LA CATEDRAL DEL MAÑANA CÉSAR GABLER
LA CATEDRAL DEL MAÑANA CÉSAR GABLER
Los 70’s, hombres con bigotes.
Los 70’s, mujeres voluptuosas, peinados imposibles.
Los 70’s, soùar y aburrirse con la tele.
Los 70’s, música Disco, cumbias, Colo-Colo, Pirincho Cárcamo y Let The Midnight Special.
Los 70’s, Allende, Pinochet, cadena nacional.
Los 70’s, minifalda, toque de queda, Ray Coniff al mediodía, pisco sour en la mano de la abuela.
PHILLIPS BLANCO Y NEGRO
MEMORIAS
Nelly, tu recuerdo morirรก conmigo, cuando me saquen de la cama, seco y enfermo y en pelotas.
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a plaza ocupaba el centro de un barrio que aparecía
madera o en una tienda de frazadas y sillas. Pero tenías
como un oasis entre Irarrázaval y José Domingo
imaginación. O al menos eso queremos creer.
Cañas. Las casas parecían más antiguas de lo que
No recuerdo haber visto la cara de Allende. Su nombre
eran, como si un discípulo de William Morris se hubiera
me suena en las voces de la casa, o quizás no. Era una pre-
encargado de diseñarlas confiando al ladrillo y al oficio de
sencia proscrita, tachada. Cuando recuerdo esos años tengo
unos obreros y albañiles chilenos la tarea de plasmar unas
la sensación de pasearme por un pasado borrado a medias.
formas vagamente históricas.
En algunas casas aún había consignas pintadas en los muros,
Al principio iba a un colegio de monjas. Era enano y
por años vi el símbolo de Patria y Libertad, trazado bajo una
yo no tenía la edad mínima. Ligeramente menor, infini-
puerta. Era un stencil enano. Un tío me explicó lo que era.
tamente estúpido. Al menos para lo que me reservaba la
No sé si le entendí. Un día repintaron la casa y el stencil
educación. Las monjas -una pequeña, dura y española- me
desapareció para siempre.
hacían leer y calcular. Nunca, en todo el año, lo logré. Ni
El pasado podía aparecer de la forma más inesperada.
sumas, ni letras. Recuerdo una sala oscura, un patio chico
Caminando por la calle encontré una página de un diario
de tierra, unos troncos cortados a manera de juegos, porque
viejo. Tenía una caricatura que guardé en calidad de re-
el equipamiento infantil de los setentas era siempre de palo,
liquia. En casa me explicaron que la hoja era del Clarín.
metal y esmalte. Todo trataba de recordar un cuento de
“Un diario tendencioso que publicaban los comunistas”,
Disney: casitas encantadas, bosques mágicos, refugios de
me dijo mi abuela. Con culpa y vergüenza boté el dibujo.
piratas. La realidad eran unos peladeros de maicillo en los
En una mañana de 1977 salimos a jugar a la pelota.
que te sacabas la cresta y salías con magullones y rodillas
La plaza estaba cercada por adultos. Gritaban y se agi-
peladas. Te tirabas de resbalines de latón que ardían en
taban alrededor de algo. Logré colarme entre las piernas
verano, jugabas al té como los huevones en unas casas de
del señor Figueroa, papá de unos amigos. Entonces los
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pude ver: los cadáveres de cuatro hombres con chaquetas y mocasines. Me pareció una especie de uniforme. Creo¿me lo invento?- que todos tenían bigotes y el pelo les llegaba a los hombros. No pude ver más, mi mamá llegó a sacarme. Nunca me ha respondido sobre lo que vi en la mañana. Tampoco supe quiénes eran ni por qué habían muerto. Solo aparecieron en la plaza y los retiraron un par de horas más tarde. A mi mamá siempre le preguntábamos por qué se había separado. Yo no tenía ningún recuerdo de ella junto a mi papá. Mi pregunta y la de mi hermano estaban más cerca de la ciencia que de la emoción, como investigar la vida de los dinosaurios, en esa vieja enciclopedia de Life. Vivir unos al lado de otros comienza a generar una lenta, pero irrenunciable familiaridad. En esa manzana todos sabían quién era quién. Su vida se hacía pública a gritos, como los Ceballos o sus vecinos de dos casas más allá. No recuerdo su apellido pero sí sus nombres. Orlando era un chico mayor que yo -un adolescente- su tío Edmundo aparecía regularmente en la ventana. Llevaba un pijama blanco, a rayas quizás y una camisa de
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fuerza. Por las tardes tomaba el aire, miraba a la gente pasar y gritaba. Como Tarzán, tan fuerte quizás como
toda clase de remedios guardados celosa y ordenadamente
el mismísimo hombre mono. No acudían bestias. Unos
en el cajón de su velador. Uno de sus tónicos favoritos nos
pocos curiosos y nosotros, niños asustados al principio
fue prescrito, por él, a mi hermano y a mí. Teragram M.
y luego acostumbrados al sonido de su voz.
Un multivitamínico con una cubierta dulce que podías
Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh
chupar hasta encontrarte con la cápsula desnuda y su sabor amargo a carbón o a minerales.
hhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh Mi hermano y yo. Mi abuela y mi abuelo. Mamá. Una
Me intrigaban las historias sagradas. Y las películas
nana. Mi abuelo era el patriarca y mi abuela la matriarca.
bíblicas. Aún recuerdo la biblia ilustrada por la monja
El poder se compartía a partes iguales. Cada uno repartía
Mary Theola que me regaló mi mamá. Recuerdo a Jesús
amor o miedo según las circunstancias. A mi abuelo le
de cabellos dorados y a Satanás enseñándole desde un
temíamos. Era un señor de apariencia decidida y enérgica.
monte la ciudad de Jerusalén. Recuerdo unos hombres de
Manejaba un Mercedes y luego un Ford Pinto. Autos a
barba acarreando un racimo de uvas gigantes. ¿Sería el 74?
los que dedicaba una atención devota. La mañana de los
¿O ya más grande, el 75 o 76?. No registro mucho más,
sábados les echaba lubricante Winns y sacaba brillo a la
yo no leía o apenas. Mi mamá, profesora de castellano,
carrocería con un cuero de ante. Era un cuadrado amari-
se afanaba en enseñarme. Las monjas de la escuelita tam-
llo que procuraba mantener limpio para que conservara
bién. Pero nada. De esos intentos recuerdo el silabario.
todas sus propiedades. Con la misma manía que revisaba
El almuerzo tenía su propia geografía. Los niños comíamos
rayones, manchas o virutas -que empañaban la perfecta
en la cocina, con la nana y los adultos en el comedor. La cocina
visión del ingenio automotriz- el viejo se automedicaba
era oscura y algo grasienta, una caverna iluminada con una
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Veíamos tele sin discreción. Desde Los Bochincheros a los Tres Chiflados, Dean Martin y Jerry Lewis, Sam el Rey del Judo y el Robot Gigante, Los Tatines, el Gordo y el Flaco, La Princesa Caballero, Abbot y Costello, Bing Crosby con Bob Hope, El Show del Tío Alejandro, Sacapuntas, La Pantera Rosa, El Correcaminos, El Santo, Ultraman, Los Vengadores, Mr Magoo, Ranking Bass presenta, Max El Ratón de 2000 años, Clutch Cargo, La Pequeña Casa en la Pradera, Swatt, Hola,Hola, Baila Domingo, Dingolondango, El Conejo de la Suerte, Wal Disney Presenta, Tierra de Gigantes, El Super Agente 86, Esper El Defensor de la Tierra, Cine en su Casa, Tardes de Cine, El Jappening con Ja, Vision On, Jorge Dahm Roscapumpa, Los Muppets, Los Thunderbirds, Clutch Cargo, Hawaii 5.0, Cannon, Columbo, Misión Imposible, El Santo, Johny Quest, El Hombre Araña, Namor, Centella, Hulk, Doctor Who, Meteoro, Batman, Los Dukes de Hazard, Area 12, Chips Patrulla
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Motorizada, Viaje al Fondo del Mar, Los Invasores, La
ampolleta de cuarenta watts y unos muebles feos. La cocina,
Hechizada, Amor a la Americana, Mi Bella Genio, La
fue mi lugar de aprendizaje. Allí escuché las canciones de la
Esfera Azul, El Cuerpo de Juan, Nino, Marcado Cumple
radio Colo-Colo y supe mis primeras lecciones sobre sexo de
tu Deshonor, Bat Masterson, Bonanza, Perdidos en el
boca de una joven y guapa nana de nombre Victoria. Ella no
Espacio, Benito y Cecilio, Don Gato y su Pandilla, Los
tenía más de veinte años y lucía peinado afro. Era morena y de
Picapiedra, Maguila Gorila, Almorzando en el Trece,
figura menuda y voluptuosa. Yo era muy niño, pero sé que a los
Barnabas Collins, El FBI en Acción, El Super Agente
chicos del barrio - ya mayores- les gustaba. A Victoria la venía a
86, Combate, Corre Joe Corre, Titanes del Ring, Ul-
buscar todos los fines de semana un hombre en un Volkswagen
traseven, Ricochet Rabbit, George de la Selva, Lancelot
escarabajo de color blanco. Usaba barba y anteojos oscuros. Me
Link, Los Banana Split, La Pantera Rosa, Mr.Magoo,
regaló una bolsa de indios y vaqueros de plástico.
Herculés, El Santo, Los Agentes de C.I.P.O.L, Doc-
Victoria nos contó que las mujeres, cuando eran
tor Who, Pinina, Misión Imposible, Canon, Bat Fink,
vírgenes tenían una telita que los hombres, cuando las
TOM de T.H.U.M.B, Los Viajes de Jacques Cousteau,
penetraban, rompían. Luego salía sangre. No pude dejar
Daktari, Topo Gigio, El Chapulín Colorado, Capuli-
de imaginar que el sexo era el nido de unas arañas que
na, El Show de Enrique Polivoz, Cepillín, Cantinflas,
aguardarían a quien fuera- ocultas entre las piernas- para
Melodías Animadas de Ayer y Hoy, Kojac, Las Calles
envolverle el miembro con su tela repulsiva.
de San Francisco, Hombre Rico Hombre Pobre, Los
Me pasaba horas frente a la tele. Era un ritual que partía
Tigres Voladores, Teleduc, El Pájaro Loco, El Festival
en la mañana y continuaba por las tardes. Era un aparato
de la Una, ¿Cuánto Vale el Show?, La Ley del Revólver,
de marca Phillips. Caja de madera y una pantalla de color
Tiro Loco McGraw, El Oso Yogui, Leoncio y Tristón,
verde. Tardaba unos segundos en encenderse. Chispazo,
Cool Mc Cool, Hong Kong Fui, Centella, El Intrépido
una línea azul extendiéndose desde el centro como una
Volador, The Beatles, Los Jackson Five, Los Imposibles,
marea, luego se completaba la imagen en pantalla.
Jossie and The Pussycats, Plaza Sésamo.
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Recuerdo una tarde en la vereda, junto a mi casa,
Mary Theolah, ese demonio que le hablaba a Adán en
estaban los chicos mayores del barrio que conversaban
forma de Serpiente y a Jesús, en el desierto, sonriéndole
alrededor de una revista pornográfica, yo no lo sabía y
con cara perversa. Surgía de improviso, tras los árboles, al
se reían nerviosos. Sus comentarios podían oírse desde
doblar la esquina. Sus pómulos altos, sus ojos achinados,
el patio así que mi hermano y yo salimos a curiosear.
su boca prominente y el pelo crespo y tieso, eran señal
Como él era mayor lo dejaron mirar. Estaban de pie,
de barbarie. Era como un Sátiros salido de los bosques.
formando un círculo cerrado. A mí me tocó solo una
No tenía flauta de pan pero daba unos largos y agudos
hojeada, con mucho esfuerzo, levantando la cabeza para
chiflidos. Era divertido, con un humor llenos de alusiones
ver. Me dijeron que era muy chico. Solo vi una foto
que yo no entendía, pero adivinaba sucias y malditas.
de una pareja en una ducha. Era un plano de detalle
Fernando sabía tirar piedras y hacer bombas de carburo.
reproducido a media página. Las nalgas de perfil de una
Sabía trepar muros y fumar. Sabía escupir a distancia y
mujer y una mano masculina, gruesa y peluda, levantaba
con puntería. Fernando estaba también en poder de algo
el pulgar y lo apuntaba a la vagina. No se cómo, llegué
que lo volvía especial, de élite. Fernando tenía revistas
a la conclusión que eso era el sexo: algo que los adultos
pornográficas. Un día, de improviso, me dijo que estaba
hacían levantando el dedo gordo.
dispuesto a compartirlas conmigo. Me hizo jurar que no
Desde entonces comencé a mirar mis manos con
le diría a nadie, menos a mi tío, que era no mucho mayor que yo y conocía a todos los cabros del barrio. Le temían,
otros ojos. Un día llegó Nelly. Un milagro sureño de pelo teñido
era una voz adulta en el cuerpo de un joven. Eso siempre
y ojos claros. Apenas pasaba los veinte y era perfecta, pero
es peor que una voz adulta en el cuerpo de un viejo. Le
yo entonces era solo un niño. Su belleza me llegaba a un
juré que sí, que guardaría el secreto. Creo que también
lugar inmaculado e indescriptible, una parcela de pureza
puse a Dios en medio. Todo con tal de conocer los mis-
ya extinta y que hoy vive en mí por unos segundos, cuan-
terios del cuerpo. Caminamos hasta la casa de Fernando.
do estoy dormido. Tiempos edénicos esos, en casa de los
Yo tenía que esperarlo afuera, en la calle. Después de un
abuelos y con Nelly en calzones contándonos cuentos a mi hermano y a mí. Ingenuos a su sensualidad, ignorantes de su belleza, ciegos a la monumental oportunidad de sexo que parece estar tan cerca cuando eres un niño al que de nada le sirve. Nelly piel bronceada, labios carnosos, voz suave, modos bruscos y cariñosos. Solo te recuerdo acostada junto a nosotros en calzones, contándonos unos cuentos absurdos de un chancho que inflaban por el culo y volaba, un cuento contado en sureño. Nelly, tu recuerdo morirá conmigo, cuando me saquen de la cama, seco y enfermo y en pelotas. A unas dos cuadras vivía el Fernando. Era un poco mayor que nosotros y muy primitivo. Parecía un hombre con cara de niño. Hablaba un dialecto que a mi tío no le gustaba. Fernando nos estaba prohibido. Venía de una población callampa y vivía en el barrio, como de allegado decían. Pero aun así lo frecuentábamos. Se nos aparecía, como el demonio en la Biblia de la hermana
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LA CATEDRAL DEL MAÑANA
Debió ser el 77. Cercano a la muerte de Elvis, que como los Beatles, era de esos ídolos mundiales de los que ignoraba todo. Decía, 1977. Las mañanas del sábado en canal 7. Rex Humbard. Canciones en inglés, voces dobladas en algún lugar de Centroamérica. Rex era un cristiano,como un sacerdote, pero con terno. Los ojos caídos, papada. Rex tenía una familia numerosa. Hijos, hijas. Nietos, nietas. Sus nietas eran tan bonitas. Trajes largos, hasta el suelo. Melenas rubias o trigueñas agitadas por un viento suave, iluminadas por un generoso cielo sureño. Niñas rubias, angelicales. Se veían tan perfectas, tan cercanas al cielo. Los ángeles bajaban a admirarlas y copiarles el peinado. La familia de Rex Humbard cantaba. Todos de blanco, emergiendo
Rex Humbard era norteamericano. Norteamérica parecía amar a Rex. Y Rex declaraba su amor eterno a Norteamérica. Tierra bendita por el creador. Dios debía ser norteamericano. Un ser colosal que hace miles de años dormitaba en las rocallosas. Dios estaba en todas partes y en Norteamérica. Dios nos amaba a la distancia, a través de su creación. Las aves cantaban su nombre. El sol iluminaba todas las cosas salidas de su mano. Sus grandes, enormes manos. Alfarero colosal, alfa y omega. ¿Tenía esa barba? ¿Tenía siempre un triángulo sobre su cabeza? ¿Se hacía acompañar de una paloma blanca?
LA CATEDRAL DEL MAÑANA CÉSAR GABLER
LA CATEDRAL DEL MAÑANA THE CATHEDRAL OF TOMORROW CESAR GABLER, ©2014 DIBUJOS, PINTURAS, TEXTOS E ILUSTRACIONES de Cesar Gabler DRAWINGS, PAINTINGS, TEXTS AND ILLUSTRATIONS BY CESAR GABLER. Diseño / design Rodrigo Dueñas Santander Correción / Correction Carlos Reyes G. Producción / production Beatriz Salinas M. Impresión / Printed By EN ESTE LIBRO SE UTILIZARON LA TIPOGRAFÍAS ARQUITECTA Y TREND DE DANIEL HERNÁNDEZ Y PAULA NAZAL (LATINOTYPE.CL) THE FONTS USED IN THIS BOOK WERE ARQUITECTA AND TREND BY DANIEL HERNÁNDEZ AND PAULA NAZAL (LATINOTYPE.CL) Proyecto Financiado por Fondo de la Cultura y las Artes 2013 PROJECT FUNDED BY FONDO DE LA CULTURA Y LAS ARTES 2013 Una publicación de FEROCES EDITORES A FEROCES EDITORES PUBLICATION ©2015 REGISTRO DE PROPIEDAD Nº ISBN
AGRADECIMIENTOS A Paula, tu apoyo es tamaño catedral; a Espacio H y su directora Carolina Hoemann, amiga ; a Rodrigo Dueñas por su visión y diseño, al Fondart (gracias por favor concedido); a mis padres, por padres y buena onda; a mis hijos, los que leen y los que no; a los amigos y familia que fueron a la expo la Catedral del Mañana (los demás no se sientan, que también los quiero); a la ñuñoina plaza Toro Herrera en los 70, inspiración. A ustedes vaya lo mejor de este libro. ACKNOWLEDGEMENTS: TO PAULA, YOUR SUPPORT IS CATHEDRAL-SIZED; TO ESPACIO H AND ITS DIRECTOR, CAROLINA HOEMANN, FRIEND; TO RODRIGO DUEÑAS FOR HIS VISION AND DESIGN; TO FONDART (THANKS FOR THE FAVOR GRANTED); TO MY PARENTS, FOR BEING PARENTS AND FOR THEIR GOOD VIBES; TO MY CHILDREN, THOSE WHO READ AND THOSE WHO DON’T; TO THE FRIENDS AND FAMILY WHO ATTENDED THE EXHIBITION THE CATHEDRAL OF TOMORROW (THE REST OF YOU, DON’T GET UPSET, BECAUSE I LOVE YOU TOO); TO THE ÑUÑOAN PARK TORO HERRERA IN THE ‘70S, MY INSPIRATION. LET THE BEST OF THIS BOOK GO TO YOU.
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