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DOMINGO 17 DE DICIEMBRE DE 2017 - IBAGUÉ
FACETAS
Instrucciones para que el tiempo no se nos pase volando
1.
POR: Cristian Vázquez PUBLICADO EN : LetrasLibres.com
Y entonces nos damos cuenta de que ya estamos de nuevo en diciembre, que está por irse otro año, que el tiempo es veloz. Y es más veloz aún cuando nuestro equipo va perdiendo y, aunque lo busca por todos los medios, el gol del empate no llega. Y sin embargo nos desesperamos de lo larguísimos que son los minutos cuando es nuestro equipo el que gana y el rival el que no deja de atacar. Y de pronto descubrimos que ciertas cosas que creemos que han ocurrido hace dos o a lo sumo tres años en realidad sucedieron hace ocho, y en cambio otros episodios, de los cuales tal vez pasaron tres o cuatro lustros, los tenemos tan presentes y frescos en la memoria como si hubieran sido ayer. Y nos preguntamos una vez más: ¿por qué nuestra percepción del tiempo funciona de modos tan extraños?
2.
Existen relatos que generan en muchas personas la sensación de que “no pasa nada”. Pienso por ejemplo en las novelas del fallecido escritor argentino Juan José Saer. El narrador se concentra en los detalles de un modo casi obsesivo y dota a sus textos de una densidad deslumbrante. El mismo Saer, al aludir a su estilo, lo explicó en una frase que hemos citado ya en alguna ocasión. “Tal vez (es una simple suposición) mi insistencia en los detalles proviene de un sentimiento de irrealidad o de vértigo ante el espesor infinito de esas imágenes. Más que con el realismo de la fotografía, creo que el procedimiento se emparienta con el de ciertos pintores que emplean capas sucesivas de pintura de diferente densidad para obtener una superficie rugosa, como si le tuviesen miedo a la extrema delgadez de la superficie pla-
Michael G. Flaherty, un catedrático estadounidense que ha dedicado más de treinta años a investigar la percepción del paso del tiempo, ofrece una explicación. Dice que esa percepción varía de acuerdo con lo que él llama la densidad de la experiencia humana, una densidad que depende del volumen de información objetiva y subjetiva que cada período de tiempo contiene. La información objetiva es mucha, por ejemplo, en un combate: ocurren infinidad de cosas en muy poco tiempo. Flaherty recoge el testimonio de soldados que destacan que el tiempo parece transcurrir más despacio durante una batalla. Algo parecido ocurre cuando estamos de viaje, o cuando nos levantamos mucho más temprano de lo habitual y realizamos, a esas horas, actividades poco corrientes. El tiempo se llena de tanto con-
na.”, escribió Saer. ¿Hasta dónde se puede llenar el tiempo? ¿Cuántas cosas caben en un instante? Zenón de Elea nos diría que infinitas. Dicen que justo antes de morir vemos pasar toda nuestra vida como una película por delante de nuestros ojos; no tenemos idea de cuánto dura subjetivamente esa película. En ‘El milagro secreto’, de Borges, el último instante en la vida de Jaromir Hladík dura un año para darle tiempo a terminar su última obra. El protagonista de ‘A la deriva’, de Horacio Quiroga, goza de ‘una somnolencia llena de recuerdos’ en el bienestar que experimenta justo antes del fin. En el de ‘El incidente del Puente del Búho’, de Ambrose Bierce, vive aún otro día y otra noche para ver una vez más su casa y a su mujer…
tenido novedoso que lo ocurrido pocos días antes, o en la mañana del mismo día, parecen recuerdos de mucho más atrás. Cuando sucede todo lo contrario, es decir, cuando tenemos la sensación de que no pasa nada, el tiempo también se llena, pero de información subjetiva. Sin nada que hacer, nos concentramos en nuestras propias acciones, en los detalles que nos rodean, en nuestro propio aburrimiento. Son experiencias muy densas. Esto sucede en situaciones triviales, como en un trabajo de atención al cliente en un lapso en que no hay clientes, y también en situaciones terribles, como el régimen de aislamiento en una prisión. Que el tiempo no pase es un castigo. Las tareas rutinarias, que se ejecutan casi sin pensar, representan el caso opuesto. Como no son nada memorables, tienen una densidad escasa y generan la sensación de que el tiempo pasa volando. Si tenemos en cuenta que —ay de nosotros— los días de nuestra vida se componen sobre todo de acciones rutinarias, es normal que cada diciembre escuche nuestras mismas quejas una y otra vez.
En cada diciembre mucha gente tiene la sensación de que la vida se le pasa demasiado rápido. Según los expertos, la clave para que eso no suceda radica en darle una mayor densidad a nuestras experiencias.
3.
Hace una década, como parte de un experimento organizado por el neurocientífico David Eagleman, varias personas se lanzaron en caída libre desde una altura de 50 metros a una red. Cuando les preguntaron cuánto creían que había durado el salto, dijeron el triple del tiempo que había durado en realidad. Pareciera que la longitud subjetiva del tiempo es proporcional a la intensidad de nuestras emociones. Quizás la percepción de lo que dura el segundo previo a la muerte sea como una ecuación que tiende al infinito. Puede que ese instante final sea tan denso como un agujero negro. Por todo esto, el mejor antídoto para evitar la sensación de que el tiempo pasa demasiado rápido consiste en darles densidad a nuestras experiencias. Poblar el tiempo de recuerdos futuros. “Si quieres que parezca que tu vida ha durado más —le dijo el citado Eagleman a Eduard Punset—, lo que tienes que hacer es perseguir cosas nuevas, necesitas probar cosas nuevas todo el tiempo, conducir por un camino distinto cuando vuelves a casa… Si siempre almacenas recuerdos nuevos, parecerá que tu vida ha sido más larga”. No tenemos otra cosa que tiempo. No somos, en efecto, otra cosa que tiempo. Borges lo dice, como siempre, mucho mejor: “El tiempo es la sustancia de que estoy hecho. El tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me destroza, pero yo soy el tigre; es un fuego que me consume, pero yo soy el fuego. El mundo, desgraciadamente, es real; yo, desgraciadamente, soy Borges.” Es probable que ningún verano sea ya tan largo como los de nuestra infancia, pero podemos proponernos que el próximo dure más que los anteriores. Y que el próximo diciembre no nos agobie con la sensación de que otro año se nos pasó con fugacidad. Tenemos muchos días por delante para darles textura y densidad, para alejarnos de la extrema delgadez de la superficie plana. Aprovecharlos o que pasen de largo depende, en parte, de cada uno de nosotros.
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(Buenos Aires, 1978) es periodista y escritor. Ha publicado la novela breve Támesis (2007) y el libro de cuentos Partidas (2012).
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EL CLUB FILATÉLICO IBAGUÉ
Aunque es considerado un pasatiempo para viejos y pasado de moda, mucho no conocen siquiera a que hace referencia el término la filatelia, sí está claro que el Club Filatélico de Ibagué es una muestra que en Tolima hay buena calidad en coleccionistas de estampillas.
La gran apuesta de los miembros actuales del grupo, es consolidar el Club Filatélico Ibagué. Esto por varios motivos y no solo para intercambiar estampillas o para pedir colaboración en la construcción de alguna exhibición. El principal deseo es crecer y brindar otros espacios de cultura en la Ciudad Musical. En Colombia tan solo existen clubes filatélicos en Bogotá y Medellín, y aunque sus miembros se reducen año tras año así como las tiendas dedicadas a este tema, ahora se le suma el de Ibagué, en donde se quiere dar la pelea para que la filatelia aumente en número de seguidores. Según mencionó el presidente del Club, se tiene conocimiento que en la ciudad hay muy buenas colecciones, así que la invitación a aquellas personas que comparten este gusto, es que se unan y así seguir creciendo. “Queremos retomar y reactivar la belleza cultural de las estampillas y mostrarle a la comunidad que no solo está la tecnología, que hay otros espacios y desde Ibagué impulsar y difundir esta cultura”, señaló el vocero del Club quien agregó que para agosto del año entrante esperan que el grupo de coleccionistas haya crecido y se puedan presentar muy buenas colecciones a los tolimenses.
Comenzó la historia del Club Filatélico Ibagué
Filatelia, no solo es coleccionar estampillas
La filatelia según la RAE, se entiende como el coleccionismo y estudio de sellos de correos por afición. Pero es mucho más que una afición, es una pasión que va creciendo a medida que se va descubriendo la posibilidad de regresar en el tiempo y llegar al pasado. La palabra en francés philatélie, proviene de los griegos philo que podría significar amor, afición y atéleia ‘exención de impuestos’, por ser el sello indicador de que el envío debía hacerse sin otro cobro. Así que si se buscara una definición exacta de la palabra filatelia no sería otra cosa más extraña que ‘amor por la exención de im-
puestos’ o ‘amor por lo ya pago’. Para los más versados en el tema, la filatelia es similar a tener una colección de arte, otros lo ven como una manera de conocer la historia, pues en cada sello o estampilla hay una figura de personajes ilustres, monumentos, pinturas, flora, fauna, autos, barcos, aviones, con sus rarezas y sus errores lo que las hace más apetecidas por los coleccionistas.
Una mirada rápida
Desde siempre ha existido el apuro por comunicarse, según algunos historiadores se tiene evidencia que en el antiguo Egipto ya existía un transporte de correspondencia oficial, pero fue China el primer país que contó con un servicio postal organizado. Sin embargo, existió el inconveniente del cómo cobrar por el envío de una carta, pues su tamaño y su peso no presentaban ningún impedimento para negar su transporte. Se dice que mu-
NO SOLO ES COLECCIONAR FIGURITAS Los más jóvenes jamás sentirán la emoción y la alegría de recibir una carta, un escrito a puño y letra contando aventuras, tristezas, buenas y malas noticias de algún lugar recóndito de la tierra. Por su puesto que con la llegada del internet y su masiva difusión muchas cosas perdieron sentido, muchas emociones desaparecieron y la alegría está limitada a unos cuantos segundos luego de recibir un emoticón o un mail de manera inmediata. Se cambia de conversación con un click con la misma facilidad con la que se viaja de un lugar a otro sin movernos de la silla, sin sentir el aroma, el viento, el murmullo de nuevos idiomas, sin ver la expresión de nuevos rostros. La estampilla que venía adherida a la carta contaba una historia, la imagen que trae impresa representa un lugar o el relato de un este en algún momento de la historia. Por esa razón, a través de su colección, su clasificación y organización se puede aprender un extenso acerca de diversos temas.
No siempre el coleccionista se interesa en clasificar las estampillas por un tema específico, pero el filatelista consagrado reúne los sellos postales y los agrupa en libros o colecciones con las que se cuenta un mundo. De esta manera en el planeta hay una innumerable cantidad de temas de colección, con exposiciones como, ‘Amigo y trabajador incansable: el perro’, ‘La orquídea, un tesoro natural’, ‘La historia de la Arquitectura’, ‘Sputnik, transformación de un sueño hecho realidad’. No solo es coleccionar figuritas, y aunque el hobby se ha ido acabando y tal vez en algún momento muera, la estampilla pasará a ser parte de la historia universal y de igual manera, una parte de esa historia, podrá seguir siendo leída a través de estas pequeñas imágenes.
chas personas al recibir la carta primero la leían y luego decidían pagar o no, otros en cambio ni se tomaban la molestia de leerla, simplemente no la aceptaban, así que quien la llevaba perdía el tiempo que había utilizado en transportarla y luego buscar la dirección del destinatario. Sir Rowland Hill, un maestro de escuela inglés, fue quien creó el sistema postal prepago. Al parecer Sir Rowland propuso al gobierno un plan para pago previo del transporte postal mediante sellos o estampillas adheridas, que fue aceptado y se puso en funcionamiento el 6 de mayo de 1840 cuando se emitieron los primeros sellos llamados ‘Penique Negro’. La imagen de este sello era la de la Reina Victoria de Inglaterra.
El arte de coleccionar
No se tiene ciencia cierta sobre el porqué los humanos tendemos a coleccionar cosas,
y al parecer, esto ocurre con más tendencia en hombres que en mujeres. Lo cierto es que la pasión por coleccionar es tan vieja como el mismo hombre. Por ese amor hacia la colección existen personas como Víctor Manuel Lozano, un ingeniero tolimense quien desde los siete años dedica su tiempo a coleccionar, o como Arnulfo Arias Díaz, un ingeniero civil quien luego de conocer la filatelia se ha ido enamorando más y más. Lozano es el presidente del Club Filatélico Ibagué fundado el 13 de octubre del presente año y con el que esperan conseguir no solo reconocimiento, sino crear cultura en lo que consideran una sociedad dispersa en valores. Esta afición, reconoce Lozano, nació gracias al regalo de su hermano mayor: “mi hermano mayor, que ya murió, un buen día me regaló unas estampillas, eran imágenes de unos juegos en Rumania y Albania, mi mamá me dio para comprar
un cuaderno y ahí las pegué”, señaló Lozano. Su hermano era graduado en medicina, y algunos visitadores médicos le llevaban como obsequio algunas estampillas, pero él se las regalaba. Lozano nació y estudió su primaria en El Guamo, luego ingresó como interno al colegio San Simón para estudiar la secundaria y terminó como profesional en la Universidad Nacional. Trabajó por 10 años en el sector público y luego, como independiente, cuando llegó a Bogotá a estudiar, en sus ratos libres se iba a las tiendas especializadas a pasar su tiempo de descanso viendo y coleccionando estampillas. Por su parte, para el ingeniero Arias, vocal del Club, su afición nace luego de conocer un catálogo en donde reconoció la importancia y el valor, no solo comercial, sino de patrimonio que tienen los sellos, hecho que cree muchos ignoran y por eso no dan ese valor agregado a las estampillas.
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FACETAS Para la misma
El poema
Rubén Darío
Miré al sentarme a la mesa, bañado en la luz del día el retrato de María, la cubana japonesa. El aire acaricia y besa, como un amante lo haría, la orgullosa bizarría de la cabellera espesa. Diera un tesoro el Mikado por sentirse acariciado por princesa tan gentil, digna de que un gran pintor la pinte junto a una flor en un vaso de marfil.
Ikenaga Yasunari
Título: Pájaros en la boca y otros cuentos
Autor: Samanta Schweblin Editorial: Literatura random house
Sinopsis ¿Qué es lo real y qué es lo fantástico en la literatura de Samanta Schweblin? Nada de lo que ocurre en estos cuentos parece perturbar a sus protagonistas. Ganador del premio Casa de las Américas en 2008 y traducido a trece idiomas, ‘Pájaros en la boca’ significó una revolución en las letras argentinas. Heredera de la más prestigiosa tradición literaria, en línea con Raymond Carver o Flannery O’Connor, Schweblin tiene un extraordinario manejo del lenguaje. En sus relatos las palabras vuelven a cobrar valor. Pero lo más interesante está en lo que no cuenta. Como sucede con los mejores escritores, unas pocas páginas son suficientes para condensar una historia que siempre esconde otra, desconcertante, profunda y trascendente. Schweblin se ha convertido en una de las voces fundamentales de la literatura argentina contemporánea, y este libro, largamente agotado, es una pieza indispensable.
NOVEDADES LITERARIAS Editorial: DEBOLSILLO Título: El umbral de la eternidad
Autor: Ken Follett Traductor: Anuvela
Sinopsis Después de ‘La caída de los gigantes’ y ‘El invierno del mundo’ llega el final de la gran historia de las cinco familias cuya vida se ha entrelazado a través del siglo xx. La familia estadounidense, la alemana, la rusa, la inglesa y la galesa participan en los acontecimientos sociales y políticos que marcaron las agitadas décadas de los sesenta a los noventa, y son testigos de ellos. Desde el sur de Estados Unidos hasta la remota Siberia, desde la isla de Cuba hasta el vibrante Londres de los años sesenta. El umbral de la eternidad es la historia de aquellas personas que lucharon por la libertad individual en medio del conflicto titánico entre los dos países más poderosos jamás conocidos.
La palabra de la semana
quórum Hoy llamamos quórum al número mínimo de miembros necesario para que sean válidas las decisiones que adopte un cuerpo deliberante o legislativo. La exigencia de quórum es una forma de evitar que una decisión pueda ser adoptada por un número pequeño de participantes. En los cuerpos colegiados de la antigua Roma, cada nuevo integrante era recibido mediante la fórmula quorum vos unum esse volemus ‘de los cuales queremos tú seas uno’. Esta fórmula se aplicó también en un antiguo tribunal británico, cuyos miembros actuaban en forma solidaria, que se denominaba ‘Justices of the Quorum’. En los Parlamentos modernos, una de las técnicas de obstrucción llevadas a cabo por los sectores de oposición consiste en no presentarse en las reuniones, de manera de lograr que el cuerpo no tenga quórum para sesionar o para votar.
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