Facetas Enero 18

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Ibagué, enero 18 de 2009

El niño que se llenó de ira: un minicuento para ser

víctima, cómplice y victimario Por Omar González * as fronteras entre la realidad y la fantasía parecen disminuirse en las manifestaciones orales, a partir de las cuales, en ocasiones, eventos sobrenaturales o personajes siniestros y fantásticos derivados de las leyendas, mitos y tabúes de los pueblos, afloran en los imaginarios y se constituyen como fuente para lograr conductas favorables y comportamientos positivos, en especial en los niños. Es común encontrarse con historias y anécdotas como la del “si no obedeces a tu madre, te lleva el loco en su costal”, etc. Pero es muchísimo más cotidiano observar las historias de cama, es decir, aquellas que se emplean para lograr que un niño concilie el sueño. Quién no ha temblado, y hasta hecho caso, sólo por evitar la aparición funesta del “coco”, ese ser por medio del cual la manipulación de la conducta se tornó frustrante para algunas de las generaciones más veteranas (fui víctima, lo aseguro) Aún cuando no se especificaba una forma corpórea, las más oscuras representaciones de la imaginación infantil acerca de lo que produce terror y pánico se redondeaban en el cuerpo inexistente del verdugo de los desobedientes y noctámbulos, de los insomnes con capacidad para estar en vigilia hasta altas horas de la noche, sin presentar síntomas de agotamiento o estrés (esos son problemas de los viejos). “El niño que se llenó de ira” es un minicuento que se nutre de este tipo de historias y las lleva a un plano en el que dejan de ser fantásticas, para convertirse, por medio del lenguaje, y en un acto supremo de imaginación sustentada en hechos trágicos y un tanto sanguinarios. Observemos que dentro de este minicuento se manejan precisamente esos retruécanos sociales que emplean los adultos para dominar el espíritu inquieto de los niños, así como su temor a la oscuridad, no a la noche, como se cree. No, es a la oscuridad. ¿O es que acaso algunos de ustedes no se ocultaron en las noche de víspera de navidad para atrapar al viejo barrigón de Santa en el justo instante en que dejaba el regalo que con puntualidad se le solicitó casi con un mes de anterioridad? (otra vez debo confesar que fui víctima, aunque imagino que ya saben cuál fue el desagradable final de mi fantasía) Así que se comprueba que no hay miedo a la noche, sino a la soledad y a la ausencia de luz. Celso Román juega con esto y nos ofrece una historia en la que el final no puede ser menos que trágico pero, al mismo tiempo, definido como una especie de humor ne-

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gro, que lleva al lector a confabularse con el verdugo, a reírse de la desgracia del niño y a festejar el castigo por sus pataletas. El caso es que la anécdota está elaborada a partir de una escena de cama en la que “mamá acostó al niño nene bonito formalito cariño de mamá va a dormir con los pies bien tapaditos porque si los niños no se tapan los piecitos viene un ratón grande y se los come”; el niño desobediente hace toda una pataleta y la madre opta por pegarle un par de nalgadas y abandonarlo con su berrinche, pero al día siguiente, las palabras lanzadas como prevención inocente y manipulada, se tornan reales y fatales, tanto para el niño - que amanece con su pierna derecha como una “papilla sanguinolenta”, como para el pobre animal, el “ratón grande” que termina abaleado por la policía. El ejercicio del humor y la ironía en los cuentos ultracortos hispanoamericanos -asegura Lauro Zavala en su libro La minificción bajo el microscopio- presenta varias formas de la paradoja, al yuxtaponer perspectivas contradictorias cuyo reconocimiento depende de las referencias y las competencias literarias de cada lector. Así, en este minicuento, el humor es reconocido sólo porque se tienen referentes que sustentan un humor fino, por medio del cual también se llega a la reminiscencia, al momento justo en el que se caía en el juego del “coco” del “loco” del “ratón Pérez”, “papá Noel”, “el niño Dios”, y se comprende el texto, se abstrae la ironía, con su ojo serio y el otro en guiños , como afirmó W. Fernández Flórez en su discurso de recepción en la real academia española en mayo del 45; hay que entender muy bien las fronteras entre humor, chiste y burla, pues el verdadero humor tiene matices, como el arcoíris, fuertes algunos, densos, pero otros frágiles y delicados. En el minicuento en cuestión, el humor es fuerte, no sólo por el final sanguinolento, sino porque su contenido ideológico destruye la tradición oral de muchos pueblos, la destruye, la parodia, se burla de ella y logra derrumbar, incluso, costumbres arraigadas en las formas de entablar diálogos de acuerdo y trato con un menor. Este, hace pensar en cosas incluso más allá del minicuento mismo; por el ejercicio de la evocación y del recuerdo de esas historias, el lector (me sucedió) piensa en la posibilidad de un qué pasaría si un día observáramos al “ratón Pérez” dejando un pequeño botín a cambio de un diente que nuestro hijo, convencido de la

Obras del pintor ibaguereño Ismael Rodríguez Ospina, recientemente fallecido en Neiva. historia que se le contó, dejó pulcramente bajo su almohada; o un simpático susto al saber que realmente aparezca el individuo barbado y gordinflón dejando un regalo para cada miembro de la familia en noche buena. Cosas como estas hacen que el humor de este minicuento adquiera matices que van más allá de la conquista de una sonrisa de confabulación, y en su lugar aparezcan serias reflexiones en torno a lo que realmente puede traer la palabra cuando se pronuncia, a lo que es en verdad lo real o lo fantástico, hasta qué punto es la imaginación favorable o destructora. En “El niño que se llenó de ira”, encontrará un ejemplo del poder del lenguaje, así como una clase magistral de cómo alternar voces, personajes, narradores, intertextualidad y meta ficción en tan sólo 16 líneas, para que se deleite y goce con el placer agridulce de sentir compasión y alegría por el final de un suceso que a todos, estoy seguro, nos sucedió, por lo menos en el laberinto de la imaginación, porque, al fin y al cabo, como concluye Nana Rodríguez en su texto Elementos para una teoría del minicuento: “ El minicuento es un género literario que se caracteriza por ser un discurso muy breve, cuya síntesis narrativa provoca una explosión sémica y un efecto estético a partir del sentido implicado del texto, que puede ser simbólico, irónico, alegórico, filosófico e insólito; es un agujero negro en el universo de la literatura”. *Ibagué, Grupo de estudios en literatura colombiana.


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LA PALABRA DEL DÍA

Álgebra El álgebra ha sido definida como una rama de las matemáticas en la que se usan letras para representar relaciones aritméticas, lo que permite darles un carácter más general, válido para cualesquier número. Esta ciencia surgió en Egipto y en Babilonia, civilizaciones cuyos matemáticos llegaron a resolver ecuaciones de primero

y segundo grado, prácticamente mediante los mismos métodos empleados hoy. La tradición de los egipcios y de los babilonios fue retomada por los griegos, sobre todo por los matemáticos alejandrinos Herón y Diofante, quienes alcanzaron resultados sorprendentes en la resolución de ecuaciones indeterminadas especialmente difíciles. Cuando Europa se hundió en las tinieblas de la Edad Media, los árabes continuaron desarrollando el álgebra, «ciencia de la

reducción y el equilibrio». Entre los matemáticos árabes se destacó al-Jwarizmi, de cuyo nombre tomó el castellano las palabras guarismo y algoritmo. Fue al-Jwarismi, precisamente, el primero en usar el término al-gabr para designar esta parte de las matemáticas cuyo nombre completo era ilm al-gabr wa l-muqabala (ciencia de las reducciones y de las comparaciones), lo que explica el nombre antiguo del álgebra en portugués: almu-

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cábala. En el bajo latín de la Edad Media, algebra se usaba tanto para designar esta parte de las matemáticas como el ‘arte de restituir a su lugar los huesos dislocados’. En la primera edición del Diccionario de la Real Academia (Autoridades), ‘algebrista’ aparece con el significado de «componedor de huesos».

Palabras muertas que aún viven en el diccionario Por Ricardo Soca *

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a Academia Española no se caracteriza, como sabemos, por su agilidad en la incorporación de nuevos vocablos ni tampoco, ciertamente, por su presteza en la hora de eliminar términos abandonados por el uso y olvidados por los hablantes. Este último caso parece ser el de zurruscarse, vocablo que figura en el Diccionario con la denotación de ‘irse de vientre involuntariamente’. En la primera edición (Autoridades), más precisa en este punto, se aclaraba que la acción enunciada por este verbo tenía lugar ‘especialmente con ruido o en la ropa’. Mientras zurruscarse enmohece en el diccionario y ni siquiera existe en el corpus actual de la Academia, me parece poco probable que algún lector se haya topado alguna vez con un pedido tal como “Oye, me he zurruscado, ¿podrías ir a mi casa a buscarme un pantalón limpio?” No menos útil para una persona que se precie de poseer vocabulario rico y presto para todas las eventualidades es la palabra bardaje, que, según el mismo Diccionario nos enseña, denota ‘homosexual paciente’ y de la cual aparecen cuatro casos en el corpus, sin duda todos ellos tomados del Diccionario. El calificativo paciente no está allí, obviamente, para excluir a los homosexuales que tienen poca paciencia, sino para delimitar el alcance del término a los pasivos pero, en todo caso, parece altamente improbable que este extraño vocablo pueda oírse en nuestra época con mucha frecuencia en cualquier lugar del área hispanohablante. La ideología católica y reaccionaria ha marcado -sobre todo hasta el siglo pasado- muchas definiciones del diccionario, como la de marxismo que, hasta 1970, era definido como “doctrina de Carlos

Marx y sus secuaces”. Ese texto quedó atrás en la edición de 1984, nueve años después de la muerte de Franco, pero el peso de la ideología se arrastra hasta hoy en vocablos surgidos en el tiempo en que la mujer era considerada un ser inferior, que se mantienen en el acervo académico como una costra que espera ser limpiada. Vemos, por ejemplo, la palabra zurrona ‘mujer perdida y estafadora’. No sabemos en qué casos podría aplicarse esta doble adjetivación y el Diccionario no lo explica; tal vez a una prostituta que se niega a prestar sus servicios después de haber recibido el dinero del cliente, aunque en ese caso sería sin duda estafadora, pero ya no tan perdida, puesto que rehúsa conceder sus pecaminosos favores. Por supuesto, un zurrón no es para el DRAE un hombre perdido y estafador, sino una simple bolsa de cuero. Algunas definiciones se arrastran desde la Edad Media, de una época en la que el avance de la ciencia no había hecho necesario aún desarrollar el concepto mismo de definición, que vino junto con la idea, relativamente reciente en términos históricos, del rigor científico. En esa época, las palabras eran explicadas como en el diccionario de Covarrubias, con base en la primera idea que aparecía en la cabeza del autor, o bajo la influencia del humor con que se había despertado aquel día. Un ejemplo de ese tipo, de tufo medieval y anticientífico, lo tenemos en la entrada sobre el ñu, definido como ‘antílope africano semejante a un caballito y con cabeza de toro’, poética descripción acogida también por María Moliner y que figura en el Diccionario hasta la última edición. *Elcastellano.org, la página del idioma español.

Por Roberto Burgos Cantor* Hace pocos años, en 1997, se celebraron en Chile los cuarenta años de la Facultad Latinoamericana de ciencias sociales. Uno de los temas que merecieron la dedicada atención de los participantes fue el del destino de la sociología. En una época que ceba los oficios de difuntos y que deriva actividad al inscribir tantas y tantas defunciones, la reflexión sobre esa ciencia no podía sino despertar expectativa. Es probable que desde los orígenes de las independencias americanas se haya establecido una especie de culto al pensamiento científico o filosófico como guías y modelos para la construcción de sociedades. La formación de curas y letrados era motivo de admiración y fuente de poder sobre los demás. El poder sin los otros es locura. Uno de los problemas de este culto, por algunas razones encomiable, es que evitó la reflexión a partir de nuestros propios vacíos o de los singulares hallazgos que ofrecían pistas y huellas de un devenir enterrado y sujeto de arrasamiento. Así nunca resultó ajeno a las esperanzas americanas que sus huestes de curas, abogados, médicos, ingenieros, economistas, sociólogos, antropólogos, hicieran material y verdadera las nociones de alma y moral, de justicia y ley, de salud y vida, de caminos y puentes, de ingreso y ahorro, de autenticidad y futuro, de pasado y pertenencia. Por supuesto la vida, la maestra vida, sigue siendo indescifrable, se niega a abrir su secreto y propone el miste-

rio como sentido, como valor que impulsa a continuar y aceptar los retos o ser derrotado por ellos. Nadie sensato puede negar lo que la sociología aporta al conocimiento de lo que aún no sabemos que somos. Sebrelli en Argentina, Mariátegui y Salazar Bondy en Perú, Óscar Lewis, Octavio Paz y Monsiváis en México, Fals Borda y Umaña Luna y Guzmán en Colombia, Cardoza y Aragón en Guatemala, Freyre y Ribeyro en Brasil, y queda sin mencionar ese continente que flota de las islas del Caribe, Cesaire, Glissant, Benítez Rojo. El congreso de 1997 analizaba la crisis de la sociología. Y de repente, un maestro sentenció: “(...) la literatura es la que representa la mejor lectura de las sociedades latinoamericanas o de las realidades latinoamericanas.” Una afirmación como la anterior sobresalta. Era de manera exacta lo que sucedía alrededor de los años cincuenta del siglo pasado. Las ideas que se tuvieron y se tienen del indio, del dueño de tierras, de la propiedad, de la pobreza, de la desigualdad, del hambre, del campesino, venían sin duda del texto literario. De esas historias que se debatían entre la denuncia, la protesta, lo exótico, el mal y el bien y el lenguaje ante la dificultad de nombrar. Gallegos, Rulfo, Arguedas, Rivera, Icaza, Alegría, Asturias, Azuela. ¿Por qué retorna ese viejo saldo? No se me ocurre otra conjetura que aquella derivada de la capacidad de intuición y libertad de riesgo en el arte. De su porvenir inevitable. Como los fragmentos del Guernica que, además de volvernos dolientes, arrancan más sufrimiento que las tumbas. O lo que escribió el anticuario de Borges: “Cuando se acerca el fin, ya no quedan imágenes del recuerdo; solo quedan palabras”. *Bogotá. Escritor colombiano.

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La clave del éxito está en la lectura

“No hay niños ignorantes, sino malos procesos de formación”:

Martha Mora Millán Un sueño, una realidad Por Sandra Lombana EL NUEVO DÍA odeada de cientos de libros fantásticos y con más de 60 niños traviesos y divertidos trascurren los días de Martha Mora Millán, en la sala infantil de la biblioteca Darío Echandía. Su experiencia y profesionalismo han marcado la vida de miles de menores que han pasado por sus manos. Su trabajo como bibliotecaria le ha permitido comprobar que no existen pequeños ignorantes, sino malos procesos de enseñanza y formación. “A mí me fascina trabajar con niños porque ellos son inteligentes, captan rápido, son más receptivos”, dice mientras atiende las inquietudes de una madre. Antes de ingresar al área cultural del Banco de la República pasó por muchas dependencias desde clasificación y recuento hasta cajera de pago a bancos y secretaria, pero lo suyo era la formación de niños lectores. Su sueño sólo se hizo realidad once años después, al existir una vacante en el área cultural. “Muchos me preguntan por qué una administradora financiera terminó vinculada a la cultura, y la razón es muy sencilla: Toda la vida me ha gustado el arte. Incluso antes de entrar al Banco hice un semestre con el maestro Naranjo en pintura y alcancé a exponer algunos cuadros elaborados en carboncillo. “Yo le dije en una oportunidad al Gerente que quería venir a la biblioteca y él me respondió que eso no era fácil, ya que debía existir la vacante y concursar por el puesto. Sin embargo, en ocasiones me mandaban a hacer reemplazos”, explica. Por ello, tras presentarse la oportunidad para este cargo, no lo pensó dos veces e inició un trabajo innovador. más tarde ingresó al programa de bibliotecología en la Universidad del Tolima, una carrera que sólo sacó cuatro promociones. “La carrera no tuvo mucha acogida porque la gente quiere estudiar sólo lo que cree le deja buen dinero”, exclama, mientras viaja al pasado para recordar cómo sus padres, Octavio Mora Zambrano y Blanca Esther Millán, le contagiaron el amor por los libros y la pintura, el mismo que luego trasmitió a sus dos hijos.

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“Recuerdo que el primer libro que me obsequiaron fue Las Mil y una Noches, a la edad de ocho años. Como mi papá nos contaba cuentos a la luz de la luna, yo hacía lo mismo con los niños”, dice, mientras cuenta que de los 12 estudiantes de su promoción fue la única que se graduó con tesis. Trabajo de grado que ha venido desarrollando desde hace seis años en la sala infantil de la biblioteca Darío Echandía. Se trata del proyecto “Formación del proceso lector en la biblioteca con el acompañamiento del núcleo familiar”. “Yo le conté al director de la biblioteca -en ese tiempo- el escritor Benhur Sánchez, que quería hacer la tesis en la sala infantil, pues me parecía que debía haber un proyecto que vinculara a hijos, padres y abuelos

porque tenía que haber una integralidad en la familia, dado que está comprobado que si al niño le inician procesos de formación lectora desde el vientre su aprendizaje es mucho más efectivos y los vínculos afectivos más arraigados. Él complacido me colaboró y se implantaron reglas consistentes en que cada niño menor de siete años debía ingresar con un adulto responsable”, indicó. Aunque al principio fue difícil cambiar la percepción de muchos padres, de que el bibliotecario no era una ‘nana’ Martha Millán se siente totalmente realizada al ver como familias comparten tardes enteras con sus hijos. “Muchos decían, pero cómo usted no es la persona que los cuida, por lo que les dejaba en claro que ese no era mi oficio en la sala. Esto me indica que muchos padres no quieren comprometerse, sino que otros les manejen sus hijos”. “Las actividades son abiertas e ideales para todas las edades, pues nuestros usuarios están entre los tres y 100 años”, dice con una gran sonrisa.

"El niño es el primero que se da cuenta cuando se improvisa. El niño es un sabio y el que lo oriente debe ser mucho más sabio”


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“Mi papá tenía razón al asegurar que es en el regazo donde se reprende al niño y se le enseña el gusto por la lectura”.

El niño necesita que lo guíen Como padres debemos entender que el niño no necesita que se le haga, simplemente que se le oriente, que se le dé afecto, se le escuche y se comparta con él todas las actividades. Si bien la lectura es un hábito clave del éxito no se aprende por ósmosis, sino que requiere de un proceso continuo. Muchos adultos como explica la experta desean que sus hijos sean los mejores de la clases, pero jamás le prestan atención y menos les dan el ejemplo. “Un día una señora me visitó buscando que le enseñara a leer a su hija de 12 años y al decirle que para que ella se interesara por la literatura le leyera ella misma me respondió que no tenía tiempo”, recuerda con nostalgia.

Su creatividad Hablar y ver trabajar a esta bibliotecóloga es en verdad maravilloso, su entrega y compromiso ha cautivado familias enteras que disfrutan de la variada programación que prepara para cada mes, que incluye talleres,

lecturas en voz alta, charlas y hora del cuento. Estas actividades permiten al participante descubrir el gusto por la lectura, aprender a apreciar el mundo que los rodea, a escuchar y compartir. La clave de su éxito ha sido, según cuenta, hacer las cosas con el corazón, preparar cada jornada como si fuera la última y muchas veces involucrar a otros profesionales. “Los niños son muy creativos y tienen mucha energía por lo que son enemigos de la cotidianidad y de las cosas repetitivas. De ahí que los espacios deben ser variados, hacerles pintura, plastilina, esgrafiado, lectoescritura, ponerles música y proyectarles una película”, manifiesta. “De los niños he aprendido y me han dado muchas satisfacciones. Quiero que el día que me vaya esto siga, que la persona que me reemplace tenga convicción para trabajar con ellos, porque los niños son muy exigentes y se requiere tener empatía con ellos. El niño es el primero que se da cuenta cuando se improvisa. El niño es un sabio y el que lo oriente debe ser mucho más sabio”, concluye. www.elnuevodia.com.co>Léalo.


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> POESÍA

> EL CUENTO

Raúl Rivero

Energía de la vida eterna

Poeta cubano

Por Guillermo Samperio*

Canción de invierno

Un viento leve avanzaba por las nocturnas calles vacías, levantando pequeños remolinos de polvo. Un sistema de tuberías y conexiones surgía de las casas, penetraban el pavimento algodonoso y, más allá, volvían a salir para introducirse en otras casas. Este sistema se iba repitiendo de calle en calle con exactitud. Las edificaciones eran límpidas, sin anuncios, sin gente, sin vegetación. Sólo el viento iba solitario, lento, buscando cabellos para remover un poco, alguna copa de árbol para mecer de manera suave sus ramas, pero el viento iba solo, ocioso, pasaba por las calles y seguía vagabundeando calle tras calle, hasta que abandonaba la ciudad. Seguí de frente, hacia los campos secos, silenciosos. Ningún vehículo de transporte podía descubrirse en aquella extensa orfandad citadina. La bóveda celeste estaba allá, arriba, esplendorosa; nadie miraba el juego de estrellas que reverberaba. Distantes y delgadas líneas luminosas de satélites atravesaban la abombada soledad sideral. Antenas diversas abarrotaban las azoteas de casas y edificios. Por algunas ventanas surgía un tenue resplandor azuloso que subía y bajaba de intensidad a intervalos precisos.

¿Dónde estaré en diciembre bajo qué cielo con qué manos entre las mías frente a qué ojos abrumado por qué conversación intrascendente diciendo qué formulas vacías haciendo qué planes que nunca cumpliré prometiéndome qué vida? En diciembre más cerca de la muerte. En diciembre ¡con cuántas soledades!

Matar a un poeta (fragmentos) Un poeta muerto permite que miremos condescendientemente sus atrocidades Se le perdonan sus escándalos públicos, su amor por los aviones comerciales, el abandono de sus hijos la fidelidad de los alcoholes y su vocación de perdulario Las pocas irreverencias permitidas se convierten en leves pecadillos y las dudas, los traspiés, esas borrascas, la sospecha, lo oscuro, lo sombrío bajan en el ataúd con él prendido en el alfiler de su corbata. ... Es maravillosa la muerte de un poeta Enseguida surgen testimonios redactados por un íntimo enemigo y los atribulados editores de revistas garantizan el número que viene Tenemos además un nombre nuevo para instaurar un premio literario y otra fecha para relleno en los periódicos ... Pero siempre es mejor un poeta muerto Nos queda limpia toda su poesía y nos libramos del conflicto diario de convivir con un hombre que ama la vida desastrosamente un hombre que no quiere la muerte ni en poesía. Tomado de Las palabras son islas, panorama de la poesía cubana, Siglo XX.

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Siguiendo el camino de uno de los ductos que entraban por las paredes, es posible entrar hacia la intimidad oscura, escasamente rota por delicadas ráfagas azulencas en las estancias ausentes de mobiliario. De uno de los muros surgían cables y tuberías que se enlazaban con una cabina oval; de ella brotaba la tenue irradiación azulosa que se esparcía grisácea en el cuarto y salía apenas por la ventana. Era la casa del señor Walter Cazés, quien se encontraba dentro del camarote ovalado, puesto un yelmo virtual de rejilla plástica a través del que recibía su mundo. En la frente del yelmo podía mirarse una numeración lumínica de más de cinco cifras con la edad del hombre. Sus manos, que manipulaban una serie de teclas y controles, estaban cubiertas por guantes ajustados. En ese momento, el señor Cazéz miraba a Walter junior, el muchacho se hallaba en un aula, sentado ante un pupitre frente a un pizarra verde. El pequeño Walter era moreno, ojos cafés, llevaba pantalones cortos y un suéter guinda con un escudo a la izquierda del pecho. Una de las manos enguantadas de su padre movió un control y apareció sobre la pizarra una fórmula matemática que se modificó varias veces hasta constituir una cifra compleja. De pronto, Walter junior se metió un dedo a la nariz, se sacó un moco, se lo enseñó a su progenitor y luego lo embarró bajo el asiento de su pupitre. Walter manipuló varias teclas y apareció en la mano de su hijo un pañuelo; de inmediato, el muchacho limpió el moco. El señor Cazés sabía que era el momento en que Walter junior debía salir a recreo y, tecleando, apareció la puerta del aula y, en la mano del muchacho, una bolsa de papel, conteniendo un sandwich, un refresco y una manzana, entre los otros muchachos. A través de la rejilla del casco, el señor Cazés vivía las creaciones que realizaba desde su camarote

ovalado: un jardín, columpios, la barda de la escuela, otros muchachos, un cielo azul cobalto, nubes en el firmamento, un sol naranja se duplicaba en los vidrios espejeantes de un edificio que se veía hacia el fondo. Walter junior salió al jardín, abrió su bolsa y empezó a devorarse su lunch. Un joven vestido de punk llegó y le arrebató la manzana. Walter junior le reclamó, pero el punk dio media vuelta y se fue, mentándole la madre. Entonces, Walter padre tomó sus controles y vistió a su hijo de karateka; éste pegó un gran salto y, de dos patadas sobre la cabeza, eliminó al punk y recuperó su manzana. Aparecieron entonces los amigos del punk, pero de inmediato Walter junior giró en el aire y, a gran velocidad, lanzó codazos, puñetazos y patadas, dejando en el suelo a sus enemigos. Uno de ellos se le acercó por atrás y le propinó un palazo en la cabeza; de inmediato, su padre le puso una cadena en las manos y a punta de cadenazos conmocionó al agresor. Tecleó algo y de inmediato Walter junior tuvo un botiquín en sus manos; tomó alcohol, humedeció un algodón, se lo aplicó a la herida de la cabeza y luego se colocó dos bendoletas. En ese momento, sonó la chicharra y Walter junior regresó al salón de clases. El señor Cazés se sintió orgulloso de tener un hijo tan valiente. A la espalda de Walter padre se conectaba un tubo alimentario, que la Secta de los Camarotes Ovalados habían denominado “Energía de la vida eterna”. Un tubo similar se encontraba en la espalda de aquellas personas que se encontraban detrás de la ventanas de tenue resplandor azuloso que brotaba hacia la ciudad vacía. El viento iba solo, ocioso, pasaba por las calles y seguía su vagabundear. *Escritor mexicano


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La generación tardía Por Gustavo Esmoris*

mediados de la década del ochenta, a la salida de la más cruenta dictadura que vivió el Uruguay en toda su historia, la lucha por el cambio social emigra hacia ámbitos menos estructurados, crea nuevas formas de militancia, reorganiza esfuerzos con su simple tracción a sangre. Desde una experiencia nueva, el concepto de Revolución varía sus criterios. Sin perder firmeza y convicción, la esperanza trasiega su escenario, se vuelve elíptica, insubordinada y sutil. Ya no se cataloga como negativas o reformistas a aque-

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llas medidas que no se supediten estratégicamente a la toma del poder, siempre y cuando modifiquen -de alguna manera- la composición de la sociedad y se conviertan, a su vez, en el motor de nuevas modificaciones. Por supuesto que esta mirada diferente va provocando cambios que alcanzan, por elevación, a la literatura. Si bien a la caída de la tiranía hay una avidez por reencontrarse con escritores largo tiempo prohibidos, pertenecientes en su mayoría a la generación del cuarenta y cinco, el fenómeno no dura demasiado. Es en

ese momento cuando irrumpe un heterogéneo y desconectado grupo de escritores, cronológicamente tardíos en cuanto a su aparición pública. Hay tonos absolutamente personales, sonoridades variadas, estilos muy distintos, pero mucho en común, fundamentalmente por el sello a fuego que la dictadura les dejó, todo lo cual se ve reflejado -explícita o implícitamente- en las respectivas obras de cada uno de ellos. Y hay además una pérdida -no se sabe bien de qué, aun cuando se intuya- como hilo conductor de esa literatura que irrumpe queriendo dejar atrás toda forma de ingenuidad. Se trata de un conjunto de voces que afanosamente intenta recuperar el tiempo perdido (la militancia social, política y gremial, en muchos casos desde la clandestinidad, fue la tarea primordial que sostuvieron muchos de estos creadores durante los años más duros). Entre los principales representantes de esta generación “tardía” (y en buena medida, involuntaria) se podría citar los nombres de Tomás de Mattos, Lauro Marauda, Mario Delgado Aparaín, Carlos Liscano, Rubén D’Alba, Andrea Blanqué, Roberto Genta Dorado, Rafael Courtoisie, Helena Corbellini, Roy Berocay, Leo Masliah, Suleika Ibáñez, Jorge Chagas, Héctor Rosales, Gabriel Peveroni, Roberto Appratto, Jorge Meretta, Hebert Benítez Pezzolano, Jorge Majfud, Zully Ribeiro, Melba Guariglia, Miguel Motta y Claudia Amengual, entre otros. Las diferencias más notorias que esta nueva literatura uruguaya mantiene con la anterior a la dictadura, se dan fundamentalmente a nivel de la narrativa. Si bien -aun despojado de la visión dura y pura de décadas atrás- sigue habiendo realismo, se agregan con mucha fuerza, dentro de esa arquitectura revisionista, elementos extraños y fantásticos, poco frecuentes en los años sesenta y setenta, donde predominaba en forma casi exclusiva un hiperrealismo urbano (con excepción del entonces muy combatido Felisberto Hernández). Pero si bien hay una visible distancia que las separa, también estas dos generaciones tienen puntos de contacto entre sí; en los nuevos sigue presente -por ejem-

plo- el conflicto del Hombre con su exterioridad, la impregnación de la ciudad en el ser humano, el sexo convertido en la única puerta de escape. (Como habitualmente sucede cuando una generación llega para ocupar el lugar de otra, siempre conOrosmán Mayol vive, en ese intento de parricidio, un reconocimiento tácito al “padre”). En cuanto a la poesía -y a diferencia de la nueva narrativa, que para navegar hasta la orilla eleva voces y apuestas con respecto a sus antecesores- ésta emerge a la salida de la dictadura enfocando su proa hacia el silencio, sin mirar hacia atrás con tanta atención. Como descifrando una combinación secreta que la poesía comprometida de los sesenta extravió debajo de las palabras, los espacios en blanco parecen articularse a lo interno de la estructura poética. Desde ese equilibrio entre lo manifiesto y lo implícito, se reivindica el entendido de que en la literatura en general, y en la poesía en particular, la recta suele ser el camino más largo entre dos puntos. Emparentada a los grafitis vertiginosamente instalados sobre los muros de la dictadura, tal vez de allí descienda, de alguna manera, esa poesía breve, llena de viento, que parece provenir del diálogo con una ciudad solitaria y amenazante. La intención de construir lo nuevo con los ladrillos de lo que se ha demolido, llegando paralelamente desde la vereda narrativa y desde la poética, completa el círculo de una generación que pese a todos los obstáculos llegó a la cita. Un poco tarde pero a tiempo. Con la mirada intacta.

Todos muros. Ni una puerta. ¿Dónde esconderé mis miedos?

*Poeta, narrador, periodista y crítico literario uruguayo. Letralia.com, Tierra de letras.

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Ibagué, enero 18 de 2009

“Highway” Heavy metal colombiano y femenino impera dentro del metal en Colombia. “Hay muy pocas mujeres en la escena, la mayoría de ellas siempre en bandas en las que los hombres son mayoría. Entonces se ve con incredulidad el hecho que aparezca en el escenario Cortesía de Highway / Colprensa / EL NUEVO DÍA un cuarteto de sólo mujeres. Ya hemos Ocho años se necesitaron para que en la escena del heavy metal colombiano apareciera una banda de sabido cómo sobrellevar las críticas mujeres. y reconocemos que sea una banda de mujeres, de hombres o mixta, tenemos mujeres en la música que deseen participar Por Sergio Villamizar D. en un proyecto serio de heavy metal, pero en claro que es en el escenario donde se tiene Bogotá, Colprensa especial, mujeres bateristas, y buenas, es lo que probar si se tiene o no talento”, comenta inco años de esfuerzo y dedicación más jodido de este mundo”, continúa Lina de Lina. Agrega Tatiana, la guitarrista: “Una bannecesitó Lina de la Parra para hacer su la Parra. A donde le decían que había una mujer da de sólo mujeres es un arma de doble filo. sueño realidad: Tener su propia banda de heavy metal, integrada sólo por que tocaba la batería Lina llegaba. Algunas Es innegable que es llamativo, algo nuevo, y veces salía decepcionada por el poco talento eso abre puertas, pero a la vez sientes que te mujeres. Ella lleva más de una década dentro de la que encontraba; en otras, a las bateristas no perdonan menos, que están más pendientes escena del metal colombiano y en la actua- les interesaba el proyecto que les planteaba. si lo haces bien o no. Esto estresa más y te Todo se solucionó con Tatiana Rico, una genera mayor responsabilidad”. lidad es una reconocida bajista, que trabaja El reto siempre es el mismo: subir al para la agrupación de death metal “Kilcrops” bióloga marina que ahora estudia diseño grádesde hace cuatro años, ganándose el res- fico, quien al graduarse de su primera carre- escenario y conquistar al público, el cual en peto en el escenario, por su calidad musical ra, en Santa Marta, regresó a Bogotá con el ocasiones se torna agresivo. “El hecho de y también por el encanto de sus curvas fe- fin de seguir estudiando y reencontrarse con ser mujeres no significa que sean más suaves con nosotras, antes nos dan más duro. la escena del metal. meninas. “Antes de irme a Santa Marta fui la bate- Existe mucha envidia en este mundo y el meA lo largo de su camino musical Lina siempre tuvo en mente que en Colombia fal- rista de ‘Injuri’, reconocido grupo de metal en tal no es la excepción”, afirma la fundadora taba una agrupación integrada sólo por mu- la escena bogotana. Luego dediqué un largo de “Highway”. Aclara que aunque se muevan dentro del jeres. Desde el 2003 se dio a la tarea de ser periodo de tiempo a mi carrera, para regresar a la ciudad y unirme a ‘Highway’”, comenta mundo del metal y tengan proyectos alternos pionera en ello. en esta música, la propuesta de “Highway” “Muchos recuerdan a ‘Policarpa y sus Tatiana Rico, la baterista. Confiesa que el proyecto la sedujo desde va más por el lado del heavy metal clásico. viciosas’, un grupo de punk que incluso llegó Sus influencias inician con la fuerte ada participar en Rock al Parque hace más de el primer momento, en especial la idea de dar diez años, pero luego desapareció. Siempre el ejemplo, de abrir el camino para que en miración que sus integrantes sienten por hay intentos, pero ‘Highway’ es la única ban- la escena del rock aparezcan más grupos de “Judas Priest”, de ahí que fuera un sueño cumplido ver a esta mítica banda el pasado da profesional de mujeres en el metal en los mujeres. mes de noviembre en Colombia. Junto a ellas están Yimark González en últimos años”, reconoce Lina de la Parra, la “Queremos abrir el espectro. No sólo delas voces y Carolina Portela en la guitarra, fundadora de este cuarteto. Sólo a finales de 2006, tres años des- madre de familia y creadora de libros de mú- seamos llegarles a los fanáticos del metal, también a quienes gustan del rock en general, pués del inicio de “Highway”, logró confor- sica para niños, respectivamente. en especial a quienes siguen el heavy metal mar una nómina sólida, pues en un comienclásico”, dice Yimark González, vocalista. zo tuvo que recurrir a un hombre que tocara Territorio de hombres A través de www.myspace.com/higla batería. Muchos son los obstáculos que “Hig“Son muchas las dificultades para con- hway” ha encontrado en su camino, en es- hwaygirls se puede conocer un poco más formar un proyecto de esta clase. Encontrar pecial el machismo que, según ellas, aún de esta banda y de sus integrantes, con una

C

propuesta que recuerda los mejores momentos de grupos iberoamericanos como “Barón Rojo” o “Kraken”. De hecho, para “Predicción Fatal”, álbum debut de “Highway”, contaron con la producción de “Pyngwi”, ex integrante de “Kraken”, quien entendió perfectamente el concepto del cuarteto femenino. Apenas llevan dos semanas presentando este primer álbum, “un hijo sobreprotegido por cuatro madres primerizas”, aclaran entre risas, y lo toman como un nuevo comienzo, el símbolo de una madurez alcanzada después de ocho años de lucha y dos con una formación sólida y el compromiso de las cuatro integrantes. Ninguna tiene pelos en la lengua para hablar claro y directo. Por eso reconocen abiertamente que no es fácil trabajar entre mujeres. Cada una tiene experiencia en agrupaciones de hombres, y reconocen que allá las relaciones son mucho más llevaderas. Claro que ahora, con el sueño de tener un álbum editado, las peleas y discusiones las recuerdan entre risas. “En las bandas de hombres uno ve que ellos pelean, se gritan, discuten, se dejan de hablar máximo un día, y luego vuelven a trabajar como si nada. Entre mujeres no suele ser así, tenemos un rollo en la cabeza complicado, porque todo, todo, lo llevamos al plano personal”, confiesa Lina de la Parra. Aunque no saben bien si por influencia de “Highway” o no, ven con buenos ojos que en Bogotá ya es más usual encontrar bandas de punk, rock y metal de sólo mujeres, realizando sus primeros ensayos y buscando un sonido. Ahora, el reto para estas cuatro hermosas mujeres es realizar un lanzamiento de su álbum y buscar los socios estratégicos para hacer una gira nacional que les permita sumar muchos adeptos y demostrar que las colombianas en el rock tienen mucho que decir.

DIRECTOR: Antonio Melo Salazar JEFE DE REDACCIÓN: Martha Myriam Páez Morales PERIODISTAS: Sandra Lombana, Mónica Saez COORDINADOR: Benhur Sánchez Suárez, Redacción cultural EL NUEVO DÍA, DIRECTOR GRÁFICO: Ernesto Lombana, ASISTENTE: Aura María Sanabria Mape. FOTOGRAFÍA: Sandra Lombana, Obras del pintor ibaguereño Ismael Rodríguez Ospina. Carrera 6 No. 12-09 Tels. 2770050 - 2610966 Ibagué - Tolima - Colombia Apartado Aéreo 5476908-K www.elnuevodia.com.co Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8. www.elnuevodia.com.co>Léalo.


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