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Ibagué, 02 de agosto de 2009
Onetti: pesimismo eficaz
Por Carlos Yusti*
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uan Carlos Onetti terminó sus días postrado en la cama de un ático (ubicado en la avenida América) en Madrid, bajo la atención amorosa de su mujer Dolly Muhr. Exilios, novelas, cuentos más el premio Cervantes podría ser el résumé de una biografía apretada a lo Monterroso. No obstante, Onetti se le recuerda por ser el antecedente literario más sobrio y sobresaliente de eso que se denominó en son mediático como el boom de la literatura latinoamericana. Onetti no tuvo el rol protagónico, pero sí fue el maestro indispensable de muchos de los escritores del boom, y de malas maneras obtuvo beneficios, lo que le permitió seguir escribiendo, sin apremios, historias trajeadas de melancolía y fracaso que dejaban el alma a la intemperie de la condición humana. Sus personajes estaban claveteados al madero de la frustración y la ruina en todo sentido. Onetti imprimió a su escritura un tono trágico, con un color sucio, sin hacerle concesiones al sentimentalismo de saldo ni al realismo mágico anecdótico. Onetti fue un maldito de las letras a su modo, un iconoclasta que se instaló en la ciudad de Santa María (un Montevideo idealizado y pasado por una aciaga poética) para mover a sus personajes. Su estilo (aseguran los especialistas) emparentaba con Faulkner, Céline y Joyce. Como gran lector supo beber de buenas fuentes y se labró un estilo de prosa poética como pocas en la literatura latinoamericana. Nació en el año 1909. Era julio y el calor derretía la realidad del barrio sur de la capital uruguaya. De su infancia escribió poco y su viuda Dolly Muhr en una entrevista acota: “Él tuvo una infancia muy feliz. Su padre siempre le llevaba bombones y flores a su madre. Eso recordaba. Por esta razón nunca escribió sobre esta etapa de su vida, porque decía que las etapas felices no tienen una historia”. Sus inicios como escritor fueron azarosos y un tanto surrealistas. Trataba de conciliar su trabajo de escritura con su empleo de vendedor de calculadoras. Su primera historia publicada es del año 1933. Siguió escribiendo a su ritmo. Terminó algunos cuentos y una novela titulada Tiempo de abrazar que se publicaría en el año 1974. Para el año de 1967 su barco de exiliado encalló en Venezuela y nada menos que en el temido “Triangulo de las Bermudas” (tres bares equidistantes situados en el bulevar de Sabana Grande). La poeta, cuentista y periodista Miyó Vestrini le sirvió de guía, compañera de tragos y musa. En ocasiones se extraviaba a las puertas del amanecer cantando el tango Yira con tanta tristeza que las putas, chulos y perdedores de todo pelaje lo escuchaban y lo veían como a un igual tan reventado, miserable y doliente como ellos. El sol de la mañana hincaba sus dientes en sus pupilas extraviadas de alcohol y estrabismo. Nadie se imaginaba que aquel
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desaliñado topo con gruesas gafas era un escritor con una obra sólida y con novelas de enormes cualidades literarias como Para esta noche (1943), Tierra de nadie (1947), La vida breve (1950), Los adioses (1959), El astillero (1961) y Juntacadáveres (1965). Su cuento “La novia robada” es publicado en la revista venezolana Papeles (Nº 6). Mario Vargas Llosa ha escrito El viaje a la ficción. El mundo de Juan Carlos Onetti como un homenaje y tributo a un creador incómodo, pero que dotó a la literatura de esa innegable poesía de la desolación y el desamparo. Vargas Llosa escribe: “Sus ficciones pueden leerse como capítulos de un vasto y compacto mundo imaginario. El tema obsesivo y recurrente en él, desarrollado, analizado, profundizado y repetido sin descanso, aparece precozmente perfilado en El pozo: el viaje de los seres humanos a un mundo inventado para liberarse de una realidad que los asquea”. El gran escritor Francisco Umbral le dispensó una visita para ficharlo como un monstruo querido y entrañable: “Estoy, sí, sentado en el suelo, a los pies de Onetti, el narrador más profundamente lírico de la moderna literatura americana (...), que es un hombre muy escrito y, con los años, inevitablemente, su literatura hace nido en su cuerpo, se salva en él. Si dejamos a un lado la literatura, lo más literario de un escritor es él mismo. Onetti puede ser ya cualquiera de sus personajes, incluso la solterona loca de El astillero. No —repito— por un fácil proceso de somatización de la autoescritura, sino porque, escribiendo y escribiendo, se había preparado este sillón y este cuerpo y esta barba de tres días (decididamente tres) para ser él sin dejar de ser él, tan literario y tan abandonado, que es palabra de tango”. Para Vargas Llosa el cuento perfecto de Onetti es “El infierno tan temido”. No obstante el cuento que condesa su estilo lírico y asfixiante quizá sea “Esbjerg, en la costa”. Es una historia sencilla con tres personajes, el narrador en primera persona y la pareja Kirsten/Montes, un deseo que no cristaliza y la obsesión de la pareja que va al muelle de Puerto Nuevo (en la ciudad de Santa María) para mirar la llegada y partida de los barcos que van a Esbjerg, a 32 kilómetros al oeste de Copenhague. Kirsten, llena de tristeza, tiene nostalgia por su tierra y Montes hace lo necesario (robar) para que pueda embarcar y vuelva con los suyos y así hacerla feliz, pero al final sólo logra la ruina de ambos. Lo patético es que a pesar de estar juntos están mucho más solos. El narrador, al que Montes ha robado, se cree por encima de la pareja al verlos visitar juntos el muelle cada día y sin una pizca de humanidad para ayudarlos. Todos están entrampados: la mujer empujada por la nostalgia se construye un sueño imposible, su compañero trata de que el sueño se haga realidad y el narrador sólo puede esperar hasta que el daño del robo sea reparado. No hay consuelo y los tres personajes viven su drama en el descampado ignoto de la soledad. El pesimismo en las novelas y relatos de Onetti funciona con
Juan Carlos Onetti una eficacia poética de relojería. En su noveleta Los adioses esa poética de relojero es llevada a su apoteosis creativa. Los perdedores retratados por Onetti más que seres trágicos son sombras patéticas que sin patetismo alguno se abren paso a pesar de todo. La realidad para Onetti no es nada halagüeña, pero eso que soñamos (o anhelamos) y se queda jadeante en lo inacabado es doblemente terrible. Con sus novelas y relatos el lector aprende que ese optimismo de autoayuda, tan difundido hoy, es irrisorio ante la realidad que también se ha degradado y se ha convertido en un reality show. La vida fuera de la literatura es una herida que nunca sana del todo y quizá por ese motivo Onetti prefirió reinventar un mundo personal antes que colgarse de una viga. Estaba tan asqueado de la realidad como sus personajes. ¿Y quién no? Al final de sus días la pereza le ganó por puntos, pero de manera rotunda. Postrado en una cama seguía leyendo, escribiendo, fumando y lidiando con sus depresiones. No estaba enfermo o, como lo explica Dolly Muhr: “Era muy perezoso, es cierto, si podía no hacer algo no lo hacía. Yo le llevaba todo, le hacía todo”. El escritor Somerset Maughan escribió que a menos que un lector sea capaz de dar algo de sí mismo, no podrá obtener de una novela lo mejor que ésta tiene que ofrecerle. Algo así pasa con determinados escritores. Si el lector no está en disposición de exponerse, de arriesgar, que no lea a Onetti, que no se sumerja en ese pesimismo eficaz que convierte a sus personajes en discretos héroes del fracaso; de ese fracaso (como lo escribió Cioran) que es propio de los espíritus de segundo orden que se amoldan conformes a su ruina volviéndose transparentes, cuestión que les permite alcanzar cierta opaca lucidez. *Escritor venezolano, director de Bibliotecas en Ciudad Guyana. Ciudad Letralia. Obras del pintor colombiano, fallecido en París, Darío Morales
LA PALABRA DEL DÍA Pordiosero
En todos los idiomas hay numerosas maneras de llamar a los que piden limosna. En español son mendigos, limosneros o pordioseros. Examinamos aquí la palabra pordiosero, con la que se designa a aquellos que piden 'por Dios'. Si a la expresión por Dios le añadimos el sufijo -ero, tenemos formado el vocablo pordiowww.elnuevodia.com.co>Léalo.
sero, 'aquel que pide limosna en nombre de Dios'. En cuando al sufijo -ero, derivado del latín -arius, la Academia le atribuye cinco categorías de uso: 1) para indicar profesión o cargo, como panadero, librero, almacenero; 2) en utensilios y muebles, como en perchero, llavero; 3) para señalar lugar donde abunda o se deposita alguna cosa, como en
basurero, hormiguero, avispero, perrera; 4) en árboles frutales: albaricoquero, melocotonero, 5) agregado a los adjetivos, indica carácter o condición moral, como en altanero, embustero, traicionero. Aunque pedir limosna pueda no ser una pr ofesión registrada, parece adecuado incluir pordiosero en la primera categoría.
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Ser intelectual
Por Rafael Fauquié
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Colombia, gran abanderado del idioma español
¿Qué significa ser intelectual? Quizá, por sobre todo, pertenecer a ese grupo de seres de curiosidad siempre insatisfecha, que acostumbran a girar alrededor de sus asombros. “La existencia”, dijo Sartre alguna vez, “no es un regalo y cada cual está obligado a legitimarla con sus actos”. Yo añadiría: no sólo con sus actos, también con sus miradas y testimonios, con sus verdades y opiniones. Legitimación, en suma, de las visiones y versiones de una conciencia en inacabable diálogo con el infinito afuera, empeñada en elucidar el mundo desde sí misma. Cuando ese esfuerzo se hace testimonio, se produce un acto: el de la construcción de ideas e imágenes apoyadas en aprendizajes, descubrimientos y revelaciones de una existencia humana. Es potestad del intelectual comunicar eso que le resulta necesario decir o que le es imposible callar. ¿Y qué justifica esa potestad? Cosas como, por ejemplo, la honestidad al nombrar muy personales comprensiones; o la validez del esfuerzo por expresar tientos y hallazgos, dudas y certezas, convicciones y sospechas; o la honestidad de sostener argumentos a partir de verdades descubiertas en carne propia y convertidas en episodios de una íntima historia individual. Por eso, el intelectual siempre se diferenciará del ideólogo: ese ser que razona apoyándose sólo en fórmulas ajenas y que argumenta a partir de recetas que otros, antes que él, elaboraron. El intelectual se expresa desde sus individuales comprensiones, necesariamente colocado dentro de sus linderos, sin vociferar dogmas ni recetas; y unido, siempre, a un ideal de necesaria libertad. La libertad lo es todo para él. La precisa para pensar y para decir, para acogerse a sus pensamientos y opciones. Nuestra época, tan desesperadamente necesitada de referencias y de diálogos, tan a menudo desorientada y suspicaz, logra descubrir a veces en esa expresión de individualidad e independencia que impregna ciertas voces intelectuales, encuentro, orientación, respuesta y, acaso también, verdad. Hace más de un siglo, dijo Kierkegaard: “Si debiera pedir que se pusiese una inscripción en mi tumba, no quisiera otra que ésta: fue el Individuo. Si esta palabra no es comprendida todavía, lo será algún día”. Hoy por hoy, las palabras individuo e individualidad representan algo que todos conocemos y respetamos. ¿Quién podría negar que en nuestro mundo, abarrotado de homogeneidades y lugares comunes, las imágenes y las razones construidas por ciertas individualidades capaces de interrogar válidamente a su entorno y de interrogarse ellas mismas dentro de él, capaces de indagar en los laberintos de su universo interior en busca de humanísimas respuestas, resulta algo por demás comprensible e inspirador? Y regreso a la afirmación de Sartre acerca de la obligación de todo ser humano por legitimar su existencia. La llamativa expresión de individualidades capaces de convertir sus miradas y lecturas, sus preguntas y respuestas en protagonismo y referencia, sería una de las más trascendentes formas de legitimación de la condición humana; legitimidad de una razón comunicativa que logra hacer de la fantasía, la sensibilidad o la lucidez de alguien, referencia para otros: lectores, interlocutores, discípulos...
El español ha sido uno de los principales instrumentos de crecimiento cultural y económico de Colombia. En este país -en el que conviven 67 lenguas nativas, junto a una diversidad de dialectos agrupados en 13 familias lingüísticas- este idioma es el único idioma nacional. De la misma manera, Colombia ha sido uno de los bastiones de la lengua española por su contribución histórica en la difusión y mantenimiento del mismo. Esta labor se ha dejado patente en la mesa redonda organizada por la Fundación Telefónica, en la que han participado, entre otros, la Directora del Instituto Cervantes, Carmen Caffarel, o el director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha. Profesionales del sector lingüístico participaron ayer en la mesa redonda 'Colombia habla español, wayuu y bantú: el valor de la lengua en la sociedad', que organizaba la Fundación Telefónica. Una acción que inauguraba la Fiesta Nacional de Colombia (que abarcó del 13 al 20 de julio en Madrid), y en la que se constató el gran valor (social y económico) que representa el idioma español en Colombia, un país de una gran riqueza lingüística y de activa participación en la extensión y difusión del idioma desde la independencia de América Latina. El Embajador de Colombia, Carlos Rodado Noriega ha destacado el correcto español que se pasea por las voz de los colombianos. Una lengua que brilla sobre las demás debido a la fortaleza que presenta ante el paso de los años. Y es que actualmente podemos disfrutar de textos que fueron escritos hace 8 siglos, como los que salieron de la pluma de Antonio Lebrija. Además, ha señalado la importancia del español como signo de identidad de Colombia, y es que en este país, en el que conviven 67 lenguas nativas, junto a una diversidad de dialectos que se agrupan en 13 familias lingüísticas, es el español la única lengua nacional. Por su parte, la directora del Instituto Cervantes, Carmen Caffarel recalcó el apoyo de la entidad en el territorio americano para la difusión del español en regiones donde no se habla este idioma, lo que favorece el desarrollo del hispanismo a nivel internacional. En este punto destacó el papel de Colombia en el desarrollo del programa Sicele, enfocado al desarrollo del Sistema Internacional de Certificación del Español como Lengua Extranjera; así como por la riqueza lingüística de esta país, 'es impresionante el caudal de diversidad idiomática', apuntó. Asimismo, la directora del Instituto Cervantes habló del paralelismo inverso que guardan España y Colombia en cuanto a las variedades del español. Y es que si en España zona donde se practica el español más innovador está en Sur, en Colombia se encuentra en el Norte del país. Otro dato reseñable es el elevado número de población indígena (que representa el 3.4% de la población) que conoce el español de forma monolingüe o bilingüe, el cual es superior al 80%. La lengua criolla llamada el palenquero se configura como otro 'tesoro' lingüístico que guarda Colombia, uno de los pocos criollos de habla hispánica que hay en el mundo, convirtiendo al país latinoamericano un símbolo de la diversidad del mundo hispánico. Víctor García de la Concha, director de la Real Academia Española resaltó la función del castellano en la guerras de independencia latinoamericanas, hitos históricos que valieron a la lengua española a impulsar su expansión. 'En este idioma se pronunciaron los gritos de la revolución, se escribieron las constituciones y fue el elemento integrador para que las repúblicas pudieran unificar a las etnias', explicó el académico. En este contexto despuntó el trabajo de Andrés Bello, que con su obra 'Gramática Castellana' constituyó los pilares sobre los que se asentaría la Real Academia Española, que asumió dichas normas y después las difundió. En este marco, la labor de Colombia fue clave para el afianzamiento del español como lengua ciudadana hecha republicana por los promotores de la Independencia. Y es que Colombia fue el primer país de América Latina donde se instaló una sede de la Real Academia de la Lengua Española y contribuyó, posteriormente, a aumentar el contacto entre todas las academias de la región. Finalmente, el investigador del Observatorio del Caribe Colombiano, Weildler Guerra centró su discurso en la segunda lengua más hablada en Colombia, el wayuu, hablada en la zona del Caribe y que se extiende hasta Venezuela.
*Ensayista y poeta venezolano, Letralia, Tierra de letras
El castellano. org
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Ibagué, 02 de agosto de 2009
Cuando el silencio es el atractivo de un vampiro Por XIMENA VELASCO ENVIADA ESPECIAL LOS ÁNGELES, CALIFORNIA, ESTADOS UNIDOS, COLPRENSA
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Sin querer descifrar el secreto de su papel como vampiro en la serie de HBO "True Blood", Stephen Moyer, relata en exclusiva para Colprensa, cómo logra llevar una vida de humano en medio de la oscuridad que atrapa a su personaje. La segunda temporada de esta serie que causa sensación de la televisión de los Estados Unidos, está llena de sorpresas, como él mismo lo asegura, pero cree que lo más impactante de la trama es el conflicto que se desata entre los principios conservadores de un vampiro con las transformaciones de la sociedad moderna. Estos y más detalles reveló Moyer. Habló sobre su personaje Bill Compton, un vampiro, y su relación con Sookie, una humana que lee la mente de las personas y que se enamoró de Bill, porque "él le da el silencio que ella necesita". Aunque no es muy abierto al hablar de su vida personal, Moyer confesó que lo que más lo enamora de Anna Paquin, su pareja en la vida real y en la serie, es la incondicionalidad que ella le ha demostrado. Este inglés se desarrolló en el mundo del teatro, pero ha impactado en la pantalla chica gracias a su papel de enigmático vampiro en "True Blood".
Entrevista con el vampiro
- ¿Cuál fue su primer papel en la televisión? Trabajé para una comedia durante dos años, donde yo era el hijo de un tipo encantador, llamado Michael Williams. Él fue el esposo de Dench Judi durante 30 años. Una experiencia interesante. Mi personaje era un holgazán que se la pasaba comiendo la pizza con el papá, mirando fútbol, mientras la mamá limpiaba. Una parte interesante es que nosotros teníamos un perro que hablaba. Cuando los papás discutían yo hablaba con el perro y decíamos: otra vez. -¿Cómo fue su proceso de audición para el papel que desempeña en "True Blood", como el vampiro Bill Compton? La verdad es que yo estuve de aquí para allá. Yo había participado en un par de temporadas pilotos, pero nunca realmente comprometido con la televisión americana, antes del año pasado. Mi familia estaba en Inglaterra, y la decisión fue muy difícil de quedarme en Estados Unidos buscando una oportunidad. Uno toma una decisión para tratar de empujar y sacar muchas cosas adelante. Todo lo que he querido hacer es un buen trabajo. - ¿Qué es lo que más le gusta de "True Blood"? Allan, el productor, está utilizando el marco del vampiro
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"Uno de los motivos por los cuales las mujeres se interesan por los vampiros, es porque ellos vienen de una época gótica, cuando las mujeres fueron tratadas en una manera cortés, y los hombres eran hombres, con bondad y caballerosidad": Stephen Moyer.
o el género sobrenatural para contar, en esencia, una historia acerca de las relaciones. Es una serie sobre la gente y sobre las relaciones. No es sobre ciencia ficción y tampoco sobre efectos especiales. - ¿Cómo creo su personaje? Hemos trabajado mucho en él para que sea diferente de todos los demás. Nosotros específicamente quisimos darle un aura a Bill. Eric (El vampiro más antiguo, desempeñado por Alexander Skarsgard) ha adoptado el papel de los modernos, pero en los últimos 50 años, Bill ha estado viviendo en un vacío de alguna manera, y creo que nosotros podríamos llegar a ver eso en la temporada tres. - ¿Cómo se reconcilia el personaje con sus acciones? Creo que Bill trata desesperadamente de vivir una vida digna dentro de la comunidad. Él eligió no matar inocentes nunca más, pero (ríe) es más fácil decirlo que hacerlo. Creo que nuestra serie dice que nadie es perfecto y cada uno tiene un secreto. Allan puso obstáculos en el camino de cada uno de los personajes y nosotros juzgamos cómo se debe reaccionar ante ellos. Se puede ver en "True Blood" un conjunto de microcosmos de la sociedad como la conocemos. Me encantó el hecho de que el vampiro es el que está tratando de vivir una vida digna.
El vampiro y un ser normal
- ¿Qué es lo que atrae y mantiene a Bill y Sookie juntos? Sookie tiene algo de ella que es diferente, y si uno lee los libros en los que está basada la serie, se verá porqué. Bill nunca había estado antes con alguien
como ella. Sookie es fresca e inocente, valiente y pura, lo cual a veces es un retroceso para él. Pero ella se enamora de él por su fuerza y porque no puede leer su mente como lo hace con los demás personajes en la serie. Él le da el silencio que ella necesita. Bill está tratando de llevar una buena vida. Tratando desesperadamente de forjar, tanto como pueda, un camino humano por empezar.
que puede ir en contra de nuestra sociedad moderna. Una de las cosas que es realmente maravillosa es que no sólo existe una jerarquía de la edad del vampiro en la sociedad sino un rango. Lo que me di cuenta es que Allan (el productor), construyó un tipo de sistema feudal, y la única cosa que nunca hacemos es chupar la sangre a otro vampiro. Pero Eric sí hace cosas despreciables contra Bill, pero Bill nunca se las devuelve, pese a que tendrá una buena razón para hacerlo en esta temporada. A mí me gusta el modo en que se lleva la serie. Los vampiros han estado durante años y reafirman los modales, pero ahora son tratados en la televisión de otra forma. Pienso que uno de los motivos por los cuales las mujeres están interesadas en los vampiros es porque ellos, por lo general, vienen de una época gótica, cuando las mujeres fueron tratadas en una manera cortés, y los hombres eran hombres. Es una crítica contra la sociedad moderna, contra la metrosexualidad, donde se realzan los modales, la bondad y la caballerosidad.
- ¿Existen similitudes entre los personajes de Sookie y Bill con la vida real? Muchas que se ocultan detrás del maquillaje. Tenemos muchas más diferencias, como la edad, aunque no tanto como en la serie, porque mientras su personaje tiene 25 años, yo tengo 150. Hay una Sookie que yo escucho, pero Anna es mucho más astuta y experimentada. Ella es brillante, elegante y divertida, y no sufre por bobadas. Es incondicional y eso me encanta. Yo soy mucho más abierto que Bill. Mi problema es que a veces me encierro (ríe). Considero que Anna es muy reservada, pero funciona bien para nuestro trabajo. - ¿Cuál es la similitud entre la relación real que lleva con Anna, la protagonista de la serie, y la de la pantalla? Existen similitudes, pero creo que no se trata entre yo y Anna, o Sookie y Bill. Creo que está buen escrito el guión. Sookie trata las cosas como lo hace una mujer que le gusta hacer frente a las cosas y Bill está tratando de hacer eso, pero a veces es un poco anticuado.
Nueva temporada
- ¿Qué podemos esperar de la segunda temporada de la serie que acaba de iniciar en HBO Latinoamérica? Los vampiros han creado todo un mundo anticuado www.elnuevodia.com.co>Léalo.
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Paulo Coelho y sus historias de 24 horas BOGOTÁ, COLPRENSA Desde la semana anterior, en todas las librerías del país, los fieles seguidores de la literatura del escritor Paulo Coelho podrán encontrar “El vencedor está solo”. El escenario no podría ser mejor, Cannes (Francia), con su rutilante, en pleno festival de cine y con una historia que se desarrolla en 24 horas. Se trata de una obra sobre la superficialidad, el culto a la celebridad, el afán de la élite por permanecer en la cumbre efímera del éxito y el interés de los normales, aquellos que todavía no brillan con el reflejo de los diamantes por escalar, cueste lo que cueste, la anhelada cima. Siendo fiel a sus constantes cuestionamientos sobre la vida, Coelho saca a flote una inquietud suya, que permanece en la mayor parte de sus obras: el precio que debemos pagar por los sueños, pero… ¿la manipulación que hay detrás de la vida del “homo luxurious” y su glamorosa escenografía de Botox, fama, dinero, celebridad y reconocimiento no es acaso un precio de-
masiado alto? Esto lo descubrirá el lector a través de Igor, el exitoso dueño y presidente de una compañía telefónica rusa, quien llega a la más glamorosa ciudad de Francia con un plan de venganza, producto de la ruptura con su ex esposa. Los destinos se cruzan: Gabriela, joven actriz ingenua pero ambiciosa; una modelo de Ruanda exiliada en los Países Bajos; Javits, productor poderoso y sin escrúpulos; Hamid Hussein, estilista que partió de cero y ahora se encuentra en el punto más alto de su gloria. Sin que ellos lo sepan, una sola cosa los une, el deseo de venganza de Igor que terminará por cambiar completamente sus vidas. Esta novela reafirma la capacidad de Paulo Coelho para abstraer con precisión los rasgos definitorios de la condición humana, a la vez que sorprende con una novela emocionante y profunda. Paulo Coelho, escritor de bestsellers internacionales como “El Alquimista”, ofrece
El prefacio Este es el Prefacio del libro “El vencedor está solo”, que en exclusiva la Editorial Planeta cedió a Colprensa como adelanto para sus lectores.
El retrato
En el momento en que terminó de escribir estas páginas, existen varios dictadores en el poder. Un país del Oriente Medio fue invadido por la única superpotencia mundial. Los terroristas están ganando cada vez más adeptos. Los fundamentalistas cristianos son capaces de elegir presidentes. La búsqueda espiritual es manipulada por varias sectas que alegan detentar el "conocimiento absoluto". Ciudades enteras son borradas del mapa por la furia de la naturaleza. El poder del mundo entero está concentrado en las manos de seis mil personas, según investigación de un reputado intelectual americano. Existen miles de prisioneros de conciencia en todos los continentes. La tortura vuelve a ser tolerada como un método de interrogatorio. Los países ricos cierran sus fronteras. Los países pobres asisten a un éxodo sin precedentes de sus habitantes en búsqueda del "El dorado". Los genocidios continúan en por lo menos dos países africanos. El sistema económico da muestras de cansancio, y grandes fortunas comienzan a desaparecer. El trabajo infantil esclavo se hizo una constante. Centenares de millones de personas viven abajo de la línea de la pobreza absoluta. La proliferación nuclear es aceptada como irreversible. Surgen nuevas enfermedades. Antiguas enfermedades aún no fueron controladas. ¿Pero es este el retrato del mundo en que vivo? Claro que no. Cuando resolví fotografiar mi época, escribí este libro. www.elnuevodia.com.co>Léalo.
una nueva visión sobre el mundo actual, con el misticismo propio de su narrativa. A sus 62 años de edad, este brasileño residente en Francia, se inició en el mundo de las letras como autor teatral, luego de ser una célebre estrella rock de su país y pasar por todo tipo de prácticas del oscurantismo. Ahora, sus obras son publicadas en más de ciento cincuenta países, traducidas a sesenta y nueve idiomas, con más de cien millones de libros vendidos. Ha recibido destacados premios y menciones internacionales, como el Premio Crystal Award que concede el Foro Económico Mundial, la prestigiosa distinción Chevalier de L'Ordre National de la Légion d'Honneur del gobierno francés y la Medalla de Oro de Galicia. En 2009, recibió el récord Guinness por ser el autor más traducido por un único título (El Alquimista). Desde octubre de 2002 es miembro de la Academia Brasileña de Letras y desde 2007, es Mensajero de la Paz de la ONU.
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EL CUENTO
Los cuartos infinitos
Por Gabriel García Márquez*
Cuando estaba solo, José Arcadio Buendía se consolaba con el sueño de los cuartos infinitos. Soñaba que se levantaba de la cama, abría la puerta y pasaba a otro cuarto igual, con la misma cama de cabecera de hierro forjado, el mismo sillón de mimbre y el mismo cuadrito de la virgen de los Remedios en la pared del fondo. De ese cuarto pasaba a otro exactamente igual, cuya puerta abría para pasar a otro exactamente igual, y luego a otro exactamente igual, hasta el infinito. Le gustaba irse de cuarto en cuarto, como en una galería de espejos paralelos, hasta que Prudencio Aguilar le tocaba el hombro. Entonces regresaba de cuarto en cuarto, despertando hacia atrás, recorriendo el camino inverso, y encontraba a Prudencio Aguilar en el cuarto de la realidad. Pero una noche, dos semanas después de que lo llevaron a la cama, Prudencio Aguilar le tocó el hombro en un cuarto intermedio, y él se quedó allí para siempre, creyendo que era el cuarto real. *Tomado de Cien años de Soledad.
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> POESÍA
Pablo Neruda Poeta chileno, 1904-1973 Caballero solo Los jóvenes homosexuales y las muchachas amorosas, y las largas viudas que sufren el delirante insomnio, y las jóvenes señoras preñadas hace treinta horas, y los roncos gatos que cruzan mi jardín en tinieblas, como un collar de palpitantes ostras sexuales rodean mi residencia solitaria, como enemigos establecidos contra mi alma, como conspiradores en traje de dormitorio que cambiaran largos besos espesos por consigna. El radiante verano conduce a los enamorados en uniformes regimientos melancólicos, hechos de gordas y flacas y alegres y tristes parejas: bajo los elegantes cocoteros, junto al océano y la luna hay una continua vida de pantalones y polleras, un rumor de medias de seda acariciadas, y senos femeninos que brillan como ojos.
se masturban, y los animales fornican directamente, y las abejas huelen a sangre, y las moscas zumban coléricas, y los primos juegan extrañamente con sus primas, y los médicos miran con furia al marido de la joven paciente, y las horas de la mañana en que el profesor, como por descuido, cumple con su deber conyugal, y desayuna, y, más aún, los adúlteros, que se aman con verdadero amor sobre lechos altos y largos como embarcaciones: seguramente, eternamente me rodea este gran bosque respiratorio y enredado con grandes flores como bocas y dentaduras y negras raíces en forma de uñas y zapatos.
El pequeño empleado, después de mucho, después del tedio semanal, y las novelas leídas de noche, en cama, ha definitivamente seducido a su vecina, y la lleva a los miserables cinematógrafos donde los héroes son potros o príncipes apasionados, y acaricia sus piernas llenas de dulce vello con sus ardientes y húmedas manos que huelen a cigarrillo. Los atardeceres del seductor y las noches de los esposos se unen como dos sábanas sepultándome, y las horas después del almuerzo en que los jóvenes estudiantes, y las jóvenes estudiantes, y los sacerdotes
Obras del pintor antioqueño Armando Londoño www.elnuevodia.com.co>Léalo.
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Autogol: una novela como el fútbol colombiano
Por Jorge Ladino Gaitán Bayona*
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uan Sasturain destacó en una entrevista concedida a Ángela Pradelli en el 2002 que tanto el fútbol como la literatura deberían tener como puntos de contacto la aspiración artística y un respeto por sus medios y posibilidades para no caer en la monotonía. Según el autor, “el manejo de la pelota como el del lenguaje -puestos en buenos pies y manosson un desafío a la creatividad y de ahí, de esa tensión por encontrar una forma original, cada vez única, para resolver dificultades expresivas, puede saltar la belleza”. Una buena novela que aborde el mundo del fútbol, debería ser como un partido bien jugado para que se recuerden sus jugadas maestras, su plasticidad, precisión, profundidad, atrevimiento y respeto por la belleza, no un juego soso, sospechoso y olvidable. Ésta última es la sensación que provoca Autogol (2009), del bogotano Ricardo Silva Romero (1975), una novela de 399 páginas dividida en tres partes (Primer tiempo, Segundo Tiempo y Tiempo extra), a la que se añade otro libro pequeño de 63 páginas titulado Fuera de Lugar. El lector siente que la novela debería acabar pronto pero ella se alarga sin ofrecer nada distinto a un cúmulo de información que no viene vehiculada por un tratamiento estético cautivante. Lo que podría ser interesante al generarse una particular radiografía de Colombia desde la óptica ficcional de un comentarista deportivo que percibe los fracasos del fútbol nacional (particularmente en el Mundial de 1994) en conexión con el fracaso de un país por culpa de la corrupción, el narcotráfico, la indiferencia y otros flagelos, se queda sin peso estético por estar sustentado en una estructura narrativa que, más allá de intentar ligar sus formas con tiempos y lenguajes del fútbol, no juega con las técnicas narrativas, ofrece un lenguaje poco evocador y no conmociona al lector con su forma compositiva. Los elementos metaficcionales allí empleados (ficción que se piensa a sí misma) por el narrador en primera persona parecieran justificar la falta de rigor estético al mencionar que se trata de las memorias de un hombre que, por recomendación de su psiquiatra en aras de recuperar la voz, decide escribirlas. Se está tornando frecuente en la
literatura colombiana que se escriban dudosas novelas en primera persona donde el protagonista se declara no escritor como intentando convencer al lector de que por dicha razón, y en aras de la verosimilitud, no se le pueda exigir trabajo propiamente literario, pues su texto estaría ligado al memorial, lo testimonial y las escrituras (seudo) autobiográficas. En ocasiones, la metaficción, más que complejizar la creación ficcional y de problematizar los nexos entre el lenguaje, la literatura y la realidad, cae en una descarada autoconsciencia narrativa que busca justificar los yerros del escritor como tal (más que del personaje que narra). De ahí que, como ocurre en la novela de Ricardo Silva Romero, una declaración metaficcional como “discúlpenme el desvío, perdónenme el protagonismo, pero la psiquiatra Elena Lozano de Rivera me ha dicho que la idea de escribir este libro es confesar cosas” (108) resulta una excusa para que el lector se compadezca del texto que se le ofrece y lo termine más por piedad que por gusto. Vale resaltar que quien escribe por consejo de su psiquiatra, el comentarista Pepe Calderón Tovar, recuerda en su libro cuando, transmitiendo por radio desde el Rose Bowl el partido entre Colombia y Estados Unidos el 22 de junio de 1994, perdió la voz justo en el momento en que Andrés Escobar cometió el autogol. Como un ajuste de cuentas porque la jugada del defensa colombiano le hizo perder su medio de subsistencia y los ahorros que había apostado (convencido como tantos colombianos triunfalistas de que su país ganaría el mundial) había decidido asesinar a Andrés Escobar, fracasando en su intento (al igual que en su matrimonio, el trabajo, el roll de padre con su hijo Jorge, la posibilidad de un segundo amor con una ejecutiva de la emisora o al menos dejar de comer tanto pues desde pequeño fue un gordo compulsivo), en tanto, minutos antes de disparar, se le adelantó Humberto Muñoz Castro a la salida de un estadero en Medellín el 2 de julio de 1994. Su memoria intenta ser un equivalente de la memoria nacional, ligada al mundo del fútbol desde los años setenta hasta el 2006 (momento final de la escritura de Tiempo extra, que funciona como epílogo del libro que escribiera entre agosto de 2002 y marzo del 2003), para dar
Ricardo Silva Romero cuenta de las relaciones entre el narcotráfico, el mundo del deporte, las apuestas y la política (la financiación de la candidatura presidencial de Ernesto Samper). De ahí que en su texto se crucen seres ficticios y otros reales (Maturana, jugadores de la selección Colombia, Hernán Peláez y conocidos comentaristas de fútbol) para que el lector sienta que se le está narrando un país que, como su selección, por más que apunte a la utopía, está signada a la derrota. Lo complejo es que la novela, más allá del trabajo investigativo que debió tener para la escritura, pareciera reducirse a dos cosas: ridiculizar la figura del comentarista deportivo que se pretende poeta pero cae en lugares comunes; recrear datos y posibilitar puntos de vista críticos sobre la historia del fútbol nacional, de la propia historia de Colombia y del periodismo radial. No obstante, como se indicó al inicio, lo propiamente literario está, irónicamente, fuera de lugar en la novela. Fuera de lugar, incluso, como se llama el libro adicional que viene con Autogol, editado ficcionalmente por Leopoldo Mendoza Aragón, quien según el texto, es el periodista coautor que torna novela las memorias de Pepe Calderón, nada agrega a Autogol ni se torna en una segunda historia al intentar recoger fragmentos de declaraciones diversas sobre el pasado de Pepe Tovar y su posible fantasma rondando el estadio el Campín. Acaso, jugando con las ideas de Sasturain, este texto novelístico que habla del fútbol y de Colombia, publicada en junio del 2009, no debería parecerse al actual fútbol colombiano: intrascendente, predecible, falto de contundencia y monótono. * Grupo de Investigación de literatura del Tolima, UT, jlgaitan@ut.edu.co)
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