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ROMPIENDO TABÚES
Se me olvidó el cargador...
Por: Gabriela Moreno
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Libertad & Modernidad
El título de este artículo es una frase que todos hemos dicho con cierto pesar en algún momento, pues justo cuando tenemos un trabajo que enviar, una llamada que hacer o un mensaje que contestar nos hemos dado cuenta que “¡se me olvidó el cargador!” y al perder la conexión debido a la falta de batería en nuestra laptop o teléfono celular, nos hemos sentido agobiados pero al mismo tiempo volteamos a ver lo que nos rodea y nos damos cuenta que podemos dejar ir un poco el sentimiento de urgencia que nos invade todo el tiempo y que el mundo no se va a acabar si por un rato decidimos desconectarnos.
Actualmente vivimos inmersos en un mundo que cambia a cada segundo, donde las redes sociales dictan la agenda pública, en ellas se encuentran las noticias más relevantes, las tendencias de vestimenta, maquillaje, música y entretenimiento en general; todos compartimos contenido que nos parece relevante y con el que simpatizamos, también tenemos la posibilidad de adquirir cualquier tipo de producto con un solo click y tenerlo en poco tiempo en la puerta de nuestros hogares.
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Especialmente desde que cierto virus apareció en el planeta, nos hemos visto orillados a depender más de lo virtual para poder continuar trabajando, conviviendo con familiares y amigos y un poco también para mantener la cordura. Ante todo esto, las interrogantes que surgen son ¿cómo puedo sentirme libre en un mundo que coloca todas las presiones en la palma de mi mano?
Cabe mencionar también que el hecho de poder seguir nuestras vidas haciendo home office o tomando clases en línea representa un privilegio al cual miles de personas no tienen acceso y que se han enfrentado a los retos de la modernidad desde situaciones de vulnerabilidad que es también nuestra responsabilidad no perder de vista y sobre todo buscar formas de acortar las brechas de privilegio entre sectores sociales.
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El tabú que romperemos hoy es el de la productividad, esa narrativa que la mayoría hemos adoptado y adaptado en nuestras vidas, en la que creemos y sentimos que sólo estando ocupados y con más cosas por hacer que tiempo para hacerlas somos valiosos y que además el postergar las actividades que nos hacen felices es un sacrificio necesario pues sólo así se demuestra que somos personas responsables.
Ser productivo o ser libre
Este es el eterno debate que tenemos, pues las generaciones más grandes tienen la mentalidad de buscar un trabajo que brinde estabilidad económica, aunque no sea algo que nos guste. Las generaciones más jóvenes (si, los millenials entramos en esta categoría) tienen claro que la estabilidad económica es algo parecido a una utopía y que por lo mismo será mejor vivir luchando por nuestras metas propias que las de una empresa.
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Vivimos entonces atorados entre la presión de sentirnos productivos en un mundo laboral que cada vez tiene menos vacantes o sentirnos libres de perseguir nuestros sueños por locos que parezcan. Queremos viajar, pero no tenemos dinero para hacerlo; queremos vivir solos, pero las rentas están muy caras; queremos decidir sobre nuestros cuerpos, pero por alguna razón hay gente que cree que hay que debatir sobre eso; y lo peor, queremos salarios justos y condiciones laborales dignas, pero hay gente que cree que nos quejamos de todo.
Todo el tiempo somos bombardeados con miles de consejos para sacar el mayor provecho a nuestras vidas o con miles de trucos para organizar mejor nuestro tiempo, cuando en realidad lo que necesitamos es que el mundo nos deje tomar un respiro, necesitamos un momento en el que podamos decir sin miedo que “se me olvidó el cargador” y poder enfocarnos en nuestra salud mental y física. En un mundo en el que vivimos rodeados de redes sociales y de influencers diciendo que “vibremos alto”, podcasts que tienen la receta perfecta para sentirnos plenos y completos, life coaches que enseñan la manera perfecta de conducirnos por la vida y lograr el éxito, debemos encontrar la manera de decidir hasta dónde dejar que la tecnología y el mundo de información que pasa a través de nuestras pantallas a cada momento dicte nuestro actuar.
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Para ser libres entonces no basta con desconectarnos un rato de nuestros dispositivos, sino que seremos sólo libres cuando entendamos que los balances en nuestra vida deben ser prioridad y que ese aspecto sólo podemos controlarlo desde nuestra individualidad. No podemos evadir la realidad, tenemos que trabajar, tenemos que lidiar con situaciones adversas, pero encontrar el balance entre eso y las actividades que nos permiten llenarnos de energía, es lo que nos permite ser verdaderamente productivos, pues sólo así podremos dar nuestra mejor cara a los demás y aportar algo significativo a los que nos rodean.
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Para finalizar entendamos lo siguiente, no sólo somos productivos cuando tenemos mil cosas que hacer y trabajos que cumplir; también somos productivos cuando dedicamos activamente tiempo a nosotros mismos, cuando cortamos las jornadas de trabajo a la hora indicada, cuando no contestamos mails ni llamadas de trabajo en tiempos de vacaciones o fines de semana y sobre todo cuando decidimos activamente participar en actividades que talvez no tengan un beneficio económico pero que ciertamente nos llenan de satisfacción y de energía para continuar con nuestros ritmos de vida.
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