Facetas 04 de Septiembre

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IBAGUÉ, SEPTIEMBRE 4 DE 2011

FA CE

TAS CULTURA AL DÍA La reseña

El titiritero sexual y la decadencia americana Carlos Arturo Gamboa B.

El Aleph: con Ana María Rivera

Nuevo elogio al eterno Borges Redacción Cultural Gentil Montaña:

68 años vibrando por su tierra Hernán Camilo Yepes Vásquez


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El titiritero sexual y la decadencia americana Por: Carlos Arturo Gamboa B.*

El señor Sabbath inició su carrera de actuaciones callejeras en 1953. Los observadores del mundo del espectáculo identifican a Sabbath como el “eslabón perdido” entre los respetables años 50 y los revoltosos 60: alrededor de su Teatro Indecente, en el que el señor Sab­bath empleaba los dedos en lugar de títeres para representar a sus impúdicos personajes, se desarrolló un pequeño culto. En 1956 fue procesado bajo la acusación de obscenidad, y aunque fue declarado culpable y multado, se suspendió su sentencia de treinta días de arresto. De haber cumplido la sentencia, tal vez se había reformado.1 Estamos frente a “Mickey” Sabbath, un titiritero decadente de 64 años, quien toda la vida ha estado expresando por su única virtud: manipular. Detenido por jugar con un pezón en plena calle de Manhattan cuando ejercía su arte, un acto que incluía sus dedos, los mismos que ahora parecen piedras petrificadas por la artritis. Ese parece ser el lief motiv principal de su existencia, por eso la palabra “escrúpulos” no tiene una significación real en el mundo del anciano de origen judío que en el ocaso de sus años emprende un retorno a su historia, en una especie de demencial retroceso. Después de la muerte de su amante Drenka, con quien ha sostenido una romance secreto durante 13 años, y cuya desaparición trastoca sus últimas neuronas, Sabbath decide hacerle frente a su destino apocalíptico dejando a su paso una ridícula y cruda forma de embestir su sexualidad. Huye de sí mismo, pero a su paso sólo encuentra un reflejo burlesco de lo que ha sido una escena muchas veces repetida y que puede resumirse en el acto físico de masturbarse frente a la tumba de su última y mejor amante. La muerte y el sexo, dos constantes, dos caminos que se entrecruzan en la vida del fracasado artista. Su madre aparece en escena como un espectro que le

reclama de manera constante sus fracasos; su primera esposa, Nikki, una actriz que algún día desapareció y de quien no sabe si está muerta o perdida en algún suburbio de Estados Unidos; su otra esposa, una muerta en vida -porque los personajes que rodean al protagonista parecen estar todos muertos aunque respiren-, una alcohólica que lo mantuvo económicamente durante mucho tiempo y muchas otras mujeres que son apenas, para este personaje bufonesco, una manera de demostrar su hombría, su condición de animal sexual. Alrededor de este personaje, Philip Roth, novelista estadounidense de origen judío, recrea toda una cultura de la decadencia occidental arraigada en la cultura norteamericana. Los personajes lóbregos, sumidos en el sueño americano que proporciona comodidad física pero no felicidad, deambulan por las calles modernas, refugiados en las extravagancias del arte o de las aberraciones sexuales. Esposas que maduraron al lado de hombres cuyo único fin material era alcanzar estatus social y olvidaron su sexualidad y ahora buscan emociones en un hombre como Sabbath, para quien eso es lo vital, y en los estertores de su vida aún reclama como un impúber los favores sexuales: Entonces entra, por el amor de Dios. Investiga las papilas, investiga los

molares. Arráncamelos. Haz cualquier cosa que te haga feliz. Quiero hacerte feliz. Mis dientes, mis encías, mi laringe, mis riñones… si funcionan y te gustan, tómalos, son tuyos. Para Sabbath el retorno es angustioso, pero también trascendental, quiere encontrar respuestas en cualquier lugar, por eso el vértigo es su brújula. Su hermano mayor Morty murió cuando su avión fue derribado y es el puente que comunica su presente derruido con un pasado que se le antoja feliz y tal vez paradisíaco; por eso sus recuerdos giran en espiral alrededor de aquellas vivencias y en ese retorno proustiano va de derrota en derrota. Una burlesca forma de enfrentar el mundo lo lleva los límites de la muerte como opción liberadora, por eso sus pasos terminan en un cementerio, buscando la tumba de sus padres y descubre estupefacto que su puesto ahora lo ocupa una mujer; el titiritero llegó tarde a la cita familiar y, sin embargo, con un dinero robado paga un lugar en aquel cementerio, un ataúd y una lápida en la cual imagina un epitafio que habla por sí solo de su condición: Morris Sabbath “Mickey” Amado putero, seductor, sodomita, Ultrajador de mujeres, Destructor mortal, extraviador de juventud, Uxoricida, suicida 1929 – 1994 Y como nadie quiere ser conscientemente culpable de su propia muerte, quizá porque el mejor castigo es permanecer muerto en vida, Sabbath piensa en el suicidio como alternativa, pero la valentía le es ajena porque lo que él quiere es inmortalidad, vivir en la memoria de los hombres, pero esa fantasía hace muchos años le fue negada; por eso el único lugar posible para pernoctar como un fantasma, mientras la muerte lo busca, es su casa, junto a su esposa medio alcoholizada, junto a los recuerdos de

su hermano, las últimas cartas enviadas desde el campo de batalla y una bandera de los Estados Unidos: Ahora no importaría que tardara años en llegar a la casa. Estaba muerto, la muerte era inmutable, y ya no existía la ilusión de huir jamás. El tiempo era interminable o había cesado, que venía a ser lo mismo. Todas las fluctuaciones habían desaparecido, esa era la diferencia. No habría flujo, y el flujo era la esencia de la vida humana. Pero de la misma manera que partió sin gloria, sin gloria es recibido, maniatado a su futuro, visitando la tumba de su amante Drenka, meando sobre ella para recordar aquella escena sexual que tanto le impactó, que tanto lo unía al recuerdo de la madre del policía que lo sorprende meando sobre la tumba. Entonces Sabbath piensa, por un instante, que su cobardía ante el suicidio ahora tendría un desenlace fortuito, sería asesinado por el hijo de su amante, pero éste lo abandona en aquel paraje lúgubre y la novela se cierra dejando al personaje central perdido en el marasmo de los sucesos. Páginas antes Roth nos había dejado un fragmento que casi dibujaba aquel final: Rey del reino cuyos súbditos carecen de ilusiones, emperador de la falta de esperanzas, dios y hombre alicaído del engaño, Sabbath aún tenía que aprender que nada, absolutamente nada le saldría bien jamás, y esa torpeza, por sí sola, le causaba un gran sobresalto. ¿Por qué la vida le negaba incluso la tumba? Cierre sin final, preludio de una decadencia presente, vagabundeo de una cultura que se extravió en los senderos de una búsqueda superficial, crítica profunda a los titiriteros del mundo, son los temas que Philip Roth nos propone en esta novela y muchas otras, novelas que ya lo van haciendo acreedor al Premio Nobel. *Escritor colombiano 1 Todas las referencias corresponden a: ROTH, Philip. El teatro de Sabbath. Alfaguara. Madrid. 1997.


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El Aleph: nuevo elogio al eterno Borges “…Yo tampoco soy; yo soñé el mundo como tú soñaste tu obra, mi Shakespeare, y entre las formas de mi sueño estabas tú, que como yo eres muchos y nadie”. J. L. B. El cono Sur se alista, una vez más, para contemplar vivo, más vivo que nunca, el legado del poeta argentino Jorge Luis Borges. Quince textos de su poesía y su prosa tomarán vida y memoria en voz colombiana, la de Ana María Rivera, ante reconocidos fortines del conocimiento y la literatura de ese país del globo. Una tercera antologación de libros de este escritor 25 años antes fallecido, transitan por estos días el territorio que le vio nacer y construir todo ese testimonio perenne de letras que, como Ana María, muchos guardan, cultivan y divulgan celosamente, con lujo de detalles. Y, precisamente, la promotora de esta recuperación textual explica en las siguientes líneas la importancia de cada uno de los textos. Hace, entonces, en breves líneas una reconstrucción de dicho legado. Comienza así: “En dichos textos, el autor argentino aborda la condición fortuita del ser lector y el ser del poeta. La figura medieval de Dante, Beatriz y la Divina Comedía, soslayada entre las visiones de un Aleph en el sótano contemporáneo, de una casa de la calle Garay, en Buenos Aires. La Predestinación; El destino de los grandes, procurado por la existencia de lo pequeño: así en Infierno I, 32, es la valerosa ignorancia del leopardo que inspira al poeta, ‘versos que tienen su preciso lugar en la trama del universo’. “El Aleph, como el generoso universo, que no nos obnubila con un solo objeto como lo hace el Zahir, y nos deja ver a cambio, simultáneamente, sin superposición ni transparencia, ‘millones de actos deleitables o atroces’. El universo mismo como el sueño de un Dios; la creación artística como un producto de esa actividad onírica. El Dios que es soñado por otro y que, a su vez, sueña a Shakespeare, el que abrumado de haber sido tantos, quiere ser uno y él, (“uno y yo”). “La ceguera y los Libros, esa ‘magnífica ironía de Dios’. El paraíso en forma de una biblioteca. El Golem, aquel simulacro de hombre, ‘perdido en esa red sonora de antes, ayer, mientras, ahora, derecha, izquierda, yo, tú, aquellos, otros’.

“El Golem, el ‘penoso hijo’, engendrado en el candor y el artificio fonético del rabino, quien agrega desatinadamente un símbolo más a la infinita serie. La constante presencia de los símbolos del judaísmo. Continúa catalogando a “Ragnarök, la recurrencia de la mitología nórdica, el crepúsculo de los Dioses; la trágica vuelta de los eclipsados y casi mudos, Dioses clásicos. Los hombres dando muerte a los derrengados Dioses, que han vuelto ‘al cabo de un destierro de siglos’. “La inmortalidad: los hombres diciéndose adiós de una manera trivial, porque ‘se saben de algún modo inmortales’. El Amor, la dulce amenaza universal, Borges enamorado. El humor como signo constante en la literatura borgeana. Macedonio y Borges: el suicidio, como posibilidad de discutir sin estorbo sobre la inmortalidad. La premonición de la muerte en el recuerdo de un verso latino. La realidad copiando la literatura. Pedro Henríquez Ureña. “Los Yahoos: la memoria; la reconfiguración de causa y efecto; la poesía, el lenguaje, la civilización, la vejez, La muerte, la ceguera, Buenos Aires... La multiplicidad de la que hablaba Calvino”, cierra. Esto nos dice Ana María; esto es El Aleph. La Biblioteca Nacional Argentina y el Museo Metropolitano de Buenos Aires son los sitios escogidos para reescribir este repertorio, pero con voz, acompañada de la música original en piano y clarinete de Alejandro Díaz-Lamprea. Conforman este recital A quien Leyere, Infierno I 32, Everything and nothing, Poema de los Dones, El Golem, Ragnarök, La Trama, El Amenazado, Delia Elena San Marco, Diálogo sobre un Diálogo, El Sueño de Pedro Henríquez Ureña, Elogio de la Sombra y La Espera, además de fragmentos de El

Aleph y El Informe de Brodie. Son más de 50 años de obra extractados de una producción que comprende entre 1923 y 1977, en una sola propuesta de conservación en el tiempo de ese gran legado, que cuenta con el abrazo de María Kodama, compañera de vida del poeta y heredera única de sus derechos de su obra. Ana María Rivera es directora de Artística de la Corporación Artes Escénicas del Tolima, capítulo Baquía 7 Azul, y del Taller de Escritura Poética “Museo de la Eterna”, con énfasis en Jorge Luis Borges, con sede en el Museo de Arte del Tolima. Este recital hace parte de la gira “Temporartes”, que desde hace tres años viene efectuándose en concertación con el Ministerio de Cultura colombiano, con la que ya ha extendido por el mundo dos recitales: El Oro de los Tigres y Luna de Enfrente.


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: a ñ a t n o M il t n e G o r Maest

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Fidelidad decidida hacia la música de su tierra fue la premisa durante los 68 años de existencia del gran guitarrista ibaguereño.

a rr e ti u s r o p o d n ra ib v s o ñ a 68

La historia del músico tolimense Julio Gentil Albarracín Montaña se resume en más que amor a sus raíces: toda una vida de entrega a la guitarra y la unión familiar en torno a la melodía, que con poco de recursos y mucho de dedicación pudo llevar al extranjero. Se refleja en una personalidad sen­ cilla, humilde, persistente y siempre vi­ sionaria a conservar la tradición, todo partiendo de la inspiración de un seno familiar que ya venía emanando músi­ ca y entregándola cual tesoro digno de conservar.

vocación autodidacta, y ya era ne­ cesario (además, le corría por las venas) exteriorizar lo aprendido. Conformó entonces duetos, tríos y cuartetos con algunos de sus herma­ nos y personas cercanas que sentían la misma pasión de él. Se trasladó a Bogotá hacia los 10 años de edad; tiempo después de fi­ nalizar la secundaria, junto con sus hermanos Raúl y Carlos, fungiendo él como puntero, conformó un pri­ mer trío, que se destacó por presen­ taciones en sitios exclusivos para la melodía colombiana como La 20. Y ¿cómo llegó su inmortal nom­ Primeras tonadas bre artístico? En esas andanzas de Todo inició el 24 de noviembre de rebuscarse su sustento, de manera 1942, cuando Ibagué, tierra donde vi­ fortuita, se encontró con el trío Los vía su abuela paterna, vio nacer al terce­ Montaña, de hermanos de doña Ja­ ro de los 11 hijos del matrimonio entre cinta, e inició una cercanía que hizo los ­purificenses Carlos Julio Albarracín y que la gente empezara a llamarlo ­Jacinta Montaña: un hogar en que reina­ ‘Montañita’. ban las canciones entonadas en todo tiem­ Llegó la etapa de Los Trisónicos, po y espacio. que, en manos de Quico Bejarano, De ahí que no fuera gratuito que Ju­ Raúl y Gentil, ahora simplemen­ lio Gentil empezase a forjar ese sentido te Gentil Montaña, se dio a cono­ musical que lo caracterizó durante más de cer con ¿Por qué me olvidas?, tema de seis décadas. En una guitarra de su padre, ­inspiración de doña Jacinta Monta­ quien integraba un grupo con un hermano ña, entre muchos boleros románti­ y con el reconocido ‘Pote’ Lara armados también de tiple y bandola, aquel niño in­ cos clásicos e inéditos compilados quieto confirmó la pasión que le movería en un LP. de por vida. Hacia 1959, tuvo como refugio Esto sucedió luego de que a unos po­ musical el bar As de Copas, también Celedonio, Benito Albarracín y Carlos Julio Albarracín (padre de Gentil Montaña, quien cos meses de nacido regresara a Purifica­ en la capital, donde se daría el con­ aparece abajo con tan solo seis años de edad). ción. Allí, desde que gateaba tomaba en­ tacto con el también guitarrista es­ secundarios transcurrieron tras su mudanza a Bogotá, tonces la guitarra (incluso la descolgaba de su sitio) y en la institución Real Holandés. pañol Domingo González, quien ofrecía recitales cual prodigio acertaba en notas y en advertir si estaba allí; desde ese momento, se selló una amistad gra­ afinada o no; por aquello ya se le atribuía un oído in­ cias a la que Montaña pasó a ser destacado alumno Juventud: forjando carrera confundible. del ibérico. Retornó a Ibagué. Entró en el Conservatorio Culminó dicha etapa de estudios, sumada a su No se pasa por alto el cuarteto Los Montaña de Ibagué a aventurarse con solfeo y violín, a con Carlos Burbano, que integraron los hermanos Toda esta historia se conserva Carlos, Gentil y Raúl y el mencionado músico. eso de sus siete años de edad. Sin embargo, sería la guitarra su instrumento definitivo, el que mar­ intacta en la memoria de doña Trabajaron en destacados sitios nocturnos difun­ caría su rumbo hacia el país y el mundo entero. diendo boleros y música tropical, entre muchos Luz Albarracín Montaña, Su educación primaria la cursó en una escue­ géneros, aunque no dejaron trabajos grabados. la del barrio La Francia, en tanto que los estudios hermana del fallecido maestro. De ese cuarteto se separó Carlos Burbano. Si­

guieron entonces los tres hermanos, con un Gentil Montaña que continuaba, a la par, formándose de manera independiente con González y también, con el chelista Daniel Baquero. Entre clases y trabajo, transcurrió una época casi sin descanso. Tampoco se debe olvidar a Gentil Montaña y su grupo bailable, que conformó junto con su ­hermano Frank y con el recordado Billy Pontoni, en el bar ‘Tropibomba’, de la calle 59 con carrera 13, de B ­ ogotá.

Despegando

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gar, ante la inconformidad de muchos que le catalo­ gaban como el mejor. Sin embargo, años después fue llamado a ejer­ cer como jurado en dicho certamen, debido a que guitarristas del mundo se daban cuenta de su talen­ to y le escuchaban constantemente. Este reconoci­ miento le hizo merecedor de múltiples conciertos en países como Argentina, Uruguay, Paraguay, Ve­ nezuela, Cuba; también, Alemania, Grecia, Austria, Francia (regresó), países a donde lo invitaban para conciertos.

Uno de sus grandes conciertos lo tuvo en el an­ Ida y regreso tiguo Teatro Ópera, en la calle 26 con carrera 13, Luego de un infructuoso viaje a España, donde en Bogotá, en homenaje al primer organista colom­ quiso probar suerte, emprendió camino a París, con biano, Jaime Llano González, quien, luego, le invitó su hermano Carlos, cuando ya pasaba los 30 años. a debutar como solista en el Teatro Lido, de Me­ Fue un camino que inició con pocos recursos, por dellín, teniendo 19 años de edad. Años más adelante, grabó el LP denominado Ensueños, que conte­ nía clásicos de la música colombia­ na, mostrando así su fidelidad a la música colombiana. Fue guitarrista también para José A. Morales, ha­ cia 1971, en un disco que contenía clásicos de la música colombiana. Tiempo después, llegaría el contacto con Nidia de Paredes, es­ posa del luthier Alberto Paredes, quien se convirtió en un impulso para su carrera. Su experiencia le decía que Gentil Montaña tendría éxito como solista. Se lo aconsejó; él siguió ese rumbo. Y ese éxito vendría acompaña­ do de una guitarra muy especial que el luthier fabricara para él. A pesar de que ya venía trabajando con su instrumento de la reconoci­ da marca Ramírez, empezó a ade­ cuar el nuevo obsequio a sus pre­ sentaciones. En 1975, participó en el Con­ curso Internacional de Guitarra Alirio Díaz, en Venezuela, con una obra de su propia inspiración, pues era tema libre. Quedó en tercer lu­ Arriba, a la izquierda, Raúl Montaña. Abajo: Gentil, con 12 años.

sus propios medios. Con la principal dificultad de un idioma y unas costumbres totalmente diferentes, se pasearon por distintos sitios reconocidos de la capital, con ami­ gos que hicieron a su paso y con quienes iban cons­ truyendo lazos musicales. Siete años, aproximadamente, duró su estadía en Francia, la primera en su carrera. Antes Carlos cambió de destino, se organizó con otros músicos y grabó un LP. Gentil, por el contrario, se quedó en ese país, hasta cuando el amor de patria le hizo volver a Colombia. En su retorno, se dedicó a continuar con otra de las funciones para las que la vida lo había pre­ parado: transmitir el conocimiento, que materializó siendo docente entre 1966 y 1972 (antes de viajar) y entre 1983 y 2001 en la academia Luis A. Calvo, de donde salió pensionado. También recibieron su virtuosismo, con su técnica particular, estudiantes de la Universidad Pedagógica Nacio­ nal, entre 1985 y 1996, y el Conser­ vatorio de Música de la Universidad Nacional de Bogotá, en 1991. De ahí que su nombre, Gentil Montaña, fuera divulgado con mucho más énfasis en la capital del país, ge­ nerando por ello una serie de presen­ taciones y reconocimientos a lo largo de su carrera, que siguió el curso de aquellos comienzos autodidactas. Hasta que creó en la década de los 70, en Bogotá, la fundación artís­ tica que lleva su nombre, y que hoy funciona bajo la dirección de su hijo Germán, materializando esa inten­ ción filantrópica de sacar adelante nuevos talentos en la melodía tradi­ cional, que había iniciado años antes en su apartamento propio, en Bogotá, donde dictaba clases individuales. Otro episodio que se recuerda del maestro Gentil Montaña es su labor como jurado en la versión del Con­ curso Nacional de Duetos del año 2000, ocasión en que el dueto Lara y Acosta obtuvo el máximo premio.


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“Ibagué, tierra querida, eres mi tierra natal, eres tierra que engalana a la mujer natural; Ibagué tiene ese don para las bellas mujeres, renace en tu corazón, todos los bellos quereres”, reza un paseo que compuso. Su familia

Con 68 años de edad, era el tercero entre los 11 herederos de la familia Albarracín Montaña, el primero en fallecer: cinco hombres y seis mujeres, en un entorno lleno de canciones en encuentros familiares, cantando todo tipo de música. En cuanto a sus padres, Carlos Julio falleció hace aproximadamente 10 años; en cambio su progenitora, Jacinta Montaña, tiene 92 años de edad y vive en Bogotá, con algunos de sus hijos. A la edad de 22 años, apareció su primer amor: Alba Patiño, con quien tuvo a su primera hija, llamada Diana, quien falleció a tan solo año y medio de nacida, circunstancia que originó una de sus primeras y más sentidas composiciones musicales. Las circunstancias fueron difíciles, y en esos tiempos de bohemia y desahogo conoció a su segunda compañera de vida. Fruto de esta unión son Germán, de 43 años, y Jhonny, de 34, quien nació en París, durante la estadía de Gentil en esa ciudad. Pero producto de altibajos entre sus espacios laborales y personales, la situación volvió a jugarle una mala pasada en su vida sentimental. Conoció,

Emisora Nueva Granada. Trío Los Trisónicos, de Quico Bejarano, Raúl y Gentil Montaña, con 18 años.

hace 13 años, a Luz Myriam Sánchez; de ella, surgieron dos niñas llamadas Diana Marcela (de 12 en la actualidad) y Giselle Daniela (de 11). Purificación seguía siendo el sitio de encuentro entre Gentil, sus hermanos y sus padres; específicamente, la casa de Sandalio Lozano, un amigo muy cercano, donde cada diciembre compartía la gran familia Albarracín Montaña, en torno a las canciones y a la alegría que no paraban de emanar del maestro Gentil. En ese municipio, en el Suroriente del Tolima, aún queda familia, en especial primos de segundo

Su discografía deja como he­ rencia más de siete discos grabados como solista de guitarra, destacándose los que hizo con la Orquesta Fi­ larmónica de Bogotá en honor a los Reyes de España. Com­ posiciones: Suites Colom­ bianas: Nº1: Danza, Canción, Guabina y Pasillo; Nº2: Pasillo, Guabina, Bambuco y Porro; Nº3: Pasillo, Guabina, Danza, Bambuco, y Nº4: Pasillo, Danza, Bambuco y Porro. Doce Estudios de Pasillo, so­ nata Canto al Amor para dos guitarras, preludio para un tema distante, tres Fantasías (arregladas para orquesta por el maestro Fernando León).

grado, pero queda el vivo recuerdo de don Carlos Julio, un hombre apreciado con grandeza en esa tierra.

La enfermedad

Germán y Johnny, sus hijos mayores, le acompañaron a Francia, a un concierto que ofreció por invitación especial en el Conservatorio de Música de París, hace casi tres años. Sería su último viaje, pues un agotamiento constante le hizo detenerse paulatinamente. Por esta razón, regresó a su país, pues sintió que algo andaba mal. Sus últimos años transcurrieron entre visitas a varios médicos y especialistas, quienes le daban diagnósticos que no lo dejaban satisfecho. “Usted no puede volver a tocar la guitarra”: con esta certera frase, un médico le indicó sobre la Esclerosis Lateral Ameotrófica, ELA, que le había sido detectada. Fue una noticia que, aunque le impidió conducir, no le hizo dejar de componer, como en sus primeros años hiciese en tributo a Ibagué. Alguien le aseguró que con células madres se podía revertir la enfermedad; otra persona lo desmintió. No obstante, a pesar de la incertidumbre, llegó diciembre de 2010 y, aún usando caminador, no dejó de moverse como en sus mejores años. Finalmente, y durante el proceso, toda esta enfermedad motivó que una semana antes de su fallecimiento le fuese practicada una delicada intervención quirúrgica, a la que no se sobrepuso y atendió el llamado de Dios a tocar suites celestiales.

Su carácter

Durante sus 68 años de existencia, Gentil Montaña se caracterizó por ser alguien muy sentimental hacia su tierra y su música. Así lo califican sus amigos y su familia. Por ejemplo, recuerdan cuando


IBAGUÉ, SEPTIEMBRE 4 DE 2011 bailaba al ritmo de la Sonora Matancera, Alfredo Gutiérrez y otros exponentes de la música tropical. Un ser aguerrido hacia la música colombiana: la incluía en todo, a pesar de que fuera visto ello como un pecado entre el repertorio clásico. Un compositor dedicado, creando desde niño letras para vallenatos, rancheras, valses, bambucos, torbellinos, danzas y pasillos, entre otros géneros. Si tenía amigos, eran siempre por el vínculo con la música. Se destacan, así, personalidades como Eduardo Aguilar y Juvenal Cedeño (integrante de la Estudiantina de la Universidad Nacional), quienes evocaron su ­música. O, también, amigos que se consideraban del alma, como Fernando León, bandolista del Conservatorio de la Universidad Nacional. Como tenía tantos conocidos, sí tenía sus amigos predilectos. Pero su amigo más importante es, sin duda, todo el departamento del Tolima, todo un país, y un escenario internacional entero, que no dejarán de escuchar sus canciones mientras rinden sinceros homenajes como el del pasado 28 de julio, en el festival Colombia al Parque, en Bogotá. “A mi patria querida; a mi patria natal, ese Tolima grande; a mi querida capital, Bogotá, la vida les debo y mi vida les doy. 68 años amando mi pueblo, 60 años descubriendo y construyendo identidad musical con mi guitarra me llenan de gozo y esperanza cuando veo el fruto y la cosecha de esta ardua labor en excelentes guitarristas que hoy llevan nuestra música colombiana a todas las naciones del planeta”, fue la frase que inmortalizó en cada corazón de quienes le acompañaron en ese merecimiento.

Junto con el entonces trío Los Trisónicos alternó el conjunto mexicano Los Tres Reyes, que visitó el país en los años 60, cuyos integrantes se sorprendieron ante el talento de Gentil Montaña, quien tenía 19 años.

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Trío Los Montaña con Carlos Burbano. Derecha: Carlos Montaña. Izquierda: Gentil.

Los hijos Albarracín Montaña, de mayor a menor: Raúl (70 años), Rosario, Gentil, Carlos, Luz, Elizabeth, José Frank, Florelly y Jaime; las gemelas Esperanza y Consuelo, las menores (50 años).


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IBAGUÉ, SEPTIEMBRE 4 DE 2011 Editorial: Fondo de Cultura Económica Título: Por los países de Colombia (Ensayo) Autor: William Ospina Páginas: 302

Título: Los pingüinos del señor Popper Autores: Richard y Florence Atwater Editorial: Norma

El adorable señor Popper

Bogotá, Colprensa

sueña con ser un intrépido explorador del Antártico y vivir entre pingüinos. Un día, llega a su casa un regalo: un pingüino de verdad. Muy pronto, a ese pingüino se le suma otro, y antes de darse cuenta, el señor Popper tiene su casa llena de pingüinos y convertida en todo un país de las maravillas de hielo. Con el dinero justo para mantener a su familia, y con una cuenta creciente en pescado crudo y camarones enlatados, qué más puede hacer el extraordinariamente imaginativo señor Popper sino entrenar a sus pingüinos en un hermoso show. Los pingüinos del señor Popper es un clásico infantil de los años 30 que invita a los lectores a imaginar, a soñar y a creer que todo es posible. Es el libro ganador del Newbery Honor y el Lewis Carroll Shelf Award, con ilustraciones de Robert Lawson, ganador del Newbery Medal.

Mientras sus lectores esperan con paciencia la aparición de La serpiente sin ojos, novela con la cual cierra su trilogía literaria histórica, el Fondo de Cultura Económica edita Por los países de Colombia, de William Ospina, un volumen con sus memorables ensayos sobre poetas colombianos. El ensayo es uno de los grandes fuertes de este escritor tolimense, y la poesía, uno de los temas que mejor maneja. Así, el libro promete ser un apasionante recorrido por lo que ha sido y es la poesía en Colombia, homenajeando a los reconocidos poetas, pero también sacando a la luz aquellos de gran trayectoria, pero poca visibilidad. Según el propio Ospina, esta es una vieja deuda que tenía con la poesía de su país. De ahí que el libro sea una especie de testimonio de la gratitud que siente, y que ahora demuestra en estos textos.

Editorial: Fundación Alpina Título: Manual de medicina tradicional Wayuú Autor: José Tiles Ipuana Páginas: 86

Editorial: Debate Título: Grandes conspiraciones en la historia de Colombia Autor: Enrique Santos Molano Páginas: 272

Bogotá, Colprensa

Desde los tiempos coloniales las conspiracio nes han sido el pan de cada día de la historia de Colombia. Todas con el propósito de conseguir el máximo poder, más allá de los caminos que dictan la ley. El periodista Enrique Santos Molano ha realizado una intensa investigación durante años, buscando hasta el más mínimo detalle para relatar de manera minuciosa quiénes, cómo y por qué desarrollaron célebres golpes, algunos de los cuales fueron exitosos, mientras que muchos más sufrieron rotundos fracasos. Con tantas conspiraciones que se han produ cido en estas tierras, sin contar las de los últimos años, había que delimi tar este primer volumen, en el cual el autor se concentra en ocho conspiraciones entre 1715 y 1867, con historias que parecen de novela.

Bogotá, Colprensa

La riqueza cultural de las comunidades indígenas suele hacer parte de su tradición oral, que con los cambios de los tiempos, la modernidad y el desplazamiento de las nuevas generaciones a las grandes urbes, puede estar en serio peligro de perderse. El Manual de medicina tradicional Wayuú para la producción pecuaria, elaborado por José Tiles Iguana, es uno de los resultados de la cooperación que viene realizando la Fundación Alpina en el departamento de La Guajira, donde se encuentra esta comunidad indígena. En este manual se encuentra buena parte de la sabiduría Wayuú en el uso de las plantas, de manera medicinal, para los animales de sus rebaños. Un conocimiento que no se perderá y que podrá ser usado en otras partes del país.

DIRECTOR: Antonio Melo Salazar JEFE DE REDACCIÓN: Martha Myriam Páez Morales COORDINADOR: Redacción cultural EL NUEVO DÍA PERIODISTA: Hernán Camilo Yepes Vásquez EDITOR: Billy Edison Zúñiga Valencia DISEÑO: Ingrith Johanna Buitrago Castañeda FOTOS: Internet. Suministradas. Colprensa. Carrera 6a. No. 12-09 TELS.: 2770050 - 2610966 Ibagué - Tolima - Colombia Apartado Aéreo 5476908-K www.elnuevodia.com.co Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8.


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