FA CE TAS CULTURA AL DÍA Reseña de Jairo Restrepo
La movilidad continua en Otras esquinas Camilo Castillorojo
Alejandro Nieto Pérez
Sangre en la arena, relato para salvar vidas
Hernán Camilo Yepes Vásquez
Idioma curioso
Sobre las palabras que ‘no existen’ Ricardo Soca
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FACETAS
Por Camilo Castillorojo*
Al vagabundear por Otras esquinas el lector se siente avanzar entre parpadeos: cada vez que sus ojos se abren y cierran, una poderosa imagen se desliza. A veces es fantasmagórica, tenebrosa; a veces real, bella, erótica; a veces analítica y crítica de la sociedad. Sin embargo, cada parpadeo es un largo abrir, observar-detallar el mundo, para luego dejar venir la oscuridad del final del parpadeo. Tal vez la estructura de relatos cortos, algunos mínimos, otros mucho más extensos y descriptivos, hace tener la sensación de movilidad continua, de vagabundeo. No obstante, el ritmo y la cadencia del lenguaje tienen al lector allí, intentando descubrir y entender el arte de observar que Restrepo Galeano propone. Porque Otras esquinas es una observación detenida que insiste en descubrir fragmentos en el mundo. A veces esta mirada pretende entender dicho mundo, lo que sucede en él; a veces, simplemente se conforma con mostrarlo para que, así, el lector complemente con su propia imaginación, su experiencia y sus sensaciones de dicho universo aún en construcción. Su mirada, por otro lado, varía con frecuencia en estos relatos. No es una mirada estática y plana, sino con diversos matices. Y así como cambia de relato a relato, en la obra algunos guardan elementos en común y que, por lo tanto, el lector puede entender un grupo como un todo, o como
IBAGUÉ, FEBRERO 3 DE 2013
La movilidad continua en Otras esquinas, de Jairo Restrepo Galeano
momentos específicos en la obra. En primera instancia, se percibe un primer grupo, sobre todo al inicio del texto, muy cercanos a lo rural y a lo oral. En relatos como La Patasola, El cielo y su virilidad, Los espacios del hambre, El qué de la señora Raña y Tropel de inquisidores
se descubre un tono de leyenda, con la identificación de un misterio que puede ser inexplicable pero que se enraiza en la cultura, en la visión del mundo de una región. Dicha región puede ser el Tolima, que en diversas ocasiones se
nombra como escenario, y que enfatiza la particular relación de los individuos con sus lugares y en la comprensión del mundo desde el espacio no urbano. En estos primeros relatos también hay una marca sólida de oralidad, evidente en algunos de los ya nombrados relatos, y también en otros que presentan personajes cotidianos, soñadores que intentan comprender la vida. En particular, en los relatos de José Mercedes un narrador, o mejor, relator, se sorprende con la mirada sencilla de un campesino que con breves pensamientos, acaso ingenuos, traspone la realidad y elabora una imagen poética del Sol y la Luna. Las palabras del campesino, así mismo, contrastan con la mirada ana-
lítica de este relator que se sorprende y conceptualiza la belleza sencilla de las ideas de José Mercedes. En esta primera parte, igualmente, está un segundo grupo al que se le podría denominar relatos de amistad. En Divertimento, Encuentro y Quique y su enfermedad de querer predominan la camaradería, la confianza y el compartir los silencios y los deseos con aquellos amigos que se hacen fundamentales en la presencia del narrador. Se siente en estos textos una especie de nostalgia por aquellos primeros amigos de juventud con quienes se apuesta la atención de una mujer y que el que pierda dicha apuesta pone en riesgo la posibilidad de fumar y de leer. O, en otros, esos amigos ya mayores, no tan jóvenes como los de Divertimento, sufren sus dilemas maritales, sus confusiones, sus contradicciones y que buscan un oído y un hombro para que este les ayude a comprender y comprenderse, como en Quique y su enfermedad en el querer. En estos relatos hay una cálida cercanía del narradorrelator, quien, con sutileza, declara el afecto por esos amigos, amigos tal vez
Jairo Restrepo nació en Lérida (Tolima), en 1951. Es antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia y profesor del Departamento de Humanidades y Letras de la Universidad Central, en Creación literaria y Creación narrativa. perdidos en el pasado. En esta absurda clasificación propuesta en esta reseña, están los relatos en que la observación se convierte en imaginación y acaso fantasma que va invadiendo la mirada del observador. Es el caso de Cuerpo del deseo y Alguien anda por ahí. En el primero, la sombra de una hamaca parece anteceder a la transformación de una mujer; en el segundo, parece haber un misterio, un silencio que parece desdoblar algo en el aire, algo que el relator percibe con sus sentidos pero que no quisiera explicar.
IBAGUÉ, FEBRERO 3 DE 2013 Varios textos de la primera parte comprenden ante todo una intención poética, la creación de una imagen que se sostiene y queda grabada en breve. Recuerdan postales. También hacen rememorar a Kawabata con sus Historias en la palma de la mano’, breves estampas en los que, en principio, lo escrito debe caber apenas en la palma de la propia mano y, entonces, la poesía se amalgama con la prosa, sin llegar a un desarrollo extenso ni a un conflicto, como bien se definiría la idea del relato. Un segundo momento sucede cuando la presencia humana, con su hostilidad, con sus enojos y sus absurdos se hace más contundente. Entonces los relatos presentan extrañas escenas que amenazan con lo absurdo desbordante y la ensoñación, en donde aquel primer tono cálido y rural casi desaparece para irnos llevando hacia otro destino, que no es necesariamente la ciudad aunque surja la urbe como escenario en algunas ocasiones, y a otro estado anímico. Entonces los relatos se hacen más extensos, densos e inquietantes. Tenemos textos que se acercan casi al ensayo como De la risa y otras dignidades, en que el observador ríe de un borracho que intenta ponerse en pie y que sus constantes caídas hacen reflexionar al observador sobre su subjetividad, sobre qué lo hace humano y sobre la misma risa; o el inquietante texto Propuestas que quitan la luz, en el que hay un diálogo entre un médico y su paciente sobre cómo mejorar la sociedad a través del control natal de los pobres, un texto que recuerda al
descarado Gog de Papini, y que termina con una reflexión sociológica. En esta parte final también aparecen ecos Kafkianos en El condenado y tal vez un recuerdo de Italo Calvino en Funebria, historia de aquel lector que si deja de leer viviría entre tumbas. Estos episodios tan cercanos a la metaliteratura se cierran con Ficción más que realidad, donde vemos una preocupación por la literatura, el escritor y el fenómeno de la ficción. Aunque, es propicio mencionar, esta reflexión no es exclusiva de esta segunda parte del libro: en diversos relatos anteriores la literatura y la historia aparecen con frecuencia como referentes,
se habla del lector, de sus lecturas y de lo que aportan a la propia experiencia de los personajes. Sin embargo, en estos cuentos la presencia y reflexión sobre la creación y la ficción se hacen elocuentes, se vuelven el tema central. Un cuerpo diferente crean Pliegues de soledad y Príapica, textos que parecen ser dos vértices de la misma esquina. En el primero tenemos a una vieja vouyerista que se esconde tras una cortina a ver una pareja tener relaciones sexuales mientras su deseo se reprime por una historia familiar y personal agobiante; mientras que en Príapica (como referencia a Príapo, dios de la fertilidad) un hombre,
quien parece ser el mismo hombre que está allá en la otra ventana que ve la vieja del relato anterior, cuenta detalladamente una escena sexual apasionada: mientras desnuda a Mirna y copula con ella, ve cómo aquella vieja los observa, escondida tras las cortinas, y él intenta explicar por qué aquella mujer no puede parar de verlos. La correspondencia entre los dos relatos, en los que el lenguaje crea atmósferas densas y excitantes, permite ver desde dos miradas un hecho y cómo se podría percibir una acción desde diferentes puntos de vista. Esta correspondencia también ayuda a sustentar que en Otras esquinas a Restrepo
Galeano le interesa hablar de aquella mirada que permite entender el mundo y tal vez entendernos, al observar somos observados, al observar nos comprendemos un poco. Un comentario aparte merece Memoria de la casa, que consiste en cómo un hombre ve a su padre llegar a visitarlo a su casa, en una zona rural, y allí el narrador personaje, el hijo que aguarda junto a su esposa Carmiña a que el padre se adentre, ve a ese hombre mayor quien le resulta extraño en el recuerdo por sus complejas relaciones del pasado. Desde la voz del narrador, parece que el padre intenta reconstruir con su mirada una casa que no existe pues se la
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llevó la avalancha de Armero. Este cuento es uno de los más contundentes de todo el libro, se percibe el dolor de los dos hombres, el hijo que se siente desdeñado por el padre; el viejo que no tiene su casa. Y mucho más interesante es cómo esa distancia y dolores, de alguna manera, les permite a los dos hombres acercarse. El tono, la delicada elaboración de los diálogos y el concepto de la historia se apartan de las otras narrativas, y por eso se puede considerar un punto aparte en el conjunto de la obra. Finalmente, no se puede pasar por alto que en la obra de Restrepo hay un trabajo constante con el lenguaje: hay búsquedas, elaboración de frases de manera artesanal, trabajo que ahora está casi perdido en mucha de la narrativa colombiana. De otro lado, la presencia de la naturaleza (el mar, los árboles, el otoño, lagartos, flores, ríos, aves, el calor, el Sol y la Luna) es un componente determinante en su obra, genera no solo una atmósfera y un ambiente, sino que, también, permite que la contemplación descrita sea mucho más elaborada. La obra de Jairo Restrepo Galeano logra acercarse por breves instantes a mundos poderosos, intensos a veces, leves y efímeros en otras, pero en donde la observación y la provocación a los sentidos juegan un papel primordial. Otras esquinas es la posibilidad de la contemplación. *Profesor de la Universidad Central, en el Departamento de Humanidades y Letras. Magíster en Literatura de la Universidad del Paso. Cuentista y ensayista.
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Una historia reflexiva en su justa medida y cargada de sentimiento hacia los animales hizo de Alejandro Nieto Pérez el segundo tolimense reconocido en el Concurso Nacional de Cuento.
Sangre en la a IBAGUÉ, FEBRERO 3 DE 2013
HERNÁN CAMILO YEPES VÁSQUEZ
Por las venas y las letras de Alejandro Nieto Pérez corre con fervor el amor por los animales, sentimiento que tocó corazones y mentes en el Sexto Concurso Nacional de Cuento del Ministerio de Educación, del que fue uno de sus 35 ganadores. Sangre en la arena es para él, un cajamarcuno de 17 años de edad, la posibilidad de mostrar el sufrimiento de un toro de lidia que ha nacido para ser sacrificado en una plaza pública, contado desde su experiencia. “Narra una historia desde sus pensamientos y la percepción de su realidad desde que está en los toriles y, luego, el sufrimiento, la humillación y la venganza por la que debe pasar cuando está en el ruedo, algo que culmina, inevitablemente, con su muerte”, explica. Y aclara de algunos evidentes elementos de fábula, en la
narración de dicho cuadrúpedo, y que incluye una narrativa de principio a fin, “porque él mismo lo cuenta todo a medida que va sucediendo, desde su propia perspectiva”. El protagonista de su historia no tiene nombre, así como el espacio y el tiempo se muestran indeterminados, algo que representa, según él, un respeto a la vida animal que se debe dar “en cualquier momento y lugar”.
Más que un cuento
Nieto Pérez se admite como alguien que en su niñez, de modo natural, asistió a espectáculos sin conocer su importancia,
y ahora que ya creció y es consciente de esta práctica, la repudió y la relató en Sangre en la arena. “Me gustan mucho los animales y me produce rabia y dolor su sufrimiento en cualquiera de sus formas, y tuve inspiración para mostrar lo que sucede desde la perspectiva del toro, para que el lector sienta su historia”, indica. Por eso, tal como lo reconoce el cajamarcuno, fue fácil escribir este relato, que complementó con la investigación sobre el tema, “porque para criticar algo hay que conocerlo y tener argumentos en su contra. “Empecé a
“Es un orgullo. Sé que no solo mi nombre quedó en alto sino, también, el colegio, el municipio y el Tolima. Me gustaría que de pronto la Gobernación y la Alcaldía lo tuvieran en cuenta y me brindaran una beca, pues no he tenido la facilidad de cursar estudios superiores”.
arena,
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Alejandro Nieto Pérez es el segundo participante tolimense en quedar de manera consecutiva entre los ganadores del Concurso. En la pasada edición, fue tenida en cuenta la ibaguereña Margeris Campo Peñalosa, con su cuento Serenata con mariachis a la hora de los funerales.
cuento para salvar vidas
imaginar lo que sentiría el toro, sabiendo que iba a morir, y al ver que trata de vengarse y de cambiar un poco su destino se me ocurrió la idea, sentí la necesidad de hacerlo y fluyó”, añade. Y lo hizo con un animal que se ve acorralado y sentenciado, a lo que resiste, “mata al torero, pero no lo indultan. Otro torero se encarga de finalizar lo que el otro no pudo (...). La muerte es narrada por él mismo, en un párrafo final de reflexión desde su perspectiva”. Por eso es su relato,
que al inicio abarcaba unas seis páginas y que debió cortar a tres, toda una pregunta formulada al lector sobre el porqué de la maldad humana, vista desde la contradicción de que otros seres paguen por dichas conductas.
“No pararé ahí”
No es la primera vez que este entusiasta por la vida natural participa en un concurso de esta categoría. Ni será la última que escriba. Así es su férrea posición tras lo acontecido en los últimos días
en Cartagena de Indias. “Ahora con más veras debo seguir intentando. No para seguir enfocado en ganar concursos, sino porque me he dado cuenta de que mi trabajo es bueno y que a medida que surjan ideas seguiré. No pararé ahí”, asegura. A su vez, es consciente de la fatiga que en general sienten los jóvenes de hoy por la lectura y la escritura, y aunque reconoce que su experiencia no es la misma, simplemente reconoce que lo fundamen-
¿QUIÉN ES ALEJANDRO? Alejandro Nieto Pérez nació en el casco urbano de Cajamarca, el 25 de noviembre de 1995. En la actualidad, vive con su abuela, su mamá, su primo y su hermana menor, y en 2012 culminó sus estudios secundarios en la institución Nuestra Señora del Rosario. Detesta el reguetón y lo que más anhela es ver profesionalizado su amor por la fauna estudiando Medicina Veterinaria, tal vez en la Universidad de Antioquia, algo que no pudo hacer este semestre debido a carencias económicas en su hogar. Pero también se ve graduado como un exitoso artista plástico, porque admite a la pintura y el dibujo como otras de sus pasiones, así como la literatura, en especial libros sobre problemas sociales, “que ayudan a abrir la mentalidad de cosas desconocidas y que dejan con una visión positiva”.
tal para esto es “que se animen”. “Lo más importante es tomar la decisión. Primero, leer bastante, pues la lectura ayuda mucho a informarse y a enriquecerse de ideas. No leer algo que desagrade y tratar de plasmar todas sus ideas en la escritura”, recomienda. A lo anterior, Nieto Pérez suma que “muchos piensan no ser lo suficientemente buenos, entonces el consejo es: Asesórense y busquen opiniones y lecturas de varias personas y docentes. Tomen la decisión”. Sobre su identidad como lector o escritor, admite que “no me atrevería a decir en cual de las dos soy mejor, porque no me considero un lector muy desarrollado; más bien, sí leo, pero tampoco con tanta persistencia”.
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niños, adolescentes, jóvenes y adultos, en cuatro categorías, fueron reconocidos en esta nueva edición del Concurso, del Ministerio de Educación y el canal RCN, y cuyo jurado estuvo integrado por los escritores William Ospina, Carolina Sanín y Miguel Torres (Colombia), José María Plaza (España) y Eduardo Sacheri (Argentina).
Alejandro escribió Sangre en la arena mientras cursaba grado Décimo en el colegio Nuestra Señora del Rosario y lo presentó al Quinto Concurso, pero no fue premiado. Para la versión 2012, fue asesorado por la profesora Olga Cecilia Hernández, de dicho plantel, con el resultado actual.
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Sobre las palabras
que ‘no existen’
Ricardo Soca*
Con frecuencia se oye decir que algún determinado vocablo ‘no existe’, con base en el argumento de que ‘no está en ningún diccionario’, como si las palabras brotasen de los diccionarios así como las flores y los frutos brotan de los árboles. Imaginemos un día hallar un animal cuya descripción no está en ningún libro de zoología y que luego, consultando a un especialista, nos enteramos de que no está
descrita en ninguna parte. ¿Diremos entonces ‘ese animal no existe’;? Ahora supongamos que salimos de excursión por paisajes desconocidos con un mapa que nos sirve de guía. De pronto nos deparamos con un río que no está en el mapa. ¿Diremos que ese río no existe? Creo que todos estarán de acuerdo en que algo falta en el libro de zoología y algo falta en el mapa turístico. Sin embargo, con las palabras no ocurre así; cuando alguien
emplea una palabra que no está en el diccionario, la gente piensa que está mal la palabra y no el diccionario. ¿Por qué ocurre eso? Porque muy tempranamente, ya en la escuela, nos infundieron hasta hacernos calar muy hondo la idea de que todas las palabras del idioma están en el diccionario. Eso es falso. Es imposible que toda palabra esté en el diccionario, porque ningún lexicógrafo se lo propone. Un diccionario
es una selección de las palabras del idioma, tamizada por la ideología del autor y las costumbres de su sociedad. Por otra parte, nuevas palabras surgen constantemente y a veces mueren en poco tiempo, de modo que no podrían caber en los diccionarios. El lector podrá preguntarse qué hace falta para que un vocablo «exista». Si admitimos que una lengua es un conjunto de significantes organizados sintácticamente para que dos o más personas
puedan comunicarse, debemos concluir que una palabra existe cuando dos individuos se entienden con ella, es decir, cuando hay uno que la pronuncia y otro que la entiende. Sin embargo, muchas palabras están un poco escondidas. Veamos incuestionablemente, por ejemplo; si la buscamos en el diccionario no la encontraremos allí, y tal vez alguien deje de usarla por esa razón. Sin embargo, el diccionario incluye incuestionable bajo la letra “i” y el sufijo -mente bajo la letra “m”, de modo tal que los puristas dirán que esta es una palabra “bien formada”. Entonces ¿podemos afirmar que ‘existe’ cualquier palabra que pueda formarse con los prefijos y sufijos que hay en el diccionario? Contestar esto afirmativamente supondría aceptar que hay palabras que nacen en los diccionarios, de modo que la respuesta es no. Como se dijo antes, la regla de oro para la existencia de una palabra es que haya un hablante que la use y un interlocutor que la entienda. Interpabilosamente sería formada por el prefijo inter-, el adjetivo pabilosa y el sufijo -mente, pero parece poco probable que alguien la haya usado. *Elcastellano.org
Así como los accidentes geográficos no dependen de los mapas para existir, las palabras no dependen de los diccionarios, que son recopilaciones necesariamente incompletas.
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El poema
Ausencia Por César Mendoza*
Destruido en mis encuentros, traspaso esa línea delgada… entre el silencio y la palabra.
Avanza, a un sitio oscuro y sin piedad y me arrastra, arrancándome la piel, el ritmo de sus cascos me perturba.
El cielo se ha vestido de rojo en el alba, para hacer una fiesta de recuerdo en mi pupila rezagada. Su luz se desborda sobre mi humanidad fría, transparente.
Mi cuerpo tiembla al ver cómo se deshojan los arboles; cómo lentamente, se convierten en el jardín perdido.
Como el viento que trae consigo el aroma de los ocobos desnudos, convertidos en una tierra ajena. Esencia de polvo y agonía, patria de nostalgias recogidas. Solo puedo recorrer en mi memoria, el instante en que el tiempo se suicida. Tu ausencia envuelta en lentejuelas baila manchada del color de la luna. ¿Por qué insisto en el llamado? ¿Por qué torturo mi espíritu? La muerte cabalga lenta, busca los huesos de mi cuerpo esmirriado, vestido de calavera.
Cerré los ojos y he visto laberintos, cubiertos por una densa niebla; invaden el lugar donde los pensamientos son ambiguos; allí, donde me hallo ebrio de mil memorias, conspiración de invisibilidades. Se ha cerrado la puerta, las olas se rompen en mis ojos, y el cielo ha recobrado su azul celeste. La palabra ha transitado estas calles frías, Y el silencio ¡Ah! se hace infinito. *Estudiante de la Universidad del Tolima Óleo sobre lienzo La fiesta, de Edilberto Calderón (Venadillo, 1940). Obra incluida en el calendario 2013 de la Universidad de Ibagué. (Fragmento)
Proferir Si nos atenemos a los diccionarios convencionales, sabremos apenas que proferir significa ‘pronunciar, decir, articular palabras y sonidos’. Con base en esta definición, podríamos pensar, pues, que es apropiado decir que alguien ‘profirió una clase’ o ‘profirió un discurso’, puesto que los diccionarios corrientes no nos brindan información sobre las restricciones léxicas, es decir, sobre los casos en
que una palabra se combina con otra y aquellos en los que no puede hacerlo porque existen restricciones que pertenecen a los rincones más recónditos del significado. El Diccionario combinatorio del español contemporáneo - Redes, dirigido por el académico Ignacio Bosque, en cambio, nos permite saber que proferir se combina apenas con cuatro tipos de complementos:
I) sustantivos que designan diversas formas de difamación o alocución reprobatoria (proferir acusaciones, críticas o amenazas) II) sustantivos que denotan resolución legal o judicial (proferir una sentencia, un fallo o un veredicto) III) sustantivos que denotan quejas, denuncias o lamentos (proferir gritos, gemidos o sollozos) IV) sustantivos que denotan manifes-
taciones absurdas, intrascendentes o banales (proferir banalidades o tonterías). Proferir proviene del latín proferre, que en esa lengua significaba ‘llevar adelante’, ‘mostrar’, ‘ejercer públicamente’, ‘revelar, dar a conocer’. Proferre modestus artus, decía Estacio para significar ‘caminar con aire de modestia’; proferre in solem, expresaba Plinio para significar ‘poner al sol’.
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DESDE LA LEJANA ISRAEL
DE NUEVO ANDRÉS CAICEDO
KATE POR TERCERA VEZ
Editorial: Lumen Título: Delirio Autor: David Grossman Páginas: 230
Editorial: Alfaguara Título: Angelitos empantanados Autor: Andrés Caicedo Páginas: 142
Editorial: Suma Título: Las horas distantes Autor: Kate Morton Páginas: 632
BOGOTÁ, COLPRENSA Invitado especial al Hay Festival 2013, el escritor israelí David Grossman edita Delirio, una obra que antes hacía parte del extenso volumen La memoria de la piel, y pieza literaria en la que aborda temas como los celos. Con una puesta en escena simple, se adentra en lo más hondo de las personalidades y deseos de sus protagonistas, con Shaul y su cuñada Esti, quienes no se llevan nada bien, pero deben buscar a Elisheva, su esposa, quien al parecer lleva una relación paralela. En este recorrido, los lectores pueden conocer más del discurso de Shaul, en medio de descripciones eróticas, estremecedores detalles y reflexiones embriagadoras.
BOGOTÁ, COLPRENSA En edición de bolsillo se edita Angelitos empantanados, otra de las obras del fallecido Andrés Caicedo, que trata sobre el amor entre jóvenes adolescentes que aún son muy inocentes, que se podrían denominar en ángeles en términos morales. Es un corto, pero interesante recorrido por amores correspondidos y no correspondidos, con las variables del amor que incluso, pueden llevar a la decadencia del ser humano a través de sus páginas, publicadas por primera vez en 1972. Una escritura vibrante es otra de las visiones sobre la vida que tenía Andrés Caicedo, quien decidió irse a muy temprana edad, pero dejando una huella perdurable en el tiempo.
BOGOTÁ, COLPRENSA Tras el éxito de El jardín olvidado, vuelve Kate Morton con Las horas distantes con la que ha tenido muy buena acogida, siendo apenas la tercera novela de esta escritora inglesa, que comienza su obra con una carta que llevaba extraviada mucho tiempo. La riqueza de los detalles, personajes y demás ingredientes hacen que su lectura no sea pesada o monótona y el lector avance rápido con el deseo de buscar uno a uno los puntos clave de la historia, con personajes que encuentran dicha carta como pasaporte a un viaje al pasado familiar. Como en su novela anterior, Las horas distantes se puede decir que es de mujeres, lo que no significa que su público lector sea sólo femenino. Sus protagonistas principales son mujeres con carácter muy marcado, cada una en su estilo, todas fascinantes.
UNA AGENDA SIN IGUAL
Editorial: Aguilar Título: Aleida 2013 Autor: Vladdo BOGOTÁ, COLPRENSA Infaltable en el mercado actual, Aleida 2013 es una agenda en la que este personaje creado por Vladdo acompañará a las mujeres durante su año con sus comentarios tan reales como sarcásticos. Aleida es una periodista que se acerca a los 40 años. Es géminis, de estado civil ‘disponible’, que no come cuento a los tipos porque cree que los conoce bien, pues de ellos ha sido víctima y victimaria. Es de clase media alta; sin acción de club, pero la invitan. Ya son 15 años de ininterrumpida publicación de esta agenda, que divierte a muchos a la vez que los invita a reflexionar sobre el amor.
GERENTE: Miguel Ángel Villarraga EDITORA GENERAL: Martha Myriam Páez Morales COORDINACIÓN: Redacción Cultural EL NUEVO DÍA PERIODISTA: Hernán Camilo Yepes Vásquez EDITOR: Óscar Varón DISEÑO: Carlos Andrade Jaramillo. FOTOS: Suministradas. Colprensa. Internet TEL.: 2770050. Ibagué - Tolima - Colombia. PÁGINA WEB: www.elnuevodia.com.co culturales@elnuevodia.com.co - Facebook: Cultura El Nuevo Día. Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8.