IBAGUÉ, AGOSTO 29 DE 2010
FA CE
TAS CULTURA AL DÍA ENSAYO
Literatura e identidad Willian Geovany Rodríguez Gutiérrez APRECIACIÓN
Un resplandor de ideas Sobre Stanley Kubrick CUENTO
Malos Vientos Jorge Etcheverry
FACETAS
IBAGUÉ, AGOSTO 29 DE 2010
¿Por qué la Academia «acepta» o «rechaza» una palabra? Hace algunos días un amigo del Foro Cervantes me preguntó en privado por qué la Academia «permite» que palabra nonato —que según el diccionario significa ‘no nacido de parto natural’— tenga ese significado y no el etimológico (del latín non natus, ‘no nacido’). Esto ocurre en etimología con mucha frecuencia; a través de los años o de los siglos una palabra va cambiando primero de matiz y luego de significado hasta alejarse de la denotación que le dio origen. De acuerdo con la concepción de mi amigo, absurdo debería ser algo referente a los sordos, adefesio, a los naturales de Éfeso y la Academia no debería «aceptar» un diario sea llamado gaceta, cuando originariamente fue la denominación de una moneda italiana. Los hablantes deberían aprender a decir murciégalo, que es la voz original, en vez de murciélago, una deformación originada en la Edad Media. Este es también el caso de nonato que es el adjetivo calificativo que se aplica a la persona que nació por una operación cesárea y no al bebé que no llegó a nacer, como era el uso de los romanos. El tema de las supuestas potestades de las academias tiene también su lado ideológico. Todos hemos leído alguna vez objeciones a femeninos como presidenta, o jueza,
alegando razones que válidas desde el punto de vista gramatical y etimológico, pero que no se corresponden con el habla real, que es la única que debe ser considerada. Estas objeciones se respaldan en la afirmación chomskiana de que «las palabras no son inocentes» y que revelan prejuicios y actitudes machistas, homofóbicas o de otro tipo que deberían ser combatidas por las academias. Casi todo esto es verdadero: creo que las palabras no son en absoluto inocentes y que con frecuencia se las emplea para disfrazar posturas ideológicas que no se desea mostrar. Y que nuestra sociedad alberga, a veces en forma a veces abierta y otras más o menos disimulada, prejuicios antiguos, fuertemente arraigados y mucho más extendidos de lo que solemos creer. Y eso se refleja en la forma en que hablamos. El error estriba en creer que las academias tienen algo que ver con eso, que tienen la potestad de «aceptar» o «rechazar» palabras o incluso de cambiar su significado para combatir esos prejuicios. Esto es invertir las cosas: no son las palabras las que crean un prejuicio, ellas se limitan a expresarlo cuando existe, y se cambian, suponiendo que alguien pudiera hacerlo, el prejuicio seguirá instalado allí. No es función de las academias escoger qué palabras existen y cuáles no, ni qué sig-
la forma (morphé) de seres humanos y aparecerse en sueños a los mortales. Albert Carnoy, autor del Dictionnaire Étymologique de la Mythologie Gréco-Romaine, afirma que, por tratarse de un dios
nocturno y espectral, el nombre de Morfeo se vincula con morphnos ‘oscuro’, ‘sombrío’. La morfina, una droga ilegal en manos de legos, se utiliza con fines médicos desde 1821.
Por Ricardo Soca*
Palabra del día
Morfina
Es un alcaloide sólido, muy amargo y venenoso, pero que, en pequeñas dosis, puede ser usado como potente soporífero y analgésico. Fue
aislado del opio en 1806 por el químico alemán Friedrich Wilhelm Sertürner, quien escogió para esta droga, que causa fuerte y rápida adicción, el nombre de morfina (en alemán Morphin), inspi-
rándose en el dios griego del sueño y del ensueño: Morfeo (Morpheus), uno de los mil hijos de Hipnos, el Sueño. Según la mitología helénica, Morfeo se distinguió por su habilidad para tomar
IBAGUÉ, AGOSTO 29 DE 2010 nifican o debieran significar. Las propias academias salen con frecuencia a aclarar que carecen de ese poder y que nunca pretendieron tenerlo, aunque esto último no es completamente verdadero. En efecto, hasta el fin de los años del franquismo, el marxismo era definido en el diccionario como la «doctrina de Carlos Marx y sus secuaces». Esta entrada muestra claramente hasta qué punto la RAE sufría en esa época la influencia del fascismo español. No obstante, la tarea de las academias hoy —lo ha dicho en varias ocasiones el propio director de la RAE, Víctor García de la Concha— es meramente notarial. Más a tono con las prácticas de la Lingüística, la «docta casa» se limita a incorporar el uso real registrado en la prensa y en la literatura y derivar de allí los
significados y la normativa. En cuanto a palabras como presidenta y jueza, en opinión del que escribe se originaron en forma agramatical y con base en prejuicios preponderantemente feministas, que también los hay, pero fueron impuestas por la prensa y están incorporadas al habla, en los periódicos y en la literatura, de modo que no cabe a la Academia calificarlas como agramaticales y decretar simplemente que no existen, como muchos proponen. Los diccionarios se elaboran hoy con base en corpus (hay quien prefiere el plural latino corpora), —que son bancos de datos con millones de palabras tomadas de la prensa, de la literatura y, con frecuencia, de grabaciones del habla real—. Lo que aparece en los corpus un número suficiente de veces, tanto palabras
Tríptico de la luz Un viaje a lo oscuro. Todas las variedades de la tiniebla conjuntan su canto, su hechizo, su vocación de fuego. Recorrido desde el silencio, la noche es el precipicio prolongado. La noche de la ciudad inconclusa. La noche de la mudanza eterna. La que cambia de nombre en cada esquina. La noche del extravío en la ciudad iluminada. “La noche del árbol que es como un puente entre la memoria y la fábula,” claroscuro, vigilia al borde del abismo, otra orilla del sueño. “Cazador de brumas”, desde su propia sombra, “limpia en verano el gris del horizonte”, desde su ciega luz convoca los caminos que son abismo, errancia, prolongado resbalar, caída intacta. El poeta lleva el “candil que alumbra los rincones de la infancia”. Tiene la misión sagrada de cruzar el territorio de la sombra, vencer a sus fantasmas y duendes,
para fundar en la otra orilla el poema. La palabra hecha sangre, enmarcada en la esencia del ser, la palabra hecha espejo del sueño, conjurada en la imagen del otro, la palabra como escudo en la batalla del signo, palabra que revele al hombre, que oculte sus máscaras, que advierta en el mundo la certeza, su propósito de luz.
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como acepciones, se incluye en el diccionario y lo que no, no. La Academia Española cuenta con un corpus de 160 millones de palabras, la mitad de las cuales corresponde a textos de España y la otra mitad, a América. No se puede dejar de mencionar que esto constituye un error técnico puesto que, desde el punto de vista de la Lingüística Computacional —que se ocupa de los corpus—, éstos deberían distribuir su contenido en la misma proporción en que se distribuyen geográficamente los hablantes. De esta manera, los españoles, que constituyen el 10 por ciento de los hispanohablantes, deberían estar incluidos en el corpus en esa proporción. Pero ése ya es otro tema. *elcastellano.org, la página del idioma español
Voces sin piel
Se ha dicho varias veces que la brevedad es uno de los atributos en la poesía de Gloria Díaz Salom. Con su nuevo libro, Voces sin piel, lo ratifica con creces. Pero habría que agregar, para acercarnos más a la importancia de su trabajo, la valentía con que la autora asume el mundo de lo invisible, del más allá, de los muertos, como si ella estuviera naturalmente ahí. Además, exaltar su coraje para desarrollar con propiedad ese plano adonde se supone iremos a parar algún día y que tanto temor y ansiedad causa en los seres humanos. Algunos poemas en sus anteriores libros ya presagiaban su tendencia a expresar desde la poesía ese universo que ya ha demostrado conocer y ha difundido como periodista. Bien se sabe que Gloria Díaz Salom es psíquica y astróloga, además de poeta, lo que supone su contacto con los seres desencarnados o con el mundo de los muertos. Sin embargo, parecía difícil que se concentrara en la poesía para transmitirnos esas sensaciones paranormales, esa visión a veces gozosa de ese mundo que todos tememos, quizás por lo desconocido. Voces sin piel es, en verdad, esta primicia con la cual la autora nos sorprende y nos halaga desde lo más recóndito de su ser. Debemos confesar que no conocíamos desde la poesía un tratamiento semejante. Con un lenguaje cotidiano, despojado de grandilocuencia y tan sencillo como la misma muerte, nos acerca al mundo de los muertos,
nos hace sentir inmersos en esa atmósfera de ultratumba que no sobrecoge por lo que pudiera tener de tenebroso y dramático sino por lo natural y cercano al lenguaje de los vivos. En el fondo, esos seres que nos hablan en estos poemas, nos enseñan muchas cosas pero a veces se burlan de nuestra ingenuidad por creernos invencibles, dueños de todo y de nada. Leer a Gloria Díaz Salom en este nuevo libro es una experiencia novedosa y mágica.
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Las huellas de la vida y el pensamiento de Kubrick
Un resplandor de ideas
El Resplandor es la historia de un hombre, Jack Torrance, que desea ganarse la vida como escritor. Para aislarse de la cotidianidad, el ruido de la ciudad y poder escribir su ansiada novela, Jack decide aceptar un trabajo de mantenimiento que le ofrecen en el retirado e inmenso Hotel Overlook, en Colorado. Viaja al hotel junto a su mujer y su hijo en la temporada de invierno. Desde su arribo comienza a padecer extraños trastornos de personalidad que parecen estar relacionadas con ese ámbito inquietante. El primero en darse cuenta de lo que ocurre es Danny, el hijo de Torrance, poseedor del “resplandor”, una especie de clarividencia que le permite ver el pasado y el futuro trágico que les aguarda en cada rincón del Overlook.
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Juan Daniel Urrego Visbal
Hablar de cine es igualmente complicado que hablar de literatura o de arte en general. Aun cuando los propios autores se animan a “revelar” las intenciones de sus obras, persiste entre los espectadores un fuego de intrigas que no se apaga hasta que no se hace una interpretación individual sobre lo que se ve. Si esto es cierto, hasta el punto de afirmar que a veces ni los artífices son capaces de emitir una apreciación lo suficientemente concreta de su trabajo, mucho más lo será en la obra de Kubrick, diacrónicamente, y en El Resplandor, una de sus obras maestras, sincrónicamente. En dicha creación, basada en la novela homónima de Stephen King, y catalogada como terrorífica, se rompe con el paradigma del film de terror tradicional, o con el que ahora más se conoce y se ve en las salas de cine del mundo. Esto se manifiesta, entre otros aspectos, en el trata-
miento audiovisual que el cineasta estadounidense le imprimió al magistral largometraje, inicialmente abucheado por la crítica mundial, pero luego reivindicado como una magna obra de arte por especialistas, cinéfilos y realizadores. La oscuridad, por ejemplo, tan recurrente en las actuales producciones como recurso para generar suspenso, en El Resplandor queda relegada al final de la historia, simplemente como una consecuencia del desarrollo de la trama o una condición impuesta por la novela original. Pero nunca una constante. Alguien decía una vez, refiriéndose a este hecho, que “Kubrick era tan magistral, tan consciente de lo que hacía, que no necesitaba artificios formales para transmitir sus ideas en la pantalla”. Para él era simplemente cuestión de conceptos. En El Resplandor se evidencian esas palabras en cada escena que pasa.
Desde aquella por los largos pasillos donde Danny juega con su triciclo, hasta los imponentes y extraordinariamente simétricos planos generales que
dividen el tiempo en el hotel Overlook. Siempre luz, siempre amplitud y profundidad; nunca estrechez y ocultamiento. Y en parte es por eso que cuando se termina de ver la cinta, más que una sensación de impacto por los movimientos de cámara, o la actuación de Duvall o Nicholson, lo que persiste en el espectador es una estela de incertidumbres conceptuales que, vistas de cerca, no son más que las huellas del pensamiento Kubrickiano, ese resplandor silecioso que se escapa de la pantalla para meterse en las cabezas de quienes
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miran. “Tu estilo, si tienes la oportunidad de hacer cine, es, de hecho, el resultado de la forma en que funciona tu mente...”, había declarado con certeza en 1960.
Título: El Resplandor. Director: Stanley Kubrick. Guión: Stanley Kubrick y Diane Johnson. Reparto: Jack Nicholson, Shelley Duvall, Danny Lloyd, Scatman Crothers, Barry Nelson, Philip Stone.
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El cuento
Malos vientos
Por Jorge Etcheverry*
Jorge, hombre, mira, soplan malos vientos. Te lo digo, te lo decimos —no pretendo hablar sólo por mí mismo—, para que te cuides, para que andes siempre con la sombra pegada a los talones. Ya no eres joven, ya no puedes y a lo mejor no quieres dejarte llevar por las brisas y ventoleras que soplan desde el Norte, el Sur, el Este y el Oeste, como voces cristalinas de pájaros, o mejor de mujeres jóvenes que te solicitan. Tu silueta ya no se yergue en el ápice mismo del techo del tiempo, señalando con tu pluma, tus gestos, tu mismo perfil obediente la di-
Poesía
Jorge Isaías Poeta argentino
XXVIII Necesité varios días para limpiarme el sarro de la ciudad bajo estos árboles
rección de donde provienen las corrientes eólicas, incluso las menos perceptibles, girando entonces, mostrando con tu perfil la orientación, el destino de esas corrientes, instalado como pareciera, como parecía, ya que estamos hablándote de días ya idos, en la cúspide misma de la construcción más alta de esa ciudad antañona, puede que haya sido una iglesia, que a su vez se empinaba en alguna elevación del terreno, ¿cómo si no podías desde ese sitial abarcar toda la extensión de tejados que se perdía hasta difuminarse? —en el nacimiento de las faldas cordilleranas, vagamente
bajo este cielo mirando volar un pájaro y sentirme atravesado y pleno por el canto alegre de aquella tacuarita. XXXV ¿Habrá algo en este día
disimulados por una neblina perpetua, o hacia el otro lado, hacia el cual la perspectiva se hace plana y de donde las brisas que te llegan y te orientan brindan un vago tinte de sal, de podredumbre de algas casi imperceptible. Como un gallo de metal, por otra parte tu símbolo en el calendario chino, te erguías ofreciendo tu perfil a los vientos de la historia, sobre esa ciudad que era el país mismo (la mitad de su población se aglomera en ese radio urbano). Pero tu inextinguible y ciego orgullo juvenil no te dejaba advertir dos cosas. Uno, en ese inclinarse y seguir los vientos e incluso ventarrones de la historia no hacías nada más que obedecer, quizás tu aleación era más liviana, el empotramiento de tu vara en esa torre, por otro lado ni la más alta ni la única, permitió giros más rápidos. Dos, que fuiste una entre la miríada de veletas que decoraban los innúmeros tejados de esos tiempos, ese país, cada una ensimismada en su propia escucha del viento, tratando de obedecer con su inclinación un rumbo que quizás llevara a una historia más digna, incluso utópica. Pero ese individualismo casi catatónico que nos marca y separa de otras naciones
que me cubra de la miseria de los hombres? ¿Y un poco más como un esfuerzo extra que me salve de sentir miserias personales? XLIII
de nuestra misma región nos mantenía separados en nuestros respectivos ápices, obedientes al viento pero en forma individual, sin contacto con esa otra leve silueta en el tope de ese otro tejado, quizás vecino nuestro. Y así fue que esa tempestad de sangre te arrebató, nos tumbó desde nuestros sitiales. Soplan malos vientos, ahora, o a lo mejor siguen soplando. Evita los tejados más altos y mantente por el contrario
pegado al suelo. Mira hacia lo alto de esos edificios modernos. En uno de ellos hay otra veleta, de una aleación que le permite doblarse casi hasta partirse en dos si el golpe de viento es muy súbito y la pilla de costado, antes de recuperarse y orientarse dócilmente hacia la dirección indicada.
Si la palabra mesa fuera solo la palabra mesa y no dijera pan, hijos, familia, carpintero. Si la familia no fueran los hijos entonces la palabra mesa no tendría el puñetazo áspero del padre exigiendo silencio o la marca del cigarrillo quemando la blancura
como el pezón de unos senos.
*Escritor chileno. Letralia.com, Tierra de letras. Cagua, Venezuela.
Si la palabra mesa acaso no trajera aquella harina que la madre espolvoreaba para hacer la pasta que amasaba todos los domingos hubiera que desterrar su sentido de todo diccionario
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FACETAS
¿La literatura reconstruye
la identidad desintegrada? Por Willian Geovany Rodríguez Gutiérrez*
La literatura hace del asombro, el interés, la onírica, los sueños, la fantasía, la mayor riqueza, porque permite que los seres humanos se conviertan en creyentes de experiencias excepcionales, las cuales ayudan a construir nuestra identidad. De ahí que el escritor peruano Danilo Sánchez Lihón asegure: “el valor más importante de su desarrollo en nuestras sociedades es el hecho concreto que ella puede hacer mucho por cambiar la con-
dición de vida del hombre y en una realidad adversa, como es aquella que sufren actualmente nuestros pueblos, porque ella nos da la nobleza, el altruismo y sentido de lo heroico.” En ese orden de ideas, la literatura engrandece los valores culturales, reafirma la condición humana, permite suplir necesidades insatisfechas, complementa la esencia del ser, traza el camino por donde debemos conducirnos, llena el vacío que a veces habita en todos nosotros, ilumina al alma, reconstruye nuestros imaginarios y llega a mol-
dear nuestra identidad, ya que las obras literarias son edificadas en valores éticos y estéticos, donde se plasman los valores humanos para despertar en el lector un gran interés. Ahora bien, la literatura nos lleva por caminos desconocidos, nos hace volar a otros espacios, nos hace vivir situaciones que jamás habíamos vivido, nos muestra el horizonte más encantador, nos permite trascender en el tiempo, reafirmar nuestro ser, vivir en otro y hasta nos hace imaginar que las cosas en un futuro no serán igual, porque sin
duda la literatura es, como diría Juan Cervera, “más que un factor estimulante de la fantasía es como un método compensatorio y corrector de deficiencias pero a su vez se convierte en un estímulo para la expresión, lo cual permite dar un paso importante en el desarrollo lingüístico” Al respecto, Danilo Sánchez Lihón asegura que: “la literatura hace consciente al ser humano acerca de su realidad, como persona, como ente social, porque lo confronta con distintas experiencias, nos enseña, acerca de la vida, pero con
profundidad y belleza”, razón por la cual considero que si esto se logra aprenderemos a valorarla desde el lugar que se merece hasta cobrar representatividad en el alma del pueblo y, por qué no, en sus raíces. Finalmente, la literatura debe contribuir eficazmente con el cambio cualitativo de la sociedad, como lo manifiesta el peruano Jesús Cabel, porque ella puede hacer posible que los pueblos que hoy sufren el conflicto se rediman para vivir en paz. *Licenciatura en Lengua Castellana, UT.
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NOVELA
El tiempo entre costuras
Narra la historia de Sira Quiroga, una joven modista madrileña a la que un amor apasionado lleva a Marruecos en los meses previos a la guerra civil. Marruecos en esta época está bajo el control de dos protectorados: el francés en la zona sur –con capital en Casablanca— y el español en el norte, con capital en Tetuán. Sira y su novio, Ramiro Arribas, se instalan sin embargo en Tánger: una ciudad independiente de ambos protectorados, con estatuto propio bajo tutela de 12 países; una ciudad vibrante y cosmopolita, puerto franco, llena de cargos diplomáticos, bancos internacionales, negocios más o menos oscuros, y hombres y mujeres en busca de nuevas oportunidades. En Tánger, Sira es traicionada por quien ella creía el hombre de su vida. Queda sola, cargada de deudas ajenas, con salud mermada y sin poder volver a España porque la guerra ha estallado y es imposible cruzar el Estrecho.
Huyendo de todo, se instala accidentalmente en Tetuán, donde comenzará su lucha por salir adelante. Lo logrará venciendo sus miedos e implicándose en un turbio asunto gracias al que obtendrá el dinero necesario para montar un selecto taller de costura. Inventará, además, una identidad ficticia tras la cual ocultará su pasado lleno de carencias y deslealtades. Una vez reinventada como modista chic, Sira conseguirá ganar clientas y, a través de una serie de circunstancias y aventuras, forjará una amistad muy especial: Rosalinda Fox1, una joven de la alta sociedad británica, mundana, desinhibida y un tanto excéntrica, que resultará ser la amante de Juan Luis Beigbeder, el coronel del bando nacional que en aquellos días ostentaba el más alto cargo de la Administración Colonial2. Gracias a Rosalinda, Sira conseguirá recuperar a su madre –que había quedado
en Madrid al iniciarse la contienda— y conocerá a Marcus Logan, un supuesto periodista inglés con quien forjará una hermosa relación de amistad y atracción que se verá en principio truncada por las actividades profesionales de él. Cuando termina la guerra, Beigbeder –por sorpresa para todos— es nombrado ministro de Asuntos Exteriores por Franco. Se traslada entonces a Madrid para desempeñar su nuevo cargo, a donde le acompañará Rosalinda. Apenas un mes después de ocupar la cartera, sinembargo, estalla la segunda guerra mundial, y todo vuelve a cambiar. Automáticamente Franco se pone del lado de Alemania mientras Beigbeder –en parte por influencia de su amante— no apoya esta postura pro-germana y toma partido a favor de Inglaterra. Tal osadía, obviamente, desemboca poco tiempo después en su fulminante destitución y su arresto. Para entonces, no obstante, él ya ha estrechado lazos con los ingleses, y se ha convertido en un activo conspirador a favor de Gran Bretaña y, como parte de estas acciones conspiradoras en las que él y Rosalinda participan, ambos deciden proponer a Sira –quien aún permanece en Tetuán— que colabore también a favor de los británicos con el fin de mantener a España al margen de la guerra europea. ¿Cómo? ¿Cómo pretenden que una simple modista colaborare activamente en una causa tan trascendente? Haciendo lo único que sabe hacer: coser. Para ello, montarán en Madrid un selecto taller de costura financiado por el SOE (Special Operations Executive, el servicio de inteligencia creado expresamente por Churchill para la guerra, de cuya coordinación se encarga
en Madrid el agregado naval Alan Hillgarth3). El objetivo es que desde este taller, la protagonista atraiga como clientas a las esposas de los numerosos nazis que por entonces residían en la capital, algo perfectamente factible si tenemos en cuenta que en esta época tan negra para España –1940: el infame año del hambre— los talleres textiles españoles y europeos están dedicados a fabricar materiales para cubrir primeras necesidades de tiempos de guerra o posguerra: uniformes, mantas, paracaídas, vendas… En España no se encuentran telas destinadas a la buena costura; en Europa, tampoco. Sira, sin embargo, conseguirá traerlas desde Tánger, ciudad aún independiente donde todavía se mantiene un comercio muy activo con otros lugares del mundo. Estas telas resultarán ser un cebo inmediato para las alemanas residentes en Madrid: las más socialmente activas y las de mayor potencial económico en una España devastada. Dentro de su taller, Sira las hará sentirse en confianza y, ayudada por una asistente, absorberá información de primera mano sobre la agenda social de la comunidad alemana en Madrid (fiestas, reuniones, cenas, encuentros, visitas…) Codificará después tal información en las punta-
das de supuestos patrones de prendas de vestir y los hará llegar después al Servicio Secreto británico mediante ingeniosas argucias diseñadas para tal fin. En esta arriesgada carrera clandestina al servicio de la inteligencia británica, la protagonista correrá riesgos y vivirá momentos difíciles; transitará también los locales más sofisticados y glamurosos, se trasladará a Lisboa a cumplir una misión, se verá implicada en escarceos sentimentales, acabará reencontrándose con un gran amor y, sobre todo, crecerá como persona, agarrará por fin las riendas de su vida, y se forjará como una mujer plena, autónoma, segura de sí misma y comprometida con una gran causa. Ésta es —en grandes pinceladas— la trama lineal de la novela: un argumento de ritmo muy ágil que mezcla ficción y realidad, lleno de sucesos inesperados, repleto de identidades encubiertas, de personajes entrañables y de pequeñas aventuras que, superpuestas a la trama principal, la van enriqueciendo y haciendo más consistente y sabrosa a medida que transcurre la acción. MARÍA DUEÑAS (Puertollano, Ciudad Real, 1964) es doctora en Filología Inglesa y profesora titular de la Universidad de Murcia.
DIRECTOR: Antonio Melo Salazar JEFE DE REDACCIÓN: Martha Myriam Páez Morales COORDINADOR: Benhur Sánchez Suárez, Redacción cultural EL NUEVO DÍA PERIODISTA: Juan Daniel Urrego DISEÑO: Lina Victoria Villa Diaz ILUSTRACIONES: Óleos del pintor colombiano Augusto Rivera Garcés. FOTOS: suministradas, Internet, EL NUEVO DÍA. Carrera 6 No. 12-09 Tels. 2770050 - 2610966 Ibagué Tolima - Colombia Apartado Aéreo 5476908-K www.elnuevodia.com.co Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8.