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TAS CULTURA AL DÍA Remembranzas
Música popular colombiana
José Liborio Osorio Gómez Fernando Soto Aparicio
Lectoescritura y literatura: Retos para Colombia Óscar Iván Londoño Zapata Recomendados
Esperanza, soledad, feminidad y superación Colprensa
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IBAGUÉ, SEPTIEMBRE 16 DE 2012
La música popular colombiana I
POR JOSÉ LIBORIO OSORIO G. ESPECIAL PARA EL NUEVO DÍA
Dos bambucos se disputan la preeminencia como referente histórico de nuestra música vernácula: Brisas del Pamplonita y Cuatro Preguntas. El primero, de la autoría del cucuteño Mauricio Soto, y el segundo, de la inspiración de Pedro Morales Pino. Brisas del Pamplonita fue estrenado en 1894, por lo que habrá que considerarlo a través de las informaciones que se tienen, como punto de partida de esa historia, que es parte fundamental de nuestro patrimonio cultural y artístico. Su interpretación a dúo en órgano y piano de Oriol Rangel y Jaime Llano González, lo encumbró y le dio nombre y popularidad. La letra es de Roberto Irwin y su introducción es entrañablemente sugestiva y romántica: “Ay, ay, ay si las brisas del río remediaran las penas del corazón, te contarían, luz de vida, los amargos pesares de mi pasión…” ‘Cuatro preguntas’ hizo su aparición en 1913 y pronto pasó a ser, por años, tema preferido de las serenatas, un rito de los enamorados que parece decaer con el paso del tiempo y el “boom” de las máquinas que tomaron ventaja a las cosas del corazón humano. Todavía, por fortuna, pervive la costumbre en algunas regiones del país, pero queremos singularizar a Antioquia, que engalana de tiempo atrás su televisión regional, con un espacio institucional para la serenata. Pedro Morales Pino tuvo el mecenazgo del ibaguereño Alfredo Sicard y adelantó clases de música en la academia Alberto Urdaneta de Bogotá. Artista talentoso, abrió su propio estudio con el nombre de Pasaje Rivas, donde daba clases de bandola. Hay razones para que
se le considere “padre de la música popular colombiana”, pues de allí salieron los insignes compositores Emilio Murillo, Fulgencio García y Jorge Añez, los tres con un bagaje musical rico, variado y de alta calidad estética.
La letra de este bambuco es del poeta Eduardo López, tan valluno como Morales Pino, que era de Cartago, autor de la música. Interpretado con gran sentimiento artístico por el dúo Wills y Escobar, sus versos se cantaban por doquier e
invadieron los espacios familiares: “Niegas con él lo que hiciste y mis sospechas te asombran/ pero si no lo quisiste por qué te pones tan triste/ cuando en tu casa le nombran?..” Alberto Urdaneta (Ubaté, Cund. 1895 - Madrid, España 1953) sobresale en el panorama de la música nacional. Una sola canción le confirió un sitio en la historia: Guabina chiquinquireña, cuya aparición está ligada históricamente a Ibagué. Urdaneta hizo la música sobre los versos del poeta Daniel Bayona Posada, con la intención de que esta canción fuera regalo de bodas de su hermano José Ignacio. Sin embargo, su estreno se anticipó, tocando al piano Urdaneta para la fiesta de cumpleaños de su padre Ezequiel, que se hizo en los salones del Círculo de Ibagué el 10 de abril de 1925. El nombre de esta canción fue en homenaje a la madre de Urdaneta, Antonia Forero, oriunda de la ciudad boyacense. Su letra, tantas veces cantada, inicia: “Ven, ven, niña de mi amor, ven, ven, niña de mi amor/ ven, ven a mi ranchito que te espera con ardor/ que te espera con ardor...”. Urdaneta, incursionó en la Zarzuela, y compuso además bambucos, entre ellos, La Calentana, Amor de Mujer y Tierra Nativa, el pasillo Inmortalidad y parte de la Ópera La Tercera Salida de don Quijote. Se fue a España, donde dejó de existir en 1953. En la primera década del siglo XX hace su aparición como director de orquesta en Bogotá, Emilio Sierra, ilustre compositor fusagasugueño, el creador del bambuco fiestero o rumba criolla, ritmo alegre y contagioso, que tuvo gran aceptación y vigencia, propio para exorcizar la tristeza. Tuvo como cantante en su orquesta a Matilde Díaz, oriunda de Icononzo, Tolima, en el comienzo de su carrera.
IBAGUÉ, SEPTIEMBRE 16 DE 2012 Pero fue otro tolimense, Humberto Reyes, nacido en Natagaima y con formación como cantante en el Conservatorio de Música de Ibagué, donde tuvo como profesor al maestro Alfredo Scoarchetta, la voz de la primera grabación de la rumba más popular de todos los tiempos: Que vivan los Novios. Este tema le procuró al maestro Sierra y a Reyes, el intérprete, dilatada popularidad y renombre, ganándose el afecto de varias generaciones de colombianos, que memorizaban su letra: “Que vivan los novios, viva la alegría/ que yo me iré ahora con la negra mía/pues con mi negrita yo seré feliz/ allá en la casita donde la espera su porvenir/por sus ojos refleja la llama infinita de la alegría/ ay, negrita mía de mi corazón/ porque en tus labios se esconde/ la miel exquisita que le da la vida/ ay, negra querida, tu eres mi ilusión…” Alberto Castilla, arquetipo de artista, había nacido en Bogotá, donde hizo sus primeros estudios, para trasladarse a Ibagué en la primera década del siglo XX. Le atraía el hecho de que su madre, Mercedes Buenaventura Galindo, era tolimense, y su abuelo paterno también, pues había nacido en Chaparral. Su padre fue el periodista y poeta antioqueño Clodomiro Castilla. Su residencia se afincaba ante todo por su amor a esta tierra y su propósito de hacer cosas grandes hacia el futuro. Hombre excepcional, tocado de genio: matemático, intelectual, amante del arte y la literatura, también le atrajo la política, que la ejerció con brillo: ya como Diputado a Asamblea del Tolima, ora como su representante a la Cámara, a la que concurrió en varias oportunidades. Fue pues, actor muy importante de la vida de la región durante las tres primeras décadas del siglo XX. En 1906 hizo realidad la Escuela de Música. Sintió que había cumplido y materializado una obra trascendental y perdurable en el devenir de un pueblo soñador y romántico. En 1908, Castilla crea los Coros del Tolima, y en 1910 hacen su primera presentación los Coros Mixtos. La obra va en crescendo. El gobernador Maximiliano Neira institucionaliza la entidad que entró a llamarse, en adelante, Conservatorio de Música del Tolima. En 1931, Castilla termina e inaugura la Sala de Conciertos, otro de sus grandes logros y sueños. Los hermanos
Moreno Otero, Elí, el arquitecto, hizo los diseños, bien reconocidos por su belleza y toques estéticos; Domingo hizo los retratos al óleo de los 16 maestros de la música universal que exornan la Sala y que le dan encanto y personalidad, entre ellos Handel, Chopin, Verdi, Mozart, Bach y Schubert. En 1935, cumpliendo otro de sus grandes anhelos, se dan cita en Ibagué conjuntos y artistas de todo el país en el histórico Congreso Nacional de la Música. Dos años después, el 10 de junio de 1937, el maestro dejó de existir, en Ibagué. Su legado es selecto y memorable, comenzando por El Bunde, oficializado por Ordenanza departamental como Himno del Tolima; también La Guabina, Mistelita y Rondinela, entre los temas más nombrados y aplaudidos. Alberto Castilla, artífice importante
de un tramo de historia musical, seguirá, como referente de ella, recibiendo por su vida y obra, el reconocimiento y los lauros por más de una centuria, dentro y fuera del país. Para nombrar solamente La gran cruz de Boyacá, en 1976, y el Diploma recibido en el XVII Concurso Polifónico Internacional en Arezzo, Italia, en 1969, por un Segundo puesto en la primera categoría, entre 35 coros del mundo. Antioqueña es la canción emblemática de la música de la montaña, y es ella, el trasunto de una raza fuerte y generosa, apasionada y romántica, que sabe privilegiar a la mujer, y cuyas virtudes de gentes fundadoras de pueblos y fondas camineras, fueron exaltadas por sus cantores y poetas. ¿De quiénes hablamos? De aquellos Panidas que en la bohemia grata y de-
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leitosa hicieron soñar a su pueblo, dándole gloria y renombre. Allí están, entre otros, León de Greiff, Fernando González, Ricardo Rendón, Libardo Parra Toro y Miguel Agudelo, este último autor de la letra, y Pelón Santamaría, de la música. Parra Toro, el recordado Tartarin Moreira, es un hermoso capítulo de la lírica montañera, en la Bella Villa de los años dulcemente remotos. Algunos de sus tangos fueron interpretados por el señero cantor Agustín Magaldí. Su pasillo Rosario de Besos logró inmensa popularidad y sus temas Dolor sin Nombre y Amor y Dolor, por su hondo lirismo, permanecen en el recuerdo. ¿Cómo olvidar aquello de que “Ya el trapiche no muele y la rueca no hila…?” Y para que nada faltara, las voces consagradas de Obdulio y Julián perpetua-
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Retos para “La lectura fue un castigo en la escuela y el colegio. Nunca se enseñó como un placer. Además, se cometió el error nefasto de utilizar la literatura para enseñar gramática. Esta es una ciencia casi matemática y aburrida; la literatura es libertad, creación, infinito, eternidad. Mientras se siga ubicando la literatura al servicio de la gramática, estamos perdidos”. ÓSCAR IVÁN LONDOÑO ZAPATA*
Una persona que no lee es un ciego del alma (Entrevista a Fernando Soto Aparicio)
La lectura y la escritura se han posicionado como procesos privilegiados para la formación en todos sus niveles de escolaridad. Por ser actividades cognitivas, sociales, culturales e históricas constituyen prácticas académicas que ofrecen a los docentes y a los estudiantes múltiples formas de (re)construir conocimiento y de (re)pensarse como sujetos y colectividades. La universidad, como espacio polifónico, permite el tránsito de discursos (académicos, científicos, políticos e ideo-
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a la educación superior en Colombia lógicos) que marcan de forma profunda la educación de los individuos, y son la lectura y la escritura las herramientas con que pueden analizar, comprender y argumentar tales enunciaciones. Por ello la educación superior debe posicionar dichas manifestaciones del lenguaje en uso como procesos relevantes para desarrollar el pensamiento crítico. En esta entrevista, el afamado escritor colombiano Fernando Soto Aparicio comparte sus planteamientos acerca de la importancia de la lectura, la escritura y la literatura en la escena universitaria. Este autor ha cultivado diversos géneros discursivos con gran propiedad. Su pluma ha transitado por la literatura, en especial la novela y la poesía, así como por el periodismo y la escritura de guiones para televisión. Sin duda, su invaluable experiencia de 52 años como escritor consagrado lo han posicionado como un hacedor de mundos y palabras. Obras como La rebelión de las ratas (1962), Mientras llueve (1966), Puerto silencio (1974), Camino que anda (1980) y Los hijos del viento (2003), entre muchas otras, reflejan su prolífica producción. A partir de un breve recorrido por sus experiencias de lectura y escritura en la infancia, Soto Aparicio ofrece a los lectores planteamientos acerca de estos procesos, de la importancia de la literatura en la universidad, de su crítica a los críticos literarios y de las cualidades de los buenos lectores y escritores, entre otros aspectos. ¿Cómo se debe motivar al estudiante
universitario para que sea mejor lector y escritor? No es fácil. No hay una forma ni una fórmula. Tal vez, el hábito de leer y expresarse mediante la palabra escrita se pierde desde la casa, y se sigue perdiendo en la vida cotidiana, en el colegio y en la universidad. Quizás debería hacerse
UNIvErsIdAd Y EsCrItUrA: rECUErdos dE INfANCIA ¿Cómo fue su experiencia con la lectura siendo niño? Fui muy buen lector desde los cinco o seis años. Por fortuna, en la casa de mis padres encontré muchos libros: de Alejandro Dumas, Balzac, Stendhal, Flaubert, Eugenio Sue, Vargas Vila, Julio Verne y muchos otros. A los nueve años leí Los Miserables, de Víctor Hugo, libro que me convirtió en escritor. Ahora cuéntenos acerca de sus prácticas de escritura en esta misma etapa. Empecé a escribir a los siete años pequeños poemas y acrósticos para las niñas del colegio mixto en donde estudiaba. Una escritura más seria apareció en un periódico de la capital (yo vivía en Santa Rosa de Viterbo), y fue un extenso poema que llevó por título Himno a la Patria. ¿Cómo le enseñaron a leer y a escribir en aquellos años? Me enseñó mi madre, en la casa. En esa época no había guarderías ni prekínder. Una vez supe leer, leí todo lo que encontraba: el suplemen-
una campaña para que los estudiantes no vean la lectura como un castigo sino como un placer. ¿Qué cualidades debe tener un buen lector? Amar la lectura, amar los libros. Pen-
to Lecturas Dominicales de El Tiempo, recetas de cocina, novenas y poemas. En fin, todo lo que caía en mis manos. Fui, y sigo siendo, un lector de dos o tres libros por semana. Bien leídos, bien disfrutados. ¿Qué papel cumplen la lectura y la escritura en la formación escolar? Creo que el más importante de todos. Una persona que no lee es un ciego del alma. Y, además, si no se lee, no se puede escribir, porque estas dos cosas son la cara y el sello de la misma moneda. Al leer se entiende un poco más la vida; se aprende a aceptarla con felicidad y a disfrutarla. Y ¿especialmente en la universitaria? En todas las etapas del aprendizaje, leer y escribir definen a una persona. En nuestro país, infortunadamente, los índices de lectura son tan bajos que dan tristeza. Por eso, pienso, estamos como estamos. La lectura forma personas y comunidades pensantes, dialogantes y fáciles para la comprensión y la tolerancia. Con la lectura se construye la paz y se disfrutan la fraternidad y la armonía.
sar que un libro es un ser vivo lleno de inquietudes, posibilidades, preguntas, respuestas, sueños y caminos. Un libro abre todas las puertas del conocimiento. La literatura es una verdadera magia que despeja todos los horizontes, y que nos deja conocernos y aceptarnos no con re-
signación sino con una felicidad plena. Y un buen escritor... El escritor es el vocero de una sociedad muda; es el que grita por los que se callan, el que dice la verdad por los que mienten, el que se expone por los que se
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esconden. Y es un voyerista, en el buen sentido de la palabra, quien puede mirar por el ojo de la chapa y enterarse de los problemas, los dolores y las alegrías de los demás. Un escritor es sensible y ob-
servador, a veces fiscal, a veces testigo de su tiempo. Y debe asumir con entereza su compromiso de decir la verdad, cueste lo que cueste.
La lectura y la escritura como trabajos ideológicos y políticos ¿Escribir es cuestión de inspiración o de trabajo? De trabajo. Toda obra (y sobre todo las novelas), debe tener una sólida base investigativa, ya sea de escritorio o sobre el terreno. En mi caso, de escritorio, durante los dos años que investigué sobre dioses, demonios y religiones para escribir Y el hombre creó a Dios; y, sobre el terreno, como el par de meses que trabajé en una mina de carbón para escribir La rebelión de las ratas. ¿Es posible plantear que la lectura y la escritura son herramientas de trabajo político e ideológico? Desde luego, porque transforman una sociedad. Eso pasó en el caso de Dreyfus, con el Yo acuso de Emilio Zola, o con las leyes sobre la infancia desamparada a raíz de las novelas de Dickens. Y eso sigue pasando: un escritor no soluciona los problemas pero los expone, los muestra, y obliga a políticos y gobernantes (cuando son honestos) a modificar una situación. ¿Cuál es la función más importante de la literatura? Permitir repensar y recrear el mundo. Con un libro se viaja por todos los rincones del planeta y más allá: por todas las épocas de la historia. ¿Qué le aporta la literatura a la sociedad? Una sociedad sin literatura sería plana y acabaría muriéndose. La literatura le aporta sueños y realidades, le ayuda a llevar las frustraciones y pone cimientos a la esperanza. ¿Qué aportes puede hacer la literatura en la formación universitaria? Puede dar a los estudiantes la dimensión de lo que son como seres humanos, integrantes de una familia planetaria. Los que no leen son como retratos, que tienen una sola dimensión. ¿Cómo ve usted la educación superior
en Colombia? Llena de problemas. Desde la educación bancaria, enjuiciada por Paulo Freire, hasta la educación de la transdisciplinariedad y la multiplicidad de los saberes, de Morin, hay un largo camino por recorrer. Yo creo que quizás se pueda llegar a un punto de flexibilización, que les permita a los estudiantes ser más personas, más conscientes de sí mismos y de la sociedad en que viven. Cuéntenos acerca de sus procesos de escritura. Soy muy disciplinado y soy un escritor compulsivo. Cuando empiezo un libro puedo trabajar 12 o más horas diarias hasta terminarlo. No tengo ni sitio ni hora especial para trabajar. La página en blanco me atrae poderosamente y me parece un hermoso desafío. Dicen los críticos (los poquísimos que hay, y los poquísimos que escriben, y todavía los más poquísimos que son honestos y capaces) que escribo mucho. Ese es mi estilo y, de todas maneras, ya hay cerca de 60 libros que dan testimonio de mi trabajo, y que esperarán el paso de los años para saber si se salvaron del olvido. ¿Cómo se construye un buen cuento o una buena novela? No hay recetas para esto. Los que escriben libros de autoayuda para la felicidad han sido desgraciados; los que escriben libros para saber cómo conseguir dinero han sido pobres; los que escriben sobre cómo escribir una novela jamás han escrito una. ¿Ha tenido dificultades al momento de escribir? ¿Cómo las ha superado? Escribir, para mí, es un acto placentero y gratificante. Tal vez porque lo hago con amor y toda creación es un acto de amor. ¿Es usted un escritor complejo o de fácil lectura? Eso lo deben decir los lectores. Yo,
Soy muy disciplinado y soy un escritor compulsivo. Cuando empiezo un libro puedo trabajar 12 o más horas diarias hasta terminarlo. No tengo ni sitio ni hora especial para trabajar. La página en blanco me atrae poderosamente y me parece un hermoso desafío.
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Escribir, para mí, es un acto placentero y gratificante. Tal vez porque lo hago con amor y toda creación es un acto de amor.
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EpíLoGo: rECoMENdACIoNEs finalmente, ¿qué recomendaría a los estudiantes universitarios sobre la lectura y la escritura? La lectura fue un castigo en la escuela y el colegio. Nunca se enseñó como un placer. Además, se cometió el error nefasto de utilizar la literatura para enseñar gramática. Esta es una ciencia casi matemática y aburrida; la literatura es libertad, creación, infinito, eternidad. Mientras se siga ubicando la literatura al servicio de la gramática, estamos perdidos.
como escritor, soy mal autocrítico. No sé cómo definirme. Me basta con saber que me leen, y que me siguen leyendo cincuenta y dos años después de haber publicado mi primer libro.
los críticos literarios (que por lo general son escritores frustrados o atacados por *Óscar Iván Londoño Zapata es licenciado en Lengua Castellana y magísel virus de la envidia) no son para to- ter en Educación de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad del Tolima. Hace parte de la Asociación Latinoamericana de Estumarlos en serio.
¿Cuál es su posición frente a la crítica literaria? En Colombia no existe. Hay compadrazgos y clubes de elogio mutuo. Pero
¿Cómo ha sido su evolución escritora a lo largo de todos estos años? Nota: Esta entrevista fue publicada originalmente como Notas Universitarias digitales por la Mi evolución es cosa que definirán los Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la Universidad de Ibagué y por la Oficina de Publicaciones de la misma casa de estudios en el mes de agosto. lectores y que irá definiendo el futuro.
dios del Discurso, Aled, y es docente de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la Universidad de Ibagué. oscar.londono@unibague. edu.co
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LA EspErANZA dE UN pLANEtA
CoN oJos dE MUJEr
AvENtUrAs sIN fIN
MÁs dE pAUL AUstEr
Editorial: Taurus título: Aquí en la Tierra Autor: Tim Flannery páginas: 360
Editorial: Alfaguara título: Nosotras que nos queremos tanto Autor: Marcela Serrano páginas: 319
Editorial: Norma título: Cucufato y Pirurina Autor: Alexandra Samper páginas: 80
Editorial: Seix Barral título: La invención de la soledad Autor: Paul Auster páginas: 244
BoGotÁ, CoLprENsA Mientras todos miran hacia el cielo esperando si se podrá vivir o no en otros mundos, otros planetas como Marte, con la esperanza utópica de poder evacuar la Tierra tras haber sencillamente arrasado con ella, el científico y explorador Tim Flannery es más realista y da argumentos de esperanza para salvar el planeta. Lejos de ser una lectura divertida, sí es absorbente que puede ser leído por los optimistas, pero, en especial, parece estar hecho para los pesimistas que esperan ya el final de las cosas sin hacer absolutamente nada por evitarlo. “Nuestro destino está en nuestras manos. Pero primero tendremos que saber quiénes somos”, dicta Tim en este libro, una especie de biografía conjunta entre el planeta y la especie, para darnos cuenta realmente del significado de estar vivos.
BoGotÁ, CoLprENsA Editada por primera vez en 1991, se presenta en edición de bolsillo esta novela sobre el universos femenino en tiempos de guerra, de golpes militares y restricciones a las libertades, como sucedió en Chile hace tan sólo algunas décadas atrás. Son cuatro mujeres que han llegado a los 50 años de edad, quienes paran en el camino a repasar sus vidas, sus encuentros y sus desencuentros, con la fina pluma de una de las figuras más importantes de la narrativa latinoamericana. Son relatos e historias de mujeres, contados desde un punto de vista profundamente feminista, que, a la vez, van relatando el mundo de la política y la represión en Chile durante el gobierno militar.
BoGotÁ, CoLprENsA Lavar el tapete, pintar la pared, vender bolitas de arequipe para comprar el televisor… Cucufato y Pirurita siempre están haciendo ‘juiciosuras’ para complacer a sus papás. Pero, Bi biri bi bí, llegan ellos en su carro y… ¿por qué será que siempre terminan castigándolos por quién sabe cuántos meses? ¿Será porque sin quererlo dejan la casa como si hubiera pasado un huracán? Acompaña a estos dos hermanitos en sus travesuras. Tal vez te tengan reservada una sorpresa muy especial. Alexandra Samper nació en Bogotá y le encanta cocinar, jardinear, bordar y, sobre todo, adora escribir.
BoGotÁ, CoLprENsA Una narración, dividida en dos partes, donde el tema central es la relación entre paternidad y soledad, es lo que el escritor neoyorquino presenta en ‘La invención de la soledad’, obra que publicó hace 20 años y que ahora se presenta en Colombia en formato de bolsillo. En la primera parte, ‘El hombre invisible’, se habla de la relación con su padre, quien acaba de morir. La segunda parte, ‘El libro de la memoria’, el autor une la reflexión acerca de su papel como hijo con su propia paternidad y la soledad del escritor. Este es un homenaje de Auster a la figura paterna, una exploración sobre su influencia, sobre el papel del hijo y en especial sobre su propia paternidad.
GErENtE: Miguel Ángel Villarraga EdItorA GENErAL: Martha Myriam Páez Morales CoordINACIÓN: Redacción Cultural EL NUEVO DÍA pErIodIstA: Hernán Camilo Yepes Vásquez EdItor: Óscar Alexánder Varón dIsEÑo: Carlos Andrade Jaramillo fotos: Archivo. Suministradas. Internet. tELs.: 2770050 - 2610966 Ibagué - Tolima - Colombia. Apartado Aéreo 5476908-K www.elnuevodia.com.co culturales@elnuevodia.com.co - Facebook: Cultura El Nuevo Día. Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8.