El mundo de Sophia 52

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Contenidos

EL MUNDO DE SOPHIA 2016 Nº 52

Pág. 4 Entrevista Poesía en acción Laura Etcheverry

Pág. 10 Literatura Recordando a Miguel de Cervantes Elvira Rey

Pág. 13 Poemas... Pág. 14 Coaching Ser coach desde el corazón María Mateo

Pág. 18 Historia El espíritu olímpico Francis J. Vilar

Pág. 23 Fragmento de El Principito Pág. 24 Medicina Paracelso y la medicina mágica Cristina Arribas

Pág. 27 Libros y películas Pág. 28 Ciencia El principio de todas las cosas Xavi Villanueva

Pág. 31 Lo que algunos dijeron sobre... La música Pág. 32 Filosofía Filosofía Jedi

J. L. Gil Miró

Pág. 36 Mindfulness Mindfulness y el poder de estar presente en el presente Herminia Gisbert

DIRECTOR: Francis J.Vilar JEFE DE REDACCIÓN: Elvira Rey REDACCIÓN Y MAQUETACIÓN: Isabel Salvà Elvira Rey Nacho Vilar DISEÑO GRÁFICO: Nacho Vilar Isabel Salvà HAN COLABORADO: Francis J.Vilar Herminia Gisbert Elena Machado Xavi Villanueva Laura Etcheverry (lauraetcheverry@gmail.com)

Elvira Rey María Mateo Cristina Arribas J. L. Gil Miró Una publicación de: Fundación Sophia c/ Jaime Ferrer, 3 Palma de Mallorca (Baleares) www.fundacionsophia.com Tel: 971 72 15 55 mundosophia@mundosophia.com redacción@mundosophia.com www.mundosophia.com D. L. PM-2099-98 Los artículos firmados expresan única y exclusivamente la opinión de su autor, quien se hace responsable de la vercidad y autoría de los contenidos expuestos.


En el día más largo del año

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lega el solsticio de verano y queremos celebrar el día más largo del año. En esta revista hay artículos sobre meditación, sobre las Olimpiadas, sobre coaching…, distintas formas de poner luz en las propias sombras, o de celebrar el triunfo de la luz (como en el caso de los Juegos Olímpicos). Nunca están de más estos recordatorios porque en el inconsciente colectivo de Occidente, usando terminología junguiana, existe la extraña creencia de que uno debe ocultar su luz en lugar de celebrarla. Sería necesario desarrollar todo un tratado antropológico para llegar a la causa de este fenómeno: ¿se trata de una idea errónea de lo que es la humildad, de una educación fundada en la idea de una culpa original que pesa como una losa, de miedo a ver y a responsabilizarse de lo que se ve…? Una editorial no es lugar para tan ardua y morosa labor, pero es una realidad que nos da como «vergüenza» manifestar amor por nosotros mismos, como si eso denotase egoísmo, orgullo, vanidad. Es cierto que desde el modelo del yo que impera en Occidente, tal manifestación es una locura, porque ese yo es un yo pequeño, es una fantasía mental acerca de quiénes somos. En Oriente no tienen ese problema porque cuando hablan del Yo lo hacen con mayúsculas, hablan de

lo más elevado y genuino que hay en uno mismo, del ser esencial que es capaz de irradiar luz hasta disipar toda sombra. Nadie se avergüenza de amar esa luz que brilla en la oscuridad. En esa confusión de yoes terminamos aliándonos con nuestra parte más débil y conocida, y nos resistimos a entregarnos a ese misterio que está más allá. El miedo nos inhibe. Se habla a menudo de represiones de todo tipo, las consultas de los psicólogos están llenas de personas que se sienten reprimidas, pero, ¿se habla alguna vez de represión espiritual?, ¿de la lacra social que existe sobre la idea de vivir con plenitud la propia esencia? Si nuestros hijos nos dicen que de mayor quieren ser médicos, abogados, etc., nos parece bien, pero si alguno nos dice que a lo que aspira en la vida es a Ser, con mayúsculas, y que a eso va a dedicar sus mayores esfuerzos, nos echamos a temblar.

Editorial Elena Machado Licenciada en Filosofía y luminosa, y se despierta la capacidad de reconocerlos en cualquier lugar donde se encuentren. Vemos los dones propios y ajenos y los ayudamos a florecer. Cuando nos damos permiso para brillar, nuestro fulgor ilumina, embellece y enriquece al mundo. ¡Celebremos la llegada del solsticio de verano, del día más largo del año, con un canto a la luz, a la propia luz! m

No reconocer nuestras virtudes, nuestras fortalezas, nuestra luz, es una actitud deplorable, muestra ingratitud hacia los dones recibidos y hacia los dones conquistados. Cuando hay un reconocimiento profundo de los propios dones, y mostramos nuestra gratitud dándoles espacio y dejándolos brillar en nosotros, nuestra mirada se torna más limpia EL MUNDO DE SOPHIA

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Laura Etcheverry

Enrique Llopis, cantautor argentino nació en la ciudad de Rosario el 17 de noviembre de 1952. Con su singular estilo estructuró un repertorio tan rico como variado. Compuso junto a poetas gigantescos, grabó 21 discos y su obra ha recibido numerosos premios y reconocimientos. Aquí , su palabra.

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lueve en Buenos Aires. La Avenida Corrientes se despliega abrillantada por el agua, como una alfombra de espejo. Desde el interior de la cafetería, la vista se pierde en los ventanales buscándoles formas y sentidos a las gotas que se diluyen como la desembocadura de una ría, porque «al fin la tristeza es la muerte lenta de las simples cosas».

Ahora lo visita gente común, que hace una pausa entre tediosos trámites, habla de trabajo o espera para ir al teatro. Son pocos los que inmersos en la soledad tienen en sus manos un libro y preparan ahí el alma antes de asistir al espectáculo de la luna rodando por Callao. El lugar no se reserva el derecho de admisión. En esa esquina nos encontramos con Enrique Llopis.

En las sillas de madera del tradicional bar «La Paz», el café humeante es el refugio donde mantenerse al margen del aguacero, visible e invisible, y seguir soñando. El local añejo destila un bullicio acallado por el tiempo, que puede escucharse con el oído entrenado. Intelectuales y artistas han dejado allí una madeja auditiva en apariencia inaudible, que data de antes de los exilios, porque «aunque yo quisiera ser de otro país, de otra parte, quién iba a ahogarme la voz, quién iba a ahogármela, a ahogarme».

El cantor ingresa con su tibieza extenuante y de inmediato parece que hiciera menos frío. Trae su guitarra, libros, anteojos, pero lo más visible es su sensibilidad a cara lavada. El cabello lacio enmarca un rostro sereno y hospitalario como he visto pocos y sus ojos son las ventanas tímidas del poeta que lleva dentro. Voz hecha poesía, poesía hecha canción: uno de los milagros más grandes producidos por la especie humana, «gente que con solo dar la mano rompe la soledad». Y

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uno se siente feliz, como cuando de niño encontraba con quien jugar sin prisa a lo que más le gustaba, sin «los sueños huyendo por la herida». La sonrisa franca y la barba entrecana le escoltan las palabras, anticipan los versos que cuando canta se ahuecan en una voz dulce y categórica, quebrada, a punto de caerse de la estrofa, horadando la metáfora en un tobogán de tonos y medios tonos que bajan y vuelven a subir, un encabalgamiento de sentidos que se escalona en el corazón. En la voz de Llopis se ven los mares y los caballos. Se ve la gente necesaria, así como al descuido. Su libro «Crónica de un semejante», un perfil de Hamlet Lima Quintana, queda sobre la mesa al lado de mi taza. Siento que a veces el contexto suma, porque sí, porque les da la gana a los dioses. -«No sé si era feliz pero qué lejos, no sé si era feliz pero qué lástima»… Cuando le cantas a tu infancia, ¿sientes que ya estaba el canto en ella? -Cuando tenía ocho años mi tío me regaló mi primera guitarra y a los nueve fui solito a anotarme a un programa de radio que era el más exitoso de Rosario: «El club de los Ruxcolitos». Ese entusiasmo inicial se transformó con el tiempo en vocación. Teníamos vecinos de distintas nacionalidades, que cantaban y tocaban la guitarra, el acordeón, el bandoneón, todos instrumentos traídos de sus países de origen, que para mis ojos y oído de niño eran… raros. Me atraían. Y en mi casa se cantaba…

Moscú. Fue inolvidable. Además de salir de Argentina en esos años duros, estaba atravesando problemas de todo tipo que me hacían dudar acerca de la posibilidad de dedicarme plenamente a cantar… -Y en Rusia desaparecieron esas dudas… -Sí… Sentí que mi vida daba un vuelco, que mi vocación y mi necesidad de expresión empezaban a convertirse en una verdadera carrera artística, con todo lo que esto implica… -Sin imaginar hasta dónde te llevaría ese camino… -Ni por asomo… -No cualquiera intima con el alma de los grandes poetas hasta el punto de musicalizarlas… ¿Cómo llegó a tu vida semejante privilegio, «trabajar» con Rafael Alberti, Hamlet Lima Quintana, Elvio Romero, Armando Tejada Gómez? (Piensa buscando las palabras justas.) «La palabra debe ser pronunciada como una ceremonia, la palabra no debe ser extensa si no está bien pronunciada. Lo mismo que la vida si no está bien vivida». -En cada uno de los casos las historias son diferentes pero hay algo que las une. Es mi interés o mi obsesión te diría, por el aprendizaje y el estudio. Siempre me acerqué a los árboles frondosos de la creación, como dice mi gran amigo Ramón Ayala. Jamás a los árboles anémicos, porque con cualquier lluvia o viento sufres por falta de abrigo; en cambio a la sombra de los grandes te iluminas…

Enrique Llopis junto a Rafael Alberti grabando en Madrid. 1991. Estudios Sintonía

-Como ya diciéndote «te ganarás la belleza por tu mano y la mirarás un día»… -¡Sí! (sonríe pensativo)… Lo que me convenció de que podía creer en mí mismo fue viajar a la ex URSS en 1977, para participar en el Festival de la Canción Política Clavel Rojo… y ganarlo. Aquello fue la confirmación… -Cuéntame un poco más… -Era un encuentro en el marco de las celebraciones del 60º Aniversario de la Revolución Rusa y participamos jóvenes de todo el mundo acompañados por la Orquesta de la Radio Televisión de EL MUNDO DE SOPHIA

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Elvio Romero y Enrique Llopis en San Bernardino, paraguay, en 1990,

-¿Podría una frase, un párrafo, describir lo mejor que te dejó cada uno de ellos? -Es muy difícil… Estos cuatro poetas produjeron las huellas más profundas en mi vida, en mi carrera, y quizás, por el hecho de admirarlos y presentárseme con sus personalidades desde una altura tan singular, me es difícil darles una medida. La primera dificultad es delimitarlos, porque son personajes complejos y múltiples, de gran sabiduría y enorme generosidad, porque han conjugado de manera especial el arte y la vida, porque hicieron de sus vidas una tarea poética, en definitiva, han hecho de sus vidas… poesía en acción.

Enrique Llopis , Armando Tejada, Hamlet Lima. Buenos Aires, 1987

-¿Con qué poemas o canciones de tu repertorio has volado más? (Su vista se fija en un punto indefinido… ) «El alma de otros paisajes se me ha quedado dormida en los ojos. ¿No oís qué lejanas aguas y qué perdidos caballos pasan lentos por mis ojos?». -Son muchos… pero siempre responden a distintos estados de ánimo. Cada día acostumbro a leer un poema que no forma parte de mi repertorio. La poesía es mi gran aliada, siempre encuentro respuestas allí. Cuando tenía dieciocho años, en una casa de estudiantes en Rosario, llegó a mis manos un libro de Rafael Alberti, «Baladas y canciones del Paraná». Me

quedé prendado y le puse música a muchos poemas, pero sin ninguna pretensión de obra orgánica. Algunas canciones las cantaba de vez en cuando pero nada más. Quedaron suspendidas en el tiempo, esperando el momento de cobrar vida…y veinte años más tarde, la enorme generosidad de mis amigos — «el destino» diría mi madre— hizo que Alberti escuchara aquellas melodías y le gustaran, y en un momento expresara que deberíamos llevarlas a un disco… Así nació el trabajo que hicimos juntos, «El viento que viene y va» … Son misterios… -Perdido está el andaluz del otro lado del río… …río, tú que lo conoces, ¿quién es y por qué se vino? - Vería los olivares cerca tal vez de otro río… -… río, tú que lo conoces, ¿qué hace siempre junto al río? -Ese disco tuyo fue el premio a la pureza de los sueños más auténticos, sin especulaciones. Y es el destino, sin duda, y el talento… ¿Recuerdas el momento más feliz de tu carrera? -El éxito de la cantata «La Forestal», sin duda. Encierra el momento más feliz y también el más doloroso.


-¿Por qué te inclinaste hacia la literatura? Perfiles de Elvio Romero, Hamlet Lima Quintana, Rafael Alberti… -En un tiempo cargado de olvidos e ingratitudes como el que vivimos, sentí que rescatar la vida y obra de estos artistas sería la mejor forma de agradecerles por ayudarme a crecer y a s e r mejor persona…

-«Eres un dolor que hiere todavía en el dulce corazón de la madera» -Sí… «La Forestal» es el nombre con el que la historia registra una de las mayores entregas de nuestro patrimonio a manos del capital inglés, dos millones de hectáreas en el norte de mi provincia que contenían la mayor reserva de quebracho colorado del planeta. Los ingleses instalaron un Estado dentro del Estado, con su propia moneda, su bandera y su policía, explotando a los obreros y generando huelgas, represión y muertes, además del daño ecológico. Durante años, «La Forestal» generó una convocatoria sin rendir examen en Buenos Aires, hecho inédito que ocasionó el público de manera espontánea. La indiferencia de la política y los medios ha sido un claro signo de que lo que contamos incomoda. El arte tiene la posibilidad de trascender la coyuntura y la estructura, es el gran conjuro contra lo establecido.

Explotación del quebracho colorado argentino por los ingleses

-Cultivaste todos los estilos, desde el tango hasta el folklore, musicalizaste y versionaste a los mejores, a la excelencia musical sin fronteras… El disco tributo a Horacio Guarany o tus trabajos con Teresa Parodi se suman a lo memorable… ¿Crees que por eso se te define como un «cantor nacional»? -Que te digan «cantor nacional» en Argentina representa un honor que te pone frente al desafío de honrar ese mote. No es lo mismo ser un «cantante» que ser un «cantor». Tanto Sarmiento como Lugones definen al «cantor» como el bardo, el vate, el trovador de la Edad Media. Pese a haber interpretado y compuesto canciones que recorren una amplia variedad de géneros que me califiquen como un «cantor nacional» me honra, pero también te confieso que siento que me desborda, me sobrepasa…porque han sido tan grandes y tan importantes los «cantores nacionales», que siento que me queda un poco grande el apelativo. Mis amigos del barrio, desde que éramos chicos,

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siempre me dijeron «cantor» o «el cantor» y ese apodo sí me gusta, porque me acompaña desde la infancia y me sintetiza desde aquel sencillo barrio de inmigrantes. -«Con el canto la muerte se retira como un fantasma gris que muestra las entrañas y va herido de vida» … ¿A quiénes te gustaría que llegara tu voz y el legado de tu obra? -A todo el mundo… (Se ríe). Pero eso es algo pretencioso, utópico, abstracto. Me conformo con que algunas de mis canciones acompañen almas sensibles de personas que se sientan identificadas, que encuentren respuestas en mi obra…

El viento que viene y va donde Enrique Llopis puso música a varios poemas de Alberti

-La poesía tiene algo de culto o de selecto, como si no llegara al público masivo. ¿Lo vives como algo frustrante o como un desafío motivador? -Como un desafío motivador, de ninguna manera frustrante. Nuestra canción popular está ligada a grandes poetas que encontraron en ella una forma de llegar a públicos masivos. Basta con mirar el tango y sus grandes poetas, o nuestro folklore: los poetas han sido los grandes protagonistas aunque muchas veces el público lo desconoce. Las canciones que canta el pueblo son en su mayoría el fruto de enormes poetas. Y tengo dos claros referentes argentinos que me han marcado en el camino de la musicalización de los grandes: mi maestro Virgilio Espósito y Carlos Guastavino. Y como cantautores, Jacques Brel, Alberto Cortez, Paco Ibañez y Serrat.

-Recorriendo tu discografía se oye que bebiste de las mejores fuentes… ¿Cuáles son tus sueños ahora? -Cantar, escribir y componer… ¿Esta nota es para Palma de Mallorca, me dijiste? -Sí… -Sabes que con Palma de Mallorca tengo una relación muy especial y he estado en algunas ocasiones. Allí vivió un gran amigo: el fotógrafo argentino Roberto Otero, a quien estaré eternamente agradecido. Fue quien le acercó a Alberti un cassette con la música que yo había compuesto sobre uno de sus poemas y a partir de allí todo lo demás: grabar con el poeta y presentar en Argentina un espectáculo inolvidable: «El Viento que Viene y Va». Alberti fue muy generoso…fíjate que siendo ya mayor cruzó el charco para presentar nuestro trabajo en el país donde vivió la mayor parte de su exilio. Aquí vivió veinticuatro años, aquí nació su hija Aitana y escribió veinte de sus veinticinco libros, aquí editaron la mayoría de su obra, sumado a una gran cantidad de historias suyas desconocidas. Por eso escribí: «Rafael Alberti. La deriva de un marinero en tierra argentina». También se hizo un documental basado en el libro. Ojalá algún día eso se edite en España… -«Entré en el patio que un día / fuera una fuente con agua. / Aunque no estaba la fuente, / la fuente siempre sonaba. / Y el agua que no corría / volvió para darme agua»... -Exactamente… Nos prometemos más fluidez en la comunicación, intercambiamos contactos, hasta que se va. Verlo en el cordón de la calle Montevideo, dispuesto a cruzar en cuanto corte el semáforo, con la mano en alto a modo de último saludo que no es despedida, me trae a la mente otros versos que canta y cantará. Versos que lo definen, contienen, acompañan, como «que siempre tengas algo de hoy para mañana….» Y entiendo cuál es su clave para no detenerse en el tablero de los sueños: andar debiendo siempre una canción, «acaso una canción que nunca escriba». m

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Escultura de Miguel de Cervantes en Madrid. Autor, Luis Sanguino.

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l 1 de enero del 2016 comenzó el año dedicado a la figura de Miguel de Cervantes en el 400 aniversario de su muerte (Alcalá de Henares, 29 de septiembre de 1547 – Madrid, 22 de abril de 1616). Se suele decir que Miguel de Cervantes y William Shakespeare fallecieron el mismo día, aunque el primero murió el 22 de abril y el segundo el 23. Sin embargo, aunque los dos hubieran fallecido el 23 en sus respectivos países, las muertes no habrían coincidido en el tiempo, ya que, aunque la fecha fuese la misma, en Gran Bretaña se usaba el calendario juliano, mientras que en España ya se había adoptado el ca-

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lendario gregoriano, y cuando Shakespeare murió, en España era 3 de mayo. A pesar de que El Quijote es considerada la mayor obra de la literatura española y una de las más importantes de la literatura universal, Cervantes nunca recibió recompensa económica por escribir tan magna novela. Todo empezó siendo Cervantes cobrador de impuestos durante bastantes años. Fue acusado de haberse quedado con parte del cobro de impuestos de la Iglesia y encarcelado en la cárcel de Sevilla. Durante estas estancias carcelarias, en 1597 es cuando comenzó a escribir su obra clave: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. En el momento que Cervantes escribe Don Quijote, las novelas de caballería ya no tienen ninguna presencia en la sociedad, ya no interesan al público. Entonces ¿Cuál era el objetivo de Cervantes al escribirla? La parodia de un mundo ideal que está enfrentado con el mundo existente. La parodia es la representación burlesca de un referente serio, un mundo ideal, un mundo heroico de gran-


des sacrificios, donde se exalta la justicia, la paz, los valores humanos; enfrentado a un mundo que ya no recuerda nada de todo esto. Este código es lo que le sirve a Cervantes para parodiar a todos aquellos que dicen vivir en un mundo perfecto. Así que utiliza el código de los libros de caballería para representar el mundo real. Don Quijote se entrega a demostrar que es posible la existencia de una justicia y un orden en nombre de un mundo ideal. Caricaturiza el mundo donde todas las victorias y heroicidades del hombre quedan olvidadas y derribadas por el suelo como queda por los suelos el cuerpo desencajado del propio Don Quijote que representa los sentimientos más nobles de este idealismo. En el libro, Cervantes deja ver su propia naturaleza de idealista, cortés y de un gran sentido del humor, a pesar de su mala fortuna en la vida; su humor no ridiculiza ni rebaja a nadie, sino que está al servicio de la admiración. Poseía una luminosa y esperanzadora concepción del hombre en contraposición a la visión medieval del ser humano pecaminoso. Habla el autor -por boca de Sancho- de «divinas y humanas leyes más allá de las clases sociales» y repre-

leer libros de caballería y su fiel escudero Sancho Panza. Sus dos aportaciones principales son la narrativa en base de humor y los personajes que evolucionan a través de sus aventuras; se ha denominado este cambio como la sanchificación de Don Quijote y la quijotización de Sancho. Sancho aprende y dice frases que no le corresponderían por su falta de cultura y Don Quijote pronuncia refranes escuchados de Sancho. Queda atrás que el personaje es el mismo tanto al comienzo como al final de la obra. Pero la importancia de esta obra no solo se la ha dado su literatura, sino que colaboró y mucho, la invención de la imprenta de Gutenberg, lo cual propició sus miles de copias que se propagaron por todo el mundo. De Cervantes tomaron algunos autores posteriores «el viaje como estructura», una novela dentro de la novela y el héroe como personaje cómico. Por otro lado, el Quijote crea un personaje más real de lo que nos pueda parecer, pues se convierte en un arquetipo como lo es Ulises, el rey Arturo, los mosqueteros…. La riqueza desde el punto de vista de su li-

Miguel de Cervantes

senta una más justa valoración del hombre, de que uno es y vale por lo que hace, no por lo que hereda de sus padres. A Cervantes le conceden el honor de haber creado la novela en oposición a la narrativa picaresca. Esta es una nueva manera de narrar sobre dos personajes tan contrapuestos, con una visión de la realidad tan distinta, un hidalgo que enloquece de tanto

teratura, está en que Cervantes utiliza el paradigma de la novela autobiográfica, pues se presenta a sí mismo como protagonista al contar la historia del cautivo cuando estuvo preso en Argel. Además se le califica como uno de los autores más brillantes lingüísticamente hablando que hayan escrito en castellano, porque en su obra oímos el habla no solo de nobles, sino de campesinos, criminaEL MUNDO DE SOPHIA

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Don Quijote preside una comida, por Manuel García

les, barberos, cada uno con su propio léxico. También presenta la novela epistolar cuando los personajes se comunican entre sí a través del envío de cartas; en el caso de Sancho Panza con su mujer y con los duques; presenta el género pastoril cuando aparecen personajes que son pastores, que en contra de lo que suele ocurrir, no se enamoran, sino que incluso hay uno que se suicida. Después del Concilio de Trento, que prohíbe que haya suicidios en la literatura, Cervantes desafía a las normas con el peligro que esto supone. Está también presente el género de la novela cortesana cuando representa a Fernando y Dorotea, Cardenio y Luscinda que sufren experiencias amorosas variadas con componentes críticos muy amargos. Presenta el estilo de aventuras, de cómo el hombre sobrevive habiendo sido puesta su vida en peligro, es decir, cómo el personaje supera las pruebas a las que la vida le va poniendo, encarnando múltiples valores. están las de caballería que es el prototipo de Don Quijote y también aparece la novela fantástica o sobrenatural, que además no se puede rebatir como falsos, porque el propio narrador se encarga de contarlos de tal manera que no se puede saber si son verdad o son mentira. No hay nadie posterior a Cervantes que 12

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haya superado el ingenio que éste tuvo a la hora de configurar una fábula. Hay en El Quijote un alto sentido cómico, resultado que viene como consecuencia cuando se contraponen lo que las cosas son y lo que esperamos de ellas, es decir, de la realidad y sus expectativas. Esperamos de una persona inteligente cosas inteligentes, pero no absurdos; esperamos que un caballero andante no haga lo que hace Don Quijote, envestir contra molinos, apalear cabras, zurrar a curas… Por otro lado, la idea que destaca de esta obra es la de la locura del protagonista, no como enfermedad, sino como idea crítica o uso anormal de la razón; Don Quijote pierde la cordura pero no la razón y le proporciona una libertad que un cuerdo nunca tendría. Como dijo Gonzalo Torrente Ballester, “Don Quijote es una persona muy cuerda que se finge loca”. Para honrar la figura de Cervantes hemos recopilado algunos poemas que elevan a la figura del libro en agente educador de ideales, igual que lo hizo El Quijote a lo largo de toda la obra. m


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esde hace un par de años y a pesar de ser una profesión relativamente nueva, el Coaching ha empezado a formar parte de nuestro lenguaje cotidiano. Por el contrario, cuando alguien se entera de que mi profesión es «ser coach», en general no se tiene una idea muy clara de lo que es. Como ahora a través de internet nos resulta muy fácil acceder a cualquier información sobre qué es el Coaching, sus beneficios, qué personas acuden al Coaching, las diferencias entre el Coaching y otras técnicas; me he marcado como objetivo escribir sobre mi propia experiencia. Acepté la sugerencia de una amiga mía, que me conoce muy bien y que me ha pedido que responda a una serie de preguntas en las que pueda plasmar todo mi sentir desde el corazón, cómo vivo yo ser coach y todo lo que significa para mí. -¿Cómo apareció el Coaching en tu vida? -Hace nueve años aproximadamente tuve una crisis laboral, desencuentros en mi trabajo, insatisfacción, falta de sentido en lo que hacía y empecé a cuestionarme

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muchas cosas, a pesar de que los miedos por dejar algo seguro me paralizaban. En mi larga trayectoria profesional hasta ese momento habían habido momentos de todo tipo: retos, crecimiento, logros, aprendizaje, satisfacciones, frustraciones, desencantos, éxitos y fracasos. No obstante, siempre me ha caracterizado la pasión que pongo en todo lo que emprendo, pero en esos momentos no era capaz de vivirlo así. Un día tomé la decisión de abandonar mi zona de confort y dije adiós a la empresa tras doce años de haber desempeñado el cargo de directora comercial y di la bienvenida a la incertidumbre, a las dudas, a sentirme perdida. En resumen, me permití admitir y aceptar mi vulnerabilidad y descubrí que se puede encontrar mucha fuerza desde ese lugar. Empecé a conectar con mi poder interior y me ayudó a apostar por lo que quería aunque no lo tuviese muy claro, al menos sabía lo que no quería. Todo lo que se me presentaba resonaba dentro de mí, y cuando de una forma muy causal apareció ante mí un artículo sobre


el Coaching, tuvo tanto sentido que deduje que eso era lo que yo había pensado siempre y me di cuenta de que quería explorar más adónde me podía llevar ese camino. Busqué dónde cursar Coaching y al final, fue mi intuición la que me hizo optar por CTI, con sede en los Estados Unidos pero que tenía la posibilidad de cursar en Madrid. Y así emprendí un camino de autodescubrimiento, un camino de aceptación de mis luces y mis sombras, en definitiva, un camino de transformación y elección consciente. Este proceso ya era tan valioso para mí que empecé a tomar conciencia de la importancia de elegir y dirigir mi vida y vivir desde el ejemplo, buscando cada día ser la mejor versión de mí misma. En honor a la verdad, me gustaría añadir que yo ya había conocido a la Fundación Sophia seis años antes y ya había despertado al mundo de la Filosofía, conectando con parte del gran legado que los sabios de todos los tiempos nos han dejado con sus enseñanzas. Tener esa base para mí fue fundamental y esto me permitió vislumbrar y conectar con la espiritualidad que tiene el Coaching Coactivo que hace de hilo conductor entre el «ser » y el «hacer ». -¿Qué empezó a ser diferente en tu vida? -Cambié y reordené mi escala de valores,

revisé y modifiqué mis creencias limitantes, empecé a priorizar lo importante de lo superfluo y a deshacerme de lo que ya no me servía, como dejar de alimentar mi ego. Al dedicarme al Coaching como una manera de ser y estar en el mundo al servicio de los demás. Empecé a tratar de ser un canal para el otro, viendo su grandeza y acompañándole para que descubriera un lugar nuevo lleno de posibilidades dentro de sí mismo. -¿Qué tipo de personas acuden al Coaching? -Personas que en un determinado momento de sus vidas, tanto en el ámbito personal como profesional sienten que no saben cómo enfrentar las situaciones que se les presentan; que se sienten incapaces de ver sus propios recursos, que quieren que las cosas sean diferentes, que se quejan de ser víctimas de su entorno, que se sienten insatisfechas, que se rebelan ante su confusión y caos, que viven con estrés, que se resisten a aceptar lo que pasa, que se sienten perdidas EL MUNDO DE SOPHIA

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y que cuando tocan fondo conectan con su valentía interior para hacer una llamada y pedir ayuda. Yo tengo en mi despacho este poema que comparto: «De nuestros miedos nacen nuestros corajes y en nuestras dudas viven nuestras certezas. Los sueños anuncian otra realidad posible y los delirios otra razón. En los extravíos nos esperan los hallazgos, porque es preciso perderse para volver a encontrarse.» Eduardo Galeno

-¿Cómo Coaching?

empieza

un

proceso

de

-El primer paso es admitir que necesitas ayuda, sentir que la mereces y pasar a la acción solicitando ese apoyo. Esto ya es sanador y el comienzo hacia un camino que te va a invitar a explorar lo que es importante para ti, ver las distintas posibilidades, reconocer los obstáculos que te están impidiendo avanzar en tu vida y sobre todo a hacerte consciente de tus fortalezas y de tus áreas de mejora. En definitiva a saber dónde estás en tu presente y dónde te gustaría verte en tu futuro. Se establecen sesiones semanales de una hora donde la persona elige qué tema le gustaría trabajar y el objetivo de la sesión. 16

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En el primer encuentro se establece una alianza co-creada por ambas partes que nos servirá de marco para determinar qué cualidades tiene que haber en nuestra «relación » y donde el «compromiso» es el factor que resulta imprescindible para que el cambio aparezca. Siempre se decide una acción, que dependa de uno, que le permita acercarse más a conseguir el objetivo deseado. El ejemplo metafórico que siempre digo es que el cliente es el que conduce, pone

la dirección, elige la velocidad, etc. y yo, como coach, estoy a su lado como copiloto y haciendo las preguntas que le inviten a la reflexión y a mirar en un lugar interior que hasta ese momento no había mirado y de donde manan todas las respuestas que necesita. -¿Qué se obtiene al pasar por un proceso de Coaching? -Principalmente un mayor autoconocimiento, más autoconfianza; se modifican las creencias limitantes, cambio de hábitos tóxicos, crece la autoestima, se toma mayor responsabilidad en lo que depende de uno, mayor conciencia de los recursos internos; se aprenden nuevas habilidades en las relaciones, se gestionan mejor las


emociones y se establecen los anclajes que servirán en el futuro, las situaciones se observan desde distintas perspectivas para la toma de decisiones. Las personas que están verdaderamente comprometidas con el cambio conectan con su poder interior que les da la confianza necesaria para lograr los objetivos marcados y esto les devuelve una imagen de ellos mismos muy potente. -¿Qué es para ti ser coach desde el corazón? -Es cuando te dedicas a hacer algo que tiene sentido para ti, que va más allá de un trabajo, cuando te comprometes contigo misma y con los demás a estar presente al cien por cien con tu nivel de escucha, intuición, conexión, curiosidad; cuando ves

al otro como un ser por naturaleza completo, creativo y lleno de recursos y apuestas por ello. Cuando hay corazón en lo que haces y te proyectas desde ahí eres consciente de que todo te conduce a vivir tu «propósito de vida » y te entregas sin apegos al resultado, te sientes un canal al servicio de los demás, confías y te pones a disposición de la vida esperando que te indique dónde vas a ser más útil; te haces observadora de ti misma y reconduces cuando te desvías del camino sin fustigarte por ello. Ser Coach desde el corazón me invita a tratar de ser un ejemplo y esa es mi manera de honrar a mis clientes: sirviéndoles de espejo. En definitiva, me inspira a ser mucho mejor persona. m

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Pausanias, héroe de Olimpia

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na vez, hace mucho tiempo, cuando el siglo XIX se encaminaba hacia su última década, y el siglo XX se perfilaba ya en el horizonte como un prometedor futuro de esperanza... un hombre tuvo un sueño. Se llamaba Pierre Fredy, Barón de Coubertin. Desde el año 1829 los gobiernos de Francia y Alemania habían estado excavando sistemáticamente para descubrir los legendarios monumentos de Olimpia, y en 1881, las ruinas de la antigua ciudad santuario que había sido la cuna ancestral del atletismo y la patria de los juegos olímpicos, quedaron por fin completamente desenterradas. Ahora, después de quince siglos envueltas en un silencioso manto de soledad y olvido, las viejas piedras de sus amplias calles

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y avenidas, de sus templos sus fuentes y sus altares, de los pórticos y columnas que sostenían sus majestuosos edificios, de sus relieves con escenas legendarias y sus estatuas de jóvenes héroes con cuerpos de bronce y mirada de eternidad, surgían de nuevo desde las arenas del tiempo para alzarse verticales y desafiantes a la luz del día, como perenne recordatorio de un sueño de siglos, de una leyenda viviente, de un espíritu intemporal... el Ideal Olímpico. Un ideal lo suficientemente noble, elevado y poderoso, como para perdurar durante más de mil doscientos años, desde el 884 a C., hasta el año 393 d.C., en el que el emperador cristiano Teodosio I prohibió la celebración de los Juegos Olímpicos por considerarlos una festividad «pagana». A partir de ese momento las gentes dejaron de ir a la ciudad sagrada de Olimpia, bajo peligro de excomunión. Sus calles, plazas y edificios, otrora alegres y bulliciosos estaban ahora desiertos. Sus templos y altares quedaron abandonados. Muchas de sus estatuas y relieves fueron intencionadamente mutiladas, y en el legendario estadio de Olimpia ya no volvió a escucharse nunca


más el clamor de los vítores y aplausos que ensalzaban las hazañas de los atletas victoriosos. Sin embargo, la gloria de Olimpia no desapareció para siempre, ya que su recuerdo permaneció guardado en algún oscuro rincón de la memoria profunda de la humanidad. Por eso quince siglos después, impulsado tal vez por la misteriosa ley del «Eterno Retorno», la antorcha del espíritu olímpico habría de iluminar de nuevo el corazón de los hombres, inspirando la celebración de los Juegos Olímpicos de la Era Moderna. El espíritu olímpico Es curioso observar como las grandes creaciones del genio humano, aquellas que según afirman los sabios, los filósofos y los poetas, fueron inspiradas por las divinas musas, no parecen tener realmente una fecha definitiva de caducidad. Más bien es como si estuvieran sujetas a la inexorable y misteriosa ley de los ciclos, que hace que todo pase, y todo vuelva. Hoy en día estamos acostumbrados a presenciar, casi siempre por televisión, la celebración de los Juegos Olímpicos cada cuatro años. Y no cabe duda que las Olimpiadas constituyen un gran evento internacional de carácter no sólo deportivo, sino también político, mediático y social. Pero realmente, los Juegos olímpicos modernos llevan celebrándose poco más de un siglo, exactamente desde el año 1896, en el que gracias al trabajo entusiasta de un hombre genial visionario llamado Pierre de Coubertin, que paseando por las ruinas de la antigua ciudad de Olimpia,

se enamoró de un ideal tan noble como antiguo, que durante más de trece siglos, fue capaz de unir a todos los pueblos y ciudades estado griegas, para contemplar cómo sus jóvenes atletas, venidos de todas partes del mundo conocido, eran capaces de batirse bajo el sol de Olimpia con un noble espíritu de superación, de valor, de juego limpio y sacrificio personal, que hoy la historia reconoce con el nombre de el espíritu olímpico. Un hermoso ideal, que nació hace ya más de 2800 años en el valle sagrado de Olimpia, al noroeste de la península del Peloponeso. La importancia que tuvieron los Juegos Olímpicos entre todos los pueblos de la Hélade fue tan grande que cada cuatro años gentes de todos los lugares acudían como peregrinos a la ciudad sagrada de Olimpia para presenciar los juegos de los héroes. Un acontecimiento tan sagrado como espectacular, que se celebraba en honor a Zeus, el padre de los dioses olímpicos. Allí, en el valle de Olimpia, a orillas del rio Alfeo y bajo la protección del boscoso monte Cronos, se daban cita la flor y nata de la juventud griega, para demostrar su valor, su fuerza, su velocidad y su destreza, dando lo mejor de sí mismos para poder alcanzar un sueño, una ilusión, un ideal... conquistar la corona de la victoria y convertirse en campeones olímpicos... un logro, un triunfo, una hazaña cuya grandeza quedaría grabada para siempre con letras de oro en la memoria de los hombres, en sus propios corazones de atletas victoriosos y en el pedestal de la estatua que los escultores

Estatua de mármol de Zeus de Olimpia. Museo Hermitage

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Grecia detenían las guerras y conflictos, depositaban sus armas en los templos y marchaban a la ciudad santuario de Olimpia para festejar los juegos de la paz. Pero lo más curioso, es que la tregua no solo era sagrada para las ciudades y sus ejércitos, sino que todo viajero o

Arco por donde entraban los atletas para salir al estadio, donde se celebrarían los juegos.

Lastras de salida hechas de mármol, donde los corredores colocaban los pies para la salida.

levantarían con su imagen en la avenida de los templos que conducía al estadio de Olimpia. Pero lo más curioso es que los campeones olímpicos no guardaban para sí sus triunfos. Su única condecoración era una sencilla corona de olivo que el último día de los juegos los vencedores depositaban a los pies de la gran estatua de Zeus, de oro y marfil, que Fídias había esculpido en el gran templo del padre de los dioses. Y no solo eso, sino que a partir de entonces, ese año sería recordado por el nombre del gran campeón de Olimpia que más victorias había conquistado. Tal fuerza tenía el ideal olímpico, que cuando los espondroforos o mensajeros divinos de Olimpia, que cuatro meses antes de los juegos iniciaba su viaje hacia las cuatro direcciones del espacio para proclamar la Ekkeyra, la «Tregua sagrada de los dioses», a los distintos pueblos y naciones de la Hélade, todas las ciudades de

peregrino que marchaba hacia Olimpia, y que a veces tardaría semanas o meses en llegar, era sacrosanto e inviolable, incluso para los ladrones y salteadores de caminos que jamás se atrevieron a violar la tregua sagrada y ofender al padre de los dioses. Así pues, hubo un tiempo en el que los hombres rendían culto al valor heroico, a la nobleza, al esfuerzo personal y a la dignidad del espíritu humano. Un tiempo en el cual la distancia se medía por estadios y el tiempo por olimpiadas... De hecho, se cuenta la anécdota de que muchas ciudades, derribaban una parte del lienzo de sus murallas, para que los jóvenes atletas de su ciudad, que retornaban a casa invictos, ciñendo la sagrada corona de olivo sobre sus cabezas, pudieran entrar por esa abertura, ya que según decían sus propios gobernantes: «Una ciudad que cuenta con héroes tan nobles victoriosos como ellos, no necesita murallas de piedra para defenderse


de sus enemigos». Pero, por desgracia, el fanatismo religioso, la superstición y la ignorancia, acabaron por destruir la que probablemente fue una de las más bellas expresiones del espíritu humano, la ciudad sagrada de Olimpia y los juegos olímpicos de la paz. Sin embargo, los nobles sueños del alma, que durante un cierto período de la historia iluminaron las conciencias de los hombres, inspirándoles los más altos ideales de paz, de justicia, de nobleza, de valor, de auto-superación, de belleza, de concordia y de fraternidad entre los hombres y los pueblos, son, como las estrellas, inmortales. Desaparecen periódicamente del firmamento espiritual de los hombres, para reaparecer tiempo más tarde e iluminar de nuevo las conciencias, inspirando en sus

almas los más nobles ideales, sentimientos y creaciones artísticas. Además, aunque a lo largo de la historia siempre ha habido algunos personajes que se esforzaron en ocultar, falsear, manipular o denigrar nuestro propio pasado como seres humanos, las piedras no mienten y su mensaje es tan atemporal y universal como los propios símbolos que yacen grabados en ellas.

Vasija griega donde refleja cuatro modalidades de pruebas olímpicas.

Restos arqueológicos de la palestra donde entrenaban los atletas

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Pierre de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos de la actualidad.

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Así, hace mucho tiempo, paseando despacio bajo la enramada bóveda de los frondosos árboles que embellecen el valle de Olimpia, contemplando en silencio con profunda admiración las milenarias ruinas de lo que fue... un hombre tuvo un sueño inspirado. Soñó que el ideal olímpico podía resurgir de nuevo entre las cenizas. Soñó que los hombres y mujeres de todos los países, todas las razas, todas las creencias y todas las condiciones sociales, políticas o económicas, pudieran volver a reunirse cada cuatro años en alguna ciudad de la Tierra, para celebrar los juegos olímpicos de la paz, en los que la juventud de todas las naciones del mundo pudieran demostrar en el estadio su valor, su fuerza, su velocidad, su habilidad y su destreza, dando lo mejor de sí mismos para honrar no solo a sus padres, ciudades o países, sino a la humanidad entera.

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Después de tan loable esfuerzo, por fin el Barón Pierre de Coubertin pudo ver realizado su sueño. Y así, en el año 1896 se celebró la 1a Olimpiada de la era moderna. La ceremonia inaugural tuvo lugar en el antiguo estadio de Olimpia, en el que, tras más de 1500 años de olvido y de silencio, la antorcha olímpica volvió a arder de nuevo en la mano de un atleta. En esa primera olimpiada participaron 241 atletas de 14 países, que pudieron demostrar su valía y su destreza en nueve disciplinas deportivas. A partir de entonces, el lema «Citius, Altius, Fortius» (más rápido, más alto, más fuerte), y la bandera blanca con los cinco anillos entrelazados, en representación de los cinco continentes, se fueron convirtiendo en el símbolo de un sueño, un ideal, un sentimiento, que aunque naciese en Grecia hace más de 28 siglos, pertenece por igual a todos los hombres y a todos los pueblos de la tierra, pues, como muy bien expresó el Barón de Coubertin: «Olimpia y las olimpiadas son símbolos de una civilización entera, superior a países, héroes militares o religiones ancestrales». Es por eso que el espíritu olímpico no morirá mientras el hombre camine sobre la faz de la tierra, pues como dijo el poeta: «Lo que alguna vez realmente fue, es y será siempre». m


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Q

ué gran misterio el de todos aquellos médicos magos de la antigüedad que fueron capaces de curar graves enfermedades y todavía hoy no sabemos como lo hicieron! Médicos que eran conocedores de determinados secretos ocultos de la naturaleza, cuyos manuscritos son verdaderos enigmas para los científicos más avanzados de nuestra época. Pero echemos una mirada al pasado y desvelemos algunas de estas incógnitas a través de uno de estos médicos magos: el intrigante Paracelso. Paracelso, considerado como uno de los grandes médicos de la antigüedad, padre de la química medicinal por sus curaciones a través de los minerales, astrólogo en una manera muy distinta a lo que concebimos como astrología hoy en día,es visto también como uno de los más grandes alquimistas de la historia. Se sabe que gracias a estos conocimientos alquímicos realizó curaciones prácticamente milagrosas, comprobadas históricamente (curó lepra a

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enfermos desahuciados, etc.), y es por eso que se habla de una medicina mágica. Paracelso,muy adelantado a su tiempo en conocimientos, transgredió las normas de su época para marcar un cambio en la medicina. Nace en Suiza el 17 de diciembre de 1493, y por aquel entonces la medicina era sumamente precaria, había quedado estancada durante más de 1500 años en la teoría humoral de la enfermedad de Hipócrates y Galeno. Esta se basaba en que la causa de la enfermedad era debida al exceso de alguno de estos cuatro humores: la bilis negra, la flema, la bilis amarilla y la sangre. Los tratamientos para eliminar el exceso de humor eran en numerosos casos más letales que la propia enfermedad: se practicaban las sangrías, las dietas desmesuradamente restrictivas, las purgaciones y el uso de ciertas plantas que en ocasiones ayudaban y en otras envenenaban. Ante esta situación, muchas veces se llamaba al cura antes que al propio médico.


El verdadero nombre de Paracelso es TheophrastusPhillippusAureolusBombastus Von Hohenheim, en honor al griego de la escuela platónica y especialista en plantas medicinales TheophrastusTyrtamos de Ereso. El nombre Paracelso significa «igual o mejor que Celso», un médico romano del siglo I d.C. que, como él, se oponía a alguna de las teorías de Hipócrates. Paracelso crece en los Alpes suizos, en constante contacto con la naturaleza. Desde pequeño recorre los bosques junto a su padre, también médico y alquimista, en busca de plantas y minerales curativos para los enfermos. A lo largo de su juventud entra en contacto con ciertos personajes pertenecientes al clero que le instruirán en profundidad sobre los misterios de la Alquimia. De todos ellos el más importante es el Abad Trithemius, de quien se dice que dirigió una sociedad secreta de alquimistas herméticos a la que perteneció el joven Paracelso. A nivel histórico, el término hermetismo hace referencia a la corriente de pensamiento impulsada principalmente por los filósofos de la escuela de Alejandría en el siglo II d.C., que transmite una interpretación unitaria y sagrada del universo en la cual en todo lo que existe subsiste una sola Causa Primera de la vida que se expresa a través

Paracelso

de múltiples manifestaciones: cósmicas, humanas, animales, vegetales y minerales. Esta corriente busca desvelar y comprender los principios o leyes ocultas de la Naturaleza. Utilizaban el símbolo como modo específico de transmisión del saber. Fue el Abad Trithemius quien enseño a Paracelso dichos misterios y la escritura secreta de los alquimistas. A lo largo de su vida, Paracelso estuvo en constante movimiento por toda Europa, una vida nómada de mucho estudio e investigación. Viaja a España para aprender medicina árabe, a Montpellier donde conoce la escuela del alquimista Arnau de Villanova y comienza su primer libro de alquimia llamado: «La Archidoxia Magica»; Inglaterra, Holanda, Dinamarca, Países escandinavos, Europa del Este…En algunos lugares encontraba la paz para escribir sus numerosos libros y también para ejercer de médico. No cobraba a los pobres y criticaba a los que se enriquecían de la medicina por lo que en más de una ocasión tuvo que salir huyendo para evitar ser encarcelado. Sus investigaciones se volcaron sobre todo en el campo de la mineralogía, con el fin de destinar ese conocimiento a la lucha del cuerpo contra la enfermedad. Estudió y descubrió las características de muchas enfermedades (sífilis y bocio entre otras), y para combatirlas se sirvió del azufre y el mercurio. Sus curaciones increíbles suscitaban envidias y se dice que curaba a nueve de cada quince leprosos. Pero, ¿qué sabemos de la medicina que practicaba? La visión de la enfermedad que EL MUNDO DE SOPHIA

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tiene Paracelso está condicionada por sus conocimientos sobre alquimia o sabiduría hermética. Decía: «Hay dos especies de conocimiento, hay una ciencia médica y una sabiduría médica». Hoy en día tenemos una ciencia clínica muy avanzada, pero esta trabaja únicamente el plano externo y visible, lo que llamamos plano físico. Sin embargo, los alquimistas concebían una sabiduría médica en la cual además se contemplaba la existencia de un espíritu y de una psique que pertenecen a la naturaleza interna del hombre, siendo estos últimos también de suma importancia en el origen y curación de la enfermedad. En alquimia, estos tres elementos eran simbolizados como sal θ (substancia física), azufre (substancia astral) y mercurio (substancia espiritual). «Si estas cualidades están en armonía unas con otras no habrá enfermedad; mas si entran en oposición las unas con las otras, la enfermedad será el resultado» (Paracelso, «Paramirum», lib.I, 1, 2 y 3). En el conocimiento de estos hechos está la clave de cómo curaba nuestro protagonista: «Si pudieseis ver estas substancias verdaderas, tendríais entonces el ojo por medio del cual un médico debería ver. Solo el ver lo exterior está en el poder de todo el mundo, pero el ver lo interior y descubrir lo que está oculto, es un arte que corresponde al médico.» En el campo de la astrología,Paracelso habla igualmente de la existencia de

Las estaciones del año, íntimamente relacionadas con los humores, provocan enfermedades con las que guardan analogía.

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fuerzas cósmicas o universales y de cómo estas influyen en el hombre. La astronomía moderna enseña la ciencia de los cuerpos de los planetas y estrellas, mientras que la astrología de Paracelso habla de las fuerzas espirituales representadas en los planetas, un macrocosmos cuyo duplicado existe en la constitución del hombre (microcosmos). Paracelso destaca por ser un hombre de ciencia que a su vez defiende una visión global de la medicina y de la enfermedad. Paracelso muere en Salzburgo el 24 de septiembre de 1541 con 47 años, dejando en herencia todos sus bienes a los pobres. Hoy en día, se le considera el gran reformador de la medicina del siglo XVI. Su incesante búsqueda de lo nuevo, su oposición a los remedios heredados de tiempos antiguos le postulan como un médico adelantado a sus contemporáneos, contribuyendo a que la medicina siguiera un camino más científico. Gracias a hombres como él, que no temen romper con las ideas preestablecidas de su tiempo, la humanidad avanza hacia nuevos horizontes, a la vez que recupera conocimientos perdidos que siempre estuvieron ahí y fueron olvidados. Poco a poco los médicos de hoy luchamos por explorar nuevos horizontes, tomando como ejemplo valiente personajes de antaño como lo fue Paracelso. Poco a poco, en búsqueda de una medicina más científica, más universal y más holística, también vamos desvelando los misterios del universo y del hombre. m


lo que algunos dijeron sobre...

Director: Jonathan Dayton y Valerie Faris Romántico/Fantástico. 2012. EEUU.

Ruby Sparks

Los directores de «Little Miss Sunshine» relatan la historia de un escritor que se enamora de uno de sus personajes femeninos. Calvin Weir-Fields (Paul Dano) había sido un niño-prodigio, cuya primera novela había tenido un gran éxito. Pero, desde entonces, sufre un sistemático bloqueo creativo agravado por su deprimente vida amorosa. Finalmente, consigue crear un personaje femenino, Ruby Sparks (Zoe Kazan), que acaba materializándose y compartiendo la vida con él. Ruby Sparks es una fábula fantástica y romántica que nos habla del amor y del Amor. En el espacio de 1 hora y 44 minutos asistimos a los fuegos artificiales de un enamoramiento, a los celos, a la manipulación del otro, a la crueldad cuando el otro no hace las cosas como nosotros queremos y, finalmente, a la aceptación incondicional del ser único e irrepetible que es cada ser humano.

Los cuatro acuerdos

El héroe de las mil caras

Autor:

automática aparece el Juez (educado según el sueño) en forma de voz crítica, represión, culpabilidad, etc.

Autor:

Este es un libro escrito por un maestro nagual, en el que se realiza un compendio de sabiduría tolteca. En él el Dr. Ruíz nos explica que, en esencia, vivimos en un gran sueño. Un sueño que nos es transmitido desde la infancia a través, entre otros, de nuestros padres, de la misma forma que a ellos se lo enseñaron sus padres, y así hasta el origen. Asumimos las enseñanzas sin casi cuestión. Éste es el sueño, vivimos aquello que generalmente no escogimos, pero lo vivimos como si de la realidad se tratara.

Para romper el estado de sueño el Dr. Ruíz nos habla de establecer cuatro acuerdos: sé impecable con tus palabras, no te tomes nada personalmente, no hagas suposiciones y haz siempre el máximo esfuerzo.

El mitógrafo Joseph Campbell nos conduce a través del camino del héroe, el cual posee un patrón narrativo similar en las historias y leyendas de todas las culturas, además de señalarnos las multitud de similitudes entre el simbolismo de los sueños y el lenguaje del mito.

Dr. Miguel Ruíz

Joseph Campbell

Hemos asumido de tal modo el «sueño» que si en algún momento aparece el menor atisbo de duda y cuestionamiento de forma

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A

l principio, no había nada... ¿O sí?

Se cuenta en el Popol Vuh que Tepeu, el gobernante, y Gucumatz, la Serpiente Emplumada, estaban solos y aburridos en un universo que estaba hecho de cielo y de agua. Tenían un gran poder: sus pensamientos y deseos se convertían en realidad. Las estrellas aparecían en el cielo y la tierra surgía del agua; plantas y animales cubrían la superficie terrestre. Todo parecía perfecto. Pero había un problema: no existía nada ni nadie que los adorase; es por eso que intentaron crear a los seres humanos. Utilizaron primero arcilla, pero cuando llovía estos se rompían y se 28

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disolvían como si fueran muñecos de cera al lado de un fuego tempestuoso. Después lo intentaron con madera, pero tampoco funcionó: aquellos seres podían caminar, pero no tenían conciencia y no adoraban a sus creadores. Entonces, los dioses inundaron la Tierra para librarse de los errores de su creación. Y lo intentaron una última vez. En esta ocasión, hicieron humanos de maíz de diferentes colores. Inmediatamente, estos comenzaron a adorar y a postrarse ante sus creadores. Pasaron miles y miles de años... Aquellos humanos hechos de maíz aprendieron y comprendieron que los dioses se habían escabullido tras los pliegues de la Historia y pensaron que solo con la ayuda de su ingenio y curiosidad, serían


capaces de conocer el verdadero secreto que se escondía tras sus orígenes. Después de mucho estudiar, de ensayos, experimentos y fracasos, descubrimientos, eurekas, decepciones y de inventos que parecían sacados del castillo de un mago, solo entonces dieron con aquello de la Gran Explosión... El Big Bang... Hace 14000 millones de años... Todo el Universo, concentrado en una diminuta chispa de casi nada... Y claro está, más de uno se sorprendió. Incluso a pesar de pruebas que aparentaban ser apabullantes, muchos no lo creyeron. Pero cuentan que al final, el poder premonitorio y predictivo de la ciencia triunfó. El Universo había surgido de una mota de nada que lo encerraba todo, de un pellizco de energía inconcebiblemente pequeño que se lanzó a la conquista del vacío para crear el escenario de la eternidad. Y en ese escenario surgieron los seres humanos capaces de curiosear entre los ropajes de los dioses para construir una epopeya que diera cuenta del origen de todas las cosas. Historias, cuentos, epopeyas... Los seres humanos construimos nuestra realidad. Con ahínco y perseverancia, trazamos los hilos de una madeja deslavazada y caótica para fabricar el tejido de nuestros días, siempre con la

esperanza de que esa trama y urdimbre sea lo suficientemente sensata como para arrinconar la inseguridad. Uno de los principales motivos por los que la ciencia en general y la astronomía en particular estuvieron ancladas a un pasado inamovible y perpetuo fue el miedo, el pavor y la incapacidad de asumir que el Universo podía ser inabarcable y las estrellas faros silentes situados a distancias imposibles. Aquel vacío físico que llenaba el corazón cada vez que algún iluminado hablaba de la infinitud del cosmos, impedía cualquier rastro de valentía y originalidad. Ahora, en nuestros días, cargados con la ilusión de una tecnología que parece hacernos tocar el cielo, literalmente, seguimos en el camino de procurar que el miedo no nos atenace, esta vez disfrazando nuestro razonamiento con multitud de pruebas aportadas por máquinas que desafían nuestras propias capacidades, hasta parecer casi un sueño (tal vez para Newton o Galileo, serían una pesadilla).

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En ese tejer la realidad, nos hemos atrevido a reinventar las antiguas leyendas sobre el principio de los tiempos con teorías que son capaces de contar lo que pasó durante los tres primeros minutos de vida del Universo, mientras sonreímos con displicencia y condescendencia ante historias como las del Popol Vuh o tantas otras. Ciertamente, seguimos en la tarea de construir castillos que nos ayuden a barrer y defendernos de los misterios que nos rodean, intentando comprender en profundidad los enigmas de un cielo lleno de luz congelada en el tiempo. 
 Era tras era, hemos caminado por sendas desconocidas intentando entender las extrañas estructuras que configuran el mundo en el que vivimos; hemos intentado manejar nuestra ignorancia con cierto orgullo y dignidad, tratando de apartar de nuestras vidas ese miedo y la terrible desolación: religiones milenarias y principios inviolables, creencias secretas que conspiraban contra los cortos de miras, leyes científicas que nos acercaron y nos acercan a la supuesta verdad, los espíritus de los muertos que no acababan de irse, seres extraterrestres de mente prodigiosa que nos ayudaron a construir pirámides o el dios del dinero o el de la locura asceta...

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En realidad, inventamos historias magníficas para curar el espanto que nos produce ese abismo abierto, más allá de la comprensión de la realidad y de la muerte.... En realidad, son solo trucos... Trucos para aventurar sendas que nos conduzcan a un lugar apacible y sereno, más allá del caos y la desesperación: cuerdas invisibles que componen una música infinita e inalcanzable, pasados vividos en un sinfín de reencarnaciones tan lejanas como fútiles, dioses de la ira que se regodean ante el sufrimiento desprovistos del alma de la compasión, imperios que venden protección de pacotilla o rabinos y gurús de lo indecible que venden la riqueza de un paraíso inventado... Artimañas, ilusiones creadas para no caer locos ante la ignorancia y el pavor de lo que se oculta tras los velos de una realidad que no sabemos qué es. Incluso un arco iris es una ilusión impresa en nuestra mirada. Lo más probable es que el amor sin condiciones sea lo único que nos redima de ese miedo tan profundo. m


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S

i hay en el cine una saga de éxito pese al paso del tiempo y el devenir generacional que se ha ido sumado a su legión de fans, es sin duda STAR WARS.

Escena de la película Star Wars: El Imperio contraataca.

Lo primero que deberíamos preguntarnos ante este fenómeno de masas es: ¿Qué tiene Star Wars, que después de 39 años (se estrena la primera película en 1977) sigue atrayendo y

emocionando a millones de personas en todo el mundo?... no importa el país, el estrato social, la religión o la edad; enamora como el primer día y tiene el difícil don de conectar con un público multigeneracional y diverso. Podemos responder con muchas y variadas conjeturas que nos aportarán distintas claves para alcanzar una resolución más global. En primer lugar, tenemos como gran protagonista de la saga a la figura del héroe que, además, se nos presenta en algunas de sus múltiples facetas: el héroe cotidiano, como pueden ser Han Solo o los integrantes de la resistencia; el héroe por excelencia, Luke Skywalker; pasando incluso por la figura del héroe redimido, como es el caso de Darth Vader. También nos encontramos con la lucha por la libertad ante la opresión de un autoritarismo despiadado y sin escrúpulos; la lucha entre el bien y el mal, la luz contra la oscuridad; la necesidad de justicia para restablecer la

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paz y el orden y castigar a los villanos; la potente atracción de la cienciaficción junto a la posibilidad de una prolífica biodiversidad inteligente en el cosmos; la existencia de la fuerza, un misterioso poder presente en todo cuanto existe; la historia de amor; el código de honor, un ideal, una misión justa que cumplir; la utilización de las tres grandes escuelas de la escena: drama-tragedia-comedia; las claves políticas; la figura del hombre sabio o maestro; la influencia visual y narrativa de Kurosawa y de Flash Gordon; la influencia literaria de Joseph Campbell y su libro «El héroe de las mil caras». Y cómo no, la utilización del símbolo en distintas claves que van desde lo humano a lo psicohistórico… Sin embargo, tras todo ello, queda claro que uno de los motivos fundamentales del éxito de Star Wars es la figura del caballero Jedi, envuelto en ese romanticismo dado por la fusión entre el paladín medieval y el

monje Shaolin que es, en definitiva, un monje guerrero inspirado en muchos ejemplos de nuestra pasada historia y cuyo poder de atracción y respeto siempre ha sido considerable por el conjunto de la sociedad. Si el personaje definitivo es el Jedi, se entiende que su razón de ser y existir está fundamentada en su filosofía, que es la que le otorga sus cualidades, su forma y sentido de vida. Lo primero en su filosofía es que sigue unas pautas que no ha inventado G. Lucas, sino que forman parte de una estructura «colegiada» a lo largo de la historia en infinidades de castas, órdenes y hermandades, especialmente en el ámbito guerrero y místico. Contamos con infinidad de ejemplos: templarios, monjes shaolin, samuráis, guerreros mayas, espartanos, sioux, sacerdotes egipcios, magos caldeos, druidas, chamanes… La mayoría se fundamentan en unos principios, un código de conducta con una serie de preceptos que distinguen al integrante por tres fundamentos principales:

George Lucas

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Primero, por la búsqueda de la superación personal, del crecimiento interior, de la conquista de uno mismo y de determinadas cualidades y virtudes que lo harán mejor, más fuerte, más virtuoso y más capacitado. Para ello se precisa de la necesidad de un instructor o maestro, y de unas pruebas que superar o proceso iniciático.

Escena de la película Star Wars: El Imperio contraataca.

En segundo lugar el poner a disposición esa capacitación al servicio de un ideal o una misión, generalmente justos, luminosos, altruistas, de servicio y protección hacia los demás. Y por último, seguir un Código de Honor, que no los desvíe de su propia

virtud ni de su misión o ideal y que sirva de apoyo y sustento moral. A modo de entrañable anécdota y para ilustrar el profundo calado en el público del código del que estamos hablando, nos encontramos con esta carta de un niño pequeño a G. Lucas: Querido George Lucas, No me gusta que un Jedi no pueda casarse. Yo quiero casarme sin convertirme en un Sith. Por favor, cambia esa norma. P.D: Quiero ir al Rancho Skywalker, por favor. Con amor, Collin. La respuesta fue: Hola Collin, Muchas gracias por escribirnos. Parece que la Fuerza es fuerte en ti y estás mostrando una gran sabiduría al hacernos tu pregunta. Ser un Jedi es conocer el valor de la amistad, de la compasión y de la lealtad; valores importantes en el matrimonio. Los Sith sólo piensan en sí mismos. Cuando encuentres a alguien con el que puedes conectar de una manera desinteresada, entonces estás en el camino


de la luz y el lado oscuro no se apoderará de ti. Con esta bondad en tu corazón, puedes casarte. Hemos adjuntado algunos regalos que esperamos que disfrutes. Gracias de nuevo por escribirnos. Que la fuerza te acompañe. Sinceramente, tus amigos de LucasFilm. La filosofía Jedi podría resumirse en tres preceptos fundamentales. Primero hablaríamos de La Fuerza, una especie de energía que lo penetra y sustenta todo. Fuente de todo cuanto existe y es. La Fuerza representa todas las claves y llaves de acceso al conocimiento profundo del ser humano y de las leyes y principios que rigen el universo. Después está el Equilibrio Mental, al que en todo momento se hace referencia de una u otra manera, y que podríamos resumir en autodominio; un control total que va desde lo físico y lo emocional, hasta el pensamiento, en pro de un código de conducta y acción al servicio del bien y una causa mayor. Y para terminar, nos encontramos con el Reverso Tenebroso, que es uno de los temas principales de toda la saga, y que nos plantea la eterna lucha entre el bien y el mal, especialmente en el interior del ser humano, que es donde primero se libran las verdaderas batallas de la vida. Según la sabiduría perenne, el mal no existe, pues no pueden existir dos absolutos antagónicos, por lo tanto, el mal es un abandono o alejamiento del bien. Por ello, constantemente se hace alusión al peligro del reverso tenebroso… más rápido, más fácil, más seductor… pero no más fuerte.

Cartel de la película Star Wars: Una nueva esperanza.

En definitiva, la filosofía Jedi nos muestra la figura de un personaje heroico por su capacidad para luchar contra el mal, por el sacrificio de sí mismo para ayudar a los demás y por su incansable búsqueda de superación personal, elementos que más allá de Hollywood, se convierten en un excelente ejemplo de conducta para nuestras modernas sociedades sumergidas en una extenuante crisis de valores. Quizás por ello ha fascinado y fascina tanto, porque necesitamos héroes que nos inspiren en el difícil arte de vivir y de convivir en paz, justicia y fraternidad. m

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E

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xiste un modelo en la naturaleza que ejemplifica con singular precisión el espectacular fenómeno al que estamos asistiendo hoy en día en relación al Mindfulness. Y este no es otro que el del proceso de crecimiento del bambú chino.

Dicen que al final del quinto año, la semilla del bambú chino eclosiona hacia la superficie, creciendo de manera asombrosa, perceptible a simple vista por un observador atento hasta alcanzar una altura de veinticinco metros en tan solo seis semanas.

Parece ser que la semilla del bambú chino tiene la característica de mantenerse durante cinco años o más bajo tierra, enraizándose profundamente, mientras en la superficie aparentemente no ocurre nada. Cualquier persona podría pasar por el lugar de plantación y no descubriría que debajo de la capa superficial de la corteza terrestre se está generando uno de los procesos más fantásticos que existen en la naturaleza: la construcción de los cimientos sólidos, profundos y estables a través de la expansión de las raíces de lo que posteriormente se convertirá en uno de los troncos más altos y consolidados que nos regala la Naturaleza.

Y esto es lo que ha sucedido con el Mindfulness, especialmente aquí en España. Estamos asistiendo al nacimiento de unas semillas plantadas en la década de los 80 desde Estados Unidos, y que hoy, aquí en España, interesa a miles de personas; llena cientos de publicaciones médicas y psicológicas, es divulgado en programas televisivos de alta audiencia, desarrollado en charlas y conferencias por todo el país, popularizado por numerosos artículos en revistas y en miles de post de páginas web y blogs, y lo más interesante, practicado por cada vez más personas que se adhieren al movimiento mindful, es decir, al cultivo de la Atención Plena.

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La verdad es que la progresión en el interés que despierta el Mindfulness es apabullante. Es como si después de miles de años, en occidente, hubiéramos descubierto una


herramienta mágica que nos puede ayudar a ser más felices, con todo lo que ello conlleva; vivir más tranquilos y en paz, tener más salud, ser más compasivos, tener una mayor capacidad de tolerancia, de respeto…, ser capaces de conectar con nosotros mismos y con los demás de corazón, etc… Todo ello, matices o pequeñas piezas del maravilloso puzle del preciado bien que todos anhelamos que no es otro que la felicidad. Y digo en occidente porque estas técnicas en oriente son practicadas desde hace miles de años… ¿Qué es el mindfulness? La palabra mindfulness es la traducción inglesa de la palabra sati en pali, la lengua empleada en la época de Buda, hace 2500 años. Al igual que en la antigua lengua sánscrita, en la lengua pali encontramos numerosos términos para conceptos de índole psicológica y metafísica, cosa que no ocurre con nuestros modernos idiomas, preparados para comunicarnos dentro de la cosmovisión fundamentalmente materialista en la que nos movemos. Hoy tenemos múltiples vocablos y definiciones para referirnos a conceptos técnicos, tecnológicos o científicos; numerosos recursos de comunicación para hablar con terminología adecuada a nuestra sociedad de mercado. Sin embargo, nos falta mucho para llegar a igualar la riqueza de las lenguas

antiguas, muy preparadas y estructuradas para hablar al corazón con el lenguaje simbólico del corazón.

Taller de Mindfulness en la Fundación Sophia

La palabra sati designa la actividad de la conciencia cuando está presente y despierta. Pero teniendo en cuenta que sati es la nominalización del verbo sarati que significa rememorar o recordar, deberíamos traducirla como la capacidad de «recordar estar en el presente con la conciencia despierta» o la capacidad de la mente de «recordarnos» estar en el presente, es decir, constantemente volviendo al aquí y ahora. Podríamos decir que ese «momento mindfulness» es un relámpago de conciencia pura que dura una fracción de segundo y que se produce en el instante justo en que nos damos cuenta de algo en forma de experiencia. Pasado ese intervalo de «lucidez», la mente se encarga de procesar la destreza con todos los añadidos de nuestro subconsciente y de traducirla en palabras comprensibles, perdiendo la frescura y viveza del segundo exacto en el que ocurrió el suceso. Por eso nos ha sido muy difícil encontrar un término en nuestras modernas lenguas que pudiera definir ese proceso puntual de la conciencia. El término que se pensó que mejor se ajustaría a su significado sería el de «Mindfulness» que traducimos al español como «mente plena», «conciencia EL MUNDO DE SOPHIA

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plena», «conciencia despierta»… o el más usado de «Atención plena» y que no debemos confundirlo con Mindfullness que es justamente lo contrario: mente llena de conceptos y ruidos. Lo cierto es que en el ámbito de la salud y de la psicología, en vez de usar el término «meditación» se utiliza ya el término «mindfulness» como sinónimo. Muchas han sido las definiciones de Mindfulness postuladas por algunos de sus pioneros: • La conciencia de aquello que emerge en el momento presente, con propósito y sin juzgarlo (Kabat Zinn). • Autorregulación de la atención orientándola hacia el momento presente, con curiosidad, apertura y aceptación (Bishop). • Saber lo que se experimenta en el momento en que se está experimentando (Guy Armstrong). • La capacidad humana universal y básica que consiste en la posibilidad de ser conscientes de los contenidos de la mente momento a momento (Vicente Simón). • Es la acción de desarrollar y mantener un tipo de atención especial a la 38

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experiencia presente, momento a momento, con una actitud de aceptación radical, libre de todo control y juicios de valor (Israel Mañas). • Conciencia de presente, momento a aceptación (Germer).

la experiencia momento, con

• Es la clara y simple conciencia mental de lo que nos está ocurriendo a nosotros y en nosotros en los sucesivos momentos de la percepción (Nianaponika Thera). Y fusionándolas todas ellas definiríamos el Mindfulness como la atención plena mantenida sobre los procesos y estados internos perceptibles momento a momento… (sensaciones, emociones, pensamientos, imágenes, aspectos circundantes…). Sin juicios, con curiosidad, aceptación y con una actitud bondadosa y amable hacia el objeto que se contempla (Kabat Zinn, Grossman, Niemann, Shmidt, Walach…) Principios del Mindfulness El primer postulado del Mindfulness que se extrae de la propia definición, no es otro que «vivir en el presente», en el aquí y en el ahora, momento a momento, puesto que este es el único tiempo que tenemos en nuestras manos y en el que podemos actuar desde el SER. El pasado ya no existe, jamás


volverá… Es un tiempo cuyo recuerdo muchas veces nos genera remordimientos, culpa, frustración…. El futuro está por llegar, tampoco ha llegado todavía…. Su vislumbre nos provoca incertidumbre, miedo, inseguridad, desasosiego... Así la rumiación acerca del pasado o del futuro se presentan como fuentes de estrés, angustia y sufrimiento. Solo el presente es neutro, hallándose dispuesto a recibir nuestra interpretación del momento. El Dalai Lama dice al respecto: Solo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada, uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y principalmente vivir. Solo el presente, instante a instante, nos pertenece. Y solo desde ese presente, podemos conectar con nuestra fuente de sabiduría esencial que se halla más allá de la enorme capa de condicionantes, hábitos, resortes y mecanismos instintivos con los que nuestro Ser se resguarda. Una esencia inconmensurable o potencial de valores intrínsecos al ser humano de la que nos han hablado todas las tradiciones espirituales de la humanidad:

ser de impurezas y verás refulgir en el interior tu naturaleza de Budha. Es decir, que todas ellas nos hablan de una misma y única realidad, la divina esencia que habita en el interior de todos los seres. Según esto, dentro nuestro tenemos todos los poderes del Ser. Solo hace falta conectar con nuestra naturaleza profunda para tener acceso a esas capacidades, a las que solo se puede acceder desde la «Presencia» (atención plena) y en el momento «presente» (en el aquí y en el ahora). Otro de los ingredientes fundamentales de la práctica de Mindfulness es ser capaces de observar los procesos «sin juzgarlos y sin juzgarnos» a nosotros. Es decir, desde la neutralidad del observador silencioso que desde su atalaya contempla los procesos, siendo capaz de parar el mundo unos instantes para poder elegir la respuesta libre y consciente, la interpretación ecuánime, en lugar de reaccionar instintivamente al suceso. Ello implica además, un talante de «aceptación» del hecho tal como aparece y desaparece, con su impermanencia natural, sin querer

En el hinduismo se dice que el Dios creador Brahma se halla disuelto en el interior de todas las criaturas como la sal se halla disuelta en el agua… o como la chispa de fuego en la madera antes de que prenda. La sabiduría de los antiguos egipcios dice que cuando el dios Ra contempló su Creación, divinas lágrimas de Amor brotaron de sus ojos… y de esas lágrimas nacimos los seres humanos. En el cristianismo encontramos la tan famosa frase, el reino de Dios está dentro de nosotros. Y en el budismo se dice Limpia tu EL MUNDO DE SOPHIA

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controlarlo ni luchar contra él, sin añadir ni quitar nada…, con confianza; puesto que se trata de la vida misma manifestándose y ¿cómo puede la vida traernos algo que no sea lo mejor para cada momento?. Constantemente actuamos de manera hedonista aceptando y provocando lo que nos gusta o deseamos, y rechazando o negando lo que nos desagrada. Nada más contrario a la actitud Mindfulness. Me viene a la mente la magnífica reflexión de H.P. Blavatsky c u a n d o dice: «No os quejéis, porque lo que os parecen sufrimientos y obstáculos suelen ser en realidad los misteriosos esfuerzos de la naturaleza para ayudaros en vuestra obra si sabéis aprovecharlos». Nada mejor para el Ser que dejar atrás viejos patrones reactivos e impredecibles de nuestra mente que tanto nos han encadenado y comenzar a cultivar una respuesta creativa propia de seres conscientes, libres y responsables y que está acorde con ese otro principio de confianza en la Vida…, dejarse fluir en Ella…

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Y cómo no hablar de la mente de principiante que todo practicante del Arte de Vivir debe cultivar. Este concepto extraído de la psicología y filosofía Budista nos sugiere un conjunto de cualidades que podríamos definirlas como «la forma de mirar y ver el mundo de un niño». El mismo Siddharta Gautama, que luego sería el Buda, recuerda su primer momento de absorción espiritual siendo un niño. Cuenta la tradición que el príncipe Siddharta acompañó a su padre a una fiesta de la vendimia, y en un momento determinado, se retiró a observar lo que acontecía a su alrededor con curiosidad, ilusión, pureza, implicación…, apertura mental; como si viera y sintiera las cosas por primera vez. En ese momento, dicen que el niño experimentó su primer chispazo de iluminación, un estado de conciencia superior que le acompañaría frecuentemente durante toda su vida y que le permitió llegar a alcanzar la liberación del sufrimiento y la ignorancia, y convertirse en un Buda o Iluminado.


De todo ello se deduce que otra de las cualidades propias de Mindfulness y que todo practicante necesita desarrollar, es la paciencia activa. No buscar ni esperar los beneficios de la acción, que si bien llegarán por ley inexorable, no podemos quedar atrapados por esa trampa mental que nos esclaviza al resultado; y permitir que la vida se exprese naturalmente, sin prisas ni cortapisas, con confianza plena, desplegando a su ritmo todo lo que la experiencia tenga para dar. Algo que es muy fácil de decir y bastante difícil de ejecutar por la deficiente educación que en occidente hemos recibido, de querer conseguir las cosas «para ayer» y con el mínimo esfuerzo posible. Ello genera un estado de impaciencia y agitación, a veces compulsiva, que va minando nuestra salud física, psicología y mental, y que hace que la vida se nos escape de las manos sin saborearla ni extraer toda la sabiduría del momento. Si yo tuviera que decir en una palabra cuál es la mayor ventaja que se puede obtener de la práctica de Mindfulnes, diría que es el «autoconocimiento». Por un lado, conocer las tendencias de nuestra mente (las tóxicas y las saludables), observar los condicionantes aprendidos y los prejuicios infiltrados, detectar los hábitos inconscientes y los mecanismos reactivos-instintivos asentados en nuestro carácter; y por otro lado, el darnos cuenta y tomar plena conciencia (con todo lo que ello conlleva) de la magnitud del Ser que habita en nuestro interior con sus cualidades de Amor, Compasión, Nobleza y Ecuanimidad.

la Atención Plena, pienso que es la de sentir la conexión con el Ser; la plenitud de darnos cuenta del poder de la conciencia amplia, relajada, receptiva y confiada; la de saberse hombre o mujer consciente, libre y responsable de esa libertad, protagonista de tus elecciones… Y por supuesto, la sutil aunque plena satisfacción de sentir que estás

Y si tuviera que deciros cúal es la mayor satisfacción que podemos tener al practicar en el día a día EL MUNDO DE SOPHIA

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Presente en el presente, con todos los recursos a tu disposición. La verdad es que es una sensación difícil de explicar con palabras. Es como habitar en un lugar por encima de las nubes, donde siempre brilla el sol. Es como andar flotando, observando el mundo con ecuanimidad y desapego, por encima de las cosas que normalmente te atrapan, te lastran o te anclan. Es sentirte uno con los demás, en armonía con toda la familia humana… Es saberse en paz con la Vida y en unidad con el Todo…

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Os tengo que confesar que la idea-luz que orienta cada mañana mi meditación es: «No tengo nada que hacer, ningún sitio donde ir, nadie en quien convertirme, ningún rol que representar…, tan solo estar conmigo misma, regalarme este momento de conexión, de presencia plena, de felicidad serena… Descansando en la conciencia expandida, en paz, confiada e imperturbable en medio de todos los cambios de la existencia…». m


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