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DOMINGO 16 DE JULIO DE 2017 - IBAGUÉ
FACETAS Avances científicos de la lingüística
Robots desarrollan un lenguaje propio, al margen de los humanos JOSEP LLUÍS MICÓ LA VANGUARDIA
Una nueva especie de robots está desarrollando un lenguaje propio para comunicarse al margen de las personas, incluso de quienes los han creado. Hasta ahora, diversos experimentos habían demostrado la capacidad de las máquinas para aprender los idiomas humanos. Sin embargo, este ensayo va mucho más allá y dota los sistemas de inteligencia artificial de la habilidad para entenderse de manera autónoma, con total independencia. Los científicos, que hasta ahora no habían explorado esta línea, consideran que puede complementar los avances anteriores. Los responsables son Igor Mordatch y Pieter Abbeel, ambos al servicio de OpenAI, un laboratorio impulsado, en-
tre otros, por el fundador de Tesla, el popular inventor y empresario Elon Musk. El primero, Mordatch, que ha estudiado en universidades como Stanford y Washington, comenzó su carrera como animador. Pasó un tiempo en Pixar y contribuyó al éxito de Toy Story 3. De ahí, su interés por facilitar que los robots se muevan como la gente. Su colega Pieter Abbeel, profesor e investigador de la Universidad de California Berkeley, es el responsable de numerosas herramientas de inteligencia artificial en las que se combinan la enseñanza y la experiencia profesional. Los responsables de esta innovación son un antiguo animador de Pixar y un profesor de Berkeley. Pues bien, ambos han publicado un artículo en el que describen cómo crear mundos virtua-
les en los que el software se las ingenie para originar un lenguaje. Una de las claves de su iniciativa radica en el hecho de que las máquinas dan este paso por la misma razón que las personas empezaron a hablar y utilizar gestos: por necesidad. En principio, este universo es sencillo: un cuadrado blanco en dos dimensiones poblado por bots con unas formas simples:
círculos verdes, rojos o azules. Sin embargo, todo se complica cuando estos habitantes tienen que colaborar para completar las tareas que les son encomendadas. A partir de este punto, ellos descubren por su cuenta qué hacer y cómo llevar a cabo estas acciones, con una técnica muy similar a la de AlphaGo, el programa de DeepMind, de Google, que descifró los secretos y la manera de ganar en el milenario juego chino denominado Go. La explicación es sencilla; la aplicación, muy compleja. La evolución se basa en la prueba y el error. Si una decisión se revela correcta, continúan adelante. En caso contrario, ya saben qué es lo que no deben hacer. De la misma forma construyen su idioma.
COMUNICACIÓN POR NECESIDAD El ‘software’, que se basa en la prueba y el error, hace lo mismo que las personas: se comunica por necesidad Por ejemplo, si se cuentan los unos a los otros cómo ir a parar a los sitios que les interesan dentro de su mundo, todos ellos podrán ayudarse más rápidamente. Este modus operandi se aleja de los métodos seguidos mayoritariamente en polos de innovación como Silicon Valley. Lo que allí se busca con frecuencia es que los robots imiten el lenguaje humano. En este campo hay que situar todas las labores sobre redes neuronales profundas. Hoy, los sistemas artificiales son capaces de reconocer objetos en fotografías, identificar comandos orales en teléfonos inteligentes o comprender significados complejos. Gigantes tecnológicos como Facebook, Microsoft, Apple o Google se valen de estas herramientas desde hace tiempo y con toda normalidad. La sofisticación de la idea de Abbeel y Mordatch es máxima y llega al extremo de propiciar que los bots, además de conversar, intercambien gestos. Gracias a esto pueden guiarse como lo hacen los bebés. La intención de los dos científicos de OpenAI es que, como los niños, el software vaya creciendo y mejorando.
El cuento Anastasia, de traje blanco y zapatos untados de griffin, recorre las veredas portando un mensaje de salud. Entre la mochila, viaja una jeringa, una botella de alcohol y un rollo de algodón envuelto en papel azul marino. En épocas de vacunación, hierve en alcohol la jeringa en una cajita metálica con patas de cucarrón, y, los niños con ojos brotados como pepas de guama, después del picotazo de avispa en el brazo, sueltan un llanto inconsolable entre el terror de otros infantes despeinados por el soplido de la ribera. La enfermera, nacida en un rancho con techo de tejas de zinc, a orillas del río que atraviesa con furia color de barro la geografía patria, se formó como auxiliar de la salud en un hospital, y desde joven, recorre los campos sembrados con árboles frutales y plantas de arroz y maíz, siempre esgrimiendo como un sable, la jeringa, y con fórmulas para el mal de ojo, la tos de perro, flujos, el bebedizo del paico para las lombrices y parásitos, rengueras, vómito, piojos , fiebres y fríos del paludismo, dolor de muela, y una acertada fórmula para la migraña, amarrando como penacho de indio guerrero, las hojas del yarumo, untadas en manteca de zaino. En una oportunidad y al otro lado del río turbio, con barcos trasatlánticos navegando sobre una nata de piratas fantasmas y ramazones adornadas con nidos y cantos de pájaros, conoció a una joven con idénticas líneas de la mano a la suya, y se acordó de la gitana con flor de cayeno sembrada en el cabello, quien le predijo el futuro como enfermera consagrada al servicio de la comunidad. Y, Anastasia, motivó a la joven para que aprendiera a leer y escribir, y luego la reemplazara en su oficio de portar como estandarte de procesión religiosa la jeringa, por los caminos polvorientos de la región. Pero la aprendiz, sólo logró imitar la risa irónica de Anastasia, mientras continuaba con la labor de vigilar las gallinas para que no pusieran los huevos de yemas triangulares entre los pastizales, y cantando un monótono to.co to.co… con la música de los granos de maíz en la totuma, que enloquecía las aves en el patio. Y a la sombra de los acordes del cascabeleo de los tamarindos, barría con escoba de millo los zumbidos de los zancudos con ojos de vampiros, y la música de las chicharras y los mezclaba con hojas secas del árbol del bien y el mal, en un humazo nocturno para corretear la peste de la melancolía y la pobreza campesina, dibujada en trajes con coloridos de retazos, ensopados en sudor. Al mediodía, lavaba la cochera, esqui-
La jeringa José Hilario Yepes*
vando las arremetidas del hambre de los cerdos, y, rociaba las rosas blancas y atigradas, que vendía en el mercado del pueblo los domingos, junto con lo envueltos de maduro, el insulso para la lechona y los quesillos empacados en hojas de plátano. Con el correr del tiempo, y ya pensionada, Anastasia falleció, contemplando el río en una noche luminosa con el rumor del agua besando las canoas del puerto, entre trampas de captura de caimanes con ojos metálicos de mercurío y las sirenas con cabellos largos de oro, cuerpos de pez salpicados de escamas de plata y pechos de mujer núbil, mientras los pescadores tejían con atarrayas el paisaje acuático, y que una vez se vistió de rojo con la batalla de guerreros pijaos y españoles, cuando violentaron las tierras y costumbres nativas. Y la joven, quien aún alimentaba gallinas, marranos, y con un garabato cambiaba de parapeto a la lora, encaramada en un almendro parloteando obscenidades y con estrofas de un himno extraño, e imitaba ladridos de perros, confundiendo a furtivos malhechores de la trocha, rescató la jeringa y se acomodó el traje blanco, y con maquillaje de anciana, continuó con la obra de Anastasia, aprovechando las mismas líneas de la mano de la difunta, y con la identificación de la enfermera, continuó cobrando las mesadas pensionales, y ahora sembrada en un negocio de caseta en una calle central de la ciudad, observa un río de gente fluyendo sobre el pavimento cálido, y ofrece tamales, envueltos, bizcochos, quesillos y alfandoques, al acorde de carcajadas burlescas que hacen aullar los perros y llegan hasta el despacho del gobernador, quien da la orden para que callen a la bruja, que no deja firmar los decretos. Y la nueva Anastasia, con la jeringa a la vista del público, acredita su eternidad, ríe y goza de las carcajadas a alto volumen. Y cuenta la leyenda, que desde el nacimiento hasta la desembocadura del río, se escucha en noches de tinieblas las carcajadas escalofriantes, que hacen temblar los pulpos lunares del paisaje acuático, alumbrado por tabacos encendidos de bogas, cuando asoma la punta de la subienda con los brincos acrobáticos de la tolomba, avisando el viaje del bocachico, el bagre, capaz, el nicuro y las guabinas, que peinan con táctiles barbas la espuma de los recuerdos. *Colaborador frecuente de este espacio Imagen: Gordon Conway
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DOMINGO 16 DE JULIO DE 2017 - IBAGUE
FACETAS
El país en todas sus dimensiones es la premisa de la exposición que recibe el Museo de Arte del Tolima en itinerancia de la Fundación BAT Colombia. De las 58 obras, tres son de manos tolimenses.
Premio del público, ‘El cacique de la junta’.
‘Nuestra identidad’, de Alexander Prada
La base de esta exposición es la Colombia pluriétnica y multicultural
‘ HERNÁN CAMILO YEPES VÁSQUEZ CULTURALES@ELNUEVODIA.COM.CO
Conocer el país, apropiarse de sus imágenes y comunicarlo a la sociedad se conjugan en la labor que cumplieron los 58 artistas empíricos nacionales participantes del Salón BAT, que en su quinta edición, en 2017, se denomina ‘Colombia pluriétnica y multicultural’. En las casi seis decenas de piezas que desde el pasado miércoles cubren la sala principal del Museo de Arte del Tolima, podría decirse que se resume toda una nación, debido a que fueron el resultado de un filtro de mil 667 que llegaron a la entidad nacional.
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el país en el
al n Después de estar en Ibagué, el Salón BAT recorrerá los principales museos y centros culturales del país hasta mediados de 2018.
El Salón está compuesto por ganadoras, menciones y otras que se presentaron en el Gran Salón en el Centro Cultural Gabriel García Márquez, de Bogotá.
La diversidad de este Salón se refleja en tallas en madera, esculturas, pinturas, fotografías, videos e instalaciones, entre otras técnicas, entre ellas tres de Ibagué, que significarán “traer ese pedacito de mi tierra”, como lo dijera la caqueteña Elvira Trujillo, ganadora de la edición anterior. La cuota del Tolima la cumplirán dos artistas tolimenses: la escultora Sofía Sánchez de Cubillos, con su creación ‘La lechonera’, y el pintor Alexander Prada Contreras, con ‘Nuestra identidad’ (óleo sobre lienzo) e ‘Identidad primaveral’ (caolín, varillas y alambres).
Imagen de la derecha: ‘Somos’
VARIEDAD EN ESCENA De acuerdo con Ana María Delgado, gerente de la Fundación BAT Colombia, estas obras ponen en un nivel muy alto el arte popular, al ser “Colombia un país pluriétnico y multicultural, con riqueza invaluable que nace de diversas razas, culturas, costumbres y creencias; de las diferentes maneras de pensar y de vivir la cotidianidad, de la biodiversidad. “Convergen todas esas diferencias que contribuyen a fortalecer la identidad nacional, a tener sentido de pertenencia y a sentirnos orgullosos de ser colombianos”, menciona sobre la exposición, que se cumple en homenaje al nariñense del Mopa-mopa (el barniz de Pasto), Eduardo Muñoz Lora.
El Salón está abierto desde el pasado 12 de julio hasta el martes 15 de agosto. UNA DIFÍCIL ELECCIÓN
Los primeros puestos fueron para ‘Somos’ (Carlos Egidio Moreno Perea, Quibdó), ‘Desplazados 2’ (César Augusto Ortiz Ortega, Bogotá) y ‘De la serie Barrio Popular’ (Rodrigo Caballero, Cartagena). Gran Premio, obra ‘Camino’.
‘Identidad primaveral’, de Alexander Prada
La exministra María Elvira Cuervo, miembro del jurado del Salón, destacó que el arte popular ha evolucionado “enormemente” en los 12 años de trayectoria del BAT; “antes se creía que ese arte era primitivo, pero ya tiene fotografías, videos, magníficos óleos, instalaciones”, entre otros formatos. “Ha sido muy duro establecer qué es arte popular, pero vemos que este es un arte que no puede ser de una persona que ha recibido clases en una universidad de bellas artes y que produzca obras únicas, no en serie”, añadió. Cuervo valoró la originalidad y el reflejo de la Colombia pluriétnica y multicultural de la Constitución de 1991 que hay en la exposición, y que de mil 667 obras a 58, fue “muy difícil, porque verlas en un computador es muy diferente a tenerlos en físico”.
‘La Lechonera’, Sofía Sánchez.
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FACETAS Carmen Boullosa*
Filo de luz
El poema
Filo de luz, fruta abierta que a la noche vuelves fuego y que a la llama cambias en fresco sentido: llego a buscar tu aliento: más sedienta: pozo de amor que me asombras, cántaro de día. * Tu cuerpo pulsado por sí mismo es en mis oídos viento claro y fresco, sonido límpido del cobre y del aliento: eres tus labios rezumantes de lima, eres tus ojos recubiertos de bruma, eres tu mano fina ciñéndose cierva: porque en ti anida el mar, eres su guía, y de ti la más torpe raíz bebe su espina: porque tú eres el viento y eres también la boca virgen que muchos metros ocultan. *Escritora mexicana Poemas-del-alma.com Obras de Malcolm Liepke
Editorial: Plaza & Janés Título: ‘Más allá del invierno’
Autor: Isabel Allende Páginas: 320
BOGOTÁ, COLPRENSA
Partiendo de la célebre cita de Albert Camus: ‘En medio del invierno aprendí por fin que había en mí un verano invencible’, la escritora Isabel Allende genera un amplia gama de personajes propios de la América de hoy, los cuales se encuentran en su más profundos inviernos. Una chilena, una joven guatemalteca ilegal y un maduro norteamericano, son los personajes que sobreviven a un terrible temporal de nieve que cae en pleno invierno sobre Nueva York y acaban aprendiendo que más allá del invierno hay sitio para el amor inesperado y para el verano invencible que siempre ofrece la vida cuando menos se espera. ‘Más allá del invierno’ es una de las historias más actuales de Isabel Allende sobre la realidad de la emigración y la identidad de la América de hoy a través de unos personajes que encuentran la esperanza en el amor y en las segundas oportunidades.
NOVEDADES LITERARIAS Editorial: Penguin Random House Título: ‘Este infierno mío’
Autor: Julián Malatesta Páginas: 320
BOGOTÁ
El Ejército y la Fuerza (la guerrilla) libran combates sangrientos ya por inercia, como signados por un destino inevitable, y prácticamente sin recordar las motivaciones por las cuales empuñan las armas, o sin ya creer en ellas. Les queda, por fortuna, una vida que sí intentan entender y en la que sí creen poder incidir, una vida rica en la que confluyen sus amores, sus miedos, sus alegrías, y en la que el odio y las discordias sólo surgen por razones personales y, en definitiva, más humanas. El Ejército y La Fuerza continúan librando batallas sangrientas de una guerra tan larga y errática que parece impuesta por el destino. Nadie sabe ya por qué lucha, qué convierte en enemigos a unos y a otros, por qué hay muerte y destrucción, pero los combatientes, así como los habitantes de los pueblos asolados por esta violencia casi inmemorial, afrontan su suerte rebosantes de energía, empecinados en que su vida, una fiesta o un infierno, no importa qué, sea verdaderamente suya.
La palabra de la semana
Soldado Durante los tiempos de descomposición del Imperio romano, la moneda se devaluaba con rapidez debido a una crisis económica que se había tornado crónica. Por esa razón, las monedas de oro adquirieron un prestigio mucho mayor del que habían tenido hasta entonces, dado el valor de cambio intrínseco atesorado en el metal precioso. La más difundida de estas monedas fue la denominada solidus ‘sólido’, palabra procedente de la raíz indoeuropea sol- ‘íntegro’, que circulaba en todos los rincones del Imperio a partir del año 325 d. de C. Por aquella época, con el descaecimiento del poder imperial, los señores del naciente modo de producción feudal se veían obligados a contratar a sus propios soldados, que recibían como paga una moneda de oro, llamada en latín tardío solidus nummus ‘moneda sólida’ y, más tarde, solidus, simplemente, de curso legal hasta el siglo XV y que ya se conocía como sueldo en la época de Gonzalo de Berceo. En el Diccionario Latino Español, de Antonio de Nebrija, sueldo era la paga de los militares (que también se llamó soldada), más tarde, la paga de los criados y, finalmente, el salario en general, como ocurre hoy. Hacia comienzos del siglo XVII, se llamaba soldado al hombre de guerra que era contratado para servir en forma regular a un mismo señor, ya que ganaba un sueldo. Esta denominación del guerrero tenía una connotación favorable –en contraste con mercenario, que servía a quien le pagas– y exaltaba la virtud de la fidelidad a un señor, tan cara a los valores medievales. GERENTE: Miguel Ángel Villarraga Lozano EDITOR GENERAL: Edwin Ballesteros Vásquez COORDINACIÓN: Redacción Cultural EL NUEVO DÍA PERIODISTA: Hernán Camilo Yepes Vásquez DISEÑO: Edison Guarnizo FOTOS: Camilo Yepes. Suministradas. Internet. Colprensa. TEL.: 2770050. Ibagué - Tolima - Colombia. PÁGINA WEB: www.elnuevodia.com.co CORREO ELECTRÓNICO: culturales@elnuevodia.com.co FACEBOOK: El Nuevo Día - Colombia - Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8.