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DOMINGO 17 DE JUNIO DE 2018 - IBAGUÉ
FACETAS Ser hijos de la tierra, cultivarla y protegerla hacen parte del ADN de un campesino. En honor a su trabajo EL NUEVO DÍA estuvo durante una jornada de trabajo en una de las plazas de mercado de Ibagué donde uno de sus líderes aseguro sonriente: “Esto es lo que sabemos hacer”. ALEJANDRA CAVIEDES
¡Vamos a ver qué hay! Dicen aglutinados más de 15 hombres a las afueras de una bodega en la Plaza de la 21, a la 1 de la mañana, cuando don Hermelindo Roa, con sombrero y poncho puesto, llega al lugar. Abren el portón y se da por iniciada la jornada. Mientras el resto de la ciudad duerme, el campo llega a la urbe y se apodera de la noche para dejar
debidamente organizado el expendio de lo que asegura don Hermelindo “es un paraíso agrícola”. Roa, lleva más de 40 años trayendo los productos de la tierra a Ibagué; recuerda que desde los cinco años cuando acompañaba a su mamá a vender cilantro en la primera plaza de mercado de Ibagué, llamada La Esperanza, en el centro, comprendió lo valioso de cultivar la tierra y permitirse como familia del campo ser la base de
mento, entre ellos a Cajamarca, la despensa agrícola de Colombia, retrasó la llegada de las ‘turbo’, como se les dice a los camiones, junto a los mixtos y camperos que son cargados con arrobas de mercado. Según la demanda, cuenta don Hermelindo, los mismos cargueros saben si habrá o no trabajo. “Ya ellos conocen, son ciudadanos que se la rebuscan para mantener a sus familias. Eso sí, guerreando porque no son de los de
desarrollo para la ciudad. “El campo es el que ofrece todo. Desde una gaseosa, la camisa que tiene puesta, el tinto que se está tomando; todo es producto de la tierra”, contó.
La jornada No es día de mercado. Sin embargo, la bodega está a reventar de arracacha, tomate, plátano, guayaba, lulo y cientos de frutas y verduras porque el invierno que ha azotado a casi todo el departa-
DATO
A través de Asoagraria, más de 400 campesinos se ven beneficiados en esta bodega que alberga grandes cantidades de productos. oficina que hasta seguridad social tienen (...) el pagano es el campesino”.
Más de 40 años dedicados a liderar el agro en la ciudad
El día en que se acabe el campo,
”
se acaba todo Aunque la noche se vuelve más densa, y a la orden de las necesidades también aparecen los vendedores de tinto, aromática y empanadas, pareciera que bajo un sol inclemente descargaran los sacos, las cajas o las bolsas donde vienen los pimentones, la habichuela y la cebolla. Las paredes transpiran, los cargueros se ingenian la manera de subir a sus hombros hasta tres canastas... el precio por carga varía de los 700 a los mil pesos, y por eso entre más sumen, más ganan. Así es la cosa. “Algunas mujeres, berracas ellas, se le han medido a esto. Imagínese usted cargar bultos o canastas de cualquier producto de la canasta familiar, es tremendo”, confiesa acomodando su sombrero. “De igual manera hay otras que se amarran el machete y no se les da nada por desyerbar o recolectar la cosecha”. La radio es la mejor compañía. De esta manera desgranan la arveja, lavan la papa criolla, seleccionan los tomates y acomodan en orden el repollo verde y morado. Alguien por ahí, entre dientes se le mide a cantar, y algún otro lleva el
UN PARAÍSO POPULAR En este lugar huele a campo, a la mezcla de cultivos que añoran la infancia. Son pocos quienes nunca han pisado una plaza de mercado, y se han perdido de la acidez de la cebolla, lo dulce del maíz, la frescura de la lechuga y el sabor de un jugoso melón. En el ambiente hay camaradería, chistes, se llaman por apodos, un simple diminutivo del nombre como ‘Chucho’. Aquí hay familias enteras aportando al negocio. Bien dice don Hermelindo que es importante decirle a los más jóvenes que está bien ir a la ciudad a estudiar pero que se debe regresar, y no avergonzarse por ser campesino. Por eso asegura que “el día en que se acabe el campo, se acaba todo”. Las reglas son básicas: no se trabaja contra reloj sino con dignidad, “la rutina es llegar todos los días a vender su ‘carguita’”; y tener buenas intenciones para laborar y hacer progresar este país. De esta manera don Hermelindo lo ha hecho por más de cuarenta años y ha integrado a su familia, que aunque es numerosa, “ninguno ha tomado los malos pasos”. En la plaza hay de todo. Desde buena voluntad, hasta el ajetreo del doble parqueo, aún así se divierten y festejan: las fechas especiales no las dejan a un lado y es motivo para agradecerle a la Virgen de Santa Marta que tienen en una gruta dentro de la bodega, así como en medio de un compartir, recuerdan las anécdotas que están a la orden del día. Por todo este trabajo, que muchas veces se desconoce, o lo invisibilizan, agradezca cada vez que se deleita con un delicioso plato en su mesa, a ese campesino que orgulloso siembra, cultiva y cosecha la ‘papita’.
ritmo de la música popular mientras organiza. Todo debe estar listo a las 3 de la mañana cuando llegan de a poco los compradores. “A nosotros nos ha dado resultado porque podemos vender desde arrobas hasta cuartos, lo que
necesiten. Y eso es lo que le hemos dicho a los gobiernos de turno, eso sí, a quienes se interesan en nosotros los campesinos porque otros prefieren invertir en cemento y placas nada más para que figuren sus nombres (...) Ibagué
necesita una central de abastos decente, estamos en el centro del país y surtimos a más del 40 por ciento, el Estado nos ha echado al olvido”.
“Insistimos: hay que mirar al campo” Hermelindo Roa ha sido un hombre político, no politiquero. Siempre ha cuestionado la manera en que las leyes y los designios del Gobierno han afectado al agro, y decidir que a partir de ello se tuvieron que sumar esfuerzos con otros campesinos para reivindicar su labor y garantizar las condiciones de trabajo; su posición es fuerte y asegura que apoyarán a quien realmente le apueste al campo. “No se me olvida que el 13 de junio del año 1953 mi papá estaba limpiando arracacha, y ese día subió un señor y le dijo: ‘no moleste más con esa arracacha porque el país se nos acabó. El general Rojas Pinilla le dio golpe de Estado a Laureano Gómez y esto se acabó. De ahí hasta la actualidad he visto cómo se han peleado los rojos y los azules, así como los de ahora por el poder y son los hijos de los
FOTOS: JORGE CUÉLLAR
campesinos los afectados, ellos son los que van al Ejército, no los que tienen dinero para ir a la Universidad (...) si el Estado pensara en nosotros, las cosas serían diferentes. Insistimos: hay que mirar al campo. Soy orgulloso de ser campesino. Es poderle traer a los coterráneos el diario vivir porque producimos los alimentos, uno siendo del campo se siente feliz”.
De no haber sido hombre de campo, me hubiera gustado ser abogado. De los buenos, que es defensor de los menos escuchados.