IBAGUÉ, ENERO 30 DE 2011
FA CE
TAS CULTURA AL DÍA Crítica
Cenizas del tiempo Andrés Ricardo Duque En exposición
Historia Natural y Política H. Camilo Yepes V. El cuento
Solidaridad de sobremesa Jacobo Reyes Godoy
FACETAS Por Andrés Ricardo Duque Rincón*
Son pocos los directores que recurren a presentar una versión corregida de una película que ya hayan hecho antes y es lo que le sucede al filme Cenizas del tiempo, del director chino Wong Karwai. Dicha película fue realizada en 1994 y para el 2008, Wong Kar Wai la relanzó, con ciertas modificaciones en su narración y banda sonora, y le añadió efectos especiales. Wong Kar-Wai inició en la televisión como guionista y luego ingresó al cine como guionista /director para la compañía The Wing Scope Co., en la que dirigiría su primera película, As Tears go By (1988). Esta película, y la gran parte de los filmes que ha realizado posteriormente, como Chungking Express (1994), Happy Together (1997) y In the Mood for Love (2000), han obtenido buenos comentarios por parte de la crítica. Aunque muchos de sus realizaciones cinematográficas han representado un fracaso en taquillas, la obra de Wong Kar-Wai ha marcado una gran influencia para muchos directores y en especial el filme Cenizas del tiempo. Dicho filme permitió que se realizaran, tiempo después, obras cinematográficas como El Tigre y el Dragón, Héroe, La casa de las dagas voladoras y La maldición del escorpión de jade, entre otras, las cuales demostraron que las películas de artes marciales también podían mane-
Fascismo Fascismo es el nombre de un movimiento político y de un régimen totalitario surgido hacia 1919 en Italia, que inspiró el nazismo y la dictadura franquista, y llevó a la humanidad a los peores momentos de su historia, con la exacerbación de los prejuicios raciales y el estallido de la Segunda Guerra Mundial, que costó 34
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Cenizas del tiempo
Todos somos aficionados. La vida es tan De esta manera, a lo largo de corta que no da para la película se presenta una gama más.
jar historias profundas. Cenizas del tiempo cuenta la historia de Ouyan, quien decide irse a vivir al desierto a causa de un desamor y allí establece una especie de oficina donde van las más diversas personas para que les remedie sus problemas, que en la mayoría de los casos se soluciona con la muerte de alguien. Entre las más disímiles personas que conoce, se encuentra Yaoshi, quien todos los años lo visita y con quien ha hecho una gran amistad. En cierta ocasión, Yaoshi le ofrece
una botella de vino como regalo, cuyo licor tiene la facultad de borrar todos los recuerdos. Para Yaoshi, los problemas del hombre provienen de su memoria y sin un pasado cada día representaría un nuevo comienzo, sería maravilloso. Yaoshi parte y Ouyan sigue recibiendo visitas y entre ellas las de Mourong Yin y el espadachín ciego. Estos dos individuos tienen algo en común y es su deseo de matar a Yaoshi, ya que personas cercanas a ellos se han enamorado perdidamente de él.
de personajes que, como lo ha dicho Ricardo Romero Silva en la revista Semana, son “seres solitarios que se van a la tumba con el amor atragantado”. Al final de esta producción cinematográfica iremos armando, como en una especie de rompecabezas, las fichas que Wong Kar-Wai lucidamente diseñó, de una gran historia de amores no correspondidos. Entonces comprendemos que la visita de Yaoshi no es nada casual, él la realiza cada año cuando las flores de melocotón florecen, como pedido de la mujer que le rompió el corazón a Ouyan y quien quiere saber cómo se encuentra él. Aunque la mujer también lo amaba, ella descubrió que Ouyan sólo la deseaba cuando no podía tenerla y por eso resolvió casarse con otro. Tiempo después cuando la mujer fallece, Yaoshi decide beber el licor y, efectivamente, se olvida de todo su pasado, pero no sabe por qué ahora siente un vago recuerdo por las flores de melocotón. Por su parte, al recibir la noticia de la muerte de su amada, Ouyan decide también tomar el licor y comprende que la botella fue enviada por ella, porque cuanto más se intenta olvidar ocurre que mejor se recuerda. Según la sabiduría popular oriental, cuando no se puede
Charles Chaplin
tener lo que se quiere lo mejor que se puede hacer es no olvidar, contradictorio lo menos que se puede decir. Pero muchos de los eventos en la vida parecen carecer de lógica, y en cuestiones del amor, sí que es cierto. Catalogada como un drama, esta producción cinematográfica se encuentra lejos de lo que la industria del cine occidental suele presentarnos, en cuanto a la manera como se presenta la historia y por ello, para verla, se requerirá de mucha atención y paciencia. A pesar de manejar un espacio, un tiempo y una narración nada sencillos; el filme Cenizas del tiempo merece ser visto detenidamente y, si se quiere, en más de una ocasión, para encontrarle todo el sentido con que se encuentra revestido. Porque lamentablemente la industria del cine imperante ha habituado a su público a producciones con esquemas repetitivos y con finales azucarados; quizá sea tiempo de enfrentarse a producciones que reten al espectador y que manejen otro tipo de sensibilidad frente al tema del amor. * Docente de Lengua Castellana
Palabra del día millones de vidas. La palabra italiana fascismo surgió en 1919, derivada del italiano fascio ‘grupo’, tomada del bajo latín del siglo XII fascium, procedente del latín clásico fascis, que significaba ‘haz de leña’ o ‘puñado de varas’, pero que se usó con el sentido de ‘organización política’ en las postrimerías del siglo XIX.
Los lictores romanos usaban el fascis para azotar a los culpables de algún delito, pero el instrumento de tortura acabó por convertirse en símbolo de autoridad e insignia del cargo de lictor: un haz de palos de abedul u olmo (símbolo del poder del castigo) alrededor de un hacha (símbolo del poder de la vida y la muerte),
atados con tiras rojizas de cuero. El dictador italiano y fundador del fascismo, Benito Mussolini (1883-1945), adoptó el fascio como símbolo de su partido, tomándolo en su sentido más moderno, y formó fasci de combatimento, grupos llamados de combate, que dieron su nombre a la
organización. A partir de ese momento, los partidarios de los fasci fueron llamados fascisti ‘fascistas’. El nombre de este ominoso movimiento se extendió rápidamente por Europa y dio lugar al español fascista, al portugués fascista, al francés fasciste, al inglés fascist y al alemán Faschist.
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FACETAS
Usted, nuestra amante italiana Por Jorge Ladino Gaitán Bayona*
De la colección ‘Cuadernos esenciales’ de la Biblioteca Nacional del Perú, el número 41 corresponde al libro de cuentos ‘Usted, nuestra amante italiana’ (septiembre de 2010) del escritor cusqueño Mario Guevara Paredes (1956). Este narrador, guionista de cine, promotor cultural y director de ‘Sieteculebras, Revista Andina de Cultura’ (con 28 números al 2010) había publicado previamente ‘El desaparecido’ (1988), ‘Fuego del sur: tres narradores cusqueños’ (1990), ‘Cazador de gringas y otros cuentos’ (1995) y ‘Matar al negro’ (2003). Desde tiempos lejanos, el hombre ha experimentado la redención de la embriaguez. Bien decía Platón que “el vino es un remedio para el mal humor de la vejez”, mientras que Homero consideraba que éste daba “fortaleza a los hombres fatigados”. Siglos después, Bertrand Rusell puntualizaría que la embriaguez es un “suicidio transitorio”, pues constituye “una cesación momentánea de la desdicha”. No obstante, la embriaguez no es sólo un tópico o una sensación poderosa en la poeticidad del cuerpo; también es un estado de la escritura. Ella, cuando se elige tema y tono, permite construir relatos donde la palabra -liberada de ataduras morales y lingüísticas, pero sin sacrificar la belleza- se abisma frente a la derrota en su desnudez, la traición, el amor y el desamor. Justamente, todo esto ocurre en los nueve cuentos que integran el libro ‘Usted, nuestra amante italiana’. En ellos los bares se entronizan, los vencidos se confrontan con la memoria, los cobardes se envalentonan para encarar un cuerpo deseado o para darse el tiro de gracia cuando el sol agoniza entre el mar, a veces un tabernero -como una suerte de Scherezada- cuenta las historias de los extraños seres que se sinceran con
el licor, el transitar de las horas y la música de fondo, sea rock en español, boleros o rancheras. No es casual que el primer cuento del libro se titule ‘La vida no vale nada’ y que en él un bartman –focalizado por el narrador el tercera persona- sea la fuente primordial del relato. Ese cuento es un poderoso embrión de lo que los otros ocho del libro habrán de dar cuenta: la difícil existencia, amores que desembocan en desencantos, la urgencia de carnavalizarse por un rato porque con la sobriedad vendrán otra vez el vacío, la culpa y el abandono. “La vida no vale nada”, ese estribillo de ‘Camino de Guanajuato’ de José Alfredo Jiménez, constituye la visión de mundo –acaso el epitafio- que surca los relatos. Como extraído de ese universo de bohemia y desolación del conocido cantautor mexicano, el bartman pareciera una variación de “El cantinero”, esa bella ranchera en la que a quien reparte el licor
se le respeta, se le otorga la condición de dios, en tanto brinda consejos porque “todo lo sabe y todo lo puede”. El bartman, en el libro del escritor peruano, se erige en centro: “Cuantas cosas yo podría contar” (21) pues a él llega toda la gente que “viene a matar su soledad” (21) y sólo es necesario estar atento como “una enorme lechuza pendiente de todo lo que acontece en el pub” (21). Si atendiendo a Adorno en su ‘Mínima Moralia’ en su consideración de que cada escritor construye en sus páginas una morada, el bar es la que elige Mario Guevara en su libro de cuentos, como un hogar de paso para que se den cita los solitarios y los humillados (cada uno de sus personajes) pero también ese espacio de puertas abiertas al lector para que se beban las historias: la de un capitán de la policía convertido en detective privado que busca un delito y se tropieza con la infidelidad de su
las lagunas mentales del ebrio; la de una mujer tramando venganzas contra el marido que parecía ideal años atrás y que ahora sólo se burla de su pequeña estatura cuando está tomando con sus amigos en ‘Por siempre jamás’; la de un policía confesando ante la tumba del amigo cómo disfrutaba de su mujer en ‘Desde el fondo oscuro’, y, finalmente, la de unos amigos que, aunque pasen las décadas, rinden culto entre copas a la figura de Laura Antonelli, un símbolo sexual de los setentas, en ‘Usted, nuestra amante italiana’. Tabernero-narrador Mario Guevara: una trinidad del arte de contar historias; una ofrenda dual -sagrada y profana- porque las situaciones recreadas, aunque duras porque ahondan la angustia y el fracaso de los personajes, resultan agradables por el uso del humor, la ironía, de una expresión sencilla y sugerente y de una risa carnavalizada, es decir, aquella que, en palabras de Bajtín en ‘La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento’, “es ambivalente: alegre y llena de alborozo, pero al mismo tiempo burlona y sarcástica, niega y afirma, amortaja y resucita a la vez” (Madrid: Alianza Editorial, p. 17). ‘Usted, nuestra amante italiana’, es un libro para beberse de una sola sentada, como una buena botella de whisky, porque allí la ficción no se reduce al efectismo de las anécdotas y porque los seres que por allí cruzan cargan una angustiosa humanidad que siempre es vigente en todos los bares nocturnos, cercanos o remotos. Sin duda, el escritor de oficio es como un sabio tabernero: domina su arte y escucha sigilosamente lo que ocurre alrededor, para luego decidir la mejor historia y contarla en forma amena; las páginas de un cuento como un bar donde la vida se pone al banquillo y donde el lector es parte activa en la fiesta y la embriaguez del lenguaje.
mujer en ‘La vida no vale nada’; la de un hombre que bebe y recuerda su abandono momentos antes de morir en ‘La espera no siempre es larga’; la de una mujer hermosa, que parecía inalcanzable en su juventud y que años después se descubre cercana y vulgar en cualquier bar de mala muerte, la puta devenida en santa en ‘Niña veneno’; la del borracho que por fin se decide a hacer el amor a la mujer que lo obnubila en sus noches de taberna y descubre al final que el deseo culmina en burla y vergüenza en ‘La mujer de negro’; la de un cusqueño que encuentra en Ecuador a un curioso plagiador que hace de la poesía universal una estrategia para sostenimiento de la bohemia en ‘Janos, el hombre que corrigió a André Bretón’; la de un desafortunado individuo que, por culpa del exceso de tragos, arriesga una herencia en ‘In-extremis’, un atractivo cuento que se construye y * Profesor de la Universidad del Tolima, jlgaitan@ut.edu deconstruye jugando a surcar
FACETAS
IBAGUÉ, ENERO 30 DE 2011
IBAGUÉ, ENERO 30 DE 2011
Recorrido gráfico por algunos matices de la historia natural de América Es una verdadera lástima que no sepa yo distinguir las plantas, lo cual mucho me atrista.
Cristóbal Colón
¿Para qué ver la política como un proceso estrictamente proselitista, si, al fin y al cabo, viene desde la historia, y lo más elemental, desde la naturaleza? Este es el mensaje que se halla inmerso en la temática principal de la exposición ‘Historia natural y política: conocimientos y representaciones de la cultura americana’. De esta manera, en la Sala de Exposiciones del Banco de la República se pretende vincular a los ibaguereños en un constante proceso de construcción colectiva que ha sido tan inherente, pero, a la vez, tan lejano y tan mirado con desdén. Con esta exposición itinerante, que está en sus últimos días en la ciudad y que se da el lujo de contar con 19 títulos que recorren lo más significativo de la historia a partir del Descubrimiento de América, se invita a contemplar con dedicación las visiones que diversos investigadores y científicos han querido manifestar sobre el mundo natural y sus vinculaciones nada lejanas, con la incontrolable organización de la sociedad. La recopilación inicia con una visión general acerca del
Descubrimiento de nuestro continente, aquel 12 de octubre de 1492; navegación que, deseando ir al encuentro de una India desconocida, encalló en las Américas, lo que se constituiría, según los documentos oficiales, como el hallazgo de una exuberancia sin igual. Cristóbal Colón, el hacedor de un precedente que llega en la actualidad a sus 518 años, se sumó a esta línea de generadores de remembranzas y dejó plasmado su testimonio por escrito, quedando establecida, según él, una tierra de numerosos y frondosos árboles de todo tipo y de gran cantidad de aromas que se expelen generando un incontenible placer. Pero este importante testimonio, en el que el histórico caballero no se contuvo en narración de lo que a su alrededor veía, no fue la única manifestación de lo que quedaba por descubrir en el mundo natural. Plinio Segundo, con su texto Historia Natural; Imago mundi, de Pedro de Ailly; Libro de las maravillas, de Marco Polo, y Libro de las maravillas del mundo, de John Mandeville, entre otros, contribuyeron a engrosar esa lista de adjetivos amables con que había atiborrado sus diarios. Como soportes definitivos están los mapas, en que se configura un mundo que no sólo posee flora en grandes variedades, sino también animales que asombran; iguanas, sirenas, insectos y algunas especies inimaginables van quedándose
en las mentes y en brochas y lápices, plasmados en un papel, tanto para la investigación como para el recuerdo de la humanidad prosiguiente. A este recorrido temático que incluye referencias puntuales sobre la ya recordada Expedición Botánica, llevada a cabo por el sabio José Celestino Mutis, en razón del reciente aniversario 200 de su muerte, se suman siete representaciones pictóricas que darán mayor contexto a la comprensión de este espacio de conocimientos histrórico, natural y político. Algo que sí es cierto, es que el mundo natural no se puede extraer fácilmente: las islas, los continentes, las montañas, las plantas o los animales no se pueden llevar de un lugar a otro; por eso, hay que ver este trozo de naturaleza que ha llegado a Ibagué, hay que hacer parte de esta relación entre naturaleza y política a través de la historia.
FACETAS
Presencia Negra (Fragmento). Proyecto de Liliana Angulo. 2007.
El sabio José Celestino Mutis, promotor de la Real Expedición Botánica, en 1783, que duró 33 años.
Corona funeraria. María Fernanda Cardoso (1990)
Tabaco, Códice Pomar: manuscrito del siglo XVI donde se relacionan especies botánicas y animales de Europa, África, Asia y del Nuevo Mundo.
Colibrí dibujado en el taller de Fray Bernardino de Sahagún. Códice Florentino o Historia de las cosas de Nueva España.
FACETAS
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El cuento
Solidaridad de sobremesa
Poesía
Jorge Guillen Poeta español, 1897-1984
Fuera del mundo Cuanto nosotros somos y tenemos Forma un curso que va a su desenlace: La pérdida total. No es un fracaso. Es el término justo de una historia, Historia sabiamente organizada. Si naces, morirás. ¿De qué te quejas? Sean los dioses, ellos, inmortales. Natural que, por fin, decline y me consuma. Haya muerte serena entre los míos. Algún día —¿tal vez penosamente?— Me moriré, tranquilo, sosegado. No me despertaré por la mañana Ni por la tarde. ¿Nunca? ¿Monstruo sin cuerpo yo?
Por Jacobo Reyes Godoy*
Alguien ve a la niña subir sus pies en la silla del comedor, sin embargo su madre no la reprende ni la obliga a usar zapatos, al contrario, no la deja bajar. Alguien no la escucha, pero sabe que ella está llorando mientras abraza sus propias piernas y se muerde una rodilla. La mesa del comedor y su silla están frente a su casa, afuera, junto a los otros muebles grandes y las cosas caras. Sus cuadernos y colores toda-
vía están adentro, pero nadie de los que salen con enseres o electrodomésticos le pregunta si ella quiere salvar algo. Alguien siente pena y dice en voz alta: “Pobrecita; pobre gente”, pero no entiende que el mundo se ha hundido un poco. Que todas esas cosas bajo el agua, eran cosas que su madre jamás hubiera permitido que se mojaran. El agua ha borrado el piso que era firme y se ha encaramado a los asientos y las camas. Ni siquiera hay dónde poner a secar lo que sacan; el agua es un
charco cada vez más grande. Alguien siente lástima por los náufragos de tantos pueblos, pero después piensa que seguro también va a llover en el centro esta tarde. Y sucede entonces que ese alguien se cansa de los ríos sueltos en los valles, de las lluvias que olvidaron escampar y del cielo cementado. Levanta su mano poderosa y logra que toda la tragedia acabe con tan sólo escoger otro canal menos frío para su almuerzo. * Escritor colombiano
Se cumpla el orden. No te entristezca el muerto solitario. En esa soledad no está, no existe. Nadie en los cementerios. ¡Qué solas se quedan las tumbas! Enferno Ma tu perché ritorni a tanta noia? Dice Virgilio a Dante, “Inferno”, I, 76. Los destructores siempre van delante, Cada día con más poder y saña, Sin enemigo ya que los espante. Triunfa el secuestro con olor de hazaña, Que pone en haz la hez del bicho humano. Ni el más iluso al fin la historia engaña. El infierno al alcance de la mano.
Hacer huella Por Alan Pauls*
Como casi toda mi generación, como buena parte de las generaciones que siguieron a la mía, soy hijo natural de María Elena Walsh. Tenía dos años, parece, cuando mi madre me llevó a la Casacuberta del San Martín a verla cantar en vivo. Debutábamos juntos, ella cantando, yo como espectador, en un prodigio incestuoso de sincronismo y asimetría. Un privilegio excepcional pero equívoco, y hasta un poco desolador, como todos los privilegios que descansan en algo tan delicado como una confabulación de espacio y de tiempo. Naturalmente, no tengo recuerdos de la experiencia. Pero ¿quién los tiene del flotario intrauterino donde espera, haciendo la plancha a oscuras, el momento de interrumpir el mundo con un aullido? Estoy harto de la memoria, esa matrona sobrevalorada. Hablemos de huellas. Una huella es más que un recuerdo: no tiene forma ni sentido, es potencia pura. El vivo deja marcas, no recuerdos. Los discos, los libros y la televisión se encargarían después de fabricar la MEW “para recordar” (parte no menor de la cual fue la modernidad deseable de su rostro, ícono top en el mercado erótico infantomasculino de los años 60). Fiel a su ley, aquel vivo de la Casacuberta se borró, y borrándose hizo lo que sabía: marcarme. Esas huellas fueron y son orales, brotan del encuentro entre un decir y un archivo nacional y forman el único legado MEW que reconozco: la trasmisión de una cierta imagen de la lengua argentina. Quedaron por lo pronto ciertas palabras: “disparate”, “desbarajuste”, “santiamén”, “bochinche”. Muchísimas palabras con acento en la última sílaba
(“cuatrimotor”, “patatús”, incluso “sarampión”, oída en boca de MEW mucho antes y mucho mejor que en boca del pediatra, y que expropiaba la enfermedad del mundo de la clínica médica para arraigarla en el mundo del juego o de la entomología infantil, donde pasaba a ser un bicho particularmente horrendo), ideales para articular esas rimas agudas, casi percusivas, que fueron el sello de la poesía de MEW. Pero puede que me equivoque y muchas de ellas ni siquiera aparezcan en su lírica. Es algo que sucede con los pioneros y los precursores: llaman la atención sobre un puñado de cosas que nadie había visto u oído y esas cosas, después, destiñen sobre otras, y así sucesivamente. No sé si soy capaz de describir el aura singular de la familia que forman esas palabras. Probablemente ya estuvieran pasadas de moda cuando MEW las cantaba. Eran llamativas pero modestas, a la vez coloquiales y afectadas. Estaban ahí, languideciendo en la lengua desde hacía tiempo, pero MEW –que fue la primera en escucharlas, lo que confirma hasta qué punto el oído, en los verdaderos poetas, precede siempre a la voz– parecía inventarlas cuando las cantaba y armaba con ellas una lengua nueva. Al revés de muchos de sus colegas de género (el gremio de la sospechosísima “canción para chicos”), MEW nunca se puso “a la altura” de sus destinatarios. No rebajó la lengua a una sintaxis básica, ni a un balbuceo enternecedor, ni siquiera a la glosolalia compradora de una boca llena de torta. Detectó y despertó en las zonas menos actuales de la lengua la posibilidad de un idioma chico. Algo común, compartible y, a la vez, extraordinariamente teñido de particularismos, con la temperatura cómplice de la jerga y el gesto pícaro del contrabando.
IBAGUÉ, ENERO 30 DE 2011
Muchas de las mejores canciones de MEW están escritas en esa especie de lunfardo de kindergarten. Bulubú es MEW; Tutú Marambá también. Pero MEW nunca lleva tan a fondo su programa como cuando dice “disparate”, por ejemplo, o “abatatarse”, reliquias que sólo ella supo escuchar de cerca, como voces de niño que hablaran, desoídas, en los pliegues del idioma de todos los días. Quedó también ese arte excelso del diminutivo: “charquito”, “cañita”, “librito de yuyos”, “monitas”. Hay toda clase de empequeñecimientos y miniaturizaciones en las canciones de MEW. Pero eso, que podría haber sido una agachada demagógica, es en ella una lección de actitud y rigor. MEW enuncia los diminutivos con una altura indiscutible, una cierta altivez, una autoridad casi borgeana. El diminutivo no es un guiño sino una operación poética específica, muy técnica, destinada a problematizar las identificaciones que debería inducir. No es sentimental sino gráfico, y por lo tanto es puro afecto. Un afecto citado. Nunca le perdonaré, en ese sentido, esa escopetita verde con la que el cazador mata al Pájaro Pintón de tres balazos certeros: uno al canto, otro al vuelo, el tercero al corazón. Nunca le perdonaré ese matiz de inocuidad casi cariñosa aplicado al arma de fuego que convierte en viuda a la Pájara Pinta. (Mi hija, que de chica chapoteó también en la marmita MEW, me sopla que “La Pájara Pinta” está escrita en primera persona, como un alegato doliente de la Pájara, y que ese diminutivo acaso sea el modo en que la viuda trata de conjurar, minimizándola, su tragedia personal.) Pero nunca dejaré de agradecérselo tampoco. Aprendí más de esa perplejidad de estilo que de cualquier precepto moral. Y queda por fin la dicción
de MEW. Una dicción única, inconfundible, que se recortaba como en 3D contra el fondo cacofónico de la industria cultural argentina. El decir de MEW era preciso pero nunca deliberado; nítido, convencido, siempre bien colocado (como se dice de las buenas voces, los buenos actores, los efectos de las buenas drogas). Había en su expresión una seguridad no vanidosa, más bien adusta, que le permitía sin embargo todas las invenciones, los desvíos, incluso las fragilidades. Había clase en su decir, pero clase no era en ella una palabra homogénea: sus erres, virtuosas como ejemplos escolares, eran un alarde de redoble y vibración, pero sus eses eran fuertes y espesas y tendían siempre al acanallamiento de un arrabal varonero. La clase de MEW era dominio y destreza pero también mezcla, inclinación hacia lo otro: ese veteado sigiloso, a menudo exclusivamente tonal, que hace que las lenguas más “puras” (otra vez Borges) sean también las más inquietantes. El pasado 10 de enero, cuando MEW murió, yo volvía de Chile. Murió mi Sarmiento, pensé. Murió la Sarmiento de la segunda mitad del siglo XX. Es decir: no murió una cantante, ni una poeta, ni una artista popular; murió una maestra: la inventora de una máquina pedagógica que condensa como ninguna la poética, los valores, las creen-
FACETAS
cias, las fobias y las ilusiones de la cultura progresista argentina y que lleva funcionando ya medio siglo. Siempre me gustó la clase de reserva con que MEW administró públicamente su sexualidad, esa vida privada que las necrológicas, en esta última semana, eufemizaron con un tacto que próceres o proceresas sólo suelen merecer cuando acaban de morir, disfrazando la pasión amorosa bajo la máscara de la “colaboración artística” y la comunión deseante bajo un “compañerismo de ruta” irreprochable. Sin embargo, en épocas siniestras (y hubo más de una en estos últimos cincuenta años en la Argentina), cuando toda diferencia era sospechosa y toda disidencia amordazada, perseguida o exterminada, en particular en un terreno altamente sensible como la educación, y también en sus temporadas bajas, cuando la retrogradez y el prejuicio se refugian en el sentido común, más de una vez sentí como una injusticia, una vergüenza, un verdadero papelón –para decirlo con una palabra bien MEW– el hecho de que el lesbianismo de la más grande educadora de la Argentina contemporánea fuera un secreto a voces y no una luminosa evidencia pública. *Periodista y escritor argentino. Nota enviada por Rolando Revagliati para Librosyletras
FACETAS
IBAGUÉ, ENERO 30 DE 2011 Editorial: Random House Mondadori Título: Sabiduría cotidiana Autor: Robin Sharma Editorial: Debate Título: El Puente: vida y ascenso de Barack Obama Autor: David Remnick
Bogotá, Colprensa
Millones de personas han leído ‘El monje que vendió el Ferrari’ y, siguiendo sus enseñanzas, han visto cómo ha cambiado su vida, donde lo material no es tan valioso como mucha gente lo ha querido hacer ver. Ahora su autor, a través nuevamente de Julián, el personaje de dicho libro, un abogado de éxito que dejó todo para irse al Himalaya, presenta los procesos de aprendizaje que tuvo ese personaje con los sabios de Sivana. Aquí presenta cinco lecciones básicas para equilibrar y combinar los aspectos profesionales y personales de la vida, siempre de manera amena y divertida.
Bogotá, Colprensa
Aunque las grandes críticas no se han hecho esperar, el pueblo estadounidense y buena parte del mundo siguen a la expectativa de lo que será el desarrollo del mandato de Barack Obama en la presidencia de Estados Unidos. Quién mejor que David Remnick, director de la mítica revista The New Yorker, para relatar con pasión la vida de un hombre de padre keniata, criado entre Bangladesh y Hawai, y protagonista de una de las campañas presiden ciales más apasionantes de las últimas décadas. Una extensa obra magistralmente relatada, para entender un poco más los movimientos del primer presidente afrodescendiente que ha tenido decisiones trascendentales, contrarias a las impuestas por sus antecesores.
Editorial: Planeta Título: La ley de la conexión Autor: Michael Losier
Editorial: Alfaguara Título: ¡Judy Moody se vuelve famosa! Autor: Megan McDonald
Bogotá, Colprensa
A la escritora estadounidense Megan McDonald se le convirtió en una verdadera pasión escribir novelas juveniles. Más aún cuando ha cosechado miles de lectoras en todo el mundo, pues sus historias suelen ser protagonizadas por jóvenes y son el plato literario preferido de muchas adolescentes. Es el caso de ‘¡Judy Moody se vuelve famosa!’, su más reciente novela traducida al español, en la que su protagonista, Judy, quiere ser famosa, pero se muere de la envidia por el protagonismo de la sabelotodo de la clase, Jessica. Una lección de vida que relata la autora, donde la protagonista va descubriendo que la fama no es tan valiosa como ella creía en un principio y que tiene mucho más para dar en su interior.
Bogotá, Colprensa
Aunque parezca increíble, en el siglo XXI, el de las comunicaciones, existen personas a quienes les es casi imposible comunicarse. Más aún, a muchos, cuando quieren decir algo, el receptor les entiende algo completamente diferente y nadie sabe por qué. Por eso, y viendo que esta es una situación que afecta la vida personal y laboral, Michael Losier, especialista en Programación Neurolingüística, decidió dar las claves para una buena y fluida comunicación. Este libro nace luego de los resultados de su obra ‘La ley de atracción’, y aunque no es necesario leer el primero para entender y aplicar el segundo, son herramientas vitales para todos aquellos que les cuesta entablar relaciones interpersonales.
DIRECTOR: Antonio Melo Salazar JEFE DE REDACCIÓN: Martha Myriam Páez Morales COORDINADOR: Benhur Sánchez Suárez, Redacción cultural EL NUEVO DÍA PERIODISTA: Hernán Camilo Yepes Vásquez EDITOR: Billy Edison Zúñiga Valencia DISEÑO: Katherine Moreno ILUSTRACIONES: Obras de la pintora colombiana Mónica Agudelo. Colarte.com, portal web Biblioteca Luis Ángel Arango, FOTOS: Hernán Camilo Yepes, suministradas, Colprensa, EL NUEVO DÍA. Carrera 6 No. 12-09 Tels. 2770050 - 2610966 Ibagué Tolima - Colombia Apartado Aéreo 5476908-K www.elnuevodia.com.co Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8.