El Isleño 176

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ALTERNATIVAS

EL CAMBIO CLIMÁTICO YA LLEGÓ

GRAN SEAFLOWER

CRÓNICAS DEL IOTA

UN SUEÑO POSIBLE

EL HURACÁN EN CARNE PROPIA

LOVE & TRADITION

LUNA VERDE ESPIRITUAL

El periódico de San Andrés y Providencia Año 08 - Nº 176 - Diciembre 2020 - Circulación Regional - Valor: $2.000 Pesos - www.elisleño.com - Tel: (57-8) 512 7981 - San Andrés Islas, Colombia - ISSN 2339-4463

CRÓNICA DE UNA TRAGEDIA ANUNCIADA


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Construir comunidades resilientes mediante el empoderamiento de los supervivientes del huracán IOTA en Providence y Ketlina.

Crónica de una tragedia anunciada

Es imperativo que el gobierno central no ignore a las comunidades y la cultura del pueblo raizal. Islas pequeñas tan diminutas como San Andrés, Providence y Ketlina se encuentran entre los sistemas humanos y naturales más vulnerables precisamente por el pequeño tamaño de su masa terrestre frente a la inmensidad del océano. Por June Marie Mow Robinson (*) El aislamiento, lejanía, rápido crecimiento demográfico, capacidad restringida y recursos naturales limitados, hacen que estén en mayor riesgo. Es un precio alto que pagan las islas pequeñas por la inacción de la comunidad internacional frente a los desafíos del cambio climático antropogénico. A pesar de la nula contribución de éstas al cambio climático global, están prácticamente condenadas a desaparecer. Paradójicamente se asume equivo-

cadamente que la gestión de riesgos de desastres por pertenecer a un país miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) es robusta y que está enfocada al manejo sostenible de los recursos naturales y hacia la prevención. La insularidad asociada al aislamiento geográfico de Providence y Ketlina, islas que han sido devastadas tras el paso de los huracanes ETA e IOTA, entre el 2 y el 16 de noviembre del 2020, ha moldeado la identidad cultural de los raizales durante varias generaciones. Estas islas habían tenido un sistema de desarrollo diferente al del continente, e incluso habían logrado mantener una mayor autenticidad que la isla de San Andrés. Las tendencias culturales y socioeconómicas se diferencian incluso del patrón de uso y

abuso de los recursos naturales hasta su agotamiento que caracterizó a San Andrés. El contexto insular ignorado Las islas son parte de una nación que históricamente ha impuesto modelos continentales por la falta de comprensión del contexto insular; es la razón por la cual las intervenciones del gobierno nacional para ‘acercar’ el Archipiélago lejano con el continente son inadecuadas e insuficientes para atender las obligaciones y deberes del Estado colombiano conforme

al derecho internacional de respetar, proteger y cumplir con los derechos humanos del pueblo raizal. Las políticas públicas homogeneizadoras han contribuido, entre otras, a afectar la autosuficiencia del pueblo raizal, que se caracterizaba por la soberanía alimentaria (cultura que combina pesca con agricultura) y la seguridad hídrica (cultura de cosecha y almacenamiento de agua lluvia), elementos vitales para reducir su vulnerabilidad y aumentar la resiliencia. Cuentan los abuelos y abuelas que los fuertes vientos del norte que se originan en los frentes fríos de diciembre y enero, y las tormentas tropicales de la temporada ciclónica del Atlántico entre el primero de junio y el 30 de noviembre cada año forman parte del ciclo natural de la vida insular y que, para supervivir, las costumbres del raizal estaban ajustadas a este ciclo.

También cuentan que durante las tormentas de la década de los 30 e incluso de los 40, hubo daños significativos a viviendas ocasionados por los vientos y las marejadas, incluso en ocasiones, los sectores estuvieron aislados unos de otros por varios días debido al desbordamiento de los arroyos, en particular de Lazy Hill, Bowden y Gammadith en la isla de Providence. Es decir, los raizales conocían la fuerza destructora de los huracanes, porque los habían sobrevivido sin ayuda externa. Sin embargo, la esencia

de nuestra memoria y conocimiento ancestral que se transmitía de generación en generación se está perdiendo y la conexión con la ancestralidad está erosionada. Alertas tempranas ignoradas Las islas han estado amenazadas por un buen número de huracanes en los últimos 100 años; varios han rondado las islas, algunos han pasado rozándolas. De hecho, algunos se han caracterizado por un comportamiento inusual, tal como sucedió con el fuerte huracán Joan en 1988, que estuvo ‘estacionado’ muy cerca de las islas y ya fortalecido cambió el trayecto debido a la presencia de una depresión tropical. El sur de la isla de San Andrés sufrió los coletazos de Joan, antes de que siguiera su nuevo rumbo hacia Centroamérica a donde causó la muerte

de más de 200 personas. El ‘estacionamiento’ de varios días de Joan para fortalecerse fue la ventana de oportunidad para que los habitantes de San Andrés se ‘prepararan’. Esto no ocurrió ni con ETA ni con IOTA. Antes de Joan había sido Hattie, el huracán categoría 5 más devastador de la temporada ciclónica de 1961 que pasó rozando las islas antes de tocar tierra en Centroamérica causando muerte y destrucción. Es el origen de la fundación de la nueva ciudad capital de Belice, Belmopan. Después de Joan fue Cesar en 1996, y Mitch en

1998 que estuvieron rondando las islas por varios días. Tampoco hemos olvidado la tormenta tropical que tomó fuerza y se convirtió en el huracán BETA categoría 1 y en su paso por las islas de Providencia y Santa Catalina el 29 de octubre de 2005, causando afectaciones graves sobre la infraestructura pública y privada, árboles, cultivos y ecosistemas. Fue la primera vez en la historia que se usaba esta letra del alfabeto griego para nombrar un huracán. Gracias a la barrera arrecifal, tercera más grande del mundo y relativamente bien conservada por nuestros ancestros y padres, fue posible evitar impactos catastróficos. BETA se convertiría en el encuentro más cercano hasta el 2 de noviembre de 2020 cuando ETA tocó la puerta, pero IOTA entró y arrasó… Esta es la primera vez que se usan estas letras


Diciembre 2020 del alfabeto griego, porque debido al gran número de tormentas ciclónicas con nombre en la temporada, fue necesario recurrir por segunda vez en la historia al alfabeto griego. Tomará varios años la reconstrucción de la infraestructura física de las islas. Y a lo mejor se necesitarán décadas para recuperar no solo el sello raizal o de cultura caribeña anglosajona que marcaba la arquitectura, sino además el entorno vegetal natural que contrastaba con los azules y turquesas del mar.

Página 5 Ministro Roosevelt Skerrit dijo ayer: “estamos viviendo los efectos del cambio climático. En épocas pasadas, las inundaciones no afectaban al país.”

cometiendo errores, la mayoría de estos generando impactos no deseados.

Isla Dominica (18/09/2017), reportes de prensa huracán María:

“¿Qué estás haciendo?”, le pregunté al mono cuando le vi sacar un pez del agua y colocarlo en la rama de un árbol. “Estoy salvándole de perecer ahogado”, me respondió (fábula para niños originaria de África sobre la empatía y conocer exactamente cuáles son las necesidades del otro antes de lanzarnos a ayudarle).

El huracán María, de categoría 5, golpeó directamente la pequeña isla de las Antillas Menores de Dominica, convirtiéndose en el primer huracán categoría 5 registrado en Dominica”. Sabíamos entonces que podría haber una primera vez.

Las islas son muy vulnerables ante tormentas ciclónicas, sin que necesariamente sean huracanes. Sin embargo, no se tomaron medidas antes ni durante, y la respuesta inmediata ha sido improvisada y caótica. Fallaron la prevención, preparación y la activación de protocolos estandarizados de respuesta.

El primer ministro Skerrit dijo que Dominica estaba casi completamente devastada. “En primer lugar, cada pueblo de Dominica, cada calle de Dominica ... está afectada por el huracán; No tenemos agua, ni electricidad, ni energía, tenemos servicios de comunicación muy limitados. Hay una necesidad desesperada de alimentos, agua y suministros médicos en la isla

¿Qué pasaba mientras tanto con los vecinos caribeños?

de 73.000 residentes, dijeron los funcionarios. Un sobrevuelo sobre la isla tras el huracán mostró que miles de árboles habían sido arrancados y estaban esparcidos por el paisaje insular, dejando a la isla desprovista de vegetación”.

Isla Dominica (28/08/2015), reportes de prensa huracán Erika: Los edificios y la infraestructura han sufrido graves daños y la pista del aeropuerto de Douglas-Charles está llena de escombros debido a las tormentas ciclónicas. El aeropuerto está cerrado como resultado. A pesar de haber sido una tormenta tropical, los vientos de Erika no fueron muy fuertes. Sin embargo, las cantidades de lluvia han sido importantes, lo que ha dado lugar a las mortales inundaciones y deslizamientos de tierra. Según el Primer Ministro, esas graves inundaciones se consideran inusuales en Dominica, incluso durante la temporada ciclónica del Atlántico. En una declaración hecha a través de los medios de comunicación social, el Primer

Sin embargo, los gobiernos y los habitantes insulares han ignorado estas ‘alertas tempranas’. No de otra manera se puede entender la falta de planificación y preparación antes, durante y después de tormentas ciclónicas en San Andrés, Providence y Ketlina y que nada se ha hecho para reducir la vulnerabilidad, un proceso multidimensional que es función de la exposición, la sensibilidad y la capacidad de adaptación. La falta de visión, la desidia y las acciones improvisadas –en una región que es, además, Reserva de Biosfera– es la razón por la cual se han seguido

¿Qué se debería hacer?

Porque los problemas son reales y ya se nos vinieron encima, este es un llamado urgente a la búsqueda de soluciones complejas desde la base. Debido a su complejidad, se requieren soluciones de abajo hacia arriba, que incluyan las perspectivas de los ancianos, hombres y mujeres, jóvenes, niños y niñas, soluciones diferenciadas que se originen en la cultura e idiosincrasia del pueblo original. Sería un grave

error implantar nuevamente modelos continentales tecnocráticos de arriba hacia abajo. El pueblo raizal reclama acciones concretas concertadas. Es hora de adaptarse al cambio climático, de recuperar no solo la infraestructura física, sino también la resiliencia de las comunidades y de los ecosistemas. El significado de la adaptación a los cambios es proteger las bases sociales de autoestima de nuestro pueblo cuya existencia física, política y cultural se ve amenazada por las erradas decisiones nacionales y locales tomadas a mediados del siglo pasado para construir el modelo de Puerto Libre. Un aumento de la población de manera exponencial en tan solo una década, por la migración masiva lo que no solo erosionó la cultura raizal, sino que también causó impactos sobre la población

en edad económicamente productiva por la escasez de empleos formales, condicionado por la capacidad natural de las islas. El turismo masivo no genera beneficios para la población raizal. Es hora de empoderar a los supervivientes y contribuir a aumentar el sentido de pertenencia a una comunidad y pueblo. El plan de rediseño y reconstrucción debe ser elaborado con, por y para el pueblo raizal. Los retos más importantes están vinculados con la capacidad de ‘reaprender’ para rediseñar y crear un futuro diferente. Debemos transformar la desesperanza y el miedo que embarga a los supervivientes en esperanza para construir junto con ellos el futuro que quieren. Debería ser la expresión de iniciativas locales fundamentadas en el acuerdo de la sociedad insular en áreas tales como institucionalidad, economía, educación, orden social, salud, agua potable, saneamiento básico y ambiental, ambiente

con la cooperación de aliados estratégicos de los sectores público y privado y de la sociedad civil que ya se ha solidarizado con el pueblo raizal. El gobierno colombiano tiene una deuda histórica con el pueblo raizal, la expedición de normas y políticas públicas diferenciadas que atiendan el contexto insular y la identidad cultural. Ahora es la mejor oportunidad para cumplir con el objetivo de proteger la identidad cultural del pueblo raizal, según el mandato constitucional (artículo 310 de la Constitución Política de Colombia). Finalmente, y de igual importancia, ¡muchas gracias por la enorme solidaridad de los pueblos de Colombia y de la comunidad internacional! * Bióloga experta en medio ambiente y consultora internacional. Directora ejecutiva de la Fundación Providence.


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Alternativas para enfrentar el calentamiento global en las islas

El cambio climático ya llegó El cambio climático está afectando severamente la vida sobre las islas del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. Los vientos ciclonicos han estado tocando la puerta de las islas hace ya varios años; las tormentas y huracanes han empezado a forzar nuestras puertas y ventanas para entrar como ocurrió con ETA y IOTA que no pidieron permiso. Para aquellos que creyeron y que aún creen que no nos va a pasar, ETA demostró que si nos puede pasar. El huracán del siglo podría no tocarle a nuestros hijos, hijas, nietos o nietas, podría ser nuestra historia, la historia de esta nueva década. Además, es cierto que la frecuencia e intensidad de las tormentas han aumentado; el año 2020 así lo demuestra, ha sido un año fuera de serie, debido a los efectos del cambio climático.

el ojo pequeño, pero con bandas exteriores amplias

Este año ETA entró al Caribe y al Archipiélago debido a temperaturas extremadamente cálidas del mar que se extienden más profundamente en las aguas oceánicas.

• Junto con Laura –y con vientos sostenidos de 150 millas por hora– los más potentes del año 2020.

• En menos de 24 se convirtió de una tormenta tropical en un potente huracán de categoría 4 • Únicamente se conoce de otros tres huracanes categoría 4 que se han formado en el mes de noviembre, Lenny (1999), Michelle (2001) y el más reciente Paloma (2008) hace ya 12 años.

resante, pero, realmente lo que pretende este informe es hacer algunas anotaciones sobre lo que se debe hacer en el corto, mediano y largo plazo.

es pobre. Era pobre antes de la pandemia y post pandemia los niveles de pobreza, como ha sucedido en todo el mundo, han aumentado.

¿Qué hacer?

La infraestructura de servicios públicos y ambientales, así como la turística también es densa, un elevado número de establecimientos en escasos 26 kilómetros cuadrados, un espacio geográfico bastante reducido. Las islas, son, por tanto, destinos turísticos altamente vulnerables, sensibles y expuestos a los efectos del cambio climático.

Después de los graves impactos de ETA sobre el Archipiélago, las viviendas, la infraestructura pública y la gente, es importante que las autoridades actúen de manera inmediata para brindar una respuesta rápida y eficiente a la población afectada. Es prudente analizar la información proporcionada a la población

Gracias precisamente a ETA, esta ha sido una de las temporadas de tormentas ciclónicas en el Atlántico más activas de las que se tiene registro; con un total de 29 tormentas, 28 con nombre, 12 se convirtieron en huracán, y la mitad en huracanes mayores. Se formaron tres tormentas ciclónicas en un día, Wilfred, Alpha, y Beta el 18 de septiembre, solo había pasado una vez antes, en 1933. Algunas características de ETA: • Primera vez en la historia que se usa esta letra del alfabeto griego (la séptima letra, la sexta fue utilizada en el 2005) • Una tormenta, impredecible, en otras palabras, difícil de pronosticar. Por lo que el cono del trayecto inicial incluía las Islas del archipiélago, pero luego se desvió un poco dirección norte antes de dirigirse hacia el occidente del Caribe, hacia Centro América. • Según las autoridades colombianas no iba a generar impactos sobre las islas, solo aumento de lluvias. • Ya acercándose a las islas, disminuyó la velocidad con la que se movía; disminuyó la presión,

• Debido a fallas en la toma de datos (por pifias mecánicas de los aviones de reconocimiento de los Estados Unidos), es posible como lo sugieren los datos satelitales el lunes 2 de noviembre los vientos de la tormenta ciclónica pudieron haber alcanzado 190 mph cerca al centro. Si este dato se corrobora, sería el huracán más potente de la cuenca del Atlántico Norte de toda la historia; además el único huracán categoría 5 que se forma en el mes de noviembre, el último mes de la temporada ciclónica. Es posible alimentar la información brindada con datos inte-

sobre los riesgos durante todas las fases del ciclo de gestión de la emergencia desencadenada por ETA. Sin embargo, es de alta prioridad ofrecer un cambio de paradigma de la gestión de crisis y desastres a la prevención de desastres y la reducción de riesgos. San Andrés y Providencia tienen una muy alta densidad poblacional, lo que quiere decir que el hacinamiento es alto; además, buena parte de los asentamientos humanos y viviendas son precarios, ya que a pesar de las cifras del DANE (únicamente 14% de NBI), la mayoría de la población

La mayoría de las personas viven en zonas propensas a las inundaciones y la infraestructura crítica y turística y los servicios se encuentran en partes de la isla muy expuestas a las amenazas climáticas. Los ‘crímenes’ ambientales de épocas pasadas, pero también del pasado más reciente incluyen la destrucción de playas y dunas para construir la carretera circunvalar, la destrucción con dinamita de ecosistemas marinos y costeros en nombre del desarrollo para instalar el puerto o para construir hoteles; la desecación de importantes humedales en Chapman Point, en Sprat Bight, John Well y otros sitios importantes para construir el terminal aéreo y el desarrollo de asentamientos humanos en zonas de recarga de acuíferos a manera de ejemplo. La destrucción de los arrecifes, manglares, humedales y playas han desprovisto a las islas de muchas barreras naturales de protección y de áreas de amortiguamiento de los eventos climáticos. Aunado a ello, algunas características sociales, culturales y económicas tales como la gestión y disposición final inadecuadas de desechos sólidos y líquidos y la falta de autoridad (algunas veces combinado con prácticas de otorgamiento de permisos de construcción poco


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transparentes) para el control de construcciones y desarrollos turísticos somete a todos los habitantes de las islas a una mayor exposición, y por ende a una mayor vulnerabilidad y riesgo frente a los eventos climáticos. Sugerencias Se sugieren tres formas para que las islas puedan responder adecuadamente al cambio climático, mitigación, adaptación y transformación. En lo que respecta a la adaptación, los ecosistemas desempeñan un papel importante en la protección de las comunidades locales. Es hora de que gobierno, sector privado y social, y, obviamente las mismas comunidades tomen conciencia de la importancia de aplicar soluciones naturales para reducir su riesgo y asegurar una respuesta rápida a las amenazas. Las medidas de adaptación parten del conocimiento de la historia geológica de las islas y de las funciones ecológicas de los ecosistemas, así como de los servicios ecosistémicos que estos prestan para garantizar la vida sobre estas. Si ecosistemas clave como los arriba mencionadas se destruyen, se muere el sistema que soporta la vida sobre las islas. La restauración de los manglares es una condición para estabilizar la zona costera y así reducir o frenar la erosión causada por el cambio climático. El objetivo es restablecer la protección natural de los manglares a lo largo del litoral proporcionando protección a los asentamientos humanos y actuaría como una alternativa a obras que se han utilizado típicamente en la Isla. La restauración de los arrecifes ayuda a restablecer los servicios ecosistémicos incluyendo la provisión de alimentos, reducir el impacto de las olas en la zona costera, restaurar el valor estético para el turismo y disminuir el riesgo de inundaciones debido al aumento del nivel del mar y las tormentas ciclónicas. Las playas son sistemas de la interfaz mar-tierra, muy dinámicas que a veces pareciera que son están ‘vivas’, con identidad propia.

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Pero necesitan espacio para que puedan cumplir con su función natural de amortiguar la energía de las olas, el viento, la marea y las corrientes asociadas; junto con los arrecifes, los pastos marinos y manglares es la infraestructura natural del litoral de mayor perfección con la que contamos para proteger a la gente y a la infraestructura pública y/o turística del cambio climático. Remplazarlas por obras humanas improvisadas y por lo tanto imperfectas llevaría a las islas a un colapso de proporciones incalculables. Proteger el pedazo de una propiedad, seguir construyendo muros u otro tipo de obras en el litoral, modifica las dinámicas de funcionamiento de todo el sistema, agravando en el mediano y largo plazo la erosión costera de la propiedad del vecino, incluso de otras zonas más alejadas. La invitación es planificar para el largo plazo, lo que exige trabajar con la naturaleza para el control de la erosión costera, de ninguna manera en contra de la naturaleza. Habiendo descrito de manera superficial algunas soluciones de adaptación basadas en la naturaleza, el mensaje de mayor relevancia es que la adaptación más exitosa al cambio climático de la gente de las islas solo será posible mediante transformaciones sociales. Es decir, es necesario incidir sobre gobiernos, nacional, departamental y municipal y la sociedad para que asuman la responsabilidad histórica de generar cambios estructurales profundos sobre la agenda de las Islas. Es impostergable decidir entre elbusiness as usual o una agenda de cambio transformativa. Esto implica actuar sobre la raíz del fracaso del modelo de desarrollo continental implantado en las Islas y que las mantiene a la deriva. La agenda de cambio transformativa parte de revalorizar los valores ecológicos y socioculturales que alguna vez caracterizó a la población nativa isleña, redescubrir al sujeto de desarrollo para luego construir procesos que determinan la estructura de los mecanismos para adaptarse y seleccionar los elementos para el cambio.


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Hay que descontaminar a la naturaleza de los diferendos políticos.

‘Gran Seaflower’: un sueño posible El pasado 12 de octubre se llevó a cabo el lanzamiento oficial de la campaña ‘Gran Seaflower’, adelantada por la Fundación Franz Weber (FFW) Colombia y cinco países más del Caribe; una iniciativa que busca un acuerdo transfronterizo para la conservación de la Reserva de Biosfera Seaflower, además del empoderamiento de los pueblos creole. EL ISLEÑO dialogó con Mateo Córdoba (En la foto), sociólogo y coordinador de la mencionada ONG ambientalista en Colombia. Por Eduardo Lunazzi Haciendo un poco de historia reciente, en septiembre de 2019 se desarrolló en la isla el certamen conversatorio ‘San Andrés, tomémonos un café hablando de paz y medio ambiente’; espacio liderado por la Corporación ‘Vivamos Humanos’ y al que asistieron varios representantes de FFW y la embajadora de Nicaragua en Colombia, Yara Pérez, entre otros. Se trató de un acercamiento más formal con la sociedad civil de San Andrés, entre ellos, varios miembros de la Autoridad Raizal, docentes e investigadores, jóvenes estudiantes de varios colegios y representantes del Gobierno Departamental y de la Corporación Ambiental Coralina, entre otros, para introducir dicha iniciativa. ¿A qué se dedica la FFW? Esta fundación lleva más de 40 años moviéndose con campañas que buscan un nuevo relacionamiento, armónico y respetuoso, entre el ser humano y la naturaleza que reconcilie dos mundos que llevan décadas en buena parte distanciados: el de la ciencia y el de la política. “Aun cuando sabemos que es una tarea ardua, las decisiones políticas están en un punto tan trascendental en la historia de hoy, que tienen que tomarse con argumentos científicos, al menos, si hablamos de naturaleza”,

explicó Córdova. “Eso es lo que hace la fundación, procurar que esos dos mundos dejen de estar tan lejos, en beneficio de la gente, los ecosistemas y de todas las formas de vida en el planeta”. ¿Por qué pusieron su mirada en la RB Seaflower? La idea principal de la propuesta, socializada desde 2019 con investigadores locales y líderes raizales, fue buscar descontaminar –literalmente– la naturaleza de los diferendos políticos; que quede aparte de estas discusiones, porque urge tomar decisiones multilaterales para salvar la biodiversidad. “La crisis del Covid-19 nos dice: no importa si yo cuido bien mi parcela, si el vecino lo está haciendo mal, tarde o temprano los dos vamos a terminar en cuarentena. Por eso es la petición a los países del Caribe suroccidental de que inicien cuanto antes una conversación con la naturaleza y la gente como temas prioritarios”, recalcó Córdoba. Durante el evento del año pasado se sentaron juntos miembros de las au-

toridades Ambiental y Raizal, académicos, estudiantes y representantes de diferentes entidades –incluyendo las gubernamentales– compartiendo sus impresiones en un mismo lugar y ese fue considerado un punto de partida muy positivo. “Sin embargo hay que darle continuidad”, afirma. ¿Cómo evaluaron dicho encuentro? Si nos metimos de lleno y de corazón por la RBS, es porque hay gente única y maravillosa habitando este ‘maritorio’, un pueblo Creole, una colectividad ecológica que no tiene ninguna otra zona, y porque somos optimistas en creer que los gobiernos se pueden sentar a hablar en torno a lo que llamamos la región ‘Gran Seaflower’. Sabemos que alrededor del mundo se hacen muchos esfuerzos por la naturaleza, por la conservación, por los animales, pero lamentablemente pocas veces se tiene en cuenta que los ecosistemas están habitados por comunidades, por personas. Y el corazón de la Reserva está en San Andrés, en Colombia, pero tiene una vocación

hacia otros cinco países: Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Jamaica. Necesitábamos un diagnóstico, y no lo íbamos a hacer nosotros venidos del continente colombiano o de Europa, sino con las personas que allí reside, quienes han vivido por más de 400 años en las islas y han cuidado del territorio; los que comen si el ecosistema se mantiene conservado. Tan sencillo como eso. Así que buscamos dicho acercamiento con personas como Dilia Robinson, Kent Francis, Corine Duffis, y otros grupos que nos han ayudado muchísimo. Como fundación de gente joven, consideramos que no hay paso que se dé hacia la conservación, sin propiciar este tipo de debates, sin antes hablar con su gente que se entiende mayoritariamente integrante del Pueblo Raizal. Igual metodología hemos adelantado con el pueblo creole transfronterizo en Honduras y en Jamaica; en Corn Island (Nicaragua) y Limón (Costa Rica) y en Bocas del Toro (Panamá). ¿Qué otras organizaciones han colaborado con este anhelo? La FFW es tan sólo un facilitador, aquí los actores fundamentales son los investigadores, la sociedad civil, las ONG y principalmente los pueblos creole.


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Agradecemos la valiosa ayuda de distintas entidades que están de acuerdo con este diálogo transfronterizo y están directamente colaborando en gestionarlo y dinamizarlo, entre ellas, varias de San Andrés como la Autoridad Raizal, Help 2 Oceans Foundation, además de otras a nivel nacional como Corales de Paz.

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¿Cuál es la disposición actual del gobierno nicaragüense en cuanto a esta iniciativa ambiental? Creemos que es la misma que la de los otros países; todos están de acuerdo en sentarse a hablar sobre naturaleza, conservación y bienestar social aun teniendo diferendos limítrofes.

ya; a futuro estaríamos hablando solamente de agua y mar, lo que implicaría hambre para los pueblos, muerte del turismo en esta zona del planeta, desaparición de una cultura que está íntimamente ligada a los ecosistemas marinos y por supuesto, unas crisis inmensas para los gobiernos.

En los otros países, nos ayuda por ejemplo, el colectivo científico Pelagos y el Centro de Investigaciones del Mar (ambos en Costa Rica); Healthy Reef (Honduras); y la Asociación Nacional de Conservación (Panamá). Ha sido un trabajo arduo con diversas ONG en los seis países, para contarles nuestro propósito y recibir su diagnóstico. Por eso, podemos decir que el esfuerzo ‘Gran Seaflower’ es una voluntad regional, un diálogo que ya comenzó y cuyos avances podrán ser consultados en el ‘Manifiesto Creole’ y en el ‘Manifiesto Científico’, a partir de este 12 de octubre en el portal http://granseaflower.com/. El mensaje para estos países es: sigan ustedes mismos el diálogo que ya empezó la Fundación Franz Weber.

no solo aquí sino en cualquier parte del mundo, porque son ellos los que saben cómo convivir con la naturaleza y conservarla. Por eso, la iniciativa también se piensa como un gran banco de proyectos en el Caribe suroccidental, en términos de investigación, educación ambiental, soberanía alimentaria, cultura y restauración ambiental; todo lo que implique una nueva relación ser humano–naturaleza, con el objeto de traer dinero que sabemos está en la escena internacional dispuesta a apoyar. Así que haya o no haya acuerdo internacional (esperamos que sí), vamos a poner a andar esos proyectos para los pueblos creole y la comunidad científica de la zona. Entonces la invitación es a inscribirlos en la página que está disponible para que sea candidato a recibir apoyo del exterior.

Sería una torpeza no hacerlo, porque ya con la pandemia nos dimos cuenta qué pasa cuando aplazamos los debates ambientales. Debemos evitar un colapso ambiental en el Caribe, muy probable en los próximos diez años si no actuamos

Por último, ¿Qué otros proyectos productivos se tejen alrededor de la propuesta ‘Gran Seaflower’? Parte de la campaña trata del diálogo transfronterizo, pero lo fundamental para garantizar la conservación ambiental son los proyectos de la gente,

Para nosotros es la parte clave: apoyar a la gente que está trabajando por la naturaleza y la cultura; ser básicamente facilitadores, un puente entre medios internacionales que puedan estar interesados en estos proyectos y fortalecer los emprendimientos de los pobladores de las islas.


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Encuentro trasnacional de la Reserva de Biosfera Seaflower

Un mar, un futuro

Con un seminario virtual de alto nivel, la Fundación Franz Weber conmemoró los 20 años de la Reserva de Biósfera Seaflower proponiendo, como siempre, una salida transfronteriza a los problemas ambientales que hoy enfrenta el Archipiélago, agravados por el paso en su maritorio de los huracanes ETA y el devastador IOTA. Por Mateo Córdoba Con una agenda que incluyó cuatro expresidentes del Caribe, Invemar, Coralina, el Programa Ambiental de la ONU y al Gobierno Departamental, se discutió alrededor de las lecciones que han dejado 20 años de Reserva de Biósfera y la necesidad de avanzar hacia una gran reserva transfronteriza que agregue responsabilidades ambientales a los demás países del Caribe Suroccidental y reconozca la hermandad creole de toda la región.

El evento titulado “El Caribe contra el tiempo: A 20 años de la Reserva de Biósfera Seaflower ” fue inaugurado por Leonel Fernández, expresidente de República Dominicana, quien ha hecho un recuento de la experiencia dominicana en la conservación de áreas coralinas y ha invitado a los presidentes del Caribe Suroccidental iniciar cuanto antes un diálogo por la conservación de los corales y las culturas de Seaflower. Ileana López, directiva del Programa Ambiental de la ONU para

el Caribe, por su parte, ha reconocido que el camino transfronterizo no sólo es un sueño, sino la única respuesta que puede contar con todos los argumentos científicos para prevenir un colapso ambiental de la región. El primer panel lo cerró la antropóloga Ana Isabel Márquez, profesora de la Sede Caribe de la Universidad Nacional, que intervino desde de Providencia con una exposición sobre los creoles del Caribe y sus relaciones históricas.

nidad raizal como “pueblo que sabe navegar y volver a casa” y expuso la situación raizal ante la degradación ambiental de archipiélago y la hermandad cultural que existe con los creoles de los demás países.

Propuesta ‘Gran Seaflower’

poder avanzar hacia un modelo transfronterizo. Arne Britton, director de CORALINA y Francisco Arias, director de INVEMAR, hicieron breves pero muy enriquecedoras intervenciones reiterando su aval para la consolidación de un espacio multilateral que empiece a avanzar por una ruta de administración múltiple y transfronteriza de Seaflower y sus alrededores.

A renglón seguido, la discusión giró en torno a la propuesta ‘Gran Seaflower ’ que continúa ganando adeptos en toda la región. Mateo Córdoba, coordinador de la iniciativa, expuso las claves de la invitación y anunció que ya hay países dispuestos a iniciar un diálogo transfronterizo. IanDrysdale desde Honduras explicó el ejemplo del Sistema Arrecifal Mesoamericano como modelo a seguir para la conservación transfronteriza de ecosistemas marinos. Y Kent Francis detalló a la comu-

El evento siguió con una breve participación de personas conocedoras de la Reserva de Biósfera Seaflower que expusieron el camino recorrido hasta ahora y expresaron su entero apoyo a la campaña Gran Seaflower para

La voz de la experiencia El expresidente Ernesto Samper en compañía de José María Figue-

res, expresidente de Costa Rica, y Martín Torrijos, expresidente de Panamá, estuvieron a cargo de las conclusiones. Figueres insistió en “la necesidad de un Gran Seaflower para consolidar espacios transfronterizos de protección ambiental que reconozcan a los raizales como guardias transfronterizos de los corales”. Samper reconoció que la discusión limítrofe entre Colombia, Costa Rica y Nicaragua es la razón principal para usar a la naturaleza como punto de encuentro para la coo-

peración y el entendimiento. Finalmente, intervino el Secretario de Planeación departamental, Bartolomé Taylor, quien en representación del Gobernador (e) de San Andrés y Providencia, Alen Jay ha expresado el apoyo y el entusiasmo del gobierno del Archipiélago con la posibilidad de iniciar una conversación entre varios países vecinos para acordar un modelo único de cuidado y manejo de Seaflower.En www. granseaflower.com puede conocer más detalles de esta iniciativa.


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TRASH BUSTERS, 25 AÑOS DE SERVICIO CONFIABLE Y PERDURABLE

Desde hace 25 años, cada día Trash Busters enfrenta un nuevo desafío. En la recolección de residuos sólidos domiciliarios y en el barrido de calles. En la limpieza de avenidas y litorales costeros. La tarea no es fácil, la isla no se detiene. Para cumplir su misión, la empresa hoy cuenta con 135 empleados y una flota de 10 vehículos que recorren 180 kilómetros diarios para mantener limpia la ciudad. Pero eso no es todo, Trash Busters sabe que la eficiencia comienza por el sentido de pertenencia. Por eso, dedica un empeño especial a la capacitación del personal optimizando su servicio en todos los niveles. Y además, invierte significativos recursos en programas de Responsabilidad Social con la comunidad que le han valido, por ejemplo, el prestigioso ‘Premio Nacional Portafolio’ 2019 en dicha categoría.

Todo esto conforma una hoja de ruta que, con el paso del tiempo, ha mutado en un genuino manifiesto por el aseo que es, sin duda, su credo permanente y cotidiano. Por eso Trash Busters en este cuarto de siglo, además de una empresa sólida, se ha transformado en una suerte de gran familia cimentada en coloridos valores profundos y palpables desde los recursos humanos, la creatividad, la formación y el amor fraterno. Valores solidarios que la han llevado a convertirse, siempre de la mano de Dios, en la empresa prestadora de servicios públicos más confiable y perdurable de San Andrés. Porque 25 años bien administrados –aun en tiempos de pandemia– no pasan en vano.


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FOTO NOTICIA

Histórico operativo Con cinco buques y 474 tripulantes, la Armada Nacional dice 'presente' en la crisis más aguda que han padecido Providencia y Santa Catalina en su historia moderna. Disponiendo también de medios aéreos y terrestres, la institución ha apoyado en el transporte de más de 420 toneladas de carga, entre ellas 117 de ayudas humanitarias. Sin embargo, el aporte más valorado por la comunidad afectada ha sido el trabajo hombro a hombro de los hombres, infantes de marina y demás miembros que han hecho algo más llevadera la devastación por su incansable labor. Una muestra más del sentimiento humanitario que manifiesta que los providencianos no están solos.

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Foto: Armada Nacional


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Crónicas del IOTA | “Fue como estar en una botella y que nos agitaran con fuerza”, Mark Mitchell

Nueve horas de agonía

Como es habitual los domingos, Mark Mitchell se levantó temprano junto a su esposa y su pequeña hija. Dejó a su compañera en el trabajo y de regreso a casa tras oír las noticias de alerta del paso del huracán IOTA por Providencia, se dispuso a guardar en un bolso impermeable lo necesario para un evento como este. Por Laura Restrepo

De la brisa a los vientos huracanados

Lo primero que empacó seguido de ropa, un par de zapatos, cuchillo, velas, encendedor y demás, fue un pito; recordó que de niño su padre le enseñó que un silbato podría ser la salvación, una señal de vida en medio de la nada.

Entrando la madrugada del lunes 16 de noviembre empezó a sentir la brisa, la lluvia y estruendos, pero aun así se sentía tranquilo. Llegada las 3:00 a.m. empezó a soplar fuerte, sin pausa, con furia junto a truenos y lluvia sin cesar. En ese preciso instante el techo se desprendió y reaccionando a sus reflejos alcanzó a esquivarlo.

Tras organizar todo, se acostó un rato a la espera de su esposa. A su llegada vieron películas, jugaron, compartieron un rato en familia; hasta ese momento el domingo transcurría como siempre, feliz y tranquilo. Mientras departían llegó su suegra quien por instinto maternal o designios de Dios le sugirió a su esposa que mejor se refugiaran en casa de su hermano, que ahí estarían más seguros, “les dije que se fueran y que yo me quedaba cuidando la casa, igual era un huracán pequeño, no va iba a pasar a mayores”, pensó Mark en su momento. Y tal cual fue, Mark no dudo en cuidar tanto de su familia como de su hogar. Y solo en su casa al igual que todos en la isla esperó por horas a la expectativa entrando en un profundo sueño que al poco tiempo fue interrumpido por una llamada de su familia desde San Andrés: “eres fuerte, todo va a estar bien. Refúgiate en Dios”, fueron las palabras de su papá horas antes del paso de IOTA. Con su esposa e hija también habló, y cuando se disponía a darles la bendición siendo las 9 de la noche se fue la señal y a su vez la luz y es a partir de ahí –recordó Mark– en que la preocupación se apoderó de la comunidad dando inicio a las horas más angustiantes jamás vividas.

Recogió lo que horas antes había empacado y se refugió en el baño, se colocó en posición fetal abrazándose así mismo como quien se consuela entre su soledad ante el miedo. Solo escuchaba como todo se desmoronaba y con curiosidad abrió la puerta del baño y por un ladito se asomó, percatandose que para ese momento ya no tenía casa, miró el reloj y sintió que el tiempo se hacía eterno, que no corría…

“Fueron nueve horas de sufrimiento”, la tranquilidad que profesaba se esfumó en un dos por tres. Siendo las 3:30 a.m. el huracán llegó con más fuerza, una ráfaga impactó llevándose todo lo que se cruzó en su camino, “fue como si nos hubiesen metido en una botella y nos hubiesen agitado sin piedad”.

chó y según Mitchell empezó a gritar eufóricamente “¡Mark está vivo, está vivo!” e imaginándose lo peor fue a su rescate diciéndole “salte, salte de ahí, se te va a venir la casa encima”, pero Mark se negaba a dejar su casa, él solo quería cerciorarse al pitar que a su alrededor estaban con vida.

Para Mitchell fueron nueve horas de remolino y entre más pasaba el tiempo, más fuerte se sentía, “pareciera que el diablo hablara por medio del huracán eso gritaba (ohhh, ohhh, ohhh) y la brisa silbaba (Shiiii, shiiii)”.

IOTA se fue y con ello muchos sueños, ilusiones y la tranquilidad que profesaba Providencia y Santa Catalina. Al salir, Mitchell solo vio destrucción, personas llorando pidiendo ayuda, heridos, “eso fue algo que me llevó a un estado de ánimo que nunca había experimentado en la vida”.

En ese momento empezó a escuchar el desespero de la gente a través de gritos, pero nada, absolutamente nada lo hizo salir del baño, su instinto de supervivencia lo mantuvo ahí por horas solo se asomaba entre la puerta y cada vez que lo hacía veía como desaparecía su casa poco a poco. “Me asomaba y no veía a nadie, sentía agonía, solo, sin mi familia y me preguntaba ¿qué será de mi gente, estarán bien? Y entonces me acordé que tenía el pito”. Lo tomó y soplo desesperadamente a la espera de que alguien lo esc uc hara y de repente una de sus vecinas lo escu-

Corrió unos 10 kilómetros, sin detenerse desde su casa hasta donde se encontraban su esposa e hija. En esa carrera contra el tiempo pisó cables, saltó piedras, postes, árboles caídos. Pasó al lado de personas que le pedían ayuda pero él está ensimismado. En ese momento nadie existía, solo quería saber de su familia. Cuando llegó a su encuentro solo bastó un abrazo y un beso para saber que estaban bien. Afortunadamente el lugar donde se refugió su familia no resultó gravemente afectado y su pequeña hija fundida en un gran sueño no se percató de nada de lo que pasó y Mark agradeció a la vida por evitarle ese tiempo de consternación a su hija. “Fueron nueve horas de sufrimiento, nueve horas que quedarán en la historia, el 16 de noviembre, día en el que el huracán IOTA arrasó con Providencia, su color, su alegría, su belleza. Pero Dios nos dio otra oportunidad de vida para arrepentirnos, querernos los unos a los otros. Mientras haya vida y salud todo se puede reconstruir otra vez. Ese huracán nos dio a entender que Dios existe y que hay que buscarlo a él”.


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Crónicas del IOTA | Renacer entre los escombros...

Como el Ave Fénix...

“Este episodio nunca se me olvidará, no me siento preparada para volver a experimentar algo así”, dice Génesis Janne Archbold, psicóloga de profesión que a sus 23 años quien nunca había vivido en carne propia un huracán. No obstante, su casa de madera había quedado –según ella– lo más protegida posible para el paso de IOTA, sin imaginarse la magnitud que tendría este fenómeno natural en Providencia y Santa Catalina. Por Laura Restrepo Recuerda que a eso de las 2:00 de la madrugada del lunes 16 de noviembre todo marchaba con tranquilidad; fuertes vientos, lluvia y algunos que otros daños en puertas y ventanas, pero siendo las 3:00 a.m. aun con señal en su celular, al leer que el huracán pasaría por Providencia en categoría 5 “me afané inmensamente, pero, aun así, no me imaginé la dimensión de esta tragedia”. Siendo las 4:00 a.m. el huracán ‘hablaba’, y entre los pequeños espacios en las ventanas vio como la fuerza de la naturaleza se llevó sin esfuerzo alguno la iglesia de San Felipe y cómo la gente que allí se refugiaba se escondió de la furia del huracán en lo poco que quedaba del campanario. La angustia segundo a segundo crecía y al igual que la iglesia, su hogar se fue des-

moronando como quien desarma un juguete pieza por pieza. “A eso de las 5:00 a.m. escuché lo primero que se fue de nuestra casa, el techo del cuarto, como si lo hubiesen arrancado”, y sin poder correr para otro lado, el baño fue el único espacio de la casa que la protegió por horas a ella y a su familia (hijos, esposo y suegros) de todo lo que aconteció a su alrededor. Sin embargo, el baño también empezó a desmoronarse, todo a su paso golpeaba ferozmente debilitando su estructura. El techo al igual que sus paredes empezaron a perder fuerza y con ello ese pequeño espacio también empezó a inundarse. “A mi esposo le tocó salir y entre la madera de lo que fue mi casa eligió los palos más fuertes para sostener el techo logrando que no se nos viniera encima”. Fe y valentía Por más que quisieran, no tenían para donde arrancar, la fuerza del viento era de temer y aun así ninguno lloró; una muestra de fuerza y valentía que los ayudó a mantener la calma pero sus caras no escondieron ese miedo interior y como muestra de fe se entregaron a Dios. Cuando por fin IOTA se alejó, lo único que quedó en pie de su casa fue

el baño. Al salir de ese pequeño refugio no reconocieron nada a su paso, de Providencia no quedó ni la sombra, solo era un montón de escombros sin vías transitables, sin casas, sin vegetación, un panorama terriblemente desolador. Al alzar su mirada lo primero que sintió fue miedo, luego una profunda nostalgia, angustia, ansiedad, pero tenía la satisfacción de que sus hijos, esposo estaban bien. “¿Qué vamos a hacer?” repetía una y mil veces aferrada a sus hijos a quienes no desamparó ni un segundo, quienes fueron su ímpetu y tenaza en ese día tan oscuro en el que la vida la había cambiado radicalmente de la noche a la mañana. Sin luz, sin agua, sin ropa seca, ni gas y alimentos suficientes, una opción era salir de la isla “todo había quedado destruido, no habían camas secas, los bebés se estaban enfermando. ¡Increíble! Eestaba en etapa de negación no veía la dimensión de las cosas”. Vuelo humanitario Fue así como en un vuelo humanitario, Génesis junto a su familia se trasladaron a San Andrés tres días después de la catástrofe dejando atrás este episodio traumático al enterarse de cómo familiares y amigos se amarraron en postes y árboles con el agua hasta el cuello para resistir las fuertes brisas otros, esconderse en cisternas, “fue muy triste pero aun así mi gente siempre se mantuvo esperanzada y confiada en Dios”.

Cuando el avión despegó, dejó atrás toda esa angustia pero abriendo paso a otra odisea: la de no saber a dónde llegar, no tener dinero… Sin embargo, todos esos sentimientos desaparecieron cuando al llegar a San Andrés sintió ese calor humano acompañado de aplausos y cariño, un gesto de hermandad que desvaneció toda esa fuerza que forjó por sus hijos y lloró, lloró por primera vez abrazando sus miedos y temores. Y agradecida e inspirada por todo el apoyo recibido, se colocó también en la labor de ayudar ubicando a las personas que llegan de Providencia, buscando a través de fundaciones todo lo que necesiten, pero sobre todo, desde su profesión, atendiendo sin costo alguno a todos los afectados por el estrés postraumático que al igual que ella quedaron marcados. Finalmente el amor por su tierra, ponerse en el lugar del prójimo, ayudar, empezar de nuevo como familia… Ha sido el bastón de apoyo para surgir –como el Ave Fénix– de entre los escombros.


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Radiografía del estado de los animales en Providencia

Los animales también existen

El avión de la Policía Nacional aterrizó en la pista sin aeropuerto de la Divina Providencia, que por primera vez no sonreía a la entrada para ninguno de nosotros. Llegábamos para conocer el estado de perros, gatos y caballos sobrevivientes del huracán IOTA para intentar ayudarlos. Texto y fotos: Ethel Bent Temíamos lo peor porque nos habíamos enterado que el olor a podredumbre que salía de los escombros pertenecía a los cuerpos de perros y vacas que murieron de manera novelesca como en un sacrificio animal al huracán que los atraía hacia él, elevándolos en remolinos por el atormentado cielo. Al descender del avión un llamado a la acción nos contagió del ánimo proactivo, edificador, que emanan los cientos de personas de diversas instituciones, organismos y a título personal que ayudan a reconstruir a Providencia.

empezamos a divisar entre las casas destruidas a perros tratando de resguardarse del inclemente sol y aunque otros han sido amarrados por sus dueños entre los destrozos, nos alegramos porque se ven en buenas condiciones con la nobleza brotando de sus miradas. Un día antes la Fundación Animal Heart Island, envió una tonelada de comida gracias a la bondad de los donantes de todas partes del país, para perros, gatos y caballos, junto a ellos, la Policía Ambiental y la Veterinaria Sheyla Chow, que llegó horas previas a nosotros, iniciamos una jornada maratónica llevando comida y caracterizando.

‘Monita’en Maracaibo Los animalistas somos una minoría entre ellos así que nos sobreponemos a la tristeza de encontrar a Providencia devastada y nos encaminamos resueltos con los insumos veterinarios, hasta que somos detenidos por un bloqueo en la carretera por parte de mujeres cabeza de hogar, solicitando que los camiones cargados con comida paren en la entrada de Maracaibo y les brinden el apoyo que hace días ven pasar de un lado a otro, menos para ellos. Los animales han esperado mucho así que solicitamos nos dejen avanzar cuando nos topamos con la mirada picara de la Monita Capuchina que alguien trajo de Centro América y dejó abandonada hace más de un año sobreviviendo de barrio en barrio y ahora a un Huracán. Intentaremos rescatarla la próxima vez. Avanzamos por las calles ya despejadas y aunque no hay rastros de olor a putrefacción,

Descubriendo el futuro La comida no va faltar, pero todavía faltaba mucho por descubrir del futuro de los animales, cuando nos encontramos con la grata presencia de la Fundación Manejo Humanitario de la Fauna Callejera de Medellín, avanzada veterinaria que había curado a decenas de perros heridos en las patas producto de la huida, en medio del zinc de las casas destechadas lanzados al suelo y otros en condiciones de enfermedad. Su líder, el veterinario Juan Lara, nos da un parte de tranquilidad, la población de perros y gatos sin hogar no es tan grande como en San Andrés y para mayor suerte muchos están castrados y esterilizados, por las gestiones del Coso Municipal. El Coso lo encontramos destruido, pero al igual que la mayoría de su población, asombrosamente los más de 50 perros, gatos y 16 caballos sobrevivieron amparados por el mismo milagro.


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Los perros nos reciben contentos, gorditos, nos lamen la cara y nos buscan juego, tienen comida para lanzar al cielo, pero nos preocupan más los caballos que pastan en las migas de hierba que queda en la montaña de atrás. No observamos gatos. Caballos en problemas Liliana Montoya, una reconocida cuidadora de equinos desde hace aproximadamente una década nos dice que será imposible que sobrevivan a la sequía que se avecina para Providencia. Ella ha iniciado una campaña que esperamos apoyar para sacarlos de la isla y llevarlos hacia los Llanos Orientales, ¿habrá un movimiento de voluntades que los lleve hasta allá? Moveremos cielo y tierra. Las horas se nos pasaron volando, hay tanto para hacer, pero debemos regresar a San Andrés, esta vez en un vuelo humanitario de la FAC, abarrotado de personas que lo han perdido todo, menos la vida y las ganas de empezar de nuevo. Nos alegramos porque la tripulación nos permitió subir a bordo con las manos llenas del amor de cuatro cachorros de gatitos y perritos abandonados, que fueron la distracción durante los minutos de vuelo. En el Centro de Providencia, donde antes se movía la actividad turística sin prisa y sin pausa, quedó ubicado la entrañable base de la misión humanitaria por los animales de Providencia y Santa Catalina, a cargo de Mishelly Howard y Sheily Orozco de PAL Fundation, desde donde se repartirá el concentrado que seguirá llegando para las mascotas y los que se encuentren en situación de calle. Todavía hay mucho que hacer por los perros, gatos y caballos de las tres islas, esto es solo el comienzo.

“... Pero al igual que la mayoría de su población, de manera asombrosa, los más de 50 perros, gatos y 16 caballos del coso sobrevivieron”.


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Green Moon 2020 | Love & Tradition

Luna Verde Espiritual La versión 2020 del Green Moon Festival se inspiró en su espíritu tradicional hacia lo más alto desarrollando con éxito su programación. En un año de recursos tecnológicos virtuales, el emblemático certamen se adaptó a las circunstancias y sacó adelante su agenda cultural y artística con un apreciable despliegue de actividades académicas, didácticas y recreativas.

Por Laura Restrepo. El evento, que nació en 1987 y que a partir de entonces marcó un hito en el acontecer social y cultural del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina; en esta ocasión tuvo una dinámica diferente por las limitaciones actuales, asumiendo reto y encarando acciones que conservaron la esencia del tradicional festival. De tal manera, que se seleccionaron y estructuraron metodológicamente buena parte de las actividades tradicionales eligiendo algunas de las que han hecho parte del corazón del festival a través de todos estos años. Es así como, la tradicional festividad contó con un amplio repertorio de actividades permeadas por una franja académica que abordó talleres con toda la riqueza an-

cestral de las islas encaminados a la revitalización de la lengua creole, esta vez vigorizando la toponimia original de las islas a través de una ‘feria lingüística’ adelantada con la Piknini Foundation en Providencia, que se concentró en fortalecer los nombres ancestrales contribuyendo así a reafirmar la identidad del pueblo raizal. “Por primera vez la feria se desarrolló en Providencia el cual tuvo como tema central la toponimia, área que estudia el origen de los nombre propios en este caso de las islas teniendo conexión con la lengua y la identidad”, señaló Dayan Steele miembro de la fundación Piknini. En la actividad segmentada en tres etapas; cartografía social, identificación de nombres y socialización de propuesta para que se vuelva a utilizar la toponimia original en las islas así como

la fomentación de esta, participaron adultos mayores y líderes de la comunidad raizal sabedores del origen y significado de los nombres ancestrales del Archipiélago. Por otra parte se desarrolló el tradicional taller de escritura ‘Wan Anansy Stuori’ (Un cuento de arañas), espacio lúdico y creativo pleno de historias ancestrales que se renuevan y actualizan a manos de niños de distintas edades y procedencias. En esta oportunidad los jovencitos de la isla disfrutaron de este espacio cultural en el que exploraron y conocieron nuevas cosas con un aporte enriquecedor en cuanto a cultura y tradición. Este espacio de elaboración de historias, apoyado por el Ministerio de Cultura y el Programa Nacional de Concertación Cultural, llegó a unos 50 y fue dictado

por el poeta y escritor, Luis Mallarino y por el profesor de lengua creole, Sedney Suárez Gordon, adelantado en tres sectores de San Andrés: Mission Hill (La Loma), Genny Bay (San Luis) y North End (Centro). Juegos de mar y mesa Otras de las actividades que se realizaron a través de los años en el Green Moon Festival son las regatas náuticas ‘Cotton Boat Race’, un deporte tradicional de las islas, una forma de disfrutar el contacto permanente con el mar. La competencia de estos botes se realizó en la isla de Providencia de la mano con la fundación Prosealand. En esta carrera participaron 9 competidores sabedores tradicionales de esta tradición tan esencial del pueblo raizal quienes se dieron cita en la playa de ‘Almond Bay’ donde dieron ini-


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cio a la competencia hasta el malecón de los enamorados. En dicha aventura por el mar, participaron activamente las familias de los sabedores “lo cual es significativo porque es un espacio de trasmisión de conocimiento y dinámico donde los más pequeños se empapan y apasionan por esta tradición que es al mismo tiempo un arte asociado a la navegación y al conocimiento del mar y del clima“, expresó Ana Isabel Márquez, coordinadora de la actividad. También como parte de la tradición ancestral y cotidiana de las islas del Caribe occidental, se realizó el Torneo de Dominó ‘Double Six’ en asociación con las iglesias de la comunidad raizal, esta vez con sede en la propia Iglesia Bautista Central de North End. Este encuentro cultural de dos días, contó con la participación de 32 jugadores, distribuidos en 16 equipos y los respectivos

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jurados quienes estuvieron pendiente del comportamiento y la transparencia de los partidos durante las rondas, dándole un aire de categoría y nivel a la competencia. Por su parte, el Coordinador de la Liga Iván Britton, se mostró

contento y satisfecho por el entusiasmo de los participantes y a la vez lamentó la ausencia de competidores del municipio de Providencia y de las personas que por cuestiones de protocolos y bioseguridad no pudieron participar. “Tocó buscar la manera de seleccionarlos porque había mucha

gente deseosa de poderse inscribir. Por lo pronto, esperamos para el otro año tener un evento más grande y más competitivo, en esta ocasión no se pudo hacer pero ya sabemos que hay un público deseoso por participar”. Reggae, dance hall y góspel

Y cerrando con broche de oro melodioso, reuniendo los mejores ritmos afro-caribeños se presentaron talentosos artistas y agrupaciones de la casa como Joe Taylor and the Fire Band, Raizal Crew, The Rebe Caribe, Oliva, Hety, Sailord y Jiggy D. entre otros, quienes alzaron sus voces en noches de música al ritmo del

reggae, dance hall y góspel, entre otros compases distintivos de la isla por medio de tres conciertos que se transmitieron por el Canal Regional Teleislas. “Las actividades musicales fueron un éxito resaltando el talento local, un espacio en el que desplegaron su arte y crecieron como artistas” señaló Heidy Taylor, directora del certamen agregando que “la isla necesita muchas más actividades académicas, culturales e involucrar mucho más a los niños y jóvenes quienes tienen el poder de darle continuidad a las tradiciones”. Estas noches de música cerraron con sabor la edición 2020 del Green Moon Festival, un encuentro de fraternidad de raza y cultural del cual relucieron las raíces que hacen del isleño un ser único y excepcional. Green Moon Festival es un evento apoyado por el Ministerio de Cultura - Programa Nacional de Concertación Cultural.


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A CULTURAL ROUND TRIP FROM ARCHIPELAGO OF SAN ANDRÉS

En un año duro y marcado por diferentes situaciones sociales, virales, climáticas y económicas; la cultura y los artífices de la cultura dentro y fuera del archipiélago, siguen manifestándose, actuando y resistiendo con su arte original. Lo anterior, marcado la presencia de San Andrés y Old Providence, hoy más que nunca, en el mapa nacional. Traemos un par de ejemplos, que rescatamos entre tantas adversidades como el nuevo libro de Sergio Santana Archbold y el proceso musical de Joe Taylor Fire Band.


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¡LITERATURA Y MÚSICA EN ACCION! Por Iván Samir Otero JOE TAYLOR FIRE BAND EN EL TEATRO COLÓN La agrupación del músico y cantante Joe Taylor de Providencia, se presentó recientemente en el Teatro Colón de Bogotá. El pasado viernes 27 de noviembre, con su show de reggae, estuvieron encargados de cerrar la rendición de cuentas del Ministerio de Cultura en 2020. El programa virtual denominado ‘Colombia Crea Talento’, se transmitió para todo el país vía Facebook Live y por televisión abierta en el Canal Institucional. Taylor (voz y guitarra), acompañado por Arkal Walters (coros y teclados), Bruce Hooker Jr (percusión), Elario Faiquare (bajo) y Walter Diaz (violín), entonaron canciones que harán parte de su anunciado álbum Out of Zion.

de Independencia, lo que junto a otras actividades permanentes les permite seguir avanzando en su propuesta que impulsa también la cultura ancestral, raizal y la lengua kriol, haciendo visible al territorio cuando más lo necesita. SOBRE UNA TUMBA El escritor y melómano sanandre-

canso final. En muchos casos los sucesos que los llevaron a dejar su último aliento de vida, incluso sobre una tarima. Y es que, hablar de la muerte y de los muertos, por más que pase el tiempo, no es un tema fácil. Pero el sentimiento y la musicalidad en las palabras de Santana Archbold, prácticamente nos hacen

ENCUENTRO El miércoles 28 de octubre de 2020, fue el lanzamiento de esta obra cargada de una alta dosis de nostalgia y rigurosa pedagogía testimonial. Una suerte de inventario de los intérpretes de la salsa caídos a lo largo de la rica historia ‘nuestra cosa latina’. Al respecto, el día vienes 13 de noviembre, el autor dialogó animadamente con el periodista Eduardo Lunazzi – director de EL ISLEÑO–, durante un encuentro virtual propiciado por el Centro Cultural del Banco de la República de San Andrés.

Temas como ‘Gansta Life’, ‘Empti Pakit’, ‘Sing About Lov’ y un homenaje al archipiélago con una versión ‘Beatiful San Andrés’, adaptada para Providencia; retumbaron por todos los rincones del hermosísimo teatro de la capital colombiana, en una tarde/noche inolvidable para Joe Taylor Fire Band. “El proceso que lleva la banda, se ha fortalecido desde el año pasado, con el apoyo del Ministerio de Cultura y su intención de promover eficazmente el arte en las regiones de Colombia. Lo vimos en el Concierto del Bicentenario, con los artistas isleños que participaron en San Andrés. Luego el tema ‘Babby’, apareció incluido en una playlist con las mejores 100 canciones del país”, dijo el cantante Joe Taylor, luego del show. El cantautor de Providencia y su banda también participaron el pasado 20 de julio en el Concierto

frase “los muertos van a la gloria y los vivos a bailar el son”. Continuando con Compay Segundo y el gran Benny Moré. También aparecen, Daniel Santos (El Jefe), Miguelito Valdés, Ralfi Pagan, Damaso Pérez Prado (El Rey del Mambo), Celia Cruz (La Guarachera Mayor), Héctor Lavoe (La Voz), Frankie Ruiz, Pete Rodríguez (El Conde), Cheo Feliciano, Joe Arroyo y hasta Jairo Varela, entre otros más. Esta pieza de literatura para fanáticos y neófitos, se suma a los más de 20 libros que ha escrito y publicado el autor, desde Peter Tosh, El Ministro del Reggae y Bob Marley, Talking Blues sus textos más recordados por estos lares.

sano Sergio Santana Archbold, radicado en Medellín, lanzó recientemente su nueva obra literaria Sobre una rumba una tumba, una especie de compendio necrófilo, con obituarios de los músicos y estrellas de la salsa, el latín jazz y la música tropical. En 36 reseñas de diferentes artistas, su pluma nos expone más que su vida, su muerte y lugar de des-

bailar al son de estas luminarias, hoy día extintas, pero jamás olvidadas. El tour por los camposantos y las tumbas de la rumba, empieza con tres fabulosos cadáveres que aún hoy día, nos ponen a mover el esqueleto. El cubano Miguel Matamoros, quien ya lo había pronosticado en una de sus canciones con la

Santana Archbold ha publicado más de 20 libros de música entre los que se destacan: ‘El Ministro del Reggae: Peter Tosh’ (Salsa y Cultura, 1994); ‘Bob Marley, Talkin’ Blues’ (Salsa y Cultura, 1996); ‘Yo, Rubén Blades, confesiones de un relator de barrio’ (Salsa y Cultura, 1997); ‘Benny Moré, hoy como ayer’ (Rumbantana, 1999); ‘Héctor Lavoe, La voz del barrio’ (Rumbantana, 2003), entre otros. Venta en San Andrés: La Cava del Puro (CC New Point, L. 104)


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Hay que poner todo en Providencia

El horror que azotó a las islas de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, pero especialmente a estas dos últimas, debe generar inaplazables reflexiones y urgentes acciones –además, claro está, de la solidaridad de toda la nación– para que las próximas temporadas de huracanes nos encuentren mejor preparados desde todo punto de vista. Estamos hablando de una desgracia de marca mayor. Prácticamente, las afectaciones alcanzaron a la totalidad de sus habitantes, así como a su precaria infraestructura pública. En consecuencia, sucesos trágicos como este, dejan claro lo temerario e insensato que es seguir subestimando la existencia del cambio climático.

Al contrario, la ocurrencia de estos fenómenos –ETA y IOTA– nos debe servir de advertencia terminante sobre lo que viene para el Archipiélago y la región Caribe. Por lo tanto, es inexcusable no generar desde ya una cultura de prevención en todos los niveles de la sociedad con planes de evacuación e infraestructura pública y privada pensada para resistir al máximo de estos embates de la naturaleza. El ojo del IOTA pasó a solo 18 km de Providencia y Santa Catalina en la máxima categoría (cinco en la escala SaffirSimpson) de estos fenómenos naturales, exactamente dos semanas después y casi en la misma ruta del paso del ETA, circunstancia pocas veces vista en el mar Caribe. Tantas verdades de a puño no

pueden seguir siendo asumidas como simples coincidencias del destino. El Gobierno ha hecho presencia inmediata y ojalá se mantenga en el tiempo, sin embargo, la eficacia (consecución de un objetivo) y la eficiencia (elección y aprovechamiento de los recursos para lograrlo) no han estado del todo bien conjugadas. Es necesario afinar y sintonizar sinergias con la comunidad para alcanzarlo. Esta coyuntura es para encontrar soluciones a largo plazo y que resuelvan problemas de raíz. La resiliencia es la capacidad de hacer frente a las adversidades transformando el dolor en fuerza motora para sobreponerse a los momentos críticos.

En estos tiempos de tristeza y desazón el pueblo de Providencia y Santa Catalina está poniendo todo para sobreponerse a la tempestad: la fuerza de su espíritu, el conocimiento de los viejos capitanes de mar, el sacrificio de las madres y abuelas. La fraternidad de una estirpe solidaria y guerrera. Apoyemos su lucha por la genuina reconstrucción –paciente pero segura– de una raza con historia y tradición. La restauración de su paisaje urbano, la recuperación de su memoria colectiva con sus propios sabores, aromas y colores. Ellos rompieron el cascarón hace casi 400 años, poniendo todo lo que hay que poner…

Providencia, 20 días después Durante algunos minutos de las primeras horas del lunes 16 de noviembre, hubo una sentencia que se escuchó con pánico: “A Providencia la borró IOTA”. Pasado un tiempo, empezaron los mensajes que, aunque parecían más alentadores, dejaban ver que todo había cambiado para siempre, llegaron con las fotos y los videos de quienes se atrevían a pisarla por primera vez después de lo que unos llamaron ‘la horrible noche’. Los escombros cubrieron las carreteras y la imposibilidad de comprobar la vitalidad de la familia y los vecinos fue el pan de esa mañana. Hoy, si bien la isla se recorre con relativa continuidad, una vez entrada la noche, andar la carretera que la circunda, es hacerse a otro panorama. La luz intensa de los faroles de las camionetas que transportan agua, comida o esperanza, ilumina las caras aun en shock de niños y adultos que se reparten a ambos lados de la acera, sentados en sillas plásticas, buscando en la conversación casual a oscuras, algo de la normalidad que se perdió esa noche de noviembre.

El fondo es amenizado por grillos, los aplausos que se provocan cuando se matan mosquitos, el llanto de un par de niños y una carcajada que pareciera fuera de lugar en ese escenario. La tragedia no es uniforme, existen ahora nuevos niveles de privilegio; están los que su casa resistió estoica, para los que el viento significó perder parcial o totalmente un techo y mil memorias, y están los otros, para los que hoy sus únicas posesiones son la vida misma, y una carpa azul de ribetes naranja. El día a día se vuelve una suerte de supervivencia estática, y cada amanecer se inaugura con la incertidumbre. La búsqueda de comida y agua está parcialmente sustentada en algunos sectores, donde ahora forman parte del paisaje 18 tanques negros que se llenan de agua para el consumo, y que pronto serán 26. Cada tanto se encuentra uno el logo de una organización internacional, que con esfuerzos sobrehumanos trae más de 3000 raciones de comida caliente a víctimas y voluntarios. La comida es sabrosa y con cubiertos biodegradables se estimula una solidaridad simpática que se sienta al borde de la acera. Los voluntarios se dispersan como pequeños puntos de colores en medio del paisaje quemado que dejó el viento salado, parece a veces que sus esfuerzos se diluyen entre tanta devastación y

que sus objetivos son tan altruistas como tenues, la coordinación de todos es una labor titánica, y si bien ofrecen alivio, ya empieza a moverse la idea de que en su ausencia la realidad sacuda todo otra vez, como un segundo round del huracán después de un nocaut incompleto. Y es que algún día los voluntarios se van a ir, y con ellos las comidas calientes, los médicos que no conocen fronteras y los de la cruz carmesí. Se irá con ellos también la atención de los medios de comunicación, y la empatía envuelta en papel plástico que traen las donaciones de medicamentos y agua. Entonces… los hombres y las mujeres que todo lo perdieron se mirarán a los ojos con quienes históricamente los habían defraudado. Afuera, desde lejos se viven querellas que no alcanzan a la mayoría de las víctimas. Al interior del desastre, no se sabe ni la mitad de lo que se habla o se discute con fervor en redes sociales. El internet se ubica en zonas tan específicas de la isla, que existen fronteras invisibles que se han demarcado, para poder recibir el mensaje que advierte que en el próximo barco puede que llegue algo para cada uno, que el hijo que se envió en un avión pasada la tormenta extraña a su mamá y a su perro. Las prioridades son otras: guantes de trabajo en vez de ‘likes’, compartir techo más que “compartir foto”, cubrir a la abuela del frio en vez

de comentar con ingenioso sarcasmo. En medio de todo esto la pandemia se olvida y se recuerda oscilantemente, alimentada del hacinamiento y los abrazos consoladores, impedir el acercamiento en estas circunstancias parece una más de las ironías de este año. Los casos se triplicaron en la primera semana, y aunque solo un par mostró complicaciones, esta amenaza permanece latente y asechando. Después de los primeros diez días, las personas, incluso las mas resilientes, empiezan a mostrar un agotamiento que no se puede siquiera categorizar. Cansa el sol y cansa la lluvia, cansa el pensar en el pasado que se voló con el techo, cansa pensar en las deudas que no se han pagado y que no dejan de acumular intereses, cansa imaginar un futuro y construirlo a partir de supuestos. Y a todas estas cuando el paisaje compite con la devastación de un holocausto natural, de repente se asoma tímidamente el verde en las colinas, y el mar que parece tener un carácter adolescente, después de una arremetida feroz, se muestra calmo y colorido; ambos: mar y verde se imponen incluso más esperanzadores que la institucionalidad, mientras el ganado empieza a hacer sus propios recorridos buscando sus propios insumos, absortos en su propia búsqueda de sus mínimos vitales.


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Nuestra no muy honorable Asamblea Esta semana tumultuosa fue marcada por cabos sueltos y sobrantes de una larga y severa crisis institucional y de gobernabilidad que rehusa dejar en paz a las islas. Los gobiernos departamental, municipal y nacional deberían manejar mejor al Departamento y al Municipio, sus tragedias y sus serias fallas para dejar de hacer sufrir tanto a los isleños, cuya percepción de las autoridades esta semana ha alcanzado un nuevo bajonazo. Una semana es mucho tiempo en política, dijo Harold Wilson, ex Primer Ministro del Reino Unido, al referirse a los drásticos cambios que pueden experimentar la coyuntura política y la suerte de políticos y partidos. Los últimos siete días en las islas podrían haber precipitado muchos cambios. Un día es mucho pero tres semanas son demasiado y totalmente inhumano para estar viviendo bajo la lluvia. Las imágenes de los damnificados mojándose y, según ellos mismos, tratados como animales, escandalizó a muchos a nivel nacional e internacional. Las terribles consecuencias humanas de una monumental tragedia natural está siendo pésimamente coordinada por parte de Presidencia, la Gobernación y la Alcaldía y esto hace sufrir aún más a los damnificados de las tres islas. Pero por lo visto algunos diputados

de la Asamblea no se dieron cuenta de nada de lo que pasaba porque estaban ocupados en tácticas ilegales y escandalosas para defender sus propios intereses: una trampa cometida sin vergüenza alguna para intentar cancelar la legítima elección por mayoría de votos del nuevo Presidente de la Asamblea. Entretanto, con una purga política y el cambio de algunos secretarios, el Gobernador encargado Allen Jay intenta dar un nuevo enfoque y algo de vida a su gobierno, seguro de potenciales ocultos aún por verse, de paso intentando poner fin al manejo de la Gobernación por la facción política que la controla desde enero. El atropello en la Asamblea parece una broma enfermiza, pero lo ha cometido un honorable Diputado. Fue un golpe a la salud democrática de las islas y una burla a la ley, las instituciones y los isleños. Además de un reflejo de la debilidad y el desvanecimiento del poder de la coalición saliente, es algo que no necesariamente evidencia seguridad política para el gobierno. Ello podría depender de la participación en el nuevo gabinete de los diputados con quien ahora desea trabajar. La purga anunciada podría haber abierto una caja de Pandora y muchos más dolores de cabeza de los que se tiene ahora. ¿Para qué sirven los Diputados? Pero dolores de cabeza también tendrán otros. La anterior coalición que

propinó el golpe se ha metido un autogol al obligar a enfocar la atención hacia sus movidas maquiavélicas, su total indiferencia frente a la corrupción y los problemas locales y su trabajo casi nulo por las islas. No sorprende que algunos sean blanco del escarnio público. Era un intento desesperado de no perder privilegios que disfrutan desde enero y en juego está la renovación de más de 3500 contratos de servicios y suministros y su participación en el gasto el presupuesto de 2021 que asciende a cerca de 600 mil millones de pesos. Muchos no han presentado un solo proyecto de ordenanza pero se pasan más tiempo en los pasillos y oficinas del Coral Palace gestionado sus contratos y haciéndose ricos mientras las islas van de crisis en crisis. La Asamblea parece más una agencia de empleo que un agente institucional trabajando por las islas. Un desvergonzado bazar que hace oscuras transacciones con el dinero de los isleños. Siempre ha mirado hacia un lado mientras las arcas públicas las saquean los gobernadores de turno. Aunque los diputados a veces hacen parte de dichos esquemas de saqueo. No son ajenos a controversias y han tenido su buena dosis de escándalos y citas con la Fiscalía y la Procuraduría. Pendientes están las investigaciones contra once de la pasada legislatura por la elección ilegal de una contralo-

ra Departamental; y contra dos diputados, que tenían casa por cárcel, por presionar a un secretario de Agricultura para extraerle al gobierno beneficios económicos de convenios y contratos.

principalmente, del planeamiento y las realizaciones a futuro próximo y estable.

tenga a los raizales en prioridad.

¿Y ahora qué? Lo más probable es que la coalición saliente siga con su plan de causar la mayor cantidad posible de daños, aunque sin ser mayoría es poco lo que podrán hacer. Sin embargo, el cambio de secretarios será una prueba de fuego para el Gobernador (e) y la lealtad y supervivencia de la nueva coalición dependería de si satisface las exigencias de sus nuevos diputados amigos. ¿Podrá no darles lo que le exigirán y al mismo tiempo retener su lealtad? El presidente saliente de la Asamblea debería rectificar su error y terminar con la farsa que nos acerca aún más a una ‘Banana Republic’. Si no lo hace, es necesario acudir a la vía judicial para liberar una Asamblea tomada como rehén. Los isleños han demostrado suficiente hartazgo con la clase política local y estarán a la expectativa del desenlace de este absurdo y desagradable episodio en la ya muy desordenada y desorientada vida política de las islas para cobrarle a los responsables. También estarán pendientes del nombramiento de los nuevos secretarios tratando de descifrar para dónde va el gobierno departamental. La semana entrante será larga.

Gran Seaflower, the Searchlight Se le asigna a Napoleón Bonaparte la frase “vísteme despacio que tengo prisa” aunque históricamente hay evidencias de otros como autores. Aquí y en altavoz, pedimos ‘reconstruir despacio a Old Providence & Ketlina que necesitan de prisa restablecer en su maritorio a un pueblo víctima de la reclamación del cambio climático’. El huracán IOTA arrancó de raíz muchos aspectos, muchas cosas, tanto que debemos resembrar rápidamente ante el peligro de irreparables daños adicionales. Estamos, a la vez, ante oportunidades especiales para engendrar y renacer de manera trascendente ideando una providencia de creatividad y emprendimiento donde su gente sea protagonista, siendo arquitectos de la resiembra. Este debe ser momento para actuar

pensando en el ‘buen vivir’ de los providencianos, como destinatarios de la herencia histórica de un sagrado espacio patrimonio de la humanidad, Reserva Mundial de la Biosfera, zonas protegidas que en interés y responsabilidades sobrepasan las fronteras nacionales. Es obligado establecer a Providencia y Santa Catalina en parámetros de los propósitos del Seaflower reserva de la Unesco, donde hombre y naturaleza convivan en armonía, equilibrio y sostenible. Entre tanto, se sufre por encima de lo imaginable en un panorama inocente donde niños y población de la tercera edad profundamente impactados, y jóvenes en desbandada deambulando cómo carros ‘chocones’, sin cesar, que parecen no entender lo sucedido. Debe planearse sobre la marcha, si antes no se hizo, cómo mantener a la gente en su espacio participando en idear y ejecutar las tareas urgentes e inmediatas como también,

Es la oportunidad de pensar en restablecer una sociedad que otrora fue creativa, emprendedora, colectiva, solidaria, de pacífica convivencia con el medio ambiente. Una comunidad humana. En su sagrado espacio reconocido como territorio étnico donde extraños y foráneos no deben apropiarse de sus inmuebles por intransferibles, inembargables e imprescindibles, donde lo colectivo adquiere renovado posicionamiento. . Aquí puede crecer un pueblo con vocación a permanecer sin desarraigo, un pueblo que ha sido ejemplo en 400 años de sostenibilidad. Con casos como el de la isla de Dominica y de otros que sufrieron de huracanes similares a IOTA, podemos reproducir modelos exitosos de pervivencia. Muchos recursos están a la mano en las islas para la mejor reconstrucción siempre y cuando se

No pueden con lo sucedido darse más avasallamientos, no se puede seguir actuando de manera inconsciente e irresponsable como si las islas fueran un parque artificial de Disneyland, en expoliarlas con la exagerada presencia de un millón y más visitantes al año, por ahí no es el camino de la sostenibilidad. No es posible pretender en estas islas que, con ofertas de sueldo mínimo legal, se obtenga mejoramiento de las condiciones económico-sociales cuando los costos de la canasta básica son tres veces superiores al promedio nacional. Así las cosas, el proyecto Gran Seaflower puede ser la herramienta de preservación y estabilización del archipiélago porque como población integrada a la reserva de la biosfera debemos crecer bajo los criterios de privilegiar la sostenibilidad y la cultura integral de los originarios. Así será...


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Dentro del huracán: impresiones de un académico damnificado Han pasado 20 días desde el paso brutal del huracán IOTA que destruyó a Providencia. Solo hoy encuentro un momento para escribir después de haber vivido lo que, sin duda, es uno de los episodios más impresionantes y más dramáticos que pueda experimentar una persona en su vida. Pero no voy a contar que pasó, sino para poder decirles lo que está pasando que, ojalá me equivoque, parece una muestra terrible de la tremenda incompetencia de nuestra dirigencia. No hablaré, pues, del bramido del viento ni del golpeteo del oleaje, ni del crujir de los techos y de los árboles al derrumbarse, que durante muchas horas nos hizo temer lo peor. Ni de los que lo perdieron todo, los que se quedaron, como dijo alguno, sin la tapa de una olla. Ni de la llegada de un contingente enorme de personas que aún no pasan por las casas siquiera a preguntar cómo estamos, pero si ocupan espacios que le caerían muy bien a los que están sin techo y consumen bienes requeridos por otros, como la gasolina que casi se ha reservado para ellos. Ni de los robos que muchos de ellos están haciendo, que son inexcusables y agravan los cometidos por algunos inescrupulosos habitantes de las islas que al menos podrían argumentar su necesidad. Ni de la pérdida de muchas de las ayudas enviadas. Seguramente no hablaré de muchas cosas, aunque trataré de irlo haciendo en próximos escritos. Hablaré de lo que estamos viviendo y de cómo tratamos de interpretar lo que está pasando, a la luz de la experiencia directa, pues la información que nos llega es precaria. La falta de comunicados oficiales que expliquen que se está haciendo y por qué me expone a incurrir en errores e injusticias, pero sé que, como yo, muchos se preguntan qué pasa, por qué transcurren los días y las soluciones de fondo no se ven, ni se explican ni se anuncian. ¿Nos piensan seguir trayendo comida y agua indefinidamente? ¿Hasta cuándo tendremos que dormir en condiciones precarias por falta de techos? ¿Por qué a la carretera la limpian una y otra vez mientras nuestros patios y el interior de nuestras casas, devastadas por el viento y la lluvia,

STAFF

DIRECTOR Eduardo Lunazzi EDICIÓN Billy Lunazzi Celis

consumen nuestras fuerzas en la lucha por ponerles un mínimo de orden y condiciones de habitabilidad? Y hablo yo, que al menos conservé parte de mi casa y un lugar más o menos protegido y no demasiado húmedo donde dormir, aunque, eso sí, en condiciones de riesgo que nadie ha venido a evaluar, como nadie ha venido a preguntar quienes vivimos aquí y cómo estamos. Hay que reconocer que hemos recibido algo de agua y comida, pero si hubiéramos tenido que depender de la ayuda estatal estaríamos muy mal. Para tratar de interpretar algo lo que ha ocurrido quizá convenga señalar que, a diferencia de la mayoría de estas calamidades que afectan cada vez más a la humanidad, como consecuencia de nuestro desastroso manejo del Planeta, este tuvo varias particularidades cuyo análisis puede ser útil. Una de ellas, muy importante, es que nada ni nadie quedó sin ser afectado en algún grado, generalmente mayor; Mocoa sufrió una tragedia espantosa, con muchos más muertos que nosotros, pero los sobrevivientes tenían a donde ir, podían refugiarse en muchas casas y edificios que estaban incólumes, lejos del desastre. En Providencia y Santa Catalina literalmente no quedó a donde ir. Y aún hoy no hay donde ir porque el gobierno, por razones que tendría que explicar muy bien para convencernos de que no es por incompetencia, no ha traído una sola teja para reparar ninguno de los muchos techos que quedaron sin tejas, pero en condiciones de ser reparados rápidamente por los numerosos y hábiles maestros de obra providencianos, si hubiera materiales con qué hacerlo. A falta de esta alternativa lógica, han repartido, con buena intención, pero precarios resultados, numerosas carpas de camping sobre cuya calidad la queja es generalizada. Otra particularidad es que, a diferencia del sur de los Estados Unidos, de Centro América o de Cuba y muchas otras islas del Caribe, que no se preguntan si habrá o no huracán sino cuándo y dónde, nuestra experiencia con huracanes es poca, podría decirse que por fortuna. El último, el Beta en 2005, en realidad fue el coletazo de un huracán 1 que no obstante tuvo graves consecuencias por la misma razón de nuestra impreparación. Y no fue peor porque mal que bien antes de siete días ya estaban llegando cargamentos de tejas con los cuales recubrir los techos destruidos, lo que fue PERIODISTAS

Janeth Raga Molina Ethel Bent Castro Billy Lunazzi Celis Elliot Howard Paternina

una gran ayuda pues después de Beta llovió fuerte durante muchos días. ¿Y ahora, qué viene? En eso el pos-IOTA ha sido más benigno y ha llovido menos; aun así, mi casa sigue encharcándose cada vez que cae un chubasco, de los muy frecuentes de esta época; pienso con temor en los tremendos aguaceros que aún nos esperan si el clima sigue su comportamiento habitual de lluvias hasta principios de enero, con vientos muy fuertes por efecto de los frentes fríos y los nortes que suelen llegar a Providencia y Santa Catalina por estos meses. Escribo esto en medio de vientos muy fuertes. Por supuesto, una particularidad muy importante es que esto ocurre en medio de la pandemia de Covid. Y aquí hay una situación muy singular, por fortuna relativamente favorable pero que debería ser objeto de la mayor atención, incluso por su interés científico. Ayer me contaba un médico local que hay numerosos casos positivos, pero que hasta el momento la mayoría son leves o asintomáticos, y que sólo unos pocos casos han debido recibir tratamiento ambulatorio; hasta ahora no hay casos graves, aunque supongo que no pueda descartarse que algunas muertes en los últimos meses puedan deberse al coronavirus. Muchos creemos que el virus está aquí hace meses, pero que por alguna razón no ha sido más impactante. Ojalá siga así y que alguien venga a estudiarlo. Pruebas de anticuerpos quizá revelarían que gran parte de la población ya tiene o tuvo el coronavirus. Pero como vamos habrá que esperar bastante. Mientras tanto los mosquitos proliferan y el dengue amenaza; las moscas están por todas partes. El esfuerzo del gobierno parece haberse concentrado, hasta el momento, en el tema del agua de tomar y la comida. Lo de la comida está más o menos resuelto en el corto, pero no en el mediano ni largo plazo. Mientras la gente no tenga un techo que la proteja de las lluvias por lo menos hasta mediados de enero, y le permita cocinar, las cantidades ingentes de arroz que han llegado (“arroz como arroz”), pueden quedarse sin consumir; ni hablar de fríjoles y lentejas que requieren más cocción. Los envíos de comida preparada, en algunos casos de excelente calidad, representan un gran descanso en medio de este enor-

FOTOGRAFÍA Edward Lunazzi Celis Edgar Barragán Edward Yoli

me esfuerzo físico de recuperación de condiciones mínimas de vida. Pero hasta cuando durarán estos envíos de comida. Es claro que no serán indefinidos y me temo que ya sería gran cosa si llegan hasta el final del año. ¿Y luego qué? Lo del agua para beber, que no para aseo y limpieza, también está relativamente resuelto, en gran medida porque si en alguna parte de Colombia hay una verdadera cultura de manejo del agua es en Providencia y Santa Catalina. Cada casa cuenta con un depósito de aguas lluvias, en cisternas sobre las cuales se suelen construir las casas; no obstante, el mar introdujo sal en muchas de ellas o, como en mi caso, se llevó las tapas de los tanques de almacenamiento, dejando el agua expuesta al deterioro. Pero la devastación fue tan tremenda que en muchos casos no es posible siquiera acceder a las cisternas, así tengan agua; la maraña de escombros y árboles caídos es impenetrable. Mientras tanto los esfuerzos siguen concentrados en limpiar una carretera ya suficientemente limpia. No diré más por el momento; estoy exhausto. Yo, que ya cumplí 70 años, debí cargar a 30 metros de mi casa, donde pudiera ser recogida, lo que estimo en cerca de 300 kilos de libros y revistas empapados y destruidos por el agua; sin ninguna ayuda de los numerosos agentes del estado que se dedicaban a limpiar una carretera ya más que limpia. Hoy estuve despejando algo mi segundo piso, destruido por el huracán que tuvo la fuerza tremenda para mover una pared completa y ponerla sobre la escalera de acceso. Allí sí que menos ayuda. Y aún quedan libros, revistas y más libros empapados, pesadísimos y no poco malolientes; creo que estoy odiándolos un poco en este poshuracán. Y el cielorraso por el piso, láminas y láminas, por fortuna livianas, pero atravesadas por todas partes. Y la carretera cada vez más limpia. Y ni una teja con que prepararnos para las lluvias que nos acompañarán este mes. Y ni un pescado para comer y la gente agotada con el trabajo y el mal dormir. Y la ayuda lenta, lenta, lenta; y sin saber que pasa, pensando lo peor, con la esperanza de estar equivocados. Continuará… Hablaremos del miedo que nos inspira lo que pueda estar pensando el gobierno como modelo para la reconstrucción y el futuro. Y de otras cosas.

DIAGRAMACIÓN Temis Rodríguez DISEÑO EDITORIAL Jesse Lunazzi Celis FOTOGRAFÍA DE PORTADA

Edward Lunazzi Celis



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