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Una urgencia
Luis J. Goróstegui
EMMA ABRE LOS OJOS. Amanece. No necesita saber qué hora es; son las 7:15h, siempre se despierta a las 7:15h, su reloj interno es una máquina de precisión. A través de las rendijas de la persiana se descuelgan algunos rayos de sol. Todo está en silencio. Emma escucha cómo se posa una paloma en el alféizar de su ventana y cómo vuelve a alzar el vuelo unos segundos después, y sonríe. Hoy ha dormido bien, incluso ha soñado. Emma se levanta, va al baño y hace sus necesidades. Lleva unos días algo estreñida. Diez minutos después se ducha. Al terminar, vuelve a su habitación, abre la ventana y el sol le hace guiñar los ojos. «Sí, hoy hará buen día», se dice a sí misma. Hoy no tiene que ir al trabajo, es sábado, así que decide salir a correr; es bueno mantener el cuerpo en forma, y se viste con ropa deportiva: un chándal azul y una camiseta blanca; hoy estrenará las zapatillas que se compró el otro día. El pelo se lo recoge en una coleta. Va a la cocina, y, mientras se prepara el desayuno, un yogurt y algo de fruta por eso del estreñimiento, enciende la radio y escucha las noticias:
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Buenos días, son las ocho de la mañana, las siete en Canarias. Noticias:
La Dirección General de Tráfico anuncia que, durante este último año, los accidentes de circulación mortales, en automóviles convencionales, han ascendido a 1.018, un 7% superior al registrado en el año anterior; sin embargo, en los vehículos autónomos, aquellos que pueden ser conducidos sin intervención humana, la cifra vuelve a ser, un año más, cero accidentes, al igual que en los pasados dos años, y eso a pesar de que su parque móvil ha aumentado un 159%. Por ello el gobierno ha anunciado que, de continuar así el próximo año, se tiene previsto poner en marcha un nuevo plan RENOVE, con la pretensión de que, en un plazo máximo de diez años, todo el parque móvil nacional esté únicamente formado por vehículos de conducción robotizada o mixta.
Se escucha una cortina musical.
El telescopio Hawkins ha detectado un nuevo exoplaneta, denominado Hawkins- 592b, tras la nebulosa Dumbbell. Se trata del planeta con el potencial análogo de la Tierra más cercano de los detectados hasta el momento. Los expertos aseguran que el hallazgo marcará la agenda de la astronomía y la astrobiología de los próximos años.
Se escucha la misma cortina musical de nuevo.
El tiempo: hoy alcanzaremos los 26°C y una humedad relativa del aire del 54%. Hará calor.
Más noticias a las 9, las 8 en Canarias. Y ahora les dejamos con la mejor música…
Pero a Emma no le interesa y apaga la radio. Se termina la fruta, se sujeta un pequeño bolsillo —en él lleva las llaves, algo de dinero y su documentación— atado con una correa elástica en el brazo izquierdo, se pone una gorra y sale a la calle. Su casa está sobre una pequeña colina, cerca de un parque, y hacia allí comienza a correr despacio, para entrar en calor.
A esa hora el barrio está casi desierto, salvo algunas pocas personas que, como ella, han decidido salir a hacer deporte. Mientras corre, Emma observa entretenida a un perro que persigue la pelota que le ha tirado su dueño y a algunas mariposas que revolotean entre las flores, pero no se fija en los escalones que bajan la colina…
Quince minutos después un aerotaxi llega a la puerta del hospital y de él sale, por su propio pie, Emma, que entra en Urgencias con el brazo derecho en cabestrillo. Entrega su tarjeta de la Seguridad Social a la administrativa que le toma sus datos personales y una enfermera le hace sentarse sobre una cama en uno de los boxes.
—¿Qué le pasó? —le pregunta el doctor.
—Tuve una mala caída por unas escaleras, me distraje viendo revolotear unas mariposas y no vi los escalones; no me dolía y al principio pensé que no era nada, sólo unos rasguños sin importancia en la mano, pero al cabo de un rato no podía levantar el brazo más que hasta aquí —le responde Emma intentando levantarlo. El doctor la examina y, efectivamente, tiene la mano algo magullada, pero también el hombro algo inflamado, así que le hace un escaneado integral para asegurarse.
—Sí, fracturas cerradas múltiples con luxación, pero ambas limpias: en la clavícula y el húmero; y no afectan a ningún sistema esencial, tranquila, tiene fácil solución —le explica el doctor mientras observa la proyección holográfica de la joven—. Bien, necesitaré hacerle un análisis de sangre para conocer los parámetros de su sistema inmunitario, pero será rápido.
Cinco minutos después, el médico se va al almacén, elige el modelo más adecuado y regresa a la consulta; con una llave Shunsen le desacopla el brazo derecho, con un ensamblador clónico ajusta los niveles genéticos del recambio a los de su brazo fracturado, para así evitar posibles rechazos, y procede al trasplante. Todo el proceso no le lleva más de veinte minutos.
—Bien, ya está. ¿Lo mueve bien? —le pregunta el médico al finalizar. Y mientras el doctor redacta el informe de alta, Emma hace una serie de movimientos precisos con su brazo, y, tras comprobar que todo está conforme a su protocolo estándar de funcionamiento, le responde afirmativamente y le da las gracias. Tras firmar ambos el informe, Emma sale del hospital con una copia del mismo.
Emma ha firmado con su nombre: Emma R. Emma se siente con fuerzas y decide regresar a casa andando, no vive lejos, y por el camino, va releyendo el informe. «¡Menuda letra la del doctor, no hay quien la entienda!», piensa Emma; y es que lo único que se entiende bien es su firma. El doctor ha firmado también con su nombre: Beltrán R.
Estando ya casi en casa, Emma entra en un bar; tiene algo de hambre pero no le apetece subir a casa, así que pide un sándwich y un zumo de naranja. El bar tiene encendida la holotelevisión; están poniendo noticias:
… que la oposición ha calificado de «maniobra fraudulenta y electoralista» y como «burdo maquillaje estadístico», en medio de un enorme interés por parte de los medios de comunicación allí presentes —está diciendo el presentador.
La proyección holográfica cambia y aparece el jefe de la oposición rodeado de un mar de micrófonos y cámaras:
La decisión que tomó unilateralmente hoy hace un año el Gobierno, de inscribir en la Seguridad Social a todos los robots clase Human que tienen un puesto de trabajo, sólo puede ser calificada como un burdo maquillaje estadístico con el objetivo de encubrir el incremento cada vez mayor del número de desempleados; se trata, evidentemente, de una maniobra fraudulenta y netamente electoralista que no podemos ni debemos permitir.
—¡Ya estamos otra vez con lo mismo! —exclama uno de los que están en la barra.
—¡Sssssh, déjanos oírle! —exclama un hombre de avanzada edad.
Es evidente —continúa hablando el político— el inmenso avance que ha tenido la robótica en los últimos decenios, y la clase Human, con su apariencia plenamente humana y su inteligencia artificial que supera en muchos aspectos a la humana, es el más claro exponente, pero eso no nos debe hacer olvidar que las leyes deben estar dirigidas a garantizar, en primer lugar, el bienestar de nosotros, los humanos. Hay quien opina que los clase Human deben ser considerados humanos a todos los efectos, con todos sus derechos reconocidos, inclusive el laboral, y yo me pregunto, les pregunto a todos ustedes, ¿estamos dispuestos a seguir sufriendo los estragos de una crisis económica sin precedentes mientras vemos cómo máquinas con apariencia humana ocupan los puestos de trabajo que deberían ser el sustento nuestro y de nuestros hijos?, ¿realmente vamos a permitir que esas máquinas nos quiten el pan de nuestros hijos?...
—¿Cuánto es? —le pregunta Emma al camarero.
—Treinta euros —le contesta este.
Y Emma le paga, «¡cómo está de caro todo, treinta euros!», piensa, pero no se sorprende; al fin y al cabo la carestía de la vida es otra consecuencia más de la situación actual, y se fija en que el camarero, un joven de cabello negro y ojos marrones, de unos veinte años, lleva una tarjeta con su nombre enganchada en la camisa. El joven se llama Alfredo R., con R de Robot.
Si no llega a ser por esa tarjeta, Emma no se hubiera percatado de que el camarero también es un robot como ella.
Emma es una clase Human de última generación y fue construida hace unos diez años y desde que tiene uso de razón ha escuchado lo mismo: que hay una crisis económica, que el paro entre los humanos alcanza límites insostenibles, que las empresas sólo deberían contratar mano de obra humana y no robots… siempre lo mismo.
Y Emma opina que algo no cuadra, porque la crisis no la han causado los robots como ella, de eso está segura, y también de que el motivo debe ser otro, pues cuando ella nació la crisis ya llevaba tiempo existiendo, y, a pesar de que por aquel entonces había muy pocos robots clase Human que ocuparan puestos de trabajo de humanos, el número de desempleados ya era muy elevado. Entonces, ¿por qué la crisis?, se pregunta Emma.
Y Emma tiene una teoría: la cosa no es de ahora, viene de lejos, de no haber sabido prever adecuadamente las consecuencias de los actos imprudentes e insensatos de la humanidad; de no haber sabido enderezar el rumbo torcido cuando aún se estaba a tiempo; porque si se hubiera actuado correctamente antes, ahora habría trabajo para todos, humanos y robots, y no se habría llegado a la situación límite actual; porque lo que sucede es que la humanidad lo ha sobreexplotado y el planeta no da más de sí.
¿La solución?, para eso también tiene Emma una posible respuesta, aunque no depende de ella, claro; al fin y al cabo sólo es una robot: la solución es colonizar otros mundos, ir a vivir a otros planetas, así disminuiría la sobreexplotación de la Tierra y se saldría de la crisis. Pero, claro, ella sólo es una robot con apariencia humana, sí; con necesidades físicas como los humanos, sí; incluso con capacidad para soñar, sí; pero también sólo una robot sin pasiones ni depresiones como los humanos, sí; sin envidias ni deseos insanos, sí. Sólo una robot, nada más, pero también nada menos.
Y Emma sale a la calle y mira al cielo y respira hondo: sí, la humanidad tiene que salir de la Tierra, irse a otros planetas, expandirse por la galaxia, pero, más que una mera necesidad, ya es toda una urgencia.
—Quizá el exoplaneta Hawkins-592b sea una buena opción, si se dan prisa…, sí, si se dan prisa en irse quizá aún estén a tiempo de salvarse… Y si no se van ellos, quizá debamos irnos nosotros —se dice a sí misma, entrando en el portal de su casa.
Luis J. Goróstegui Ubierna (España) Blog: observandoelparaiso.wordpress.com