la vida social, ni que hablen con hombres. Irán no es Arabistán, como llaman a Arabia Saudita en persa. Su esposo, quien escucha la entrevista mientras fuma ruidosamente su shisha, tiene una opinión muy firme sobre el tema: «Yo prefiero a mi esposa con la máscara, es más hermosa... Y además son nuestros preceptos religiosos”.

Su hija Maryam, de 10 años, está ansiosa por usar una. «¡Quiero usar la máscara cuando crezca! Con ella podré ir a cualquier lugar sin pasar vergüenza y me sentiré segura». Mientras tanto, usa una pequeña cuando asiste a bodas.

Hoy cada vez menos jóvenes utilizan máscaras en la isla de Qeshm. Únicamente las mujeres bandari mayores continúan con la tradición al usar las máscaras que cubren la mayoría de su cara, a diferencia de las que usa la juventud. «Es para esconder nuestras arrugas. Mi abuela dice que ya no somos tan bellas para ser observadas”. Quienes no usan la máscara a diario procuran llevarla cuando van de visita a algún lugar en el cual no conocen a nadie o bien alguna aldea conservadora como Peyposht, a donde me dirijo con respeto e interés.

El lugar es conocido por ser hogar de familias acaudaladas que evaden el embargo al contrabandear entre Omán e Irán. Cigarros, alcohol, gasolina, ganado, 40 km cruzando el Estrecho de Ormuz en lanchas de motor, zigzagueando entre los miles de buques cisterna.

Parece que toda la aldea se me unió en un cuarto pequeño donde me sirven el té, ritual del que es imposible escapar. Es difícil calcular la edad de los hombres y mujeres bandari que están a mi alrededor y no puedo identificar las parejas. Después entiendo la razón: mi anfitrión me dice que se casó a los 13. Su esposa tenía 12. Aquí la mayoría de las mujeres ya no usa el burka, sino el nicab, un velo negro que deja solamente los ojos destapados. «Las máscaras desaparecen: las mujeres compran velos porque es más barato. En cinco años ya no habrá más burkas aquí», me explican. El Corán pide vestir con decoro, no esconderse. Cubrirse es una costumbre y sin burka muchas mujeres saldrían menos de casa.

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Páginas anteriores Mujer bandari en un mercado con su burka, Hormozgán, Bandar Abbas, Irán.

Un burka es colocado a una mujer bandari durante una presentación artística en la casa de Zinat, Isla Qeshm, Salakh, Irán.

01. Mujer bandari con un burka junto a su marido, Isla Qeshm, Tabl, Irán.

02. Mujeres bandari con un burka en forma de bigote, Isla Qeshm, Salakh, Irán.

Como tradición de la aldea, las niñas comienzan a utilizarlo una vez que sus padres se han puesto de acuerdo sobre la boda con los padres del novio. Usan el burka para entrar a la cámara nupcial conocida como Hejleh, un lugar sobredecorado con espejos, guirnaldas, esferas, flores de plástico, cojines de colores y versos del Corán. Es un escenario surreal el que las envuelve.

La novia se quedará enclaustrada en este cuarto sin ventanas por siete días y noches con su esposo. Es la oportunidad para descubrirse íntimamente por primera vez. Los matrimonios arreglados son generalmente una tradición en aldeas remotas que mantienen las costumbres.

En tierra firme, el Panjshambe Bazaar (mercado de los jueves) en Minab es un punto de reunión para mujeres que vienen a comprar y vender máscaras, cinturones y shalwars, unos bellos pantalones bordados en múltiples tonos. Hay bullicio, regateo y mucha animación.

Muchas mujeres enmascaradas también venden sostenes de todos los colores, que contrastan con el rigor de su propia vestimenta. Además es un lugar de socialización y las mujeres se detienen para compartir una shisha, mientras intercambian las últimas noticias. Pocos visitantes se aventuran en esta región de Irán, lejana de las rutas turísticas. Una mujer con un burka rojo brillante suelta una carcajada: «¡No me fotografíes, que no quiero ser famosa!». La regla local es pedir permiso antes de tomar fotografías, ya sea de hombres o de mujeres. Robar una imagen es considerado un insulto. Las mujeres que se niegan a que les tome foto, me explican que temen ser objeto de burla: los extranjeros no entienden su cultura. Hay que respetar su decisión.

En el sur de Minab, en la tradicional aldea de Jargan, donde se elaboran las máscaras chiitas más finas que son rojas, bordadas y de forma rectangular, las puertas se mantienen cerradas. Todas las mujeres se rehúsan a ser fotografiadas. Son muy recatadas desde niñas.

Una costurera acepta darme una explicación de los colores: el negro está reservado para las niñas, que deben seguir la tradición desde los nueve años en esta aldea. La máscara naranja es para las novias, a la cual generalmente le agregan pequeñas decoraciones doradas en los cordones que se sujetan a la cabeza. Finalmente, el rojo lo usan las mujeres casadas. El estilo del bordado también muestra la etnia de quien la porta.

Páginas anteriores Novia en la habitación decorada para una boda tradicional, Hormozgán, Bandar-e Kong, Irán.

En estas páginas y dos sucesivas. Mujeres bandari con un burka en el Panjshambe Bazaar (mercado de los jueves), Hormozgán, Minab, Irán.

Páginas anteriores. Mujer bandari con un burka y una muñeca decorada para el Festival Nowruz (Año Nuevo Persa), Isla Qeshm, Salakh, Irán.

Una familia bandari combina tradición y modernidad, Isla Qeshm, Tabl, Irán.

01. Una mujer bandari porta su burka mientras se observa en el espejo, Isla Qeshm, Salakh, Irán.

02. Mujer bandari con un burka en el Panjshambe Bazaar (mercado de los jueves), Hormozgán, Minab, Irán.

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El precio varía según el color: el naranja es caro; el negro, barato. Se necesitan dos días para elaborar estas máscaras. Las mujeres solían bordarlas a mano, ahora lo hacen las máquinas de coser. Las máscaras siempre se hacen a la medida. Las costureras mantienen plantillas de las clientas más leales, pues los dos orificios deben quedar perfectamente frente a los ojos para evitar tener visión borrosa. La frente y nariz están cubiertas, la boca generalmente se tapa al agregar un velo. Es todo un arte. La máscara permite que la piel de la mujer se mantenga blanca, actuando como sombrilla en verano. Argumento aceptable: la temperatura excede los 45 grados durante varios meses del año en la costa. Los hombres sureños prefieren el cutis blanco. Para referirse a una tez obscura, dicen que es “verde” y no “negra”. La piel negra es un recordatorio de los esclavos de África que pasaron por Sudán para terminar en Arabia y evitan mencionarlo. Quiero comprar una máscara de compromiso como souvenir, pero están agotadas porque es la temporada de bodas. Al verme decepcionado, ¡la costurera me ofrece la suya! La generosidad de Irán. Este detalle es indicativo.

En esta región, usar máscara es obligatorio. Especialmente entre la gente baluchi, un grupo étnico conservador que se encuentra en Irán, Pakistán y Afganistán.

Todas estas mujeres enmascaradas tienen una pasionaria llamada Zinat. Ella vive en la isla de Qeshm. Zinat fue la primera en atreverse a no usar máscara.

Todo comenzó hace dos décadas, cuando estudiaba Medicina en la ciudad de Bandar Abbas, donde se prohibía usar la máscara dentro de la escuela. “Sin mi máscara me sentía desnuda”, recuerda. Era el peso de la tradición, pero no tenía opción. Al regresar a la isla, su percepción de la vida de las mujeres había cambiado. Decidió ya no utilizar su burka. Nadie la reconoció el primer día que asumió su cargo. Su decisión provocó una ola de protestas y fue expulsada cuando se negó a cubrirse la cara. Esta situación duró diez largos años. Los hombres permitían a sus esposas verla únicamente cuando estaban enfermas. Era una situación difícil.

Zinat trabajaba en 62 aldeas, vacunaba, ayudaba en los partos, destilaba agua, cuidaba a los adictos al opio, pero fuera de las actividades médicas todos la evitaban.

No tenía amigos y nadie la invitaba a las bodas: una verdadera desgracia en la cultura local. A la muerte de su padre, que era el único que la apoyaba, se quedó sola. «Una tarde, toda la aldea estaba en una boda. La entrada a estas celebraciones es gratuita. No hay que preguntar si se puede asistir, pero yo todavía era una persona no grata. Desesperada, fui a sentarme sobre una roca en la playa. El cielo estaba lleno de estrellas, la luna brillaba, no había ni una nube a la vista. De pronto dos gotas cayeron en mi mano y sentí que la luna compartía mi tristeza”. Zinat compuso un poema sobre esta experiencia que hoy adorna la entrada de su casa.

Los años han pasado y ahora sólo la mitad de las mujeres de su aldea usa la máscara. Para muchas se ha vuelto un signo cultural más que uno religioso. Zinat está consciente de que las cosas no se mueven tan rápido como parece. En una sociedad arraigada en sus tradiciones y su silencio, muchos niños que nacen fuera del matrimonio en Qeshm son asesinados al nacer. Zinat ahora lucha por detener este comportamiento de otra era. Fue la primera mujer de la isla en ganar las elecciones, la única solución para cambiar permanentemente las actitudes y mantener la esperanza.

Páginas anteriores. Mujer con burka avienta dulces a los niños durante una boda, Hormozgán, Kushkenar, Irán.

En esta página. Zinat fue la primera mujer de Qeshm en negarse a usar un burka, Isla Qeshm, Salakh, Irán.

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