El Callejón de las Once Esquinas
Grabaciones familiares Armando
Cervantes
Sólo necesitaba escuchar algunos audios mientras dormía... ESTABA CONVENCIDA, aquello era imperativo: necesitaba aprender un nuevo idioma. Las cuentas por pagar se acumulaban, mientras su salario se volvía más y más raquítico. Una vieja amiga le había propuesto cambiar de aires pues donde trabajaba necesitaban gente y el sueldo era casi el doble de lo que ganaba. Sólo había un requisito indispensable: tenía que dominar otro idioma. «No es necesario que seas bilingüe, con un nivel de comprensión medio es más que suficiente —recordó lo que dijo 102
su amiga—. Las prestaciones son buenas, casi a diario se sale temprano y la oficina está en una zona céntrica». Con el augurio de la tierra prometida, Ana decidió que aprendería ese idioma pero tenía dos problemas: conseguir el dinero para pagarse un curso y tener el tiempo para poder tomarlo. Su trabajo era un constante agobio, la carga de trabajo nunca terminaba y todo era para ayer, apenas le quedaban unas cuantas noches libres para hacer alguna cosa, pero casi siempre las pasaba en la oficina. Buscando en Internet descubrió un