Edición impresa. Martes 21 de abril de 2020

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12 ACCIÓN RESPONSABLE

Editorial El Heraldo MARTES / 21 / 04 / 2020 HERALDODEMEXICO.COM.MX

PANDEMIA DE DESINFORMACIÓN LILA ABED

¡Así no! A ningún lado llegamos divididos. Gobierno, sociedad y agentes productivos son los que construyen una arquitectura económica y social justa, que puede hacer progresar a un pueblo. ¡Nos hace falta un gran acuerdo!”

POLITÓLOGA E INTERNACIONALISTA @LILAABED

Ciertos medios de comunicación promuevn la idea de que el COVID-19 fue creado en un laboratorio chino

SALVADOR CERÓN ECONOMISTA @ACCRESPONSABLE

EL BUENO

● Un youtuber bueno. Coreano Vlogs, llamado Cristian, recorrió diversas zonas de la CDMX para regalar dinero y tarjetas de despensa a las personas que no pueden quedarse en casa.

EL MALO

● Rompiendo una vez más la cuarentena en Brasil, el presidente Jair Bolsonaro salió a arengar a un grupo de al menos 600 manifestantes que piden una intervención militar y el cierre del Congreso.

LA FEA

● A menos de una semana de que Rocío Nahle, secretaria de Energía, presumiera que le habían dado aplausos en la cumbre de la OPEP, la mezcla mexicana de petróleo se desplomó.

ELECCIONES Y DERECHO A LA SALUD DANIA PAOLA RAVEL CUEVAS CONSEJERA ELECTORAL @DANIARAVEL

La resolución del INE de suspender temporalmente las elecciones en Coahuila e Hidalgo representó un reto

“La garantía del derecho a la salud impacta en los derechos político-electorales, pues el primero salvaguarda la vida y bienestar de las personas”.

Todas las autoridades están obligadas a promover, respetar, proteger y garantizar, desde sus atribuciones, el pleno y libre ejercicio de los derechos humanos de todas las personas, atendiendo los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad. Ambos principios suponen relaciones de horizontalidad, es decir, un derecho no es más importante que otro; no se relacionan jerárquicamente, sino que se complementan porque dependen mutuamente de otros para su existencia y pleno ejercicio. En este sentido, la resolución del INE, a través de la cual se adoptó la medida inédita de suspender temporalmente los procesos electorales de Coahuila e Hidalgo, representó un reto, pues era indispensable garantizar tanto el derecho humano a la salud como los político-electorales, asegurando la menor injerencia en los últimos y la mayor protección para las personas, de conformidad con el parámetro de regularidad constitucional. Para ello se realizó un ejercicio de ponderación e interpretación armónica de ambos derechos, considerando su contenido esencial. De acuerdo con la OMS, la salud es “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”; por otro lado, el

Pacto Internacional de los Derechos Económicos Sociales y Culturales establece que su más alto disfrute implica tanto el acceso a determinadas acciones o prestaciones estatales como la generación de medidas para asegurar su plena efectividad. En la resolución se concluye que la garantía del derecho a la salud impacta en los derechos político-electorales, pues el primero salvaguarda la vida y bienestar de las personas, condiciones fundamentales para el pleno ejercicio de los segundos. Así, una medida de este calibre, en el contexto actual, es idónea porque contribuye a la obtención de un fin constitucionalmente legítimo: la garantía del derecho a la salud de las personas en las entidades en las que se desarrollan los procesos electorales locales; es necesaria dado que no existe otra que permita hacer frente efectivamente a la grave amenaza para la salud que supone la pandemia y que coadyuve con las medidas emitidas por las autoridades sanitarias; y es proporcional porque favorece el derecho a la salud, además, no implica una afectación a los derechos político-electorales, por el contrario, permitirá que se ejerzan libremente una vez superada la contingencia. La realización de las elecciones en los plazos previstos es esencial en los sistemas democráticos y solo una situación extraordinaria como la que vivimos justifica la decisión adoptada, pero siempre ajustándose a los controles constitucionales y con el pleno consenso de todos los actores políticos, que resulta tan necesario en tiempos de crisis como el que actualmente atraviesa el mundo.

“A la par, la Casa Blanca abre una investigación contra la OMS por aplaudir el plan de acción que implementó el Partido Comunista de China”.

Ni siquiera una de las crisis de salud pública más potente de la historia moderna puede detener la rivalidad y los intereses políticos entre potencias mundiales. Se esperaría que durante una época tan difícil como la que enfrenta el sistema global, los países se juntaran para unir fuerzas y recursos para abatir al enemigo que comparten. Sin embargo, conforme van incrementando los casos y fallecimientos por el nuevo coronavirus, los señalamientos de culpabilidad y las tensiones entre China y Estados Unidos cada vez son más pronunciadas. Lo que al inicio parecía otra estrategia mediática de Donald Trump al ponerle el virus chino al COVID-19, la cual causó una respuesta igual de infantil por parte del gigante asiático, identificando al ejército estadounidense como el portador original del virus, se ha convertido en una lucha peligrosa y delicada que puede escalar rápidamente y causar consecuencias graves. Lo que en un momento se descartó como una teoría de la conspiración, en las últimas semanas, dentro de la esfera política más alta del gobierno estadounidense se cuestiona no solamente la credibilidad de las cifras que emitió China sobre los casos registrados, si no que también escarban sobre la posibilidad de que la enfermedad haya sido elaborada en uno de los laboratorios biológicos más sofisticados del mundo, el Instituto de Virología de Wuhan. Aun cuando no hay suficiente evidencia para sostener esta hipótesis, secretarios de Estado, miembros del Congreso y ciertos medios de comunicación estadounidenses promuevan la idea de que el coronavirus es un arma biológica creada en un laboratorio chino. A la par, la Casa Blanca abre una investigación en contra de la Organización Mundial de la Salud por aplaudir el plan de acción que implementó el Partido Comunista de China ante el brote que sufrió en su país. El mandatario estadounidense se encuentra envuelto en una crisis de salud pública que, por no atender a tiempo, se le ha salido completamente de control. Estados Unidos se ha convertido en el país con más casos registrados de coronavirus a nivel internacional y su economía, de acuerdo con el reporte del Fondo Monetario Internacional (FMI), se contraerá 5.9 por ciento al cierre de este año. A Trump le urge reactivar el sector productivo de su país, dado que el crecimiento económico es uno de los grandes aciertos de su plataforma política hacia las elecciones presidenciales de noviembre. Entonces, no debe de sorprendernos que busque chivos expiatorios para deslindarse de la afectación que ha tenido esta pandemia. Lo peligroso de este duelo es crear una ola de desinformación, teorías conspirativas y propaganda que poco a poco imposibilita separar la verdad de la mentira. Si bien es cierto que China maquilló sus cifras y no divulgó la información sobre el virus a tiempo, la realidad es que el mundo enfrenta una pandemia y no es momento para abrir otro frente de combate. Sembrar dudas de este tipo sólo generan desconfianza pública y pueden llegar a causar guerras devastadoras.


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