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Ibagué, septiembre de 2008
CONTENIDO
Botero
El pintor que se inventó la pintura Por Darío Ortiz Robledo
Diseñadores ibaguereños se boterizaron con el montaje de
Botero en Ibagué Por Nohora Ríos Garay
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Colprensa
El Museo Nacional es patrimonio de todos
Para el alma
María Victoria de Robayo
Ibagué, septiembre de 2008
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EDITORIAL
Por más de un decenio nuestros lectores se han deleitado con las estupendas páginas de Facetas en las que hemos contado con la invaluable colaboración de intelectuales y eruditos como César Pérez Pinzón , Luis Eduardo Gutiérrez Lozano, Nelson Romero Guzmán, Jesús Alberto Sepúlveda Grimaldo y Benhur Sánchez Suárez. A partir de hoy, y todos los domingos se publicarán las Facetas con la misma calidad, pero con un nuevo diseño y un formato que permitirá una más fácil colección. Para iniciar esta nueva etapa y estrenar el nuevo formato se ha realizado una edición especial conmemorativa de la exposición del maestro Fernando Botero en el Museo de Arte del Tolima y lo que ha significado para el entorno cultural de la región y la estética local. Para el efecto la universidad de Ibagué ha contribuido decididamente no sólo con la exhibición sino con la presente edición especial, como es su costumbre para con todos los proyectos de beneficio y bienestar colectivo de la región.
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FRASES
“Estas obras son un testimonio del más terrible momento de nuestra historia. No pretenden cambiar nada pues esa no es su función ni su alcance, pero sí aspiran a dejar un recuerdo a las futuras generaciones de la estupidez de esta situación que esperamos no se repita nunca”. Fernando Botero, Pietrasanta julio de 2008
“Debo decir que el sentimiento que experimenté al pintar estos cuadros no es el mismo placer que siento pintando normalmente el mundo que yo pinto”. Fernando Botero, Pietrasanta julio de 2008
No voy a hacer negocio con el dolor de Colombia", declaró Fernando Botero al anunciar su decisión de no poner a la venta ninguno de los cuadros que sobre el tema del terror y la violencia en el país ha pintado en los últimos años, motivado por "la obligación moral de dejar un testimonio sobre un momento irracional de nuestra historia" según confiesa.
Botero en el Museo Nacional de Colombia, Villegas Editores
“Estos cuadros son una manera de rechazo a la violencia. Soy el menos partidario de que las cosas se arreglen mediante la fuerza y la brutalidad. Los conflictos se arreglan con diálogos, con concesiones, con entendimiento. La violencia es un gran cáncer que le cayó al país y yo estoy en contra de las manifestaciones violentas como solución”. Fernando Botero, Pietrasanta julio de 2008
Portada, Mantanza de los inocentes, 1999. Óleo sobre lienzo Foto tomada de catálogo Botero en Ibagué/ EL NUEVO DÍA
DIRECTOR:Antonio Melo Salazar JEFE DE REDACCIÓN: Martha Miryam Páez EDITORA Y PERIODISTA: Nohora Constanza Ríos Garay COORDINADOR: Benhur Sánchez Suárez, Redacción cultural EL NUEVO DÍA, COLUMNISTAS: Darío Ortiz Robledo, DIRECTOR GRÁFICO: Ernesto Lombana, ASISTENTE: Freddy Herrán Peralta. FOTOGRAFÍA: Catálogo Botero en Ibagué Museo de Arte del Tolima, Helmer Parra, Colprensa. Carrera 6 No. 12-09 Tels. 2610966 Ibagué - Tolima - Colombia Apartado Aereo 5476908-K www.elnuevodia.com.co Todos loe derechos reservados. Prohíbida la reproducción total o parcial sin autorización expresa del Grupo Editorial Aguasclaras S.A.. ISSN: 021545-8.
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El pintor que se inventó la pintura Por Darío Ortiz Robledo*
n una entrevista de 1994 (1) para un catálogo de “La Corrida” Botero afirmaba ante el estupor de muchos que a él le había tocado inventarse la pintura. Y era cierto. Le había tocado inventarse la pintura porque ella hacia parte de la tradición cultural europea de la cual aquí en América y sobre todo en Colombia, y sobre todo en Medellín, se escuchaba apenas un eco lejano que se conocía a través de unas láminas viejas mal difundidas y peor impresas, que durante quinientos años, pintores, artesanos y obradores habían tratado de copiar. Muchos años antes, en 1957, mientras dibujaba cansado en un parque de ciudad de Méjico, Fernando Botero con apenas veinticuatro años hizo un descubrimiento que le allanaría el camino acerca de sus precoces intereses relacionados con la pintura y el volumen de los cuerpos en el espacio. Sobre una libreta de apuntes, cuenta Germán Arciniegas (2), dibujaba distraídamente una mandolina y al hacer el hueco de la caja hizo uno mucho más pequeño del que correspondía logrando, para su asombro, que creciera enormemente la apariencia de volumen del instrumento. Así nacería el mundo desmesurado de Botero.
Pase al natural, 1986. Óleo sobre lienzo. / Foto tomada de catálogo Botero en Ibagué/ EL NUEVO DÍA
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Para entonces el pintor antioqueño, nacido en Medellín en 1932, había sido expulsado del liceo jesuita de San José por escribir un artículo alabando a Picasso, vendido su primer cuadro por dos pesos, hecho ilustraciones para un periódico de Medellín y para los versos de José Asunción Silva, triunfado comercialmente en Bogotá a los veinte años y fracasado a los veintitrés. Había pintado sobre las sábanas bordadas de su madre, vivido en Tolú pagando su hospedaje con un mural, y publicado un libro sobre su obra escrito por Walter Angel del editorial de Edy Torres.
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Abu Ghraib 29, 2005. Óleo sobre lienzo. / Foto tomada de catálogo Botero en Ibagué/ EL NUEVO DÍA
Los gordos de Botero comienzan a ser reconocidos por el mundo a la par que las entrevistas donde el artista insiste en que no es la gordura sino el volumen y la sensualidad de las formas lo que él busca en sus figuras.
Conocía Barcelona, Madrid, París y media Italia a donde había llegado para estudiar en la Academia de San Marcos. Había asistido a las conferencias de Roberto Longhi, estudiado a Bernard Berenson y comprendido el concepto de valores táctiles con el que Berenson calificaba a los artistas del renacimiento italiano. Conocía los muarles de Piero della Francesa, Pablo Ucello, Giotto y Masaccio y había estado horas enteras grabando para siempre en su memoria prodigiosa los enanos deformes de la “Camera degli spossi” pintados por Andrea Mantenga. Antes de su descubrimiento mejicano ya se había convertido en el viajero incansable que aún es hoy en día. En los años siguientes, vive intermitentemente entre Bogotá y Nueva York donde desarrolla su obra prolífica a la par que estudia permanentemente la historia del arte, una de sus grandes pasiones y que le permitirá siempre hacer citas en
su obra de los grandes artistas de todos los tiempos. Antes de terminar esa década ya ha ganado todos los premios que podía ganar un artista en Colombia, hace parte del grupo defendido por Marta Traba y representado al país en las Bienales de Venecia, Sao Pablo y Méjico. En el año 61 el Museo de Arte Moderno de Nueva York adquiere su obra “Mona Lisa a la edad de doce años”, pintada tres años atrás, mientras que las principales revistas de arte llamaban a su obra “monumentos a la estupidez” y a sus figuras “fetos de Mussolini con una campesina idiota” en un momento que como dice Vargas Llosa (3), sus obras contracorriente reinvindicaban la “anécdota” en instantes “en que el arte no-figurativo parecía haber ganado la batalla de la modernidad y excluía como
obsoleta e impura la figuración. En 1966 expone en Baden Baden y en Hanover a la vez que hace su primera retrospectiva en un Museo de Estados Unidos mientras la revista Time hace comentarios elogiosos sobre su obra que parecía lograr reunir la gran tradición de la pintura europea con la frescura del sentir latinoamericano. Ya para 1970 después de su segunda exposición en Baden Baden, muchas galerías se interesan por su trabajo lo que le permite abrir al año siguiente estudios en París, Bogotá y Nueva York. Dos años después expone por primera vez en la importante galería Marlborough de Manhattan. Su obra ha dejado para entonces los colores fuertes de trazos expresionistas de los cincuenta en aras de los de-
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Abu Ghraib 52, 2005. Óleo sobre lienzo. Foto tomada de catálogo Botero en Ibagué / EL NUEVO DÍA
gradados suaves y los colores pasteles. Los gordos de Botero comienzan a ser reconocidos por el mundo a la par que las entrevistas donde el artista insiste en que no es la gordura sino el volumen y la sensualidad de las formas lo que él busca en sus figuras. Figuras por lo demás desprovistas de sensiblería por un pintor que ha sostenido que busca en ellas amor en vez de odio, pero con la imperturbabilidad encontrada en Piero de la Francesca. Esa amable imperturbabilidad de la obra de Botero, ajena a todo remanticismo donde hasta los obispos muertos parecen tranquilos al igual que todo lo que sucede en las casas de latrocinio, fue puesta la prueba con el accidente en España que en 1974 le costó la vida a su hijo Pedro de cuatro años y la falange de uno de sus dedos. El mundo Boteriano sobrevive intacto y más bien se enriquece con las maravillosas pinturas dedicadas a su hijo para el cual donaría en homenaje 16 obras al Museo de Antioquia, formando con ellas la sala Pedro Botero.
Su búsqueda de los volúmenes necesariamente tenía que terminar en la escultura, medio con el cual había experimentado entre los años 63 y 64 pero que afronta con verdadera pasión a partir del año 73, hasta el punto que en los años siguientes lo abligó a hacer largos paréntisis en su pintura. Su primera muestra individual de escultura ocurrió en la Feria de Arte contemporáneo FIAC de París en 1977 e instala, tres años más tarde, su estudio de escultura en Pietrasanta. Sus primeras esculturas en resina acrílica y aserrín pronto serían remplazadas por las elaboradas en resina epóxica blanca, sustrato moderno e industrial que cambiaría por el mármol y posteriormente por el bronce; un material más acorde con las técnicas tradicionales utilizadas por un artista contracorriente como él y que le ha permitido hacer sus obras en los grandes formatos monumentales que desde 1991 ha venido exhibiendo en sitios tan especiales como el Forte Belvedere de Florencia, los Campos Eliseos de París (1992), el Paseo de los Recoletos en Madrid (1994) o el Jardín del Palacio Yebisu en Tokio (2004). www.elnuevodia.com.co>Léalo.
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Botero, quien ha dibujado desde siempre como lo recuerda la anécdota de la mandolina, se enfrenta al dibujo como medio universal desde comienzos de los setenta como apelando a la famosa frase de Leonardo de que “para hacer una obra solamente se necesita un lápiz y un papel”. El artista antioqueño trabaja en todas las técnicas posibles sobre papel como el pastel, la acuarela, el lápiz o la tinta y en todo tipo de papeles prefiriendo los raros y curiosos como los que alguna vez compró a un anticuario de París o los que todavía consigue con fibra de amate hechos por los indígenas mejicanos con la antigua técnica azteca. sin embargo, yendo mucho más allá de la sentencia del florentino, decide realizar sus dibujos en carboncillo o lápiz sobre grandes telas crudas encontrando con ello elementos nuevos para su obra bien sea en sus típicas figuras humanas o en sus bodegones.
El drama, la muerte, la violencia, el sufrimiento, la dura realidad, la crítica a la sociedad y al mundo en el que él vive y demás temas que parecía que se le iban a escapar al universo boteriano, fabuloso y amable, surgen en las series sobre Colombia y Abu Ghraib para hacer de Botero el artista total.
Es en las naturalezas muertas de Botero, como lo señala Marc Fumaroli, “más bellas y menos irónicas” (4) que el resto de su obra, donde el dibujo las hace parecer casi ingrávidas y ligeras, completamente etéreas y, me permito decirlo, serenamente comestibles.
El arte de Botero al apelar a su memoria como las letras de los trovadores viajeros del medioevo, el lamento del canto hondo de los andaluces descendientes de los moros o la ortodoxia mística de la diáspora judía, se inspira en hechos de su propio pasado. Durante años el hombre de saco y sombrero, el arriero a caballo, la casa de Martha Pintuco, los tejados de barro, las monjas y los demás elementos de su arte parecían detenidos en el tiempo, en la Medellín de su infancia y juventud de los años cuarenta y cincuenta. Pero con esa virtud de reinventarse a sí mismo que lo caracteriza, sin dejar de ser fiel a su esencia, deja un poco el Medellín de sus recuerdos y retoma los motivos que él mismo recuerda como los de sus primeros trazos de niño y en 1984 comienza la serie de la tauromaquia. Tema que llevaba tiempo dándole vueltas en la cabeza y al que siente muy propio ya que a los doce años entra a una escuela taurina con la ilusión de su tío Joaquin de que el joven Fernando se convirtiera al menos en banderillero. Su serie sobre la tauromaquia conocida como “La corrida”, de la cual llega a hacer cerca de doscientos cuadros, se convierte en el más famoso de sus temas, antes de Abu Ghraib, y recorre como una exposición itinerante, desde 1988, importantes galerías y museos del mundo durante más de una década. Su fama consolidada en los ochenta llega a lugares nunca alcanzados por un artista latinoamericano después de que en 1992 expusiera dibujos y esculturas en pequeño formato en la galería de Didier Imber, así como el tema de la Corrida, pero sobre todo las 32 esculturas monumentales “majestuosas e impresionantes” en los Campos Eliseos que como dijera Jacques Chirac estaban llamadas a “animar de una manera insólita dicha avenida” (5). De esa exposición por los jardines de la bella avenida parisina así como www.elnuevodia.com.co>Léalo.
El desfile. Óleo sobre lienzo. / Foto tomada de catálogo Botero en Ibagué/ EL NUEVO DÍA
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mozos con la misma sencillez de cuando pedía el favor de que le publicara en algún periódico sus dibujos. Cuando el mundo artístico no había aún terminado de digerir la obra sobre la violencia colombiana, surge la desgarradora serie sobre las torturas que el ejército norteamericano hizo en las cárceles de Abu Ghraib y que elevó aún más su fama, si eso es posible, al convertirse en uno de los hitos estadísticos de los buscadores más importantes de la Internet, hasta el punto que hoy en día es casi imposible pretender hacer un juicio sobre su obra sin sentirse apabullado por su prestigio. Su grandeza ha opacado cualquier opinión que puedan tener sus detractores. El drama, la muerte, la violencia, el sufrimiento, la dura realidad, la crítica a la sociedad y al mundo en el que él vive y demás temas que parecía que se le iban a escapar al universo boteriano, fabuloso y amable, surgen en las series sobre Colombia y Abu Ghraib para hacer de Botero el artista total. Si algo pudiera faltar en el Botero Universal lo tendremos ahora que viene “El Circo” una nueva serie donde abundan los colores que no asistieron a las torturas y a las masacres. Los alegres rojos, los amarillos fuertes y los tonos claros marchando al sonido de las trompetas y tambores de la nueva fiesta. Fiesta que seguramente no será la última sorpresa que nos depara su genio creador. Fernando Botero el pintor de la provincia latinoamericana que siempre sintió que había tenido que inventárselo todo en un continente sin museos, ni tradición plástica, logró algo mucho más importante que eso: comenzó tratando de inventarse la pintura y terminó inventandose a sí mismo Gente del circo, 2007. Óleo sobre lienzo. / Foto tomada de catálogo Botero en Ibagué/ EL NUEVO DÍA
de la exposición en el Palacio de los Papas en Avignon, la Casa de la Moneda de París, salvaguarda del tesoro Francés, realizó sendas monedas en oro, plata y bronce con la efigie de Botero conmemorando los acontecimientos. Desde entonces y ante un mundo cada vez más globalizado, el nombre de Botero se hace necesario como referencia a todo aquel que quiera acercarse al fenómeno del arte del siglo XX. Los más de cincuenta libros monograficos dedicados a su vida y obra, más los centenares de catálogos que como éste hacen los museos del mundo logra que hoy por hoy prácticamente en ninguna librería deje de haber almenos un libro de Botero, como los hay solamente de Picasso, Van Gogh y Leonardo. Al comenzar el año 2000 el consagrado artista decide mostrar otra cara de sí mismo que ya se presagiaba desde que en 1960 hiciera la primera donación de una de sus obras al Museo Nacional y convierte a Botero el pintor y dibujante, a Botero el escultor y a Botero el coleccionista en Botero el generoso, al donar 216 obras
propias y 73 de grandes artistas al Banco de la República en Bogotá y al Museo de Antioquia en Medellin. Un hecho sin precedentes en America Latina y que va a permitir seguramente que, al conocer de primera mano a grandes autores, los nuevos pintores de Colombia no tengan como él que inventarse la pintura. Botero el colombiano, que estaba en contra del arte que convertido en testigo de su tiempo era usado como arma de combate; que le recordó al mundo junto a García Márquez que el arte es ante todo para producir placer y que no ha hecho otra cosa en su vida que crear diariamente su obra con una pasión y alegría sin límites, decide en la madurez de su carrera y en la cresta de su gloria, enfrentar el drama que durante años ha venido teniendo Colombia y con el pequeño pero grandioso cuadro de “Masacre de Mejor Esquina” de 1997 inaugura su más dolorosa etapa en cincuenta años de vida artística que luego sería donada en su totalidad a museos colombianos, siendo la presente exposición la donación realizada al Museo Nacional en el 2004 y 2005 y que constituye el más amplio
legado sobre éste tema. Botero el amigo, que se ha rodeado de príncipes, reyes y presidentes saca tiempo aún en medio de su vertiginosa existencia para leer, por pedido de Germán Santamaría, los borradores de una novela inédita de Juan Gossain (La balada de María Abdala) y hacer cinco dibujos para ilustrar el texto que se publicaría en la revista Diners, como lo hiciera en sus años
1. Ana María Escallon. Fernando Botero, Tauromaquia. Propal 1992. 2. Germán Arciniegas. Fernando Botero, Edilerner S.A Madrid 1979. 3. Mario Vargas Llosa, Botero La suntuosa abundancia. Fondo Editorial Museo de Antioquia, Medellín 2005. 4. Marc Fumaroli. Fernando Botero, dibujante: un manierista moderno. Villegas Editores, Bogotá 1999. 5. Donación Botero, Museo de Antioquia, Medellín 2005.
* Presidente del Museo de Arte del Tolima
Botero aux Champs Elysees 92 Casa de la Moneda de París. Bronce Foto tomada de catálogo Botero en Ibagué/ EL NUEVO DÍA
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Un secuestro, 2002. Óleo sobre lienzo. / Foto tomada de catálogo Botero en Ibagué/ EL NUEVO DÍA
Viva la muerte, 2001. Óleo sobre lienzo. Foto tomada de catálogo Botero en Ibagué/ EL NUEVO DÍA
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Desplazados, 2004. Acuarela y lápiz sobre papel. / Foto tomada de catálogo Botero en Ibagué/ EL NUEVO DÍA
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Sin título, 1999. Óleo sobre lienzo. / Foto tomada de catálogo Botero en Ibagué/ EL NUEVO DÍA
Motosierra, 2004. Lápiz sobre papel. Foto tomada de catálogo Botero en Ibagué/ EL NUEVO DÍA
Motosierra, 2004. Lápiz y pastel sobre papel. / Foto tomada de catálogo Botero en Ibagué/ EL NUEVO DÍA www.elnuevodia.com.co>Léalo.
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Diseñadores ibaguereños se boterizaron con el montaje de
Por NOHORA RÍOS GARAY El Nuevo Día
on un rotundo e indiscutible éxito se llevó a cabo en el Museo de Arte del Tolima la exposición “Botero en Ibagué” que ha sido apreciada, siendo un poco modestos, por unas 40 mil personas, cumpliéndose de esta manera el deseo del pintor Fernando Botero cuando la donó al Museo Nacional de Colombia, “...no veo la hora de ver esos cuadros en Colombia y que la gente los pueda mirar y disfrutar”. Estudiantes de colegios y universidades, profesionales de distintas áreas, religiosos, autoridades militares y civiles, y turistas, llegaron continuamente de manera masiva hasta este centro de la cultura y el arte del departamento a disfrutar la majestuosidad del pincel de uno de los más grandes artistas contemporáneos del mundo. Las expectativas de los inquietos visitantes sobrepasan los límites al ver los cuadros de gran formato con figuras humanas voluminosas que reflejan escenas de la realidad irracional que vive Colombia. Así como esos cuadros llenos de dolor que en ocasiones arrancan sentimientos de llanto o repudio en el espectador, así también se ve reflejado un magnífico montaje de la exposición que se mantiene vigente día tras día, quedando a la altura de importantes museos nacionales. Esa impecable exhibición que se preserva y que mezcla la interacción para grandes y niños ha generado comentarios positivos entre el público que detalla cada una de las salas donde Botero es el protagonista. Detrás de todo ese montaje que eleva la grandeza del artista antioqueño estuvo la creatividad, dinamismo, y empeño latentes de un grupo de jóvenes ibaguereños, que ha creído en el Museo de Arte del Tolima, y estuvo hombro a hombro asistiendo a los organizadores y curadores de la exposición.
Diseñadores gráficos
Édison Guarnizo. / Helmer Parra / EL NUEVO DÍA
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Leonidas Alberto Olave, Diego Varón, Jorge González, Édison Guarnizo, Sagda Correa y Andrés Perea son los jóvenes que estuvieron detrás del montaje, bajo la orientación del presidente del Museo de Arte del Tolima, Darío Ortiz, y de la directora, Margareth Bonilla, cuyo trabajo hasta el momento, había permanecido anónimo. Es una generación joven que inició profesional y laboralmente en este círculo cultural y artístico. Todos ellos egresados de la Corporación Unificada Nacional de Educación Superior,
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Jorge González, Édison Guarnizo, Sagda Correa, Margareth Bonilla, directora del Museo de Arte del Tolima, y Leonidas Alberto Olave. / Helmer Parra / EL NUEVO DÍA
CUN, de Ibagué, del programa de Diseño Gráfico. El Museo de Arte del Tolima les ofreció un espacio de preparación laboral desde hace unos dos años y para otros hace cuatro, que llenó sus expectativas involucrándolos en un área que desconocían, pero que se convirtió en su pasión. Las experiencias y sensaciones de los seis fueron distintas al ingresar al MAT, pero todo en un panorama homogéneo; llegaron a un mundo inmerso en las paletas de colores, nombres de importantes artistas mundiales para ellos hasta ahora desconocidos,
sombras, colores, luces y curadurías, temas de los que hoy día se atreven a referir con confianza y sin timidez. Allí ampliaron su mundo intelectual. Con base en la amplia colección de obras artísticas que posee el Museo de Arte del Tolima los jóvenes comprendieron los orígenes de la pintura en Colombia en 1810 y lo que significó la obra dejada por el artista Francisco Antonio Cano Cardona; así como también otras manifestaciones del arte pictórico, gracias al apoyo y capacitación constante que les brinda el maestro y presidente del MAT, Darío Ortiz
Botero en el MAT Desde la creación del Museo de Arte fundamentada por parte de Darío Ortiz; del Tolima se había hablado del deseo algo similar ocurrió, con Édison Guarde tener la colección del maestro Fer- nizo, el más joven de ellos, pues consinando Botero, en Ibagué. No obstante, deraba que no se requería desdibujar hasta este año se concretó y fue una la figura humana de tal manera para realidad con el apoyo de la empresa pri- sobresalir sin embargo, su concepción vada y los gobiernos municipal y depar- se fue abriendo paso para comprender tamental. la magnitud del pincel y la paleta colo Al artista Darío Ortiz, quien tiene rida de Botero. un amplio conocimiento en la materia Sagda Correa, quien lleva cinco con su experiencia a través del recorri- años trabajando en el Museo y es apado por museos de América y Europa, la sionada por el arte, la noticia la llenó exposición de Botero no le iba a quedar de emoción y un poco de inquietud, grande, pero sabía que era pues sabía la envergadura una responsabilidad que de la exposición, más aún, traspasa límites. cuando ha tenido expeSe pensó, Cuentan los jóvenes que riencias de otras muestras finalizando el mes de mayo que han llegado a Ibagué. prácticamente, fueron citados por Ortiz y El encuentro no solo en todo. la Directora, a una reunión permitió aunar conceptos de carácter importante. El frente a lo que se venía, objetivo, contarles que el sino que también los creaMuseo Nacional de Colomtivos jóvenes aportaron un bia había dado el visto bueno para que torrente de ideas sobre lo que podría la colección de Fernando Botero fuera hacerse y así propiciar un toque partiexhibida en el MAT. cular a la exposición en esta ciudad. Como colaboradores, ellos tenían Se pensó, prácticamente, en todo. la labor de apoyar y ser parte integral Tarjetas, pendones, catálogos, presende lo que significaría el acontecimiento taciones, socializaciones, motivación e que conglomeraría a la ciudad. incluso se habló de una sala interactiva Las reacciones frente a lo que se ve- para los visitantes. nía fueron variables. Jorge González, Desde ese momento la mente creaquien creía que Botero gozaba ya de un tiva y disciplinada de los seis jóvenes prestigio mundial y que existían más ibaguereños no descansó. Fue un traartistas para darles la oportunidad de bajo serio y comprometido el que asusurgir, cambió su concepción de es- mieron los diseñadores gráficos desde tudiante, luego de recibir una cátedra el comienzo.
Leonidas Alberto Olave, en la sala didáctica. / Helmer Parra / EL NUEVO DÍA
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Labores Sagda Correa, responsable del departamento de Diseño Gráfico del Museo, tomó la responsabilidad de elaborar, con el direccionamiento del maestro Darío Ortiz, el logo, el catálogo, pendones, boletería, presentaciones, letras, así como también hacer parte del equipo logístico, una labor incansable. A Leonidas Alberto Olave, Diego Varón y Jorge González les correspondió asumir las salas didácticas. Es decir todo lo que comprendía la dinámica que tendría esta área para que los niños pudieran a través del juego, aprender sobre el maestro de maestros. El resultado: cinco juegos que fueron la sensación para cada uno de los visitantes. Eran dos salas. Iniciaba con una ruleta a través de la cual se da comienzo a esta diversión dando posibilidad de interactuar con un “arma tu Botero” con láminas que se encuentran adheridas a una pared; otro fue el conjunto de cubos con los que se puede armar cuadros del maestro. También se tuvieron los dos rompecabezas; el foto – estudio, donde los espectadores puedieron tomarse fotos metiéndose en dos obras de Botero; el arma parejas pegadas en la pared, y por último “cadáver exquisito”, en el que los pequeños, en cuatro pasos lograban una figura voluminosa del artista antioqueño. Mientras tanto, Andrés Perea, uno de los más antiguos en el Museo de Arte, hizo la asistencia en la parte de curaduría y el montaje de la exposición, al lado de Édison Guarnizo, quien estuvo al tanto de cada detalle para que todo estuviera impecable. Fueron largas y dedicadas horas de trabajo las que tuvieron estos jóvenes que iniciaban desde tempranas horas del día, hasta la madrugada, durante más de un mes. Solo tuvieron descanso y vieron el resultado de su gran labor el 12 de agosto, día en que se inauguró la exposición con la asistencia de más de un centenar de ibaguereños. Fue gratificante; aunque esa noche solo se hablaba de la grandeza de la obra de Fernando Botero, de la voluminosidad espectacular de las figuras, de la tenacidad de los contenidos de los cuadros, los jóvenes sabían que aunque anónimos, habían aportado mucho para que esta muestra se pudiera llevar a cabo con la altura que requería. Luego, caminaron tranquilos por las salas del Museo de Arte del Tolima guiando y explicando de forma clara y argumentativa a los visitantes, de qué se trata “Botero en Ibagué”. Cuando concluyó la exposición volvieron a sus actividades habituales que realizan en el Museo; cada uno ofrece talleres de dibujo, plastilina y diseño gráfico, entre otras áreas. www.elnuevodia.com.co>Léalo.
Jorge González. / Helmer Parra / EL NUEVO DÍA
Sagda Correa, muestra el foto-estudio que fue elaborado con troqueles.
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María Victoria de Robayo
Varias exposiciones de la colección privada del Museo Nacional, se encuentran en diferentes partes del país. Bogotá, Colprensa
ace ya cuatro años que el maestro Fernando Botero decidió hacer una nueva donación, con 27 dibujos y 23 óleos, a la colección del Museo Nacional de Colombia. No es la primera donación, seguramente tampoco será la última que le realiza a Colombia, y que se unen a las del Museo de Antioquia y a la Casa Botero en Bogotá, pero sí una de las más sentidas por el autor, al ser la violencia colombiana, el tema a tratar por Botero en estas piezas. En esa ocasión las recibió Elvira Cuervo de Jaramillo, quien era la directora del Museo, pero su sucesora, María Victoria de Robayo, se ha encargado de darle la categoría e importancia que merecen. Era la más idónea para asumir dicha responsabilidad, tras una década como subdirectora del Museo Nacional de Colombia. Filósofa de profesión, cuenta con más de 20 años en el sector cultural junto con Elvira Cuervo, Robayo estuvo a cargo de las gestiones internacionales que trajeron a Colombia exposiciones como Picasso en Bogotá, obras maestras de la pintura europea; colección Rau, Rembrandt y Grabados. Además de “Egipto: el paso a la eternidad”. Pero siempre estuvo atenta a liderar el programa de exposiciones itinerantes que ha hecho posible que en diversas regiones del país admiren parte de las colecciones de arte que el Museo conserva. Entre sus mayores logros como directora, pudo presentar hace dos años la exposición, “Los guerreros de terracota de Xi’an”.
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El Museo Nacional es patrimonio de todos
Botero en Colombia - ¿Cómo ha sido el desarrollo de la Donación Botero en estos cuatro años? Luego de una amplia exposición en las instalaciones del Museo Nacional, las piezas de la donación han comenzado un recorrido por diferentes zonas del país. Esa es la idea, de poder mostrarla a los colombianos, pues ya hemos logrado llegar a más de cinco ciudades del país. Además, siempre dándole prioridad a las solicitudes nacionales, la hemos presentado en Ecuador, Perú, Argentina, Panamá, España, donde regresará después de Ibagué. - ¿Cómo es el proceso para que una exposición de este valor, puede ser presentada en los museos colombianos? Son métodos de trabajo conjunto que puede
Fernando Botero. / Colprensa / EL NUEVO DÍA
llegar a tener un año de planeación. Estas piezas son patrimonio público, que requieren de un cuidado especial, y debemos garantizar que estarán en perfectas condiciones a los museos donde se exhibirán. Así garantizamos que las obras van y vuelven en perfecto estado. - ¿ Reciben muchas solicitudes? Miles de sitios la solicitan, pero con el dolor del alma, en muchos casos debemos decir que no, al no contar con las instalaciones adecuadas para recibirlas.
Requerimientos - ¿Qué se requiere para tener la Exposición Botero en las ciudades colombianas? Lo primero es un informe técnico y si reúne los requerimientos, realizamos una primera visita de verificación, para saber si las condiciones de temperatura y humedad son las adecuadas, así como la seguridad es la óptima. Lo interesante es que en muchas ocasiones, cuando no reúnen todos los requerimientos, apoyamos al museo para buscar el apoyo de la empresa privada para dotar a los museos de los necesarios. www.elnuevodia.com.co>Léalo.
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Fue el caso del Museo de Arte Moderno en Cartagena, donde no se contaba con el aire acondicionado. Gracias al deseo de tener a Botero allí, se lograron los recursos para dotar a este museo. Es la oportunidad de mejorar las instalaciones y que la gente sienta más cerca la obra de uno de los artistas plásticos vivos más importantes de los últimos años.
- ¿Y la parte educativa? Afortunadamente, los museos tienen una estructura pedagógica sólida. Tienen los requisitos de apertura de horarios, con una propuesta educativa, con sólidos términos de actividades culturales y la capacidad de gestión que tiene el museo. De hecho, cada vez es más común encontrar en los museos salas didácticas para acercar a los niños al mundo del arte, para explorar en sus obras y apropiarse de ellas. - ¿Qué otras exposiciones del Museo Nacional recorren el país? Han sido ya varias, pero en la actualidad se encuentra en exposición La historia de la fotografía en Colombia del Siglo XX. También preparamos para exposición de Gonzalo Ariza, “El pintor de los Andes”, para mostrarle al Caribe colombiano lo hermoso de la zona andina colombiana. Y preparamos exposiciones temáticas, comenzando por una colección de bodegones hermosa que ya presentamos en el Museo Nacional, y ahora buscamos llevarla a otras ciudades. - ¿Por qué hay que visitar la Exposición Botero? Es una oportunidad especial de acercarse a la obra de un artista más importante del mundo. A través de su pintura se puede reflexionar sobre temas lamentables y tristes del país, como la violencia, para no repetir la historia. Hay que visitarla porque es un patrimonio de todos, es lo que le pertenece. Y claro, que conozcan las colecciones nuestras, para que luego nos visiten en Bogotá www.elnuevodia.com.co>Léalo.
Desplazado, 2002. Óleo sobre lienzo / Foto tomada de catálogo Botero en Ibagué/ EL NUEVO DÍA
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Secuestrada, 2002. Óleo sobre lienzo. Foto tomada de catálogo Botero en Ibagué/ EL NUEVO DÍA Tomado de El Colombiano de Medellín
ernando Botero comenzó a ser reconocido en el mundo, hacia el final de los años setenta, cuando hizo varias exposiciones en Alemania, según recuerda, Ana María Escallón, su biógrafa. Desde entonces, su nombre ocupa los primeros lugares del arte internacional. Para el artista antioqueño, esto es “una especie de fuente de entusiasmo y energía para trabajar mas”, sin embargo, afirma que “yo no he hecho mi carrera para ser famoso, yo he hecho mi carrera para gozar pintando. Eso, el reconocimiento, vino indirectamente del deseo de pintar por el placer de pintar. De pronto, uno es conocido, es más apreciado socialmente. Esas cosas son una especie de dividendo de la pintura o de dedicarse a una cosa y lograr cierta madurez. Pero el que se mete a pintor para ser famoso, no lo logra. El que se meta a pintor es porque ama el arte y porque tiene un deseo profundo de hacer una obra de arte”. Anota que “la gran recompensa de ser artista está en esas horas que uno pasa en su estudio oliendo trementina, tocando los pinceles, pintando y en esa paz maravillosa que se siente. Ese en realidad es el gran goce. Todo lo demás es importante, pero nunca como eso”. Un hombre que no se deja deslumbrar y eso le ha permitido estar al margen: “uno tiene un momento en que esta de moda. Pero la vida no es así. Uno se levanta, va a su estudio feliz, trabaja todo el día... claro, cuando uno llega a una exposición, vuelve a estar en el centro. Son explosiones de notoriedad, luego la vida vuelve a ser normal, afortunadamente, porque uno en un momento así da demasiado, siente mucho interés y mucho afecto de parte de la gente y uno quiere estar a la altura, pero no podría vivir así...”. Acerca de su obra, el artista explica que siempre se ha interesado por el volumen, por la exaltación de la forma. Y se refiere a los “valores táctiles”, de los que ha hablado la crítica, que son los que comunican la sensación de sensualidad en la masa. Todo esto se inició cuando Fernando Botero se acercó a los clásicos y en particular a la pintura italiana, que es eminentemente volumétrica y táctil. “De ahí empezó mi interés por el volumen y encontré una manera personal de expresarlo en una forma distinta. Yo lo logré, eso se hizo característico de mi trabajo y todo el mundo lo reconoce por eso”
La Muerte en la Catedral, 2002. Óleo sobre lienzo /Foto tomada de catálogo Botero en Ibagué/ EL NUEVO DÍA
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