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DOS VIAJES JUAN IGNACIO POSSE

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SEGUNDA PARTE

SEGUNDA PARTE

DOS VIAJES

JUAN IGNACIO POSSE

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En los reservados a hombre con bastón, mujer con panza o niño en brazos hay una rubia. Del lado de la ventanilla, una mujer con pelo blanco. En el espacio que comunica vagones, unos chicos en el piso, abrazados. Él agarra el pelo de ella y le sopla la nuca. Una morocha los esquiva y se sienta frente a la rubia. Se seca el sudor con las manos. La morocha tiene caderas amplias. Al lado, un hombre con bastón se seca el sudor con un pañuelo y se levanta. La morocha apoya en el asiento la mochila verde. Mira a través de los ojos negros a la rubia que se alisa el vestido y toca la piel de sus piernas. Vestido blanco, piernas bronceadas. Abre una cartera marrón. Las uñas pintadas de violeta. El tren abre las puertas, baja el hombre con bastón. Entra una mujer de saco azul. Se escucha la señal sonora. El tren cierra las puertas. La morocha mira al costado, cruza la pierna izquierda por encima de la derecha. Saca del bolsillo el celular, lo aprieta, se ilumina, vuelve apretarlo. La rubia enrolla en el índice izquierdo un mechón de pelo y con la otra mano revisa el celular mientras inclina la cabeza. La mujer de pelo blanco se para. La rubia se levanta. Se sienta del lado de la ventanilla. Las puertas se abren. Un parlante dice: “Usted está en estación Dumar”. Bajan la mujer de saco azul y la de pelo blanco. Se escucha la señal. La morocha mira atrás. Revisa el celular, lo aprieta. La rubia recuesta la

cabeza.

Un castaño tropieza con los abrazados, sin caerse, pasa por delante de la morocha que saca la mochila y la pone entre sus piernas. El castaño mira a la morocha, mueve la cabeza y se sienta al lado de la rubia que se sobresalta. Tiene camisa blanca y en la mano derecha una botella de plástico

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con una etiqueta roja y líquido negro adentro. Dice: perdón. La rubia dice: está bien. El castaño muestra los dientes, blancos. La morocha tiene el pelo atado. Atrás de la oreja sale un mechón desordenado. Baja la vista, se mira. Al final de la pierna izquierda las cuerdas de un zapato acogotan el pie. El castaño dice: qué calor. La rubia dice: sí, terrible. El castaño mete la mano en el bolsillo del pantalón y saca el celular. Lo aprieta, se ilumina y lo guarda. El tren abre las puertas. Se apagan las luces. Se escuchan uuhs. Un hombre entrecano con una aureola oscura en la axila dice: alguien se tiró. Una mujer arrugada de pelo rojo dice: algo pasa. El castaño dice: hace mucho que no pasan estas cosas. La rubia dice: es verdad. El castaño dice: ¿tenés muchas estaciones? La rubia dice: me bajo en Laredo. Él dice: yo viví en Laredo. Ella dice: ¿por dónde? Él: cerca de la estación. En Blandengues. Ella: ah, yo vivo más lejos, pero por ahí vive Lara, una amiga. Él dice: ¿Lara? Ella: sí, Lara Ponce ¿la conocés? Él: sí, es vecina. Ella: mirá vos, yo iba con ella al colegio. El castaño dice: ¿cuántos años tenés? La rubia: veintidós, ¿vos? Él: veintisiete. El castaño sonríe, dientes blancos. Habla, acerca la boca a la oreja de ella. Los labios rozan el lóbulo de la oreja. El castaño dice: me derrito. La rubia ríe, se levanta el pelo con las manos. El castaño dice: ¿puedo? Apoya la botella en la nuca de ella. Dice: ¿querés? La rubia dice: dale. El castaño abre la botella. Se prenden las luces. Un hombre de camisa roja se acomoda en la barra de apoyo isquiático para personas con movilidad reducida. Interrumpe la vista de la morocha. El tren avanza. Un flaco con sombrero, mancha blanca en la cara y guitarra toca una canción que hace a algunos mover la cabeza. Se escuchan aplausos. El cantante pasa con el sombrero en la mano. El castaño dice: ¿dónde? La rubia: sobre Falucho. Está muy bueno. El castaño aprieta el celular. Dice: chau, nos vemos. La rubia dice: sí, dale. Se besan. El castaño se levanta y camina hacia el primer vagón. El tren frena, se abren las puertas. Se baja el hombre de la camisa roja y el cantante. Entra corriendo una chica que respira fuerte. Se escucha la señal sonora. La que respira fuerte se sienta al lado de la rubia. La morocha se rasca debajo de la rodilla izquierda. Entre las manos

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suena el celular. Lo acerca a la oreja. Mira a la rubia. Dice: no sé. Dice: dónde. Dice: chau.

La rubia sacude la cabeza. Cierra y abre los ojos. Aprieta con los dedos índice y pulgar izquierdos el inicio de la nariz. La morocha la mira. Revisa el celular. La rubia se acomoda la cartera, se levanta. La morocha se cuelga la mochila y se para. El tren abre las puertas. La rubia camina por el andén, baja las escaleras. La morocha sigue el mismo

camino.

La rubia cruza la calle, la morocha está atrás. La rubia camina lento, se toma la cabeza. La morocha se pone a la par. Dice: ¿estás bien? La rubia la mira. La morocha mira adelante. Una camioneta blanca. La puerta lateral está abierta. En el interior, acuclillado, el castaño. La morocha mira al castaño, habla de nuevo: ¿estás bien? Están por terminar de cruzar la calle. La rubia no contesta, estira un brazo, mira al castaño que sale de la camioneta, toca el hombro de la morocha y cae.

JUAN IGNACIO POSSE Argentina

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