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Grabaciones familiares
Grabaciones familiares
Armando Cervantes
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ESTABA CONVENCIDA, aquello era imperativo: necesitaba aprender un nuevo idioma. Las cuentas por pagar se acumulaban, mientras su salario se volvía más y más raquítico. Una vieja amiga le había propuesto cambiar de aires pues donde trabajaba necesitaban gente y el sueldo era casi el doble de lo que ganaba. Sólo había un requisito indispensable: tenía que dominar otro idioma.
«No es necesario que seas bilingüe, con un nivel de comprensión medio es más que suficiente —recordó lo que dijo su amiga—. Las prestaciones son buenas, casi a diario se sale temprano y la oficina está en una zona céntrica».
Con el augurio de la tierra prometida, Ana decidió que aprendería ese idioma pero tenía dos problemas: conseguir el dinero para pagarse un curso y tener el tiempo para poder tomarlo. Su trabajo era un constante agobio, la carga de trabajo nunca terminaba y todo era para ayer, apenas le quedaban unas cuantas noches libres para hacer alguna cosa, pero casi siempre las pasaba en la oficina.
Buscando en Internet descubrió un curso que garantizaba el aprendizaje en poco tiempo mediante programación neurolingüística, con lo que sólo necesitaba escuchar algunos audios mientras dormía —lo cual estimularía su receptividad— y al día siguiente realizar un breve y obligado repaso para ser capaz de aprender mucho más en menos tiempo.
Ana no era muy hábil con los temas de informática por lo que le pidió ayuda a su primo Joel para descargar el curso de alguno de eso sitios raros donde se encuentra de casi todo. Un par de semanas después Ana tenía en su memoria usb los siete archivos del curso —uno para cada día de la semana— y aunque las grabaciones no tenían ninguna secuencia, las instrucciones eran claras: debía oír el audio de principio a fin si quería obtener buenos resultados.
Ana escuchó los audios, eran una mezcla de sonidos ambientales junto con algunos susurros donde apenas se alcanzaban a escuchar frases entrecortadas en un idioma diferente, no tenía idea de cómo aquello la ayudaría a aprender, pero estaba convencida de que debía intentarlo.
El curso realmente funcionaba, tres meses después Ana solicitó una vacante en donde trabajaba su amiga; su nivel había mejorado bastante, así que le otorgaron el empleo y una serie de buenos acontecimientos llegaron a su vida, pagó las deudas que tenía e incluso pudo conseguir un mejor lugar para vivir.
A pesar de haber completado el curso, Ana solía escuchar los audios una vez por mes, como una especie de refuerzo que no le quitaba nada y le ayudaba a no perder la práctica.
Una mañana Ana despertó antes de lo habitual, era una de esas semanas en las que solía «repasar» sus audios mientras dormía; sin embargo, ese día se dio cuenta de algo extraño: la voz en aquella grabación era su propia voz y aún más raro era que pronunciaba palabras entrecortadas en un idioma que no lograba reconocer. Este hecho le sorprendió bastante y provocó que revisará los archivos que tenía en su memoria.
Su sorpresa se multiplicó cuando notó que aquellos archivos habían sido grabados por ella hacía nueve meses, por lo que todo ese tiempo había estado escuchando las grabaciones de su propia voz. Parecía irreal que no lo hubiera notado y, aunque su atención estaba centrada en aquella vieja lengua, no recordaba haberla escuchado nunca y mucho menos haber sido capaz de grabarla para aquellos cursos.
Navegó un poco en la red, buscó información de aquel sitio del que había extraído los audios, usó algunas palabras clave y encontró un curso parecido al que había descargado con un singular anuncio:
Tras completarlo, y una vez obtenido el dominio del idioma, se recomienda el aprendizaje por medios distintos. Por seguridad recomendamos no continuar escuchando los audios. Estos fueron grabados con un viejo principio de ondas gamma que sirven para estimular zonas cerebrales enfocadas en el aprendizaje.
Se han reportado casos de personas que continuaron oyendo las grabaciones y terminaron aprendiendo lenguajes desconocidos. La única explicación plausible es que la sobreestimulación de dichas zonas terminara desarrollando un conocimiento diferente.
La teoría más aceptada sostiene que existe un conocimiento que viaja de generación en generación y detrás de él hay lenguajes, costumbres, religiones que nues- tros antepasados profesaron o aprendieron y que viven en nosotros, esperando sólo un estímulo que los despierte. La documentación de los casos reportados indica que un 80% terminaron en locura y episodios psicóticos.
En aquel instante supo que aquella información había llegado demasiado tarde.
Armando Cervantes (México) Blog: traeum-suess.blogspot.mx