IBAGUÉ, ABRIL 3 DE 2011
FA CE
TAS CULTURA AL DÍA
La reflexión
Publicar ¿para qué? Carlos Arturo Gamboa Compendio histórico
Cien años de novela en el Tolima
Hernán Camilo Yepes Vásquez Larga vida
Gloria V. de Castaño: la eterna Primera Dama Carlos Orlando Pardo
FACETAS
IBAGUÉ, ABRIL 3 DE 2011
Consejos para los que quieran escapar de la melancolía Marco Tulio Aguilera*
Uno: nunca trate de conciliar el sueño si verdaderamente no siente ganas de dormir; ocúpese en algo que le sea placentero hasta que le pesen los párpados como losas de concreto. Dos: trate de desayunar bien, almorzar mejor y cenar algo ligero. Tres: no beba mucho líquido, pues la gana de orinar puede despertarlo a medio sueño y es posible que no pueda volver a conciliarlo. Cuatro: cuando tenga mucho sueño, comience a rezar un rosario o a hablar con su otro yo (invéntelo, si no lo tiene) mediante preguntas y respuestas, no importa si son incoherentes o peligrosas; sin duda que a la mañana siguiente habrá olvidado sus soliloquios y encontrará la sarta de cuentas entre sus sábanas, pues habrán caído de sus manos y se habrán disipado de su memoria los reconcomios antes de que haya terminado sus oraciones y coloquios. Cinco: manténgase todo el tiempo ocupado, no permita que su mente comience a discurrir caprichosamente. Seis: compre una agenda grande, en la que estén marca-
Bolero No se conoce con certeza la procedencia del nombre de este baile andaluz originado en el siglo XVIII, modernizado en Cuba y convertido en ritmo latinoamericano en la primera mitad del siglo XX. Se sabe que, en cierta época, se llamó bolero al som-
das todas las horas del día y si es posible de la noche; anote en ella todo lo que hará al día siguiente, tanto las cosas importantes como las insignificantes; la idea es llenar de actividades
todo el tiempo posible para que la mente no tenga espacio para desvariar, para extraviarse en pensamientos nefastos, cataclísmicos, en general absurdos e improbables. Repito:
ne todo el tiempo, de modo que no haya espacio para los pensamientos aciagos, para la nicotina del alma). Siete: procure tener una actividad sexual regular, ya sea que tenga compañera o compañero propicio, o que carezca de él; todo el mundo sabe que existen medios al alcance de cualquier persona. Ocho: elimine todo sentimiento de culpa por lo que haya hecho, piense que lo que sucede de alguna manera es inevitable, y que si usted cayó, o si lo prefiere: si usted pecó, no está sólo en el pecado, sino que tal vez su compañera, sus amigos, sus vecinos, tuvieron parte de la responsabilidad. Y en últimas: la organización del universo, la flecha del tiempo, la línea genealógica que culminó en su padre, su madre y usted, configuraron lo que usted iba a ser y lo que iba a hacer. Absolutamente nadie es por completo responsable de sus actos. Recuerde: no se mueTener una agenda y apuntar ve la hoja de un árbol sin que todo lo que se piensa hacer al Dios esté presente. día siguiente, dentro de una semana, un mes, un año (el caso *Escritor colombiano radies que tenga algo que esperar, cado en México. Tomado de algo que hacer, con lo que lle- Libros y Letras.
Palabra del día brero del bailador andaluz, y hoy figura con la acepción, entre otras, de ‘sombrero de copa’, lo que podría haber llevado a dar el mismo nombre a esta danza. Pero también se aplica desde muy antiguo al ‘que dice muchas mentiras’, con base en la germanía bola
‘mentira’. Por otra parte, en el Diccionario castellano, de Terreros, se registra bolero con el sentido de «niño que falta a la escuela sin que su familia lo sepa: ‘muchacho novillero, que hace bolas o novillos’ . Todas estas acepciones llevaron a Corominas a for-
mular la hipótesis, no suficientemente comprobada, de que bolero podría haber nacido asociada a la idea de ‘vago, hombre sin profesión’. Sin embargo, el mismo autor también presentó la posibilidad de que la palabra se hubiera derivado de ‘vuelo’, como ha-
bía ocurrido antes con boladillo (un paso de danza descrito por Cervantes). Esta hipótesis aparece reforzada por Estébanez Calderón (1926) -también citado por Corominas-, quien afirmó que el bolero se llamó así “por ser todo en saltos y como en vuelo”.
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Publicar ¿para qué? (I) Carlos Arturo Gamboa B*
Han llegado a mis manos los ejemplares recién editados de la colección Soledad Rengifo: Antología poetas inéditos y Antología cuentistas inéditos que, según las especificaciones, están patrocinados por la Alcaldía Municipal de Ibagué, la Secretaría de Cultura de Ibagué y la Corporación Festival de los Ocobos y son diseñados e impresos por Caza de Libros, con un tiraje de 1000 ejemplares de cada título. Debo decir que de entrada el diseño de la carátula con sus multivariados colores, que pretenden jugar a la invocación de un rancio amor por la ciudad, no atrae a los lectores; en una breve lectura, encuentra un lector precoz que hay descuido textual, errores de transcripción y casi que un nulo diseño, los textos parecen más que editados, amontonados. Ahora bien, ignoro la forma en que se realizó esta convocatoria, las bases y criterios de selección, si es que los hubo; pero algo queda claro en los títulos: se trata de escritores inéditos, lo cual no necesariamente significa jóvenes. Con estas premisas leo y deseo que un esfuerzo tan loable como el de editar libros, impulsar escritores inéditos e invertir los dineros públicos en cultura, tuviesen un aceptable resultado. II. La Antología poetas inéditos, es un compendio de cinco voces (bueno muchos ruidos), cuyo patrón de agrupamiento no se puede inferir en la lectura, porque cuando se selecciona una antología la variable estética debe ser tenida en cuenta, al menos como pretexto. De entrada el prólogo, desmedido como todos, anuncia “Las frases sorprendentes, las metáforas insólitas que designan lo innombrable, las imágenes veladas en donde se alude”. Con este preámbulo uno espera encontrar en esas páginas los
poetas de la ciudad letrada del futuro. Pero, qué desencanto, de entrada un joven aspirante a poeta, cuyas cartas de Rilke parece nunca haber recibido, nos sorprende (por haber sido incluido) con versos como: Así eras para mí / Si no la desgracia de mi realidad / Cómo te has metido en mí / Sin ni siquiera tu pecho he podido tocar. (Pág. 11) Basten estas líneas para preguntar de nuevo: ¿Cuáles fueron los criterios de selección? Conozco mejores poemas de niños y jóvenes que, seguramente, hubiesen podido llenar con algo de poesía esas 28 páginas iniciales que pertenecen a Diego Fernando Moya, cuyo oficio de juntar palabras es excusable, pero no la de los compiladores que lo incluyen dentro de un nuevo panorama poético. Es que el arte de la poesía necesita evadir el lugar común o
al menos evitar el ritmillo de balada de Raphael, como en el poema Estar enamorado es: Estar enamorado es / Mirarle, morirte y morderte los labios / Estar enamorado es / Jamás decirle que la amas / Estar enamorado es cruel. (Pág. 27) Como cruel sería seguir hablando de estos 28 textos que parecen extraídos del diario alucinante de un hombre que quiere ser poeta, pero que jamás lo será, si no es capaz de re-construir las palabras y reducir su verborrea. Después encontramos a la autora María del Rosario Laverde, cuyos textos cortos al menos permiten respirar y tomar impulso para continuar la travesía por el libro. Incluidos como poemas, algunos textos, o casi todos, parecen más pertenecer al género de la minificción, como el titulado Samsa: Has amanecido convertido en un insecto, /
Acostado sobre tu caparazón / Mueves tus ocho patas en señal de auxilio / Nadie ve en ti al que solías ser / Tu metamorfosis ha finalizado con éxito / La escoba asesina se precipitará sobre tu cabeza / En cualquier momento. (Pág. 39) Si en Rosario hallamos más estética, creo que su trabajo debió ser incluido en la Antología de Cuentistas. Encontramos luego los trabajos de Damián Guayara, quien se atreve en 15 textos a desafiar mi parsimonia lectora, que ya a estas alturas se debate entre abandonar el libro y olvidar este comentario. El nihilismo urbano de sus textos algo abona a su descuido en el uso de las palabras en estribillos tan poco logrados como el siguiente: Rasgando las pieles, debajo de las pieles / Lamiendo el edén, lamiendo el edén. (Pág. 45) O su intento iconoclasta, tan trajinado, que por posicionar la mora-
leja olvida la esencia, como en A un dios abyecto: Señor, recoge tus cosas / Tus santos y tus angelitos / Toma unas largas vacaciones / O por favor pégate un tiro! (Pág. 47) Sin embargo, en sus textos hay una muestra de un mayor esfuerzo por la búsqueda de la palabra, por huirle a las imágenes petrificadas y es quizá en el poema titulado A una mujer, en donde mejor lo logra: Porque llevas la sangre de Lilith / Y no la de la sumisa Eva / No sufres de sueños impuestos / Ni eres coleccionista de cadenas. / Sobre las fálicas reglas tus deseos vuelan. (Pág.57) El cuarto trabajo, perteneciente a Alfonso Durán Rincón, sorprende por ciertos giros del lenguaje que logra en momentos renovar las imágenes, reflejando con ello la aspereza de ser un habitante de estos tiempos, como en el poema titulado Canción de la mañana: Se me hace tarde para / Salir a la esfera / Debo peinarme la columna vertebral / Lavarme las muecas / Vestirme con baldosas / Y desayunar olvidos. (Pág. 58) Los poemas de Durán atraen al lector, casi siempre contienen una imagen renovadora, pero en ocasiones se expanden demasiado, la concreción será un buen camino. Finalmente encontramos la obra poética de Alirio Quimbayo, y aquí sí podemos hablar con seguridad de poesía. Textos madurados por el tiempo, imágenes pulidas por la no prisa de la publicación: La sombra digiere la luz / Que la hoja convirtió en sangre / Para que la hormiga / Indagara el verso. (Pág. 69). La mayoría de sus 27 textos exhala poesía, para hablar de la ciudad o para presentar la voz poética de nuestras profundas realidades. En general, la Antología se cierra como debió haberse abierto, con poesía. Sólo que a veces las mixturas resultan lamentables. *Escritor colombiano
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C
onformando un dedicado grupo de investigación en literatura, de la Universidad del Tolima, Libardo Vargas Celemín, Jorge Ladino Gaitán, Leonardo Monroy y Carlos David Leal, gracias a un concurso promovido por ese alma máter, emprendieron la búsqueda de aquellos relatos novelísticos que han caracterizado al Departamento en el lapso entre 1905 y 2005. Producto de la lectura de unas 112 obras por término de cuatro años, desde El Oidor hasta Ursúa, lograron lo que muy pronto será el reflejo de ese ambicioso proyecto por recuperar el patrimonio novelístico de la región. ‘Cien años de novela en el Tolima’ se encargará, indefectiblemente, de hilvanar esas diversas narraciones con el fin de revelarnos qué pensaban y que deseaban sus autores. Este acervo narrativo quedó agrupado en categorías como violencia bipartidista, soledad e individualismo, literatura infantil, experimentalismo; esoterismo, ocultismo y ciencia ficción; literatura y música, novela histórica, en total 11, en lo que, según definen, es una “historia
IBAGUÉ, ABRIL 3 DE 2011 crítica de la producción novelística”.
No es historia plana
El hecho de estar compilado en estas grandes redes temáticas obliga a que no se desarrolle una narración convencional, desglosando nombres, fechas y demás datos técnicos, sino que se ubique las temáticas y procedimientos narrativos marcados en el Tolima. “Aparte de historiar esas novelas y mirarlas en relación con otras obras de la literatura colombiana, aclaramos los presupuestos teóricos y críticos, dentro de los que generamos el análisis. Se abarca las obras afines por redes temáticas y aquellas que a juicio del grupo y de la teoría crítica literaria son mucho más representativas por sus recursos narrativos y le dedicamos un mayor ámbito de reflexión”, es lo importante para el investigador Gaitán.
Cien años de novela
Reuniendo relatos del S. XX
IBAGUÉ, ABRIL 3 DE 2011 nalización de algunos locales, tuvieron que recurrir a otro tipo de búsquedas.
Cruzando fronteras
“La pesquisa que hicimos fue grande, pues no sólo exploramos en las bibliotecas, también fuimos a la red del Banco de la República, a la Biblioteca Nacional, bibliotecas regionales de la Universidad de Antioquia y hasta nos pusimos en contacto con gente de Panamá”, indicó el licendiado Vargas. “Puede que se nos hayan escapado ciertos autores, pero no es por omisión sino porque no tuvimos registro de ese tipo de obras que quizá circulen en otros países”, aclaró Jorge Ladino Gaitán, quien también había publicado reseñas de algunos textos en esta separata.
Las conclusiones
Para visualizar talentos
El objetivo fue, entre otros, rescatar autores del Tolima que hubiesen publicado obras en el país pero que no necesariamente se consagraran en la región, como el caso de Eutiquio Leal, de quien se toma como ejemplo
El Oidor y Julia, las primeras novelas publicadas por autores tolimenses. Ursúa, de William Ospina, fue la última tenida en cuenta para el análisis.
‘La hora del alcatraz’, que 20 años más tarde Miguel Zapata Olivella retomaría como ‘Changó, el gran putas’. La mujer también encontró una página especial en esta publicación, que fue ganada por Alexandra Cardona y Doris Sala-
zar, al igual que otras dos que aparecerán a su debido tiempo, esto “a pesar de unos nombres que ya son canónicos en el Tolima como Héctor Sánchez, Carlos Orlando Pardo y Jorge Eliécer Pardo, cuyas propuestas tienen validez, reconocimiento y expresión cultural”, in-
dicó, a su vez, Gaitán. El ibaguereño Jaime Alejandro Rodríguez es otro destacado, gracias al uso de la ‘hipermedia’. Ganó un concurso con el Mincultura para hacer una novela en Internet, con lo que se denomina ‘literatura digital’. Libardo Vargas
planteó que “aquí en el Tolima desconocemos a ese personaje que tiene reconocimiento internacional”. A él se suma Ricardo Abdalá, autor reconocido en Europa, radicado en París, pero que publicó una novela hace 10 años que le hizo ganar un premio en
Bucaramanga. Leonidas Escobar es otro de los autores apetecidos y aplaudidos a raíz del compendio. Lo destacan porque publicó 14 novelas en Centroamérica, aunque sólo tiene cinco registradas en Colombia. Por esta razón de internacio-
El morador de este Tolima grande pensará que cuando lea la recopilación se va a encontrar con una nutrida relación de rasgos típicos de la región y anhelos locales reflejados en cada relato, pero lo obtenido luego de esta imperiosa búsqueda deja otros resultados, que por ahora son generales. “No podemos hablar de que existe una tradición novelística en el Departamento; sí unos autores (lo aplican), pero no es en el sentido de una evolución. Ha habido unos autores particulares que han desarrollado unas propuestas estéticas muy interesantes, y que hacen parte del canon nacional”, indicó Vargas Celemín. La falta de una identidad propia del tolimense es otro de los males que aquejan a la novela regional, pues sus autores encontraron fácilmente que no por ser del Tolima los autores siempre van a hablar de las cosas que ocurren en su región, inquietud que previamente había sido manifestada por un historiador mientras se hacía las socializaciones de los resultados. “Cuando uno lee ese libro no encuentra qué identifica a los escritores tolimenses.
FACETAS Diría que los identifica la búsqueda de propuestas, de estar contemporáneamente en otro sitio”, complementó al respecto. Tendencias claves como el costumbrismo se tomaron también peligrosamente la mayoría (sin decir que de manera dominante) de los escritos, como parte de una presencia peligrosa para la literatura. El costumbrismo, como propulsor de un lenguaje pintoresco, es fácilmente reconocido por los literatos en el compendio de las obras analizadas. “Ha estado presente desde finales del S. XIX hasta comienzos del XXI, que no quiere decir que todos sean costumbristas, sino que hay una línea de un deseo de contar cosas, pero de gente que no está preparada literariamente con lo que está ocurriendo en el mundo. ¿Costumbrismo en el S. XXI? Es un exabrupto”. Sin embargo, al lado de las propuestas que preocupan a los más doctos en la literatura, existen búsquedas exitosas, dado que reflejan una vanguardia en los métodos de narrativa y experimentan con los géneros, logrando éxito en sus relatos. Jorge Ladino Gaitán destacó que “simultáneamente, encontramos gente que está haciendo novelas experimentales en el país, jugando con lo hipermedial (como Jaime Alejandro Rodríguez), la novela negra y la policial y elementos de literatura infantil. Son autores que trabajan procedimientos narrativos como metaficción y ahí uno ve que están a la par de lo que se está haciendo en el mundo”.
Nosotros no nos dedicamos a buscar otras historias, y que hablaran del Departamento. Nos interesaba lo que habían escrito. Libardo Vargas Celemín
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Una de las ponencias sobre los resultados de la investigación se llevó a cabo en Perú, al igual que en Argentina, Brasil y México.
Además de las novelas analizadas, se incluye algunas creaciones anteriores a 1905 como antecedentes del compendio. Para el colectivo de investigadores, otra de las problemáticas que acosa a la literatura es el desvío que han encontrado en muchas obras hacia, tal vez, un mensaje moralizante, lo que impide que, al momento de otorgar un concepto determinado de su manifestación dentro de la novela, y para lo que se enfoca el contenido del análisis. “El otro problema serio es algunos que se ponen a escribir para enseñar valores. Conocemos autores que escriben así y que desvirtúan el sentido de la literatura, la utilizan para cosas que no son, pero son muy vendidas y no pueden ser analizadas desde la perspectiva de la literatura. Aquí no se ha hecho crítica de esos autores”, es la necesidad imperiosa que manifestaron. Los escritores emergentes hacen
parte de otra de las miradas que hallaron con preocupación los investigadores, en el marco de los resultados de la investigación; todo un ejército de nuevos escritores que no siempre tienen unas bases teóricas suficientes para soportar sus escrituras y que ponen en peligro la propagación del conocimiento y la difusión de la novela como tal. “Encontramos grupos de personas aficionadas a la escritura que, como es tan fácil publicar libros, reúnen su plata, publican sus libros, pero no trascienden por su calidad. Como investigadores nos sentamos a leer 400 páginas de algo que no es una novela sino un testimonio o una autobiografía, pero nos sentamos e hicimos ese trabajo”. Entre tantas prevenciones, el grupo de literatos encuentra casos de literatura infantil que se integra a las bibliotecas escolares y del que hay que tener cuidado, pues cuando se comete errores en su narración y todo este conjunto se promueve como un ejemplo digno de seguir, se pone en
peligro la estabilidad de la literatura y las bases teóricas sobre la misma, según lo que los investigadores manifiestan.
Intenciones precisas
Considerando estas anteriores premisas acerca de la búsqueda documental, podría ser dicho que para los investigadores, además de enseñar los antecedentes positivos de la narrativa de novela en el Departamento, en el documento se establece una manifestación decidida hacia lo que no se debe hacer en este ámbito, procurando dar un buen ejemplo hacia las nuevas generaciones. “Es una guía de lo que no se tiene que hacer. Lo que nosotros queremos es decir ‘Mire, esto es lo que tenemos y los autores, mire las cosas buenas que tienen, y por favor, hay unos que no merecen ese realce que de pronto le están dando, y porque tienen una capacidad de intriga muy grande y aparecen en otras partes”. Con esta obra, cuando vea la luz definitiva y pueda llegar a las biblio-
tecas y las instituciones educativas del Tolima, se espera que quienes están asumiendo la formación en educación básica tengan los parámetros suficientes para enseñar lo que ‘vale la pena’ leer en cuanto al relato regional. “Aspiramos a que esta obra llegue al público en general y que nuestros profesores de literatura la asuman con seriedad y responsabilidad para establecer el verdadero canon de la literatura del Tolima”. Esta investigación, que estará disponible al público a partir de mayo, financiada por la oficina de investigaciones de la Universidad del Tolima, fue respaldada por Colciencias, que la ubicó en el grupo C, facilitando la asesoría de pares de la Universidad de Antioquia y la Universidad Nacional.
La elección del año de partida se corresponde justamente con la separación entre los departamentos del Tolima y Huila.
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El cuento La ventana de papá
Patricia Severín*
Mi papá fumaba cada día un cigarrillo después del almuerzo. Sólo uno. Fumaba un cigarrillo y miraba por la ventana del comedor hacia la calle, mientras el humo daba tres vueltas en círculos alrededor de su cabeza. Mi papá miraba la gente que pasaba, desde arriba, porque mi casa queda en la planta alta. En la planta baja hay dos garajes y un negocio que vende inodoros, bidets,
bañaderas (bañaderas no, me dijo la dueña: se dice bañeras) y percheros de distintos colores para colgar toallas. No hay espejos ni otra cosa. Es un negocio aburrido y de feo nombre: “Sevlo”. Nosotros alquilamos ese local y uno de los garajes, para tener otra entrada, dice mi mamá, quien siempre organiza los dineros de la casa. Mi mamá pensaba que mi papá no sabía hacer plata. Por eso ella tenía que renegar, para
Poesía Laura Quijano Guzmán Poeta colombiana
Ese otro yo que vive en mí tan cerca y tan distante.
que no faltara la comida en casa. En casa no faltaba la comida, pero faltaban muchas cosas que mi papá no podía comprar, porque en el campo nunca nada iba bien. Si no era la sequía, era la inundación, si no era la inundación, habían bajado los precios del trigo y nada alcanzaba para nada. Una siesta, mi papá dejó de fumar un cigarrillo todos los días después de comer. Empezó a fumar también
uno antes de almorzar y otro, antes de cenar. No fumes tanto, le decía mi mamá, que vas a enviciar a los chicos con el mal ejemplo. Mi papá no decía nada. Miraba por la ventana del comedor, desde la planta alta, a la gente que pasaba por la calle. Después se iba al campo. A veces volvía al rato porque la camioneta se le había descompuesto, y otras veces no volvía por muchos días. Entonces mamá decía: este hombre me va a volver loca. Y cuando papá regresaba, en realidad parecía una loca que gritaba. Papá se ponía a mirar por la ventana y prendía otro cigarrillo. Un día le dijo a mi mamá: “No puedo respirar”. Mamá fue a la farmacia y le trajo un aparatito que él apretaba y largaba un rocío adentro de su boca. Desde entonces mi papá fumaba y usaba el aparatito. Pero a veces seguía diciendo: no puedo respirar. Mi mamá, mientras tanto, hablaba de posibles negocios que debían hacer para tener más entradas, de todo lo que necesitaba comprar, de las cosas que nos faltaban y de los programas de la tele. De vez en cuando, de lo mal que le salía la comida porque siempre andaba regateando
algún ingrediente, o de las vacaciones que soñaba. Hasta que un día llegué de la escuela y mamá estaba llorando. Me abrazó y me mostró a papá, que estaba acostado sobre el sillón rojo. Yo fui a darle un beso, pero él no se movió. Tenía un ojo medio abierto y el otro cerrado. Mamá empezó a gritar como cuando se ponía loca mientras repetía: qué nos espera, qué nos espera. Fui a sacudir a mi papá para que se levantara, pero se le cayó el brazo hacia el costado y tampoco se movió. Mi mamá dijo “ya basta, ya basta”, y me llevó hacia la puerta: te vas a quedar en la cocina con tus primos. Mis primos no hablaban, me miraban de reojo y yo me aburría. Después entraron las tías cuchicheando; lloraban y me abrazaban. Cuando algunas salieron con el café, yo me fui al comedor y me puse a mirar por la ventana. Desde entonces no puedo salir de ese lugar. Veo todo pequeño y diferente. Veo las espaldas y me pongo a contarlas. Es posible que todas esas espaldas lleven, como una marca invisible, la mirada de papá. *Escritora argentina, Ficticia.com
Yo Interiormente desconocido ama siente piensa y en su letargo ríe con sarcasmo…
Girasol de la esperanza Voy a cambiar el tiempo la arquitectura frágil de vándalos perdidos en la bruma. Tejo la vida con hebras multiformes
recordando a Renoir, a Goya y a Picasso. Dibujo maravillas y borro el arlequín pintando el girasol de la esperanza.
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Gloria Valencia de Castaño,
Por: Carlos Orlando Pardo*
La muerte de Gloria Valencia de Castaño priva al país y al Tolima de una de sus más destacadas protagonistas durante toda la última mitad del siglo pasado y enluta a quienes la admiramos con profunda devoción por sus logros y múltiples virtudes. Hasta finales del año 2000, la escucharon 16 emisoras del mundo, a pesar de tener un sólo pulmón, y duró más de 50 años en la televisión y 60 en la radio, en sus 84 años de existencia. Nunca le faltaron sus premios, como el recibido junto a su esposo Álvaro, distinguiendo su vida y su obra en el certamen del premio Simón Bolívar de Periodismo, en su versión de 1995, título que había obtenido en 1987; el Catalina de Oro, el Nemqueteba, durante cinco años consecutivos como la mejor animadora, o el homenaje que en enero pasado le rindieran en la Feria Colombiatex por su trayectoria y aporte al sistema de la moda en Colombia. Hace apenas cuatro años recibió la orden Garzón y Collazos de la Fundación Musical de Colombia en Ibagué. En la década de los 40, aquella hermosa adolescente ibaguereña arribaría a Bogotá para adelantar estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de los Andes. Dejaba atrás la tranquilidad y el olor a provincia donde para entonces todos se conocían y quedaba adelante el desafío de comunicar los sueños, impactar con su amplia cultura intelectual y vincularse al mundo de las comunicaciones con sus extraordinarios ojos verdes. Por aquellos meses, Bernardo Romero Lozano, director del Teatro Dominical que dirigía en la Radiodifusora Nacional y veterano descubridor de nuevos talentos, no dudó un instante en encontrarlo en Gloria y la vinculó al programa que con pasión los capitalinos esperaban cada fin
la eterna Primera Dama de
la televisión colombiana de semana. La interpretación de las mejores obras de teatro tuvo a partir de entonces la voz pausada y melodiosa de una nueva actriz que empezó a destacarse entre el elenco, sin imaginar que iría a convertirse, muchos años después, en la ‘Primera Dama de la televisión colombiana’. En junio de 1947 contrajo matrimonio con Álvaro Castaño Castillo, quien luego sería como ella, otro de los grandes del mundo de la comunicación y, tan solo con tres años de casados, se dieron a la tarea de crear una alternativa en el mundo de la radio. Una pequeña emisora de tan sólo un kilovatio de potencia, un diminuto estudio con paredes de cartón y espacio justo para una sola persona, no fueron impedimento para que el 15 de septiembre de 1950 se inaugurara la HJCK. Convertida en refugio de intelectuales y artistas, la prestigiosa emisora vio desfilar por sus micrófonos a personajes de la talla de Álvaro Mutis, Gabriel García Márquez, Abelardo Forero Benavides, Gerardo Valencia.
Hernando Téllez, Lucas Caballero Calderón (Klim), Aurelio Arturo, Jorge Rojas y otros innumerables escritores que han forjado la historia cultural de país. De todas aquellas luminosas y trascendentales locuciones que hubiesen podido quedar en el olvido o en la anécdota, se tuvo el cuidado de organizar un histórico archivo de voces, conocido hoy internacionalmente. Cuando nació la televisión colombiana en 1954, todos aquellos calificados locutores o radioactores pasarán a conformar el inolvidable equipo de comienzos de la pantalla chica. Curiosamente, un día después de celebrarse el Día del Locutor, debe señalarse que ella hizo parte de la fundación de la Asociación Colombiana de Locutores y presentadores, de la que fue presidenta. Debe recordarse que en forma diaria los televidentes se acostumbraron a verla transmitiendo comerciales, concursos, y noticieros nacionales, ganando el título de la mejor voz femenina y en adelante no hubo evento
nacional o internacional de importancia que se transmitiera sin ella. Fue entonces cuando la bautizaron como la ‘Primera Dama de la televisión colombiana’ y su sonrisa en blanco y negro permaneció intacta a través de los años para inundarse de color cuando se modernizó el sistema en el país. Semanalmente, a lo largo de los años, presentó su famoso programa Naturalia, donde los reinos animal y vegetal aparecían con toda la fuerza de la naturaleza mostrando los secretos mejor guardados a través de milenios de evolución y adelantándose a la política del medio ambien-
te cuando aún no estaba de moda. Sólo hace poco se vio forzada a retirarse y a que su agenda, siempre llena de compromisos, no le diera tiempo adecuado para su descanso, y aún así para olvidar los ajetreos sacaba espacio para sus nietos, leer a Borges o viajar a Europa a visitar museos o enterarse de las últimas novedades en música. Nos queda un enorme vacío por su ausencia, una profunda satisfacción por su ejemplo, un recuerdo imperecedero por su acción y un orgullo de tolimenses por haberla contado entre sus hijos. *Escritor colombiano
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