Los Impostores de este mes son: Estrella García, Aitor Aguirre, Á. Carrión Patricia Gonzalo de Jesús, Judith Pérez Mayo Natalia Zarco, Alfonso Brezmes, Gloria Torres Verónica Carracedo, Mª Ángelez Bazalo Pablo Retana y Beatriz Peñas Gracias por compartir vuestro tiempo y esfuerzo con nosotros Todos los contenidos están sujetos a leyes de derechos de autor, para más información visite www.elimpostor.com o escríbanos a info@elimpostor.com
Índice de Contenidos Entrevista a Guillermo Saccomanno Blackie Libros Impedimenta Tinta de Calamar Veintisiete Letras Melusina Entrevista a Xavi Menós Good Bye Lenin! Indefenso (Naked) Entrevista a Gillermo Rayo La Bien Querida Entrevista a El Palacio de Linares Richard Hawley Olga Simón
EDITORIAL
Si quieres hacerlo, hazlo. Esa es la consigna de los valientes y de los audaces. Existe toda una industria cultural independiente que queremos reivindicar desde las páginas de El Impostor, como ya hicimos con la cultura de los márgenes. En este número hacemos protagonistas a artistas o empresas de escaso personal, con pocos recursos, siempre propios, que apuestan por un producto en el que creen y en el que se embarcan. A veces hay suerte, después de mucho trabajo y de no pocas tormentas, y se consiguen objetivos, con orgullo por el trabajo bien hecho y con placer al dedicar esfuerzo e ilusión a lo que les apasiona, la cultura. Esa suerte consiste en llegar a ese desconocido GRAN PÚBLICO. El Impostor, fanzine que vive de la ilusión, continúa mostrando el trabajo de grandes fotógrafos, en este caso se enorgullece de presentar en exclusiva nuestra octava entrega a la fotógrafa Olga Simón, que nos invita a su Jardín Polar, un territorio íntimo y helado donde perderse. Este mes entrevistamos a Guillermo Saccomanno, autor de la novela El oficinista, de la que ya hablamos en nuestro anterior número. También hablamos con uno de nuestros talentos jóvenes en el extranjero, Xavi Menós, que nos habla desde Nueva York de su emocionante documental El Héroe. Guillermo Rayo, músico y presentador nos habla de su último
disco, Adicciones, una propuesta fresca y divertida que nos parece muy interesante. Entrevistamos también a El Palacio de Linares, pioneros representantes del Ghost Pop. Blackie Books, Impedimenta, Melusina, Tinta del Calamar o Veintisiete letras forman parte del grupo de pequeñas editoriales españolas que están dando mucho que hablar, y os animamos a conocerlas en nuestra sección de libros. La sección de música la completan propuestas tan estimulantes como La Bien Querida y Richard Hawley. En cine recordamos esa rara joya que es Good bye Lenin! y hacemos un guiño a Cameo, y a su espectacular B-Side Collection, un regalo para cualquier cinéfilo que se precie, en particular Indefenso (Naked), la primera obra maestra de Mike Leigh. Eso es todo, esperamos que disfruten este octavo número de El Impostor. Una vez más queremos daros las gracias por vuestro apoyo incondicional, nos anima a seguir adelante en esta quimérica aventura.
© 2010, El Impostor
Entrevista a Guillermo Saccomanno, por Patricia Gonzalo de Jesús y Judith Pérez Mayo Los impostores sabemos que existen almas extemporáneas, tan sólo hay que saber encontrarlas. Una flapper salida de una de las fiestas del Gran Gatsby que atisba en un vagón de metro, parapetada tras un libro, mientras balancea rítmicamente un pie sobre su cruce de piernas. Un fotógrafo de guerra que estaría siguiendo a una unidad de las Brigadas Internacionales, Leica en ristre, de no ser porque se interponen unas cuantas décadas de diferencia y el mostrador de una biblioteca... Nosotros supimos que habíamos encontrado a otra nada más avistar a Guillermo Saccomanno junto a la barra del café del Hotel de las Letras. Nos lo decían una mirada perdida en la infinitud de la estepa rusa (que ya sospechábamos tras leer El oficinista) y un rostro que vagabundea por el Chicago de Nelson Algren mirando de reojo al Yoknapatawpha de William Faulkner (cosa que no sospechábamos en absoluto).
siasmo que provocó. Pero además de sorprenderme, debo reconocerlo sin vanidad, y a la vez con el narcisismo correspondiente, me dio como una sensación de «¡Guau!, qué premio me gané», porque creo que tal vez es uno de los premios de más relevancia en lo relativo a literatura. Hay otros premios que tienen que ver con el mercado, con el márketing, con la venta... No digo que a mí, como escritor, no me importe que mis libros circulen, pero creo que hay un privilegio de lo literario en este premio, ¿no?
–Antes de nada queremos decirle que nos ha encantado el libro. Sobre todo a mí (Patricia). –¡¿Cómo que sobre todo a ti?! (Judith. Risas). –Ah, entonces hablo dirigido sólo a vos (Saccomanno a Patricia. Más risas). –No, no, es que he encontrado en la novela cierta rusofilia oculta... así que me lo he pasado muy bien leyéndola. Hablamos de la especialidad de Patricia y los ojos abismados de Saccomanno empiezan a iluminarse. La entrevista, lo sabemos desde ese momento, será una charla sobre literatura, filias y fobias. –¡La locura eslava! –dice Saccomanno–. Esta todo ahí, en ese libro. Yo no inventé nada. P.: ¿Le ha sorprendido ganar el Premio Biblioteca Breve y, sobre todo, con comentarios tan elogiosos por parte del jurado? ¿Lo esperaba? R.: Sí, me sorprendió, me sorprendió el entu-
P.: Hombre, sólo con la nómina de ganadores... R.: Sí. Especialmente cuando pienso en mis dieciséis años, en lo que significaban los libros de Carlos Fuentes, Vargas Llosa, Cabrera Infante, Juan Marsé... Toda esa literatura que nos llegaba, más o menos en la época del boom. Es decir, entrar en este catálogo no es entrar en un catálogo, sino en un estante de la biblioteca. Yo lo miro así. Sí, bueno, es un premio gordo.
P.: Menéndez Salmón escribió en una reseña de la revista Mercurio que su novela podría titularse Una soledad rusa. Además, en todos los medios se menciona constantemente, al hablar de ella, a Gógol, Dostoievskii... R.: La influencias literarias, para aquél que es lector, creo que están a la vista. Para aquel que no es lector... bueno, está la novela. La novela, quizá, puede funcionar como una introducción a la novela rusa de lengua hispana o del Río de la Plata. Esta novela tiene varias versiones. Mientras la escribía, trabajaba en varios artículos. Recuerdo uno sobre lo que significa la literatura rusa, sobre la importancia que tiene, no sólo en lo literario y en lo estilístico, sino también en lo político. Y además, cómo es una literatura que a nosotros nos llega pésimamente traducida, porque la literatura rusa, tal como yo la leí de chico, la leí en ediciones de Sopena, de Calleja, en ediciones españolas que parecían escritas por Pereda... Versiones del francés. Y seguramente alguna traducción habrá llegado de manos de Constance Garnett, que era traductora de literatura rusa al inglés. ¿Cómo una literatura puede traspasar la barrera del idioma? Ésta es una pregunta que uno se hace en estos tiempos, donde tanta literatura está como estandarizada. Tengo la sensación de que entrás en una librería y tomás tres o cuatro libros, no importa el género, y parecen todos escritos por el mismo autor. No sé si por obra de los traductores o por obra de los autores, que se esfuerzan por ser traducidos más que por ser leídos en su propio idioma. Porque, además, en la literatura rusa hay otro condicionante que me parece importante, es decir, los rusos del siglo xix arrastran el problema de la identidad: ¿somos europeos o somos eslavos? ¿Somos Asia o somos Europa? Esto está claro en las polémicas que desata Bielinskii, después sigue con Turguéniev y su pelea con Dostoievskii, y luego, cuando estas preguntas se las reformula Tolstói, se tiene que ir a Guerra y Paz. Cuando te hablaba de que lo político también importa, creo que hay otra literatura, la norteamericana, que a mí me marcó mucho y que gira en torno a una problemática parecida. No es lo mismo el tipo que vive en Seattle que el tipo que vive en el Deep South. No debe de
ser lo mismo el que vive en Miami que el que vive en el Middle West. No es lo mismo el tipo de Carolina del Norte que el tipo de la frontera, en Tucson, en El Paso. Son países que siguen arrastrando la problemática de cuál es la unidad nacional. A nosotros los argentinos nos pasa también que, por tener una geografía tan amplia, no es lo mismo el habitante de la Rioja, que tiene acento, donde la lengua se conserva mucho más castiza, en el norte de Argentina, que el del Río de la Plata, donde se utiliza prácticamente una lengua neutra, o el de la Patagonia, donde casi no hay acento. Y, además, ¿qué es ser argentino?: nos comportamos como italianos, pero hablamos español, queremos vestir como ingleses, pero en lo cultural nos sentimos franceses... ¡Carajo! ¿Cuál es la identidad nacional? La literatura rusa significa eso para mí. Tiene esa importancia, más allá de la problemática existencial y de sentir que Dostoievskii anticipa a Kierkegaard, anticipa a Nietzsche; de hecho, al propio Nietzsche no le es ajeno en términos filosóficos. Hay algo de anticipación, de videncia. Porque son videntes estos rusos... Todo esto lo digo para que me inviten a Rusia, y es que no hay nunca un ruso por acá, escuchándome. ¿El embajador ruso dónde está? (Risas). P.: Yo he sentido que hay un juego en el personaje, en ese oficinista, que comienza con un guiño al Capote de Gógol, con ese sobretodo absolutamente desastrado, que comienza como un personaje totalmente insignificante, insignificante en el sentido en el que lo concibe Gógol... Sin embargo, al avanzar la novela, uno percibe que hay un peso mayor de Dostoievskii... R: Memorias del subsuelo... P.: Yo lo he visto más como un Raskólnikov, como una persona que está constantemente elucubrando y que, por una parte, tiene un sentimiento moral que le hace sentirse superior a los demás, pero, a la vez, es igual de cínico... R.: Yo creo que está más cerca de Memorias del subsuelo, que comienza: «Soy un hombre malvado...». No recuerdo como es la frase [«Soy un enfermo. Soy un malvado. Soy un
hombre desagradable»]. Y además hay cierto placer en la abyección, en la canallada. Ahora terminé de leer por tercera vez Los hermanos Karamázov... y me caí de culo. A mí, en el diario en el que colaboro, me cargan con todos los rusos; cada vez que aparece un ruso me lo tiran a mí. Hace unos años sacó [el diario] todo Dostoievskii y a mí me tocó prologar tres o cuatro libros; yo estaba feliz y contento: me había librado de toda la literatura contemporánea y estaba en mi salsa. La fuerza de la literatura rusa o la novela norteamericana... ¿Cuántas novelas hay como Crimen y castigo o como Moby Dick? Algo se perdió con la modernidad. Hay una especie de miedo a la intensidad: seamos leves; no ofendamos. Tratemos de que el bien triunfe y si no triunfa hagamos un como si... La literatura rusa no te da respiro. Mi último descubrimiento fue Vasilii Grossman, hace dos años, y también me desnucó. Y cómo comienza: con una discusión entre los prisioneros de Treblinka. Lo que hace es analizar Treblinka para dar cuenta de los gulags. P.: Hay en sus libros una ambigüedad moral. Ningún personaje es totalmente bueno ni totalmente malo... R.: Eso es fantástico. P.: Aparte de los rusos y de Roberto Arlt, también noto una influencia de los autores latinoamericanos anteriores al boom, incluso el terror de Quiroga, aunque no se parezca en lo rural... R.: Sí, yo creo que hay más de Arlt, que para mí es un autor paradigma, que me vuelve siempre. Para los argentinos hay dos marcas muy potentes, más allá de Puig, que son Borges y Arlt, que en mi opinión son complementarios. No creo en esa antinomia que se formula y que se vive casi como si fuera el Barça y el Madrid o el Bocca y el River. Son complementarios. Están esas marcas. P.: Nos ha sorprendido que se hable de esta novela como antiutópica o futurista cuando, desde nuestro punto de vista, es tremendamente real... Como una píldora reconcentrada de realidad...
R.: Yo creo que futurista no es. Y creo que esa concentración viene de mi experiencia en el cómic, esa cosa noir... Sin embargo, por otro lado, todo son elementos de la realidad. Los helicópteros los tenés en toda gran ciudad cada tanto sobrevolando, los faros de noche... P.: Faltan los perros clonados, por lo demás... R.: Sí, pero en cualquier momento aparecen porque se están haciendo pruebas genéticas. Te estás comiendo un pollo clonado todos los días. No es tan extraño lo que yo cuento. P.: No nos parece tan irreal, sino más bien hiperbólico... Coges hoy cualquier periódico y ves justo eso, precisamente ahora, aquí... R.: Los españoles viven ahora lo que vivimos los argentinos cíclicamente. El paro... ¿Qué va a pasar mañana con mi vida, con mis hijos, con mi sustento? Cuando uno escribe no puede hacerlo aislado de la realidad. No puede escribir al margen del contexto y opino que, por eso, los textos deben ser fechados. Y en esto creo, volviendo otra vez al principio, que si la literatura rusa sigue vigente es porque tiene que ver con su
tiempo. Data su tiempo. Y al datar su tiempo data el nuestro. Dostoievskii parece que nos está escribiendo hoy a nosotros. Cuando vuelva a Buenos Aires tengo para comentar los Cuentos fantásticos, de Turguéniev (Adriana Hidalgo editora), así que estoy esperando.... Y de acá me llevo el último de Vasilii Grossman, ¿lo has leído? P.: No, pero conozco a la traductora [Marta Rebón]... R.: ¡Qué maravilla! Le mandás toda mi veneración. Decíle que la admiro. Su traducción tiene algo como de neutralidad y de falta de acento que lo hace muy legible...
P.: Nos recuerda a una frase que dice el oficinista: «No se puede pensar en las víctimas todo el tiempo si quieres seguir viviendo». R.: Iván Karamázov dice: «Se puede amar al prójimo sólo a distancia», y eso se acerca a la verdad. También se dice en esa novela: «¿Y si Dios no existe, entonces está todo permitido?». Me parece que lo que pasa en este libro es que Dios no existe, de modo que la responsabilidad queda en el sujeto, no en Dios. Porque la idea de Dios te libra de responsabilidad. Si Dios existe puedes fastidiar a tu mejor amigo porque total... obtendrás el perdón. P.: Hay una redención en algún lado, ¿no?
P.: La potencia visual de la novela, ¿tiene que ver con su faceta de guionista de cómics? R.: Bueno, yo trabajé, y trabajo todavía, como guionista de cómics. Mi generación creció con el cine y con los cómics y yo creo que «se pega» algo de eso. Aunque ésta es una marca peligrosa porque corres el riesgo de contar más fácil y, a veces, eso se te vuelve en contra. Sí, hay una preocupación por lo visual. P.: ¿Y cuáles son esas referencias cinematográficas? R.: En realidad, hay varias películas: Brazil, Alien, Blade Runner, Doce monos, 2046... Pero creo que la que más ha influido es El proceso de Orson Welles. P.: La novela negra es otra de sus influencias... R.: Bueno, sí. A mí la novela negra que más me interesa, si bien tengo un gran respeto por escritores como Chandler o Hammett, es la literatura negra del no detective, como puede ser la de Jim Thompson, con esos personajes perdedores. Los perdedores son siempre más interesantes que los héroes, aun cuando cometan canalladas; y los malvados son más interesantes que los buenos. No hay nada más aburrido que un bueno: no tienen contradicciones. En cambio los perdedores y los malos son contradictorios.
R.: Exacto. Es curioso, porque Dostoievskii, que es cristiano, pone en tela de juicio la idea de Dios todo el tiempo. P.: En realidad era un voluntarista. Todos sus personajes lo son. R.: Sí, sí, sin duda. Se propone cambiar el mundo una y otra vez. Yo creo que con Los poseidos se anticipa a todos los movimientos revolucionarios del siglo xx, al grado de fundamentalismo, de dogmatismo, que hay que tener para hacer una revolución. Porque no podés hacer una revolución si no sós dogmático. En Los hermanos Karamázov también se dice que los más peligrosos son los socialistas cristianos, porque tienen una fe. Cuidáte del que tiene fe. P.: En realidad, aquí, en El oficinista, no hay ninguna ideología, ¿no?. La responsabilidad de nuestro comportamiento, de quién somos, recae totalmente sobre el individuo. Esto está relacionado con otra de las frases que habíamos apuntado: «No es la diferencia entre lo que fuimos y lo que somos lo que nos abisma, piensa, es la pereza con que nos abandonamos a la degradación». R.: ¡Ay! Qué bueno que está eso. ¿Lo escribí yo? (Risas). Yo sonrío, pero soy poco optimista.
P.: Hablando de búsqueda de redención, otra de las cosas que nos ha sorprendido en la novela es lo dostoievskiano que es el concepto del amor en ella. R.: Claro, acá está Nastasia Filíppovna de El idiota. Pero creo que, a diferencia de los personajes de Dostoievskii, tal vez porque estamos en otro tiempo, en mi novela no hay búsqueda de pureza. Se le da mucho crédito a lo que es el amor, pero no hay amor; en todo caso el amor es algo encubridor que nombra lo que no se quiere nombrar: el deseo o la voluntad de trepar socialmente. Porque en el libro el que no quiere huir quiere trepar socialmente.
tipo que se queda en el paro y ve un comercial de Porsche, y su mujer ve todas las ofertas de Zara... P.: Y contra ese resentimiento los medios crean una atmósfera de miedo que, en el fondo, sirve como control social, ¿no? R.: Absolutamente. Y eso tiene que ver de nuevo con la idea de Dostoievskii del vasallaje, del sometimiento y la humillación. P.: Y con la que se nos viene ahora encima... ¿cómo ve el sistema capitalista actual? R.: Yo creo que tiene las décadas contadas.
P.: La verdad es que uno no sabe muy bien si el personaje se enamora o si se trata de una sublimación de su deseo, al que él quiere llamar amor. R.: Yo creo que él lo llama amor para quedar más fino, para acallar su conciencia y verse mejor en el espejo. Ella tampoco siente amor por el jefe. Y el jefe quiere estar con ella para tener hijos rubios, porque queda mejor que tener hijos teñidos. Son un desastre todos... P.: Quizás el único que se puede salvar es el compañero al que acusa el oficinista. R.: No, tampoco. A la que más quiero es a la novia pelirroja. La quiero porque vuela la estación de servicio. El compañero quiere ir a la Patagonia, que es un territorio mítico en Argentina, ya que durante mucho tiempo se lo consideró un territorio de purificación. Fue tanto la Siberia argentina, zona de castigo (Yo hice la mili en la Patagonia, voy con frecuencia. He estado en un penal hablando de literatura), como un lugar hippy al que se aplica una cierta idea de purificación, que tiene que ver con el ideal de la salvación personal... y que es falsa. Yo creo que si el oficinista es un hijo de puta, su compañero se hace el pelotudo. La que tiene la reacción más espontánea es la chica, al volar la estación de servicio. Aunque no hay una explicación racional, sí hay una explicación en ese acto: es por donde sale la bronca. Y es que en una sociedad donde no hay justicia, ¿qué se genera? Resentimiento. ¿Qué generan los medios? Resentimiento. El
P.: ¿Y eso nos va a hacer mejores o aún peores? R.: Ignoro si esto avanzará hacia Mad Max. Los escritores no hacemos futurología; lo que sí hacemos, y en ese sentido la literatura es poderosa, es ver con más claridad que los politólogos, que los columnistas especializados en política o en economía. Un escritor, si tiene que escribir una novela, para entender el desarrollo económico de una sociedad va a las páginas de policiales, que explican lo que no entendés de economía o de fenómenos bursátiles. Sólo con ver la cantidad de crímenes ya te das cuenta de cómo funciona una sociedad. Brecht decía que es más delito fundar un banco que robarlo; eso mismo se puede aplicar al sistema capitalista. Me parece que esto no da para mucho más. Conozco un poco Estados Unidos, y conocí el Sur profundo. No es gracioso ser blanco pobre; queda muy bien en las historias de Carson McCullers o de Faulkner, pero es trágico ser un blanco pobre. Sentís el miedo y el rechazo; sentís la división entre incluidos y excluidos, no ya la división de lucha de clases. Caminás por un barrio supuestamente residencial, donde no hay vallas entre un chalé y otro, pero no hay nadie, los chicos no salen a jugar al jardín; tenés la sensación de que detrás de cada ventana hay alguien apuntando con una escopeta. Y cuando vas de ruta, ves que se está construyendo un edificio monstruoso, preguntás y te dicen que es una cárcel. Estados Unidos tiene el mayor porcentaje de cárceles del planeta; tiene una
las sociedades carcelarias más fuertes... Por eso, cuando se envidia a Estados Unidos, cuando estos gobiernos nuestros miran con envidia hacia Estados Unidos... ¿Qué estamos envidiando? P.: Copiando lo peor. R.: Lo peor, porque cuando llega McDonald's, decís: «¡Qué bueno, vino McDonald's!»... En Argentina, cuando llegó, parecía que habíamos llegado al primer mundo. Sin embargo, McDonald's es la hamburguesa, pero también es el chico que llega a la escuela con una ametralladora y barre a sus compañeros. No podés aislar una cosa de la otra. Es la película de Michael Moore, Bowling for Columbine, o Elephant, de Gus van Sant. En Argentina ya pasó: un pibe llegó al colegio con dos pistolas y una granada... Pasa... Vivimos en un planeta en el que medio mundo muere de obesidad y de trastornos alimentarios y el otro medio se caga de hambre. Es una locura. A mí no me van a convencer de que en la masacre de Ruanda no tiene nada que ver Estados Unidos. En las Torres Gemelas hasta se llegó a pensar en un autoatentado... Y, ojo, que digo, y lo digo públicamente, que lo que más me hiela la sangre de los atentados contra las Torres Gemelas es haber experimentado un cierto sentimiento de beneplácito, ¿no? «Ahora les toca a ustedes». Y el que diga que no sintió eso miente. Volaba gente por los aires, las nubes, la declaración de Paul Auster, preocupado por su nena... Pero ¡no me rompan las pelotas! Esto hay que decirlo, porque, si no, somos hipócritas. Norman Mailer (o Chomsky, no recuerdo ahora) publicó un artículo donde decía «ahora los norteamericanos vamos a tener que preguntarnos por qué no somos queridos en el mundo». Esto no es la novela, pero es la novela. Tiene que ver con la doble moral, el doble discurso... P.: Al leerla, en algunos momentos nos ha venido a la cabeza Cormac MacCarthy y su novela La carretera... R.: No la leí. Lo detesto, a Cormac McCarthy. No me convence. Me parece un falso Faulkner. Como un mundo Marlboro, un decorado... Me parece como prestado, el mundo de Cormac McCarthy.
P.: Y de la literatura actual, ¿qué le interesa? R.: Bueno, me interesa el primer Paul Auster, hasta El palacio de la luna, La invención de la soledad. Depende mucho de los momentos. John Berger, Thomas Bernhard, Saul Bellow, Truman Capote, Carson McCullers, Flannery O'Connor. Determinados escritores policiales de novela negra, el primer James Ellroy... Los norteamericanos tienen una gran literatura. Los jóvenes escritores norteamericanos, cuando arrancan, se sientan y escriben ese cuento de «Papá me llevó a pescar», que es como «me llevó a cazar un oso». Y, después de eso, se sientan con la tarea de escribir «la gran novela americana». Me parece buenísimo que lo intenten: ir de entrada hacia el fracaso, no con las pequeñas ilusiones de ir poco a poco, «una entrevista aquí y no paro hasta publicar en The New Yorker... ». No, son bestias narrativas. P.: ¿Y de la literatura en español? R.: He leído a Millás, a Marías. Vine en el avión terminando la última novela de VilaMatas... Sin embargo, me cuesta abrir juicios, porque no tengo todavía una visión global. En las editoriales de habla hispana, como son multinacionales, del mismo modo que no distribuyen mis libros acá, no distribuyen los españoles allá. Ni distribuyen los míos en los países limítrofes, en Uruguay o en Chile; a lo mejor ahora, con esta novela, que tuvo su momentito de éxito... Pero estamos como incomunicados. Presenté a Ray Loriga en Argentina cuando fue a lanzar su primera novela. También presenté a Muñoz Molina cuando fue con Ardor guerrero; me parece un escritor serio. Me gusta, de Muñoz Molina, aquello que tiene de Onetti, pero no puedo hablar con autoridad. Sí he leído la literatura de Marsé, he leído a Benet, a Aldecoa... Me gustaban mucho. Pero hubo un momento en que se cortó la llegada de literatura española, creo que por razones políticas: nosotros tuvimos la dictadura y acá venía el exilio argentino. Juan Carlos Martini, que era editor de Bruguera, editó a Juan Madrid, a Andreu Martín. Yo soy amigo de Andreu, al que conocí en el 74, y de Juan Madrid. Lo conozco de cuando Juan vino a Argentina, de cuando yo estuve acá...
Es un conocimiento parcial el que tengo. Es como si me preguntaras por la literatura colombiana: he leído a García Márquez, pero seguro que por ahí hay alguno que le moja la oreja a García Márquez y yo no lo conozco. La literatura mexicana: llegamos hasta Rulfo y después de Rulfo no llegó más nada a Argentina; algo de Volpi y poco más.... Y ojo, peor aún, hay cincuenta argentinos que publican acá, como Argemí, un escritor de policial, que no ha sido editado en Argentina. Él ha publicado acá, acá gana premios de literatura negra, ha sido invitado a Francia, ha sido traducido en Gallimard en «Série noir»... y no se le conoce en Argentina. La literatura chilena... Bueno, Bolaño, que es tal vez el fenómeno más interesante de todo lo que haya pasado últimamente en habla hispana, incluso en la literatura argentina, porque él miraba con mucha atención la literatura argentina. Me parece de lo mejor de los últimos años. Yo no lo conocía hasta que me introdujo en su obra Fresán, gran amigo suyo. Y creo que tienen puntos en común: la pasión por lo pop, por los géneros populares, lo policial, el cine, el rock, Bob Dylan...
La entrevista oficial finaliza, pero la conversación continúa un rato zigzagueando sobre el escurridizo hielo de la literatura rusa y sus traducciones, un poco como el trineo de Chíchikov en Almas muertas. Tan sólo la interrumpe la urgencia de conseguir una de las novelas de R. Menéndez Salmón, por lo que Saccomanno se apresura a la librería más cercana. Por qué será que no nos sorprende... Si las almas extemporáneas tienden a toparse unas con otras con una frecuencia que es excesiva para considerarla mera casualidad, el caso de las dostoievskianas es especialmente agudo...
© 2010, Patricia Gonzalo de Jesús y Judith Pérez Mayo © Fotografía 1 de Guillermo Saccomanno de Judith Pérez Mayo
Blackie Books Werner Herzog o la gravedad vulnerada Un comentario fuera de lugar, autoentrevista, una entrevista imposible y una reseña inútil El comentario fuera de lugar Me gustan las fajas extensibles. No es lo que ustedes piensan. No. Es esa cosa horizontal que abraza las cubiertas de los libros de forma algo hiriente, con el pretexto de que los ojos de los potenciales compradores lean su gritito mudo: “cómprenme”... y que suele acabar en el cubo de la basura. Por eso, por esa perversión confesable, no pude resistirme al guiño de esta pequeña editorial de reciente aparición, Blackie Books, al abrir el libro que elegí (Conquista de lo inútil, de Werner Herzog) al hilo de la entrevista que debía hacer a su editor. En efecto: al desplegarla, la dichosa faja se convirtió en una declaración de amor: de amor a los detalles, al buen gusto, al capricho. Allí, en su interior, había un mapa: el del itinerario que luego seguiría el personaje del libro que habríamos de leer: sí, ¡un mapa! Con lo que siempre me han gustado, aunque sólo se trate de un viaje inmóvil, el de la lectura. Pero no sólo eso: había dibujos, dibujitos… Y letras, letritas..., que componían palabras, palabritas...: divertidas, caprichosas, originales, y una jugosa selección de frases del autor invitando a la lectura mejor que cualquier consabido texto auto-exultatorio a que las contraportadas tradicionales nos tienen vengativamente acostumbrados. Lo mejor no acababa ahí: las cubiertas eran de un cartoné generoso y con un huecograbado en el que se adivinaba una jungla, un barco atravesándola, palmeras, lianas, qué sé yo... Madre mía qué despropósito para un explorador en paro como éste que esto escribe... La entrevista "imposible" Nota previa: Remitida la entrevista al resuelto y joven editor (Jan Martí, Blackie Books), éste no contestó a tiempo para la edición de este número de El Impostor, por lo cual yo, Alfonso Brezmes, en plena posesión de mis facultades mentales (al menos de todas las escasas que en su día me fueron otorgadas) he tomado la libérrima resolución de contestarme a mí mismo a mis propias preguntas. Tómese como
licencia poética y no se atribuyan, pues, las respuestas, al editor, sino a mi osada voluntad de permanencia y transgresión: Alfonso Brezmes: En su declaración de principios dicen llamar Blackie a «ese criterio, tan opaco que lo abarca todo, tan vago que se confunde, tan inmediato que se nutre de instantes, trocitos, y sobre todo, de mezclas imposibles ”que serviría de "filtro amoroso" entre el lector y sus gustos de ustedes. Desbroce esta selva, por favor... Editor (A.B.bis): Pues mire usted por dónde que no sabría responderle con exactitud. Nosotros apelamos a lo indefinido como sello de la casa. Luego, allá el personal se las entienda... A.B.: Editorial independiente. Defina “independiente”. A.B. Bis: Independiente es aquello que sólo depende de sí mismo para sostenerse. Así las cosas, somos independientes porque cuando nos levantamos por las mañanas sólo nos encomendamos a la ley de la gravedad para enderezar el rumbo de nuestros pasos. A.B. Mirando su catálogo editorial, corto pero jugoso hasta la fecha, dígame: ¿qué distancia hay de Los Simpson a un barco avazando hacia lo inútil; de un hombre con monóculo y tutú a la pesca de la trucha en América? (en buena hora hice yo esta pregunta, ahora a ver cómo salgo de ésta) A.B. Bis: La misma distancia que va de la mesilla de noche a La filosofía en el tocador. O que de un tigre real a un verso de Blake, o de Borges, por decir algo. A.B: “Editar es casi un acto de amor”, leo por ahí que ha dicho. Y de sexo ¿cómo andamos….? A.B. Bis: Me alegra que me haga esa pregunta. Seguro que mucho mejor que usted, que parece falto de riego...
A.B. Bis: Me alegra que me haga esa pregunta. Seguro que mucho mejor que usted, que parece falto de riego... A.B.: Pues entonces, al menos dígame qué música pincha usted para que el recopilatorio final suene bien, Mr. Selector. A.B. Bis: A usted se lo voy a decir... Pues mire, ahora mismo escucho Wade in the water, de Eva Cassidy. ¿por? A.B.: ¿Cómo no se definirían? A.B. Bis: No somos grandes, no pretendemos sustituir a nadie, nos gustan las cosas que nos gustan y mi perro se llama Blackie. A.B.: ¿Qué diferencia a Blackie Books de otras editoriales? (pregunta típica, lo siento, pero me pagan por intercalar de vez en cuando cosas coherentes…). A.B. Bis: Una mezcla de buen gusto al elegir, y de acierto al editar. Llámelo tutti frutti. A.B.: ¿Con qué les gustaría acariciarnos próximamente? ¿Con qué le gustaría que el destino editorial le acariciase? A.B. Bis: A la primera pregunta le diría que es usted un impertinente. Pero eso ya lo sabe, me temo. A la segunda, le diré que manejamos con cautela los derechos de edición de unas novelitas ejemplarizantes de un tal Cervantes. Cosita fina. A.B.: Es usted cantante de un grupo musical. ¿de qué modo influyen y confluyen ambos mundos, musical y literario, en el sello de esta editorial? A.B. Bis: De un modo “intenso”. A.B.: No se vaya, dígame algo bonito. Miéntame. Dígame que siempre ha estado esperando esta pregunta. A.B. Bis: Siempre he estado esperando esta pregunta. A.B.: ¿A cuántos libros ha olvidado? A.B. Bis: A tantos como puede usted recordar. A.B.: Para terminar: véndame algo… sin vendarme los ojos… A.B. Bis: Mire, justo ahora vamos a sacar un libro que aseguro que le va a gustar. Se titula “...” (falta al entrevistador información suficiente para auto-contestarse como le gustaría). A.B.: Gracias...
ÚLTIMA HORA ENTREVISTA A JAN MARTÍ POR JAN MARTÍ En su declaración de principios dicen llamar Blackie a “ese criterio, tan opaco que lo abarca todo, tan vago que se confunde, tan inmediato que se nutre de instantes, trocitos, y sobre todo, de mezclas imposibles”que serviría de "filtro amoroso" entre el lector y sus gustos de ustedes. Desbroce esta selva, por favor... Jan Martí: Nos gustan millones de cosas, algunas muchísimo, algunas casi infinito. También nos gusta mucho NO SABER POR QUÉ nos gustan algunas cosas y NO SABER QUÉ COSAS NOS GUSTARÁN. Y sobre todo, lo que más nos gusta y nos satisface es COMPARTIR lo que nos gusta. Lo primero que haces cuando escuchas una canción con la que has vibrado y con la que se te han desabrochado las entrañas (o algo así romántico y adolescente, ése es el poder de la música, ¿no?) es querer compartirla con alguien. Cuando tienes una gran idea (del tipo: “le pondré ruedas a mi perro viejo para que pasearlo sin esfuerzo”) lo primero que buscas es compartirla con alguien, o con el mundo. En Blackie Books se trata de eso, de entusiasmarnos por algo y quererlo compartir. Editorial independiente. Defina “independiente”… “Independiente” porque no es sucursal de nada ni está apadrinada por nadie. Y también porque pretende no depender de lo que se suele depender, de las modas, el mercado, bla bla. La idea inicial era FORRARNOS HACIENDO LO QUE NOS GUSTA Y COMPARTIÉNDOLO SIN DEPENDER DE NADA NI DE NADIE. Cuando estemos forrados compraremos Anagrama, el edificio de Planeta y todos los FNACs, y ficharemos a Chiquito de la Calzada, a Romario y al que hacía cálculos en 2 segundos de “Qué apostamos” para que estén al cargo. No puede fallar, no me lo nieguen.
Mirando su catálogo editorial, corto pero jugoso hasta la fecha, dígame: ¿qué distancia hay de Los Simpson a un barco avazando hacia lo inútil; de un hombre con monóculo y tutú a la pesca de la trucha en América? No es distancia, son reversos de lo mismo. A ver, un ejemplo: es como un calcetín mágico, que lo puedes poner al revés infinitamente. Lo pones del revés, y luego cuando creías que lo volvías a poner del derecho, en realidad has descubierto otro “revés”, y luego otro, y luego otro. Pues eso, es todo el mismo calcetín, hay profundidad, hay belleza, hay autenticidad, hay vida ahí, y no se acaba. “Editar es casi un acto de amor”, leo por ahí que ha dicho. Y de sexo ¿cómo andamos…? La relación entre la edición y el sexo no la veo muy clara. Pero nuestros libros no nos caben en un vaso de tubo. Qué mala, lo siento. ¿Qué diferencia a Blackie Books de otras editoriales? (pregunta típica, lo siento, pero me pagan por intercalar de vez en cuando cosas coherentes…). La indefinición inicial, lo suaves y bonitas que son nuestras cubiertas, y nuestra obsesión por romper con la obsesión de la novedad que reina en el mercado, y porque los libros duren y no se los lleve el viento del mercado. Y la convicción de que en nuestro calcetín caben y pueden convivir y ser íntimos amigos Jardiel Poncela y Jerry Rubin, Homer Simpson y Boris Izaguirre, Werner Herzog y Gómez de la Serna. Ojalá pudieran venir todos a la fiesta y acabar cantando juntos muy borrachos. ¿Con qué les gustaría acariciarnos próximamente? ¿Con qué le gustaría que el destino editorial le acariciase? Pronto llega Jardiel Poncela con mucha fuerza, con mano de hierro, con mano de santo, y pronto llega NUESTRO PRIMER AUTOR ESPAÑOL VIVO, que es un genio, un ídolo nuestro, alguien que da para todo un calcetín, de tantos reversos que alberga. Es usted cantante de un grupo musical. ¿de
qué modo influyen y confluyen ambos mundos, musical y literario, en el sello de esta editorial? Todo son ideas, cosas que se te ocurren, a veces se te ocurre un ritmo, a veces un título, a veces una melodía, y a veces un libro, está todo ahí, es bonito. No se vaya, dígame algo bonito. Miéntame. Dígame que siempre ha estado esperando esta pregunta. ¿Algo bonito? Mmm “Dos ositos en la nieve no se pueden resbalar // Dos amigos que se quieren no se pueden olvidar”. La rima me la dijo un niño mexicano en un avión. Los niños son horteras, y eso es tremendamente bonito. ¿A cuántos libros ha olvidado? Si respondo a esta pregunta caigo inevitablemente en una paradoja. Si los he olvidado, no los puedo recordar ahora. Para doja, con cariño, Jan. Para terminar: véndame algo…, sin vendarme los ojos… Conoce usted la cuerda de saltar sin cuerda? Gracias… No, gracias no, mi retraso es imperdonable!
La reseña inútil “¿El diablo llevará un cuaderno de bitácora?” W. H. La lectura del libro Conquista de lo inútil ha supuesto un descubrimiento, no tanto por su poder de seducción, cuanto por la sensación devastadora que su lectura deja en el navegante que se aventura entre su páginas. De entrada, un consejito: abstenerse timoratos y amantes de las emociones fuertes. No se trata de un libro de fácil lectura, ni siquiera ameno: va a ser que no. Más bien estamos ante un verdadero descenso a los infiernos en forma de diario de a bordo. Por fuera acontece la extraordinaria empresa de un romántico o un loco, la de un director de cine empeñado en llevar su empresa hasta las últimas consecuencias: subir un barco por un monte cruzando la selva del amazonas con equipo de rodaje y miles de extras incluidos. Por dentro, la náusea del que vive y suda y siente el absurdo de vivir... A la epopeya real que Werner Herzog hubo de sufrir en sus propias carnes y de la que este diario es fiel reflejo, ha de sumarse, como si de un juego de muñecas rusas se tratase, la de la trama contada en la propia película que se iba a filmar: porque el viaje que se narra tenía una finalidad última y extraña: Fitzcarraldo, película cuyo argumento protagoniza su vez un loco (el siempre alucinado y alucinante Klaus Kinski, trasunto acaso del director, el propio Herzog) que decide construir un teatro de ópera en plena selva amazónica. Para ello debe conseguir primero el dinero, y hace fortuna en el negocio del caucho. Por último, y para rizar el rizo del ensamblaje entre realidad y ficción, la película está basada en la historia real del comerciante cauchero peruano Carlos Fermín Fitzcarrald. Existe un documental sobre el rodaje de este largometraje, (Burden of Dreams); además, el documental de Herzog Mi enemigo íntimo abunda en la destructiva relación de director y actor durante el rodaje de Fitzcarraldo. Claudia Cardinale sirve en esta ocasión, -una vez más- de grato acompañamiento estético... “Se decía (circulaba el rumor por el vestíbulo del hotel) que los pechos de la Cardinale eran los más bellos del mundo, que aquello se había dictaminado en un juicio de ley”.
Tal es la mezcla de realidad y ficción en esta embrollada historia que no pude por menos de pegar un respingo cuando, a la mitad de la lectura del diario herzogiano, justo cuando Mike Jagger abandona el film para el que estaba haciendo el papel protagonista, y el atribulado director duda de qué actor elegir para sustituirle, me tropiezo con esta frase en su diario: “Me atrevería a hacerlo, porque mi proyecto y el de mi personaje se han vuelto idénticos”. No quiso el destino que el embrollo se consumase, pero convendrá conmigo el lector que, a los meros efectos hipotéticos, de haber encarnado Herzog el papel del cauchero loco, la chaladura se habría completado. Posiblemente cada lector es a la vez la suma de todas sus lecturas pasadas, y cada nuevo libro el reflejo y el poso de cuanto ya leyó. Dicho esto (y lo bien que me ha quedado) si una referencia resulta inevitable para el lector impuro al pasar estas páginas, para ese lector contaminado por el bagaje de la vida a lomos de los libros, es sin duda la de El corazón de las tinieblas, la epopeya alucinante de Joseph Conrad, libérrimamente llevada al cine por Coppola en su Apocalypse Now.
Late aquí, agazapado, el horror de la selva, de lo desconocido salvaje que habita en nosotros (“the horror, the horror”) y es ignorado. “La selva es obscena. Todo es pecaminoso, por eso el pecado en cuanto tal no llama la atención. Las voces de la jungla están calladas, nada se mueve, una ira indolente e inmóvil descansa sobre todas las cosas” (quizá la misma ira que le llevó a Herzog a filmar la impresionante “Aguirre o la cólera de Dios”). Quizás sólo alguien que se ha perdido en la locura de la selva es luego capaz de encontrarse allí afuera, en eso que llamamos, no sin cierta imprecisión, vida. “En la tranquilidad de la lluvia, el paisaje practica la sumisión. Una profunda respiración atraviesa la selva, todo está quieto. Los helechos, que habían mantenido escondidas sus tiernísimas puntas, se despliegan con vacilación. Plantas carnívoras que destilan grasa invitan a la ruina. Sobre la madera putrefacta, hongos resbaladizos, de pensamientos venenosos. Las penas de la selva parecen hoy menos agobiantes, pudrirse, descomponerse y dar a luz ha sido más fácil. La selva, que sólo existe en el presente, aunque desde luego está sujeta al tiempo, se
mantiene sin edad. Cualquier concepto de justicia es una contradicción en medio de todo eso.” Un libro que es muchos libros a la vez: el testimonio de un delirio lucidísimo; el encuentro de un hombre consigo mismo ante la soledad del mundo; la constatación de la jodida maravilla de vivir; un bestiario imperfecto donde criaturas fieras y plantas ignoradas por los botánicos harían las delicias de niños y mayores; un viaje hacia la nada a lo largo del curso de un río profundo; el de las palabras, el de las ideas, el de la locura de vivir. Un libro áspero como el amado mundo que nos acaricia primero y nos vomita después. Abstenerse, ya lo dije, temerosos de vivir. No encontrarán aquí belleza al uso, ni siquiera consuelo para la existencia. Tan sólo rastros de un animal bello y salvaje que se esconde en la maleza y del que solamente llegamos a intuir su escurridiza silueta. Y es que, más sutil pero más potente, lo que en realidad se esconde detrás de esta conquista aparentemente banal es el absurdo de la existencia. Vivir, al igual que atravesar la
aficionados, lo sé. Lo asumo. Pinche aquí quien quiera. Abandono el libro con un poso de lucidez y cierto equipaje de tristeza: la de saber que sólo nos es dado rozar la belleza, cual amante en una azotea, mas nunca poseerla; la de intuir que nos es dado el roce, no la posesión. Y que todo pasa, y nada es para siempre. Porque lo bello no es, como diría otro visionario, sino el comienzo de lo terrible.
© 2010, Alfonso Brezmes © Fotografía de W. Herzog, Corbi
selva arrastrando un barco entre montañas, es una empresa imposible, una aventura quijotesca que requiere una elevada dosis de ensoñación y un plus extra de coraje. Sólo quien es capaz de afrontar semejante despropósito puede asumir con valor la empresa de estar vivo y no morir en el intento. En diversos momentos del diario, la lucidez se hace presente, para iluminarnos: “A nadie le ha quedado claro por qué avanzábamos, pero avanzábamos porque avanzábamos”. Y la nave va… Y no preciso de otras palabras para explicarlo porque el propio Herzog ya sabía cómo decirlo: “He perdido el miedo a la idea de hacer pasar un barco enorme por encima de la montaña, aun cuando todo en este mundo aquejado de gravedad se pronuncia en contra”. He aquí una auténtica teoría de la levedad. Sí, porque todo es aún posible aunque, mis queridos lectores accidentales, todo parezca que se desmorona y que se hunde. Aunque en realidad todo se desmorone y se hunda... La torpeza de mis palabras hace que deba complementar con música la nostalgia que me invade al escribirlas, y que no pueda sino remitirme a esa música para que el lector comprenda lo que digo. Es un viejo truco de
Impedimenta La hija de Robert Poste Stella Gibbons tora es colaboradora en estas páginas impostoras, la señorita Patricia Gonzalo de Jesús). Y yo, personalmente, le debo a Redel la irrupción en mi vida de Flora Poste.
Impedimenta es una editorial que nació con vocación «de recuperar y redescubrir aquellas obras literarias esenciales para poder disfrutar de nuestro largo camino como lectores: obras que se lean, que se disfruten y que se guarden», como reza su página web. A juzgar por el catálogo que está construyendo va por el buen camino. Pero, y déjenme que sea frívola, que de vez en cuando me encanta, además de estar construyendo ese catálogo imprescindible, Impedimenta construye joyas. Libros bonitos, quiero decir. Libros de ésos que le sientan estupendamente bien a nuestras estanterías y con los que quedas como una reina cuando los regalas. Todo un lujo para los sentidos (no sólo visuales, que a algunos, ipads mediante, aún nos gusta olerlos y sé de alguno que hasta gusta de probarlos). Son libros hechos con amor. Y eso se nota. Y además, el señor Enrique Redel (su editor), me consta, disfruta construyendo. Desde luego, visto lo visto no parece que los libros redelianos sean una impedimenta para nadie. A Redel le debemos que se haya acordado de Soseki (que le valió el Premi Llibreter en 2008) o de Eudora Welty, Flaubert, Perec, Stendhal, Henry James... y de entre los autores del siglo XXI son más que interesantes las apuestas por Pilar Adón (sensacional su libro de cuentos) o el checo Kratochvil (cuya excelente -y juro que no es corporativismo- traduc-
Flora Poste es la protagonista de La hija de Robert Poste y puedo asegurarles que si irrumpe en sus vida se quedará con ustedes para siempre. ¿Recuerdan aquella Emma de Jane Austen, por ejemplo? Una joven caprichosa, mimada, enérgica (casi hasta el agotamiento del lector) y con un claro objetivo vital: arreglar la vida de todos los que la rodean. Porque Flora se sabe imprescindible para que los demás puedan ser felices y alcanzar sus objetivos... Los de la propia Flora, me refiero. Porque lo maravilloso que tiene Flora es que convence a todo el mundo de que ella sabe lo que necesitan. Y no parece que se equivoque. La hija de Robert Poste es una joven londinense, de buena familia que, tras quedar huérfana, y sin ningunas ganas de buscar un oficio, se ve obligada a vivir con su familia, los Stardakker, en una granja de Sussex, Cold Comfort Farm. El encuentro con los habitantes de la granja es hilarante de principio a fin. La señorita Poste está decidida a refinar las costumbres «rurales» de los suyos, lo que no le resultará sencillo. Además, tiene que lidiar con secretos familiares: ¿qué le hicieron en la granja al padre de Flora? ¿Qué es ese «algo sucio» que vio la tía Ada en la leñera?
Hay algunos momentos especialmente memorables, como el de la teoría del señor Myburg sobre la verdadera autoría de los libros de las hermanas Brontë, a las que describe como unas borrachas que le roban los manuscritos a su hermano Branwell. ¿No les parece fantástico? La propia autora, al comienzo del libro, comenta que ha querido escribir un libro «de humor» y se permite la licencia de marcar los párrafos a su juicio más divertidos. Las marcas son uno, dos o tres astericos, dependiendo si es menos o más divertido. De nuevo, brillante. Mención aparte merece la cuidada traducción de José C. Vales. Este libro es un sinfín de
juegos de palabras y giros idiomáticos que el traductor resuelve con ingenio y sin cargar el libro de notas al pie. Desde luego es una parte importante del éxito de esta deliciosa novela. Aunque la autora, Stella Gibbons (1902-1989), apenas nos sonaba en España hasta ahora, sí gozó de bastante popularidad en el Londres de la primera mitad del siglo pasado. Fue una mujer moderna y cosmopolita, que estudió y ejerció el periodismo y recibió elogios de la mismísima Virginia Woolf por sus poemas. Hasta han llegado a hacerse varias versiones cinematográficas de la novela que nos ocupa.
Yo les propongo que se den un capricho. Que se vayan a una librería, que compren este libro, que lo huelan (¡y hasta que lo prueben!), que se diviertan (que les aseguro que lo harán) y que luego coloquen el libro en una parte visible de la librería. Y, luego, me cuentan qué tal la experiencia.
© 2010, Judith Pérez Mayo © De la fotografía de S. Gibbons, HultonDeutsch Collection/CORBIS
Tinta de Calamar Editando a Peter Simple Memoria breve del nacimiento de un Calamar Parte I «Cae la tarde y parece que empieza a llover». En un receptáculo glacial cuatro grupos de aspirantes a no se sabe muy bien el qué, novatos recién llegados a La Tinta del Calamar Ediciones, esperamos ansiosos el reparto de los textos de la temporada. Han pasado varias semanas desde que el director de publicaciones nos congregara para presentarnos al grueso del equipo: Simon & Garfunkel, expertos en marketing y comunicación, auténticos ases a la hora de vender un producto siguiendo la táctica Mrs. Robinson, dos pares de «ojos amables, miradas amables» para los libreros, no hay recurso mejor; Ponme Pantone, genio del diseño, implacable en razonamientos estéticos y en el manejo de la lupa cuenta hilos; y al frente de la producción, encargada de coordinar los proyectos y de supervisar cada discusión «quítame de ahí esa coma», la Malasañera. Apenas hemos tenido quince días para familiarizarnos con el lugar de trabajo y su equipamiento: mesa y ordenador con Microsoft Word. Así como las herramientas básicas: bolígrafo de punta fina y tinta roja para corrección ortotipográfica, un fluorescente para nombres propios, y lápiz para «sugerencias» de estilo. Ha sido duro pero estamos listos. Al fin, la Malasañera anuncia los títulos: Historia de un hombre de pueblo, escrita por Erckmann y Chatrian, Los idilios del Rey de Alfred Tennyson, La herencia de los Corston por Frederick Marryat, y la primera aventura del Rey Misterio, El poder de las tinieblas de Gaston Leroux… «Pues muy bien», pensamos al unísono. Ahora a repartirlos. Las preferencias explotan en un griterío de argumentos, prejuicios, retahílas de conveniencias, todos queremos a Tennyson y sus leyendas artúricas —el del Rey Arturo es el único nombre familiar que
hemos oído en toda la tarde—, vuelan menosprecios, reproches, sillas… un grupo cede, se queda con Leroux (acaban de descubrir vía Google que es el autor de El Fantasma de la Ópera, panda de «espabilaos»). Sigue el ruido. Unos minutos más tarde el equipo de las chicas diplomáticas accede a ocuparse del otro texto francés por pura coherencia con sus reivindicaciones pacifistas. Solo quedamos dos. «Las nubes relampaguean». La Chilena y su grupo rezuman un cierto aire de suficiencia. ¿Será por eso que se oye de que comparten algún que otro vicio con la de Malasaña? Aún así persistimos. Esquivamos a derecha, esquivamos a izquierda y logramos que el asunto quede en tablas. Una moneda decidirá. ¿Dedicaremos cada lectura, cada pensamiento literario de cada día de los próximos seis meses a los idilios del Rey o a la herencia de los Corston? La moneda asciende helicoidal. Romanticismo o pragmática, amores o dineros. Se escabulle de entre un par de manos y echa a rodar hasta quedar aplastada por el piececito de la Señorita Katrina, mano derecha, oreja zurda e imagen benigna de cada idea y práctica intoxicada de la malvada chilena. Diecisiete cabezas se arremolinan sobre el botín de la Señorita. Palpitaciones en las sienes, sudores fríos cuando el zapato desaparece y queda dictada sentencia: de bruces al suelo como un yunque caemos vencidas, perdimos al Rey mientras todos se contagian de la alegría de quienes lo conquistaron uniéndose a la conga improvisada que lidera la Chilena para celebrar, malasañera incluida. ¡Maldita sea! La herencia de los Corston se titula la novelita de la que Pedro-soy-tan-lelo-e-inocente-quedurante-trescientas-páginas-todo-el-mundo-vaa-tomarme-el-pelo es el protagonista. Aventuras marítimas y trapicheos familiares. Irresistible.
Sin tiempo para llantos, una vez asignados los textos, toca enfocar nuestros ojos hacia el almanaque. Recordamos ahora cómo, semanas antes, durante las primeras jornadas de presentación y adoctrinamiento se nos dieron a conocer los plazos en los que edición, producción, marketing y communication debían coordinarse para «sacar» los textos. Se nos dijo entonces que asignando el día D como fecha para presentar los libros, había que elaborar y santificar una sencillísima cuenta atrás que rezaba algo parecido a lo que sigue: «Dos semanas antes del día D convendría entregar los libros a los comerciales para que hagan sus rutas y que distribución pueda atender a tiempo los pedidos de las librerías; conque en-
tren en imprenta tres semanillas antes sería suficiente, aunque para eso tendríamos que procurar no dedicar más de quince días a terminar de trabajar los apéndices que nos queden pendientes, especialmente los prólogos; eso sí, si queremos que los autores nos pasen sus textos en fecha, habrá que darles un mínimo de dos meses, por lo que deberíamos intentar tener las primeras “maquetas” del grueso del texto lo más limpias posibles allá por mediados del mes que viene». Quince días después de estas cuentas pensamos: si le concedemos una semana a «maquetación» para que nos entregue las «maquetas» que debemos enviar a los prologuistas y no dedicamos más de dos semanas a las «segundas correcciones de estilo y ortotipografía» y una para las primeras, calculamos que convendría empezar… chispa arriba, chispa abajo… hace tres semanas. Cojonudo. Termina la jornada y nos vamos a casa exhaustos ante la perspectiva de lo que se nos
avecina. Mañana nos darán las traducciones de los textos, y entonces no habrá vuelta atrás, tocará enfrentarse al engendro. Pedro Simple, agggh qué grima.
Parte II «Aún recuerdo aquella primera vez, Lou cantaba It´s just a perfect day» y aunque viendo cómo pintaba la cosa no podía esperar una gran hazaña, finalmente quedé más que satisfecha, quedé enamorada. El tipo se mostró encantador, estuvo entrañable. Es cierto que al principio parecía un poco pazguato, resultó ser algo torpón y bastante despistado, demasiada inexperiencia; pero solo necesitaba que alguien lo guiara y tuviera paciencia con él. Por suerte estaba por allí el irlandés. Peter y O´Brien, vaya pareja. Hicieron de aquella noche de lectura una noche memorable. Recupero ahora aquel momento, mientras viajo en cercanías hacia el taller, para no ponerme a chupar de la goma del gas en cuanto llegue a casa. Llevamos tres semanas trabajando el texto. Vamos retrasadas (Nota: véase como ejemplo de las consecuencias nocivas que puede acarrear una mala puntuación el desastre diplomático que provocaría la presencia de una coma entre estas dos palabras). El Word Vista nos ha zancadilleado la preedición durante diez días, y hasta hoy no nos habíamos coordinado para unificar criterios de corrección. Miedo me da. La última vez que nos reunimos para tomar una decisión conjunta acabamos determinando que nos quedaríamos con la traducción del texto que prefiriese aquella de nosotras capaz de tomar más chupitos de té rojo, ¡sin azúcar!, durante una sesión de estrategias comerciales dirigida por Garfunkel. Muy desagradable. El caso es que nos toca ponernos de acuerdo en el uso de topónimos y nombres de personajes, ver si traducimos o no los nombres propios de las embarcaciones y los de las posadas y hoteles que aparecen en el relato, así como los títulos de cada capítulo, obviados por las distintas traducciones, entre otros infinitos sinfines de cuestiones inmensurables. Sinceramente, nada de esto me preocupa en exceso.
Es cierto que si el tío William muere llamándose Guillermo en el libro impreso habremos demostrado nuestra ineptitud en un grado directamente proporcional al número de ejemplares que salgan a la calle. Pero qué más dará eso si no somos capaces de recordar qué carajo es un «hiato», nos trae al pairo seguir acentuando «solo» adverbio, o aún no conseguimos distinguir el «aún» del «aun» ni aun con Ortografía para dummies. ¡Maldita seas, Tilde! ¿Y qué decir de los leísmos de persona? Esos bastardos del casticismo tan bien vestidos que no hay modo de desenmascarar salvo «pasando a pasiva» para confirmar que el «le/lo/la» muta su papel de «complemento directo» hacia el de «sujeto», eso sí, teniendo especial cuidadito con las «oraciones impersonales», y las frases construidas con verbos «de afección psíquica», «de influencia» o «de percepción», o con cualquier «verbo transitivo» en general… que ya me diréis qué mierda significa todo eso… Hay que joderse, la que lió Unamuno. Palabras. Palabras y más palabras. Algunas aparentemente inefables aunque familiares, vástagos de la ortografía y la gramática. Otras imposibles, marcianas, como aquellas que nos arrojaron a la cara hace cosa de dos días cuando quisieron explicarnos cómo funcionaba la «corrección de maqueta». «Maqueta», el concepto me suena aunque no alcanzo a imaginar cómo… «A la hora de “corregir maqueta” no olvidéis prestar atención al “trac”, hay veces que las “matrices” se expanden y toca controlar los “cuadratines” para que la línea no quede abierta, marcárselo al “maquetista”. Ojo: en La Tinta del Calamar no permitimos la presencia de “viudas” o “huérfanas”, afea la “caja de texto” y como se nos cuele alguna y no nos
demos cuenta hasta “ferros”…». Solo una parada más para llegar. El día vuelve a estar gris. No sé si será cosa del ahumado de los cristales o si es que en esta maldita ciudad no puede ser de otra forma… Será el invierno… Que no dejemos pasar una «viuda» ni una «huérfana» pretenden, y ni siquiera sé qué aspecto tiene una de esas «maquetas». Esto no va a salir bien. No va a salir bien. Ya se lo hice saber a la Malasañera vía email tiempo ha: «¡Peter Simple hace aguas!, el bergantín se hunde, las chalupas no tienen remos y estamos en mitad del atlántico rumbo a ninguna parte, el estrés hizo presa de la tripulación y temo que un motín acabe con mis nervios, estamos a nada del naufragio, ¡informen al Almirantazgo!». A lo que la de Malasaña respondió algo así como: «el agobio es un estado de ánimo habitual en todo editor que con frecuencia llega a convertirse en norma, ya que las palabras a menudo se ponen tozudas y son muchas, muchísimas en cada texto, y cuesta soportar el peso de la responsabilidad sobre cada una de ellas. No dispares por lo pronto al cuartelmaestre, seguro que el temporal acabará amainando» Eso dijo (más o menos). El tren para. Llegamos. Efectivamente hace frío. Mucho frío. A ver qué me cuentan éstas. «Soportar el peso de la responsabilidad sobre cada una de ellas». Quién supiera… ¡Palabras «lumbálgicas» del demonio!
Parte III «Ya tenemos aquí el último ejemplar de esos imbéciles con que las familias de la nobleza obsequian a su país. Será como todos; un oso chico a quien tendremos que criar… Bueno, míster Simple; vais a oírme cuatro palabras y a no olvidarlas nunca. El capitán me indica en su carta que se os da bienhaceros el tonto […]. Dejaos, pues, de comedias, o el mejor día os tiro por encima de la borda y os hago tomar un baño de los que curan esa clase de enfermedades. El primer teniente del Diomedes a Peter Simple En esta fragata fondeada en Portsmouth comienza la aventura vital de Peter Simple, cadete de Marina.
Un deambular oceánico que lo llevará hacía rutas inhóspitas y mundos exóticos, batallas, persecuciones y naufragios. La euforia suscitada por la conquista compartida, los miedos y las mieles del primer amor, el insondable pesar de la pérdida y la injusticia son algunos de los lances que aguardan al joven Simple para curtir su inexperiencia. Aunque eso, él, en este día cualquiera de no importa qué año, firme frente a su Primer Teniente, sobre la cubierta del Diomedes, no puede ni tan siquiera sospecharlo.»
Aquí está y así reza la niña de mis ojos, la más valiosa criaturita nacida de mis entrañas, flor máxima de mis arabescos, guapa, bonita y preciosa, preciosa, preciosa: ¡mi cuarta! (Léase: sinopsis impresa en la cubierta trasera del libro). Quedó redonda, perfecta y… apesta a mejillones. «No huele a mejillones, yo diría más bien a mero», arguye la Señorita Katrina. No sé a qué será pero apesta. Me la llevo a la boca para hincarle un diente. No solo apesta, además sabe a… «anchoas, huevonas», sentencia la Chilena. ¡Eso es, anchoas! ¡Mi cuarta sabe a anchoas!, por obra y gracia de Firo Vázquez, creador del «Quijote comestible» y maestro de ceremonia en la presentación de los libros de la temporada en el día D, ¡que ya llegó!, en la hora H y el lugar L, y para la que Simon & Garfunkel tienen preparada una celebración que pasará a los anales de la Historia de las Fiestas Editoriales. Tremendo todo. No puedo dejar de mirarlo, con su lomo rallado, azulito, me trae recuerdos de la infancia, del Atlántico en Huelva y los manuales de texto de Conocimiento del Medio; y al otro lado este ancla tan gallarda, simpática, graciosa, eficaz como los cachetes lozanos del trasero con mayor garbo jamás impreso en una cubierta; se mire por donde se mire encantador.
Qué lejos quedan ya las desavenencias con Ponme Pantone provocadas por aquel desafortunado «informe para diseño» (al que aprendimos a llamar «breafing», «brefing», «briefing»… al concepto «informe de diseño» quiero decir, el informe nefasto del que hablo quedó registrado en la memoria colectiva de La Tinta de Calamar Ediciones como «el maldito informe de las burbujas»). Un informe por culpa del cual la misteriosa columna de burbujas que concebíamos en nuestras cabezas de editorcillas para ilustrar la primera cubierta del libro acabó convirtiéndose en una pesadilla propia de un relato de Poe o Lovecraft, representada por una mano terrorífica de un no-crío a punto de morir ahogado, al ser digerido (el informe digo, no el no-niño) por el equipo de diseño. Tanto o más desagradable este episodio que el de los chupitos de té rojo en la reunión con Garfunkel. Por suerte, supieron y pudieron solucionarlo. Tampoco puedo dejar de hojearlo. Ojeo la página de créditos, cada una de las portadillas, vuelvo atrás y hojeo el prólogo, nuestro prologuista: un crack; le echo un ojo a todo inicio de capítulo, otro a la biografía que redactó mi croata más querida, compañera infatigable, mi O´Brien; releo las líneas de la minificción que Ana María Shua nos cediera para dar paso al glosario de términos marineros, «¡cuidado con el bauprés!», marinera la tela que tuvo el glosario… Cuántas horas… pero qué delicia… ¡una delicia mucho mayor que la que puedan proporcionar unas anchoas por muy cántabras que sean, maldición! A todo esto el salón se ha petado, ya están todos los que tenían que estar, colaboradores, amigos, familiares y prensa de los seis continentes. En unos minutos Peter Simple saldrá oficialmente a la calle, y tras él nosotros, cuatro grupos de aspirantes a no sé sabía muy bien el qué recién graduados, «mis queridos chipis, hoy ya sí calamares», como dijera hace unas horas nuestro venerado director en esta, la que ha sido nuestra casa durante todo un curso, La Tinta del Calamar Ediciones… Quién pudiera vivir siempre en letargo…
© 2010, Yo, Chipirón
Veintisiete Letras Difícil es la tarea encomendada para alguien “profano” en la materia, la de reseñar la andadura editorial de Veintisiete letras, empresa innovadora dentro del panorama editorial independiente madrileño. Se intuye tras la lectura de su catálogo la visión literaria de dos editoras valientes, María Moreno y Viviana Paletta. A ellas se les va unir una nueva voz femenina en estos meses. Ambas, conocedoras del mercado editorial puesto que coincidieron trabajando en la editorial La Esfera de los libros, han sabido montar una empresa con esmero y gusto literario. Su bagaje en el conocimiento literario es amplio, ello se aprecia en un catálogo variado y rociado con ediciones curiosas. Después de mucho tiempo de ilusiones, ambas fundaron una editorial donde los libros poseían el sentido de la obra bien hecha, cuidada y exigente. Posee estimulantes lecturas hispanoamericanas y rescata a autores olvidados por el destino literario, tal y como afirmaron que era su objetivo principal. La apuesta editorial de 27L introduce básicamente autores hispanoamericanos desconocidos en la edición española, además de rescatar autores famosos, aunque injustamente olvidados como Alejandro Sawa, o incluir obras curiosas como La violeta del Prater del Christopher Isherwood o Tomás Gordeieff de Maksim Gorki. Tres colecciones vertebran esta empresa editorial: una dedicada al ensayo (“In/mediaciones”), otra a la narrativa (“Las eras imaginarias”) y la última dedicada a la poesía (“Ajuar de frontera”). Como vemos, es un pro-
yecto editorial literario y de pensamiento, un sello independiente con un catálogo de calidad labrado en pocos años. Simplemente hay que rastrear su página web en Internet (Ventisieteletras.com y su perfil en Facebook) para intuir el gusto con el que realizan su trabajo y la vanguardia de su investigación literaria. Su olfato editorial las lleva a rescatar obras no disponibles de la cultura universal que merecen formar parte de la biblioteca de cualquier curioso lector. En pocos años este propósito se ha cumplido, es una editorial puente entre España y Latinoamérica: la apuesta americana, de donde quizás venga la mejor literatura que ahora se está escribiendo en español, es el rasgo definidor de esta editorial dentro del mercado nacional. De hecho, sus primeros libros tuvieron un marcado carácter hispanoamericano; en su línea de narrativa inauguran la serie “Las eras imaginarias” con El profundo Sur, de Andrés Rivera, un autor argentino reconocido por crítica y público, Premio Nacional de Literatura en 1992 por su novela La revolución es un sueño eterno. Sacrificiales, del poeta colombiano Rómulo Bustos, es el primer título de poemas de la serie “Ajuar de Frontera”. Este desconocido autor en España ha sido Premio Nacional de Poesía en 1985 con su obra El oscuro sello de Dios y Premio Nacional de Poesía de Instituto Colombiano de Cultural en 1993 con En el traspatio del Cielo. También han apostado por introducir la obra de autores como la portorriqueña Marta Ponte Alsina con Sexto sueño, el costarricense Carlos Cortés con Cruz de olvido, el ecuatoriano Javier Vásconez con Estación de lluvia, el argentino Carlos Gamerro con El sueño del señor juez, la venezolana Ana Teresa Torres con Malena de cinco mundos o la denuncia periodística del argentino Rodolfo Walsh con Cuentos completos. Arriesgada apuesta la de los autores sudamericanos, puesto que desde el boom la apuesta narrativa española viró hacia autores españoles o traducciones de autores europeos.
Arriesgada apuesta que hicieron en su primer momento otras editoriales como la mexicana Sexto Piso o Periférica, arriesgada apuesta hacia una prosa bien cuidada allende los mares y el curioso lector agradecerá el conocimiento de la literatura escrita en nuestro mismo idioma. En la colección de pensamiento (“In/mediaciones”) de esta editorial apuesta asimismo por obras innovadoras de la literatura española Las crónicas de la Bohemia de Alejandro Sawa, escritor mítico de la España finisecular del que era dificilísimo encontrarla en librerías hasta ahora. Escritor olvidado, condenado al más cruel de los ostracismos literarios, y sin embargo fundamental para entender esta etapa tan significativa en nuestra literatura. Curioso es rescatar obras como La Historia de la Revolución Rusa, de León Trotsky, Cartas a Stalin de los represaliados Mijail Bulgákov y Evgueni Zamiatin o Diario de Petter Moen o Tres milenios de Europa. La conciencia europea a través de los textos de Denis de Rougemont. Harto difícil es el camino de las pequeñas editoriales, la mayoría son proyectos que con tesón y muchísimo trabajo esperan que sus libros sean visibles en muchas estanterías y satisfagan a un público lector curioso a la par que exigente. Probablemente hay lectores para cada uno de esos proyectos que con un mimo loable presentan pequeñas obras de arte que son libros. Larga vida a 27L. © 2010, Mª Ángeles Bazalo Miguel
Melusina Melusina llega al mercado editorial en el año 2002. Llegar no es lo difícil, lo difícil es mantenerse y Melusina sigue ahí, perpetrando libros necesarios editados sin la presión ni la prisa que lleva el mundo en general y el de la edición en concreto. La prioridad de un gran grupo editorial suele ser llegar a funcionar como una maquinaria produciendo ingresos astronómicos y vendiendo cualquier cosa vendible aunque ello pueda caer en cierta complacencia con público mayoritario y aunque para ello sea necesario bajar notablemente el nivel de calidad de los textos. Por esta, entre otras, razones era absolutamente necesario la aparición de Melusina, así como otros muchas editoriales pequeñas y al margen, de producción lenta y cuidada, que apuestan por una atención especial al mensaje que van a transmitir, que presuponen un lector cabal, con ganas de saber y de obtener de los libros un punto de inflexión a partir del cual la percepción de la realidad social circundante sea consecuentemente reinterpretada. Melusina se propone entonces, como intención primera, la de recuperar el ensayo y devolverle su lugar en las librerías frente a la invasión de la novela y la ficción. Tras unas judías pintas exquisitas y un Rioja, su editor José Pons me confiesa en estas palabras los oscuros planes de Melusina: …la línea editorial de Melusina apuesta por el ensayo desde el principio porque, desde los años ochenta, quedó inmerecidamente relegado a la posición de patito feo frente a la ficción. Cuando se habla de libros se presupone que se habla de "literatura" en un neón con mayúsculas. La ficción parece poseer la soberanía sobre la verdad y, en consecuencia, despliega un régimen semiótico-policial que acaba aturdiendo y neutralizando al lector. El ensayo es una caja de herramientas que permite desactivar las dioxinas que genera la fábrica de la ficción; el efecto Madame Bovary. No olvidemos lo que le sucedió a Alonso Quijano por su desmedido amor por la ficción: acabó borracho bailando en Barcelona...
De ahí mi interés por editar obras de ensayo polémicas, estimulantes y relativamente indoloras para el bolsillo. En este sentido, con la crisis a todos los niveles que estamos soportando (medioambiental, de seguridad, política, económica, espiritual, etc.), creo que la gente busca puntos de referencia más allá de la satisfacción instantánea de la TDT, Facebook o el iPhone. Eso es precisamente lo que ofrece el ensayo: un territorio lábil abierto a la reflexión pausada. Creo que un buen ejemplo de lo que, con mayor o menor fortuna intento hacer, es la colección UHF. Es un proyecto rizomático; las autoras presentan testimonios, imbricados en un cierto grado de irrealidad, y tejen una sarta de verdades a menudo incómodas para la inteligencia orgánica, como es el caso de Lydia Lunch, Gabriela Wiener, Itziar Ziga o María Llopis. Se podría decir que, a la postre, apostamos por un nuevo género: la paraficción. Como nuevo género la paraficción me suena necesaria. Con mi experiencia en el mundo del libro doy la razón a José Pons en lo del monopolio total de la ficción en el mercado, la razón es obvia, leer otra cosa que no sea novela, otra cosa que requiera un esfuerzo intelectual mínimo, coger en las manos un libro que te golpea, te abre los ojos, te zarandea y te pide algo a cambio es algo que supera con creces el concepto de literatura que tienen, todavía, la mayoría de lectores. Melusina es así una editorial heterodoxa, subversiva, catalizadora, revulsiva y replicante. Sus diferentes colecciones abarcan todo tipo de materias, y de manera sigilosa han ido formando un catálogo original y único en el panorama editorial de nuestro momento.
Colecciones como la serie animal, en la que diferentes autores ensayan sobre estructura social y entomología a través de análisis comparados con especies concretas, tiene títulos como Abeja, Hormiga o Ballena… es un experimento sin precedentes, una colección de ensayo que pretende descifrar claves del comportamiento humano en paralelo a modelos de conducta animal. Colecciones como Melusina [sic] con un formato breve y asequible, se forma ya de un considerable número de títulos que de manera concisa nos dan un golpe de lucidez y de conocimiento en pequeñas cápsulas de bajo coste pero con interesantes efectos secundarios. Los temas son dispares, desde una introducción a la historia de Japón hasta una sobre el satanismo. O la más iconoclasta y radical UHF, última colección de Melusina, de la que su editor nos habla anteriormente, en la que hasta la fecha cinco mujeres han publicado sus teorías sobre sexo, género, porno y sociedad dando con ellas un interesantísimo punto de vista nuevo, fresco y brutal: absolutamente necesario en el momento de estupidez general que vivimos. En Un zulo propio de Itziar Ziga, autora que también en esta serie publicó Devenir perra, reúne en una serie de textos, que hablan en primerísima persona y en un tono casi de diario personal, opiniones, críticas y apuntes sobre el género en el momento actual que vivimos.Cuestionando los pilares principales en los que se cimienta el patriarcado y partiendo por lo general de vivencias personales, de la observación del entorno y los comportamientos en la misma calle, en la televisión, en los medios de cualquier tipo. Sus conclusiones o advertencias o incluso bromas con el tema ponen de manifiesto, de manera algo brutal pero clara y explícita, que todavía quedan muchos prejuicios y muchas barreras que romper. Su reivindicación de un feminismo abrupto y salvaje así como los pequeños homenajes a mujeres como Virginia Wolf, a quien ya hace un guiño en el título, a mujeres que van desde Ana Ajmatova hasta Rocío Jurado convierten Un zulo propio en una lectura fresca, personal
y ácida, subversiva y en mi opinión, como ya dije antes: absolutamente necesaria. De sus últimos títulos puestos en circulación también me gustaría recomendar a Arnold Bennet, publicado en Melusina[sic]. Este autor novelista y ensayista británico de principios del siglo pasado, fue admirado por Borges y otros coetáneos que hablaban excepcionalmente bien de sus obras. El libro que Melusina publica Cómo vivir con veinticuatro horas al día es un texto breve escrito con una prosa rápida, clara y ligera en la que el autor se pregunta y busca en el modelo de sociedad y en conceptos como por ejemplo "el éxito", si realmente es posible vivir con 24 horas al día. Define a la gente de su tiempo como "…una bandada de almas acechadas, de un modo más o menos acuciante, por el sentimiento de que los años pasan y pasan, y aún no han podido poner en marcha sus vidas." El ensayo pone de manifiesto el absurdo modelo vital que nos gobierna. Con sus rígidas estructuras horarias, con sus carencias y limitaciones, es más que evidente la imposibilidad de realizar de modo consciente, aunque lo consigamos físicamente, llevar a cabo tareas como un trabajo, una familia, un viaje, una devoción… sin caer en una vorágine de ansiedad por querer llegar a todo y no llegar a nada. La insatisfacción terrible que eso puede llegar a producir, el fracaso de conceptos como el éxito y la presunción de que al pueblo le gustaría salirse de las normas en un momento dado, y conseguir "vivir plenamente y cómodamente en los estrechos confines de las veinticuatro horas diarias…", irá realizando un sarcástico análisis de los eventos en los que invertimos el tiempo diario de que disponemos y después dando pistas y consejos para conseguir ese gran triunfo que supondría conseguir vivir con todas sus letras, con veinticuatro horas diarias. El texto es divertido y verdaderamente interesante y lo que me parece mejor aún, que pese a ser un libro que se escribió hace casi un siglo, esté, en estos momentos, de absoluta actualidad. © 2010, Natalia Zarco; nuestra librera de Librería Galatea Cambrils. http://www.galateallibres.com/
Entrevista a Xavi Menós nero documental te pide tiempo... en este evento me presenté a las tres madres que antes he citado y a base de muchas llamadas, encuentros, visitas a sus casas y después de comer mucha comida dominicana, las puertas se me abrieron. ¿Por qué María Durán, qué tenía de especial? (¿Cuándo decides que ahí había un documental y cómo te lo planteas?) Xavi Menós (Sudanell-Lleida, 1981) reside en Nueva York, donde trabaja en Nexus Management Group-Shakira en el departamento de creación de contenidos digitales, colaborando esporádicamente con la Fundación Pies Descalzos y ALAS en el desarrollo de contenidos audiovisuales. También administra el perfil en Facebook de Elvira Lindo así como su nueva página web (en construcción). Actualmente está en la fase de edición de su documental El Héroe, una historia que nos cuenta en primera persona las consecuencias de una guerra, la de Irak, y lo hace centrándose en el drama de una familia latina del barrio de Corona (Queens), que perdió a uno de sus hijos, Alex Ramón Jiménez Durán.
María Durán me interesó porque es (era) una historia en desarrollo... Una madre que estaba esperando el regreso de su hijo... De golpe me vino a la cabeza muchas de las películas de John Ford en el que las mujeres siempre casi siempre se encuentran en el porche de la casa esperando el regreso del familiar (hermano, marido, hijo) que había ido a la guerra. Igualmente me interesó María porqué de pronto establecí una hermosa amistad tanto con ella como con su familia... Me sentí muy querido por ella y sus hermanas... De hecho me acuerdo que en el funeral de Lawrence me dijeron: “hoy hemos perdido un hijo pero hemos ganado otro”.
¿Cómo entras en contacto con la comunidad latina de Corona? Pues todo empezó hace tres años con unas prácticas que realicé en un canal de televisión latino (Telemundo). Fue el verano de 2007 y me acuerdo perfectamente de estar controlando el control remoto del prompter del presentador (la pantalla que los presentadores usan para leer las noticias) y ver a Martha Clark, María Durán y María Disla llorando desconsoladamente la pérdida de sus hijos. Dos meses más tarde nos llegó una nota de prensa diciendo que las madres latinas que habían perdido sus hijos en las guerras de Irak y Afganistán se reunirían en el Centro Dominicano de Washington Heights (muy cerca de mi casa). No lo pensé dos veces y allí me desplacé con mi cámara. De hecho llegué una hora antes de empezar el evento, y no sé como ya me ví ayudándolas a colgar banderas y fotos... El gé-
¿Cuál ha sido su reacción? Han visto trocitos (el documental aún está en proceso de edición) y la verdad es que están muy emocionados... Ellos quieren que el mundo conozca la historia de Alex y que se cambie una ley injusta que da todos los beneficios de la muerte de un soldado a la mujer, en lugar de a la familia-mamá. Que ellos estén tan emocionados con el documental, en cierto
¿Qué difusión crees que tendrá El Héroe entre la comunidad latina de Estados Unidos? (risas) Yo espero que tenga mucha difusión! El documental es una historia sobre un sueño americano y creo que muchos latinos (y no latinos) se pueden sentir identificados. Además, este país está viviendo un debate migratorio importante con la promulgación de la ley de Arizona... Además tenemos el tema de la guerra, que aunque nos guste o no, va a seguir en el ojo público durante mucho tiempo. modo incrementa mi presión: no quiero fallarles. Personalmente, ¿cómo te ha afectado ser testigo del drama de la familia Durán durante tanto tiempo? Me ha afectado (y mucho). De golpe te das cuenta del poder de recuperación del ser humano... Ver como estas tres madres se han recuperado (o se están recuperando) de uno de los dolores más fuertes como es la pérdida de un hijo, ayuda a volver a tener confianza con el ser humano. Igualmente, ver estas tragedias te ayuda a poner en perspectiva tu propia vida y tus propios problemas. Estar con estas familias durante tres años también ha hecho que de golpe mi opinión sobre la existencia del estamento militar. Ha habido un incremento de casi el 20% de latinos en el Ejército de Estados Unidos, ¿a qué crees que se debe? Responder esta pregunta no es fácil: en primer lugar el número de latinos que viven en Estados Unidos se va incrementando de manera exponencial (a más latinos viviendo en Estados Unidos, más latinos en el ejército). Después una ley que promulgó Bush después del 2001, que garantizaba la ciudadanía de aquellos soldados que luchaban en el extranjero al regresar a suelo americano, está siendo usada por los latinos para conseguir la ciudadanía. Finalmente, la crisis y la garantía de un sueldo fijo que te da el ejército, hace que muchos latinos se enlisten.
¿Cuáles son tus futuros proyectos? Futuros proyectos diría que son dos: terminar este documental y seguir con mi trabajo en Nueva York que me roba muchísimo tiempo libre. También me gustaría organizar alguna exposición de fotografía en España, pero tiempo al tiempo. Ahora creo que debo intentar buscar el equilibrio entre trabajo y tiempo libre que hasta ahora, ha sido muy difícil de descubrir. © 2010, Aitor Aguirre
Good Bye Lenin!
"Mamá, mamá, alégrate. Hoy es un día histórico. Ha caído el Muro". Con estas palabras, Christianne y Martin Hensel, dos ciudadanos anónimos de la vieja República Democrática Alemana, despertaron a su madre el día 10 de noviembre de 1989 sintiendo que, con ello, el mundo había cambiado. Christianne y Martien bien podrían ser los hermanos Kerner, protagonistas de esta película. Alex, un aspirante a astronauta que se quedó en reparador de televisores, vive la vida esperando un cambio que no parece que vaya a llegar nunca y, cuando tiene tiempo, cuida de la hija de su hermana Ariane, cerveza –comunista, eso sí- en mano.Su madre, Christianne – esas bellas casualidades en las que vale la pena fijarse-, profesora, gran activista de la RDA y algo Robin Hood en sus ratos libres, se siente segura en su pequeña parcelita del pequeño reino al que pertenece, y que, inexplicablemente, parece desagradar tanto a su hijo. Christianne es feliz enseñando sus democráticas lecciones, comiendo sus proletarios pepinillos y discutiendo con sus “camaradas” de escalera sobre el tamaño de las bragas que su querido estado les proporciona. Su marido: ese tema del que nunca se habla en casa. Y así sigue siendo la vida de Christianne una vez sale de un coma profundo de 8 meses, provocado por un ataque al corazón. Nada ha cambiado, todo sigue en su sitio, eso sí, de
puertas para adentro. Pues, quedarse en coma a finales del 1989 en Berlín implica perderse muchas, muchas cosas. Así que si toda Alemania da un paso hacia delante, en un pequeño piso de la zona socialista se da un paso hacia atrás, pues hay que evitar lo inevitable, y ya sabemos que el corazón, cómo el alma, es frágil. Good bye Lenin!, un film de Wolfgang Becker, cuenta con un elenco brillante: con Daniel Brühl a la cabeza –quizás lo recuerden de otras películas políticas como: Salvador Puig Antich o Malditos Bastardos- y acompañado por la encantadora Katrin Sass, quien nos hace volver a creer en el poder de las miradas mágicas y expresivas que temíamos haber perdido en el cine contemporáneo. El cielo azul del verano del renacimiento de Berlín, se llena de las notas de piano de Yann Tiersen (encargado de la banda sonora), como gotas de lluvia que purifican los tejados grisáceos y
las calles polvorientas. Good bye Lenin! no sólo nos muestra la caída de una división que nunca debió estar allí, también nos habla de la invasión del capitalismo como si del Imperio Romano se tratase, pues nada más llegar, lame de arriba a abajo los edificios de la vieja y cansada RDA con el estridente y patentado color rojo de CocaCola.
Este puede ser un film considerado político, o social, independiente o de autor. O puede que no sea ninguna de todas estas cosas ¿Quién sabe excepto el propio Becker en qué quería convertirlo al final? Pero ciertamente muestra, como pocos, una frontera más dura y difícil que cualquier muro, por muy “de la vergüenza” que sea: el miedo. El miedo a perderlo todo, a salir de la cómoda vida que tanto nos costó conseguir. El miedo al cambio, a la libertad en el fondo, a vivir de nuevo, o a morir por fin. Me despido como lo haría una “camarada” cabreada por unas bragas demasiado grandes en una ciudad demasiado estrecha: Saludos socialistas, © 2010, Beatriz Peñas
Indefenso (Naked)
Hay que felicitar y agradecer a Cameo, no solo por su excelente catálogo, sino por su iniciativa B-Side Collection, una selección de películas poco conocidas y en algunos casos nunca editadas en DVD en España. Es el caso de Naked (Indefenso), dirigida por el británico Mike Leigh autor de Secretos y mentiras, El secreto de Vera Drake y la recientemente presentada en Cannes Another year, y protagonizada por David Thewlis y Katrin Cartlidge, que llevan el peso de la película tanto como las oscuras calles londinenses y el resto de personajes que habitan la noche con la sensación de estar absolutamente perdidos y desolados. Indefenso, una de las películas europeas más interesantes de la década de los 90, fue merecedora de los premios de Mejor director y Mejor actor en el Festival de Cannes y cuenta la historia de Johnnie, una suerte de filósofo callejero sarcástico y violento que, huyendo de Manchester tras cometer una violación, deambula por Londres conversando, aunque más bien son monólogos que se escupen
unos a otros, con personajes al borde del abismo. Mike Leigh consigue, como en toda su excelente filmografía, no solo contar una historia sino retratar una época y un país, en este caso la deprimida Inglaterra de principios de los 90, pagando muy caro el periodo thatcherista. Una pareja de yonquis, un guarda de seguridad, una mujer consumida por el alcohol, un sádico, una exnovia con mucha paciencia y demasiado pasado, un pegador de carteles nocturno, un grupo de neonazis, una camarera solitaria, este es el angustioso Londres que nos presenta Leigh. Como ya hiciera Martin Scorsese en la agobiante Jo, qué noche, Leigh decide colocar al protagonista a merced de los elementos callejeros, para mostrarnos qué ocurre cuando los demás duermen. Thewlis, realiza un trabajo admirable, muy parecido al Donald Sutherland de Novecento de Bernardo Bertolucci, por su mirada y por esa inquietante violencia, compone un personaje que a día de hoy sigue marcando su filmografía, y le mantiene más o menos encasillado en el personaje raro o violento de la película (El Gran Lebowski, La isla del Dr. Moureau, Vidas al límite).
Para compensar tanta violencia está Sophie, la víctima inocente (aunque no tanto) vapuleada por los hombres y la vida, que se enamora de Johnnie nada más verlo, aunque en realidad es desesperación y soledad. Sophie es interpretada por Katrin Cartlidge, actriz de enorme talento, que pudo demostrar por demasiado poco tiempo en películas como Rompiendo las olas, No man´s land, o Claire Dolan debido a su temprano fallecimiento en 2002. Desde El Impostor queremos rendir homenaje a esta gran actriz a la que compañeros de profesión como Stellan Skarsgard, Emily Wtson, Danis Tanovic, Lars Von Trier o el propio Mike Leigh recuerdan con la fundación que lleva su nombre, y a través de ella impulsan a nuevas creadoras y a sus obras. Desde El Impostor les invitamos a que visionen su incontestable filmografía, empezando por Indefenso. © 2010, Aitor Aguirre
Entrevista a Guillermo Rayo ras… Siempre he dicho que lo que soy es curioso. La televisión es un medio apasionante. La interpretación es un arte difícil del cual me siento un aprendiz. La música es mi diván, mi confesionario… Siempre he dicho que más que actor, músico o presentador lo que soy es un profesional del “entertainment” (entretenimiento para que nos entendamos)
Hablamos con un artista polifacético donde los haya, Guillermo Rayo, para que nos presente su nuevo proyecto discográfico Adicciones, que puedes escuchar aquí 11 temas para disfrutar y reflexionar, siempre con humor de por medio, una constante en la música de este jerezano afincado en Madrid, al que también hemos podido ver como presentador de televisión en programas como Bazar, CQC o No disparen al pianista. Una recomendación: no se lo pierdan en directo. Hola Guillermo, lo primero felicidades por el disco. ¿Cómo está siendo la acogida del público a tu nuevo proyecto en solitario? La gente se sorprende mucho. No sabe dónde etiquetarlo y eso les desconcierta (buen verbo, qué no). El desconcierto es bueno si tus oídos y tus neuronas están abiertos a recibir algo nuevo. “Original y optimista” son los adjetivos que más han utilizado quienes tuvieron el desconcierto suficiente. Para mí es un halago que ante tanta oferta alguien me preste su cabeza un rato, y han sido más de dos los que lo han hecho. Por tanto la acogida ha sido magnífica Actor, músico, presentador de televisión… Quién es Guillermo Rayo o cómo dice tu canción: ¿cuál es el rollo? El rollo es dejar de quejarse. Amigos, reconozco que he vivido en la queja durante años. El payaso, detrás de las luces, es un ser bastante triste. Yo escribo canciones para escapar de esa tristeza. También cantar, interpretar, presentar son formas de expresión liberado-
Tu música tiene mucho de show, de espectáculo, de cabaret. ¿Crees que tu música llega a su plenitud en directo? El directo es como un buen polvo. En directo, la energía de la gente que te está viendo te transforma y te convierte en otro. Y viceversa. Cuando las energías se mezclan, se reconocen, se frotan, lo que se consigue es un orgasmo colectivo. La idea es ofrecer algo que ayude al climax. Hay que excitar las diferentes partes del cerebro. En nuestro caso las zonas erógenas tienen que ver con la ironía de las letras, la estética de cabaret y la falta de prejuicios a la hora de jugar con el do-re-mi-fa-sol-la-si Has contado con colaboraciones de gente muy conocida, pero no muy relacionada con la música, a excepción de Bebe, o Manolo Caro y Belén López, tus ex compañeros de Rayo y los Truenos, cómo fue la experiencia? Todos los que han colaborado en el disco son amigos. Con la mayor parte de ellos he estudiado cuatro años de carrera de Interpretación (Alex O´dogherty, Jose Luis García-Pérez, Jose Manuel Seda, Paco León, Julián Villagrán…) y a los otros los conocí trabajando en Madrid (Miguel Angel Silvestre, Eva Hache, Arturo Valls…). Vinieron a darle calor humano a los temas en la última fase del disco. Jaleos, improvisaciones. Fueron dos días llenos de arte y magia… y comida chilena
¿Rayo y los Trueno es un proyecto definitivamente acabado? En realidad, este nuevo proyecto es la herencia de Rayo y los Trueno. Desarrollé con Belén y con Manolo (sobre todo) las bases de la extraña mezcla entre Concierto y teatro… nosotros lo llamábamos CON-CIERTO-TEATRO, que es lo que era. Ahora, con Las Rayitas, ese aspecto músico-teatral funciona. El que se llame “Guillermo Rayo” no es más que el hecho de que soy el motor de este proyecto, pero la verdad es que yo no lo veo como proyecto en solitario. Al revés, ahora tengo más equipo que nunca.
del estado) Musicalmente el disco es muy ecléctico, desde los sonidos orientales de Marrakech, a escarceos con el rap, corrido mejicano y guitarras rumberas.. cual es tu proceso de composición? Primero hay que encontrar de qué hablar. Qué es lo que me parece interesante para destacar y dedicar mis palabras. Hemos menospreciado progresivamente la temática de las canciones. La dinámica comercial de la música la ha devaluado. Tengo una tema al respecto que dice: “Quien soy yo para opinar
Cigarreando, Adicciones, Vocales Yonkis… son temas de tu disco… ¿A qué está enganchado realmente Guillermo Rayo?
Si del Amor gastadas las palabras En canciones baratas
A la guitarra, a las canciones que dicen algo, a internet, a la cocacola, al cine en casa, a algunas adicciones inconfesables… (podría seguir un rato, pero no quiero aburrir)… Amigos, lo reconozco. Soy Poliadicto (que no es ningún equipo especial de las fuerzas de seguridad
Que merecen el top manta” Por eso creo que el significado de la canción tan importante como el significante. Para ello, escribo todo lo que se me ocurre referente al
tema escogido. Cuando ya tengo suficiente información comienza el proceso de desechar y reescribir. Sintetizo la idea con las expresiones más acertadas (o en la onda del código que esté utilizando para la letra)… Con respecto esto va avanzando y prácticamente sin querer, el tipo de música a emplear va haciendo su aparición. Al principio es tímida, pero si creo que es la adecuada la refuerzo y hago que las rimas vayan encaminadas a ese estilo. Este estilo también condiciona la forma de expresar las cosas en la letra…. No es un proceso fácil. Ni rápido. Hay canciones que tardo en darle forma hasta años. Se quedan en un cajón (fólder virtual) hasta que logro entrar en ellas. Durante ese tiempo las practico a la guitarra pero sabiendo que no son canciones terminadas. No soy un autor prolífico. Tardo bastante en estar satisfecho con lo que voy a mostrar (para ser honesto, nunca llevo a estar del todo satisfecho). Lo que sí tengo claro es que utilizo el tipo de música que me sugiere la lírica. No tengo prejuicios a la hora de hacer rap, corrido mejicano, rumba, bolero, vals, merengue, rock&roll… como dije antes, lo importante es la coherencia del do-re-mi-fa-sol-la-si ¿Cómo ha sido la producción del disco, en estos tiempos de crisis económica que se ha sumado a la crisis de la compra de discos y la piratería? Para una propuesta como la mía hace falta valor, ya que es diferente y lo diferente nunca es bien recibido en principio. Moví mis maquetas por lo que llaman la Industria Discográfica (sellos, managements..) y no encontré apoyos suficientes. Encima la crisis económica acobardaba a los que veían las posibilidades del proyecto. Asi que lo que hice fue producir yo mismo el disco. Me junté con un buen equipo de profesionales (a los cuales pagué por su trabajo) y lo hice todo como si yo fuese la discográfica. Cuando tenía el disco terminado, había que plantearse el lanzamiento: Diseño de portada, promoción… He ido buscando gente que, además de cobrar (poco), vieran en la propuesta algo artístico,
para que su aportación también lo fuera. Al final, la FNAC después de escucharlo me propuso distribuirlo en todas sus sucursales, lo cual fue un golpe de suerte ya que no nos lo esperábamos. Sabemos que la venta de discos no da dinero, pero es una ayuda fundamental para dar a conocer nuestra propuesta innovadora de hacer conciertos (shows). El hecho de haber grabado los Conciertos de Radio3 y que la imagen y el sonido estén en un nivel de calidad suficiente para mostrar lo que hacemos, nos ayuda mucho a hablar menos de lo que hacemos. La gente lo puede ver y hacerse una idea. Eso es importante, ya que es poco etiquetable. A parte de Adicciones, ¿qué otros proyectos musicales recomiendas a los impostores? Pues os recomendaría el único disco de un artista al que admiro: Las increíbles aventuras de Juan Antonio Canta . Original y transgresor. Se burla del mundo y de sí. Tristemente conocido por la canción (Los 40 Limones). Y a Virulo , cualquiera de sus discos (Virulencia Modulada, Furioso cantar de gestos…). Cantautor cubano perteneciente a la Nova Trova Cubana (Silvio Rodríguez, Pablo Milanés…) con un componente cómico genial. Lo que sí recomiendo a los Impostores es que escuchen “Adicciones” con los oídos y no con las orejas, que seguro que encuentran razones para sonreír Más información en su web y www.myspace.com/guillerayo © 2010, Aitor Aguirre
La Bien Querida Música independiente. Bueno, lo que se dice independiente ya no es casi nada en este mundo. Todo depende de algo, aunque sea de la suerte de estar en el sitio preciso en el momento oportuno; de que alguien encuentre tu canción y se la recomiende a otro, y ese otro a otro y así hasta el infinito y más allá. De ahí que a mí me guste más la expresión "música sin ataduras", o lo que es lo mismo, música compuesta, grabada y distribuida sin más imposiciones que las que el artista quiera tener consigo mismo y su trabajo. En este sentido, podría decirse que todos los artistas, sea cual sea su disciplina, pueden vivir libres de ataduras si lo desean, pero qué duda cabe que la exposición libre y global que proporciona Internet a los creadores ha favorecido, de manera muy especial, a la expresión musical. Aunque sólo sea para que uno se pueda dar a conocer, hay que reconocer que los accesibles programas de edición de audio permiten a los nuevos músicos publicitar su obra en la red sin
demasiados costes y a las grandes compañías, de paso, reducir también estos en su selección de nuevos talentos. Antes había que reunir dinero para grabar una maqueta, enviarla a las discográficas y esperar a que alguna se dignara a escucharla, te llamase y te propusiese un contrato, no siempre limpio, para editarte un disco. Hoy en día cuelgas tu maqueta autoeditada en myspace, grabas y subes un video a youtube, publicitas tu trabajo en las redes sociales y, con suerte también, pero de una manera menos angustiosa, esperas a que las visitas y recomendaciones de tu trabajo despierten el instinto de quienes tienen los medios para que ese trabajo alcance una repercusión más “seria”. Uno de los ejemplos recientes de este nuevo proceso, en lo que al panorama pop indie español se refiere, ha sido el de Ana FernándezVillaverde o “La bien querida”, pintora nacida en Bilbao y afincada en Madrid que, en 2005, animada por su amigo Jota, líder de Los Pla-
netas, decidió iniciar su carrera musical con la grabación de una maqueta compuesta de siete canciones que vieron la luz en 2007 y que convirtieron su myspace en una de las páginas más visitadas de un músico debutante en España. Ese mismo año, la revista Mondosonoro la consideró mejor maqueta 2007 y el músico Antonio Luque, alma de Sr. Chinarro y declarado fan de La Bien Querida, ofreció su banda para que pudiera dar sus primeros conciertos con el patrocinio de la citada revista. Fruto de todos esos pasos, el sello independiente Elefant records, la discográfica por ontonomasia del indie español, la fichó para editar su primer disco, Romancero, que confirmó el éxito de la maqueta hasta el punto de ser considerado mejor disco nacional de 2009 por la revista musical Rockdeluxe. La Bien Querida ya ha participado en los más importantes festivales del país, destacando el Primavera Sound o el Contempopranea, festivales por cierto también libres de ataduras, y a finales de este año se prevé que lance su segundo album de estudio que sin duda dará que hablar tanto o más que su debut. Romancero contiene doce canciones de amor y de desamor, entre las que se incluyen los siete temas de su maqueta, que han contado con la decisiva producción artística de David Rodriguez (Beef, La Estrella de David). Sus arreglos instrumentales, variados, atrevidos, pero siempre subordinados al mensaje de cada canción, han logrado enriquecer la desnudez casi absoluta de la maqueta original sin desentonar con la melancólica voz de la cantante y a la vez sin que se pierda ni un ápice de la intensidad emotiva que transmite la sencillez de las letras, que es precisamente uno de los puntos fuertes las canciones de La Bien Querida. Aunque para algunos estos arreglos han arrebatado parte de la magia original de las primeras composiciones, este impostor cree firmemente que el resultado final es sin duda de lo más interesante que ha salido al mercado en los últimos años. En el disco destacan temas como ADN, Corpus Christi, Los Estados Generales o De Momento Abril, todos ellos de una belleza clara y sin estridencias pero a la vez llenos de agradables sorpresas como, por ejemplo, la presencia de cuerda de
la Orquesta Arab de Barcelona. Y es que La Bien Querida es un ejemplo fulminante de música sin ataduras. De una artista que desde la soledad de una canción grabada en casa ha sabido crecer de boca a oreja, sabiéndose ayudar siempre sin dejarse manejar nunca, hasta alcanzar el reconocimiento general de público y crítica, la constatación de que cuando algo es bueno, es bueno. Por ello, tanto si les gusta el pop, como si simplemente les gusta la originalidad, no deben dejar de escucharla alguna vez. © 2010, A Carrión
Entrevista a El Palacio de Linares
Activo el aire acondicionado. No es fácil vivir en el epicentro del incendio madrileño y rendir al doscientos por ciento sin ninguna ayuda tecnológica. Festival primaveral mediante y con el esmalte rojo chorreándome por los dedos, al fin comienzo a recibir las respuestas de Gonzalo y Mariví. Ellos son dos de los integrantes de El Palacio de Linares y por ende, objeto de mi estudio. El objetivo es que me inicien en el mundo del subsuelo madrileño, tan lleno de grupos y solistas trabajando para posicionarse en el imaginario del público. El palacio de Linares está plena grabación, así que nadie mejor ellos para explicarme los pasos que han dado, y los que les quedan por dar. Gonzalo, el Teleco, es el primero en hacerme llegar unas respuestas que recibo con entusiasmo y me hacen ver claramente que me he quedado corta. Comienzo a llenar los vacios con más preguntas. Me agrada la charla ágil y cordial que mantenemos en paralelo por el chat. Me confiesa su predilección por Milky Wimpshake, y soy invitada a un curioso grupo de Facebook. Acepto. Tras esto nos despedimos con la promesa sobre el teclado de agilizar el proceso de preguntas y respuestas y de nuevo, cumple. En este punto Mariví (reciente adquisición del grupo junto con Paloma, la cantante), se une a nuestra cadena de mails recién llegada del Primavera Sound. Recopilo respuestas, y tras el corta y pega me queda claro que lo que tengo ante mí es
un grupo de chicos con aspiraciones modestas pero sólidas. Y he aquí el resultado de nuestros mails: Le he echado un vistazo a vuestro Myspace y ha sido un acercamiento bastante confuso. Solo he sacado en claro que sois de la realeza... ¿Lo interpreto como una estrategia de marketing o preferís hacerme una breve introducción de lo qué os relaciona con el Palacio de Linares? Gonzalo: Siendo un poco fantasmas y admiradores acérrimos de Ghost (la película), Carmen Linares o Iker Jiménez, se puede decir que el nombre vino a nosotros. No obstante, sentimos una gran empatía por la desdichada Raimundita y creemos ferozmente en las grandes historias de amor y lujo, como la de nuestros ancestros los Marqueses de Murga. ¿Cómo se originó el grupo? ¿Que os llevó a juntaros? Gonzalo: El grupo viene de lejos, de cuando tocábamos Pablo (guitarra, ex Portonovo), Dani (bajo, ex Portonovo) y yo en el sótano de la casa de mis padres. Básicamente nos llevó a juntarnos el que teníamos una serie de gustos comunes (The Feelies, The Wedding Present, Husker Dü...) y nos apetecía hacer un poco de raca raca. Como no teníamos cantante y éramos un poco vagos, nunca
llegábamos a terminar las canciones así que hubo que ponerse más en serio (ejem) y de ahí que entraran primero Ismael (guitarra, voz, teclado), luego Héctor (guitarra), después Mariví (bajo) y para terminar Paloma (voz), salida de Dani amistosa mediante. Entre tanto se fue perdiendo un poco el gusto por el raca raca y contemplando posibilidades de hacer alguna canción pop de toda la vida, con su estrofa, estribillo, letra chorra y eso. Pero vaya, que al final lo que nos sale es lo que va a positivar. Mariví: Es curioso que este grupo que llevaba años cociendo algunos temas y una forma de tocar, al dar un paso más y decidirse a grabar algo, encontraron los miembros que les faltaban y se pusieron manos a la obra. El disco es la excusa para hacer algo concreto, material y definir lo que hacemos. Y bueno, cada uno ha llegado al grupo de una manera diferente. Yo, por ejemplo, no conocía a ninguno y me acerqué a ellos por el anuncio que tenían colgado en el myspace buscando bajista y cantante. Al ver la confusa e intrigante web del grupo me acerqué a conocerles y les debí caer bien, porque tocar bien el bajo, no es que no lo tocara. En realidad no lo había tocado antes con ningún grupo. ¿Es difícil encontrar locales de ensayo o tiempo para reuniros todos y ensayar? Gonzalo: Como puedes ver ahora somos un huevo y nos es imposible juntarnos todos para ensayar así que es absolutamente tedioso quedar para ensayar. Podemos acumular 100 e-mails antes de quedar una sola vez. De todas formas bien es sabido que ensayar es de pobres, así que esto nos hace sentir mucho más profesionales. Mariví: Por locales de ensayo en realidad en Madrid no hay de qué preocuparse. Hay bastante donde elegir. ¿Y cómo os lo montáis para combinarlo con trabajo, estudios y demás responsabilidades? Gonzalo: Pues tú lo has dicho, no hay forma humana de compaginar una vida semi-real con un grupo semi-serio así que ni somos constan-
tes, ni le dedicamos mucho tiempo, ni pretendemos abrirnos demasiado camino. Mariví: Sí, tampoco supone una complicación en nuestras vidas, cuando podemos ensayamos y cuando no, pues nada. Está claro que todo grupo quiere que su música salga más allá de su local de ensayo. Vosotros actualmente, y si mis fuentes no me fallan, estáis empezando a grabar vuestro primer disco que aparecerá en otoño. ¿Son imprescindibles los contactos? Gonzalo: Sí, sin buenos contactos, en este caso amigos, no se puede hacer nada. Por suerte tenemos a Guillermo Farré (Wild Honey, Mittens) grabándonos las canciones, a Martí Perarnau (Underwater Tea Party) echando una mano, a Roberto Alberto haciéndonos una seguro que preciosa portada... Gracias amigos por ser tan majos, atractivos, y baratos. Tenéis pinta de majetes y seguro que no os faltan anécdotas que contar así que, contadme. ¿Cómo os enfrentáis a las grabaciones? Es un proceso laborioso y supongo que es la primera vez para vosotros, ¿no? Gonzalo: Anécdotas interesantes no tenemos ya que somos un grupo bastante coñazo, aunque yo estoy intentando que instauremos como rutina, sin demasiado éxito, ir a ver los toros todos juntos al bar de al lado del local después de los ensayos. Supongo que si algún día nos hacemos estrellas del rock podremos hacer una entrevista más jugosa. En cuanto a la grabación, afortunadamente lo hacemos por separado y no hace falta que nos juntemos 7 u 8 personas cada vez. Es un proceso lento y laborioso pero creo que bastante divertido y gratificante. Al final si Alá lo quiere vamos a escuchar nuestras canciones con un sonido medio decente, y eso mola. Finalmente, para algunos de nosotros sí que es la primera vez pero otros vienen ya aprendidos de casa. Pablo por ejemplo ya ha sacado dos discos con Portonovo.
Mariví: La grabación es larga, mucho más de lo que se puede uno imaginar. Ponerse de acuerdo unas cuantas personas para hacer algo que nos encanta, pero que hacemos por afición, es complicado y sobretodo porque lo que queremos es disfrutarlo con ganas, no perderlas por el camino por hacer algo con lo que no estamos del todo a gusto. No es la primera vez casi de ninguno de los integrantes grupo. Prácticamente todos hemos tenido esa experiencia con anterioridad, en otros grupos. ((Anécdotas:)) Lo de los toros después de cada ensayo, con nuestros comentarios de: ¡No puedo ver esto!, y otros: Pues yo los veo para intentar entenderlos, y los asiduos al bar, de fondo echándonos diferentes miradas de reojo.
¿Bandcamp? ¿Es algo similar al ya extendido Myspace?
¿Cómo se financia una cosa así? ¿Habéis pensado ya en la distribución? ¿Redes sociales en internet por ejemplo? Gonzalo: Creo que la manera de distribuirlo dependerá de cómo quede finalmente la grabación. Si estamos contentos con el resultado igual nos lanzamos a moverlo por algún sello, pero supongo que nos "conformaremos" con colgarlo en Bandcamp para descarga gratuita, quizá autoeditarnos unos vinilos, y simplemente intentar recuperar el dinero invertido (que por otro lado esperamos que no sea mucho). Y bueno, si conseguimos tocar algún día junto a Milky Wimpshake yo personalmente podré morir tranquilo. Ahora mismo Internet es el camino, y tampoco pretendemos hacernos ricos, evidentemente.
Gonzalo: Wild Honey es un absoluto referente en cuanto a eficiencia en la autoedición de un disco propio. Sin embargo, y esto podrá decírtelo él, el curro que se mete es importante. Cada caso será diferente pero en el nuestro creo que es un poco de las dos cosas: es una clara adaptación al medio y además sería bastante surrealista intentar vivir de algo cuando no tenemos ni la mitad de talento que todos los grupos que he citado en la respuesta anterior (que por otro lado ninguno vive de ello).
Mariví: Y si hay que intentar matar a alguien para que nos saquen en las noticias y la gente oiga hablar de nosotros, igual también se hace.
Gonzalo: Sí, es una web para colgar discos que está muy bien ya que permite una calidad alta del sonido digital y no es tan engorrosa como Myspace y derivados. Y bueno, grupos tan buenos de aquí como Gran Aparato Eléctrico, F.A.N.T.A., Wild Honey, Todo el Largo Verano, Cohete, Ed Wood Lovers o Mittens lo usan así que no existe motivo para ser menos. El grupo de Guillermo Farré, Wild Honey, también utilizó internet para distribuir su disco, ¿creéis que los artistas han perdido el miedo a colgar sus trabajos en la red? ¿O pensáis que es simplemente adaptarse a lo inevitable?
Habláis del vinilo pero, ¿por qué ese soporte? Hoy en día parece algo casi exclusivo de melómanos, ¿no tenéis miedo a que este factor reduzca el alcance de vuestra música? Gonzalo: No, a mí personalmente no me importa el alcance de nuestra música. Ojalá le guste a la gente y lo pinche Juan de Pablos en "Flor de Pasión" pero no creo que ninguno tengamos miedo a que nos pongan a caer de un
burro. Y lo del vinilo es una cuestión estética a secas, no somos integristas del sonido analógico, ni fetichistas, ni historias raras, pero anda que no queda mejor un 10" en la estantería que un EP. Mariví: No, en absoluto. Además, al colgarlo en la red ya estás posibilitando que la gente lo descargue y se lo grabe como más le guste o como se lleve en ese momento. Y luego, todos los que nos quieran, nos tendrán en su estantería junto a Airbag. Y por último... ¿Cuándo y c-omo nos enteraremos de que ya estáis online, o en su defecto, en las tiendas? Gonzalo: Tendréis que estar pendientes de nuestro Myspace, Facebook, Bandcamp o lo que sea. Realmente hace tiempo que estar al día en esto de la música requiere un esfuerzo por parte del oyente interesado y a mí me parece cojonudo porque realiza un filtro involuntario de personas y te crea un público guay. Yo no sé si quiero gustarle a un fan de La Habitación Roja. Mariví: También haremos lo posible por aparecer en los medios que se dejen, incluidas todas las revistas guays como esta. El hit pronosticado: "Las tres gargantas". La versión: "Not Poetry", de Milky Wimpshake.
© 2010, Verónica Carracedo
Richard Hawley
El tráfico de la vida fluye (the traffic of life) en un bullicio de rutinas que –sin saberlo- vamos acumulando. A fuerza de sumergirnos en tantas actividades, terminamos por perdernos de vista, y distraemos la atención de lo elemental a lo trivial. Entonces acontece un atasco de insatisfacción en el cual qué poca cosa parece el tener tanta cosa alrededor. Entre tanto, podemos encontrar algunos vagabundos en la cuneta de esa misma carretera donde el atasco está teniendo lugar. A veces se salieron de la línea marcada, demasiado frágiles para seguir el frenesí colectivo, y representan la punta del iceberg del descarrilamiento de confusión en el que todos nos movemos. En cambio, otras veces algunas de esas personas errantes sólo parecen distraídas, pero se han entregado con atención a la contemplación del tránsito desde la misma cuneta. Son éstos los que pueden ver – comprender- el verdadero sentido del atasco, dado que se han arriesgado a observar a través del catalejo que permite discernir lo primordial que siempre subyace bajo el tumulto de lo accesorio. Así, junto a la maraña de música de consumo con que nos solemos distraer, conviene quizás prestar atención a algunos nostálgicos de la lentitud melódica, quienes saben resultar pegadizos desde una sencillez profunda, y que además atienden a los sentimientos que de verdad mueven a las personas porque les preocupa liberar el tráfico del atasco. Desde la ciudad de Sheffield y casi a pies juntillas, hay un discreto bardo de los de antaño que lleva una década ya regalando los oídos de cada vez más agraciados. Nos referimos a Richard Hawley, con seis discos ya a sus espaldas, los tres primeros de los cuales tan siquiera pueden adquirirse en nuestro país, salvo por importación y pese a su calidad. Desde el primero hasta el último, todos ellos reflejan un estilo muy sencillo y particular, relajante y reposado, cuyo sonido viene caracterizado siempre por la voz de barítono de Hawley, el principal de sus instrumentos, tan envolvente y penetrante que casi resulta imposible no reconocerla. Se diría, de hecho, que el resto de
instrumentos tienden a acompañar la voz y su austera melodía durante cada canción. Y, a pesar de su simplicidad, la música de Hawley atrapa y no suele desagradar a ningún oído, a buen seguro por efecto de su cadencia serena y cariz atmosférico. De todos modos, fue con su cuarto álbum –Coles Corner- con el que tuvo lugar un importante salto cualitativo, pues ese personal estilo que había desarrollado en los anteriores discos desembocó en una obra redonda que permanecerá en los anales de la música británica. Nada le falta ni le sobra a este disco, que contiene el mayor éxito hasta la fecha de Hawley, la canción “The Ocean”, que invita a varias escuchas consecutivas cada vez que se disfruta y en la que recomendamos detenerse encarecidamente al lector. Coles Corner es un sitio de encuentro que, según Hawley, existe en toda ciudad y que constituye una expresión del afecto que se establece entre las personas que allí se citan. El siguiente disco de Richard Hawley Lady´s Bridge- de una estupenda factura que en nada desmerece a su predecesor, también se refiere a otro espacio físico de carácter simbólico; en este caso, se trata de un lugar de estación tras el desencuentro, pues en el devenir de la vida todos debemos dejar atrás sueños y expectativas frustrados y, al menos por un leve instante, necesitamos pararnos en el puente que estamos cruzando para observar el río que mana y contagiarnos de su quietud que anima al olvido. Sólo en ese puente, que es la cuneta del camino, entiende Hawley que es posible rehacerse para continuar, dejando los sueños rotos irse con la corriente. Por tanto, hay que detenerse y entregarse a la serenidad de un momento de contemplación para conseguir sortear el atasco en que se asfixia el hombre postmoderno. Hay que decir que la melancolía inherente a la música de Richard Hawley no resulta en absoluto incompatible con un cierto sentido irónico propio de quien ha aprendido a reírse de sí mismo y a no tomarse demasiado en serio todo aquello que antes quizá no le hacía ninguna gracia. En ese sentido, es muy recomendable ver algunos de sus videoclips. Así, en Coles Corner le ocurren a Hawley todo tipo de situaciones absurdas mientras espera a su chica con un ramo de flores hasta que ésta finalmente aparece. En Serious podemos contemplar la divertida convivencia de Hawley con su muñeca hinchable mientras se nos canta acerca de la diferencia que hay cuando se vive enamorado o solo; al final se encuentra en un bar con otra chica que va acompañada de su muñeco hinchable y ambos salen juntos de allí dejando a los muñecos. Tonight the Streets are Ours es una canción en la que Hawley denuncia cómo precisamente el bullicio superficial en que nos hemos acostumbrado a vivir nos acaba alejando de la verdadera realidad de nuestros propios sentimientos y, cegados por la ficción televisiva, no encontramos el camino del crecimiento interior (so you have no way to grow); en el vídeo se puede ver al cantante presentando un telediario, un programa de entrevistas y uno de cocina.
Valentine describe la antigua historia de amor de dos ancianos, uno de ellos ya en la residencia en la que Hawley ofrece un concierto; al final se reencuentran allí donde su relación terminó: en la tumba de su sidecar junto a una carretera. El humor y la ternura se combinan en la obra audiovisual del músico de Sheffield, aunque haya adquirido cierta fama de autor melancólico. El caso es que ya nos habíamos acostumbrado al estilo de Richard Hawley, siempre solvente aunque iterativo, con canciones sencillas y asequibles de duración media. El británico se había mantenido fiel a sí mismo, circulando por el circuito independiente. Quizás su problema haya sido que, a pesar de contar con canciones pegadizas, éstas suenan a música de otra época: no deja de ser un crooner romántico cuyos discos podrían haber sido publicados hace unas cuantas décadas. No obstante, cada vez cuenta con mayores incondicionales porque ha perseverado en su sonido y no hay melodía suya que no se disfrute. Con todo, cuando parecía haber exprimido todo lo que podía dar de sí su sonido, nos sorprendió el año pasado publicando un álbum que nos atrevemos a considerar su obra maestra: ”TRUE LOVE´S GUTTER”. En palabras del propio Hawley, se trata del disco que siempre quiso hacer y cuenta tan sólo con ocho temas, de duración muy extensa en algunos casos. La producción es un trabajo de orfebrería que permite extraer el máximo rendimiento a cada una de las canciones y proporciona una atmósfera oscura y lánguida a todo el conjunto, adquiriendo un sentido compacto de unidad muy singular. La voz de Richard Hawley encuentra un tono de sugerencia de una elegancia arrolladora y se tiene la sensación en todo momento de que se está escuchando un disco de definitiva madurez. El artista se propuso alargar las canciones en él cuanto fuera necesario y se le permitió la libertad de construir una obra poco comercial pero de culto, que puede no haber interesado a buena parte de sus seguidores o bien haber enamorado para siempre a otros, entre los cuales se encuentra quien esto escribe. A pesar de la laboriosa producción de Colin Elliot y el propio Richard Hawley, se trata de un disco en que tiene cabida la improvisación de los músicos, por ejemplo en el tema “Remorse Code”. Tampoco debería sorprendernos en un cantante que acostumbra a componer de improviso sus canciones; en más de una ocasión ha contado cómo concibió “The Ocean” en una embarcación y tuvieron que poner rumbo a tierra para poder grabar la melodía y así no olvidarla. El disco se abre con un amanecer que recuerda al comienzo de los Nibelungos y en medio del cual se reconoce un pájaro piar: es la canción "As The Dawn Breaks". La luz de la aurora trepa por los tejados de las casas mientras la esperanza lo hace por los tendederos, a pesar de las congojas de la vida (live´s fate). La del alba serían cuando aún le buscábamos un sentido a la vida (in this morning search for meaning). Hawley comentó acerca de las letras de su último álbum que, por desgracia, conoce a su alrededor bastantes casos de personas que no son ni saben ser felices. Y el tiempo pasa, menguando a su paso (I know we never had much time) nuestras posibilidades de entregarnos. Pero lo que fuimos y hemos olvidado ser todavía tiene un
destello en nuestros ojos, un destello que nos permite prestar atención al simple sonido del pájaro (a simple songbirds melody), de manera que descubrimos en la sencilla contemplación de la naturaleza el sentido de la vida que buscábamos y creíamos haber perdido. El sentido del tiempo de Hawley se corresponde con el del artista que ignora el devenir y prefiere centrarse en la captación de instantes; por ello se cierne como un pájaro congelado en el tiempo mientras camina sobre sus propias aguas (I´ll hover like a frozen bird in time, I´m wading through the waters of my time) y puede reconocerse en el canto del ruiseñor, que nos alegra la vida mientras nos observa desde la cuneta de la autovía. La segunda canción es “Open Up Your Door”, que comienza prácticamente a capela para ir in crescendo, precisamente como una puerta que se abre lentamente, la de nuestros corazones, que necesitan volverse más accesibles. Descubierto el sentido de la vida en el simple canto de un pájaro al amanecer, cesa la contracción emocional en que vivimos atascados y sólo cabe ya abrir la puerta de nuestros corazones, pues hemos dispuesto y vamos a disponer de tiempo para ello. Hawley es plenamente consciente de que encontrar el amor es realmente difícil, y más aún definirlo (love is so hard to find, and even harder to define). Por eso, se reclama en la canción a la persona amada la necesidad de que abra la puerta de su corazón, así como el deseo de hacerle sonreír y pasar al menos con ella un momento. Cuanto más seguro se encuentra de esa necesidad de abrirse (and I´ve never been so sure) mayor es el volumen y la orquestación del tema, colmado de ternura. La siguiente canción posee una cadencia más regular que las anteriores. Se llama “Ashes On The Fire” y en ella Hawley parece referirse al final de una relación, que también podría suponer un comienzo si lo que se prende en ella son los fantasmas que la habitan (you ghosts of the pyre). Comienza con él escribiéndole por la noche una carta a la amada en la que expresa lo que de verdad siente (my true heart´s desire), pero que con la llegada de la mañana parece reducida a cenizas en el fuego; una mañana que trae las lágrimas y el dolor que han florecido de hondos miedos (from deep seated fears), los cuales parecen haber desgastado la relación. Las palabras de la misiva se antojan entonces como flechas que apuntaban alto pero cuyo arco ha quedado reducido a cenizas. Ella está cansada de su relación y ambos se sientan en silencio a observar la pira en que se prende lo que los une, aunque quizás también los fantasmas que los separan. Al menos, él espera que ella le recuerde en las cenizas de ese fuego nocturno (and nightly remind me). Un tema lento y de tristeza sutil al que sigue otro del mismo corte, aunque de duración muy superior: “Remorse Code”. El ritmo también resulta aquí voluntariamente parsimonioso, con un par de solos que añaden un tono de ensueño a la canción. Hawley utiliza la metáfora del naufragio para referirse a la cuestión de la infelicidad. Comienza contigo –con cualquieraatrapado y braceando en la red del remordimiento, cuyo código nos obliga a valorar el verdadero sentido de la fuerza malgastada en cada mensaje enviado (count the cost of a forcé spent), como ocurría con las flechas que apuntaban alto en la canción anterior. Nos hemos habi-
tuado a seguir la senda del autoengaño (unenlightened lies in those white lines) en la que hemos acabado por naufragar, un hundimiento individual pero que es colectivo (the ship is wrecked with all hands). Y desde el arrecife (the reef) al que nos ha arrastrado nuestra propia marea de confusión, parece que se atisban luces falsas (false lights). Una vela idiota amarrada al timón se encamina hacia la muerte mientras la sirena nos tienta (the siren dares), ofreciéndonos un mechón de su cabello en nuestra odisea hacia ninguna parte, en medio de un viaje hacia lo desconocido al que acudimos atraídos por el cementerio marino (the sea calls). Conviene pues que ampliemos la perspectiva desde la que contemplamos el camino de la vida (made your eyes wide), porque comprendiendo lo que de verdad somos aprenderemos a evolucionar del sentimiento de culpa al sentido de responsabilidad; Hawley nos continúa observando desde la cuneta que todo lo ve (true love´s gutter), pertinaz en su intención de sugerir que nuestro estilo de vida propende hacia el naufragio por haberse acostumbrado a dar la espalda a los corazones. Aunque ambientada en el mar, la canción emplea la expresión “white lines”, que ya usara Hawley en “Born Under A Bad Sign”, y que remite a las líneas blancas de toda carretera; en definitiva, al camino de la vida, pero más concretamente al atasco que lo subsume. En este tema del Coles Corner las líneas blancas de la carretera también son los signos que simbolizan la senda de lo convencional, cuyo coste no es otro que una pérdida de tiempo (what a cost, what a loss), cuando en realidad lo único que de verdad importa y perdura es el sabor de la pertenencia a otro (you belong to me). El remordimiento es el precio del autoengaño y, según Richard Hawley, sólo desarrollando una mirada más ancha –comprendiendo- se puede despojar cada uno de aquél, atravesando la noche hacia la amanecida. Después de constatar el naufragio, llegamos a otro bellísimo corte: “Don´t Get Hung Up In Your Soul”. Toda la lírica de Richard Hawley se encuentra recorrida por motivos conductores como la soledad, la sensación de extrañamiento, la tristeza, la nostalgia, el deseo de escapismo y el desamor o el encuentro amoroso. Esta canción se dirige a una mujer cuyo desánimo puede reconocer el autor, una chica que está sufriendo el desengaño existencial de comprobar que la realidad no es lo que parecía y se siente envejecida por los embates de la vida (don´t let’em make your heart grow old). Se ha convertido en una advenediza a la que las personas han fallado: es alguien que ha tomado conciencia de los intersticios de oscuridad y egoísmo latentes bajo el ropaje cotidiano con que nos revestimos socialmente (and you’re the one who sees the darkness on the edge of town), y quizás por eso mismo adquiere para Hawley un plus de belleza (but you’re the beauty of the town), que no es una belleza superficial sino profunda: la de la consciencia. ¿A dónde irá esta mujer ahora que –como indica el título de la canción- su alma se encuentra en suspenso por la frustración, y que abandonó la línea convencional en la que ya no puede encontrar otro sentido que no sea el de la asfixia? La canción pretende servirle –servirnos- de consuelo, igual que el abrazo de ella lo es para Hawley, quien la reconoce como espina y
corona a la vez (you’re the thorn and you’re the crown). La corona de espinas que supone siempre todo enamoramiento, en el cual nos tendemos a sentir miserables y eufóricos al mismo tiempo. Sin embargo, bajo otro punto de vista diríamos que todos llevamos en nuestro seno una corona de realización que puede degenerar en un vía crucis de insatisfacción si nos dejamos arrastrar por la desesperanza. Por ello, que un corazón se mantenga joven o devenga prematuramente viejo depende en realidad del cuidado que de él tengamos, de que a menudo nos salgamos un rato del camino para observarnos un poco desde la cuneta. Resulta especialmente entrañable la levedad del silbo que acompaña a la acústica durante todo el tema y con el que finaliza el mismo, cuando Hawley deja de cantar. El final del disco presenta tres de las mejores canciones de Richard Hawley, seguramente lo más intenso de toda su discografía. “Soldier On” es un corte de carácter atmosférico y con una temática de amor desesperado, que se resiste al paso del tiempo y sobrevive a su propia pérdida: un amor que “sigue al pie del cañón”. El tiempo pasa y pasa, nada queda de lo que fue, pero adentro parece como si todo permaneciese: todavía la puede sentir con el tañido de las campanas y en el cántico del coro infantil de la iglesia, pues su amor por ella perdura más allá del transcurso del tiempo. Esa perduración lo convierte en un sentimiento sagrado que, de hecho, puede reconocer en sonidos que simbolizan lo espiritual. Y sigue al pie del cañón porque ella es la manzana de su ojo (you´re the apple of my eye), la tentación a la que sucumbió, una tentación de la que se enamoró y que cuando perdió se tornó en una nostalgia religiosa que reaparecía como una bendición cada mañana (another blessed morning comes). Él experimenta el resplandor matutino como expresión de un amor –el suyo- que se arroja al maravilloso abismo en el que le esperan los besos de ella, en el cual puede sentir el tacto de sus labios como una palpitación tangible (I still can taste your lips), como una realidad infinita de la que no desea desasirse (never say goodbye). Al final de la canción tiene lugar una subida de volumen con una orquestación que pretende expresar la intensidad de un enamoramiento que se niega a decir adiós y prefiere un hasta luego: es la elevación de la tormenta interior. Aquí se nos eriza la piel y, mientras las estrellas fallecen quedamente y el trueno se adueña del cielo, sólo unas palabras desearía decir Hawley: Be with me my love, always. Ojalá permanecieras conmigo para siempre, pero sé que nuestras siluetas iluminadas por la luna ya se apagaron y ahora lo comprendo, ahora que siento en lo más hondo de mis entrañas una soledad para la que tan siquiera encuentro nombre y que perdura y perdura a lo largo del tiempo (I´m left with a loneliness that has no name). Y sólo por eso sigo como un soldado al pie del cañón, porque te quiero y no quiero decir adiós a la manzana de mi ojo. Preciosa canción. El siguiente tema quizás sea una de las canciones más tiernas y bellas que quien esto escribe haya escuchado nunca. Desde luego, es nuestra canción favorita del crooner de Sheffield, y acompañamos el texto de su videoclip.
Se llama “For Your Lover Give Some Time” y se trata de “un brindis a Helen”, la mujer de Richard Hawley, quien impregna de equilibrio la cotidianidad del músico. El cantante pretende invitarnos a todos a dedicarle tiempo a la persona que amamos, y se sirve para ello de sí mismo como ejemplo. Cada uno de nosotros somos nuestro tiempo y, en consecuencia, es el principal regalo que podemos ofrecer a quienes nos quieren; debemos permanecer atentos a esto, porque con más frecuencia de la que creemos tendemos a olvidarlo, y si no nos entregamos acabamos entregando infelicidad a nuestro paso. En ese sentido, esta canción supone una toma de conciencia al respecto por parte de Richard Hawley, y por eso comienza en ella comentando cómo casi se olvida en el tren un regalo que acababa de comprarle a su esposa por su cumpleaños. Es la distracción de quien vive a menudo sumido en sus propios pensamientos (and with my thoughts I´m left alone), unas reflexiones envueltas no obstante por el ruido de fondo de las conversaciones telefónicas de su mujer: un tenue hilo que las acompaña, sorprendido todavía de cómo creció la química entre los dos (how strange our love has grown). Sorprendido porque sabe de sí que siempre se sintió un extraño que iba dando tumbos (a skipping stone) sin encontrar a nadie con quien compartir sus sueños (with no one else to share my dreams). Y esa es la causa por la que le brinda a su mujer esta canción, por aquellos momentos de sencilla felicidad que ambos compartieron, por ejemplo, cuando corrían y reían bajo la lluvia al salir del cine y él le tapaba el rostro a ella con un periódico mientras se empapaban; o cuando la contempla en casa remendar los desgarrones de un vestido. Y sabe que sólo por ella debería renunciar a los cigarros y beber un poco menos, que la lleva tatuada en su pecho y que desea estar con ella siempre. Por eso, for my lover give some time, for your lover give some time: no lo olvidemos. En todo momento Hawley canta con una profunda ternura, hasta el punto de que parece que está susurrando intensamente la canción, perfectamente arreglada con el permanente acompañamiento de una guitarra española y unos violines que le confieren una apariencia de música de cámara idónea para el contenido, así como lo es el riff de guitarra con cuya bajada de volumen finaliza el tema, como una nana que continuara después de la canción: como el amor cotidiano que permanece. El disco tiene por colofón su tema más extenso: “Don´t You Cry”. Muy trabajado en su producción, empieza con el tictac de un reloj que luego cede el paso a un sonido semejante al de las cajas de música para niños. Las letras de la canción se compadecen de la aflicción de una mujer que –desconocemos si literal o metafóricamentesufre la añoranza por la ausencia de su amado (your lover´s ghostly memory), cuya embarcación navega siguiendo la estela de audaces horizontes. El amor que existe entre ambos ha quedado en suspenso por la partida de él y como consecuencia el tiempo se ha parado para ella (the clocks have stopped their ticking). Una bruma de nostalgia –de ayer- amortaja el futuro martilleando el presente (a mist enshrouds tomorrow, today the hammer pounds). Sólo puede haber infelicidad allí donde la sujeción al pasado añorado nos obstaculiza el
gozo del presente, proyectándose así hacia el futuro. Como reza el estribillo, ni fuerzas le restan ya para llorar y cada nuevo día pesa como una lápida (your morning views it´s headstone), reducido su corazón a cenizas y sin tan siquiera sueños futuros de los que poder hablar (got no dreams to speak of). Desde lo más profundo del horror de la soledad que su corazón esconde (the horror of the loneliness you hide), del cual ansía huir y refugiarse, no puede evitar experimentar envidia hacia aquellos otros de su alrededor en quienes reside la serenidad (you envy all others): esa envidia es una manifestación de la amargura. Y la canción termina así con un estribillo en el que Richard Hawley repite que él sabe que ella está triste y ella que los relojes no pueden volver atrás, aunque espera que ocurra: es la infelicidad de quien por amor queda detenido en un tiempo particular que se comprueba incapaz de detener el tiempo que continúa transcurriendo a su alrededor: el arroyo del amor verdadero (true love´s gutter) que no quiere despedirse de los destellos de felicidad que vivió y por desgracia no permanecen. Pero en ese arroyo, desde la cuneta, impotentes ante lo que es, condolidos por lo que desearíamos que hubiera sido, ahí es donde de verdad se aprende a encontrar el sentido de la vida, a fuerza de buscar y perderse para después acabar por encontrarse casi sin querer. Gracias a Richard Hawley por recordárnoslo. © 2010, Pablo Retana
Olga Simón Jardín Polar
© 2010, Manuel de los Galanes
Y en el pr贸ximo n煤mero... Ilustraci贸n y animaci贸n