DOS VIAJES JUAN IGNACIO POSSE En los reservados a hombre con bastón, mujer con panza o niño en brazos hay una rubia. Del lado de la ventanilla, una mujer con pelo blanco. En el espacio que comunica vagones, unos chicos en el piso, abrazados. Él agarra el pelo de ella y le sopla la nuca. Una morocha los esquiva y se sienta frente a la rubia. Se seca el sudor con las manos. La morocha tiene caderas amplias. Al lado, un hombre con bastón se seca el sudor con un pañuelo y se levanta. La morocha apoya en el asiento la mochila verde. Mira a través de los ojos negros a la rubia que se alisa el vestido y toca la piel de sus piernas. Vestido blanco, piernas bronceadas. Abre una cartera marrón. Las uñas pintadas de violeta. El tren abre las puertas, baja el hombre con bastón. Entra una mujer de saco azul. Se escucha la señal sonora. El tren cierra las puertas. La morocha mira al costado, cruza la pierna izquierda por encima de la derecha. Saca del bolsillo el celular, lo aprieta, se ilumina, vuelve apretarlo. La rubia enrolla en el índice izquierdo un mechón de pelo y con la otra mano revisa el celular mientras inclina la cabeza. La mujer de pelo blanco se para. La rubia se levanta. Se sienta del lado de la ventanilla. Las puertas se abren. Un parlante dice: “Usted está en estación Dumar”. Bajan la mujer de saco azul y la de pelo blanco. Se escucha la señal. La morocha mira atrás. Revisa el celular, lo aprieta. La rubia recuesta la cabeza. Un castaño tropieza con los abrazados, sin caerse, pasa por delante de la morocha que saca la mochila y la pone entre sus piernas. El castaño mira a la morocha, mueve la cabeza y se sienta al lado de la rubia que se sobresalta. Tiene camisa blanca y en la mano derecha una botella de plástico 143