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De la crisis, la oportunidad
from Isleño 196 -
No nos habíamos repuesto aún del impacto originado por el affaire Viva, en que la compañía aérea de low cost congeló todos sus vuelos, cuando estalló una nueva crisis: la de Ultra Air. Otra aerolínea de similares características que reconoció aprietos financieros dramáticos y, para colmo, ad portas de la temporada de Semana Santa.
Para la economía del Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina que dos compañías –que se repartían, más o menos, la mitad de la ‘torta’ local– declaren casi al unísono el cese de sus operaciones, es una noticia impensada, aun para los más pesimistas analistas del mercado isleño. Un titular de terror en la era de la pospandemia.
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Especialistas en la industria de los viajes estiman que estos hechos que impactaron negativamente la imagen de las aerolíneas y del destino, probaron que los efectos de la pandemia se mantienen latentes y se podrían extender. Los compradores lo pensarán muy bien. Nadie quiere perder la plata de sus tiquetes y quedarse varado en un aeropuerto lejos de su hogar.
Así las cosas, las fuerzas vivas del Archipiélago deben aprovechar esta crisis y convertirla en una oportunidad para replantear su rumbo hacia un destino naturalmente bello por la gracia de Dios y turísticamente sostenible. Las islas y su magnífica biodiversidad no merecen la conducta depredadora de buena parte de sus visitantes y, claro está, de sus moradores también.
Hay que aprovechar este llamado de atención de la naturaleza –en forma de escasa conectividad aérea– para reinventar nuestra oferta turística. Eventos culturales, gastronómicos, deportivos o artísticos, deben reformular una robusta agenda que atraiga otro tipo de viajeros, más acorde, entre otras cosas, con nuestra Reserva Mundial de Biosfera, Seaflower.
De la misma manera, la seguridad –otrora orgullosa bandera isleña–
Todo, en todas partes, al mismo tiempo...
Sí, es el título de la frenética película ganadora del premio Oscar de este año, y que está teniendo más exégesis que la obra completa de Sartre. De ella se dice entre otras cosas, que es una reinterpretación post pandémica del Nihilismo de Camus, o la versión multidimensional del mito de la caverna.
Cualquier cosa parece tener espacio para darle explicación a una película, de la que no se sabe si usa metáforas sutiles, o abusa de la imaginación lisérgica de sus guionistas.
El título además parece ser la descrip- ción de lo que pasa en la realidad de este ‘planeta archipiélago’ en el que habitamos. En estas islas, está pasando todo, al mismo tiempo, y en todas partes.
Mientras la crisis de conectividad aérea nos tomó por sorpresa, y el que aún es registrado como el renglón más importante de nuestra frágil economía: el turismo, parece afectado de manera irreversible, en las calles se divide la opinión entre quienes ven como un descanso ambiental la disminución de los viajeros, y para quienes esto no significa nada más que una segunda peste.
Al mismo tiempo nuestros problemas de inseguridad no disminuyen, se renueva (parcialmente) una autoridad raizal con el mismo compromiso de hace casi diez años: terminar un estatuto raizal que con las nuevas realidades, podría ser reinterpretado desde cero. debe ser recuperada de manera total y transversal al replanteo del modelo sustentable que pide a gritos la situación actual. Es imperdonable que con todas las herramientas jurídicas a nuestro alcance (Artículo 310 de Constitución Nacional y demás normas concordantes), persistamos en el reinante caos actual. Es el momento de tomar una sabia decisión: en todo escenario de crisis resulta una oportunidad. Ninguna sociedad se reinventa haciendo siempre lo mismo. ¿Queremos seguir como vamos o anhelamos cambiar el modelo para reivindicar –por fin– nuestra generosa belleza en forma de biodiversidad? La decisión está en nosotros y, absolutamente, nadie más.
Si esto no fuera suficiente, en esta dimensión se aproximan reformas en casi todos los ámbitos sociales relevantes: laboral, pensional y de salud. Las mismas a las que tendríamos que mostrar más atención si queremos en algún momento, salir de manera permanente de las crisis que se vienen yuxtaponiendo.
En la película, la protagonista no solo viaja entre dimensiones para ver escenarios distintos de su propia vida, si no que aprende sin demora a tomar de ellas diferentes aptitudes para enfrentar la suma de todos sus miedos: perder de manera irreversible la relación con su hija. Y, otra vez, a una escala casi incoherente, en este territorio deberíamos hacer el mismo ejercicio, si esperamos dejar algo decente de nuestro legado.
La cinta evalúa constantemente las decisiones ya tomadas, y aunque podría morir cada dos minutos en la melaza del arrepentimiento, al final (spoiler) entiende que su realidad imperfecta puede ser modificada únicamente con el diálogo directo. Una vez más, una lección aplicable en todas las escalas.
En medio de esta avalancha de acontecimientos, es hora de plantearnos colectivamente cuál es el futuro al que aspiramos, ¿cuál será el turista target al que apuntemos? ¿Cuáles serán nuestras ofertas? ¿Nuestras reglas del juego como territorio étnico diferencial? Y a partir de nuestras deficiencias evidentes, ¿cuáles son las acciones a largo plazo que nos vamos a imponer para crecer juntos?
Todos, al mismo tiempo, en todas partes…