Facetas 26 de Junio

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IBAGUÉ, JUNIO 26 DE 2011

FA CE

TAS CULTURA AL DÍA Inquietud

El incierto origen del lenguaje humano Andrés Montes La exposición

Gran Retrospectiva de Edilberto Calderón

Hernán Camilo Yepes Vásquez Cátedra

Literatura y locura

José Luis Díaz-Granados


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1Q84 Por José Martínez Ros*

Haruki Murakami ocupa un lugar muy extraño en la literatura mundial. Por un lado, tiene fervientes legiones de admiradores. Por otro, tam-

Eutanasia Palabra formada por los vocablos griegos eu ‘bien’ y thanatos ‘muerte’, define el acto de dar a un ser humano una muerte digna para ahorrarle sufrimientos, generalmente con su consentimiento. Los principales argumentos

bién un número inusualmente alto de detractores que lo acusan de ser demasiado moderno, de ser poco moderno, de ofrecer una imagen demasiado occidentalizada de Japón, etc. Para el autor de esta reseña es un gran escritor, uno de los más grandes novelistas del mundo vivos. En un gran ensayo acerca de Dostoievski (por cierto, el autor favorito del japonés), David Foster Wallace, que es algo así como el máximo santo y héroe suicida del martirologio literario postmoderno, resume en dos las señas de identidad de un escritor de talla: Primero, que cuente buenas historias, con tramas complejas e intensamente dramáticas (con lo que dejamos fuera a buena parte de los novelistas españoles contemporáneos) y, segundo, que esas narraciones estén llenas de personajes creíbles y bien trazados (con lo que nos libramos de los autores de best sellers de diverso pelaje). Las mejores obras de Murakami (Crónica del pájaro que da cuerda al mundo y Kafka en la orilla) poseen cualidades hasta un grado hipnótico y, desde luego, 1Q84, cuyas dos primeras partes acaba de publicar Tusquets, va camino de ser una de ellas. Nos encontramos en su trama con elementos comunes a

otras de sus obras (puertas que se abren a una realidad distinta y mucho más inquietante) y con personajes ya familiares (treintañeros desorientados, adolescentes con graves problemas de ubicación en este mundo), pero, como otros autores de genio inmensamente populares (nos vienen a la cabeza cineastas como Lynch o Hitchcock y novelistas como McCarthy o Scott Fitzgerald) nunca nos parece repetitivo. Al abrir esta larga y absorbente novela ofrece una perspectiva distinta de cada de esas marcas de agua del extraño planeta Murakami, plagado de símbolos inescrutables, fantasmas del oscuro pasado imperial de Japón, mucho sexo, bastantes pesadillas y un sinfín de detalles que, en un primer momento, pueden parecer intrascendentes y que, página a página, se cargan de sentido. En este caso, este fantasmal Japón de 1984 resulta más cruel y duro que en ocasiones anteriores: hay mujeres maltratadas por sus esposos hasta la muerte, niñas atrozmente violadas, hijos que crecen sin ninguna muestra de amor por sus padres, fanáticos que pertenecen a organizaciones terroristas o a desconcertantes sectas... Los protagonistas son una chica, Fukaeri, que ha escrito una novela en la que describe una infancia en contacto con fuerzas misteriosas e inexplicables; un hombre, Tengo, y una mujer, Aomame, recién llegados a la madurez, que se aman, pero que están condenados a no cruzarse jamás. Contar más acerca de 1Q84 sería imperdonable. Los meses de espera hasta la publicación de la tercera y última parte se nos van a hacer muy largos. Sólo puedo indicar un aspecto negativo: la prosa de Murakami, como siempre, es bella y ligera, pero uno tiene la sensación de que el cambio de traductor no le ha beneficiado. *Tomado de Estandarte. Libros y Letras

Palabra del día que se manejan en favor de esta práctica aluden a la libertad de cada uno para decidir sobre su propia vida y a la legitimidad de recurrir a una muerte digna cuando una enfermedad terminal hace perder sentido a la exis-

tencia. Los que se oponen a la eutanasia defienden la inviolabilidad de la vida y su dignidad, cualesquiera sean las condiciones de salud del individuo. La eutanasia es combatida

con vigor por la Iglesia católica y por algunas confesiones protestantes, tales como la luterana y la episcopal. El médico estadounidense Jack Kevorkian -quien fue bautizado por la prensa como doctor Muerte- cum-

plió una pena de ocho años en la cárcel de Oakland, Michigan, por haber ayudado a morir a unos 100 pacientes terminales y solo fue liberado con el compromiso de que no ayudaría a morir a nadie más.


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Por Andrés Montes*

La naturaleza volátil del lenguaje lo convierte en la singularidad de nuestra especie cuyo origen resulta más difícil de determinar. Se avanza en las bases biológicas, pero no sabemos cuál fue la primera palabra. Quentin D. Atkinson, biólogo de la Universidad de Auckland, en Nueva Zelanda, se ha adentrado en un territorio que, desde la perspectiva de la ciencia, se presenta resbaladizo para determinar que el lenguaje tiene al menos 50 mil años de antigüedad y que se originó en algún lugar de Suroeste de África, tal y como publica en la revista Science. «El habla es nuestra creación más efímera, es poco más que aire». La lingüista Christine Kenneally caracteriza así la condición problemática del estudio del habla primigenia, algo tan inaccesible como para que la Societé de Linguistique de París decidiera en 1886 que no era asunto de ciencia, dada la imposibilidad de comprobar con rigor cómo surgió la palabra. Seis años después, sus colegas de la London Philological Society siguieron el mismo camino y la indagación sobre los orígenes del lenguaje terminó por convertirse en un problema ajeno al mundo académico. Esta situación cambió hace dos décadas, cuando la arqueología del habla empezó a progresar sobre el terreno firme que proporcionaban avances en el estudio de las bases biológicas del lenguaje como los obtenidos por ­Philip Lieberman. A la apertura de este campo contri­ buyó también la emergencia de trabajos, como los de Steven Pinker sobre la evolución del lenguaje, que rompían con el absoluto dominio de la visión innata del habla de Chomsky. “Después de cien años de in-

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El incierto origen del lenguaje humano cómodo silencio, se había vuelto inteligente, respetable e interesante preguntarse en voz alta cómo demonios habíamos llegado a convertirnos en una especie con palabras”, resume Christine Kenneally en La primera palabra (Alianza editorial, 2009). La proliferación de estudios sobre la materia no ha conseguido, sin embargo, establecer unas bases fiables y de amplia aceptación en la comunidad científica. Quentin D. Atkinson lo intenta ahora, cuando determina que el lenguaje surgió en África hace entre 50 mil y 100 mil años. Ello estaría en consonancia con los análisis evolutivos que localizan el origen de la humanidad actual en un reducido grupo de humanos que habitó el continente africano hace al menos 60 mil años. Atkinson ha trasladado

a la lingüística los procesos estadísticos que se emplea para construir árboles genéticos con base en secuencias de ADN. En medio de las suspicacias de los lingüistas, poco proclives a los modelos matemáticos, y en consonancia con la procedencia de esa metodología, el biólogo centra su trabajo en los fonemas, los genes del habla, las ­unidades más simples de la lengua. Estos paralelismos entre biología y lengua no son nuevos en el estudio de la evolución y han sustentado ya antes investigaciones como las del genetista Cavalli-Sforza (Genes, pueblos y lenguas, Crítica 2000). Al igual que la dispersión que siguió a la salida de nuestra especie de su cuna africana, derivó en una progresiva merma de la diversidad genética, Atkin-

son observa que los lenguajes africanos tienen una gran riqueza fonética -hasta 100 fonemas distintos- frente a los hawaianos, que apenas utilizan 13 de esas unidades elementales. Entre esos dos extremos, el inglés tiene 45 fonemas y el español, 24. Aplicando ese patrón evolutivo a unos 500 lenguajes de todo el mundo en ese patrón, el biólogo vincula el origen del habla con la gran migración de los ancestros africanos, que llevó a nuestra especie a colonizar el mundo. En La gran migración. La evolución humana más allá de África (Crítica 2011), su libro más reciente, el paleontólogo Jordi Agustí apunta también que, en ese mismo periodo al que alude Atkinson, se ­ registra una emergencia del pensamiento simbólico. “En la base de esta nueva mente se ­ esconde muy probablemente un salto cualitativo en la capacidad de comunicación lingüística, ya ­ basada en una gramática com­pleja”, apunta Agustí, que atribuye a la adquisición de ese pensamiento simbólico el empuje necesario para dejar atrás nuestra patria bioló­ gica. Mark Pagel, biólogo de la Universidad de Reading, en Inglaterra, considera al lenguaje como el elemento crucial de la salida de África. “El lenguaje fue nuestra arma secreta y tan pronto como lo conseguimos nos convirtió en una especie realmente peligrosa”, afirma Pagel, quien respalda el trabajo de Atkinson. Pese a los recelos que despierta, el reciente artículo de Science intenta acotar un escenario temporal en el que ahora las discrepancias son

enormes y afianzan la tesis de quienes sostienen que ­ ha­ce en torno a 100 mil años las lenguas habrían tomado ya una forma similar a la actual. El antropólogo y lingüista estadounidense Edward Sapir vinculaba, en 1921, el lenguaje con la aparición de los primeros instrumentos de factura humana, lo que le llevaba a sostener que hablamos desde hace dos millones de años. Para el catedrático de Psicología Evolutiva de la Universidad de Liverpool, Robin Dunbar “parece que el discurso (y, por tanto, el lenguaje) entró en escena aproximadamente medio millón de años atrás, al menos en cierto grado” (La odisea de la humanidad, Crítica 2007). Dunbar sostiene que el lenguaje sustituyó al despioje en el cometido de afianzar los vínculos entre los miembros de un grupo a medida que el número de ellos crecía. Para la mayoría de los lingüistas resultan dudosos los rastros de lenguajes más allá de los 10 mil años. El otro frente de discrepancia, común a otros as­ pectos evolutivos, es si el lenguaje surgió una sola vez y en un escenario determinado o si, por el contrario, brotó en distintos lugares. La única certeza que tenemos es que, como afirma el neuro­ científico Michael S. Gazzaniga, “el lenguaje nos convierte en seres sociales de forma definitiva» y «lo que caracteriza al ser humano es el giro que le llevó a convertirse en un ser extremadamente social”. La Provincia, Diario de Las Palmas. Elcastellano.org.


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IBAGUÉ, JUNIO 26 DE 2011

IBAGUÉ, JUNIO 26 DE 2011

AT M l e n e , a iv t c e p pone su Retros

ex n ó r e ld a C o t r e Edilb

e d r o m a , a t s e t o r P a c i t í l o p a h c u l y o terruñ Sonnandose Óleo, de 1982

Ajedrez, 2005

Mesa de juego, 2008 Ensonnacion Oleocollage, de 1965

Voyerista Óleo, de 1988

Estos son los elementos más característicos en la obra del pintor y escultor tolimense Edilberto Calderón, de la que el Museo de Arte del Tolima dejó a disposición del público, desde el pasado miércoles, más de 80 de sus muestras. Compila un recorrido iniciado en 1964, cuando ya empezaba a vislumbrarse un horizonte en lo que sería la trayectoria de este artista nacido en Venadillo: algo lleno de motivos naturales, transformados, poetizados y reducidos a componentes de un todo uniforme, tal como lo relata Casimiro Eiger, galerista y crítico de arte. Otros, como el poeta y crítico de arte Mario Rivero, lo saben audaz en la utilización de encajes y telas para ejecutar ideas fantásticas en combinación de sus facultades técnicas y artísticas, todo dentro del concepto del abstracto figurativo; a la vez, Hugo Ruiz Rojas, escritor tolimense, destaca que a su obra la distingue un “aliento eminentemente personal y, así, original”. Obras que han recorrido escenarios internacionales como Rusia y Estados Unidos, además

de ocupar las paredes de recordados murales y portadas de libros como El Héroe de la Familia, de Héctor Sánchez, llegan a cautivar a los amantes del color y los retratos más “sui géneris del arte actual” (al decir de Eiger) y a quienes apoyan el talento tolimense. No sólo lo político identifica la extensión artística del maestro Calderón. Con “Mujeres y bares”, serie de obras en que la mujer tiene un papel protagónico y en donde su sensualidad y belleza las ennoblece y las libera de la cotidianidad, se evidencia esa orientación erótica. La mayor preocupación de su obra, para el mismo artista, radica en la luz interna del cuadro y no en la que se refleja en los objetos. En efecto, todo es un universo en que los planos oscuros sostienen el entramado del cuadro. Habitan, así, personajes enigmáticos, colores vibrantes, mujeres campechanas, símbolos, signos, espacios, planos, contrastes de planos y figuras geométricas de líneas quebradas y en ocasiones suaves y armónicas.

De la serie Mujeres y bares, 1988 El burrito, 2001

Estragos de la guerra Óleo, de 1975

Buitres, 1996, que le mereció el premio “Excepcional originalidad nacional” en el Tercer Festival Internacional de Artes de Moscú, Rusia.

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Durante esta tarde velada, la luna vuela prendida en un fuego oscuro, así la observo yo desde la ventana de la habitación circular en donde me sé con depresión. Ahora, bajo la mirada al frente mío y por allí de cerca evidencio a los niños del encantamiento atardecido. Ellos están felices escondiéndose en los rincones de este barrio misterioso. Algunos de los jovencitos, nomás acaban de juntar sucesivamente sus caras ruborizadas, mientras ellos van y vienen y siguen besándose lindamente, dentro del parque del otoño, que hay recreado al frente del hogar de apariencia campestre en donde yo vivo. Un poeta fantasma me divisa, entre tanto, con sus ojos de íntima ternura. El lirista me examina desde lo lejos y entonces, por estar detallándome, él deja hoy su inspiración para otro tiempo, mas vivo en versos de bondad. Entre otras cosas extrañas, descubro que el cielo sigue bañado de cenizas, por lo tanto, sigue suave de melancolía. Hay también mucha gente asocial, sufriendo la soledad del espanto, debido al desapego en este barrio. Ellos van lanzado burlas contra sus amigos artistas y ellos van vacilantes por entre los caminos de esta ciudad borrosa. Son muchos los paseantes solitarios de este día nublado, quienes van solos recorriendo los andenes. Van ellos cabizbajos con sus caras malhumoradas y van ellos mal con sus muecas rabiosas. Y qué feo lo que acaba de pasar; un niño es tumbado del triciclo rojo y suyo en el cual iba montado felizmente hacía un rato. Sin nada de duda, le botaron su inocencia contra el gris asfalto. El niño iba rodando antes por un sendero de rosas. Jugaba a las carreras veloces en este parque de árboles deshojados. Mas luego del tiempo él fue arrojado del cacharro, luego de un puñetazo bestial, que recibió a traición. El niñito entonces, sufrió el áspero golpe, como si su humanidad fuera un muñeco de trapo inservible. Ahora él llora un poquito, entre los paisajes de esta realidad imperfecta, y yo lo espío con mucho cuidado. El mismo sardino flaquito, siempre me ha gustado, se levanta de pronto de la agreste caída. Quedó todo lleno de raspones. Al otro tiempo, mira al ladrón de juguetes correr por un portal incierto. El desquiciado se va como hacia un

El pobrecito aún está sin la compañía de alguien bondadoso y aún está sin el arrullo de alguna esperanza. De momento, descubro a la ausencia del universo, veo los crepúsculos sin días, sin muchos rayos de soles rayados, entre las hojas muertas de los árboles, bajo la palidez de decolorada de este jovencito. Ya más y más después, menos mal me acerco a ti y por fin te acojo con regocijo, mi niño bonito. En encanto rodeo tus brazos flojos con mis brazos de suave hermosura. Te abrazo así amándote con mi única blancura de mujer preciosa. Te seco devota, tus lágrimas, mi lindo. Limpio tu agua del alma con mis dedos débiles, todos sensibles. Y yo sigo aún enamorada de tu pureza infantil. Así entonces galán, tú, mi niño adorado, mejor esperemos a solas por algún milagro verdadero, aguardemos mejor rejuntos, una búsqueda de tiempos más calmos, sin más inútiles guerras, sin más muertes horrendas. Así mismo, trata de calmar la soledad tuya y aquieta mi soledad, una soledad sólo de nuestra intimidad. A mi seguido seguir sentimiento, soñemos unidos juntos, queramos que no haya tanto desamor incauto; hoy solos juntos, imaginemos que no haya más amores muertos, pero que veo, pese al deseo, unas hojas grises, recién esparcidas por los árboles, caen sobre nuestras cabezas de pelos enredados, mientras tanto, tú, mi niño de brazos calientes, tú, decides de pronto recostarte, sobre mis pechos de queja. Así nomás, abajo de un leve suspiro, ambos miramos amados hacia otro día mejor, hacia un día más inmortal, ansiado de poesía en mí y lleno contigo en romance, mi niño humano. Y otra vez, el poeta fantasma, se nos aparece fulgurante inasible, pero ya nos sonríe y nos protege, atrás del otro cielo espejado; mientras la luna mágica nos baña ahora de su luz celeste, mientras la luna llena se nos prende ahora de fuego blanco.

La luna del fuego blanco

La sombra

túnel claroscuro. Y con extrañeza, mi enamorado advierte de que su triciclo, no está al lado suyo. El ratero se llevó de un solo zarpazo, su más valioso divertimento. Así que el hombre malvado, debido a su sagacidad, se fue yendo de bufón con la máquina. Se alejó de allí, forrado con una máscara de payaso, burlándose de lo más victorioso, entre sus risas maléficas. Este maldito, así pues así, anda feliz en la otra dimensión, por haber hecho llorar a mi niño de pelos negros, por haber dejado a mi chiquito lleno de moretones. Mientras tanto yo sigo sola, viendo todo este drama indecible, junto a la ventana de mi casa rosada. Y los otros andantes dispares siguen sin hacer nada, sólo se saben chistosos por ahí sin pensar, sobre el robo alocado, mal causado contra el lindo niño. Es apenas un chico recién abandonado a quien le acaban de robar la fantasía. Además este gentío, ni hace bulla, ni ayuda al peladito bondadoso, entre su tristeza suya, pero ella efímera. Así por esta sorpresa, yo me tiro al cielo brumoso, desde mi cuarto y desde la ventana, otra vez abierta. Caigo aquí de golpe sobre el prado mojado con las lluvias pasajeras. Al rápido instante, corro como despavorida para ir a auxiliar al morenito hermoso.

*Escritor colombiano. Este cuento fue Mención Especial en el concurso Relatos Asombrosos III, efectuado en Argentina.

Poesía

De algún modo soy tu cuerpo, me designo en él, me quema en la mentira útil como un remo, en la desgracia y la amorosa lucha abriendo los huecos de su máscara.

De algún modo soy tu cuerpo, la opresión que difunde me sostiene, y no en otro descienden las palabras, urde la disculpa el vejado sermón por nuestras pasadas facciones.

Pero no me lo permitas, no me dejes ser sólo tu cuerpo.

Pero no me lo permitas, no me dejes ser sólo tu cuerpo.

De algún modo soy tu cuerpo, cuando la rica, inexplicable sangre, transcurre en medio de representaciones. Y lo seré hasta que cenizas acaricien tu prestada, última parcela.

De algún modo soy tu cuerpo y si en atención a su dañina mengua me cuido bien de mirarlo como esencia, ¿con qué prodigio, incisivo milagro, percibiré tu pasión cuando lo excluya?

Pero no me lo permitas, no me dejes ser sólo tu cuerpo.

Pero no me lo permitas, No me dejes ser sólo tu cuerpo.

Alberto Guirri Poeta argentino


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Literatura y locura Por José Luis Díaz-Granados*

Hace algún tiempo, el periódico “British Journal of Psychiatry”, vocero de la psiquiatría en la Gran Bretaña, reveló que los escritores “sobrecargan su cerebro de imaginación y en consecuencia sufren con frecuencia de disturbios mentales”. El estudio, adelantado por el profesor Félix Post, se basó en las biografías de un centenar de escritores británicos y norteamericanos y se hizo con el fin de explicar (o de tratar de explicar) porqué los creadores literarios en esos países sufren a menudo de enfermedades mentales, ya que según un estudio precedente publicado en 1994, el doctor Post había llegado a la conclusión de que “los creadores sufrían con más frecuencia que los demás mortales, problemas mentales y emocionales”. El caso es que, en más de una ocasión, literatura y locura han ido de la mano con inusitada asiduidad. Y aunque el concepto de locura es relativo, en el artista es más notoria por cuanto él mismo o a través de sus obras expresa como nadie sus delirios y perturbaciones sin ninguna clase de inhibiciones o disimulos. La escueta noticia del periódico inglés no revela detalles de la metodología utilizada por el doctor Post. Simplemente informa que “los casos de psicosis o depresión afectan al 80 por ciento de los poetas, al 80.5 por ciento de los novelistas y al 87.5 por ciento de los dramaturgos” y agrega que “sólo el 31 por ciento de los poetas son alcohólicos, contra el 54 de los dramaturgos”. Por razones incomprensibles, no se nos suministra datos acerca del porcentaje de novelistas alicorados. “Los poetas concluye la información- viven más tiempo, se divorcian menos, pero sufren cambios de humor más bruscos que los narradores”. Aunque, desde luego, nos parezca bastante superficial el mencionado artículo, pensamos que los problemas emocionales y los desequilibrios menta-

les que padecen los creadores literarios y artísticos no se diferencian en mucho de los que sufre el resto de los mortales. Sólo que los artistas poseen en grado sumo una alucinada sensibilidad que se extiende, se bifurca, se enreda y se confunde de tal manera que la mente del poeta la transfigura en ocasiones en un infierno exquisito o en un paraíso de delirios. Son conocidos los casos de escritores que llegaron a la esquizofrenia, como Antonin Artaud (1896-1948), célebre poeta y dramaturgo francés, quien conmovió a sus contemporáneos con los hermosos delirios de su Teatro doble, pero también con sus fantasmagorías. El ombligo de los limbos fue su gran aporte poético al surrealismo. “La razón me abandona”, escribía desesperado, “y no logro recobrarla ni materializarla, ni siquiera a través de las palabras”. En cambio, al poeta norteamericano Ezra Pound lo encerraron en un manicomio en Washington durante 12 años acusado de loco y condenado al ostracismo por haber combatido a la entrada de sus compatriotas a Italia a través de emisoras radiales al término de la Segunda Guerra Mundial. Los progresivos tormentos mentales Martha Kornblith de Ernest Hemingway llevaron a suponer depresivo y esquizo-afectivo, coincidió con la poeta que en el colmo de la angustia (real o imaginaria), se venezolana Martha Kornblith en una larga e inútil suicidó de un tiro en la boca. Decían que en los últi- terapia en la Clínica Montserrat de Bogotá. Ella desmos años se sentía perseguido por agentes del FBI, cubrió en el iconoclasta de Cereté un hombre que a quienes veía en cada esquina, en los cafés y en las había logrado sublimar los límites de su alienación plazas de toros. Una vez intentó escapar de un avión mediante un poema, una palabra, una metáfora. Hien pleno vuelo, acosado por los ojos inquisidores de cieron una breve y bella amistad en la Clínica, en un supuesto (o real) perseguidor y no fue tarea fácil donde llegaron a la conclusión de que “el genio es una para pasajeros y tripulantes de la nave el diforma de la locura”. suadirlo de su paranoia. Años después de Raúl murió atropellado por un autobús en Carla muerte del novelista, se comprobó que tagena en mayo de 1997 y Martha se suicidó, lueen efecto el FBI lo seguía a sol y a sombra go de una prolongada depresión, arrojándose por la en todas las latitudes, por su participación ventana de su apartamento en Caracas, en diciembre al lado de los republicanos en la Guerra Civil Española y sus simpatías por la na- del mismo año. Ambos habían alcanzado la etapa del “darse cuenta” de su mal y creían en el pasado como ciente Revolución Cubana. Edgar Allan Poe, en un momento único punto de llegada. de abstinencia alcohólica, sufrió de “deli- Sin saber en qué punto de la realidad estamos, rium tremens”, estado en el que sufre de alu- solemos preguntarnos a menudo: ¿Dónde está la cinaciones que toman forma de siniestros verdad, el lugar exacto de la sensatez y la cordura? ¿Y dónde el de la locura, la demencia y la enajenación? insectos y de hórridos animales. Otros poetas han experimentado al- Borges dijo que si Hamlet acudía a la representación teraciones del sentimiento o de la ­conducta del Hamlet y Don Quijote leía párrafos de Don Quihacia el mundo exterior, a ­ consecuencia jote, probablemente los lectores éramos los ficticios. del consumo de algunas drogas alucinó- *Escritor colombiano. Con-Fabulación, periódico genas. El poeta colombiano Raúl Gómez virtual. Jattin, pequeño dios alucinado, maníaco-


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IBAGUÉ, JUNIO 26 DE 2011 Editorial: Lumen Título: Un cuento que no es invento Autor: Yolanda Reyes Páginas: 46

Editorial: Mondadori Título: Manual de superación personal y otros cuentos Autor: Pedro Badrán

Bogotá, Colprensa

Bogotá

, Colprensa Yolanda Reyes es, sin duda, una de las escritoras para público infantil más importantes del país, promotora de la lectura en la primera infancia y creadora de una verdadera biblioteca de cuentos para niños. Ahora, de la mano de las ilustraciones de Gabriela Rubio, presenta una historia que no sólo divierte sino que también enseña, con “Un cuento que no es un invento”, como una nueva alternativa para contar a los niños cómo se producen los embarazos. Todo comienza cuando un buen día la señora de la casa se entera de que dentro de ella hay otro corazón que late todavía más rápido que el suyo: ¡está embarazada! Pronto, todos a su alrededor se enteran de la gran noticia. Celebran cada momento, cada cambio, cada transformación, desde el embarazo hasta el nacimiento del esperado hijo. Un libro para leer en familia.

El autor colombiano Pedro Badrán regresó al mundo del cuento con una selección de sus cuentos de los últimos años, con personajes que son gente normal, al menos en apariencia. Hablan como cualquier otra persona, caminan por las mismas calles, incluso a veces logran amarse, pero sus vidas están llenas de extrañas zozobras, de acertijos, de situaciones imprevisibles. Una cosa los une: al final las mujeres siempre son quienes deciden. Es una verdadera expedición por un mundo rico en temas y registros, llenos de mucha inteligencia y humor; logra plasmar en sus páginas las formas de hablar de la gente.

Editorial: Destino Título: Excusas para no pensar Autor: Eduardo Punset Páginas: 286 Bogotá, Colprensa

Editorial: Universidad del Rosario Título: La venganza como prototipo legal en La Ilíada Autor: Juan Gabriel Vásquez Páginas: 124

Bogotá, Colprensa “La venganza como prototipo legal en la Ilíada” es el título de la tesis de grado de Juan Gabriel Vásquez en la Universidad del Rosario en Colombia, donde se graduó en Derecho. Empezó a escribir la tesis en 1996, a sus 23 años de edad, sabiendo bien, según el autor, que sería un abogado, pues su único interés era leer ficción, y más adelante empezar a escribir en ella, hasta convertirse en el Premio Alfaguara de Novela de este año. Por eso, La Ilíada fue su tema escogido para su tesis, para profundizar en él las formas e ideas de la venganza y la posible legislación de los tiempos en los que, se cree, fue escrita.

Del mismo autor de “El viaje al poder de la mente”, Eduardo Punset, se edita en Colombia el libro “Excusas para no pensar”, que, según el autor, es una guía para ayudar a afrontar las incertidumbres de la vida. El autor catalán, escritor de divulgación científica con más lectores en España, lanza una invitación a un recorrido por diferentes itinerarios de la vida: desde el cómo empezó todo, hasta el compendio de fórmulas que ayuden a la gente a ser más felices en un mundo mejor, pasando por las claves de las emociones, la complejidad del cerebro, los cambios, el aprendizaje o los secretos de la Tierra. Este libro aparece tras el éxito de su trilogía “El viaje a la felicidad”, “El viaje al amor” y “El viaje al poder de la mente”, en esta interminable búsqueda de “lo que nos pasa por dentro” y en las claves que mueven el mundo.

DIRECTOR: Antonio Melo Salazar JEFE DE REDACCIÓN: Martha Myriam Páez Morales COORDINADOR: Benhur Sánchez Suárez, Redacción cultural EL NUEVO DÍA PERIODISTA: Hernán Camilo Yepes Vásquez EDITOR: Hernán Camilo Yepes Vásquez DISEÑO: Ingrith Johanna Buitrago Castañeda ILUSTRACIONES: Obras del pintor alemán Emil Nolden, Arte & Artistas. FOTOS: Suministradas - Internet - Colprensa Carrera 6a. No. 12-09 Tels.: 2770050 - 2610966 Ibagué - Tolima - Colombia Apartado Aéreo 5476908-K www.elnuevodia.com.co Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8.


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