I≤FORµE ESPECIAL
derechos humanos
Los hornos de Mancuso
E
Fotos: Federico Ríos / Cambio
CAMBIO conoció los hornos crematorios que construyeron los paramilitares en Norte de Santander para no dejar rastro de sus víctimas.
34
n la vereda Juan Frío de Villa del Rosario en Norte de Santander, un sitio conocido como “trapiche viejo” inspira temor y respeto. Los que pasan por ahí instintivamente se echan la bendición y aceleran el paso. Y es que allí, cerca de un trapiche abandonado hoy cubierto por la maleza, los paramilitares construyeron en 2001 un horno crematorio que funcionó hasta 2003 y en el que incineraron los cadáveres de más de 200 víctimas. No hay rastros de cenizas o carbón, y pocos se atreven a hablar en voz alta sobre lo que allí pasó o a visitar el horno que, según cuentan, Rafael Mejía, ‘Hernán’, entonces jefe paramilitar de Villa del Rosario, construyó a comienzos de 2001. Una casa abandonada y los restos de un trapiche en el que hay cruces pintadas dan testimonio de que allí la muerte estuvo presente. Como hoy En este enclave está presente el miede la vereda Juan do porque en la zona Frío permanece rondan las llamadas uno de los hornos Águilas Negras. crematorios de Todo comenzó un los paramilitares. miércoles de marzo de 2001. Unos paramilitares llegaron en una camioneta Blazer blanca en la que llevaban a varias personas amarradas. “Eran como las 11 de la mañana y hacía mucho calor —relata un testigo—. No recuerdo cuántos eran, cuatro o cinco, pero los tuvieron rato junto al trapiche viejo. Suponía que les iba a pasar algo pero cuando uno vive en zona de guerreros ‘come callado’ o si no termina igual”. Horas después, cerca de las 6:00 p.m., el testigo pudo comprobar que las personas fueron asesinadas: junto al trapiche donde habían construido el horno, yacían los cuerpos y allí permanecieron varios días. “Uno pasaba con la cabeza agachada, olía a diablos, na-