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FACETAS La población de Ambalema celebra las tradicionales fiestas en honor de Santa Lucía, que es su patrona espiritual. Fue una santa italiana oriunda de la isla Sicilia. Murió decapitada cuando sus verdugos no lograron que renunciara al cristianismo. Este acontecimiento sucedió el 13 de diciembre en el siglo tercero de la era cristiana. La devoción a esta virgen y mártir se extendió por Europa. En Suecia las jóvenes se ponen diademas acompañadas de velas prendidas ejecutando una danza en honor a Lucía. Los conquistadores españoles trajeron la devoción de esta mártir al continente americano y al Tolima. En Ambalema, Santa Lucía tiene un arraigo popular y religioso. En 1670 el licenciado Mateo Ibáñez de Rivera encontró en la iglesia del pueblo una representación de esta santa, que es la que actualmente existe. La imagen permanece en un hermoso nicho engalanada con atuendos maravillosos. Los devotos dicen que ha librado a la población de numerosos desastres naturales, especialmente de inundaciones causadas por el río Magdalena cuando invocan a la virgen siciliana. Le piden la curación de los males que aquejan a los ojos. Ella los perdió cuando sufría el martirio que la condujo a dar su vida por Cristo. Son numerosos los milagros que ha hecho en los fieles de Colombia y de nuestro Departamento. En el lenguaje popular, cuando se comete un error imposible de subsanar, se dice que “después de ojo afuera, no hay Santa Lucía que valga”. Entre los campesinos existió una oración a Santa Lucía para que nos libre del mal de los ojos que tiene el siguiente contenido: “Jesús Dios entró en Belén. Sale el mal y entra el bien. Santa Lucía, virgen y mártir por el poder que Dios os ha dado, curadme los ojos enseguida”. El ambalemuno Nicanor Velásquez Ortiz hace una referencia a su pueblo que lo califica de “alegre y bullicioso y franco y bueno y servicial”. Después de hacer un elogio a Santa Lucía, concluye que es “la misma patrona bondadosa que con decirle: “Santa Lucía -préstame tu petaquita para echar esta basurita, se salía la tierra que había caído en nuestros ojos”. Sobre la fiesta de Santa Lucía, en épocas pasadas tenemos relatos del cronista oriundo de Ambalema José María Chacón, en especial en el artículo titulado ‘Ambalema, un pueblo detenido por el tiempo’, en el que relata que desde el 10 de diciembre llegaban en balsa los músicos, los copleros y los productores agrícolas, los típicos como
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Crónica de Santa Lucía,
patrona de Ambalema
sa campana que estaba ubicada en la antigua iglesia. El ambalemuno y narrador de historias José Manuel Castellanos compuso unas significativas estrofas en honor a esta mártir. En numerosos documentos aparece la denominación de Villa de Santa Lucía como el fechado el 19 de diciembre de 1812, en que el Cabildo se declara independiente del Estado de Cundinamarca y quiere organizar un gobierno propio, para lo cual convoca a los vecinos y autoridades ambalemunas para que se pronuncien sobre esta propuesta el día 24 de diciembre de ese mismo mes y año. Dentro de las fiestas de Santa Lucía, que son el 13 de diciembre, hay una procesión que recorre el río Magdalena. Está acompañada de canoas y embarcaciones. La iluminan velas y antorchas llevadas por los ambalemunos y promeseros que agradecen a la Virgen y Mártir los favores recibidos. Se conserva el antiguo templo. Pero la imagen de la patrona de Ambalema está en una hermosa iglesia de estilo moderno que es la edificación más alta de esta histórica población. Conozcamos a Ambalema y admiremos sus casas tradicionales rodeadas de columnas, el paso del río Magdalena por el ferry, sus platos típicos, la simpatía de sus habitantes y el bello paisaje que la circunda. Pedro Bernardino Sosa Rubio Miembro de la Academia de Historia del Tolima
los bizcochos calentanos y otros. Había corridas de todos, despescuezada del gallo, vacas-locas, bailes, cabalgatas, ceremonias religiosas y otros eventos propios de las festividades de los pueblos. Es la versión histórica de este escritor costumbrista. En la época de la bonanza tabacalera fue muy importante la devoción a Santa Lucía. Pero la mezclaban con un exceso de paganismo y licor que le quitaba su verdadero significado. En 1859 donaron una hermo-
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Cuál es el origen
de la letra “ñ” CAROL OLONA - BBC
La ñ no entró en el diccionario de la Real Academia Española hasta 1803. Pero el origen de esta letra, genuinamente española, se remonta casi 1.000 años atrás. Para conocer cómo surgió esta icónica letra hay que retroceder a la Edad Media. En latín, ni la letra ni el sonido correspondiente a la eñe existían. Pero a medida que el latín evolucionó y empezaron a surgir las lenguas románicas, como el castellano, el francés o el italiano, apareció este sonido nasal (el aire sale por la nariz) palatal (al pronunciarlo el dorso de la lengua se apoya contra el paladar) que identificamos como “eñe”. Al no existir en el alfabeto latino, los escribas tuvieron que inventar formas de reproducir ese sonido en los textos de las lenguas romance. Así, desde el siglo IX, los copistas empezaron a transcribir el sonido de la eñe de tres formas diferentes: -Como una doble n (nn): canna (caña), anno (año), donna (doña) -Como un gn: lignu (leño), agnus (cordero), -Como “ni” seguido de una vocal: Hispania (España), vinia (viña) “En un mismo texto podíamos encon-
trar las tres variaciones fonéticas de la eñe, según la procedencia del copista. No había una norma generalizada”, le dice José J. Gómez Asencio, catedrático de la lengua española en la Universidad de Salamanca, a BBC Mundo. Los escribas que optaban por usar la doble ene (o ene geminada) empezaron a abreviar esta forma, dejando una sola ene y poniendo una vírgula encima (el sombrerito tan característico de la ñ). “Esto fue una solución para ahorrar pergamino y facilitar el duro trabajo de los monjes escribanos. Es por eso que el uso de abreviaturas era muy común en la época”, recalca Gómez Asencio. Y es que los monjes eran prácticamente las únicos que sabían leer y escribir en la Edad Media, por lo que la mayor parte de la cultura antigua se transmitió a través de la labor de estos copistas.
La victoria de la ñ
El uso generalizado de estas tres formas de reproducir el sonido de la eñe en un mismo texto generó una situación caótica, en la que en un mismo texto se podían encontrar las tres variantes -ñ, gn y ni más vocal- sin que hubiese ningún tipo de uniformidad. Elcastellano.org
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FACETAS “Cuando publiqué ‘Es tarde para el hombre’ en 1994, muchos intelectuales y comentaristas de prensa escribieron para tratar de señalar lo exageradas y temerarias que eran mis reflexiones y mis temores acerca de cómo estamos viviendo en este mundo y qué estamos haciendo con él. Veinte años después no solo veo confirmadas casi todas las cosas que decía, sino que ya no es necesario agotarse en argumentaciones para demostrar lo que allí estaba dicho de una manera más intuitiva que demostrativa, porque todos los días a través de los medios imaginables recibimos informes de la situación tan difícil y peligrosa que estamos viviendo hoy en el planeta, porque esto ya no es un tema local ni nacional. He sentido la necesidad de escribir este libro para reflexionar desde hoy y prolongar mis reflexiones de hace 20 años, porque ya desde entonces tenía algunas consideraciones no solo sobre las pruebas estadísticas de los hechos, sino también algo más importante aún: cuál es el trasfondo cultural de todo esto, qué ha permitido que nuestra civilización planetaria nos haya llevado a la situación de hoy, y tal vez, entendiendo esa dinámica, qué podríamos hacer, al enfrentar un mar que parece tan nefasto, desmesurado e incontrolable viéndolo desde nuestras fuerzas personales. Hace 20 años, las intuiciones no me bastaban, quería escribir un libro al que quería llamar ‘La edad de los dioses ausentes’, y con mucho de lo que quería escribir entonces hice este ensayo más bien breve, pero que espero que aporte a un tema que desde mi punto de vista es tema central en la
“ cultura contemporánea, y que tenemos el deber de pensar con urgencia.
El gran malestar
Cuando en marzo de 2016 los diarios mostraron que se había blanqueado la barrera coralina de Australia, muchos en el mundo tuvimos la sensación de que la hora definitiva está llegando. Largo tiempo se creyó que el fin del mundo sería un solo evento catastrófico, una suerte de espectáculo cósmico como los que evoca Rafael Argullol, en su admirable libro ‘El fin del
mundo como obra de arte’. Lo que estamos empezando a ver más bien podría designarse El gran malestar: no carecerá de catástrofes, las erupciones volcánicas desde Islandia hasta Indonesia, el continente de plástico del Pacífico, la desaparición de los hielos del Ártico, el peligro alarmante del derretimiento del permafrost de Siberia, que guarda frágilmente los mayores depósitos de metano del mundo, la muerte masiva de especies como lo que se ha dado en llamar recientemente ‘El apocalipsis de las abejas’, pero el actual calenta-
‘Parar en seco’ es su fuerte llamado de atención medioambiental
“Es probable que ya sea tarde para prevenir muchos males” En su más reciente producción textual, el escritor tolimense William Ospina da continuidad a lo expuesto en ‘Es tarde para el hombre’, sobre las malas conductas que han afectado el medio ambiente del mundo. Esta es parte de su presentación, llevada a cabo en Ibagué la semana anterior, y del primer capítulo de su ensayo.
miento global, una evidencia cuyos diagramas nos alarman día a día en Internet, puede no consistir en un leve aumento de temperaturas, sino en un progresivo enrarecimiento de las condiciones de vida en el mundo. Lo sentimos en el clima, con veranos e inviernos cada vez más alterados, en el desplazamiento de los mapas vegetales, en la modificación de los nichos de las especies de plantas e insectos, con el extravío de bandadas y cardúmenes, con la mutación de los virus y la amenaza creciente de las pandemias. Un planeta que durante milenios ha sido el escenario más propicio para nuestra forma de vida podría transfigurarse ante nuestros ojos en una morada inhóspita, de Sol calcinante, aire tóxico, agua impotable, pieles irritadas y complicaciones respiratorias, donde los tejidos enloquezcan, los sentidos se alteren y los gérmenes escapen a todo control. Alcanzada como lo hemos logrado hasta ahora la era de mayor seguridad en el transporte aéreo, con máquinas casi perfectas que llegan a su destino con una precisión asombrosa, corremos el riesgo de que el aire, todavía apacible salvo en ligeras zonas de turbulencia, se llene de peligros imprevisibles. No queremos barreras de hielos zunchos, granizos intempestivos, turbulencias que podrían convertir la atmósfera en rizos más indóciles que las olas de Australia. Ya los médicos advierten que la dádiva de los antibióticos, que hace medio siglo nos convencieron de que habíamos triunfado sobre las inyecciones, no solo podría rever-
tirse, sino también dar pie a una generación de bacterias y de microbios reforzados. Es natural que sea así, porque la vida tiene el deber de luchar y de defenderse en todos los organismos y en todas las especies; si los gérmenes son un peligro para nosotros, no debemos olvidar que somos un peligro para los gérmenes y que ellos tal vez sepan protegerse mejor.
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El calentamiento global no es otra cosa que una fiebre planetaria, pero toda fiebre es el síntoma de una enfermedad, y en este caso puede minar no apenas la salud de unas especies, sino la totalidad de la vida.
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La era de la dominación estúpida y carente de escrúpulos de los humanos sobre la naturaleza podría dar lugar a una súbita mutación que vuelva a hacer de nosotros la más frágil de las especies y ello habrá ocurrido asombrosamente gracias a nuestro talento, nuestro saber y nuestra insuperable soberbia, que todo lo quiere subordinar a intereses que ni siquiera son los de nuestra especie, sino solo de lo peor que hay en ella. Es probable que ya sea tarde para prevenir muchos males, es probable que solo hayamos empezado a adver-
Lo llamé ‘Parar en seco’, porque estaba leyendo un día los ensayos de Montaigne y en alguna parte decía ‘En nada se conoce tanto el brío de un potro como en la capacidad de parar en seco’, y me dije: si nuestra especie es cansada, envejecida, que ya está llegando a sus límites, seguramente no será capaz de parar en seco su conducta, pero si nuestra humanidad es joven, que está sintiendo la crisis del crecimiento y la juventud a lo mejor será capaz de parar en seco y de modificar los paradigmas de su modelo de civilización.
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tirlas cuando buena parte de las alteraciones ya está en marcha, no es fácil decir cuándo comenzó el ser humano a ser consciente de sus propios maleficios: Cuando Isaac Asimov y Frederic Pohl escribieron alarmados su libro ‘La ira de la Tierra’, ya estaba todo seriamente alterado; cuando en 1959 Aldous Huxley lanzó sus tremendas advertencias en las conferencias de Santa Bárbara, California, a las que llamó ‘La situación humana’, ya muchos males estaban declarados; cuando Humboldt a mediados del siglo XIX describió la guerra como un organismo viviente en el que todo depende de todo, en el que no hay movimiento que no tenga su réplica ni fenómeno que no aliente su contrario, ya estábamos advertidos de que toda alteración del equilibrio forzosamente producirá consecuencias. El planeta sabe equilibrar sus fuerzas, pero estaríamos locos si pensáramos que lo hará en beneficio de alguna especie y menos de aquella que está alterando todo de un modo destructivo; la condición única de la vida es el equilibrio original; toda alteración arbitraria y, sobre todo, excesiva despertará fuerzas que no pueden sernos propicias, el mundo se equilibrará sacrificándonos: para el planeta es indiferente si el aire está lleno de oxígeno o de carbono, eso no preocupa a los elementos. Si la Tierra se convirtiera en un nicho rojo de selvas tóxicas, o en el desierto que anunciaba Nietszche, la Tierra lo aceptará como su nueva realidad exactamente al modo como la barrera de arrecifes coralinos de Australia se está convirtiendo ante nuestras cámaras en una muralla blanca de corales muertos, donde ya las algas no encontrarán sustento ni exhalarán oxígeno a la atmósfera”.
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FACETAS Dedicatoria
El cuento
Luis Carlos Lozano Ospitia*
Fui, soy y seré quien al mirar tus ojos te brinda ternura y con ella mi alma. Quien te ama sin mentir, ese que en tu mente hizo un altar para adorarte, aquel que sin ambages el corazón te entrega y hasta el último aliento de la vida quiere darte. Yo soy aquel que siendo el más humilde puede verte en la flor y en la más pura gota de rocío. En la diáfana luz de la alborada, en noches estrelladas de desvelo. Soy aquel caminante que se pierde entre espinas y abrojos, sintiendo que el alma ha llegado al final de su tormento. *Del libro ‘Voces del amanecer’ (2013)
El delito de tentativa, Yesid Reyes Escribir este libro me ha llevado 20 años. En 1990 emprendí la elaboración de un trabajo sobre imputación objetiva, con el propósito de mostrar que ella no es tan sólo una suma de criterios aislados que permitirían solucionar algunas particularidades complejas del delito imprudente (que era como en aquella época se la entendía de manera ampliamente mayoritaria), sino que en realidad se la debería concebir como uno de los elementos estructurales de la teoría de delito. De acuerdo con esa comprensión (que plasmé en un libro que lleva por título La imputación objetiva), ella abarcaría las categorías de la tipicidad y la antijuridicidad (dejando por fuera las justificantes) y se constituiría en el primero de los dos grandes componentes de la teoría del delito, seguido por el de la imputación personal. Consciente de que la figura de la tentativa ha sido tradicionalmente la piedra de toque de las teorías del delito, emprendí a mediados de los noventa la confección de este texto, con la pretensión de demostrar
Editorial: B DE F Páginas: 539
que la capacidad de rendimiento de la imputación objetiva (en la forma en que yo la entiendo) no se agota frente a los delitos consumados de resultado, sino que permite fundamentar la intervención del derecho penal respecto de todas las manifestaciones delictivas, incluyendo la tentativa. Terminada una primera versión a comienzos de este siglo, los resultados no fueron satisfactorios; algunas de las opiniones que había vertido en el libro sobre imputación objetiva acerca de aspectos neurálgicos de la misma resultaron incompatibles con mi concepción de la tentativa, como por ejemplo la estructura y funcionamiento de la relación de causalidad, o la configuración del dolo y su ubicación sistemática, por lo que decidí revisar mi postura frente a ellos.
La palabra de la semana
Jeroglífico La escritura primitiva de los egipcios consistía en signos representativos de objetos concretos de la vida cotidiana y símbolos de sonidos. Los ideogramas reproducen no solamente el objeto dibujado, sino también ideas concretas o abstractas afines a él, mientras que el fonograma, más vinculado a la escritura actual, representa apenas un sonido. Este sistema de escritura, llamado jeroglífico, constituyó un misterio para los arqueólogos hasta que en 1799 un soldado del ejército de Napoleón descubrió una piedra con inscripciones en griego y en egipcio. En 1821, el egiptólogo francés JeanFrançois Champollion las descifró, abriendo así la clave para interpretar los jeroglíficos. El nombre de esta escritura, en griego hieroglyphikós, se basó en hierós ‘sagrado’ y glyptein ‘grabar’, o sea, ‘escritura sagrada’, porque eran los sacerdotes egipcios quienes se servían de este sistema para grabar sus textos. Horacio Quiroga GERENTE: Miguel Ángel Villarraga Lozano EDITOR GENERAL: Edwin Ballesteros Vásquez COORDINACIÓN: Redacción Cultural EL NUEVO DÍA EDITOR: Hernán Camilo Yepes Vásquez DISEÑO: Edison Guarnizo FOTOS: Colprensa. Internet. Suministradas. TEL.: 2770050. Ibagué - Tolima - Colombia. PÁGINA WEB: www.elnuevodia.com.co FACEBOOK: El Nuevo Día - Colombia CORREO ELECTRÓNICO: culturales@elnuevodia.com.co Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8.