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TAS CULTURA AL DÍA
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Por el rescate del Santuario de Coloya Sandra Lombana Reseña
El Orfanato Andrés Ricardo Duque Cuento
El actor Pablo Lores Kanto
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FACETAS
IBAGUÉ, FEBRERO 12 DE 2012
“No se trata de ver para creer, sino de creer para ver”: Sergio Sánchez
POR ANDRÉS RICARDO DUQUE RINCÓN DOCENTE EN LENGUA CASTELLANA
El Orfanato es el primer largometraje del español Jorge Antonio Bayona, quien ha laborado como creador de videoclips y anuncios, en el campo publicitario. Realizador de los cortometrajes, Mis Vacaciones (1999) y El Hombre Esponja (2002), reconoce la influencia de directores como Spielberg y Polansky en su trabajo. Sobre todo se hace evidente el influjo de la película, La Semilla del Diablo (1968) de Polansky, donde como en el filme de Bayona, “los personajes pierden la cabeza y experimentan procesos de ensoñación, locura y delirio[1]”. Asimismo con la película Encuentros en la Tercera Fase (1977) de Spielberg, comparte “la desintegración de una familia, el aislamiento y la alienación del personaje principal”[2]. La película nació a partir de la idea desarrollada por Sergio Sánchez y que derivó en el cortometraje 7373, del año 2000. Según Sánchez todo surgió de la inquietud que siempre le había rondado, de preguntarse que le ocurrió a la madre de Wendy, cuando sus hijos son llevados por Peter Pan a la ciudad de nunca jamás. Para Sánchez sería ingenioso realizar una película sobre este aspecto y de ese modo revisar la historia de Peter Pan, pero desde “el ángulo de esa madre que espera en la ventana a que algún día regresen sus hijos de nunca jamás[3]”. Aunque al igual que Jorge A. Bayona, reconoce la admiración por el trabajo de Spielberg y Polansky, los referentes que le brindaron elementos para realizar el guión de lo que sería El Orfanato, serian el filme de Jack Clayton, Suspense (1961) y la novela Otra Vuelta de Tuerca de Henry James. Tanto el filme como la novela le habían agradado, pero sentía que les faltaba algo, “porque esperas que todo estalle de un momento a otro y eso nunca pasa[4]”. De ahí que aunque se genere cierta duda sobre la realidad de los eventos, al final de la película reconocemos la verdad de la situación y como se resuelven los hechos. El guionista se ingenió un final con un toque terrorífico y melodramático, “una puerta abierta a que Laura regrese con sus seres queridos[5]” El Orfanato relata la vida de Laura, Carlos y su hijo pequeño, Simón, quienes se disponen a inau-
gurar una residencia para niños discapacitados, situada en un antiguo orfanato. Simón, como todo niño tiene la costumbre de jugar con amigos imaginarios, lo que sus padres consideran inofensivo. Pero se empiezan a preocupar cuando el infante asevera que sus compañeros de juego son los antiguos niños del orfanato y ha quienes Laura había conocido en su infancia. Cierto día de lluvia, se acerca a la casa una señora de nombre Benigna, quien posee el archivo de adopción de Simón donde se revela que es portador del VIH, Laura extrañada de dicha visita, se molesta y despide a la anciana. Esa misma noche, Laura descubre a la anciana merodeando el lugar y aunque trate de atraparla, ella escapa. Los hechos van a tomar un giro alarmante el día de la inauguración de la residencia, cuando como producto de una discusión entre Laura y Simón, éste desaparece. El
niño deseaba que su madre lo siguiera al cuarto de Tomás, pero ella está muy atareada con los invitados y se niega acompañarlo, pues piensa que es otro de los juegos con sus amigos imaginarios. Pasa el tiempo y las autoridades no logran hallar a Simón, cuando inesperadamente se topan en la calle con Benigna, pero antes de poder entablarconversación con ella, la señora es atropellada y muere en el acto. Entre las cosas que lleva la anciana se encuentra, una especie de máscara que Laura había visto lucir a algún niño en la ceremonia de inauguración. Las autoridades descubren que Benigna había trabajado en el orfanato y quien había tenido un hijo llamado Tomás. Dicho infante había nacido con malformaciones en el rostro, lo que le obligó a llevar un saco en la ca-
[1] FEZ, Desirée. El Orfanato. La película y sus creadores. Editorial ocho y medio. Madrid. 2007. p. 17. [2] Ibíd. [3] Ibíd. p. 110. [4] Ibíd. .p. 109. [5] Ibíd. p. 20.
beza para no aterrorizar a los demás y por ello vivió confinado en una especie de sótano. Tomás muere accidentalmente ahogado por parte de los chicos del orfanato, quienes como parte de una jugarreta, le esconden la máscara y Tomás avergonzado decide ocultarse en una cueva, donde fallece al subir la marea. Desesperada, por no recibir noticias de su hijo, decide solicitar la ayuda de una médium, quien le confirma que allí hay registro de seres que sufrieron algún hecho traumático y que requieren alivio. Convencida de que en la casa existe una presencia se queda y decide permanecer dos días allí, tiempo que le dio de plazo su esposo para que regrese con él. Gracias a una serie de pistas que le van dejando los niños, Laura descubre sus cuerpos, en el almacén de carbón y de esta manera las autoridades aclaran la responsabilidad de Benigna en la muerte de los chicos, como un acto de venganza. Ahora ella intenta ponerse en contacto con los niños y adecúa la casa como se encontraba cuando era un orfanato. Nada da resultado y entiende que lo que quieren es volver a jugar como lo hacían cuando ella estuvo junto a ellos y de esta manera van apareciendo uno por uno. Con las indicaciones de los fantasmas, Laura logra dar con el paradero del cadáver de Simón quien se encuentra con la cabeza cubierta por una máscara y en el cuarto donde solía esconder a Tomás. Laura como única medida para recuperar a Simón, traga un puñado de pastillas que logran que de un momento a otro la figura yerta de Simón cobre vida y así mismo la de los demás niños. Considerado como un filme de terror, El Orfanato se encuentra revestido de tintes melodramáticos, donde se funden temas tan emotivos como la pérdida, la locura, el dolor, y la culpa. Aunque según el director de la película, era un aspecto tocado de manera somera en el guión original, el rol de la maternidad fue desarrollado aun más y demuestra hasta donde puede llegar el amor de una madre por su hijo. El Orfanato meritoriamente nos presenta como un apacible ambiente, se trasforma en una atmósfera de creciente tensión y angustia, donde el peso protagónico lo detenta una mujer que pasa de la ilusión de una vida familiar idílica, a la desazón de la pérdida de su hijo.
La poesía Maribel Martínez, El Correo
La poesía no solo proporciona placer sensorial y estético al lector con sensibilidad. Es, además, una potente arma, capaz de aumentar la actividad cerebral de quienes disfrutan de ella. Porque no hay mayor poder que el de las palabras hábilmente combinadas: pensemos en un discurso político bien tejido o en una campaña publicitaria impactante. El Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL) ha ido más allá y ha logrado medir empíricamente la capacidad de las figuras retóricas para generar actividad cerebral. Una constatación que abre la puerta a aplicaciones terapéuticas para pacientes con algún tipo de deficiencia intelectual. Al frente de este estudio está Nicola Molinaro, un ‘staff scientist’ del centro donostiarra a quien la bombilla se le encendió tras leer un artículo sobre la capacidad de los monos de distinguir no solo palabras con una relación concreta con objetos que están viendo, sino también las características que éstos poseen. “Podían distinguir entre plátano un pequeño y otro grande”, apunta Molinaro. Entonces, ¿dónde está la peculiaridad del lenguaje humano? La diferencia radica en la capacidad de comunicar cosas que no existen y conceptos abstractos. Por ejemplo, a través de las figuras retóricas, que “tienen un poder comunicativo terrible. Eso es algo muy humano”. Para la investigación, se centraron en el oxímoron, “una construcción básica de dos palabras de significado opuesto que originan un nuevo sentido. Por su brevedad, resulta más fácil medir con precisión la actividad cerebral que generan”. Oxímorones son, por ejemplo, construcciones como ‘clamoroso silencio’ y ‘selección completa’. * www.elcastellano.org
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APLICACIONES TERAPÉUTICAS Molinaro, en colaboración con su compañero del BCBL Jon Andoni Duabeitia y el director del centro, Manuel Carreiras, contó con la participación voluntaria de estudiantes de la UPV de entre 18 y 25. Ideó varias listas de frases incorrectas, neutras, oxímorones y pleonasmos, empleando el mismo sustantivo como sujeto. Por ejemplo: ‘monstruo geográfico’, como expresión incorrecta; ‘monstruo solitario’, como neutra; ‘monstruo hermoso’, como oxímoron, y ‘monstruo horrible’, como pleonasmo. “A los participantes se les enseñaban las listas mientras se medía su actividad cerebral con un electroencefalograma para extraer información sobre el procesamiento de las figuras”, explica Molinaro. Observó que el oxímoron genera una intensa actividad cerebral en el área frontal izquierda del cerebro 500 milisegundos después de percibir la expresión, algo que no se produce con una expresión neutra o un pleonasmo, que requieren de un menor esfuerzo. En cuanto a la incorrecta, el cerebro tarda 400 milisegundos en detectar que hay un error. “Cuanto menos natural es la expre-
el cerebro
sión, más recursos requiere para ser procesada en la parte frontal izquierda, un área relacionada con la actividad intelectual, muy desarrollada en los humanos”, anuncia el investigador del BCBL. Molinaro cree que, en un futuro, esta investigación puede llegar a tener aplicaciones terapéuticas. “Por ejemplo, en el caso de los dementes fronto-temporales, una discapacidad que impide acceder a los sentidos. Son personas que ven una puerta y no saben qué deben hacer”. El investigador ve factible un ‘entrenamiento’ con figuras retóricas para aumentar el trabajo cerebral y así tratar estos problemas. “Se dice que leer es bueno, ahora sabemos por qué. Leer poesía y perder el tiempo en saber qué estaba pasando por la cabeza del poeta puede tener una repercusión muy buena y positiva en capacidades como la creatividad”. De momento, el científico ha comenzado a repetir este experimento con resonancias magnéticas para estudiar las conexiones entre el área frontal izquierda y el hipocampo, dos partes muy implicadas en el proceso del significado.
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Leridenses buscan revivir la peregrinación al
Santuario Como el Ave Fénix que resurge de las cenizas, los habitantes de Lérida buscan que uno de sus mayores tesoros religiosos, culturales e históricos recupere la imagen perdida: las ruinas de Coloya. Las plegarias que muchos dolientes de este legado dejado por los indígenas Coloyas en 1691 le han presentado a su santa patrona están siendo escuchadas. Prueba de ello, es que hoy los vestigios del santuario de la Virgen de Coloya están dejando de ser ‘devorados’ por la maleza. Esto no fue por arte de magia, sino el resultado del trabajo conjunto entre jóvenes, maestros y comunidad, liderados por el párroco local, quienes están segu-
ros de que la antigua morada de su morena milagrosa puede volver a ser el lugar de peregrinación de la Lérida de antaño. “Desde el año pasado, a raíz de una visita a la zona, nos dimos cuenta de que las ruinas estaban a punto de ser borradas por el abandono y el rastrojo, así que nos reunimos para limpiarlas, en aras de convertirlas en un destino de interés arqueológico y religioso, es decir, revivirlas como un lugar
De la edificación en tapia pisada, bloque y barro, construida poco después de que el 2 de febrero de 1691 se apareciera la imagen de la Virgen de Coloya sobre un árbol de totumo, a varios indígenas coloyas, permanecen en pie unos cuantos trozos de pared, que evidencian el arduo trabajo que le representó a esta tribu indígena levantarla, bajo la dirección de los españoles. Sobre una pared de barro erosionado por la fuerza del agua y el viento permanece el altar, una estructura con techo en forma de pirámide sostenida por cuatro columnas y cuatro arcos, donde en el pasado estaban instaladas las figuras religiosas, entre ellas la bellísima imagen sonriente de la Virgen de Coloya, tallada en madera, y que por su ausencia ha sido reemplaza por una réplica en yeso. La real se dice es la que está expuesta en la parroquia de Lérida, luego de que en 1951 le fuera arrebatada a esta comunidad. En el centro del recinto, se conserva una gran copa que era utilizada para los ritos del bautismo, y que sin explicación fue tapada con cemento. Al igual que el altar, está pintada de blanco con algunas franjas de color curuba. Sumado a ello, está levantada una estructura en concreto, al parecer, efectuada por la iglesia en un pasado intento de restauración, que marca la entrada a un antiguo cementerio, donde yacen los despojos mortales de moradores. Allí, en este campo santo invadido de matas de plátano y pasto se logra observar algunas bóvedas, cuyos nombres y fechas han sido borrados por el tiempo. Además de las cuatro familias que habitan la vereda y principales defensores del legado de sus ancestros, el santuario es custodiado por abejas angelitas, que han utilizado las paredes como la base de sus panales.
de fe que atraiga visitantes”, mencionó el sacerdote Ilder de Jesús Muñoz. Las manos laboriosas del equipo de feligreses no sólo limpiaron y desyerbaron sino que hasta pintaron el atril, la pila bautismal y el altar, permitiendo que quienes por primera vez lleguen a este centro religioso puedan hacerse a una idea, así sea lejana, de cómo pudo haber lucido la estructura en su época dorada. Una prueba del interés y fervor que generan las ruinas de la capilla de estilo español, ubicada en la punta de una colina que centenares de años atrás se podía divisar desde cualquier punto de Lérida, se puso de manifiesto el pasado 28 de enero, cuando cientos de devotos participaron de una nueva peregrinación, que esperan dé inicio a la reactivación de los viajes al templo cada 2 de febrero, día de su Señora. Su idea es revivir aquellas épocas en las que el santuario de Coloya era el más visitado de Colombia por feligreses nacionales y extranjeros conocedores del hecho sobrenatural que rodeaba a la Virgen, a quien se le continúan atribuyendo
múltiples milagros. “La noticia de la aparición de la Virgen y la aceptación de la religión católica por parte de esta aguerrida tribu atravesó fronteras y miles de visitantes venían a verla y el santuario se convirtió en uno de los más importantes del país”, mencionó el docente César Jaramillo.
Coloya en su edad de oro
De acuerdo con las investigaciones efectuadas por Miguel Ángel Ayala Rondón y Diego Andrés Cervera Oñate, éste último un joven técnico en Gestión Turística y Hotelera que se ha trazado como meta impulsar el turismo por los hitos de Lérida, Coloya, desde la época
nalidad agradecer y entregar las ofrendas a la Virgen por los milagros y favores recibidos. “Las ofrendas de esa época eran vestidos muy finos en hilos de oro, adornos, diademas de oro, mantas de seda importadas, coronas de oro con esmeraldas incrustadas, perlas, rubíes y donaciones en dinero”, mencionó el maestro Miguel Ayala. Después de los actos religiosos, la romería de devotos almorzaba en Coloya, y de regreso a su lugar de origen se volvía a sumergir en el río Bledo debajo del puente Juan Domíguez. De esta estructura colgante construida en madera y cables de acero en tiempos de la colonia, sólo quedan las bases, los cables y algunos troncos que sirvieron para pasar el río. Aquellas multitudinarias peregrinaciones que ahora tan sólo hacen parte de la tradición oral, llegaron a su fin en 1951, cuando Coloya fue asaltada e incendiada y su Virgen protectora, así como to-
das sus joyas, fueron raptadas. “Coloya desapareció a raíz del Bogotazo, por aquel entonces había un cura español resentido que odiaba a los indígenas, llamado Zacarías Vizcavgüenagua Bilbao. Él una noche envió a varios hombres a incendiar a Coloya; milagrosamente se salvaron el santuario y la Virgen, pero en enero de 1951, antes de que fueran las fiestas patronales, el sacerdote, acompañado de amigos y policías, logró sacar la imagen, propósito que se habían trazado los colonos expulsados por los indios desde su llegada a Peladeros, hoy Lérida”, recordó Ayala, quien lleva varios años investigando sobre la historia de su tierra.
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VESTIGIOS
ROMERÍAS DE ANTAÑO Según contó a EL NUEVO DÍA el docente e investigador Miguel Ángel Ayala Rondón, hasta la primera mitad del siglo XX las romerías de gente provenientes de todos los rincones de esta patria y de países vecinos desde días antes de la fiesta patronal, eran incalculables. “En la víspera, Lérida se congestionaba, la gente dormía en los corredores de las casas y en el parque principal y se distraía hasta la noche escuchando la antigua banda municipal, así como a los serenateros, copleros y conjuntos musicales que venían de Delicias, Alto de Bledo y otras veredas vecinas a animar la velada. “Alguna gente traía la comida preparada: pollos asados en horno de barro y la repartían con la gente de aquí y los peregrinos que no traían merienda. Así mismo, otros saboreaban los platos típicos de Lérida, tales como el sancocho de gallina peladeruno, el viudo de pescado, la bandeja de pescado frito, los tamales, la chicha de maíz, el masato y el guarapo que se vendían en toldos”, indicó. Tras esa integración gastronómica, musical y dancística en la que se convertía la localidad el primero de febrero, la conmemoración de la aparición de la Virgen de Coloya arrancaba al día siguiente muy temprano: a las 4 de la mañana, con una alborada acompañada de retumbar de voladores, utilizada para llamar a los feligreses para emprender el viaje a Coloya. Así, a las 5 de la mañana, empezaba el recorrido al santuario que duraba cerca de dos horas y que era encabezado por el sacerdote de turno. Los peregrinos ascendían a Coloya rezando el rosario de la aurora. Se bañaban en el río Bledo para limpiar el cuerpo para que al llegar al templo se hiciera lo mismo con el espíritu, participando en las ceremonias religiosas que tenían como fi-
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El párroco local, maestros y jóvenes se unieron para cambiarle la cara a las ruinas de Coloya. Hoy ya se pueden admirar los vestigios del que fuera en la época de la Colonia uno de los corregimientos más importantes del país.
precolombina, era la morada de los indios coloyas. Este caserío llegó a ser una importante ciudad indígena, que se destacaba por su privilegiada posición geográfica como ruta colonial, para unir el oriente del país con el occidente. “En época del virreinato, su camino empedrado comunicaba a Bogotá por Ambalema, a Lérida y siguiendo al occidente del país, a Manizales y el Valle del Cauca, lo que influyó para que el santuario se convirtiera en uno de los más visitados de todo el país”, dijo Diego Andrés Cervera. Su destacada artesanía, alfarería, cerámica, orfebrería, sus vasijas y utensilios hechos a base de totumo, atrajeron a los españoles hacía 1670, pero esta primera
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incursión fue expulsada por los nativos. Veinte años después, Coloya fue invadida de nuevo por un numeroso grupo de españoles atraídos por su pujanza y riqueza, quienes lograron ganar la confianza de sus pobladores. En un comienzo, los coloyas no aceptaron las costumbres, la cultura ni la religión de los colonizadores, quienes se las ingeniaron para convertirlos al catolicismo, tal como se logró luego de la inesperada aparición de la Virgen en el copo de un totumo, árbol predilecto de la tribu, ubicado donde meses después construyeron el santuario para venerarla. De acuerdo con Ayala Rondón, a pesar de este suceso sobrenatural, la rivalidad entre indígenas y españoles continuaba, a tal punto que en 1775, a raíz de un levantamiento indígena, los españoles solicitaron a la Real Audiencia de Santa Fe el traslado del caserío, que inició dos años más tarde por orden del virrey Manuel Antonio Flórez, quien ordenó el traslado a la hacienda Peladeros, hoy Lérida, sobre terrenos que donó Manuela Arciniegas, pero la imagen de la Virgen permaneció en Coloya, ya que no podía ser extraída porque cada vez que los ‘invasores’ lo intentaban ésta se tornaba demasiado pesada para levantarla, a la vez que el río Bledo se crecía. “El pueblo llamado Peladeros se inauguró el 26 de junio de 1777, dos años después de haber sido poblado, pero su nombre fue cambiado a Lérida el 5 de octubre de 1850, haciendo caso a un cura, quien dijo que se le parecía a su tierra natal: Lérida, España”, indicó el investigador. Y agregó que: “Coloya era un pueblo grande y la cabecera de Lérida, pero fue desplazada por la llegada de turcos y árabes, además de españoles”.
PODER HUMANO Según la tradición oral y escrita, un 2 de febrero un grupo de indígenas coloyas observó asombrado una luz resplandeciente sobre la copa de un árbol de totumo. Cuando los aborígenes se acercaron descubrieron la imagen de la Virgen, que de inmediato fue bajada y venerada. Esta historia, dijo María Gladys Bernal, una de las pocas habitantes de Coloya, le fue contada por sus abuelos con otra explicación, para ella mucho más creíble. “El antiguo propietario de la hacienda Neme regaló la imagen fabricada en madera, y un día, a eso de las 2 de la tarde, mandó a uno de sus trabajadores a instalarla sobre un totumo, después de esto se empezó a rumorar que algo divino había
aparecido en el árbol”, mencionó. María Gladys Bernal aseguró que es una fiel devota a la Virgen, aunque no cree que la que reposa en Lérida sea la original, “se me hace muy distinta a la que vi cuando era niña”. Pese a ello, confía en que hace milagros; de hecho su madre, Ana Tulia Arévalo, siempre le expresó que a ella le debía su vida. “Mi mamá falleció debiéndole una promesa a la Virgen, que consistía en comprarle un hábito; siempre le dije que no pensara en esto que Nuestra Señora de Coloya entendía que nosotros no teníamos dinero ”, refirió, al mencionar que la ‘deuda’ pendiente se debía a su salud, pues María Eugenia a los ocho meses de edad padeció de meningitis e inexplicablemente se recuperó.
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El cuento El actor
Pablo Lores Kanto *
Cuando le dieron la mala nueva, el actor se puso la careta de comedia y mostró una mueca de lo más parecida a una sonrisa. Sí, lloró lo hizo a solas, cuando los hombres de veras representan su verdadero papel. Le pareció apropiado, dadas las circunstancias, montar una obra sobre los asesinatos de Julio César y Abraham Lincoln. Se trataba de un monólogo sobre la ilusión del poder, la traición y la levedad del ser. Un monólogo donde su voz se volvía muchas voces. La de la víctima y la de los criminales. La mímica dentro de la textura de la obra sumó otro color a su paleta actoral. Un avispado periodista difundió la noticia: “Actor decide representar su propia muerte”. Ese titular apareció en los periódicos. “A sabiendas de que padece una enfermedad incurable, decide montar una obra en la que espera morir en plena actuación...”, decía el artículo. En los medios se desató una polémica sobre si era ético o no banalizar la muerte de esa manera. Hasta la Iglesia metió su cuchara. Esto le dio a la obra más vuelo publicitario. El morbo llenó el teatro y todos los días la gente hacia cola en la calle porque no quería perderse el desenlace. ¡Una muerte de verdad en pleno escenario!, cuchicheaba la gente en la puerta del teatro. Estertores, tal era el nombre del montaje, se mantuvo en cartelera más del tiempo que el médico había diagnosticado que duraría el actor. Teóricamente, debía vivir a lo sumo ocho meses pero había pasado un año y seguía vivo. El público se sintió estafado y dejó de acudir al teatro. Les pareció una burla el “Véala hoy que mañana puede ser muy tarde...” del anuncio publicitario. -Joder, hombre, muérete de una vez. Estamos perdiendo dinero y prestigio con este montaje- le atormentaba su desesperado productor. -Las quejas, al médico, se defendía el actor. -Habrá que demandarlo por daños y perjuicios, sugirió el productor. La obra se mantuvo otras seis semanas hasta que en la función del jueves femenino -ese día las mujeres pagaban la mitad- el actor, que en ese momento representaba los últimos minutos de vida del presidente Lincoln, recibió un disparo en la nuca. ¡Pero uno de verdad! Esa noche no había ni veinte personas sentadas en las butacas. El actor se desplomó y yacía boca bajo cuando una aureola de sangre le apareció alrededor de la cabeza. -¡Está muerto! ¡Está muerto!... ¡Le han matado!, gritó el tramoyista luego de echar un vistazo al cadáver. Entonces, el público se puso de pie y empezó a aplaudir. Primero uno, luego otro y después otro y otro hasta que todos los aplausos juntos se hicieron ovación. Hay quienes vieron al médico que le diagnosticó la enfermedad huir de la escena del crimen. Otros dicen que fue el productor de la obra el que le metió el tiro en la cabeza. La policía sigue investigando. *Escritor peruano. Ficticia.com
Poesia
Mario Benedetti Escritor y poeta uruguayo
¿Qué les queda a los jóvenes? ¿Qué les queda por probar a los jóvenes en este mundo de paciencia y asco? ¿sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo? también les queda no decir amén no dejar que les maten el amor recuperar el habla y la utopía ser jóvenes sin prisa y con memoria situarse en una historia que es la suya no convertirse en viejos prematuros ¿Qué les queda por probar a los jóve-
nes en este mundo de rutina y ruina? ¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bravas? les queda respirar / abrir los ojos descubrir las raíces del horror inventar paz así sea a ponchazos entenderse con la naturaleza y con la lluvia y los relámpagos y con el sentimiento y con la muerte esa loca de atar y desatar
¿qué les queda por probar a los jóvenes en este mundo de consumo y humo? ¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas? también les queda discutir con Dios tanto si existe como si no existe tender manos que ayudan / abrir puertas entre el corazón propio y el ajeno / sobre todo les queda hacer futuro a pesar de los ruines de pasado y los sabios granujas del presente. www.poemas-del-alma.com
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Título: Nieve en otoño Autora: Irène Némirovsky Páginas: 93 Editorial: Norma
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Título: Adolescentes en el Siglo XXI: entre impotencia, resiliencia y poder Compilador: Roberto Pereira Editorial: Morata - Fondo de Cultura Económica
Bogotá, Colprensa
uando publicó Nieve en otoño, su tercera novela después de David Golder y El baile, con apenas 28 años, el prestigio de Irène Némirovsky era ya notable, y no sólo en Francia. The New York Times la había bautizado como “la sucesora de Dostoievski”, por su capacidad para reflejar las contradicciones de la vida y sus complejidades morales. En este breve relato sobre el exilio y la nostalgia, Némirovsky exhibe una vez más el don de aproximar sus personajes a los lectores y de evocar situaciones, como si la frontera entre lo real y lo imaginario no existiese. La anciana Tatiana Ivanovna ha dedicado toda su vida a servir a sus señores, los Karin, a quienes ha visto nacer y crecer en la mansión de Sujarevo, en las inmediaciones de Moscú. Cuando la familia debe huir por la Revolución de Octubre, la fiel criada termina por reunirse con ellos en París, donde, a pesar de que los Karin han
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perdido su posición social y su fortuna, continúa a su servicio en el modesto apartamento en que residen. Al igual que su admirado Chéjov, Iréne Némirovsky tiene un talento especial para observar y captar los detalles más reveladores de la intimidad de sus personajes. El lector encontrará, aquí, el germen de la imponente Suite francesa, y llegará al final de esta breve novela con la sensación de haber hecho un intenso viaje emocional.
Título: Testamento involuntario Autor: Héctor Abad Páginas: 124 Editorial: Alfaguara
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resenta los trabajos de 43 prestigiosos autores españoles, europeos y norteamericanos, especialistas en adolescencia. Estructurado en siete partes y 30 capítulos, contiene una amplísima revisión y puesta al Día de la Adolescencia en el siglo XXI desde el punto de vista de diversas orientaciones psicoterapéuticas, especialmente desde la Terapia Familiar Sistémica. Los temas revisados incluyen complicaciones como las relaciones con sus progenitores, pero también con sus pares, las particularidades de la emigración, de la adopción, el uso y abuso de las redes digitales, la violencia y diversos trastornos de conducta, etc., para terminar con propuestas concretas y prácticas de intervenciones terapéuticas y educativas. Buena parte de los capítulos se apoya en casos clínicos y transcripciones de sesiones, para
ejemplificar sus propuestas. Adolescentes en el siglo XXI está dirigido a profesionales de la Psicoterapia, Psicología, Medicina (especialmente Psiquiatras y Pediatras), Pedagogía, Educación, Trabajo Social, Enfermería, Educadores Sociales y a todos los interesados por entender a los adolescentes en el mundo actual. Puede resultar, a su vez, un texto interesante para estudiantes o profesionales que se estén formando en intervención sistémica y terapia familiar.
Título: La Escuela de Fráncfort Autor: Rolf Wiggershaus Páginas: 922 Editorial: Fondo de Cultura Económica
Bogotá, Colprensa
na colección de poemas recogidos de la memoria, y de los cuadernos, de Héctor Abad Faciolince. “…En cierto sentido la poesía representa la verdad instintiva del lenguaje despojada de la tiranía de la razón. Paradójicamente, incluso las viejas reglas poéticas (musicalidad, ritmo, rima, medida) sirven a la aparición de lo profundo, pues lo que prima en la búsqueda de una palabra no es la lógica ni la coherencia ni la claridad, sino la eufonía, y por ese camino se cuelan las emanaciones de lo más primitivo, una especie de pensamiento impensado, o instintivo. “Por eso el poeta que consigue combinar varias palabras en una frase perfecta, siente un antiguo goce animal…” Y agrega su mismo autor que “es un testamento involuntario, porque no quiero morirme todavía y sin embargo asocio con la muerte el hecho de escribir poemas. Lo primero que yo escribí, a los 12
Bogotá, Colprensa
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años, fueron poemas. Los escribía con un amigo, Daniel Echavarría, que se mató pocos años después. Desde entonces yo, que no soy supersticioso, he pensado que no debía escribir poemas, porque me exponía a dar un salto al vacío. “Los poemas han sido para mí como una atracción de abismo, y desde entonces evito el abismo de la poesía, al menos en público. He escrito poesía solamente al escondido. Ahora me atrevo”.
Bogotá, Colprensa
a Escuela de Fráncfort hace referencia a un grupo de investigadores que comparten las teorías presentadas por Hegel, Marx y Freud, las cuales desarrollaron en el Instituto de Investigación Social inaugurado en 1924 en la ciudad de Fráncfort. No es un tema fácil o sencillo, pues su contexto histórico caracterizado por fenómenos como la República de Weimar, el advenimiento del nacionalsocialismo, la traumática experiencia de la persecución y la emigración, el exterminio de judíos en Auschwitz y, ya en la segunda mitad del siglo XX, el movimiento estudiantil de la década de 1960 y los nuevos movimientos sociales. Esta monumental obra de Rolf Wiggershaus es
el estudio más completo publicado hasta ahora sobre dicha escuela, retomando sus orígenes y desarrollo, los debates y las luchas que la caracterizaron tanto en su interior como en el exterior, sus dificultades en el exilio americano, su retorno a Europa, su institucionalización, recepción y creciente influencia en el debate académico y político dentro y fuera de Europa en las últimas décadas.
DIRECTOR: Antonio Melo Salazar JEFE DE REDACCIÓN: Martha Myriam Páez Morales COORDINACIÓN: Redacción cultural EL NUEVO DÍA PERIODISTA: Sandra Patricia Lombana Miranda EDITOR: Óscar Varón DISEÑO: Freddy Herrán Peralta FOTOS: Hélmer Parra. Colprensa. Internet. Archivo TELS.: 2770050 - 2610966 Ibagué - Tolima - Colombia. Apartado Aéreo 5476908-K www.elnuevodia.com.co culturales@elnuevodia.com.co - Facebook: Cultura El Nuevo Día. Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8.