El mundo de Sophia 60

Page 1

EL MUNDO DE SOPHIA

1


Contenidos 3 Editorial 4 Transformar la vida Catalina Simonet

8 Darse cuenta y tenerlo en cuenta Carles Marcos

10 La traducción, puente a los sentimientos Laura Echeverry

Redes sociales 16 Hipótesis Gaia

Jessica Paola Hermoso

20 Kintsugi, el arte de reconstruírse por fuera y crecer por dentro Mónica Gutierrez

25 Frases sobre la Tierra 26 Tiempo vivo, tiempo muerto o tiempo oportuno Javier Vilar

32 El mito del héroe (II parte) Ignacio V.

MIndfulness 36 Derecho a soñar Víctor V. Gisbert

39 Libros y películas MIndfulness 40 Meditación y procesos mentales Alix Salas

EL MUNDO DE SOPHIA 2020 Nº 60 DIRECTOR: Javier Vilar JEFA DE REDACCIÓN: Elvira Rey REDACCIÓN Y MAQUETACIÓN: Elvira Rey, Nacho Vilar y Isabel Salvá. Una publicación de Fundación Sophia c/ Jaime Ferrer, 3 Palma de Mallorca (Baleares) www.fundacionsophia.com / Tel: 971 72 15 55 editorial@fundacionsophia.com www.mundosophia.com D. L. PM-2099-98 2

EL MUNDO DE SOPHIA


Editorial Elvira Rey

E

l tiempo de confinamiento que acabamos de vivir ha impreso en nuestras rutinas un cambio de ritmo que ha tenido consecuencias en muchos aspectos de nuestra vida. Para unos han sido positivas, por haber dejado ver el gran potencial humano entregado de forma altruista, o por haber encontrado el tiempo para hacer «esas otras cosas» para las que no encontrábamos nunca su momento; para otros, han sido duros resultados por la incertidumbre de lo que pasará; para otros, tristes, por el dolor de la pérdida de seres queridos y amigos; mientras que otros se duelen solo de que estas circunstancias puedan desestabilizar nuestro sistema económico. De todo podemos sacar una lectura positiva o negativa. Cada persona percibe este fenómeno de manera distinta y en su tiempo reflexiona la causa que nos ha llevado a esta situación. ¿Será que somos presuntuosos al pensar que podemos saber la causa que nos ha traído aquí? Hemos sido bombardeados por miles de whatsapps en los que se nos informaba de las diversas lecturas que podemos hacer de esta crisis mundial. Posiblemente todas tengan algo de verdad, pero la única manera de superar una crisis es seguir adelante y aprender a funcionar de un modo nuevo

y distinto. Como dijo Víctor Frankl «Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos con el desafío de cambiarnos a nosotros mismos». Los hombres y las mujeres que sentimos la necesidad de encontrar el sentido de las cosas, no podemos obviar hacer una lectura abierta a los hechos y descubrir que de alguna forma somos actores y productores de lo que se ha descubierto a nuestra conciencia. Como mínimo, necesitamos recapacitar y modificar, en definitiva, lo que en el fondo sabemos que hemos hecho mal. Desde malgastar agua, contestar mal a nuestro amigo, tirar basura a la cuneta de una montaña o al mar; desear el mal a alguien, acumular resentimiento, actuar irreflexivamente en momentos de enojo, maltratar a un animal, juzgar a los demás, preferir seguir siendo egoísta a aliviar la necesidad de otro ser… En este tiempo con tiempo, todos en mayor o menor medida, hemos reflexionado sobre lo que estamos viviendo, y al igual que en cada comienzo de año, estamos planteando modificar algo en nuestras propias vidas. Pequeños cambios, sí, pero los actos de cada uno, por pequeños que parezcan, pueden redundar en los demás, en nuestro entorno y en nuestro planeta. «Si crees que eres demasiado pequeño para marcar una diferencia, intenta dormir con un mosquito». (Dalai Lama) La interconexión, al menos en el plano de la expansión de un virus, ha quedado clara; pero aplicada a nuestros

actos, puede significar la diferencia entre encadenar la enfermedad o bloquearla. Nada de lo que hacemos y pensamos es inocuo ni queda recluido a las cuatro paredes de nuestra casa. «La vida es un eco. Lo que envías, regresa. Lo que siembras, cosechas. Lo que das, obtienes. Lo que ves en los demás, existe en ti. Recuerda, la vida es un eco, siempre regresa a ti». Muchas de las reflexiones de estos días nos podían haber inspirado estas palabras que todos sentimos como propias. ¿Y si traspasamos esta conclusión a otros aspectos de nuestras vidas? ¿Podemos decir que estamos reaprendiendo a vivir de otra manera? Estamos teniendo mucho tiempo para reflexionar, pero hacerlo con amor y compasión es la garantía de que no lo vayamos a olvidar y por lo tanto, dure para siempre. Somos una unidad humana, con sufrimientos y alegrías compartidos. Dejemos de vernos como el centro de nuestro mundo para reorientar nuestra mirada hacia el futuro que soñamos, que seguro, comparte mucha más gente. Las circunstancias nos han obligado a parar. Pero detenerse no solo significa dejar de avanzar. Cuando no nos movemos, pensamos, meditamos en algo, es decir, dejamos que la vida corra a través nuestro de otra manera tan valiosa o más; y aprendemos a mirarnos hacia dentro y descubrir que ha llegado el momento de hacer de nosotros nuestra mejor versión. EL MUNDO DE SOPHIA

3


Catalina Simonet

transformar O

riente y Occidente… Al pensar en estas dos ubicaciones en el planisferio no sólo nos referimos a un lugar geográfico, sino a una forma de ver la vida; y es que la posición desde la que observamos lo que ocurre a nuestro alrededor sí que es importante. Cuando asistimos a un teatro preferimos estar en una buena situación estratégica para tener una ventajosa visión del escenario. En caso contrario puede ocurrir que nos perdamos parte de la acción, e incluso, si estamos muy lejos, no observemos los detalles del movimiento. 4

EL MUNDO DE SOPHIA

Como en el teatro de la vida, somos protagonistas y a la vez espectadores de múltiples representaciones en las que a veces tenemos que intervenir, mientras que en otras, preferimos observar con prudente distancia. Puede que también, en ocasiones, seamos los protagonistas de una historia que es observada por un público numeroso… De cualquier modo, es importante la manera en que vemos y valoramos el mundo, pues de ello surge nuestra escala de valores y el conjunto de nuestra vida en lo que atañe a pensamientos, emociones y acciones.


Vigila tus pensamientos, porque se convierten en palabras, Vigila tus palabras, porque se convierten en actos, Vigila tus actos, porque se convierten en hábitos, Vigila tus hábitos, porque se convierten en carácter, Vigila tu carácter, porque se convierte en tu destino. Como decía Gandhi: «Vigila tus pensamientos, porque se convierten en palabras. Vigila tus palabras, porque se convierten en actos. Vigila tus actos, porque se convierten en hábitos. Vigila tus hábitos, porque se convierten en carácter. Vigila tu carácter, porque se convierte en tu destino.» Nuestras creencias surgen del paradigma o modelo cultural en el que nos hemos educado. En la sociedad actual se ha sobrevalorado una visión mecanicista del mundo que marca el acento en el aspecto materialista del «tanto tienes, tanto vales». Se ha confundido el tener cubiertas las necesidades físicas «externas» con la felicidad, dejando de lado aquellas más «internas», relacionadas con una auténtica vocación o con los anhelos del alma. Estas necesidades son, en definitiva, un reflejo de aquello con lo que queremos contribuir al mundo a través de nuestra acción útil y desinteresada. Por ello, ahora está en boca de todos, el gastado tema de «la crisis» que afecta a la superestructura social basada en el consumismo desaforado, que crea en la sociedad la necesidad de tener cada vez más para sentirse mejor y parte del progreso. ¿Y qué ocurre con las necesidades del corazón, del mundo interior, aquel que constituye nuestra identidad, más allá del cuerpo, así como nuestras emociones y pensamientos, que no son más que expresiones del ser verdadero que mora silencioso pero siempre está presente?

Una máxima taoísta nos da una pista al respecto: «La mayoría de las personas están vacías y se sienten mal porque usan las cosas para deleitar sus corazones, en lugar de usar su corazón para disfrutar de las cosas». Nuestro paradigma materialista nos ha enseñado que deben saltar las «alarmas» cuando tenemos una enfermedad, cuando nos cortan la luz o nos quedamos sin trabajo…; pues es un sistema que nos ha educado para sensibilizarnos con las necesidades más pragmáticas, inhibiendo otras que también son vitales. Por ejemplo, dentro de una cosmovisión que otorga más importancia al cultivo de nuestra interioridad, lo más importante es encontrar el sentido de la vida y el vivir acorde con él. Todo lo demás está siempre en función de esa prioridad: ser nosotros mismos. Pero en Occidente, muchas personas ven aproximarse el «último acto» de su obra y se dan cuenta de que no saben por qué han vivido, y desconocen el sentido de su existencia. Nos recuerda el poeta: «No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas». Mientras en Occidente centrábamos toda la energía en conquistar la naturaleza y dominarla para nuestro beneficio, en Oriente se puso el énfasis en conquistar el ser interior a través de diferentes técnicas de autoconocimiento y dominio del propio «centro» con cierta indiferencia del progreso técnico material. ¿Por qué no unir lo mejor de ambos paradigmas, tratando de incorporar en cada momento, según las propias necesidades, una visión que nos ayude a estar más equilibrados en nuestro viaje interior y exterior EL MUNDO DE SOPHIA

5


En Occidente contamos con el extraordinario legado del Humanismo, contribución del espíritu humano a la libertad individual. El hombre, a partir de este pensamiento renacentista, recuperó su dignidad y su posición como centro del universo. Asimismo, la educación se revalorizó como medio para moldear al carácter humano. Oriente, por otro lado, nos aporta su sentimiento sincero de unión con la naturaleza, de la que los seres humanos somos parte intrínseca y gracias a la cual existimos. Todo lo que ella nos brinda, inspira un perfume de pertenencia a ese inmenso entramado que llamamos vida. No existen las cosas y los seres como entes aislados y solitarios, sino un holos, un sentimiento de totalidad que nos unifica con todo lo viviente, con todas las criaturas que se mueven al son de una armonía cíclica y ordenada que tiende a una constante evolución.

6

EL MUNDO DE SOPHIA

De estas leyes, es el Tao el que expresa el concepto del cambio. Lo único que permanece inmutable es el propio cambio. Crear va unido a destruir el estado anterior del cual surgirá este nuevo momento. Saber eso nos ayuda a no aferrarnos a nada y a observar la transitoriedad de todo en nuestras vidas, como nos dice una máxima zen: «Vivir el momento presente, el aquí y el ahora. Hacer de cada instante una eternidad». El momento más importante en nuestras vidas es ahora: el pasado no lo puedes cambiar, y el futuro lo estás construyendo en este momento, así que sólo puedes vivir de verdad cuando pones todo tu ser en lo que estás haciendo en cada minuto. Pero, ¿qué nos impide vivir con esta actitud? Nuestra mente dual, que tiende a estar en el pasado o en el futuro, opinando, elucubrando un sinfín de pensamientos teñidos de emociones que nos complican la vida, generando conflictos innecesarios.


Para controlar esta mente impetuosa, el yoga propone reunificarnos con nuestro ser interior equilibrando nuestros pensamientos y elevándolos para que sean más sanos, armónicos y fructíferos. En el hinduismo y el budismo se practica la meditación, ciencia que va enfocada a separar los pensamientos del pensador, es decir, de nosotros mismos. Como bien se dice en el budismo, contamos con seis sentidos de percepción. El sexto de ellos es la mente, pues constituye una vía de percepción de la realidad. Según la desarrollemos, será objetiva o subjetiva, en cuyo caso nos transmitirá una visión deformada e irreal de lo observado, alejándonos más todavía de lo real en vez de ayudarnos a conocer. La mente es susceptible de transformación, como cualquier sentido. Por ejemplo, trabajar el oído nos permite reconocer los sonidos de forma cada vez más específica y sutil. De igual modo, sensibilizar la mente nos provocaría una revolución interior, un cambio en la visión de la vida. Si conseguimos «parar» la mente, podremos crear el vacío del Tao en nuestro interior. Pues, como nos sugiere la doctrina taoísta, la utilidad del recipiente está en el vacío. Si el ser humano está lleno de prejuicios, ideas falsas provenientes de una mente altamente subjetiva, no tiene espacio en su interior para captar una realidad más nítida y plena. Permitamos, pues, que nuestro ser esté receptivo frente a nuevas experiencias. Abramos las ventanas y las puertas de nuestra casa para que penetre la luz de una visión menos personal y limitada. Dejemos que acudan nuevos invitados a visitarnos para que nos enriquezcamos con nuevos conocimientos que nos aporten mayor sabiduría. Que estas breves pinceladas os inspiren a la aventura del conocimiento, para que vuestra vida sea extraordinaria. ¡Vale la pena!

EL MUNDO DE SOPHIA

7


darse cuenta y... tenerlo en cuenta Carles Marcos

Psicólogo, coach y formador en habilidades emocionales. www.carlesmarcos.com

H

ace tiempo escuché en un curso la diferencia entre «tomar consciencia» y «tomar conciencia». Tomar consciencia se refiere a darse cuenta de las cosas y tomar conciencia, es algo muy distinto, ya que es tenerlo en cuenta; hacer algo con aquello de lo que me estoy dando cuenta. En nuestra vida diaria, sin «darnos cuenta», nos damos cuenta de muchas cosas. Un ejemplo claro sería aquel (vamos a llamarle Juan) que se da cuenta que ha de hacer una vida más sana: adelgazar, hacer deporte, y una serie de actividades que le hagan llevar una vida más saludable. Convendréis conmigo, que es un primer paso. Sin embargo, y aunque la persona en cuestión es consciente, resulta que el fin de semana sale con los amigos a cenar, y cuando le llega su turno de pedir, se da cuenta que sus compañeros se han pedido huevos fritos con patatas y un buen chuletón. «¿Qué hago? Va…! ¡por un día! Yo igual que ellos…» Se puede decir que Juan se da cuenta de ciertas cosas pero no las tiene en cuenta. 8

EL MUNDO DE SOPHIA

¿Cuántas veces nos damos cuenta de las cosas que están sucediendo, es decir somos conscientes, pero no las tenemos en cuenta, y no pasamos a la acción? Podemos hablar por ejemplo, de nuestra vida personal y profesional, en la que nos ocurren muchas cosas que queremos cambiar, pero en muchas ocasiones por lo que sea, generalmente porque nos dejamos llevar, no lo hacemos. Quizás nos es más cómodo. Y ya no hablo de las oportunidades que nos surgen y de las cuales somos conscientes, pero que las dejamos pasar. Pero quiero ir más allá esta vez. Creo que podemos llegar a la conclusión que mucha gente se da cuenta de la situación actual. Grandes injusticias sociales y económicas que están ocurriendo: recortes sociales, recortes educativos, recortes económicos, desahucios de personas que no pueden más, recortes en las pensiones de jubilación, ausencia de oportunidades laborales para los más jóvenes… y también para los más mayores; nulo apoyo a


aquel emprendedor que se lo quiere montar por su cuenta, por no hablar de personas que defraudan y quedan impunes o todas esas guerras injustas que no tienen ningún sentido… Si, creo que nos damos cuenta. Nos damos cuenta de muchas cosas, y eso es importante. Sin duda, es el primer paso. La pregunta que uno se formularía es ¿Lo tenemos en cuenta? ¿Hago algo con aquello de lo que me estoy dando cuenta?. Seguramente, uno de los pensamientos que corren por la cabeza de muchos es aquello de «yo poco puedo hacer». ¡Creo que nos equivocamos!. En un post anterior hablaba sobre la indefensión aprendida. ¿Hasta

qué punto hemos aprendido a que no podemos hacer nada? En muchas ocasiones, pequeñas acciones, vamos a llamarlas de «protesta», hacen mucho cuando todos y de manera individual, piensan aquello de: «Sí se puede». Si juntásemos varios «sí se puede» se lograría confirmar la frase de Eduardo Galeano de «Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo». Sería una manera de tenerlo en cuenta, a parte de intentar cumplir en nuestro día a día, y en nuestros círculos familiares, laborales y de amistades, con los valores por los cuales elevamos la protesta. ¿Lo tenemos en cuenta…?.

EL MUNDO DE SOPHIA

9


Laura Echeverry Escritora

La traducción, puente a los sentimientos L

a cuarentena y el panorama sombrío del mundo a causa de un microscópico enemigo invisible eran insospechados todavía cuando nos citamos en la ciudad argentina de Lincoln. La tarde, todavía cálida, no terminaba de caer, y el aire puro de la terraza de un bar nos protegía de pronósticos aciagos. Nos encontrábamos especialmente para hablar de la aventura encantada de traducir literatura. Hoy, acuarteladas nosotras y el planeta entero en este atardecer de Semana Santa, imagino a mi interlocutora en un contexto muy parecido al mío: aferrada a la palabra, a la creación, a la búsqueda, que al fin y al cabo, siempre fueron y serán nuestras invencibles herramientas de supervivencia. Lo cierto es que yo escribo y ella traduce, para enunciarlo de alguna manera, aunque sea una enunciación muy pobre, parca, casi inexacta. Porque en realidad ella también escribe aunque no muestre demasiado sus propios escritos, y lo hace con un talento 10

EL MUNDO DE SOPHIA

tan particular como luminoso; y yo, que sólo hablo una Lengua, también traduzco cada vez que escribo. Por ejemplo, ahora mismo intento traducir en palabras el entusiasmo, la vida, los colores cambiantes de su mirada en el momento de hablar de su pasión, la de andar por la vida trasladando literatura de un idioma a otro. Y entiendo en mis propias huellas digitales, en mi propio teclado, las limitaciones de semejante cruzada. Frente a Liliana Ganduglia la palabra deja de ser un código gastado por el uso —y abuso— de los simples mortales, y se transforma en una centella angelada que va y viene, un mágico préstamo de sentido entre dos gargantas y sus almas. Una especie de linterna, de energía transmutada en cuerdas vocales movidas por la inteligencia y la sensibilidad. Tenía ganas de hurgar en el misterio de la traducción literaria. Una, que escribe y conoce de la búsqueda incansable de una metáfora creativa, de un adjetivo exacto, de un verso o de un renglón que acabe por


palpitar como una quiere, se siente atraída por esa otra labor artesanal, paralela, la de una especie de geóloga en el terreno de los idiomas, una exploradora nata. —¿De dónde nace esta pasión tuya por la traducción? Eso se remonta casi a mi niñez, a mi adolescencia… Cuando iba al Colegio Secundario enseñaba inglés a mis compañeros, en mi casa. La profesora insistía en que no teníamos que traducir, que repitiéramos y tratáramos de pensar en Inglés. Pero ellos no entendían nada y me preguntaban qué era lo que estaban repitiendo. Entonces yo leía en castellano con la misma entonación que había usado para leérselos en inglés; hacía una interpretación simultánea. Me preguntaban de dónde lo estaba sacando. «Estoy leyendo en inglés, pero se los estoy diciendo en castellano». Les llamaba la atención porque yo no me detenía ni tenía que pensar cómo seguir. Me salía fluido, natural. Ahí empecé a pensarlo como opción para mi futuro. —¿Qué puedes contar de tu formación? —Cursé Profesorado primero y después me desplacé a Buenos Aires (que quedaba a cuatrocientos kilómetros) para hacer Traductorado. Me encontré con que no era tan fácil como lo había imaginado. Descubrí mis equivocaciones en cuanto al castellano, de las que no era culpable. Me recibí, pero fue una experiencia tan traumática, que lo logré y ahí lo dejé. —Estás hablando de ser graduada en Traducción en la casa de estudios más importante del país… —Sí, pero eso quedó guardado, no lo quise ver más. Durante más de veinte años di clases de Inglés sin ejercer la traducción, porque había regresado tan mal, tan bloqueada, que creí que mi sueño de traducir no tendría nunca nada que ver con lo que había imaginado. Yo soñaba con una ciudad perdida, una especie de Atlántida, con leyendas escritas sobre piedras sumergidas, en un idioma que nadie pudiera comprender, y ser yo quien las descubriera… pero el Traductorado

mató esa ilusión, como cuando el asombro de un niño comienza a ser menos frecuente cuando se hace adulto. Algo de eso pasó conmigo durante esos años, y la pedagogía y la didáctica que aplicaban esos profesores tan serios tuvieron mucho que ver con mi desencanto. —¿Y en qué momento cambió eso? ¿Qué lo cambió? —Fue un profesor. Creamos un vínculo muy hermoso, y jugábamos con el idioma; yo le hablaba en inglés y él me contestaba en alemán, lo que era un desafío superior, y ahí empezamos a hablar de las Lenguas. Redescubrí mi pasión por la traducción. Yo creo que ese hombre vino a mi vida a encarnar algo, algo mucho más generalizado. Descubrí gracias a él el desafío de comunicarnos en un código diferente y me llegó a una fibra a la que nadie había llegado antes. Averiguar que con la palabra, con la palabra desnuda, uno puede llegar al otro y ahondar en él. Y eso me llevó a buscar, a asociar, a poner en juego mi capacidad en inglés en ese sentido, ser una especie de tutora afectiva a la distancia. A partir de eso retomé mi sueño de la traducción… Desde lo comercial la traducción literaria no es un género provechoso, como para vivir de eso. La mayoría de los que traducen obras literarias son escritores que saben el idioma, entonces tienen una fortaleza que el traductor no tiene. Pero así fue. Tuvieron que ponerse en juego sentimientos, vivencias. Y trasladado a los textos, si no me producen nada, no puedo traducirlos. Tengo que vincularme de algún modo con lo que siente el autor. —¿Entonces, por qué no escribes más? —Si no encuentro la inspiración y la motivación, me cuesta mucho. Me gusta escribir en inglés, más que en castellano, porque las palabras son mucho más lindas. Escribo lo que siento, describo sensaciones, me gusta escribir usando términos opuestos, hacer juegos de palabras, para que el sentido lo deduzca el que lo lee, interprete lo que pueda o lo EL MUNDO DE SOPHIA

11


LaLiliana Ganduglia y Laura Echeverry

que sienta. Cuentos cortos, descripciones, reflexiones… Son muy personales y tienen que ver con mis estados de ánimo.

solamente a ese género sería frustrante, tan frustrante como apasionante resulta el desafío.

—En tu blog hay cosas hermosas… Los referidos al idioma inglés en las películas, por ejemplo, son geniales…

Alguien a quien también me gustaría traducir y no escribió poesías es Virginia Woolf. Me encanta su corriente de escribir sin signos de puntuación, que en inglés se llama «stream of conciousness» —el inconsciente que fluye—, y ese sí es un estilo que me gusta, el reflexivo, donde se mezcla lo que se dice con los pensamientos. Es muy difícil leerla, imagínate traducirla. Me encantaría hacerlo.

—Cada vez que veo una película y me remite a algún libro similar, hago un paralelismo entre ellos. Por ejemplo, cuando vi «Perdidos en Tokio», esa soledad, el valor de la compañía, lo relacioné con un artículo periodístico que había leído y al que me remitió de inmediato. Y así tengo varios textos. —¿Y poesía? ¿Te gustaría traducir poesía? —Es lo más difícil. Shakeaspeare me encantaría porque es un clásico, y en cuanto a Whitman elegí once poesías con una temática que las atravesara — por ejemplo, el amor romántico, el amor de padre, de hijo, el amor a la muerte incluso—. Como autor es increíblemente prolífero. No sé si alguna vez me animaré a hacer traducción de poesía con métrica y rima, corriéndome del verso libre. Lo tengo pendiente como un partido de ajedrez, en el que hoy movería una línea, una pieza, mañana otra, pero si me dedicara 12

EL MUNDO DE SOPHIA

Encontrar equivalentes que digan exactamente lo mismo, para que rime o coincida la cantidad de sílabas de los versos es imposible sin sacrificar el sentido. La poesía en inglés tiene mejor cadencia, las palabras son más rítmicas, y a veces cambiando el orden de la estructura sintáctica copias la rima original, como hacen los chicos que improvisan esas payadas en castellano y ponen todos los verbos en infinitivo al final. En Inglés es muy útil ubicar los pronombres al final, y así puedes mantener la rima y respetar el significado. Cuando leo un poema en inglés y me encanta, no lo puedo traducir. Como


el humor. Hay equivalentes, pero es intraducible, hay que entenderlo en el idioma original. Pero sin embargo es necesaria la traducción, porque de lo contrario la otra cultura se lo pierde, son desafíos que me impongo, buscar la manera. —¿Y esas hermosas «Cartas para Violeta», que alguna vez leí? —Eso sí es poesía. Como hasta ahora tenía que elegir obras de un catálogo, elegía por lo que me impactaba su título o lo que me hacía sentir una breve reseña. Kuhzur Wilson es un autor de la India que escribe poesía, un poeta itinerante, va haciendo instalaciones, toca la guitarra, está con cantautores, es un artista nato. En este libro, Violeta es un ser que él encuentra en todas sus vidas, en distintas formas. Me encantó la idea, cuando vi eso… me fascinó. De repente Violeta es una semilla y él está a su lado en un grano de arena, o Violeta es una gota en el océano y él la espera en la playa, o es un animal… Se encuentra con Violeta en todas sus vidas, no puedes leer una poesía sola. Eso estuvo muy bueno. Y tuve contacto directo con él, porque había cosas transculturales que no entendía y como él no sabe mucho inglés —su idioma es malayalám, ni siquiera es malayo— me puso en contacto con una amiga suya Shyma Pacha, que tradujo del malayalám al inglés y yo del inglés la pasé al castellano. Duele pensar en cómo se va diluyendo eso de una lengua a otra, pero es inevitable. Por eso siempre elijo traducir del inglés al castellano, porque tengo mayor reserva de vocabulario. Traducir al revés, al inglés, es mucho más complejo. El sentido lo encuentro enseguida, pero hace falta conocer el matiz y el contexto donde va ubicada la obra. Otra experiencia que viví fue con Paul Levinson, que simplemente te da la libertad de traducir una obra, en este caso una novela, y el autor lo único que hace es corregir, hace de editor, y te recuerda «bueno, fíjate, en un párrafo faltó una coma». Te sientes con libertad perfecta,

pero no hay ningún intercambio. En la traducción el autor cumple un rol de acompañamiento técnico, la inspiración proviene de esa relación de seducción entre el texto y el traductor. En este trabajo lo que sentí fue amor a primera vista con «El complot para salvar a Sócrates», así se llama el libro de Levinson que “elegí” traducir. El tema era fascinante, proponía una teoría tan creativa como improbable: Sócrates no habría muerto, un par de sus discípulos lograba sacarlo de la celda y reemplazarlo por un clon. Una mezcla perfecta de historia griega clásica con condimentos de conspiraciones futuristas. —¿Crees que hay cierto paralelismo entre la angustia del escritor —que debe «traducir» la realidad, al menos su realidad subjetiva— y la angustia del traductor nato? —El escritor vive la angustia de la hoja en blanco, pero la angustia del traductor, que pareciera una labor que «es fácil», es peor porque su responsabilidad es doble. En la elección de las palabras, en el enfoque. Si el poeta lo dice de una manera perfecta, yo con una palabra puedo arruinarlo… Por eso es tan importante leer toda la obra del escritor que se va a traducir, interiorizarse en su universo simbólico. Cuando el traductor comprende la mentalidad del escritor y está en su misma sintonía, se transforma en un escritor que reescribe. Ya no piensa en el idioma nativo del autor, piensa en su propia lengua, y parece una obra independiente. Una verdadera traducción literaria no tiene que sonar a traducción, sino a obra pura. —¿Por qué los grandes escritores, que se supone deberían estar dedicados a sus propias creaciones, traducen? —Los escritores traducen porque ellos tienen la ventaja de saber escribir, como cuando me preguntabas si es más fácil traducir del inglés al castellano o del castellano al inglés. Yo traduzco del inglés al castellano porque mi idioma nativo es el castellano y lo manejo mejor. Los escritores, si saben inglés, aunque no sepan mucho, tienen el conocimiento de EL MUNDO DE SOPHIA

13


la escritura. La carencia de vocabulario la pueden investigar, pero tienen destreza absoluta en la escritura. El traductor tiene que saber escribir y tiene que conocer el idioma, pero no tiene que ser necesariamente escritor. —¿Un escritor dedicará alma y vida a una traducción, en la misma medida que a una obra propia? No sé por qué me asaltó esa pregunta ahora… —Yo creo que el escritor debe padecer al autor original, porque él reescribe algo que escribió otro, con su forma de ser, de pensar, con su estilo, y al escritor —si ya tiene sello propio— le debe costar, le debe costar mucho esa limitación, por llamarla de algún modo. En cambio el traductor simplemente respeta el estilo del autor original y lo reescribe, lo reacomoda, le puede agregar algo de su autoría pero nunca va a cambiar la estructura. El traductor descansa en la obra, es como escribir con red, aunque eso también lo condiciona, porque si es un traductor que tiene facilidad para escribir y quiere crear, no puede. Lo más importante es la fidelidad al autor; por más que yo piense que algo debería haberse dicho de otra manera, el autor eligió ésa y hay que respetarla. —¿Y qué ha sucedido cuando el traductor logra esa simbiosis casi perfecta entre las dos versiones? —Cuando lees algo que decís «¡qué bárbaro lo que hizo acá!», se tradujo la emoción, tu emoción. Eso es la motivación. De ahí viene la razón por la cual elegís a tal autor o tal otro, porque despierta en vos semejante emoción, que es lo que vas a necesitar para estar horas y horas encerrada en dos líneas, o en tres, como te pasa a vos como autora. Necesitas la emoción como combustible y disparador, pero no para modificarlo. Tu reserva de vocabulario —y sobre todo tu talento— van a ayudar. —En definitiva, autor y traductor sufren por igual… —Si lo haces limpiamente, el sufrimiento es muy parecido. Y no hay que confundir 14

EL MUNDO DE SOPHIA

nunca los sentimientos del autor con los propios, la fidelidad al autor es lo excluyente en esta profesión. Pero al identificarte de alguna manera, al apasionarte por un autor, lo potencias. Un traductor aprende más comparando traducciones que traduciendo, y eso, el estudio comparado —traducir un poema y buscar todas sus traducciones existentes, lo que hoy en día es factible con la tecnología, para enfrentarlas— no significa dejarse contaminar o influenciar. Es como cuando un escritor lee a otros escritores: nadie podría reclamarle por eso, todo lo contrario. Ése es un buen ejercicio, y debe haber tantas traducciones de un mismo poema como traductores. —Qué mágico es que haya gente trabajando en transpolar obras valiosas de un idioma a otro, para que los lectores de todo el planeta las conozcan. Esta tarea, que encuentra su premio en sí misma, creo… —Contrabandeamos tesoros…, y es un acto de generosidad que una obra llegue a todas las culturas y que todos puedan espiar esa obra. En realidad, cuando se admira mucho a un autor —y nobleza obliga decirlo—, lo ideal sería que ese lector aprendiera su idioma original para captarlo desde ese lugar… inequívoco. —¿Se pierde siempre al traducir, al leer obras traducidas? —Siempre. Traduttore—traditore (traductor—traidor). El traductor traiciona porque no puede transmitir todo lo que el autor dice. Es inevitable la pérdida de contenido, porque (excepto que se trate de palabras tengan una raíz similar, de un idioma latino a otro, de un idioma sajón a otro) tienen naturalezas totalmente diferentes, la etimología no tiene nada que ver. Inevitablemente hay una mutilación. —¿Y puede suceder al revés, que una obra gane al ser traducida? —Creo que la única manera en que se puede lograr eso es cuando te piden una traducción con un objetivo puntual —para convencer a alguien, para abrir las puertas


a otra cosa, a otro mercado, incluso pidiéndote que lo mejores—, entonces como te lo pidieron y te autorizaron, te permiten hacer cambios que podrían llevar a que la obra gane. —Por más que un genio de las letras se pusiera a traducir a un principiante, debería respetar hasta donde llegó el talento del otro… —Tiene que respetar. Hablabas de genios de las letras dispuestos a traducir… Mi admiración por Borges, por ejemplo, es que llegó a traducir el sajón, que era el idioma antiguo anterior al inglés, la raíz del inglés, una mezcla de normando, alemán y la suma de dialectos ingleses, un poco como nuestro castellano antiguo. Traducir eso realmente necesita una comprensión superior, porque tiene otro formato, y esas traducciones suyas son fantásticas. Creo que lo hizo porque es un escritor con mayúscula, porque si no, es imposible interpretar así eso. Y tienes que tener una devoción por el conocimiento, por querer transmitir más allá… Hay un poema sajón traducido por Borges, que ahora me viene a la mente, que va a inspirar uno de mis próximos ensayos. Por algo y para algo suceden las cosas, y por eso estamos hablando acá, sin duda… Hay cosas que tenemos en nuestro interior y cuando menos lo esperamos salen a la luz. —No me vas a dejar con esa duda ahora… ¿Qué poema es? —Es uno donde queda demostrado lo que te decía antes, que para traducir poesía deben estar involucrados los sentimientos. Borges se inspira en sus ancestros, que eran de origen sajón, y hasta ha revelado en entrevistas que se siente una reencarnación de ellos… En unos versos dice: «A veces me pregunto qué razones / me mueven a estudiar sin esperanza / de precisión, mientras mi noche avanza, / la lengua de los ásperos sajones…» —…Será, (me digo entonces) que de un modo / secreto y suficiente el alma sabe / que es inmortal y que su vasto y grave / círculo abarca todo y puede todo. Ese tema te apasiona, el de las vidas pasadas…

—Podía trabajar en su propia obra, pero hizo algo que nadie hizo… Y sintió la necesidad de transmitirlo. Tengo tantas ganas de buscar cosas en las que no pude profundizar, pero eso a mí me maravilló siempre, es como traducir de una lengua muerta. Y si él no lo traduce, queda ahí. Cuando Borges ya estaba ciego, recordó que sus abuelos provenían de esas tierras, que su madre le hablaba en ese idioma, y creyó que ése era el nuevo desafío que le proponía su ceguera. —Sí… En el «Poema de los dones» habla de eso, y de esa ironía de Dios… Nadie rebaje a lágrima o reproche / esta declaración de la maestría / de Dios, que con magnífica ironía / me dio a la vez los libros y la noche. Por otro lado, Borges fue quien más sencillamente explicó cómo animarse a escribir, cuál es el secreto, desestimando la técnica y poniendo siempre la emoción por encima de cualquier otra variable. Para él la calidad de un poema estaba dada por la calidad de la emoción, así, textual… —Y eso le dio sentido a su objetivo como traductor, la memoria emotiva. Y eso es lo que estoy tratando de descubrir ahora: cómo honrar mi don haciendo cosas que mi emoción me motive realmente. Si no, no existen buenas traducciones. El desafío tiene que estimularme desde la creatividad y la emoción. Al menos así debe ser para quien no quiera prostituir ese don. En ese sentido estoy en una etapa de quiebre y voy a empezar de nuevo. Hoy tengo claro a dónde quiero llegar. Todo lo que pasé fue absolutamente necesario para descubrirlo. No quiero traducir nada que no me motive y me atrape por completo. Y mi norte siempre es aquel profesor... El don en Inglés es «gift», que quiere decir «regalo», y un regalo no sirve si nos lo quedamos para nosotros. Un regalo es para dárselo a los demás.

EL MUNDO DE SOPHIA

15


Jessica Paola Hermoso

hipótesis aia: hacia una cología más espiritual 16

EL MUNDO DE SOPHIA


Q

¿ ué pasaría si un día los grandes científicos del mundo descubrieran que el ser vivo más grande de la Tierra es ella misma? En la actualidad nadie es ajeno a los problemas ambientales: las catástrofes naturales y la contaminación afectan a nuestra sociedad sin distinguir naciones ni estratos sociales. Nos quejamos de que la situación está cada vez peor y que nadie hace nada al respecto; sabiendo que tanto las instituciones como las personas somos los que generamos los impactos ambientales negativos, y que somos nosotros a la vez los que podemos eliminarlos. Nos preguntamos, ¿qué es lo que hay que cambiar para que dejemos de ser los causantes del problema y seamos parte de la solución?

Hace miles de años las culturas de la antigüedad no se sintieron amenazadas por el poder de la naturaleza, sino todo lo contrario. Estos pueblos la admiraban, e incluso, la veían como una madre protectora que estaba ahí para brindarles todo lo que necesitaran. Dichas civilizaciones eran conscientes de la gran inteligencia que había detrás de la Naturaleza y, por eso, la estudiaban con respeto, tratando de aprender y emular sus sabias formas. No conocían el concepto de ecología y, sin embargo, descubrieron una manera adecuada de relacionarse con su entorno: una ecología espiritual en donde reconocían que la Tierra era un organismo vivo y que ellos formaban parte de él.

EL MUNDO DE SOPHIA

17


Con el paso del tiempo, la mentalidad fue cambiando. En el siglo XVII, con las postulaciones de Descartes y Bacon, surgió la doctrina mecanicista. En sus trabajos, Bacon aseguraba que «la Naturaleza tenía que ser acosada en sus vagabundeos», «sometida y obligada a servir» (Carolyn Merchant, 1980). Por su parte, Descartes decía que «El universo material era una máquina y sólo una máquina. En la materia no había ni vida,

18

EL MUNDO DE SOPHIA

ni metas, ni espiritualidad» (Fritjof Capra, 1982) y afirmaba que «podía utilizarse el conocimiento para convertirnos en los amos y dueños de la Naturaleza» (Fritjof Capra, 1982). Esta idea impregna nuestra cultura materialista, hace que el ser humano crea que sabe exactamente cómo funciona el mundo y que se sienta su legítimo dueño, aunque la realidad sea completamente opuesta.


Afortunadamente, la ciencia está redescubriendo aquel conocimiento que los hombres de la antigüedad ya poseían: una forma diferente de entender a la creación y de relacionarse con ella. Esta nueva visión es conocida como Hipótesis Gaia o Teoría Gaia y fue ideada por James Lovelock, un químico inglés que publicó los resultados de su investigación en 1979. En la cultura griega, Gaia era la Diosa de la Tierra, la Gran Madre que dio a luz a todo lo que existe y cuyas leyes estaban escritas en su obra. Haciendo referencia a esta diosa, la Teoría Gaia plantea que nuestra esfera azul está viva y que todos los seres que habitamos sobre ella formamos parte de un complicado mecanismo que le permite desarrollarse. Para comprobar algo de tal magnitud es indispensable definir lo que es la vida. Desde un punto de vista científico, este fenómeno podría explicarse a través de la armonía y el orden en contraposición a la entropía, la cual puede ser entendida como la medida de desorden de un cuerpo. Si observáramos la estructura molecular de un ser vivo y la de un cuerpo en descomposición, veríamos que los componentes del primero están mucho más ordenados (tienen menor entropía) que los del segundo. Desde este punto de vista, los seres vivos son sistemas capaces de mantener un orden interior a pesar del desorden que hay a su alrededor. Para lograrlo, utilizan la energía de su ambiente, la cual debe ser suficiente para permitir que la vida exista. La tendencia natural de todo organismo, por lo tanto, es que esa energía que lo mantiene vivo se disipe al medio que lo rodea, hasta que un día acabe muriendo y reintegrándose completamente a él. Desde esta perspectiva, la vida se podría definir como esa fuerza que mantiene un equilibrio dinámico dentro de un espacio en desorden, y siempre cambiante, que permite al organismo modificarse para persistir ante tales condiciones. Lovelock intenta comprobar la existencia de Gaia haciéndonos conscientes del orden existente dentro de un ambiente que tiende naturalmente al desorden, el

cual es posible gracias a este gran ente que mantiene las condiciones adecuadas para el desarrollo de todo lo que en él crece. Así, todos los seres vivos dejamos de ser considerados como simples organismos y somos reconocidos como piezas de un sistema complejo que, como órganos que trabajan en conjunto, permiten que la armonía vital se mantenga, haciendo constar que la Vida es mucho mayor a la suma de sus partes. ¿Podríamos decir que el perfecto equilibrio es resultado de la suerte, de la misma manera que una bacteria en nuestro estomago podría asegurar que la entrada de alimentos es fruto del azar? Sin embargo, esto sería desconocer la existencia del ser humano que ha decidido comer. Conscientes de la realidad, los griegos y muchas otras culturas antiguas veneraron a esa fuerza supra-humana que alimenta y mantiene vivos a todos los seres de la creación. Si la ciencia moderna y aquellas culturas de visión trascendente nos muestran que, en efecto, el ser vivo más grande de la Tierra es ella misma, ¿por qué mantener una concepción mecanicista? ¿por qué pensar como esa bacteria en nuestro estómago que delega todo a la casualidad? Y, más aún, ¿por qué creer que el ser humano es superior e independiente al lugar donde habita? Si somos capaces de ver más allá, ¿por qué no reconocer en nuestro entorno a esa criatura inteligente que ha cuidado la vida durante tantos millones de años? ¿por qué no crear una cosmovisión en la que el hombre pueda ponerse nuevamente en sintonía con «ella»? Si en nuestro intento de eliminar los problemas ambientales no erradicamos esa idea de superioridad por la que creemos que está en nuestro poder salvar a la naturaleza, nunca vislumbraremos que es realmente Gaia la que nos mantiene con vida.

EL MUNDO DE SOPHIA

19


Kintsugi,

Mónica Gutiérrez

el arte de Reconstruirse por fuera y crecer por dentrodentro

20

EL MUNDO DE SOPHIA


L

a magnitud del momento que estamos viviendo como sociedad no estaba escrito en los libros, de la misma forma que tantas otras situaciones extremas o catástrofes que han marcado un antes y un después en la vida de muchos seres humanos, culturas y sociedades a lo largo de la historia. ¿Cómo se sobrepusieron a ellas? ¿Cuál fue el espíritu, la filosofía o la actitud que los animó y ayudó a sobrellevar esos momentos críticos? Es la pregunta que surge junto a la necesidad de ejemplos que nos puedan dar respuesta e inspirarnos en estos momentos. La situación actual no es fácil, está innovando un cambio de trescientos sesenta grados, además de sacarnos de nuestra zona de confort. Nos ha superado y desbordado en muchos aspectos, haciendo tambalear los cimientos sobre los que nos sosteníamos, provocando un replanteamiento de nuestras vidas, tanto a nivel individual como colectivo. El coronavirus está rompiendo lo que éramos y resquebrajando las formas viejas que teníamos de hacer y de pensar para crear otras nuevas, como si se tratase de la renovación de la piel de una serpiente o del desprendimiento de una mariposa de su capullo de seda. Deberíamos preguntarnos ¿Qué es lo que realmente este momento extraordinario tiene para nosotros? Puede que lo tengamos que descubrir individualmente como parte de nuestro trabajo interior, sin embargo, para sacarle mayor provecho, hay que recordar que todo momento de crisis abre nuevas oportunidades de autoconocimiento, búsqueda y profundización. Son momentos de cambio y por tanto, de crecimiento y transformación, si sabemos aprovecharlo. El modo de cómo gestionemos o resolvamos cada etapa de la vida, lo que seamos capaces de aprender o descifrar al recoger experiencia, nos mejorará como seres humanos ayudándonos a ser resilientes y a fortalecernos con cada instante histórico.

Reinventarse o reconstruirnos es una necesidad urgente en estos tiempos de incertidumbre que corren y que nos obligan a dar nuestra mejor versión para salir victoriosos de este tiempo extraño y de cambio. Haciendo un símil del arte, como la construcción que cada uno hace de sí mismo, estas palabras se convierten en una metáfora de moda que me ha recordado el sentido que tiene en el arte Zen, la antigua técnica llamada Kintsugi. Un ejemplo inspirador, cargado de la claridad y de la belleza con la que los antiguos maestros zen japoneses planteaban las situaciones que nos resquebrajan y nos tambalean por dentro. El do en el pensamiento y las artes zen, es un camino de realización personal, el espíritu utilizado en la ejecución de cualquier arte o acción, entregando lo mejor con amor y dedicación. El do no se practica, lo que se practica es el arte y la técnica de ese arte. Por eso decimos que el Zen es vivencial y que va de corazón a corazón. Toda práctica imbuida de este espíritu y la filosofía del Zen, se convierte en un trabajo en doble sentido: a medida que creas algo externo, te vas construyendo a ti mismo por dentro. Podríamos hablar de un proceso alquímico que trasmuta y mejora en otra cosa. La materia inicial trabajada de nosotros mismos, tras la vivencia del proceso de creación ya no es la misma; se va purificando, quitando lo que le sobra, transformándose en un material más perfeccionado, fruto de esa práctica constante y la experiencia extraída. Decimos entonces que la materia ha evolucionado, se ha espiritualizado al imbuirse de ese espíritu del Zen. El cambio externo da lugar a una alquimia interna que conduce a explorar el mundo de las esencias y a la trascendencia de lo cotidiano. Es entonces cuando el trabajo en el taller encuentra su eco en el trabajo interior de cada persona. El fruto de la vivencia y la puesta en práctica es la experiencia extraída válida para seguir avanzando. Así, una práctica artística se puede convertir EL MUNDO DE SOPHIA

21


en objeto de meditación, la concentración de la atención y la conciencia, en la acción, en vivencia del aquí y el ahora. El Kintsugi aúna todos estos conceptos. Es un término japonés que aunque no tiene fácil traducción, quiere expresar «carpintería de oro», «unión con oro», relacionado con el termino Kintsukuroi que significa «reparación con oro». Es el arte tradicional de la restauración que consiste en arreglar las fracturas de los objetos de cerámica que con el tiempo o por accidente se han agrietado o sufrido algún daño. Tapando las grietas con masilla de resina mezclada con oro, plata o platino, se crea un revestimiento hermoso de hilos dorados que dotan a la pieza de un aspecto único y más fuerte, porque jamás se volverá a romper por ese lugar. Su historia se remonta al siglo XV, cuando el shōgun Ashikaga Yoshimasa envió a China, para ser reparado, uno de sus tazones de té favoritos. El tazón volvió reparado, con unas grapas de metal que lo transformaban en tosco y desagradable a la vista. El resultado no fue de su agrado, así que buscó artesanos japoneses que hicieran una mejor reparación. De ahí surgió una nueva forma convertida en arte zen. El Kintsugi, además de un arte y una técnica, es una filosofía de vida que plantea que, en lugar de tirar el objeto dañado o roto, se recuperen y se restauren transformándolos estéticamente. No busca ocultar los daños. Por el contrario, deben verse y mostrarse poniendo de manifiesto el proceso de su renovación. Esto le da una nueva apariencia y se le ofrece una nueva vida, como si fuera una segunda oportunidad. Para los maestros zen, cualquier objeto que ha sufrido un deterioro y ha sido reconstruido, cobra un valor propio, mayor que las piezas que nunca se rompieron. Las roturas y reparaciones tienen una historia que contar y una experiencia de la vida que son vistas como un elemento que lo embellece y fortalece.

22

EL MUNDO DE SOPHIA

La expresión japonesa Wabi-sabi habla de hallar la belleza de las imperfecciones, enfatizando así que el verdadero valor de un objeto o personas no radica exclusivamente en su belleza externa, sino en la historia que posee, en las circunstancias que ha superado y en lo fuerte que le ha hecho esa mella. Es necesario tener mirada de artista para que todo aquello que en nosotros está roto, quebrado o defectuoso nos invite a encontrar belleza en los lugares más insospechados y nos lleve a convertirnos en auténticos arquitectos de nuestro propio destino. De la misma manera, el artista zen va revistiendo de oro los trozos rotos. Le sirve a la vez para cicatrizar pequeñas o grandes astillas que se han quebrado en su interior por el hacer diario y cotidiano, a la vez que se entrena para vivir la aceptación y el desapego a las cosas materiales y pérdidas de la vida. Al mismo tiempo que restaura ese vaso roto, se va restaurando a sí mismo. Cada fisura es una historia y cada arreglo es una experiencia pulida y ennoblecida, que sirve para sanar las heridas del alma, sanar nuestro pasado y aprender a perdonar nuestros errores. Las personas que salen restablecidas y con más fuerza de situaciones difíciles se dice que son personas con alta resiliencia, lo cual dota de significado a este arte. La resiliencia es esa capacidad para afrontar la adversidad o situaciones límites y difíciles y lograr adaptarse y salir fortalecidos de ellas. Convertirnos en una persona resiliente hace posible que podamos recomponernos por dentro y por fuera, nos da la oportunidad para resurgir con fuerza y determinación ante los obstáculos que la vida nos ponga por delante, devolviéndonos la sonrisa. La vida que vivimos está repleta de fisuras por múltiples circunstancias. Estamos expuestos al paso del tiempo, al desgaste, a la adversidad, la enfermedad, el dolor, el desamor o la pérdida. Y esas dificultades pueden ser reparadas a través de un trabajo interior y un aprendizaje,


que nos permitirรก lograr extraer el elixir de cada experiencia de la vida mediante el pulido con oro de la repeticiรณn consciente. Cuando algo se quiebra en nosotros, es necesario tener la paciencia y dedicaciรณn de un restaurador para sanar la herida con sinceridad y con perdรณn. Cuando alguien comete un error o hace algo indebido causando dolor, ya sea consciente o inconsciente, el perdรณn y el amor, son la

EL MUNDO DE SOPHIA

23


resina que permite unir la herida. Y tal vez, en ese proceso restaurador, la maestría es descubrir que unir lo roto en ti y en los demás, era parte de lo que tenías que hacer, además de mostrar tu fuerza para provocar un cambio verdadero. Por tanto, es un doble trabajo, a medida que sanas tus heridas, ayudas a sanar las de los demás y a restablecer aquello que se había roto. Primero es necesario admitirlo y pedir disculpa desde lo más profundo del alma, para luego restaurar con Kintsugi, con sinceridad, dedicación y amor, el corazón de la persona herida, haciéndola indestructible al ser unida con el oro alquímico del corazón. Aunque ocupe el mismo lugar, será él mismo, auténtico, bello y siendo ejemplo de renovación constante. El Kintsugi celebra las imperfecciones y nos recuerda que no estamos exentos de ellas. Es superándolas donde reside un crisol de posibilidades para aportar a los demás, ser más bellos y encontrar un manantial de historias cargadas de sabiduría y experiencia enriquecedoras de las que aprender, para el ojo sensible capaz de apreciarlo. Una vez escuché una frase que decía: cada siguiente nivel de tu vida demandará una nueva versión de ti mismo. Puedes tropezar y romperte en la vida y también puedes levantarte y reconstruirte una y mil veces; aprender de la adversidad y llevar tus cicatrices con orgullo como una insignia. La vida perfecta depende de nuestra actitud ante ella, y cuando esa vivencia se transforma en útil, hermosa e inspiradora para los demás…, entonces valió la pena. Este arte da al concepto de pérdida o destrucción un nuevo enfoque. Nuestras grietas valen oro, nuestras arrugas o heridas nos acompañan, esto es lo que somos y forma parte de nosotros. El arte aquí se muestra como un libro abierto, uno de los mejores espejos de nosotros mismos, de nuestra predisposición, mostrando nuestra forma 24

EL MUNDO DE SOPHIA

de actuar ante la vida. Y en su proceso nos da la oportunidad de cambiar, de destaponar trabas, superar bloqueos y terminar de cicatrizar heridas. Profundizar en todos estos temas es realmente apasionante y nos deja reflexionando sobre el sentido de nuestra existencia. ¿Qué me tiene reservada la vida y qué podré transmitir a aquellos que me recuerden en el futuro? Aunque sean difíciles, el hecho de superarlas habrá valido la pena… El poeta Rumi decía que «la herida es el lugar por donde entra la luz». La luz disipa la oscuridad, genera orden, armoniza y equilibra, proporcionando salud y belleza. Puede que cuando las circunstancias sean adversas, nos resquebraje y nos cause herida; un rayito de luz nos ilumine indicándonos un nuevo camino de crecimiento hacia el siguiente nivel, ese que ahora necesitamos y buscamos. Es entonces cuando podremos quitar el estuco de barro que resguarda nuestro ser interior y que como la estatua del Buda de oro o Wat Traimit de Bangkok, está esperando a ser descubierta para hacer aflorar la mejor versión de nosotros mismos.


La Tierra Los árboles son los esfuerzos de la tierra para hablar con el cielo que escucha. Rabindranath Tagore Mira profundamente en la naturaleza y entenderás todo mejor. Albert Einstein La Tierra ofrece lo suficiente para satisfacer las necesidades de cada hombre, pero no la codicia de cada hombre.

No heredamos la Tierra de nuestros ancestros, la tomamos prestada de nuestros hijos. Proverbio nativo americano

Si realmente amas la naturaleza, encontrarás la belleza en todas partes. Vicent Van Gogh

Toma solo lo que necesites y deja la tierra como la encontraste. Arapaho

Mahatma Gandhi

Cuando un hombre se aleja de la naturaleza, su corazón se endurece. Lakota

«¿Cómo podéis comprar o vender el cielo, el calor de la tierra? Esta idea nos parece extraña. No somos dueños de la frescura del aire ni del centelleo del agua.» Toro Sentado

EL MUNDO DE SOPHIA

25


TIEMPO VIVO TIEMPO MUERTO

o TIEMPO OPORTUNO Javier Vilar

H

ay una célebre frase inspirada en el poeta Horacio, que dice Omnia transit, tempus fugit… ¡Carpe diem! «Todo pasa, el tiempo huye ¡Aprovecha el momento!» El famoso lema ¡Carpe diem! que popularizo la película El club de los poetas muertos, nos da pie para reflexionar sobre esa misteriosa dimensión que llamamos tiempo. De hecho, resulta curioso observar las distintas formas que tenemos los seres humanos de experimentar el 26

EL MUNDO DE SOPHIA

tiempo. Si bien a todos nos rige la misma medida cronológica, que es la que marca el reloj, el tiempo no es ni mucho menos una misma realidad para todos, pues existen también otros relojes biológicos, emocionales y mentales, que son los que a la postre determinan la particular manera que tiene cada persona de percibir esa eternidad dinámica que llamamos tiempo. Desde un punto de vista más amplio, cada cultura o civilización tiene una


cosmovisión propia, que es la que expresa cuál es su visión de la realidad y su manera de entender el mundo; y es precisamente esa cosmovisión la que define su peculiar forma de concebir el tiempo. Las sociedades tradicionales, por ejemplo, creían plenamente que más allá de este mundo corpóreo y material que percibimos a través de los sentidos, había una dimensión mucho más real, inmutable e imperecedera de la existencia en la que el tiempo no transcurre porque no tiene principio ni fin. A esta dimensión trascendente los griegos le llamaron AYÓN «la eternidad», mientras que los antiguos egipcios le llamaron Dyet, «el tiempo inmutable» cuyo símbolo es ouroboros, la serpiente que se muerde la cola. Por eso, ellos se afanaban en construir templos, pirámides y santuarios, eficaces receptáculos de eternidad en los que podían entrar en contacto con esa dimensión espiritual y trascendente de la existencia. En el polo opuesto tenemos el tiempo lineal y cronológico que es el que impera en nuestra moderna sociedad de consumo. Es un tiempo secuencial, uniforme y preciso, que avanza de forma inexorable del pasado hacia el futuro; de manera que el presente prácticamente no existe porque en el mismo instante que dices «ahora», ya es pasado, ya se aleja. Se trata de CRONOS, un tiempo dictado por el reloj que se ha convertido en el despiadado amo de nuestra estresada existencia, fustigando constantemente sin piedad nuestras conciencias con el implacable látigo de la inmediatez, la necesidad y las prisas. Finalmente, en esa fina línea del horizonte que discurre entre la tierra y el cielo, entre

el tiempo y la eternidad, entre el ser y el no-ser, existe una tercera dimensión; una forma distinta de experimentar el tiempo de forma consciente, que integra el ayer con el mañana y reconcilia el pasado con el futuro, permitiéndonos vivir aquí y ahora un eterno presente, un tiempo vivo y perfecto, un tiempo germinal. Curiosamente, los antiguos griegos llamaron a estas tres calidades de tiempo, Ayón, Cronos y Kairós, que podemos traducir como la eternidad, el tiempo y la oportunidad. AYÓN es la calidad de tiempo más elevada que podemos experimentar, pero, aunque es difícil, no es ni mucho menos imposible. Es la dimensión del tiempo que nos conecta con «lo eterno» que hay fuera y dentro de nosotros mismos. Una dimensión a la que es posible acceder a través de la meditación, la oración, las técnicas contemplativas y los estados teofánicos o experiencias cumbre en las que la mente entre en esa frecuencia cerebral que la neurociencia ha identificado como estados alfa, theta o gamma. Un estado de absorción profunda y perfecta calma, que los neurocientíficos de diversas universidades están pudiendo estudiar al analizar la gráfica cerebral de ciertos monjes meditadores experimentados. Cuando el hombre vive en Ayón está conectado con su ser, su yo esencial; y como su yo esencial está en armonía con el todo, no hay diferencia para la conciencia del que experimenta este estado entre el yo y el todo. Dicho de otra forma, en ese estado sientes que nada te falta, nada te sobra y nada necesitas, ya que es un estado de dicha, de plenitud gozosa, de felicidad serena, de amor benevolente y gratitud infinita, en el que sientes con todas las fibras de tu Ser

EL MUNDO DE SOPHIA

27


consciente que tú eres uno con el todo. Por su parte, a CRONOS se le representa como un hombre que devora todo a su paso, incluso a su propia descendencia, a fin de prevalecer y dominar. Para Cronos, el presente carece de valor en sí mismo, salvo como medio para lograr determinados fines, objetivos y beneficios futuros. Su característica principal es que es tan insaciable como inexorable, por eso dicen que devora a todos sus hijos; lo cual significa que esa ambición, esa ansiedad, ese deseo compulsivo por lograr determinadas metas y objetivos nos acaba destruyendo a nosotros mismos. De hecho, Cronos no tiene ninguna consideración respecto a nuestra felicidad, nuestra paz interior, nuestra salud o realización espiritual; ya que solo le importa la obtención de los objetivos ambicionados. Es como un cruel tirano que nos obliga a trabajar sin descanso, a competir sin tregua y a correr cada vez más y más deprisa, en pos de la idílica quimera del bienestar material. Bajo el yugo de Cronos, el impenitente látigo del tic-tac, va marcando cada paso, cada segundo, cada respiración y cada latido de nuestra existencia, en pos de un objetivo que nunca acabamos de alcanzar; porque incluso, cuando lo logramos, aparece siempre otro más, manteniéndonos así en un perpetuo estado de insatisfacción. Para «el hombre cronológico» el tiempo avanza inexorablemente hacia el futuro devorando minuto a minuto, segundo a segundo, nuestra breve existencia presente. El pasado va quedando atrás y se aleja cada vez más y más, de tal forma que su vida se vuelve una interminable «huida hacia adelante»; en la que el pasado no importa, es algo ya superado, lo único que interesa es lo nuevo, lo que está por venir, lo último y más reciente; sin darse cuenta de que lo que hoy es de rabiosa actualidad, mañana será ya obsoleto. Y así, entre un pasado que ya no existe y un futuro que aún no ha llegado ¿cómo no ha de generarnos esta forma de vivir el tiempo, un hondo sentimiento de frustración, ansiedad, angustia, stress y desesperación? 28

EL MUNDO DE SOPHIA

Ahora bien, entre el tiempo lineal de Cronos y el tiempo inmóvil de Ayón, existe una tercera forma de tiempo muy interesante que es KAIRÓS, el tiempo presente, el aquí y el ahora. En realidad, Kairós es un tiempo que no se puede medir de forma objetiva, como el tiempo cronológico del reloj, porque es un tiempo subjetivo que tiene su propia medida. Es ese tiempo de calidad que experimentamos cuando nuestra atención está plenamente enfocada en el aquí y el ahora, todo nuestro ser está presente en lo que estamos haciendo y tenemos la sensación de que todas las cosas fluyen de forma natural y nosotros fluimos con ellas. Con lo cual, no hay duda que Kairós es un tiempo consciente, es un tiempo de calidad, es un tiempo creativo… un tiempo de plenitud. ¿Por qué decían los griegos que era un tiempo oportuno? Tal vez su simbología nos dé alguna clave interesante que nos ayude a entenderlo. Para empezar, el término griego Kairós, significa literalmente «el momento adecuado u oportuno, el momento idóneo». Recordemos que el lema inicial de este artículo era carpe díem, es decir, «aprovecha el momento». Pero aún hay más, porque en la mitología griega, Kairos es hijo de Zeus y Tiké, diosa que personifica el destino, la suerte y la fortuna. Esto significa que, habiendo sido amamantado por la fortuna, Kairós trae consigo la eficiencia, el éxito y la prosperidad. Por eso, el poeta Eurípides lo considera el mejor guía en cualquier actividad humana, pues Kairós es el momento oportuno, ese momento


inspirado que, si lo sabemos aprovechar, puede cambiar nuestro destino y conducirnos al futuro que deseamos.

de supervivencia, pues no cabe duda que Presencia de espíritu es vida vivida… pero ausencia de espíritu es vida perdida.

Los griegos lo representan como un joven con alas y pies alados, que está calvo por detrás, pero lleva un largo mechón de pelo en la frente. Tal vez por eso el refrán dice que «la oportunidad la pintan calva». Lo cual, traducido a la vida real, nos recuerda que si no prestas atención, si no eres consciente de la realidad que te rodea y no la ves venir, la oportunidad pasará rauda a tu lado y se escapará, y una vez que haya pasado de largo no puedes volver a atraparla, ya que es calva por detrás. Esto significa que sólo la puedes cazar si estás lo bastante atento como para verla venir a tu encuentro. Por eso suele cumplirse fatídicamente esa máxima que dice «Aprovecha bien tu momento, porque si cuando puedes, no quieres; cuando quieras, no podrás», dado que la oportunidad no suele llamar dos veces a la misma puerta. Por eso, como dice el psicólogo Jean-François Vézina en su libro Las coincidencias necesarias, «Kairós define la calidad del tiempo, es decir, el reconocimiento del momento propicio para actuar».

Un buen ejemplo para entender qué es esto de «estar presente», lo podemos ver en el tenis cuando un jugador que va ganando el partido, comete de pronto un error no forzado, y a partir de ahí empieza a fallar y a perder juegos uno tras otro, mientras el comentarista dice: «fulanito se ha ido, ya no está en el partido». Un rato más tarde, el tenista en cuestión empieza a remontar bola a bola y a recuperar poco a poco el terreno perdido, y el comentarista dice: «fulanito ha vuelto, ha entrado de nuevo en el partido». Esto significa que empezó a perder en el mismo instante en que su cabeza comenzó a dar vueltas a ese error del pasado, reviviendo mentalmente una y otra vez dicho episodio frustrante y dejando de estar enfocada plenamente en el presente. Por eso, cuando su conciencia se enfocó de nuevo plenamente en el aquí y el ahora, su tenis volvió a fluir con precisa eficacia y acabó ganando el partido.

¿Cuál es entonces el requisito fundamental que hace falta para poder vivir ese tiempo Kairós? Y la respuesta es sin duda, la presencia de espíritu. Que tu conciencia esté presente en el aquí y el ahora, no divagando entre el recuerdo de lo que ya pasó y la fantasía de lo que todavía no ha ocurrido; pues si sufres por lo que ya pasó y sufres por lo que puede llegar a pasar, vivirás toda tu vida sufriendo. Creo sinceramente que la Vida es un don sagrado y la conciencia un don divino, pero si nos dejamos atrapar por la rutina, por los hábitos automáticos, por los pensamientos negativos y repetitivos y por nuestros temores compulsivos; lo que podría ser una gran oportunidad para vivir conscientes, para aprender de cada experiencia, para compartir nuestros logros, para mejorarnos a nosotros mismos y mejorar el mundo que nos rodea; puede llegar a convertirse en un puro y duro ejercicio

Otro buen ejemplo está en el baloncesto, cuando en pleno partido el entrenador pide tiempo muerto y detiene el juego para hablar con los jugadores. Sin embargo, paradójicamente, ese tiempo muerto es un tiempo más vivo que nunca, es tiempo Kairós; pues, si los jugadores están bien atentos a sus instrucciones y el entrenador está bien enfocado en el aquí y ahora, el equipo puede darle la vuelta al marcador y acabar ganando el partido. Porque han sabido atrapar la oportunidad, han sabido aprovechar el tiempo propicio y hacer lo que había que hacer en el momento oportuno. Por eso, en este extraño tiempo que estamos viviendo, no dejes pasar esta oportunidad que te brinda la vida para vivir un tiempo de calidad, un tiempo vivo y creativo, un tiempo oportuno e inspirado. De hecho, es en los tiempos de crisis, cuando suele cambiar el mundo y cuando nos transformamos a nosotros mismos. Como bien dice Alejandro Coletti: «Kairós es el tiempo de nuestros momentos trascendentes, de los hechos que marcan fuerte el camino personal de cada uno EL MUNDO DE SOPHIA

29


de nosotros, eso que algunos denominan destino y que en determinados momentos nos hizo tomar decisiones importantes». Para acabar este reflexión sobre el tiempo oportuno, quiero citar un pequeño fragmento del Libro del desasosiego, de Fernando Pessoa que dice: «He sufrido en mí, conmigo, las aspiraciones de todas las eras, y conmigo se han paseado, a la orilla oída del mar, los desasosiegos de todos los tiempos. Lo que los hombres quisieron y no hicieron, lo que mataron al hacerlo,

30

EL MUNDO DE SOPHIA

lo que las almas fueron y nadie dijo: de todo esto se ha formado el alma sensible con que he paseado de noche a la orilla del mar. Y lo que los amantes extrañaron en el otro amante, lo que la mujer ocultó siempre al marido de quien es, lo que la madre piensa del hijo que no ha tenido, lo que tuvo forma solamente en una sonrisa o en una oportunidad, en un tiempo que no fue éste o en una emoción que falta ― todo esto, en mi paseo a la orilla del mar, ha ido conmigo y ha vuelto conmigo».


EL MUNDO DE SOPHIA

31


EL MITO DEL HÉROE Segunda parte

Ignacio Vilar

32

EL MUNDO DE SOPHIA


C

ontinuamos profundizando en la figura del héroe, arquetipo o modelo universal que se convirtió en el pasado en el protagonista de cientos de mitos, cuentos e historias y en nuestro momento presente en el personaje central de películas y series. En el anterior artículo vimos cómo si ahondas en su figura y si conoces las claves que se encierran detrás de las formas, su vida, las pruebas y obstáculos a los que se enfrenta; las victorias y logros que conquista, nos narran de forma simbólica el día a día de nuestra propia vida, hombres y mujeres del siglo XXI que tenemos que vivir y superar pruebas y dificultades. Encontramos en todos los mitos de oriente y occidente unas características muy similares que, observando desde el centro de nuestra conciencia, como si nos eleváramos por encima de lo ordinario, nos pueden ayudar a reconocernos y a convertirnos también en héroes cotidianos. La primera característica del héroe o heroína es que ante la adversidad se crece. Una persona normal ante los problemas puede no saber cómo solucionarlos y se

hunde antes de encontrar una salida. La adversidad hace que el héroe saque su mejor parte. Lo que para una persona ordinaria es un imposible, para él o ella, es una oportunidad de crecimiento y de mejora. Como se dice actualmente, esas adversidades le hacen salir de su zona de confort y ante ese mundo desconocido, le permiten convertirse en una versión mejorada de sí mismo. Es ahí donde realmente surge ese héroe capaz de adquirir y desarrollar cualidades y poderes que en el mundo conocido jamás hubiera puesto en práctica. Pero esto que aparentemente forma parte de esa figura enigmática y modélica, no está tan alejado de nosotros como podemos pensar. ¿Quién no ha vivido circunstancias adversas y no ha salido más fortalecido de ellas? ¿Quién no ha tenido un aprendizaje extraordinario que en una situación de aparente calma jamás podríamos haber vivido? El héroe, ante la injusticia actúa en pos de la justicia; ante el mal actúa en pos del bien y eso genera una característica o cualidad que es su gran empatía ante el dolor del mundo y ante el sufrimiento de los demás que acompañada de su fuerza y poder, es lo que le hace actuar.

EL MUNDO DE SOPHIA

33


Héroes que salvan al mundo…, pueblos enteros que van a ser arrasados por terribles bestias invencibles hasta que el héroe las vence…, países o ciudades castigados por una terrible maldición que sólo alguien de corazón puro y luminoso podrá liberar…, damas que hay que socorrer y que hacen que nuestro protagonista arriesgue su propia vida para salvar la de otros… Este es 34

EL MUNDO DE SOPHIA

el gran sacrificio por amor que es capaz de hacer el héroe, un sacrificio que no busca recompensa; no lo hace porque le paguen o porque le vaya a suponer un beneficio, lo hace porque es lo correcto, porque actúa siguiendo su noble corazón y el sentido de la verdad, del bien y de la justicia. El héroe confía en sí mismo. Se sabe grande, se sabe fuerte, se sabe valiente…


Pero a la vez se sabe vulnerable y pequeño y ese reconocimiento de sus luces y de sus sombras es lo que le hace estar atento en todo momento, es lo que le permite emprender con determinación, grandeza a la vez que humildad, cualquier prueba o circunstancia; sabiendo que si hace todo lo que está en su mano, saldrá victorioso, y que si se entrega al máximo de sus fuerzas, es invencible. Un héroe se convierte en un ejemplo para los demás, en un faro en la tormenta, en una estrella que permite orientarse al que está perdido. Su valía y fortaleza interior, sus cualidades y poderes le convierten en un ejemplo a emular, en un ejemplo a seguir. ¿Quién nos impide ser héroes? ¿Quién nos dice a cada uno de nosotros que no podemos ser un ejemplo o un modelo? Tal vez no cambiemos el mundo o salvemos

a princesas de las garras de un dragón, es probable que no venzamos a un monstruo de cien cabezas; pero sí que podemos salir de nuestra zona de confort, sí que podemos ayudar a las personas que están a nuestro alrededor; sí que podemos, ante la adversidad, sacar nuestra mejor versión, conociendo nuestras luces y nuestras sombras y en base a quien somos realmente entregarnos al máximo en la fascinante historia de nuestra propia vida. Siempre me han gustado los héroes y adentrarme en antiguas y modernas mitologías, pero también veo muy útil echar una mirada a esas figuras, hombres y mujeres de carne y hueso, que a lo largo de la historia escribieron páginas maravillosas en los libros de historia. Tal vez nuestro nombre no quede escrito ni grabado, tal vez nuestra huella se borre con los años, pero ser un héroe en lo cotidiano es algo que sí está en nuestra mano. EL MUNDO DE SOPHIA

35


Víctor Vilar

derecho a soñar Víctor Vilar

36

EL MUNDO DE SOPHIA


C

uando abrimos los ojos y observamos el mundo, la cruda realidad nos azota por todos lados. Contaminación, guerra, injusticia social, corrupción, la dignidad de muchos mancillada hasta los huesos; mujeres, hombres y niños tratados como animales, como productos o datos de estadísticas. Mientras la gran mayoría lucha por sobrevivir, otros inconscientes giran la cara preocupados por lo suyo y otros menos… ni se imaginan que haya humanos que no tienen lo que ellos despilfarran en un segundo. En sus gargantas resuena la famosa frase de María Antonieta que dice: «Si no tienen pan que coman croissants». Tal vez haga falta una nueva revolución... Se invocan los derechos inalienables del ser humano.... pero ningún gobierno los puede garantizar. Vida, libertad, honor, dignidad… y otros derechos como el de una vivienda digna, a la salud, a la educación…, se ensalzan en los discursos y dejan de tener el mismo sentido cuando aparecen las comparaciones. Sigue existiendo la injusticia y las diferencias de clases. Las clases ya no son hereditarias (o sí), pero siguen siendo estanco y siguen

siendo límites. Se invoca a la igualdad... a la libertad.... y sin embargo esos términos no están claros…; para muchos resultan utopías inalcanzables. Los recursos son cada vez más limitados, la densidad demográfica aumenta y la sensación de sálvese quien pueda parece dar la razón a Hobbes. El hombre es un lobo para el hombre. Pocos quieren ver sus privilegios menguar, y la inmensa mayoría no quieren perder su estatus y nivel de vida, sea el que sea, a costa de quien sea... Incluso si tienen que vender su alma al diablo.... No obstante, tal y como dice la sabiduría popular, en lo más crudo de la noche se gesta el alba. Hay un derecho de entre todos que escapa de esta cruda realidad. Pertenece a otro plano de existencia, el derecho a soñar. Su apariencia efímera, es sólo eso, apariencia; pues a pesar de su intangible cuerpo, los sueños son capaces de iluminar lo que comúnmente llamamos real, dotándolo de sentido, de meta. Anticipando el futuro mejor, anticipando a la aurora en plena noche... Por un sueño de libertad se revela el oprimido, el enamorado sigue soñando,

EL MUNDO DE SOPHIA

37


el político busca salida a aquello que no parece tenerla, el investigador consume su tiempo por un sueño de descubrimiento... Un sueño es esperanza, lealtad al alba que aun no ha llegado. Mejor dicho, es su preludio. Pues antes de que las cosas acontezcan, muchos tienen que haberlas soñado. ¿Por qué conformarse con la realidad? ¿Por qué sentir las cadenas de hierro tatuadas en la piel como algo de lo que no podemos librarnos? Realidad..., este nombre, para la mayoría, no es más que el disfraz de un sistema inhumano que exige víctimas inmoladas en el altar

38

EL MUNDO DE SOPHIA

de un neoliberalismo inconsciente, del terrorismo, del consumo, de la esclavitud oculta en deudas y ambiciones efímeras, de un mundo de fanatismo religioso o descreimiento escéptico. Soñar es lo único que verdaderamente nadie nos puede arrebatar. Soñar en un futuro que será mejor, en un mundo donde la naturaleza no esté a merced de intereses económicos, y los países y sus recursos no sean moneda de cambio en maquinarias inhumanas. Juntos debemos lograr que todos tengan derecho a soñar y derecho a actuar para realizar los sueños. Nuestra felicidad radica en ver que nuestros sueños se puedan hacer realidad....Amigos!!!.


Aguas oscuras (Dark waters) De Todd Haynes y Focus Features Año: 2019

poder que acaban por golpearte y hacerte cuestionar hasta dónde puede llegar el egoísmo y la indolencia humanas en aras del beneficio. Para verla debes hacer un acto de contención sobre tu ira y tu sentido de injusticia, ya que aunque no lo creas ahora (al final de la película lo verás demostrado), eres víctima directa o indirecta… en una probabilidad muy, muy alta.

De la mano de Todd Haynes y Focus Features, nos llega esta reflexiva película de finales de 2019 sobre los abusos y despropósitos de la industria química norteamericana DuPont, y su repercusión en la salud humana y en el medio ambiente; no solo a nivel local, sino mundial. La historia, inspirada en hechos reales, nos cuenta la lucha que mantuvo un abogado (Robert Bilott, protagonizado magistralmente por Mark Ruffalo) durante 20 años contra el gigante DuPont. Historia que surge a partir del artículo del New York Times: «El abogado que se convirtió en la peor pesadilla de DuPont» de Nathaniel Rich. La película te mantiene sujeto en una trama de injusticias humanas, mentiras y abusos de

«Atrévete a no gustar: Libérate «La ridícula idea de no de tus miedos y alcanza la volver a verte» verdadera felicidad» Autores: Ichiro Kishmi y Fumikate Koga Esta obra es una introducción al trabajo de Alfred Adler, psicoterapeuta austríaco contemporáneo de Freud y Jung, en la cual se presentan ideas muy potentes escritas en forma de un ameno diálogo socrático entre un filósofo y un joven. Los autores, Ichiro Kishimi y Fumitake Koga, nos van llevando capítulo a capítulo a una profunda revisión de ideas que todos tenemos muy arraigadas acerca del peso de nuestras experiencias vitales, el sentido de pertenencia, las relaciones interpersonales, la confianza o el significado de la verdadera libertad. Una obra verdaderamente filosófica pues nos estimula a reflexionar acerca de la «verdad» de todas esas creencias.

Autora: Rosa Montero En este libro Rosa Montero une al hilo de su propio dolor, de su propio duelo por la pérdida de su compañero de vida, el sufrimiento que describe Marie Curie tras la muerte de su esposo. Más allá de las diferencias tanto personales como temporales, Rosa teje una reflexión en la que cuenta sus encuentros y desencuentros con la experiencia de Curie en una obra original, reflexiva e intimista en la que comparte ideas y emociones de un alcance mayor al de ese duelo compartido. Adentrarse en sus páginas en sumergirse en el placer de leer una buena historia.

EL MUNDO DE SOPHIA

39


Meditación

y procesos mentales

Alix Salas

Licenciada en Psicología y especialista en Neuropsicología

40

EL MUNDO DE SOPHIA


L

a meditación puede ser practicada con diversos fines: relajarse, despejar la mente y las emociones de las problemáticas cotidianas; también puede emplearse para reforzar la atención, ejercitar el cerebro; o tal vez meditar sencillamente porque está de moda, por encajar en un grupo; para olvidarse del mundo y, aparentemente, conectar con uno mismo. Sin embargo, no olvidemos que el origen de la meditación se halla en un camino espiritual, lo cual implica algo más profundo y esencial de lo que se mencionó anteriormente. Hasta aquí se han planteado diversos puntos relacionados con la meditación: la mente, las emociones, el cerebro, la espiritualidad. Desde las culturas antiguas hasta las ciencias modernas como la Psicología, contemplan al hombre como un ser que integra diversos cuerpos o planos a través de los cuales vive, siente, habla y piensa. Éstos son cuerpo físico, cuerpo energético, cuerpo emocional y cuerpo mental. Estos cuerpos o planos se integran en el individuo y permiten la expresión de la conducta. La conducta puede definirse como aquellas respuestas (que sí hacemos y que no hacemos) que presentamos

en nuestro entorno. Estas respuestas o formas de actuar pueden ser consientes o inconscientes, voluntarias o involuntarias. Por ejemplo, decir «buenos días» es algo que hemos aprendido conforme nos lo han enseñado. Con base en este aprendizaje, saludar a alguien puede convertirse en algo completamente rutinario y automático, pues ya no hace falta pensarlo. Es entonces cuando se convierte en un acto inconsciente e involuntario, pues saludamos automáticamente como respuesta ante el estímulo de ver a la otra persona, pero ya no porque sea una acción consciente y voluntaria, ya no elegimos hacerlo, tal vez ya ni le miramos a los ojos. En cambio, si le saludamos con gusto, le observamos, nos tomamos el tiempo necesario para hacerlo, se vuelve entonces un acto voluntario y consciente; pues de este modo sí habremos elegido saludar a esa persona. Dentro de esta conducta tan sencilla podemos observar cómo es que están implicados cada uno de los cuerpos ya mencionados, y cómo es que nos afectan. Veamos el ejemplo: el cuerpo físico está sano, pero el nivel de energía anda bajo. Esto cambiará el enfoque,

EL MUNDO DE SOPHIA

41


pues muy probablemente las emociones tiendan hacia la apatía, hacia la flojera, no habiendo entonces suficiente motivación para andar saludando a las personas que encontramos, para hacer las tareas, iniciar el día, etc. Adicionalmente, seguro habrá algo que hacer (tareas, resolución de conflictos). Sin embargo, la mente también se desvía del objetivo, pues por la forma en que se han descrito los cuerpos energético y emocional, para la mente no será fácil concentrarse, no será creativa, tampoco será fácil tomar las mejores decisiones. Es decir, aunque tenemos objetivos y metas determinadas en el trabajo, en la escuela, en la vida…, cada cuerpo que nos constituye va tirando hacia uno u otro lado, lo cual hace difícil la realización de nuestras metas y objetivos; por lo tanto, no nos sentimos completamente felices, satisfechos, realizados, etc. Por el contrario, si el cuerpo físico está igualmente sano y el cuerpo energético en un nivel adecuado, es muy probable que las emociones también se encuentren mejor; uno puede sentirse más alegre, más optimista, con más ganas de hacer las cosas. Esto llevará a la mente a ser más creativa, más eficaz, etc. Ahora bien, cuando meditamos también entra en acción cada cuerpo que nos constituye, y esto lo hacemos consciente gracias a la atención.

42

EL MUNDO DE SOPHIA

Toma de decisión (cuerpo mental). Para meditar lo primero que tenemos que hacer es elegirlo consciente y voluntariamente, lo cual implica a su vez determinación y voluntad. Este paso se ve muy obvio, sin embargo es el más difícil de todos; pues comúnmente cuando queremos meditar ocurren otras cosas que adquieren más importancia, lo cual nos impide pasar del «querer» al «hacer». Propiocepción (cuerpo físico). La propiocepción es un sentido interno que nos permite ser conscientes de la postura de nuestro cuerpo en tiempo y espacio. Al sentarnos a meditar cerramos los ojos y ponemos atención a cada parte del cuerpo; si hay tensión o está algo flojo, si hay dolor o picor, si estamos cómodos o no, si la espalda está recta o encorvada, etc. El ponerle atención a las partes del cuerpo nos permite saber cómo están y si es necesario hacer un ajuste de postura. Autorregulación (cuerpo energético y emocional). La atención ahora pasará a la respiración ¿Cómo respiro? ¿Tomo suficiente aire? ¿Me siento agitado? ¿Cómo me siento? ¿Qué emoción siento en este momento?. La autorregulación puede definirse como la capacidad que tenemos para regularnos a nosotros mismos con base en un monitoreo (realizado una vez que enfocamos la atención) y control voluntario (esquema de acción apropiado).


Así como llevamos al cuerpo físico a una postura óptima, también lo hacemos con la respiración tratando que sea lo más natural posible, que sea profunda; y con las emociones intentamos llevarlas a la ecuanimidad, a un estado más neutral. Pensamientos (cuerpo mental). En la naturaleza cada ser y cada parte cumple su función; así también, nosotros mismos como parte de ella. Dentro de nuestro cuerpo cada parte tiene su función: los ojos ven, la boca habla y mastica, el corazón late, así la mente piensa. Es común escuchar que para meditar hay que poner la mente en blanco, lo cual naturalmente resulta bastante difícil. Sin embargo, en lugar de no pensar, tal vez sea mejor dejar pasar los pensamientos, verlos como si fueran nubes, no engancharse a ellos. En realidad mientras meditamos no hay que engancharse con ningún aspecto ni alguna parte del cuerpo, emoción o pensamiento. Si los observamos, si suceden, no nos enganchamos; tan solo los dejamos pasar cual nubes. Esto podemos hacerlo gracias a la atención, que podemos ir enfocando y reenfocando continuamente. ¿Cómo funciona la atención? Para explicarlo la vamos a dividir en diferentes tipos, cada cual a su vez constituye una etapa. La atención, de manera básica y general, se define como un proceso de selección y filtro de atención. Puede ser de tipo focalizada, sostenida y selectiva. A continuación se describen las etapas: -Arousal. Capacidad de estar despierto; activación general del organismo. Esto dará tono al cerebro y a los músculos, permitiendo así llevar a cabo los procesamientos posteriores. -Focalizar. Enfocar la atención hacia un objetivo concreto. En este caso, enfocar al cuerpo, a la respiración, etc. Permite hacer el monitoreo.

a ello es que no nos dormimos, pues la mente y el cuerpo (el tono mencionado anteriormente) siguen activos. Aquí es donde nos pasa algo importante: nuestra mente sigue activa y atenta, pero ya no en su objetivo. Comenzamos a hacer la meditación, pero luego viene un pensamiento y nos enganchamos a él. Seguimos atentos, solo que ahora es a dicho pensamiento, o tal vez a alguna sensación en alguna parte del cuerpo, y así podemos ir saltando de suceso en suceso. -Seleccionar la información relevante o el esquema de acción apropiado. Permite darnos cuenta de que hemos perdido el objetivo, pues somos conscientes de la información que estamos seleccionando en ese momento. Es decir, nos damos cuenta de que la atención ya no está en la respiración, sino en el pensamiento, en alguna parte del cuerpo o tal vez en algo que pasa afuera. Pasamos entonces al esquema de acción apropiado: regresar la atención a la respiración. En este punto es cuando vamos regresando o reenfocando la atención hacia nuestro objetivo inicial. En medida en que lo practicamos es como lo vamos regulando y controlando mejor, pues lo que hacemos es ponerle luz a cada cuerpo o plano. Una vez puesta esta luz surge el observador: aquel que «observa sin reaccionar ante el surgimiento y desaparición de esas sensaciones. Observa sin perseguir ni rechazar, observa la realidad sin imaginar. Observa tal cual es, momento a momento». Que surja el observador implica que la consciencia está más alta. Fuimos escalando cada cuerpo desde el físico hasta el mental; ahora le toca al observador, aquel que nos conecta con nuestro ser, con una mente más clara y no dual, con sentimientos superiores, con mayor voluntad. Con ello podemos vivir más felices y más conectados con nosotros mismos y con el Todo. Podemos vivir con mayor armonía.

-Sostener. Mantener la atención durante un periodo prolongado. Gracias EL MUNDO DE SOPHIA

43


44

EL MUNDO DE SOPHIA


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.